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Tema 8: El Sexenio Revolucionario (1868-1874): intentos democratizadores.

De la revolución al ensayo republicano.

1. Revolución de 1868, La Gloriosa.

E ntre el 17 y el 19 de septiembre de 1868 se produce el pronunciamiento del almirante


Topete, jefe de la Armada, en la bahía de Cádiz, respaldado por los generales Prim,
cabeza del progresismo, y Serrano, dirigente de la Unión Liberal. Fue el comienzo de la
llamada Revolución de 1868, “La Gloriosa”, que supuso el fin del reinado de Isabel II. Tras un
llamamiento a la población civil por toda España se suceden los levantamientos populares y
la creación de juntas revolucionarias. Cuando las tropas fieles a la reina fueron derrotadas en
Alcolea, el gobierno no vio más salida que dimitir. A finales de mes Isabel II, sin apoyos, huye
de España y a principios de octubre se constituye un gobierno provisional. La revolución había
triunfado sin apenas derramamiento de sangre.
La revolución de septiembre significó la afirmación de un nuevo sentido del liberalismo,
contrapuesto al rígido moderantismo, el fin del régimen “de los generales” de las décadas
anteriores y el triunfo de la sociedad civil. Con ella se abre un período de seis años
caracterizado por el intento fallido de llegar a consolidar la revolución mediante la práctica
política democrática. Es el Sexenio Democrático.

2 Sexenio Revolucionario o Democrático (1868-1874): intentos democratizadores.


2.1 GOBIERNO PROVISIONAL (1868-1871).
El nuevo gobierno estuvo formado por unionistas y progresistas, pero recogieron la práctica
totalidad de las propuestas políticas democráticas mantenidas por las juntas revolucionarias,
ahora ya disueltas.
Dos problemas se le manifiestan al ejecutivo desde el principio:
• El enfrentamiento con la Iglesia Católica, debido a las medidas adoptadas por el
gobierno: disolución y expulsión de la Compañía de Jesús y confiscación de sus bienes,
extinción de conventos y casas de religiosos, y derogación del fuero eclesiástico.
• Sublevación de grupos independentistas cubanos. Cuba será un foco de tensión
permanente durante todo el Sexenio Revolucionario, llegando la guerra hasta el año
1878.
En enero de 1869 tuvieron lugar las elecciones a Cortes Constituyentes, en las que, por vez
primera, se realiza por sistema universal directo masculino. Los resultados confirman a la
mayoría progubernamental (progresistas, unionistas y demócratas). Se inicia así la elaboración
de un texto constitucional.
La Constitución de 1869 es monárquica y democrática (El rey reina pero no gobierna). La
soberanía es nacional. Los derechos fundamentales se consagran de forma extensa en el Título
I (inviolabilidad del domicilio, sufragio activo, libertad de expresión, derecho de reunión,
asociación y libertad religiosa, etc.). Se establece una rígida separación de poderes. El
Parlamento es bicameral (Senado y Congreso). El sufragio es universal e indirecto para el
Senado (por votación de compromisarios en los municipios) y para el Congreso se remite a
una ley electoral (que lo establecerá universal y directo).

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Era una de las constituciones más avanzadas de Europa en ese momento. En general, se
observan en el texto de 1869 muchas garantías democráticas, como la renovación cada tres
años de las cámaras, la representación de toda la nación por parte de diputados y senadores,
la reunión anual de las Cortes o la forma de votación dentro de la cámara. Una excepción en
los principios del liberalismo democrático era la estructura bicameral que se consagra en el
título III de la Constitución de 1869. Es un principio de tradición moderada, asumido también
por el liberalismo progresista del reinado de Isabel II. El ideal democrático concebía un
parlamento unicameral, excluyendo al Senado. No aparece esto en el texto constitucional,
quizá por la diversidad de orígenes políticos de los que lo elaboraron. En cualquier caso un
Senado sin designación real, sin limitaciones sociales en su acceso y con un sufragio universal
masculino nada tenía que ver con el del moderantismo.
Se nombra a Serrano como regente y a Prim como jefe del Gobierno. La tarea principal que se
imponía una vez aprobada la nueva constitución, era la búsqueda de un candidato al trono.
Finalmente se propuso a Amadeo de Saboya, duque de Aosta, hijo del rey de la Italia recién
unificada Víctor Manuel II. Su nombramiento no gozó de unanimidad (191 votos contra 121),
lo que marcaría su breve reinado.
De la etapa del gobierno provisional destaca su política económica: para proteger los
intereses de la burguesía nacional se toman medidas que reorientan la política económica: se
sustituye el tradicional proteccionismo por el librecambismo. Se suprimió el impuesto de
consumos (1868) que gravaba el consumo de determinados artículos (sal, bebidas alcohólicas,
algunos alimentos y combustibles) en beneficio de las arcas municipales; la alternativa de
hacer pagar a todos según sus propiedades y rentas encontró la oposición de los propietarios,
lo que obligó más tarde a restituirlo. Se estableció la peseta como unidad monetaria (1868).
La liberalización del comercio se consagra con la Ley de Bases Arancelarias (1869) a la que se
opusieron los industriales catalanes y los cerealistas castellanos. Para afrontar el grave
problema de la deuda pública y recaudar fondos se aprobó la Ley de Minas (1871), que supuso
la venta de los yacimientos mineros, sobre todo a compañías extranjeras.

