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HISTORIA DE ESPAÑA

Lo que aparece en los primeros temas subrayado como epígrafe (en color azul claro) de cada
contenido son los estándares de aprendizaje evaluables establecidos para los tres primeros bloques
de Historia de España de 2º de bachillerato.
Como es difícil resumir estos contenidos más de lo que están aquí se ha subrayado en
amarillo lo que parece imprescindible. Os aconsejo una lectura de todo y quedarse con lo
subrayado.

EL BLOQUE II EN LA PEvAU
Del bloque II es de donde más se pregunta. De Al-Ándalus y de los reinos cristianos de la
Península debéis completar todo, no solo lo subrayado. Os señalo aparte (en recuadro en
letra de color azul) algunas cuestiones que no veremos, pero que preguntan en selectividad:
ampliación del principal período de Al-Ándalus, el Califato de Córdoba; La cultura de los
reinos cristianos a través de la labor del rey Alfonso X el Sabio y la Escuela de Traductores de
Toledo; y una incursión en la economía, con el estudio de la Mesta, una asociación de
ganaderos de León y Castilla.

Tema 2. La Edad Media: Tres culturas y un mapa político en


constante cambio (711-1474).

– Explica las causas de la invasión musulmana y de su rápida ocupación de la Península.


La invasión de la Península se inscribe en el proceso de fulgurante expansión del islam (desde
la Hégira de Mahoma en el año 622, su nueva religión monoteísta tendrá una rápida
expansión. En menos de un siglo el islam se extenderá por el este hasta el río Indo y por todo
el norte de África.). El impulso de conquista procede de la yihad o guerra santa. Los
musulmanes ya habían ocupado el norte de África y en el 711, Tarik, lugarteniente de Muza,
gobernador del norte de África, cruza el Estrecho de Gibraltar con un ejército de unos 10.000
bereberes para intervenir en la guerra civil que dividía al reino visigodo enfrentando por la
corona a los partidarios de Don Rodrigo y los witizianos, partidarios de la sucesión del rey
Witiza en su hijo Agila o Aquila. Los musulmanes, requeridos por los witizianos, derrotan a
Don Rodrigo en la Batalla de Guadalete y esto supone prácticamente la desintegración del
ejército y del propio estado visigodo. A continuación, se dirigen hacia Toledo y el norte
peninsular. Muza desembarca con otro ejército de 20.000 hombres, árabes en su mayoría,
para proseguir las campañas de conquista. En poco tiempo lograrán controlar casi toda la
Península. Abdelaziz, el que será primer valí, completará la conquista.
La conquista se hace, por tanto, de una manera muy rápida. Hacía el 716 los musulmanes ya
han logrado el dominio de todo el territorio peninsular con la excepción de los Pirineos y la
zona cantábrica, donde se producirá la mítica victoria de Don Pelayo en la batalla de
Covadonga en torno al 722.
Esta rápida expansión tiene tres causas principales: la debilidad del reino visigodo, minado
por continuas guerras civiles, que la mayoría de la nobleza y de los altos cargos del Estado
visigodo prefirieron pactar con el nuevo poder y la indiferencia, cuando no ayuda, del resto
de la población hispanorromana.

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– Representa una línea del tiempo desde 711 hasta 1474, situando en una fila los principales
acontecimientos relativos a al-Ándalus y en otra los relativos a los reinos cristianos.
Antes de nada: al-Ándalus es el nombre de la España musulmana.

España musulmana (al-Ándalus):


711-756: 1031-
711: Emirato 756-929: Emirato independiente 929-1031: Califato 1086: 1086-1232: Dependencia
Conquista imperios norteafricanos
1232-1492: Reino nazarí de Granada
dependiente
de Damasco
de Córdoba de Córdoba Reinos
de Taifas

Reinos cristianos:
Siglo VIII: Siglos XIII: 4ª
722: Cova- Siglos XI a 1ª mitad XII: 2ª mitad XII a principios del XIII: 3ª Finales del XV: Reyes Católicos
donga Núcleos de Siglos VIII-X: 1ª etapa Reconquista etapa
2ª etapa Reconquista etapa Reconquista conquistan Granada
resistencia Reconquista

Esto, sobre todo la parte de los reinos cristianos, no es gran cosa, pues así no se puede dar
mucha información, pero viene más adelante.

– Describe la evolución política de al-Ándalus.


