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Estándar 83:

Los nacionalismos catalán y vasco


“Siendo la nacionalidad una unidad de cultura, un alma colectiva con un sentir, un pensar y un
querer propios, cada nacionalidad ha de tener la facultad de acomodar su conducta colectiva,
es decir, su política, a su sentimiento de las cosas, a su sentido, a su libre voluntad. Cada
nacionalidad ha de tener su estado. […]
Así.,el nacionalismo catalán, que nunca ha sido separatista, que siempre ha sentido la unión
fraternal de las nacionalidades ibéricas dentro de la organización federativa, es aspiración
levantada de un pueblo, que, con conciencia de su derecho y de su fuerza, marcha con paso
seguro por el camino de los grandes ideales progresivos de la humanidad”
E. Prat de la Riba: La nacionalidad catalana,1906
“ Libre e independiente de poder extraño, vivía Vizcaya, gobernándose y legislándose a sí
misma, como nación aparte, como Estado constituido, y vosotros, cansados de ser libres,
habéis acatado la dominación extranjera (...) [ ]
{…] vosotros, degenerados y corrompidos por la influencia española, o lo habéis adulterado por
completo, o lo habéis afeminado o embrutecido. [ ] Vosotros, sin pizca de dignidad habéis
mezclado vuestra sangre con la española o maketa, os habéis hermanado con la raza más vil y
despreciable de Europa. Lo que de bueno tiene el vasco no se lo debe a Castilla y hermanas.
De lo malo, casi todo lo tiene de ellas recibido. [..]
S. Arana: Bizkaitarra,1894
1 ¿A qué movimientos hacen referencia los anteriores textos?
2. ¿En qué contexto surgen?
3. ¿Qué similitudes y diferencias existen entre ellos?

El sistema político de la Restauración, volvió al centralismo y al unitarismo, en un país


cuya diversidad geográfica, histórica y cultural era muy notoria, y en el que
importantísimos sectores de la población (incluidas gran parte de las clases medias y de
la burguesía), estaban marginadas del ejercicio del poder político. Esto llevó a la
aparición de expresiones literarias, culturales y políticas de rechazo al centralismo y
desarrollo de las singularidades que conformaban el país. A esas expresiones sociales y
políticas  se las denomina regionalismo* y nacionalismo*. 
Antes incluso de la Restauración el regionalismo se manifiestó, en la literatura y el
arte, como un fenómeno de recuperación y exaltación de la cultura y tradiciones
populares propias de cada región. Más tarde, el regionalismo alcanza las
reivindicaciones políticas, reclamando la descentralización y el autogobierno. Al llegar
a este punto, cabe hablar mejor de “nacionalismo” que de “regionalismo” propiamente
dicho. En cualquier caso, lo significativo de los dos fenómenos sería la defensa de unos
rasgos o señas de identidad culturales propios y el derecho a decidir políticamente sobre
sus asuntos propios y específicos.  
A finales del siglo XIX, en la época de la Regencia de María Cristina, se
desarrollaron en las dos zonas más industrializadas de España, Cataluña y el País Vasco,
sendos movimientos nacionalistas. Con fórmulas diferentes, ponían en cuestión la
organización centralista del Estado y reclamaban un sistema de autogobierno.
Movimientos semejantes, aunque de influencia menor, aparecieron más tarde también
en Galicia, Valencia y Andalucía, pero la inexistencia en estos casos de una burguesía
fuerte que los respaldara les restó significación política. La ineficacia del sistema de la
Restauración para resolver los problemas de España, especialmente después de 1898,
permitió a los nacionalismos periféricos presentarse como los únicos capaces de
regenerar el país e impulsar un desarrollo económico y cultural. 
Ambos textos pertenecen a estos dos nacionalismos, catalán y vasco respectivamente.

