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HISTORIA DE ESPAÑA

Lo que aparece en los primeros temas subrayado como epígrafe (en color azul) de cada contenido
son los estándares de aprendizaje evaluables establecidos para los tres primeros bloques de
Historia de España de 2º de bachillerato.
Como es difícil resumir estos contenidos más de lo que están aquí se ha subrayado en
amarillo lo que parece imprescindible. Os aconsejo una lectura de todo y quedarse con lo
subrayado.

ESTE BLOQUE EN LA PEvAU


Del bloque I no se pregunta casi nada. Hasta ahora solo se ha preguntado ¿qué monarquía
reinaba en la Península en 711? o ¿qué monarquía precedió a la invasión musulmana? La
respuesta es LA MONARQUÍA VISIGODA. Ni siquiera se ha preguntado nada más sobre los
visigodos, pues la segunda parte de la cuestión, la pregunta b, ha ido encaminada ya a la
invasión musulmana de la Península, que está en el siguiente bloque.
Lo único que se preguntó un año que se puede relacionar con algo de este tema es
describir las causas de la invasión musulmana, causas que se deben buscar tanto en el
reino visigodo como en el auge del Islam. Pero esto se tratará en el tema 2.

Tema 1. La Península Ibérica desde los primeros humanos hasta la


desaparición de la monarquía Visigoda (711).
– Explica las diferencias entre la economía y la organización social del Paleolítico y el
Neolítico, y las causas del cambio.
ECONOMÍA:
Al Paleolítico también se conoce como Edad de la Piedra Tallada, en alusión a la forma en que
se trabajaba el material de las herramientas fabricadas. Para esta etapa prehistórica no es
posible establecer unos límites cronológicos bien definidos. En España comprende
aproximadamente desde hace 1.300.000 años hasta el 10000 a.C.
Las comunidades humanas paleolíticas se dedicaban a la caza y la recolección, pues no
conocían aún la agricultura ni la ganadería. También pescaban peces, crustáceos y moluscos.
Su economía era depredadora, es decir, consumían lo que les ofrecía la naturaleza sin
preocuparse de reponer los recursos o alimentos: frutas silvestres, huevos, miel, insectos…
Cuando los recursos se agotaban en un lugar, se desplazaban a otro en busca de comida; por
lo tanto, eran nómadas. De los animales que cazaban para comer aprovechaban todo: carne,
grasa, leche, huesos, sangre y piel.
Durante el Paleolítico se produjeron varias innovaciones técnicas, algunas de las cuales fueron
las siguientes:
• El trabajo de la piedra y de huesos para fabricar herramientas, alcanzando al final del
paleolítico una gran variedad de útiles y un alto nivel técnico.
• El control del fuego. Aprendieron a producirlo por percusión (golpeando una piedra contra
otra hasta hacer saltar una chispa) y por fricción (frotando un palo contra otro). El fuego lo