La España musulmana (al-Ándalus) vivió una sucesión de fases determinadas por los
acontecimientos políticos y militares:
- Emirato (también waliato o valiato) dependiente (711-756): Al-Ándalus estaba gobernado
por un emir (también llamado walí o valí) o delegado de los califas Omeyas, cuya sede estaba
en Damasco. La península era una provincia del imperio islámico.
- Emirato independiente (756-929): Tras la caída de los Omeyas por la revolución abasida un
miembro de la familia califal derrotada (Abderramán I o Abd al-Rahmán I) se estableció en
Córdoba proclamando la independencia del emirato de Al-Ándalus con respecto al imperio,
ahora radicado en Bagdad, aunque aceptando la superioridad religiosa de los califas Abasidas.
Fue un período de fuertes tensiones y luchas entre árabes y bereberes y hubo frecuentes
revueltas de muladíes y mozárabes.
- Califato de Córdoba (929-1031): El emir Abd al-Rahmán III decidió proclamarse califa,
asumiendo tanto el poder civil como el religioso y rompiendo definitivamente con Bagdad.
Fue el período más brillante de toda la historia del islam hispano, correspondiendo con el
momento de la pacificación interior, con un claro predominio con respecto a los reinos
cristianos del norte, y del esplendor cultural.
- Reinos de taifas (1031-1086): Tras la decadencia y disolución del Califato se inicia un período
de desintegración de al-Ándalus, quedando dividido en pequeños reinos independientes (las
taifas). Ya no hay superioridad de la España musulmana sobre la cristiana y, aunque todavía
se vive un esplendor cultural, tuvieron que pagar tributos a los cristianos (las parias) y desde
mediados de siglo sufren un retroceso territorial importante (por ejemplo, la conquista de
Toledo por Alfonso VI de Castilla en 1085), lo que lleva a la petición de ayuda a los
musulmanes norteafricanos.
- Dependencia de imperios norteafricanos — almorávides y almohades – (1086-1232): Se
produce la reunificación de al-Ándalus con la llegada de los almorávides, movimiento islámico
intransigente procedente del Magreb, que pronto pierden fuerza reproduciéndose un nuevo
período de taifas entre 1144 y 1170. Ante el empuje cristiano se asiste a una nueva invasión
desde el sur, la de los almohades. Éstos integran a al-Ándalus en su imperio, pero su dominio

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se viene abajo con la derrota de las Navas de Tolosa (1212) y la conquista del valle del
Guadalquivir por Castilla.
- Reino nazarí de Granada (1232-1492): Fue el último Estado islámico en la península, que
sobrevivió en el área de los sistemas Béticos tras la desintegración del poder almohade, en
parte gracias a las dificultades internas de Castilla en los siglos XIV y XV. Tuvo su momento de
máxima grandeza entre la segunda mitad del siglo XIV y principios del siglo siguiente. Pero
sufrió en esa centuria problemas internos y, por último, la decidida actuación de Castilla que
en 1482 inicia su conquista. Ésta culminó en 1492 con la toma de la ciudad de Granada por
los Reyes Católicos.

Dedicamos ahora un espacio mayor para el Califato de Córdoba (preparación PEvAU):


Califato de Córdoba (929-1031).
Cuando en el 912 accedió al emirato el Abd-al-Rahman III, la unidad de Al-Ándalus estaba
seriamente amenazada: a la sublevación de Omar ben-Hafsum que aglutinó a muladíes y
bereberes descontentos, se le unían problemas externos, el peligro del reino de León en el
norte, y el nuevo Estado fatimí en el norte de África que, constituido en Califato, amenazaba
con convertir a Al-Ándalus en un Estado satélite.
El nuevo emir no solo fue capaz de terminar con las revueltas internas (derrota de Omar) sino
también de conseguir que todos los reinos cristianos de la Península le rindieran vasallaje.
El acto más importante para contrarrestar el posible peligro del califato fatimí del norte de
África fue romper el lazo religioso que lo unía con Bagdad, proclamándose Abd-al-Rahman III
en 929 (año 316 de la hégira) califa y jefe de los creyentes con el sobrenombre de al-Nasir li-
din-Allah (defensor de la religión de Dios). Ello supuso la independencia respecto a toda
autoridad musulmana superior y el comienzo de una nueva etapa de gobierno en Al-Ándalus:
el Califato de Córdoba.
Este período fue el de máximo esplendor de la España musulmana gracias a tres hechos:
 La prosperidad económica, basada en gran medida en el cobro de tributos a los cristianos
peninsulares y en un importante comercio marítimo.
 El reforzamiento del papel del ejército, que se puso de manifiesto en el fortalecimiento de
las Marcas (territorios fronterizos) del norte de África y de la Península. Se trataba, sobre todo,
de expulsar a los cristianos de la línea del Duero.
 El Califato de Córdoba fue también el período de máximo esplendor cultural de toda la
historia de Al-Ándalus.
El Califato continuó después de Abd-al-Rahman III con sus sucesores: al-Hakam II (961-976) y
Hisham II o Hixem II (976-1013). En el reinado de este último se llevó al extremo el ataque a
los reinos cristianos desde 981 bajo la dictadura del general Almanzor (al-Mansur), que
convirtió al califa en una figura decorativa encerrada en su palacio de Córdoba.
Después de Almanzor, a raíz de su muerte en 1002 (aunque le sucedieron dos de sus hijos), el
Califato entró en un período de disgregación (crisis por el enorme coste del ejército y por el
resurgir de las diferencias internas) hasta su desaparición final en 1031, quedando Al-Ándalus
dividida en reinos de taifas y muy debilitada frente a los reinos cristianos del norte.

