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Cristina Gómez-Orihuela Padilla

Historia Política de España Contemporánea


Ciencias Políticas y de la Administración
Curso 2022/2023

PRÁCTICA II: Restauración y caciquismo

TEXTOS HISTÓRICOS
TEXTO 1
(Benito PÉREZ GALDÓS: “Política española”. Antología de artículos. 1884.)

Nos encontramos ante un texto de naturaleza histórica, fragmento del libro "Política
Española" de Benito Pérez Galdós, publicado en 1884. Fue un importante novelista y
político de ideología liberal, aunque se acercó posteriormente al republicanismo
moderado para luego defender el socialismo.
Este fragmento se dirige a la sociedad de la época y se dedica a hacer una crítica al
sistema político y de partidos de entonces. Era en plena Restauración Borbónica, con
Alfonso XII ocupando el trono nuevamente a raíz de que lo contactase Cánovas del
Castillo. Cánovas prometió dejar atrás la experiencia de la I República y volver a un
régimen más estable como el de la reina Isabel II. A partir la aprobación del Manifiesto
de Sandhurst, se reestablece oficialmente la monarquía en España.
Las características de este periodo estuvieron definidas por la Constitución de 1876 y la
actuación política de Cánovas y Sagasta. El principal objetivo fue la estabilidad
institucional y se impuso un sistema de alternancia de partidos, el turnismo, para evitar
conflictos y que tanto liberales como conservadores participaran en el poder. Se
cambiaban periódicamente y de manera pacífica. La realidad es que este modelo dejó
apartadas del gobierno a las fuerzas de izquierda, republicanos y radicales.
El resultado fue un sistema oligárquico, centralista y corrupto donde la Iglesia recuperó
su status económico y su influencia en la sociedad y las elecciones estaban amañadas
por el caciquismo y el clientelismo.
El texto es una queja al fraude electoral pactado o pucherazo. El turnismo le quitaba
valor a las elecciones, pues los dos partidos siempre accedían al poder cada 4 años
independientemente de los resultados electorales. Los ciudadanos se dieron cuenta de
que sus votos no correspondían con los resultados, se llegaban a registrar votos de gente
que no estaba viva, se sacaban papeletas de las urnas y se metían en otras o se
extraviaban papeletas. Todo esto se hacía bajo el interés de los caciques y especialmente
en el ámbito local y municipal, que era donde tenían más poder pues la mayoría de ellos
debían su influencia a la propiedad de la tierra y la economía rural era prácticamente

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agraria. Otras herramientas de manipulación era la colocación de urnas en lugares
imposibles de acceder y votaciones con cuneros, que eran candidatos que participaban
sin tener vinculación política. El autor refleja el descontento general de la población y el
suyo propio, una visión pesimista del mal del caciquismo y la corrupción política que
regía en esa época.

TEXTO 2
(Cánovas del Castillo, fragmento del Discurso pronunciado en Sevilla el 8 de
noviembre de 1888.)

Se trata de un texto histórico, concretamente una parte de un discurso del político


restauracionista Cánovas del Castillo, del día 8 de noviembre de 1888. Fue el principal
defensor de la monarquía de Alfonso XII y el personaje más importante de la
Restauración, siendo el líder del Partido Conservador, fundado por él mismo. Presidió
en Consejo de Ministros seis veces y se alternaba el poder pacíficamente con Sagasta,
cabeza del Partido Liberal.
Es una crítica dirigida a la sociedad de esa época que relata la imposibilidad de instaurar
el sufragio universal. Se encontraba vigente la Constitución de 1876 y el sistema de
turnos, donde se daba una falsa apariencia de democracia que puso fin a la inestabilidad
política que había sufrido España durante los últimos años. Su gobierno estuvo marcado
por el desarrollo capitalista, el Código de Comercio y la Guerra de Independencia de
Cuba, además de tensiones nacionales entre los políticos que accedían al poder y la
movilización obrera, anarquista y republicana.
El tema principal que se trata en el texto, es el sufragio universal. Las primeras
elecciones con sufragio universal masculino tuvieron lugar 1869, y se reinstauró en
1890. Existía un debate sobre cuál debía ser el modo ideal de operar las votaciones
electorales, y Cánovas se mantenía firmemente en contra de que los ciudadanos de renta
baja pudieran votar. La justificación de este clasismo era que los sectores de la sociedad
más empobrecidos jamás encontrarían representados sus intereses en el gobierno y
además lo consideraba una amenaza para la estabilidad del sistema político que el
mismo había confeccionado con tanto trabajo. Bajo su consideración, el sufragio
universal conduce inevitablemente al socialismo.
La aprobación del sufragio universal en la Restauración se produjo de la mano de
Sagasta, dentro de un programa político de corte liberal aprobado en el Parlamento
Largo. Además de esto se materializaron importantes reformas como la Ley de
Asociaciones de 1887, la Ley del Jurado de 1888, la supresión de la esclavitud en Cuba
y la aprobación del Código Civil de 1889. La discusión sobre el sufragio universal fue,
la que más controversia suscitó en las Cortes. El proyecto empezó con una lectura de
Moret en el Congreso a comienzos de diciembre de 1888. Se presentó la idea pero no
fue discutida realmente hasta mayo del año siguiente. En mayo 1889 cargó contra el
proyecto el diputado conservador Lorenzo Domínguez y discusión quedó estancada