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utilizaban para iluminar y calentarse, asar la carne, reblandecer las pieles, cocer verduras y
ahuyentar e incluso acorralar a animales de gran tamaño para cazarlos.
• El trabajo de las pieles. Se utilizaron para hacer vestidos, calzado, bolsas, cubiertas de
cabañas, correas, recipientes, etc.
Por el contrario, la economía del Neolítico era productora. La escasez de caza de la época del
Mesolítico (un período intermedio entre Paleolítico y Neolítico) obligó a los seres humanos a
buscar otras fuentes de alimento. Durante mucho tiempo se alimentaron de especies
vegetales y observaron cómo nacían las plantas. Probablemente intentaron, sin éxito, realizar
cultivos antes de descubrir la agricultura. Esta fue uno de los mayores logros en la historia de
la humanidad, pues hizo posible que las personas dejaran de ser depredadoras para
convertirse en productoras: ya no se limitaban a recoger y consumir los frutos directamente
de la naturaleza, sino que intervenían en ella, reponiéndolos.
Junto con la agricultura se desarrolló la ganadería. Poco a poco, los hombres fueron
domesticando especies animales, como ovejas, cabras, cerdos, bueyes y asnos, que recogían
y alimentaban. De los animales obtenían carne, leche, pieles y estiércol que utilizaban como
abono para las tierras de cultivo.
Con el descubrimiento de la agricultura y la domesticación de animales, los seres humanos
tenían asegurado el alimento en un mismo lugar y no necesitaban ser nómadas. Así, en el
Neolítico se convirtieron en sedentarios, construyeron viviendas y formaron los primeros
poblados. Entre las técnicas e inventos del Neolítico tienen especial importancia los
siguientes: el trabajo de la piedra, destacando las herramientas de piedra pulimentada para
trabajar la tierra, los tejidos, con la creación de los primeros telares, de los que se han
encontrado numerosas pesas de cerámica que servían para tensar el hilo; y la cerámica, que
permitió fabricar recipientes impermeables en los que almacenar y transportar líquidos y
alimentos.
En tomo al año 7000 a. C. en el Próximo Oriente, en la zona conocida como Creciente Fértil
(una región histórica que se corresponde con parte de los territorios del Antiguo Egipto, el
Levante mediterráneo y Mesopotamia.), comenzó el Neolítico, la nueva edad de piedra o
Edad de la Piedra Pulimentada. Tras su expansión, llegó a la Península Ibérica en torno al 5500
a.C., donde duró hasta aproximadamente el 3000 a.C. Los cambios económicos y sociales que
se produjeron en estos años fueron tan importantes que se ha denominado a esta etapa
«Revolución neolítica».
SOCIEDAD:
Los grupos humanos paleolíticos estaban formados por unos 20 ó 30 individuos (ya que, si
eran demasiados, resultaba difícil conseguir alimentos para todos) que vivían en el mismo
espacio: una cueva, algún lugar protegido o un campamento. Su esperanza de vida era de
entre 20 y 40 años. Estas comunidades, cuyos miembros estaban unidos entre sí por lazos
familiares, eran sociedades tribales. La tribu era una sociedad comunal, sin diferencias
sociales, pero con división sexual del trabajo: la mujer se encargaba del cuidado de los hijos,
la recolección de frutos y la captura de animales pequeños, el mantenimiento del fuego y el
curtido de pieles, mientras que el hombre se dedicaba a la caza, a la fabricación de útiles y a
la defensa del campamento. Aunque no había diferencias sociales sí existía una cierta
jerarquía dentro de cada grupo, es decir, algún individuo tenía más importancia que otros,
convirtiéndose en jefe y también tendría más rango el hechicero o curandero.

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En el Neolítico la sociedad es más compleja que en el Paleolítico. Con la nueva economía
productora se incrementa la población y se empieza a producir una división del trabajo dentro
de los poblados, que sería mucho más clara ya en la Edad de los Metales: oficios relacionados
con la agricultura, la ganadería, la construcción de viviendas, la elaboración de cestas, la
cerámica, los tejidos, la defensa, etcétera. Apareció, además, el trueque o intercambio de
productos, incluso entre distintos poblados. Todo esto lleva a las primeras diferencias
sociales.
LAS CAUSAS DEL CAMBIO:
La revolución neolítica, como sabemos, fue la transformación radical de la forma de vida del
ser humano, que pasó de ser nómada a sedentario y de tener una base económica de caza y
recolección a tener una base económica productiva mediante la agricultura y la ganadería.
Pero realmente, este cambio no se produjo de una forma rápida ni de la misma manera en
todos los lugares, ni ocasionó necesariamente el abandono de las anteriores formas de vida.
A la península Ibérica el Neolítico llegó por difusión cultural, pero en su origen, en el Creciente
Fértil, comenzó probablemente causado por el cambio climático del Holoceno, posterior a la
última glaciación, en el cual se retiraron los hielos hacia el Norte y aumentaron las
temperaturas. Las comunidades humanas desde el final del Pleistoceno se verían obligadas a
recluirse en zonas más fértiles con abundancia de agua, ante el deterioro ambiental que
supuso la desecación del cambio climático. Esas zonas fértiles eran pequeños reductos con
recursos de agua que sirvieron para acoger especies vegetales y animales que se refugiaron
en ellos y al mismo tiempo atrajeron al hombre, que las aprovechó ejerciendo una
domesticación que las conservara asegurando su reproducción, iniciando un modelo de vida
sedentaria e iniciando las prácticas de vida agrícolas y ganaderas.
Este proceso ocurrió en diversas partes del mundo de forma independiente; pero para que
pudiera producirse se requerían unas condiciones previas de cierto nivel de desarrollo
tecnológico y cultural y un medio ambiente adecuado; sin embargo, el proceso fue lento,
diacrónico y desigual y requirió una larga etapa de experimentación; pero una vez producido,
ya no hubo regresiones y los logros obtenidos se expandieron por todas partes.