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– Resume los cambios económicos, sociales y culturales introducidos por los musulmanes
en al-Ándalus.
- Aspectos sociales: la sociedad andalusí se puede calificar de urbana y plural. La ciudad era
el centro de la vida. La población urbana en la España musulmana era muy superior a la de
buena parte de la Europa cristiana de su tiempo, especialmente en época del califato
cordobés. La pluralidad de esta sociedad la hacía muy compleja, conviviendo poblaciones de
origen diverso. Los criterios por los que se estructuraba eran tanto el origen (étnico y
religioso) como la capacidad económica. Por ello la capa más alta de la sociedad la ocupaban
tanto la nobleza de sangre, de origen árabe, (baladíes) como personas de distintos orígenes
enriquecidas por el comercio, o una nobleza de servicio que en el Califato procedía en buena
parte de antiguos esclavos. Había además una amplia capa media, de burguesía urbana; una
capa baja de plebe tanto urbana como rural formada por población autóctona convertida al
Islam (muladíes), bereberes (musulmanes procedentes del norte de África), cristianos
(mozárabes) o judíos; y, por último, los esclavos, que solían ser eslavos o procedentes de la
España cristiana.
- Aspectos económicos: La importancia de la vida urbana determinó una economía próspera
y variada, con la ciudad como foco artesanal y comercial. Eso no significa que la economía
agraria careciese de importancia. Al contrario, la base era la agricultura, un sector marcado
por las mejoras técnicas, especialmente el regadío. Fue también importante el sector
secundario, con una pequeña producción artesanal en cada ciudad y manufacturas para la
exportación (seda, cueros, armas, orfebrería). El comercio, cuya base era un sólido sistema
monetario, fue pujante tanto en el ámbito local (zoco) como en sus relaciones con el exterior
(comercio con el Mediterráneo, Próximo Oriente, África y la Europa cristiana).
- Aspectos culturales: La cultura islámica es la síntesis de otras culturas. Los árabes, en su
expansión a oriente y a occidente, recogieron elementos de los pueblos que conquistaron o
con los que tuvieron relación, usando como aglutinantes básicos la religión y el idioma. Con
todo ello supieron crear una cultura muy personal que extendieron por todo su imperio
(desde España hasta el Indo). A través de Sicilia y de al-Ándalus, esta cultura se introdujo
también en la Europa cristiana. En este sentido, la España musulmana fue un auténtico
puente de enlace entre la civilización islámica y la europea, viéndose esta última enriquecida
con aportaciones tanto de origen oriental (de China, India, Persia o Bizancio) como,
paradójicamente, de origen clásico (Antigüedad grecolatina). No olvidemos que la irrupción
de los pueblos germánicos en Europa occidental había contribuido a la pérdida de una parte
importante del saber clásico, sólo paliada por el papel de la Iglesia. De ahí el valor del papel
transmisor de la cultura andalusí.
al-Ándalus desarrolló una cultura muy brillante, conociendo desde la época del Califato (siglo
X) un inigualado auge en las ciencias, el derecho, la arquitectura, la música, la literatura, la
filosofía, etc. La cultura andalusí tuvo un alto grado de originalidad, conjugando la tradición
clásica grecolatina con las aportaciones orientales. Fueron numerosos los andalusíes que se
desplazaron a Oriente y los orientales que vinieron a la península Ibérica. Sabios, literatos,
poetas y juristas hallaron buena acogida en la corte califal de Córdoba. Después del Califato,
pese a la decadencia, se mantuvo su pujanza cultural. Así, por ejemplo, en el siglo XII,
destacaron en el campo del pensamiento el médico y filósofo cordobés Averroes, que
transmitió la filosofía de Aristóteles, y el también médico y pensador judío Maimónides.
La construcción de grandes obras como la mezquita de Córdoba (siglos VIII a X) o la Alhambra
de Granada (siglos XIV y XV) son un buen ejemplo del nivel cultural alcanzado por al-Ándalus.

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La España cristiana recibió la influencia cultural hispanomusulmana por el estrecho contacto
entre ambos mundos. No es extraño que el monasterio de Ripoll se especializara entre los
siglos X y XI en el estudio y traducción de obras musulmanas de Matemáticas y Astronomía,
o que en los siglos XI y XII funcionara la Escuela de Traductores de Toledo, formada por
musulmanes, judíos y cristianos, donde se tradujo al latín muchas de las obras que habían
escrito o traducido los musulmanes y judíos de al-Ándalus y otras zonas del Islam (casi toda
la obra de Aristóteles, tratados científicos de Euclides, Arquímedes, Tolomeo, Hipócrates y
Galeno, obras de Averroes y Avicena, etc.)
Gracias a esta transmisión cultural los europeos conocieron elementos de origen oriental tan
importantes para el desarrollo de nuestra civilización como la pólvora, el papel, la numeración
arábiga (en realidad de origen indio), la brújula, el molino de viento o el cultivo del algodón y
el arroz.

– Describe las grandes etapas y las causas generales que conducen al mapa político de la
península Ibérica al final de la Edad Media.
Vemos ahora la evolución de La España cristiana entre 711 y 1492:
1. NÚCLEOS CRISTIANOS DE RESISTENCIA
Tras la rápida conquista musulmana de la mayor parte de la península, en las montañas del
norte se comenzaron a organizar núcleos de resistencia cristianos. Hasta el siglo X, estos
núcleos simplemente resisten u ocupan zonas despobladas como el norte de la cuenca del
Duero. La hegemonía en ese período está en manos de al-Ándalus.
El núcleo asturiano.
En el 722, un noble visigodo, Pelayo, y los indígenas astures derrotan en Covadonga a un
ejército expedicionario musulmán. A partir de ese momento comienza a organizarse el reino
de Asturias. Reyes importantes fueron: Alfonso I (739-757) que asume la herencia visigoda;
Alfonso II (791-842) que establece la capital en Oviedo; Alfonso III (866-910) que lleva la
frontera hasta la línea del río Duero.
El núcleo navarro.
La zona pirenaica occidental se hallaba entre el estado franco y al-Ándalus. Tras diversos
acontecimientos (Batalla de Roncesvalles contra los francos en el 778) se impuso en el que se
denominó reino de Pamplona la dinastía Íñiga.
El núcleo navarro llegó a su apogeo con Sancho III el Mayor. Rey de Navarra entre los años
1000-1035, extendió su poder a Aragón y Castilla. Fue el monarca más poderoso de los reinos
cristianos de la Península Ibérica en el s. XI.
El núcleo aragonés.
Zonas de débil poblamiento en el Pirineo central. Bajo la influencia primero de los carolingios,
después de los navarros. Escasos avances en la reconquista ante el potente núcleo musulmán
en torno al valle del Ebro.
El núcleo catalán.
En la zona del norte de la actual Cataluña, el reino franco carolingio estableció la Marca
Hispánica. Organizado en condados, pronto el Condado de Barcelona predominó sobre los
demás. Wifredo el Velloso reconquistó algunos territorios e inició un proceso de
independencia respecto al debilitado reino franco. Ya en el siglo X, los sucesores de Wifredo