2.2 MONARQUÍA DEMOCRÁTICA DE AMADEO I DE SABOYA (enero de 1871-febrero de 1873).


Cuando Amadeo de Saboya llega a España en diciembre de 1870 Prim, su principal valedor,
acababa de ser asesinado. Por ello, desde el principio estuvo desamparado para cumplir las
perspectivas de gobierno derivadas de la Constitución de 1869.
La oposición al rey era generalizada:
• La Iglesia, que veía a los Saboya como los usurpadores de los Estados Pontificios
en el proceso de unificación italiana recién acabado.
• Los carlistas, que luchaban de nuevo a favor de su pretendiente, ahora Carlos VII
(en mayo de 1872 comienza la tercera guerra carlista).
• La oligarquía terrateniente y los grandes empresarios, que lo identifican con el
socialismo, pues para ellos democracia es igual a socialismo. Además, la nobleza y la
alta burguesía empezaban a simpatizar con Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II.
• Los republicanos, que no veían con buenos ojos ninguna solución monárquica.
• Los monárquicos, la mayoría procedentes del Partido Moderado, simpatizantes
del nuevo partido alfonsino de Cánovas del Castillo, que pretendía la vuelta de los
Borbones a España, pero no con Isabel II sino con su hijo Alfonso. Cánovas poco a poco
iría captando a muchos disidentes de la Unión Liberal y antiguos progresistas.

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• El movimiento obrero, agitado por las levas para la guerra y las subidas de
impuestos.
• Incluso en el Partido Progresista, el principal apoyo al rey, se había producido tras
la muerte de Prim una escisión entre los constitucionalistas de Sagasta y los radicales
de Ruiz Zorrilla. Estos últimos pretendían desarrollar al máximo los principios
democráticos de la Constitución. Entre sus filas había ya bastantes republicanos por lo
que tampoco eran un apoyo a la nueva monarquía.
En estas circunstancias debemos entender la gran inestabilidad política (hubo seis gobiernos
y tres elecciones generales en el breve período del reinado de Amadeo) y la desintegración de
la coalición gubernamental (unionistas, progresistas y demócratas), que dejó al rey
completamente solo para afrontar los graves problemas de España (recrudecimiento de la
guerra carlista y de la guerra de Cuba, entre otros). El 11 de febrero de 1873 Amadeo I
presentaba su renuncia al trono. Ese mismo día, el Congreso y el Senado en sesión conjunta,
proclamaban la República por una amplia mayoría.

2.3 PRIMERA REPÚBLICA (febrero de 1873-enero de 1874).


En tan corto espacio de tiempo se sucedieron en la presidencia de la República hasta cuatro
presidentes: Estanislao Figueras, Francisco Pi y Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar.
La instauración de la República fue la única alternativa a la crisis de la monarquía democrática
de Amadeo I. Sin embargo, el contexto en el que nacía le era hostil: difícil situación económica
del Estado, predominio de la tendencia monárquica en el ejército y desarrollo de dos guerras
(tercera guerra carlista y guerra independentista de Cuba).
Los republicanos estaban escindidos en unitarios y federales1. Los primeros defendían una
república centralista que mantuviera los principios liberales democráticos. Los segundos
pretendían una política de cambios profundos entre los que destacaba la creación de una
federación de estados dentro de España. Entre los federales también había dos tendencias, la
moderada o benévola, que defendía la implantación de la República Federal por vía
parlamentaria, y la intransigente, partidaria de la insurrección inmediata.
La Primera República en su corta existencia conoció distintos rumbos. Tras la presidencia de
Figueras y unas elecciones ganadas por los federales, Pi i Margall, como nuevo presidente,
impulsó la elaboración de una nueva Constitución (republicana y federal) que no llegó a
promulgarse. Las dos guerras antes mencionadas así como la revolución cantonal2 forzaron su
caída. Los dos siguientes presidentes, Salmerón y Castelar, darían un nuevo giro conservador
al régimen.
Finalmente, el ejército tomó la iniciativa con el golpe de Pavía del 3 de enero de 1874
disolviendo las Cámaras.