– Identifica las diferencias entre una imagen de pintura cantábrica y otra de pintura
levantina.
Entre la pintura cantábrica (paleolítica) y la levantina (probablemente mesolítica) cabe
encontrar, además de la cronología, todavía discutida, otras varias diferencias:
• Los conjuntos pictóricos del Levante aparecen en abrigos rocosos casi al aire libre, en
contraposición a la oscuridad de las cuevas cantábricas hispano-francesas, pues
corresponden a momentos climáticos diferentes.
• El tamaño de las figuras es más reducido en la pintura levantina que en la cantábrica.
• La pintura franco-cantábrica es naturalista mientras la levantina tiende a la
estilización, con desproporciones entre las distintas partes del cuerpo. Hay, por tanto,
menos naturalismo que en la pintura paleolítica. En cualquier caso, la estilización es
más acusada en la figura humana, pues muchos animales levantinos son tan
naturalistas como los franco-cantábricos.
• Frente a la policromía de las pinturas cantábricas, la monocromía de las del Levante,
en especial en negro o en rojo, con colores planos (en muchos casos son siluetas

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rellenas de color, aunque también abundan las siluetas sin rellenar, trazadas con una
línea gruesa).
• El pintor levantino parece que intenta ya relacionar las figuras espacialmente y crear
escenas de caza, recolección o rituales con carácter narrativo, en oposición a las
representaciones aisladas de la escuela franco-cantábrica. Además, abunda el
dinamismo y el movimiento, al contrario que en la pintura cantábrica.
• Hay abundancia de figuras humanas en los abrigos levantinos frente a la casi total
ausencia en la etapa paleolítica, a la vez que también es diferente la fauna aquí
representada, acorde con un clima menos frío.

– Explica el diferente nivel de desarrollo de las áreas celta e ibérica en vísperas de la


conquista romana en relación con la influencia recibida de los indoeuropeos, el reino de
Tartessos y los colonizadores fenicios y griegos.
A lo largo del I milenio a. C., durante la Edad del Hierro, entre el año 800 a. C. y la llegada de
los romanos en el 218 a. C., se desarrollan en la Península las culturas tartesia, celta, ibera y
celtíbera. Estos pueblos indígenas suelen denominarse, de manera conjunta, pueblos
prerromanos.
Tartessos, en el suroeste peninsular, es la cultura más antigua del I milenio a. C. Aunque
aparece citada en los textos clásicos, contamos con escasos hallazgos arqueológicos, aunque
muy ricos. Tuvo un importante desarrollo económico basado la agricultura y la ganadería,
pero sobre todo en las intensas relaciones comerciales que mantienen con los fenicios que
vienen atraídos por las riquezas mineras (oro, plata y cobre). Se trata de una sociedad muy
jerarquizada, con una aristocracia que controla esta riqueza, regida por una monarquía
(aparece citado un rey mítico, Argantonio). El rastro de esta cultura se pierde en el siglo VI a.
C. por causas todavía no muy bien conocidas.
Celtas. De origen indoeuropeo, se asientan en el noroeste peninsular y Meseta Norte, con
formas de vida primitivas, organizados en distintas tribus (galaicos, astures, cántabros,
vascones, etc.). Su principal actividad económica es la ganadería. La metalurgia del hierro se
encuentra muy avanzada. Carecen de escritura. Los galaicos desarrollan la cultura de los
castros, pequeños poblados fortificados con viviendas de planta circular.
Iberos. Existen diversas teorías sobre el origen de los iberos (evolución autóctona o
procedencia exterior). Presentan un gran desarrollo entre los siglos VII y II a. C. en el sur
peninsular y área levantina, penetrando al interior en el valle medio del Ebro y Guadalquivir.
Se dividen en distintos pueblos que, aunque no tienen unidad política, sí que poseen
características homogéneas y una entidad cultural común. Se organizan como ciudades-
estado que controlan los territorios circundantes y pueden incluir una o varias ciudades. Los
iberos se asientan en poblados amurallados en zonas de fácil defensa. Se trata de sociedades
tribales muy jerarquizadas, con predominio de la casta guerrera. Como forma de gobierno
tienen monarquías y a veces oligarquías. Su economía se basaba en la agricultura y la
ganadería, con gran desarrollo de la actividad textil y minera. Mantienen importantes
contactos comerciales con fenicios, griegos y cartagineses. Ya utilizan la moneda. Desarrollan
una escritura todavía por descifrar. Su cultura es muy rica, destacando la escultura.
Celtíberos. En la zona oriental de la Meseta Norte, en la zona de confluencia de las culturas
celta e ibera, con rasgos de las dos, con menos influencia de los colonizadores y más celta. En