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el Velloso dejaron de prestar el homenaje feudal debido al monarca francés. El condado de
Barcelona pasó a ser un ente político independiente.

2. LA RECONQUISTA Y SUS PRINCIPALES ETAPAS


Se ha denominado Reconquista al período de la historia de la Península Ibérica comprendido
entre los años 718 (fecha probable de la rebelión de Pelayo) y 1492 (final del reino de
Granada). Durante este largo período, reinos cristianos y musulmanes coexistieron y lucharon
en el territorio peninsular.
El término es muy discutible. Pese a los esfuerzos de algunos de los reinos cristianos por
presentarse como "sucesores" de los visigodos, los reinos que "reconquistaron" la península
nacieron con posterioridad a la invasión islámica. No obstante, la expresión se utiliza
ampliamente entre los historiadores, tanto en España como en el extranjero, para designar
este período histórico.
Podemos distinguir diversas fases:
Primera etapa (siglos VIII-X)
Desde las primeras escaramuzas de importancia, como la victoria cristiana en Covadonga
(722) se abre un largo período en el que los núcleos cristianos del norte consolidan su
territorio y avanzan tímidamente hacia el sur. El reino asturiano alcanzó la línea del Duero en
el año 910. Esto llevó a que Ordoño II (914-924) trasladara a León el centro político del reino.
A partir de entonces se comienza a hablar de reino astur-leonés, y después de reino de León.
Segunda etapa (siglos XI y primera mitad del XII)
Aprovechando la debilidad musulmana tras el fin del Califato y la disgregación de los Reinos
de Taifas, León y Castilla rebasan la Cordillera Central y ocupan la cuenca del Tajo. Toledo se
reconquista en 1085. La ocupación del reino de Toledo significó la incorporación a su reino
del territorio situado entre el Sistema Central y el río Tajo.
Tras el freno impuesto a la reconquista por la invasión almohade, el avance hacia el sur se
reactivó en los reinos orientales cuando Alfonso I de Aragón reconquistó Zaragoza en 1118 y
Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, conquistó Tortosa (1148) y Lérida (1149). Mientras
Portugal conquistaba Lisboa en el 1147.
Tercera etapa (fines del siglo XII y principios del XIII)
Tras la interrupción del avance con la llegada de los almohades, poco a poco Castilla-León
consiguió dominar el valle del Guadiana y los pasos de Sierra Morena. Ese proceso culminó
con la batalla de Las Navas de Tolosa (1212), que abrió definitivamente el avance cristiano
hacia el valle del Guadalquivir y Valencia.
Cuarta etapa (siglo XIII)
Rápida ocupación del valle del Guadalquivir (Córdoba, Jaén, Sevilla) por Fernando III el Santo
(1217-1252) y de Valencia y las Baleares por Jaime I el Conquistador (1276).
Quedará el reducto musulmán del reino de Granada hasta 1492 en que fue conquistado por
los Reyes Católicos.

Al avanzar la reconquista Castilla se independizó de León (siglo X, con el conde Fernán


González), Portugal de Galicia y Aragón se expandió hacia el sur. Posteriormente Castilla
absorbería a Asturias, a León, a Galicia y parte del Reino de Navarra. Aragón absorbió al
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condado de Barcelona y al Reino de Valencia (a principios del siglo XII, Petronila de Aragón
contrajo matrimonio con Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, y el hijo de ambos Alfonso
II fue el primer monarca en heredar los títulos de rey de Aragón y conde de Barcelona). A
partir de ese momento la unión de estos dos territorios se conoció como la Corona de Aragón.
Portugal se constituyó como reino independiente en el siglo XII.
Al final de la Edad Media, la península estaba repartida en cuatro reinos cristianos: Castilla,
Aragón, Navarra y Portugal y el reino musulmán de Granada.

El mapa político de la Península ibérica del final de la Edad Media estuvo causado por la
evolución territorial de la Reconquista. Esta también influyó en la concepción patrimonial de
las monarquías reinantes, que, por derecho de conquista, iban incrementando su patrimonio
personal, que se confundía con el del propio Estado.

