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2ºA
Historia Política de España Contemporánea
Ciencias Políticas y de la Administración UGR
PRÁCTICA Nº2
1. TEXTOS
Benito PÉREZ GALDÓS: “Política española”. Antología de artículos. 1884
Este fragmento histórico/político - con referencia a las elecciones generales de 27 de
abril del 84 - lo redacta el escritor canario (afiliado en principio al partido de Sagasta)
en su crítica al sistema canovista, base para la Restauración de la dinastía borbónica tras
la primera república española, donde el fraude electoral era una de las características
integrantes del bipartidismo impuesto desde arriba y garante de la alternancia de poder
entre el partido liberal conservador y el progresista. Galdós, representante de la
corriente realista, nos regala una fuente primaria de primer orden fotografiando el
encasillado supuestamente mantenedor de la estabilidad del sistema político. Una
estabilidad artificiosamente creada en el “Pacto del Pardo” por Cánovas y Sagasta poco
antes de la muerte del rey Alfonso XII.
Nos desvela el autor en este artículo de prensa la trampa del funcionamiento electoral
por todo el mundo conocida y que, según sus palabras, hace que la mayoría de la nación
se abstenga de votar (achacándolo a la falta de representatividad, motivo incierto o
discutible entre nosotras). Y son las pequeñas circunscripciones electorales las mejor
adaptadas a la manipulación caciquil, donde el partido previamente pactado, ya por la
Corona ya por la cúpula partidista turnista, obtenía los mejores resultados; unas veces
por favores y promesas (“sacan partido de las amistades y servicios”) originando un
creciente clientelismo, otras recurriendo a la violencia o en el mejor de los casos a la
coacción y a las amenazas. Además, en las ciudades era práctica común contabilizar a
los muertos para asegurar la victoria o romper las urnas para después rellenarlas con las
papeletas guardadas en pucheros, estando de esta manera cubierto el fraude electoral (el
sufragio censitario hacía el resto).
Paralelamente la oposición dinástica esperaba su momento cultivando la
democratización desde abajo, una de las principales ideas de la segunda parte en esta
práctica. Así, la Restauración, su sistema político, empezó a agotarse cuando tanto las
escisiones de los dos grandes partidos como otros partidos no turnistas comenzaron a
reclamar su derecho a gobernar. Todo en un contexto de conflictividad social en
aumento, una guerra colonial africana o la cronificación del conflicto poder civil/militar
desde 1917.
Canovas del Castillo, fragmento del Discurso pronunciado en Sevilla el 8 de
noviembre de 1888
Las Cortes liberales (1885-1890) recuperaron dos conquistas del Sexenio: el derogado
sufragio universal y los juicios por jurado, renunciando la izquierda monárquica a la
restauración de la soberanía nacional. Según Sánchez Guerra un sistema liberal en lo
político y conservador en lo social donde la gestión de lo público se reservaba para una
élite no excluida del poder en sus distintos sectores.
La polémica sobre el sufragio universal (dentro y fuera del Congreso) hizo que el
proyecto tardara casi dos años en materializarse, hasta que en enero de 1890 Sagasta
presentó un nuevo gobierno a las Cortes. Aquellos que lo defendían argüían su íntima
relación con la soberanía nacional en contradicción con la compartida que la
Constitución establecía, era un compromiso político adquirido y pensaban los liberales
que le daría una mayor legitimidad a la monarquía a la vez que se consiguió el apoyo de
los republicanos posibilistas con la aprobación junto al sufragio de la ley del jurado.
Otros liberales consideraban que apaciguaría el conflicto social, argumento encaminado
a convencer a los conservadores por la vía del orden público.
El fragmento de Cánovas que se nos presenta tiene un carácter histórico circunstancial y
es un discurso recogido de las actas parlamentarias. La idea principal que nos formula
este texto es la descalificación del sufragio universal (masculino, por supuesto) en base
a la incertidumbre político social en que avocaría su aplicación. Los argumentos del
autor nos llevan a su instrumentalización por el socialismo y el anarquismo
(incompatibles con la desigualdad social y la propiedad privada) para conseguir sus
objetivos, amén de no garantizar un voto representativo.
La idea de quienes defienden que el orden social es de origen divino es que el sufragio
universal deviene pernicioso creando su correspondencia con el cesarismo. Para ellos
los principios democráticos originan un estado de guerra permanente, no cabiendo un
gobierno fuerte y estable donde está implantado este sufragio exceptuando los países
anglosajones donde se respeta, por considerarlo un legado, ya que se asume que lo que
la experiencia ofrece se acepta (negando su valor como ordenador de la convivencia
política); las demás naciones que lo han aceptado sufren de un funcionamiento anormal.
A pesar de todo ello Cánovas es consciente de la legalidad del socialismo y de la
tendencia que en 1890 existía en los países europeos hacia la igualdad y la democracia,
pero no se resiste a combatirlas en el terreno de los principios.
Ante la medida de gobierno impuesta por Sagasta, Cánovas la aceptó por dos razones
fundamentales: única manera de mantener las apariencias y la garantía del control
caciquil para el continuismo de su sistema.