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algunos pueblos predomina la agricultura y en otros la ganadería, con poco desarrollo de la
artesanía y del comercio.
Pueblos colonizadores. A largo del I milenio a. C. pueblos muy avanzados del Mediterráneo
oriental (fenicios y griegos) y los cartagineses (herederos de los fenicios) establecen intensas
relaciones comerciales y se asientan en las costas peninsulares. Vienen atraídos por las
riquezas minerales (oro, plata, cobre y estaño) pero también desarrollan un intenso comercio
de otros productos como sal, vino, aceite, pesca en salazón, etc. Su influencia sobre los
pueblos peninsulares -especialmente sobre los iberos- será enorme.
- Fenicios. Procedentes del actual Líbano, fueron los primeros en llegar hacia el siglo IX a. C.
aunque no se sabe con exactitud cuándo. Fundan Gadir (Cádiz) y se extienden por el sur
peninsular: Sexi (Almuñécar), Abdera (Adra) y Malaka (Málaga). Mantendrán intensas
relaciones con los tartesios. Los fenicios entran en declive a partir del siglo VI a. C. por la caída
de Tiro en poder de los babilonios.
- Griegos. En el siglo VI a. C. se produce la colonización griega, protagonizada por los focenses
(que ya se habían establecido en Masalia, actual Marsella). Se establecen en la costa catalana
donde fundan Emporión (Ampurias) y Rhode (Rosas), y se extienden al sur: Hemeroskopeion
(Denia) y Mainake (Málaga).
- Cartagineses. Cartago, colonia fenicia en el actual Túnez, hereda su negocio comercial. El
apogeo de la presencia púnica se da en los siglos IV y III a. C. Se establecen en Ebussus (Ibiza)
y posteriormente, en el siglo III a. C., desde Cartago Nova (Cartagena) llevarán a cabo una
auténtica conquista militar del territorio con el fin de adueñarse de sus riquezas y poder pagar
así a Roma las cuantiosas indemnizaciones de guerra impuestas tras su derrota en la primera
guerra púnica. Su derrota en la segunda guerra púnica supondrá el fin de su presencia en la
Península.
El legado de las colonizaciones fenicias y griegas -aunque apenas traspasó el ámbito de la
costa mediterránea y el valle del Guadalquivir- es muy importante por el gran impulso a la
vida urbana que suponen, su influencia en el arte y la cultura -con la introducción de los
alfabetos fenicio y griego-, la introducción de la moneda, de nuevos cultivos como el olivo,
técnicas como el torno alfarero y también la utilización de esclavos como mano de obra. La
zona de influencia indoeuropea (celta) estaba claramente más atrasada (cultura de
transmisión oral, sociedad tribal, economía agraria, sin desarrollo urbano ni dinerario, aunque
con una metalurgia del hierro avanzada). Esa era la situación en vísperas de la conquista
romana.

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– Dibuja un mapa esquemático de la Península Ibérica y delimita en él las áreas ibérica y
celta.

En el mapa se observa que la cultura ibera está en la zona más próxima al Mediterráneo, por
donde había llegado la influencia de civilizaciones más avanzadas (los pueblos
colonizadores), mientras lo celta se concentra en el área atlántica y la Meseta.