– Explica el origen de las Cortes en los reinos cristianos y sus principales funciones.
A partir del siglo XII, el auge de las ciudades y el poder económico de la burguesía habían
aumentado notablemente. Todo ello impulsó a los monarcas a dar entrada a representantes
de los municipios en la curia regia o consejo real, un órgano consultivo formado por nobles y
clérigos. Esto dio lugar al nacimiento de las Cortes, que estaban formadas por tres brazos:
nobleza, clero y burguesía. Las primeras Cortes que se crearon en la Península fueron las del
Reino de León en el año 1188 convocadas por Alfonso IX para ganar apoyo popular y
afianzarse en el trono. La iniciativa se extendió y más adelante se constituyeron las del Reino
de Castilla, en 1217.
Las Cortes se reúnen cuando el rey lo considera oportuno y, generalmente, cuando los
monarcas necesitan obtener financiación extraordinaria para sus empresas la solicitan a las
Cortes. Pero los representantes, antes de otorgar el dinero, aprovechan para presentar sus
protestas y peticiones. Habrá, sin embargo, importantes diferencias en cuanto al
protagonismo e importancia de las Cortes en la Corona de Aragón y en la de Castilla.
Las Cortes castellanas mantuvieron siempre un carácter meramente consultivo y su función
primordial era aprobar los subsidios y demás designios que el rey les presentase. El rey
procurará ejercer su poder sin tener demasiado en cuenta la opinión de las Cortes que irán
paulatinamente perdiendo importancia; además, la nobleza y el clero dejarán de asistir a ellas
por falta de interés y poseer otros mecanismos de influencia política -Consejo, oficios
palatinos, etc.-. Esto se denomina modelo autoritario de monarquía.
Por contra, el protagonismo de las Cortes en Aragón será mucho mayor. En la Corona de
Aragón cada reino (Aragón, Cataluña, Mallorca y Valencia) tenía sus propias leyes,
instituciones y Cortes, que, a diferencia de Castilla, gozaban de una cierta función legislativa
y votaban los impuestos. En 1283 las Cortes Aragonesas y Catalanas logran imponer a Pedro
III el Grande el juramento del Privilegio General y de los Fueros en sus reinos, es decir, los
privilegios de la nobleza y el clero. La corona se comprometía a convocar las Cortes con
frecuencia para todo tipo de consultas, especialmente las de tipo económico. En Aragón
existe la figura del Justicia, que se encarga de defender los privilegios estamentales frente al
rey. Se configura así un modelo político en el que los reyes tienen la necesidad de llegar a
acuerdos con los privilegiados de forma permanente. Este modelo político se ha denominado
pactismo.

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En el Reino de Navarra, las Cortes se reunieron por primera vez en 1253, y el monarca tenía
que respetar los fueros, derechos, tradiciones y costumbres del reino antes de ser coronado.
Los fueros constituían una limitación del poder real ya que el rey debía consultar ciertas
decisiones al Consejo Real, y más adelante a las Cortes.
No debemos entender las Cortes medievales como un organismo de representación
democrática sino más bien como un reflejo de la sociedad estamental y como un instrumento
de los privilegiados para mantener sus privilegios (especialmente por parte de la nobleza).

Dedicamos ahora un espacio para la economía cristiana medieval, de la que se pregunta por
la mesta en la selectividad (preparación PEvAU):
La economía de la España cristiana medieval. La Mesta.
(Subrayado lo relacionado con la Mesta).
A diferencia de al-Ándalus, en los reinos cristianos, en los siglos VIII al X predominó una
economía de base agraria y de carácter prácticamente autárquico. Sus cultivos principales
fueron los cereales (trigo y centeno), la vid y hortalizas, pero sobre todo una cabaña ganadera
compuesta de ganado vacuno, lanar y de cerda.
Desde el siglo XI la agricultura siguió siendo la fuente básica de producción y riqueza. Los
cultivos principales eran los cereales, la vid y el olivo. Las grandes innovaciones de la
agricultura europea de la época (arados de ruedas y vertedera, rotación trienal...) penetraron
tardíamente en la Península, pues hasta el siglo XIII fue frecuente el uso de arados romanos,
el sistema bienal y la utilización de bueyes como fuerza de tiro. La reconquista permitió
incorporar las fértiles tierras del Guadalquivir y Valencia, con sus técnicas de regadío y nuevos
productos.
Durante estos siglos alcanzó un notable desarrollo la ganadería, estimulado por su más fácil
defensa en caso de ataque, la poca exigencia de mano de obra y la existencia de abundantes
pastos. La aclimatación de la oveja merina, de excelente lana, fue un factor importante en la
expansión de la ganadería ovina. Su explotación se hacía por medio de la trashumancia, en la
que los rebaños hacían largos recorridos entre los pastos de montaña, en el verano, y los de
los valles o la Meseta sur, en el invierno. Los ganaderos se organizaron pronto en asociaciones
o mestas de carácter local, para en 1273 unirse todos en el Honrado Concejo de la Mesta,
institución creada por Alfonso X en León y Castilla, y mediatizada por los grandes propietarios
nobles y eclesiásticos.
Representaba la Mesta a propietarios de inmensos rebaños de ovejas trashumantes. Los
privilegios de que disponía para el uso de terrenos de pastos y todo tipo de exenciones fiscales
le dieron un gran poder e influencia. Los rebaños de la Mesta utilizaban una red de “cañadas
reales” que atravesaban el Sistema Central en su camino hacia los pastos de verano del norte
desde las dehesas extremeñas y manchegas.
La Mesta creó un sistema de explotación extensiva de la tierra, dio a la aristocracia castellana
el monopolio de la lana en Europa occidental y posibilitó una red comercial a gran escala que
unía Castilla con Flandes. Este comercio condicionó las relaciones internacionales de Castilla
en la Edad Media.
La necesidad de productos manufacturados y el desarrollo de los intercambios fue el factor
más importante en el desarrollo urbano y el nacimiento de una leve actividad artesanal. El
renacimiento urbano, de viejos y nuevos núcleos, conoció un crecimiento espectacular en los