Joaquín COSTA: Oligarquía y caciquismo. 1901
Se trata de una fuente secundaria de contenido histórico político del principal
representante del regeneracionismo español. Se nos ofrece un fragmento donde el
republicano aragonés Joaquín Costa denuncia el fraude electoral y el caciquismo, dos de
las premisas del sistema turnista implantado por Cánovas.
Con referencia a los componentes integrantes de este peculiar sistema de gobierno el
autor cita tres en su narrativa: Oligarcas, caciques y gobernadores civiles, los cuales
mantendrían postrada a la nación; para posteriormente exponer la posición que ocupa
cada uno en el sistema. Así, los conocidos como clase gobernante (oligarcas y caciques)
se distribuyen en “partidos”, unas agrupaciones políticas que no representan a la nación
y las compara con un grupo de extranjeros que se hicieron con el poder mediante la
fuerza, poder que aprovechan durante las elecciones con la falsificación del resultado y
el sufragio, corrupción siempre favorable al “partido” correspondiente según el
encasillado.
En otro orden de cosas y contextualizando la fecha en que esta obra se publicó,
existieron varios factores que hicieron entrar en crisis el sistema. Entre los más
destacables tendríamos la cuestión colonial con el desastre de 1898 y el correlativo
desprestigio del ejército, el movimiento obrero propiciado por el socialismo y el
anarquismo que caminaba en otra dirección y los nacionalismos periféricos.
Posteriormente la semana trágica de 1909, la crisis de 1917 y la falta de líderes que
pudieran formar mayorías estables tras la muerte de Cánovas y Sagasta.
Joaquín Costa en su obra Oligarquía y Caciquismo, donde efectúa un análisis
exhaustivo del Caciquismo, elabora un eslogan que resume las necesidades del país:
“Escuela, despensa y doble llave al sepulcro del Cid”. Una tasa de analfabetismo
increíblemente alta junto a la hambruna dominante son lacras que hay que combatir, el
Cid guerrero era el mito que representaba lo que había que regenerar, lo que había
llevado al país al Desastre y lo mantenía en la crisis política y la pobreza, lo que
impedía el principal objetivo: nivelarnos con Europa. Tanto Costa como Silvela exigen
que los partidos republicano y socialista tengan representación.
El nacionalismo catalán: Las Bases de Manresa (1892)
A lo largo del siglo XIX tuvimos un sistema liberal no democrático (liberalismo y
democracia eran incompatibles). La Constitución de 1876 era aceptada por los monárquicos
constitucionales después de la recuperación del sufragio universal mientras carlistas y
republicanos renunciaban a cambiar el cerco político por la vía de la insurrección y
acabaron integrados en el sistema a pesar de su discrepancia ideológica. Eran las prácticas y
acuerdos tácitos para proteger en el Congreso a las minorías las que les otorgaban más
influencia de la que les correspondía, fueron los inicios de la obstrucción en España. Ya
entrado el siglo XX era la Lliga Regionalista la que estaba dispuesta a romper el turnismo
para impulsar desde el gobierno la autonomía catalana.
En Cataluña la renaixença estaba en todo su esplendor y en el catalanismo político Allmirall
representaba lo moderno cuya fórmula para unificar las posiciones antagónicas de las
burguesías particularistas era la opción federal, aunque su planteamiento era autonomista,
no independentista; en los Juegos Florales celebrados por la Exposición Universal de
Barcelona (1887) presentaron a Mª Cristina un programa regionalista que mantenía la
fidelidad a la monarquía buscando una amplia autonomía. Ya en 1892, tras la fusión del
Centre Catalá y la Lliga de Catalunya propiciada por Prat de la Riba, se fundó la Unió
Catalanista. En su primera reunión, celebrada en Manresa, se suscribieron las bases objeto
de este comentario.
Las llamadas Bases de Manresa (“Las Bases per la Constitució Regional Catalana”)
pretenden ser la base de una Constitución para Cataluña y son fundamentales para
conocer las reivindicaciones del catalanismo. Esta obra histórico-circunstancial no es
oficial, es de carácter público y tiene naturaleza política. Se redactó en marzo de 1892
durante el transcurso de la asamblea de delegados organizada por la Unió Catalanista.
Entre los redactores del documento se encontraba Enric Prat de la Riba (1870-1917),
político y escritor catalán representante del catalanismo conservador, católico y burgués.
Fue uno de los fundadores de la Unió Catalanista así como de la Lliga Regionalista.
Las Bases proponían la concepción de Cataluña como una entidad autónoma dentro de
España, y se acordaría con la corona española. Tenían una inspiración federal y un origen
en las antiguas leyes o libertades catalanas previas a 1714. El poder central se organizaba
según la separación de poderes: el legislativo estaría compartido por el rey y una asamblea
regional; el ejecutivo estaría formado por cinco ministerios o secretarías; el poder judicial
estaría representado por un tribunal supremo regional, la antigua Audiencia de Cataluña,
que sería restablecida. Tuvieron mucha importancia para la consolidación del catalanismo
político, convirtiendo el regionalismo en nacionalismo.