– Define el concepto de romanización y describe los medios empleados para llevarla a cabo.
Romanización significa el proceso de aculturación (incorporación de elementos culturales
ajenos) y adaptación al modo de vida tanto político como cotidiano de Roma por parte de las
sociedades conquistadas por esta, es decir, un cambio de vida en aspectos tan básicos como
la religión, las costumbres y la lengua. Este fenómeno fue general a todo el Imperio, pero tuvo
especial incidencia en las provincias occidentales, entre las cuales se encontraban las
hispánicas, y prueba de su éxito es que en ellas triunfó el latín, olvidándose las lenguas
indígenas, excepto el vasco.
Este proceso fue algo más que un simple fenómeno político y cultural, pues afectó a los
elementos estructurales de base: significó un cambio radical en las estructuras
socioeconómicas e incluso en las de pensamiento. Ello se comprende si tenemos en cuenta
cuáles fueron los agentes de la romanización:
• La difusión de la lengua latina, que arrinconó a las lenguas prerromanas.
• La proliferación de las ciudades, creadas a imagen de Roma.
• Un movimiento comercial sin precedentes facilitado por un excelente sistema de vías
de comunicación tanto terrestres (las calzadas) como marítimas.
• El ejército, que, además de imponer las nuevas estructuras, integró a la población
indígena como tropas auxiliares y la implicó en las luchas internas de Roma.
• Junto a los comerciantes y los militares, también se desplazaron a Hispania
funcionarios romanos, que igualmente fueron un vehículo romanizador.
La romanización tiene enorme trascendencia posterior, pues es un componente básico en la
formación de los diversos pueblos hispánicos que surgen en la Edad Media y que conformarán
la Historia de nuestro país.

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– Resume las características de la monarquía visigoda y explica por qué alcanzó tanto poder
la Iglesia y la nobleza.
Características y poder de la Iglesia:
La monarquía visigoda a lo largo de su historia desarrolló una importante tarea de
homogeneización del territorio hispano y sus habitantes, procurando la unidad religiosa,
política y jurídica de Hispania.
La monarquía visigoda era tradicionalmente electiva y este hecho provocaba una gran
inestabilidad con frecuentes rebeliones, golpes de estado y conflictos entre los nobles que
aspiraban a la corona, lo cual debilitaba enormemente al reino visigodo.
Esta situación comenzó a cambiar con Leovigildo (572-586). Leovigildo se propuso consolidar
el territorio. Para ello se anexionó el reino de los suevos que ocupaban el noroeste de la
península, arrinconó a los cántabros y vascones en su territorio, frenó el avance de los francos
por el norte y redujo el territorio de los bizantinos asentados en el sur peninsular a una
estrecha franja costera. Quiso también lograr la unidad religiosa entre los visigodos que eran
arrianos y los hispano-romanos católicos, pero fracasó. Lo logrará su hijo Recaredo que se
convirtió al catolicismo junto a la mayoría de nobles. Con ello se ganará el apoyo de una
Iglesia, cada vez con más poder (en el Aula Regia, el consejo asesor del rey, además de altos
funcionarios y nobles, había altos cargos eclesiásticos y otro órgano de poder fueron los
Concilios, asambleas de obispos que se celebraban en Toledo, aunque presididos por el rey).
Buscó la integración entre hispano - romanos y visigodos permitiendo los matrimonios mixtos
y sentando las bases para la unidad jurídica de ambas comunidades al establecer los mismos
jueces para todos aunque con distintos códigos legislativos (el proceso se culminará con
Recesvinto en 654 con un mismo código judicial para todos los habitantes, el Liber Iudiciorum
o Fuero Juzgo).
Aunque algunos monarcas como Leovigildo consigan que sus hijos les sucedan, no arraigará
el carácter hereditario de la monarquía y desde finales del siglo VII vuelve la inestabilidad
por las luchas nobiliarias por la corona. Será en el contexto de uno de estos enfrentamientos,
entre los witizianos y los partidarios de Don Rodrigo, cuando se produzca la llegada de los
musulmanes a la península. En el 711, la batalla de Guadalete con la derrota de Don Rodrigo,
supone el fin de la monarquía visigoda.
Los hechos más destacados de este reino fueron:
• Existencia entre 476 y 507 del reino visigodo de Tolosa (la actual Toulouse, en Francia),
que desde la Galia dominaba una parte de Hispania.
• Tras la expulsión de la Galia por los francos, los visigodos centran definitivamente su
reino en Hispania, con capital en Toledo.
• La monarquía visigoda conoció un momento de debilidad durante el siglo VI. El
imperio bizantino aprovechó la oportunidad con Justiniano I para ocupar un amplio
frente de costa desde Alicante hasta la costa sur-atlántica portuguesa, incluyendo el
norte de África y las Islas Baleares.
• Gracias a la decidida acción política de Leovigildo (573 – 586) se produjo en la segunda
mitad del siglo VI un fortalecimiento de la monarquía: restableciendo el control
soberano de la península con la conquista del reino suevo (en Galicia) y casi todas las
posesiones bizantinas.
• Intento de Leovigildo de unificación religiosa del reino visigodo con base en el
arrianismo, que fracasó.