El sentimiento nacionalista catalán Las raíces del nacionalismo catalán son


anteriores al período de la Restauración. Hacia 1830, dentro del contexto cultural del
Romanticismo, surgió en Cataluña un amplio movimiento cultural y literario conocido
como Renaixença (renacer) coincidiendo con todo el movimiento nacionalista europeo.
Su finalidad era la recuperación de la lengua y la literatura en catalán, de rica tradición
medieval, y de los signos de identidad y la historia catalanes, pero carecía de proyecto
político. Este renacimiento de carácter literario fue promovido fundamentalmente por la
burguesía, que había abandonado el uso oral del catalán, que  sin embargo, sí se había
mantenido entre las clases populares. Este proceso de recuperación cultural se fue
intensificando y, a partir del último cuarto del siglo XIX, hubo un impulso para crear
una cultura en catalán , que sirvió de base al catalanismo político. Podemos citar a
autores como el dramaturgo Àngel Guimerà. El desarrollo de un modelo literario culto y
la existencia de una literatura catalana de calidad llevó a considerar el convertir el
catalán en lengua oficial y contar con una escuela en catalán.
Las motivaciones para el surgimiento del catalanismo fueron: 
- La historia propia y diferenciada del resto del estado español: Cataluña fue una entidad
política diferenciada hasta el siglo XV y respetada por la monarquía hispánica de los
Reyes Católicos y los Austrias. Sólo el primer Borbón, Felipe V, les quitó sus
privilegios
- En una lengua diferente, tan antigua como el propio castellano y conservada en
público y en privado
- En una realidad económica diferenciada del resto de España: el desarrollo industrial
desde los años 40 del s. XIX se hizo en la periferia y Cataluña será una de estas zonas.
Este desarrollo económico estuvo unido a una importante burguesía industrial y de
negocios con mentalidad empresarial, a una pequeña burguesía comercial urbana, a unas
clases populares formadas por trabajadores independientes y a una clase obrera moderna
e industrial. Serán estos grupos sociales y especialmente los dos primeros los que
defenderán el autogobierno de Cataluña. Es, en este contexto, donde tenemos que situar
el nacimiento del nacionalismo político catalán que se va a identificar con los intereses
económicos de las clases sociales emergentes. Este se mueve entre el federalismo
republicano y el conservadurismo tradicionalista y católico
El primer partido que se formó para reclamar la autonomía para Cataluña dentro
del estado español fue La Centre Catalá creada por el federalista Valentí Almirall. Este
proyecto político liberal y laico fracasó y a finales de siglo se inició un predominio del
catalanismo conservador.
En 1891 se constituyó la Unió Catalaniste, fruto del esfuerzo unitario de las
diferentes opciones políticas. Los hombres más importantes de este partido fueron su
presidente Lluis Doménech i Montaner y el secretario, Prat de la Riba. Ellos elaboraron
el primer programa político del catalanismo, conocido como las Bases de Manresa, que
defendía el autogobierno para Cataluña; un autogobierno dentro de posturas
autonomistas y nunca independentistas, por eso aclara cuales serían las competencias
del poder central, diferenciadas de las competencias del poder autónomo. Se pide, en
este documento, el reconocimiento de un gobierno y un cuerpo legislativo propios, éstos
sólo tendrá competencias en política interior.
Con las "Bases de Manresa" se intenta dar respuesta a las aspiraciones
catalanistas. Este proyecto autonomista continuará en 1901 con la creación de la Lliga
Regionalista en la que la Prat de la Riba, el ideólogo de la Unió Catalaniste junto con
Francesc Cambó agruparán a todos los sectores conservadores del catalanismo,
iniciándose así un proyecto unitario y duradero en la defensa de los intereses catalanes.
Los dos objetivos primordiales de la Lliga consistían en demandar la autonomía política
de Cataluña dentro de España y defender los intereses económicos de las cuatro
provincias, sobre todo reclamando mayor protección para las actividades del
empresariado industrial catalán.
Los propósitos autonomistas de la Lliga colisionaron con el cerrado centralismo de
los gobiernos de la Restauración, cuya única e insuficiente respuesta fue la creación, por
el gabinete presidido por el conservador Eduardo Dato, en 1914, de la Mancomunidad
de Cataluña, un organismo que agrupaba a las diputaciones provinciales catalanas con
fines exclusivamente administrativos.
La Lliga fue el partido nacionalista catalán más importante hasta 1923 (momento en que
se inicia la dictadura de Primo de Rivera tras el golpe de estado que él mismo
protagonizó) y fue el partido que hizo perder peso a los partidos dinásticos pues contó
con el apoyo mayoritario de la burguesía catalana y de las clases medias. Su irrupción
en la política provocó en 1901 la crisis de la política caciquil.