2.4 GOBIERNO DEL GENERAL SERRANO (1874).


Tras el golpe de Pavía se nombra jefe de gobierno al general Serrano. Se inaugura un período
todavía republicano en la forma, pero sin libertades democráticas y persiguiendo a los

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Seguidores de la creación de una estructura federal en España, por la que ésta quedaría dividida en Estados con un gran nivel
de independencia entre sí.
2
Insurrección promovida en julio de 1873 por los republicanos intransigentes en la que se proclamaron cantones independientes
en numerosos lugares de España. Fue reprimida en la presidencia de Salmerón y Castelar

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políticos republicanos. Es, en definitiva, un período de vuelta a una política de mano dura. De
hecho, Serrano presidía un gobierno con plenos poderes y había suspendido la constitución
que aún estaba vigente, la de 1869, y había disuelto las Cortes.
El gobierno de Serrano, pese a su interés en hacerlo vitalicio, se convirtió en un mero
gobierno-puente hacia un nuevo régimen, hacia la restauración borbónica. En diciembre de
1874 el general Martínez Campos realiza un pronunciamiento en Sagunto a favor de la
restauración de la dinastía borbónica en la persona de Alfonso XII, que toma efectivamente el
trono en enero de 1875.

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DOCUMENTOS:
Texto 1: Constitución de 1869.
“La Nación española y en su nombre las Cortes Constituyentes, elegidas por sufragio universal, deseando afianzar
la justicia, la libertad y la seguridad, y proveer al bien de cuantos vivan en España, decretan y sancionan la
siguiente Constitución:
(…) Art. 17. Tampoco podrá ser privado ningún español: del derecho de emitir libremente sus ideas y opiniones,
ya de palabra, ya por escrito, valiéndose de la imprenta o de otro procedimiento semejante. Del derecho de
reunirse pacíficamente. Del derecho de asociarse para todos los fines de la vida humana que no sean contrarios
a la moral pública; y por último, del derecho de dirigir peticiones individuales o colectivamente a las Cortes, al
Rey y a las autoridades. (…)
Art. 32. La soberanía reside esencialmente en la Nación, de la cual emanan todos los poderes.
Art. 33. La forma de Gobierno de la Nación española es la Monarquía.
(…) Art. 38. Las Cortes se componen de dos Cuerpos Colegisladores, a saber: Senado y Congreso.
(…) Art. 60. Los senadores se elegirán por provincias. Al efecto, cada distrito municipal elegirá por sufragio
universal a un número de compromisarios igual a la sexta parte del de concejales que deban componer su
Ayuntamiento. (…) Los compromisarios así elegidos se asociarán a la Diputación provincial respectiva,
constituyendo con ella la Junta electoral. Cada una de estas Juntas elegirá a pluralidad absoluta de votos cuatro
senadores. (…)
DISPOSICIONES TRANSITORIAS
Art. 1. La Ley que en virtud de esta Constitución se haga para elegir la persona del Rey y para resolver las
cuestiones a que esta elección diere lugar formará parte de la Constitución. (…).”

Texto 2: Renuncia de Amadeo de Saboya.


“(…) Dos años largos hace que ciño la Corona de España, y España vive en constante lucha, viendo cada día más
lejana la era de paz y de ventura que tan ardientemente anhelo. Si fuesen extranjeros los enemigos de su
dicha, entonces, al frente de estos soldados tan valientes como sufridos, sería el primero en combatirlos, pero
todos los que con la espada, con la pluma, con la palabra agravan y perpetran los males de la nación, son
españoles. Todos invocan el dulce nombre de la patria, todos pelean y se agitan por su bien; y entre el fragor
del combate, entre el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos, entre tantas y tan opuestas
manifestaciones de la opinión pública, es imposible atinar cuál es la verdadera, y más imposible todavía hallar
el remedio para tamaños males. Lo he buscado ávidamente dentro de la ley, y no lo he hallado. Fuera de la ley
no ha de buscarlo quien ha prometido observarla.
Nadie achacará a flaqueza de ánimo mi resolución. No había peligro que me moviera a desceñirme la Corona si
creyera que la llevaba en mis sienes para bien de los españoles, ni causó mella en mi ánimo el que corrió la vida
de mi augusta esposa, que en este solemne momento manifiesta como yo el vivo deseo de que en su día se
indulte a los autores de aquel atentado. Pero tengo hoy la firmísima convicción que serían estériles mis esfuerzos
e irremediables mis propósitos.
Estas son, señores diputados, las razones que me mueven a devolver a la nación, y en su nombre a vosotros, la
Corona que me ofreció el voto nacional, haciendo renuncia de ella por mí, por mis hijos y sucesores.
Estad seguros de que, al desprenderme de la corona, no me desprendo del amor a esta España tan noble como
desgraciada, y de que no llevo otro pesar que el de no haberme sido posible procurarle todo el bien que mi leal
corazón para ella apetecía. AMADEO.”
Palacio de Madrid, 11 de febrero de 1873.

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