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• Sublevación de su hijo Hermenegildo en el sur, convertido al catolicismo, aunque es
derrotado.
• Restauración de la paz en tiempos de Recaredo (586 – 601), hermano de
Hermenegildo, quien logró esa unidad religiosa, pero tomando como base el
catolicismo. Este momento se considera que alcanza su cenit la cultura visigótica en
Hispania.
• Fuerte inestabilidad del reino en el siglo VII, aunque destacaron algunos reinados,
como el de Recesvinto (649 – 672) y Wamba (672 – 680).
• Crisis final del reino visigodo a comienzos del siglo VIII: las continuas guerras civiles
favorecieron y provocaron la intervención musulmana en la península. La victoria
árabe en Guadalete (711) supuso el fin del reino visigodo.

– Representa una línea del tiempo desde 250 a.C. hasta 711 d. C, situando en ella los
principales acontecimientos históricos.
En lugar de una línea de tiempo hacemos una relación cronológica de acontecimientos
históricos:
• 250 a. C. Sigue el desarrollo de estos pueblos prerromanos: iberos, celtas y celtíberos,
además de la presencia de colonias cartaginesas y la colonia griega de Ampurias
(Emporión).
• 236 a. C. – 218 a. C. Dominio del sur, centro y este de la Península ibérica por los
cartagineses (protagonizado por la familia de los Barca).
• 227 a. C. Fundación por lo cartagineses de Qart Hadasht, que luego los romanos
llamarían Cartago Nova.
• 218 a. C. Desembarco romano en Ampurias (familia de los Escipiones)
• 218 a. C. – 201 a. C. Segunda Guerra Púnica entre cartagineses y romanos, teniendo
en la Península ibérica uno de sus escenarios.
• 218 a. C. – 19 a. C. Conquista romana de Hispania:
o 218 a. C. – 197 a. C. Franja mediterránea, valle del Ebro y valle del Guadalquivir.
o 197 a. C. – 29 a. C. Meseta y oeste de la Península.
o 29 a. C. – 19 a. C. Sometimiento de los cántabros en el norte por el emperador
Augusto.
• Siglos III – V d. C. Entrada a la Península de varios pueblos germánicos.
o 409 d. C. Penetración en Hispania de pueblos germánicos (suevos, vándalos) y
un pueblo iranio (alanos).
o 456 d. C. Entrada de los visigodos, otro pueblo germánico, en este caso aliado
de Roma, para controlar la situación en nombre del Imperio.
• 476 d. C. Deposición del último emperador de Roma y caída del Imperio.
• 476 d. C. – 507. Reino visigodo de Tolosa (actual Toulouse, en Francia), dominando
una parte de Francia y otra de Hispania, donde también está el reino de los suevos,
centrado en Galicia.
• 507 – 711. Reino visigodo de Hispania, con capital en Toledo.
o 573 – 586. Reinado de Leovigildo: unidad política de España con la conquista
del reino suevo y la expulsión de los bizantinos del sur de la Península.
o 586-601. Reinado de Recaredo, que consigue la unidad religiosa de España
(catolicismo).
• 711. Invasión musulmana y fin del reino visigodo.

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