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hasta enero de 1890, cuando Sagasta presentó su gobierno a las Cortes. Aunque tardó en
llevarse a cabo, hubo polémica con esta cuestión desde el primer momento dentro y
fuera del Congreso.
Los que apoyaban del sufragio universal lo hacían en base el principio de la soberanía
nacional, aunque la Constitución establecía la soberanía compartida entre el Rey y las
Cortes. Los liberales lo defendían porque era un compromiso político que habían
adoptado, pero Sagasta no era partidario, se mostró a favor para darle mayor legitimidad
a la monarquía, y quitar fuerza a los argumentos de los republicanos y del movimiento
obrero. Se evitaban así los conflictos sociales y se mantenía la estabilidad que tanto
caracterizó a la Restauración.

TEXTO 3
(Joaquín COSTA: Oligarquía y caciquismo. 1901.)

Este texto es también de naturaleza historiográfica. Es un extracto de Oligarquía y


caciquismo de Joaquín Costa, jurista, economista, historiador y más importante,
político. Fue el mayor representante del movimiento regeneracionista, un movimiento
intelectual que hace una reflexión sobre la nación española para poner fin a la
decadencia del país tras el desastre del 98.
Es una crítica social del sistema político español, del enorme atraso en comparación con
los países más modernizados, a la oligarquía y la dominación caciquil.
Era un momento oscuro para España tras el desastre del 98. La guerra de Independencia
de Cuba finalizó con una dolorosa derrota para España en 1898, a causa de la
intervención de los Estados Unidos. España no se encontraba lo suficientemente
modernizada ni armada militarmente para luchar contra EE.UU. Perdió Cuba, Puerto
Rico, Filipinas y Guam, que pasaron a ser colonias de Estados Unidos. El resto de
posesiones españolas del Pacífico fueron vendidas al Imperio alemán mediante el
tratado hispano-alemán del 12 de febrero de 1899, ya que España no era capaz de
defender en ese momento sus archipiélagos.
El tema del texto es el declive de España. Se elabora una crítica al atraso en tecnología,
industria, economía, etc. El problema es fruto del sistema oligárquico y del turnismo,
que imposibilita el desarrollo democrático del país. Se culpa a los oligarcas, caciques y
al gobernadores civiles, puesto que para Joaquín Costa estos favorecen la continuidad
del sistema de fraude y corrupción. Es incorrecto llamarlos la clase dominante, porque
no están adheridos a la nación, sino que son un cuerpo extraño que se nutre de ella.