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siglos XII y XIII. Entre estos burgos o ciudades destacan sobre todo las que nacen a lo largo del
Camino de Santiago (Logroño, Burgos, Sahagún, Villafranca...). Al mismo tiempo, la
reconquista incorporó al mundo cristiano importantes ciudades como Toledo, Zaragoza,
Mallorca, Córdoba, Sevilla, Valencia...).
Entre las escasas actividades artesanales destacan, ya en el siglo XIII, la fabricación de tejidos
en Cataluña y la construcción de barcos en Castilla (atarazanas de Sevilla). El comercio de vio
favorecido por la mayor circulación de monedas, el arreglo y construcción de puentes y sobre
todo por la concesión de ferias por los poderes públicos (las primeras lo fueron en el siglo XII,
en Belorado, Valladolid y Sahagún).

– Compara la organización política de la Corona de Castilla, la Corona de Aragón y el Reino


de Navarra al final de la Edad Media.
Hasta el siglo XIII el monarca en la Corona de Castilla había sido un jefe guerrero más que
tenía como objetivo la guerra y vivir de lo suyo (el realengo). No tenía una residencia fija, la
corte era ambulante. Fuera de la jurisdicción real estaban los señoríos laicos o eclesiásticos,
solariegos y abadengos, donde los señores ejercían las funciones del rey.
A partir del siglo XIII, el principal rasgo político es el fortalecimiento de la Monarquía desde el
reinado de Alfonso X. Esto se debe a:
- Extensión en Europa de la teoría del origen divino del poder (unción de los reyes en las
ceremonias de coronación por la Iglesia).
- La reintroducción del derecho romano que daba al soberano la potestad legislativa y toda la
autoridad.
Las Partidas de Alfonso X rechazadas por la nobleza, pero reafirmadas en el Ordenamiento de
Alcalá (1348) asientan estos principios.
La Corona de Aragón no era un estado único, sino una unión de reinos: Aragón, Valencia,
Mallorca y el Principado de Cataluña con distintas instituciones y leyes. Los reyes tenían que
someterse a cada particularidad: eran más débiles políticamente que los de Castilla.
Además, la política exterior de la monarquía, con su expansión por el Mediterráneo obligaron
a la Corona a pedir ayuda a los estamentos privilegiados de sus reinos. Estos aprovecharon la
situación: en 1283 las Cortes aragonesas y luego las Catalanas, impusieron a Pedro III el
Grande el juramento del Privilegio General y de los Fueros de sus respectivos reinos, es decir,
los privilegios de los nobles y eclesiásticos, entre ellos los malos usos y libertad y autonomía
en sus señoríos. También, la Corona se comprometía a convocar Cortes con frecuencia, a
consultarles un amplio repertorio de cuestiones, si quería tener subsidios, y en Aragón
aceptar la jurisdicción del Justicia Mayor, un cargo asignado a un noble que en la práctica se
encargaba de defender los privilegios estamentales frente al rey.
Se va configurando así en la Corona de Aragón un modelo político que se ha denominado
pactismo, por la necesidad de los reyes de llegar a acuerdos con los privilegiados de forma
permanente.
Del siglo IX a 1515 el reino de Navarra fue un estado independiente. Se rigió históricamente
por los Fueros, leyes apoyadas en las costumbres primitivas de la tierra, y enriquecidas por
posibles influencias de los derechos romano y visigodo, forjadas durante la Edad Media.