En el fragmento que analizamos se recogen en primer lugar -base 1- las competencias del
Estado español (relaciones internacionales, el control del ejército, construcción de
carreteras y ferrocarriles, resolución de conflictos interregionales y presupuestos
generales del Estado) para seguir con las catalanas de la manera siguiente:
En la exclusividad de la lengua catalana como oficial –base 3- subyacen las corrientes
nacionalistas integradoras (Alemania e Italia) y las que propiciaban la soberanía de
naciones sometidas a los grandes imperios (Turquía, Rusia o Austria). Siendo la lengua
la que define a un pueblo o nación, aquellos que la poseen de motu propio tienen
derecho a formar un estado independiente.
La ocupación exclusiva de los catalanes o naturalizados en los puestos públicos que
pregona la base 4ª se nos antoja como un preludio al federalismo extremo que podemos
enlazar con la base 6ª, todo ello derivado de la recuperación de los fueros que se
perdieron tras los Decretos de Nueva Planta completado con la reaparición de las Cortes
Catalanas (base 7ª).
Mención aparte merece la base 13, que en nuestro parcial fragmento ignora al Somatén
para subrayar únicamente a los mozos de escuadra, quizá buscando un paralelismo con
la actual organización catalana (policía autonómica con competencias integrales creada
en 1983 por el parlamento de Cataluña). Efectuando una traducción sin sesgos de dicha
base tendríamos lo siguiente: “La conservación del orden público y seguridad interiores
de Cataluña, estarán confiadas al somatén, y para el servicio activo permanente se
creará un cuerpo similar al de Mossos d’Esquadra o de la Guardia civil. Dependerán en
absoluto todas estas fuerzas del poder regional”. Sin ánimo de crítica destructiva al texto
presentado está claro que los mozos de escuadra y la Guardia civil los expone como
dependientes, cosa que el texto original no se hace. Realmente los mozos de escuadra se
remontan al siglo XVIII y fueron creados en sustitución del somatén para mantener el
orden público y acabar con los reductos de migueletes partidarios del Archiduque
Carlos (fueron creados como Escuadras de Paisanos Armados).
Como características comunes en los países occidentales europeos podemos reseñar que
la transformación democrática ha estado compuesta de períodos con muchos altibajos
en términos de conflictividad social y de impulso. Además, podemos añadir que la
ciudadanía igualitaria ha sido definida a través de múltiples caminos, diferenciándose de
unos países a otros; así en los casos de Italia, Portugal y España la vía “de arriba abajo”
es la que se toma (predominio e injerencia de los ejecutivos) y a la que prestaremos
atención en este ensayo, a diferencia de Gran Bretaña, Francia o Alemania. De otro
lado, la inclusión de los excluidos transcurrió a lo largo de decenios bajo los auspicios
monarquía-república y donde el periodo de entreguerras delimita el punto de inflexión.
Tanto la igualdad individual como la colectiva para el logro de la integración de los
excluidos están sumergidas en el proceso democratizador. El éxito o fracaso de la
construcción democrática dependerá de un periplo de actuaciones no vaticinadas y cuyo
final de fase no deja de ser un enigma. También el análisis de la igualdad necesita del
cotejamiento de las prácticas gubernamentales con el objeto de averiguar el grado de
receptividad de las élites a las demandas de los excluidos, siendo en las leyes electorales
donde mejor se captan los procesos de integración en el sur de Europa.
En los países de Europa occidental se ha producido la identificación del proceso
democratizador con la obtención del sufragio universal de ambos sexos, lo que reduce el
logro de la ciudadanía política igualitaria a tres vertientes: la franqueza del desarrollo
electoral, la concurrencia competitiva de las opciones sin ningún tipo de discriminación
y la aptitud de nivelación social solo producida gracias a la culminación de las dos
primeras vertientes. Así pues, si tomamos como referencia la vía “de arriba abajo”
(España, Italia y Portugal) podremos apuntar las similitudes y diferencias de estos tres
países en base a las tres variables democratizadoras (transparencia, competencia y
sufragio), unos apuntes en torno a dos cuestiones:
1. Atributos sociopolíticos que se comparten:
a. Perfil liberal-oligárquico del cacique (galopín o patrón)
b. Partido gobernante con política clientelar, con las pertinentes
dificultades españolas para pasar a la política de masas antes de la
involución primoriverista.
c. Bipartidismo del sistema (solo en España y Portugal)
d. Pérdida de la validez legislativa a principios de los años veinte en
España e Italia.
2. Comparativa -similitudes y diferencias- en la oferta de los gobiernos durante
esta primera ola democratizadora (1860-1930).
i. Desde el gobierno largo de Maura hasta 1923 existió un
déficit en la competencia indiscriminada de candidatos
rivales. Así, Pablo Iglesias no consiguió entrar en la Cámara
hasta 1910, nada que ver con la representación socialista
italiana.
ii. Falta de transparencia, ya que en España se institucionalizó el
fraude a pesar de la intransigencia socialista en la defensa de
la veracidad electoral.
iii. Mientras Italia y Portugal no legislan el voto masculino hasta
la década de 1910 en España se hace en 1870 y en 1890
(incluso la extensión al voto de la mujer de 1931 es más
temprana que Italia -1945-).