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TEXTO 4
(El nacionalismo catalán: Las Bases de Manresa (1892))

El cuarto y último texto es de naturaleza jurídica, ya que está detallando una ley.
Pertenece a Las Bases de Manresa, que fueron un proyecto de constitución regional
catalana, que marca el nacimiento del nacionalismo catalán conservador. Las bases no
son muy diferentes a las que tendría una Constitución ya finalizada.
Está dentro de la Regencia de Mª Cristina de Habsburgo. El contexto en Cataluña era
una situación de crisis. El Centre Català vivió una aguda crisis en 1887 tras la ruptura
entre sus dos corrientes, una más izquierdista y federalista y otra más catalanista y
conservadora aglutinada en torno al diario La Renaixensa. Los conservadores
abandonaron fundaron la Lliga de Catalunya, a la que se unió el Centre Escolar
Catalanista. A partir de ese momento la hegemonía catalanista pasó del Centre Català a
la Lliga. En 1891 la Lliga de Catalunya propuso la formación de la Unió Catalanista,
que celebró en marzo de 1892 su primera asamblea en Manresa, donde se aprobaron las
Bases de Manresa. La presidencia la ocupó Lluís Domènech i Montaner y la comisión
que redactó las Bases estuvo presidida por el sacerdote Josep Torras i Bages.
En la primera base, se indica cómo se organizará. La base 3 reivindica el uso de la
lengua catalana como única lengua oficial en Cataluña. La base 4 habla de la ocupación
exclusiva de los catalanes en los cargos públicos. Por otro lado, en la base 6 se establece
que la única soberana en su gobierno interior, sea Cataluña. De esta forma, podrá ajustar
a su manera y necesidades las herramientas de recaudación, formular nuevas leyes
orgánicas, moneda, etc. La base 7 trata sobre la reaparición de las Cortes catalanas
como poder legislativo. Y, por último, aparecen en la base 13 dos instituciones unidas a
los cuerpos de seguridad.

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COMENTARIO-ENSAYO

La Restauración ve su principio y su final a partir de dos golpes de Estado: el primero


en 1874, encabezado por Martínez Campos, y el segundo en 1923 que da comienzo a la
dictadura del General Primo de Rivera. Es una restauración política, pues la principal
característica de esta etapa es la vuelta de la monarquía borbónica al control de España;
una restauración social, pues el poder oligárquico reorienta el sistema hacia signos
democráticos; y una restauración religiosa, donde la Iglesia recupera poder y el
catolicismo se impone como religión oficial del Estado. Este régimen trata
primordialmente de corregir los errores del periodo isabelino bajo una perspectiva
propia del liberalismo.

Durante esta fase, los militares pierden poder en la política, que antes eran los
protagonistas de la mayor parte de cambios en España, y se establece un sistema
bipartidista regida por el turnismo. Dos partidos se alternaban el poder, por un lado el
Partido Liberal y por otro el Partido Conservador. No obstante, este sistema pretendía
mantener alejados del gobierno del país a los partidos y fuerzas de izquierda,
socialismos, republicanos y movimientos regionalistas.

No había independencia de las Cortes, la soberanía era compartida con el Rey. Las
Cortes eran bicamerales, pero solo el Congreso era elegido por sufragio. El Senado por
su parte, estaba compuesto por las clases poderosas del estado, eclesiásticos y militares,
eran vitalicios y nombrados por el rey y elegidos por sufragio censitario. No había lugar
para una auténtica representatividad política y el juego político estaba regido por el
fraude y las oligarquías. Es por esto que muchos historiadores califican esta etapa de
atraso y decadencia.

El crecimiento de la producción agraria aumentó la demanda de mano de obra aunque


luego vió un descenso con el incremento de la productividad del trabajo. La
modernización creó las condiciones perfectas a nivel local para la agrupación de
trabajadores agrarios sin cualificar, que dependían de salarios bajos e irregulares y
estaban bajo un régimen de explotación. La propiedad de la tierra otorgaba poder, y se
encontraba en manos de los caciques terratenientes. Empiezan las confrontaciones con
los propietarios, que veían con ellas peligrar sus beneficios. Los salarios eran el centro
de las reivindicaciones del campesinado. Los campesinos no sólo subsistían en base al
trabajo de la tierra, sino que también se beneficiaban de organizaciones comunales entre
vecinos que con las desamortizaciones se vieron reducida en número a raíz de la
privatización de estas tierras. La protesta campesina se orienta a la recuperación del
patrimonio comunal.

Se entiende régimen caciquil como sistema articulado de relaciones sociales en el


campo, con el uso de violencia institucionalizada por parte de los terratenientes y
organizaciones locales y estatales. Las oligarquías burlan la competencia electoral y se
hacen con el control exclusivo de los poderes locales. Los Ayuntamientos favorecen

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condiciones de negociación y la intervención pública se encamina a la represión. La
mayor parte del gasto público se destina al control del orden.