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En Navarra, la distribución del poder entre los gobernantes (Rey, Tribunales, Cortes) y la
existencia de instituciones de control (Cortes, Diputación del Reino) constituyeron las bases
teóricas de la estructuración política del Reino.
– Comenta el ámbito territorial y características de cada sistema de repoblación, así como
sus causas y consecuencias.
La conquista militar del territorio no es suficiente para garantizar su dominio. Entendemos
por repoblación la instalación de nuevos pobladores cristianos para conseguir el dominio
definitivo del territorio reconquistado al encargarse de su defensa, el cultivo de las tierras y
la integración de la población musulmana conquistada, los denominados mudéjares. La
repoblación se llevará a cabo siguiendo distintos modelos a lo largo del proceso de
reconquista.
Hasta el siglo XI, el reino astur-leonés lleva a cabo la repoblación del Duero, ocupando el
espacio vacío. Esta repoblación se realiza de distintas maneras: en la parte más occidental, las
tierras se entregan a los nobles que acogen a campesinos dependientes, implantándose un
sistema social en claro proceso de feudalización. Por contra, en la parte oriental más alejada,
en Castilla, la repoblación será por el sistema de presura mediante el cual hombres libres
toman las tierras, las cultivan y las defienden y con ello acceden a su propiedad. No obstante,
tampoco conviene exagerar las diferencias ya que desde la segunda mitad del siglo X también
en amplias zonas de Castilla se había producido el proceso de feudalización y de sometimiento
a la servidumbre de las comunidades campesinas.
En el Pirineo central y oriental la repoblación se hace de manera similar a la presura, conocida
aquí como aprisio, aunque también la nobleza recibe castillos y tierras a cambio de la defensa
de la frontera, y también aquí presionarán a los campesinos obligándoles a encomendarse a
ellos y entregarles la propiedad de las tierras. Otra forma de repoblación muy importante es
la repoblación monacal que se hizo en base a la constitución de monasterios (como los de
Ripoll, San Pedro de Siresa, San Juan de la Peña, etc.) bajo cuya jurisdicción y patrocinio se
lleva a cabo esta repoblación. A comienzos del siglo XI, el proceso de colonización de estas
tierras está ya prácticamente concluido y muy avanzada la sujeción a la servidumbre del
campesinado.
A partir del siglo XI la repoblación debemos contemplarla enmarcada en el proceso de
expansión demográfica de la Europa Occidental que se produjo entre los siglos XI y XIII.
La Corona de Castilla, en su ocupación del valle del Tajo, cambia el modelo de repoblación: ya
no será por presura ni se entregará a los nobles; se hará bajo la supervisión del rey y
apoyándose fundamentalmente en la ciudades y sus alfoces (pequeñas aldeas que
dependen de las autoridades municipales). Es la repoblación concejil. A estas ciudades se les
conceden privilegios o fueros para atraer a la población. En Aragón, la repoblación del valle
del Ebro presentará una particularidad derivada de la elevada cantidad de población
musulmana en el mismo. Se necesita población cristiana pero se respeta a los mudéjares
porque no se quiere provocar un vaciamiento demográfico. La repoblación se hará con el
sistema de repartimiento (reparto de territorios ya poblados por parte del rey entre los
conquistadores) y también con la concesión de fueros para atraer pobladores francos,
navarros y catalanes a las ciudades.
Desde mediados del XII, aparecen nuevas fuerzas que se suman a la reconquista. Por una
parte, las milicias concejiles (tropas reclutadas por los concejos urbanos) y por otra, las
Órdenes Militares (hermandades de caballeros dedicados a la vida militar y religiosa, que

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actúan por cuenta propia o bajo las órdenes del rey). En Castilla destacan las de Calatrava,
Santiago y Alcántara, en Aragón las del Temple, Hospital, Montesa y Santo Sepulcro. A estas
Órdenes Militares entregarán los monarcas repartimientos o encomiendas, creando grandes
latifundios dedicados a la ganadería con sus fortificaciones para la defensa del territorio.
La repoblación del sigo XIII se hace mediante repartimientos: el rey concede a sus
colaboradores territorios más o menos amplios con jurisdicción (Donadíos extensos para la
alta nobleza y Heredamientos, de menores dimensiones), reservándose otros y las ciudades
para la repoblación real. Generalmente se mantiene la población musulmana, aunque
muchos huyen a Granada, dejando importantes territorios deshabitados. Se tratará de atraer
población con cartas pueblas concedidas a las localidades, mediante las cuales se entregan
tierras a los pobladores y organización concejil que regula las relaciones entre los propios
ciudadanos y entre estos y la corona. Se les conceden privilegios y exenciones de impuestos.
La frontera con el reino nazarí se entrega a las órdenes militares para su defensa. Órdenes
como las de Calatrava, Santiago o Alcántara recibirán extensos territorios y se constituirán
extensos latifundios.

– Explica el origen y características del régimen señorial y la sociedad estamental en el


ámbito cristiano.
La organización de la sociedad será similar en todos los reinos cristianos y de idénticas
características a las del resto de sociedades medievales europeas, no en vano las
circunstancias que las generan son muy similares desde la crisis del bajo Imperio Romano y
las invasiones de los pueblos germánicos: crisis del Estado, decadencia comercial y urbana,
tendencia a la ruralización y a la autarquía económica. Asistimos a un proceso de
feudalización de la sociedad.
La sociedad se divide en estamentos. Un estamento es un grupo social cerrado al que se
pertenece generalmente por nacimiento. Hay tres estamentos diferenciados por la posesión
o no de privilegios: nobleza (los que luchan), clero (los que oran) y estado llano (los que
trabajan). La nobleza y el clero son los grupos privilegiados exentos del pago de impuestos y
con un régimen jurídico propio.
En un mundo básicamente rural y autosuficiente, con muy escasos intercambios comerciales
y con un poder estatal muy debilitado, las vinculaciones personales constituyen el eje
vertebrador de la sociedad y se establecen a un doble nivel con el vasallaje y la servidumbre.
Según el modelo feudo-vasallático, el señor (el rey o un noble) concede a su vasallo (otro
noble de menor rango) un feudo (tierras, rentas o cargos públicos). A cambio, el vasallo, en
la ceremonia del homenaje, jura fidelidad y se compromete a prestarle ayuda, principalmente
militar. Esto es lo que se conoce como vasallaje, y se trata, por lo tanto, de un pacto entre
hombres libres, generalmente nobles. Con el tiempo, el feudo pasó a denominarse señorío.
Podemos distinguir dos clases de señorío, el solariego o territorial, cuando el señor tiene la
propiedad de las tierras, y el jurisdiccional, cuando el señor únicamente ejerce la justicia,
cobraba impuestos, etc. De esta manera, por apropiación o por concesión real, los nobles,
laicos o eclesiásticos, ejercen su dominio sobre unos territorios con plena autoridad,
percibiendo rentas y prestaciones de la población de los mismos. Frente a los señoríos están
las tierras de realengo, cuyos habitantes dependen directamente del rey.
En este régimen señorial se establecen unas relaciones personales de vinculación entre los
señores y la mayoría de los campesinos con la servidumbre. El feudo es trabajado por siervos