El caciquismo guardaba una relación directa con la oligarquía. Ortega y Gasset habla
del mal del caciquismo, considerado un mal absoluto que representa los resquicios del
feudalismo. Surge una corriente crítica hacia el caciquismo y el clientelismo político,
ligados al analfabetismo y al estancamiento socioeconómico de las zonas rurales. Javier
Tusell Gómez usa el binomio de oligarquía/caciquismo. Se define como un instrumento
en manos de la oligarquía que establece un sistema de dominación en base a la
propiedad agraria, en el que el poder del cacique terrateniente abusa del campesinado
pobre. El clientelismo es el soporte del poder político, y nace del fracaso del intento de
implantar el parlamentarismo en España y otras estructuras y actuaciones políticas del
contexto europeo. 

Una vez empiezan a intervenir otras disciplinas en el análisis histórico de la


Restauración, tales como la sociología, la politología o la antropología social, esta
visión oscura y pesimista se torna hacia otra contraria. El caciquismo empieza a
considerarse una fase de transición hacia la democracia y el liberalismo político, a partir
de la ampliación del cuerpo electoral y la participación de las clases populares en la
política. A pesar de esto, no dejan de tener presencia la corrupción y el fraude electoral
en las instituciones públicas. 

Se trata al caciquismo y sus redes clientelares como un instrumento de naturaleza


primordialmente administrativa con pericia en la gestión de favores públicos y privados.
Durante esta etapa se crean y consolidan instituciones y surge la sociedad civil. Los
caciques representan intereses y emanan como respuesta a necesidades administrativas
de intervencionismo, con el fin de maximizar el valor del poder Ejecutivo.  Las
relaciones de favores y amigos políticos constituyen la base del sistema restauracionista
y se dan en un contexto de desmovilización social, patrimonialización del poder y
especialmente, en una sociedad donde la administración tenía más fuerza que la acción
política. El sistema clientelar dotaba de estabilidad al conjunto. Los clientes estaban
vinculados o eran dependientes a la figura del cacique por la gestión de los recursos,
aunque podían ser independientes y sólo buscar beneficios. También se habla de
clientes colectivos dentro de localidades rurales y asociaciones económicas. El poder se
articulaba de modo descendente. En palabras de José María Jover Zamora (1963: 626)
de que el conjunto del sistema restauracionista funcionaba de arriba abajo.

Los caciques suelen ser los gobernadores, y tienen protagonismo en los poderes locales.
Tienen una importante funcionalidad económica y estratégica de control. El poder local
se encarga de regular el mercado de trabajo, de cuidar las condiciones de producción,
regular el acceso a los factores productivos y mantener el orden público, mediante la
persecución, la fuerza pública y la represión en las protestas sociales.

Se manifiesta en fraude electoral en la disparidad de resultados y funcionamiento de las


elecciones municipales y generales. En las primeras había competencia y en las

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segundas estaba todo pactado por las relaciones en los poderes locales. A medida que se
consolidaron organizaciones de trabajadores del campo, se traspasa el conflicto a la
lucha político-electoral. Aumenta la movilización popular en los procesos electorales y
el uso de la violencia física por parte de los regentes del poder local. Se convierte en una
lucha sociolaboral por la democratización. 

La vuelta del sufragio universal masculino permitió la irrupción del campesinado en la


lucha electoral, en un contexto definido por la crisis y el fraude de las prácticas
clientelares y el caciquismo. Favoreció también el surgimiento de actuaciones políticas
y electorales no vinculadas al clientelismo y el aprendizaje por parte de la población
rural del juego político-electoral y procesos de socialización. Aumentó la competencia y
la necesidad estratégica de crear consensos y negociaciones tanto en fuerzas dinásticas
como antidinásticas. Socialistas, republicanos, anarquistas y católicos se unieron para
tumbar el orden de los caciques y formar discursos políticos conjuntos.

La politización de la esfera rural no surgió en organizaciones políticas y sindicales, sino


que recuperaron comportamientos de un socialismo agrario preexistente, con bases en la
cooperación, la negociación, organización y reivindicación de intereses comunes. Este
asociacionismo tuvo autonomía respecto al socialismo institucionalizado del PSOE y
UGT. La configuración de agrupaciones fue anterior al encuadramiento orgánico en el
partido. 

El estallido reivindicativo de los campos de Castilla a principios del siglo XX revertiría


en la institucionalización del socialismo. La crisis y la represión acabaron con el
movimiento, pero la dirección socialista intentó mantener la movilización local y
organizarla con asociaciones como la Federación Agrícola Andaluza y las Federaciones
Provinciales en Andalucía. Destacar que el movimiento obrero agrario tuvo fuerza
principalmente en Andalucía y tierras castellanas. 

El socialismo institucional dió a este movimiento un lenguaje político más amplio y


capacidad de orientar los objetivos a un marco más amplio que no se limitase a intereses
locales. Dió fuerza al sentimiento de identidad y de comunidad política y actuó como
intermediario de las demandas entre el entorno rural y estatal. Permitió la adaptación de
la cultura política popular a las nuevas condiciones históricas. El socialismo español
apostó por la vía reformista y negociadora, por la lucha por la democratización del
poder con influencia de las democracias del resto del mundo. 

Supieron encontrar la relación entre los problemas estructurales en el trabajo del campo
y la democratización del sistema político. El campesinado debía emanciparse del control
caciquil. El caciquismo perpetuaba un orden social injusto que privaba al campesinado
del acceso a la tierra y sus salarios les permitían duramente la subsistencia. El
socialismo luchó por la veracidad de las elecciones y la denuncia del fraude electoral y
los atropellos del caciquismo y los mecanismos de favores y la defensa de los derechos
de reunión y asociación que posibilitaron la lucha y organización obrera. Mediante la
acción política y la propuesta organizada lucharon contras las irregularidades y prácticas

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de corrupción. La fuerza del movimiento socialista se vió reforzada a partir de la
materialización de la Conjunción Republicano-socialista en 1909 y también se vio
favorecida por el proceso, visible desde 1908, de «politización» de la propia UGT. 

Con la presencia en los Ayuntamientos se empezaron a gestionar los recursos públicos


desde ahí. Se construyeron redes y prácticas políticas en el mundo rural que actuaron
como contrapeso de la oligarquía y el caciquismo.  El fin del caciquismo y la llegada de
la democrática constituían ya objetivos políticos centrales en la estrategia del socialismo
español. 

En Europa se estaban experimentando otra clase de cambios durante los primeros años
del siglo XX. Cobraron fuerza la lucha de las mujeres por la conquista de derechos
políticos y civiles y la concepción del sistema patriarcal que regía y aún rige la sociedad
y sus contrapesos. Se cambiaron las relaciones sociales de género y se produjo una
expansión del feminismo motivado también por las cambios que surgieron de la primera
guerra mundial. Se le dio un nuevo sentido a la dominación del hombre hacia la mujer y
empezaron los movimientos de rechazo y resistencia. El sufragismo y otras corrientes
del feminismo contribuyeron también a la democratización europea y a la ampliación de
derechos y libertades públicas, además de crearse nuevas redes de representación y
asociaciones, establecer objetivos y discursos conjuntos, y formar estrategias de
negociación y organización.

Cobraron valor en Francia, Gran Bretaña y España durante la Segunda República. Es un


movimiento altamente influenciado por la modernización y lo an procesos híbridos del
siglo XX. Les permitió introducirse en el mercado laboral y muchas lideraron
vanguardias socialistas. 

Nace la mujer moderna y con ello la reconstrucción de los papeles de género. Fue un
proceso de cambio político a la vez que social. Las mujeres europeas se organizaron en
acciones colectivas relacionadas con la ética de lo público y la ética del cuidado. El
triunfo de la revolución bolchevique también favoreció este movimiento por la inclusión
de propuestas innovadoras en el igualitarismo de géneros, en el ámbito laboral, social y
político. Se intentó acabar con el ideal doméstico. A España llegaron en 1904 de manos
de Virginia González, en un grupo socialista femenino. Tenían doble objetivo: igualdad
de derechos y fin de los privilegios capitalistas. Clara Campoamor fue la sufragista
española más importante.

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