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de la gleba (campesinos jurídicamente libres pero vinculados a la tierra y a su señor) y colonos
(hombres libres que trabajan las tierras del señor con el que le unen toda una serie de
obligaciones pero que pueden abandonar la tierra). También habrá campesinos libres que
poseen sus propias tierras o alodios aunque se asiste a un proceso por el que algunos de ellos,
para buscar la protección de un señor, las entregan quedando como usufructuarios de las
mismas a cambio del pago de una renta. Es la encomienda. En algunos lugares de Castilla
existen las conocidas como behetrías, poblaciones que tenían derecho a elegir a su señor y
pactar las condiciones de su encomienda.
La nobleza basa su preeminencia social en la posesión de la mayor parte de las tierras y en el
poder concedido por los reyes al entregarles funciones de gobierno (poder judicial, defensa
del territorio, cobro de impuestos, etc.). La nobleza no constituye un grupo homogéneo.
Dentro de ella podemos encontrar desde la alta aristocracia a la baja nobleza (hidalgos,
infanzones o caballeros). A partir del siglo XIV se establece la institución del mayorazgo, que
permitirá consolidar su posición económica y social.
Dentro del otro estamento privilegiado, el clero, también habrá grandes diferencias: el alto
clero procede de la nobleza, mientras que el bajo clero procede mayoritariamente del
campesinado. En el estado llano también existen importantes diferencias. Los campesinos
constituyen la mayoría de la población (80-90%) pero nos encontramos desde campesinos
libres pequeños propietarios de tierra (sobre todo en el norte peninsular) a siervos y colonos
(especialmente en el sur, donde la existencia de grandes señoríos nobiliarios o eclesiásticos,
hace que la mayoría de los campesinos no sean propietarios de las tierras). A partir de la
expansión comercial del siglo XIII comenzará el resurgimiento de las ciudades, y en ellas la
aparición de una burguesía urbana, primeramente en la Corona de Aragón y posteriormente
en la de Castilla. Esta burguesía consiguió una cierta autonomía en el gobierno de las ciudades
con los concejos y con su participación en las Cortes.

Terminamos el tema con un aspecto de la cultura cristiana medieval: Alfonso X el Sabio y la


Escuela de traductores de Toledo (preparación PEvAU):
ALFONSO X EL SABIO Y LA ESCUELA DE TRADUCTORES DE TOLEDO.
Las tres culturas
La convivencia en tierras hispánicas durante la Edad Media de cristianos, musulmanes y
judíos supuso un inevitable trasvase de elementos culturales entre los tres grupos. Por eso
se ha hablado c on frecuencia de que España fue un "eslabón entre la cristiandad y el islam
" o, mejor aún, un crisol de las tres culturas citadas.
Ya en los primeros siglos de la Edad Media, los mozárabes que emigraron a las tierras
cristianas del norte aportaron, debido a su arabización, ideas y técnicas propias del mundo
islámico. Los préstamos de unas a otras culturas continuaron durante toda la Edad Media,
afectando lo mismo a las técnicas productivas o a las instituciones políticas que al mundo
de las ideas o incluso a la vida cotidiana. ¿No se ha visto la aportación de los no cristianos
en aspectos del cristianismo tales como el misticismo, la guerra santa, las peregrinaciones
o el rezo del rosario?

Escuela de Traductores de Toledo

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La comunicación entre la cultura cristiana, la musulmana y la judía floreció notablemente
con el desarrollo de la Escuela de traductores de Toledo, la más fam osa d e la s q ue se
crearo n, fundada a comienzos del siglo XII. Allí se dio a conocer a la cristiandad buena parte
del pensamiento griego y oriental, que había sido recogido por los árabes; por ejemplo, la
obra de Aristóteles. En dicha escuela, según la opinión de la época del eclesiástico inglés
Daniel de Morley, podían escucharse "las lecciones de los más sabios filósofos del mundo".
En la segunda mitad del siglo XIII, bajo el amparo del rey de Castilla Alfonso X el Sabio, se
produjo un fecundo intercambio entre intelectuales de las tres religiones. Famosas fueron,
entre otras obras, las Tablas astronómicas alfonsíes, elaboradas por dos sabios hebreos que
se encontraban al servicio del monarca castellano. Durante su reinado, la Escuela de
Traductores de Toledo alcanzó su esplendor, y esta ciudad se convirtió en capital cultural de
Europa.

Alfonso X, además, dejó una abundante obra escrita literaria, como las Cantigas de Santa
María, histórica, como la Crónica General o General Estoria, científica, como Libros del saber
de astronomía o Lapidario, y jurídica, con la promulgación del Fuero Real, las Leyes del Estilo
y las Siete Partidas; este último, un código de larga influencia en el ordenamiento castellano
y español, que supone la recepción del derecho romano en Castilla, incorporándose a la
corriente europea del "derecho común".
Este rey ilustrado fue el gran promotor de la prosa medieval castellana y, con su extraordinaria
obra cultural y científica, se crearon los cimientos de la lengua castellana y un vínculo entre la
Europa medieval y la cultura árabe.

Otras manifestaciones culturales de la España cristiana fueron la aparición de los primeros


textos escritos en lengua romance, a principios del siglo XI, y la creación de las escuelas
catedralicias, un antecedente de las Universidades o Estudios Generales. También el
desarrollo de los estilos artísticos medievales como el románico, el gótico y el mudéjar.

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