El origen de estos movimientos se debió a distintos factores, que varían en función


de las características histórico-culturales, sociales y económicas de las regiones donde
aparecieron, pero entre aquéllos que tienen carácter general pueden señalarse: 
 La influencia del Romanticismo (primera mitad del siglo XIX). Este movimiento
cultural y artístico europeo relacionado con las revoluciones liberales, que fomentó
la búsqueda de la personalidad nacional en la lengua y el folklore propios y en las
raíces históricas (frecuentemente mitificadas) favoreció el surgimiento de
la Renaixença en Cataluña y País Valenciano, y del Rexurdimento gallego. 
 La difusión de movimientos nacionalistas (segunda mitad del siglo XIX) por
numerosos Estados europeos, que reivindicaban el derecho de las naciones sin
Estado (nacionalidades) a la autodeterminación y a la creación de Estados-nación.  
 La escasa eficacia del Estado liberal para organizar un nacionalismo español,
identificado con el tradicionalismo católico (“luz de Trento”, “martillo de
herejes”) y carente de una auténtica educación nacional o de símbolos
precisos que crearan identidad nacional y la difundieran entre las masas. El Estado
liberal español, centralizador y castellanizante, fue incapaz de integrar a las zonas no
castellanohablantes del territorio. Esto último provocó una reacción regionalista que
reivindicaba una España plural, donde se reconociera la igualdad entre las diferentes
regiones, a la vez que el respeto a sus particularidades.  

.- EL NACIONALISMO VASCO
El segundo texto es un fragmento de Sabino Arana y Goiri , procedente de una
familia carlista vizcaína y padre del nacionalismo vasco. El nacionalismo del País
Vasco tuvo peculiaridades distintas al catalán y sus bases eran sobre todo, el clero, el
campesinado y la pequeña burguesía. Su fundamento ideológico era: una lengua propia,
el euskera y la defensa de sus fueros históricos que fueron derogados durante la
Restauración en 1876. Esta acción de derogación de los fueros generó una sensación de
derrota y de idealización del pasado, que llevó a mantener como reivindicación la
recuperación íntegra de los fueros, soñaban con un País Vasco tradicionalmente agrario,
contrario al fenómeno urbano y su industria. Arana identificaba “fueros “con códigos
de soberanía nacional vasca”y “ reintegración foral” con la devolución de la soberanía
perdida .Esta pérdida de los fueros junto con la industrialización que conoció el País
Vasco (con la formación de una burguesía industrial y financiera vinculada al sistema
canovista y al españolismo) y la llegada de inmigrantes de otros territorios (obreros que
se vinculan al socialismo) favorecieron el desarrollo del sentimiento nacional porque
veían peligrar sus costumbres y tradiciones.
El propulsor del nacionalismo vasco, Sabino Arana, configuró el primer programa
político nacionalista y fundó en 1895 el Partido Nacionalista Vasco en el que se recogen
los siguientes fundamentos teóricos: La defensa de la recuperación de la independencia
vasca, creación de un estado con fronteras formado por Vizcaya, Álava, Guipúzcoa,
Navarra, Laburdi y Zuberoa ( territorios del Pirineo francés), al que Arana dio el
nombre de Euskadi y para el que creará una bandera ( la ikurriña).Radicalismo
antiespañol, se exaltará la etnia vasca. También lo definirá el integrismo religioso
católico y absoluta negación de cualquier otra religión no católica, el lema de Arana era
“ Dios y Leyes Viejas”. Se promocionará el euskera y la recuperación de las tradiciones
culturales vascas. Además se hará una apología del mundo rural vasco, defendía la vieja
sociedad tradicional desde una perspectiva antiliberal y xenófoba.
El P.N.V. se definía como un partido muy conservador, opuesto al liberalismo, la
industrialización, el españolismo y el socialismo. En los primeros momentos tuvo
escasa presencia, pero a partir de 1898-99 la base social se amplió y tuvieron los
primeros éxitos electorales en el ámbito local y provincial. Desde entonces convivieron
dos tendencias: una posibilista que propugnaba la reforma del Estado y la autonomía y
otra radical y seguidora de los postulados independentistas de Sabino Arana. En los
últimos años de su vida, el discurso fue moderándose y después de su muerte, el PNV
aceleró su transformación hacia la postura autonomista , lo que facilitó su expansión
entre las clases medias urbanas y rurales, preocupadas por el creciente peso los
trabajadores inmigrantes.
Los objetivos planteados tanto por el nacionalismo catalán como por el vasco no
tendrán respuesta durante el periodo de la Restauración, sólo la Lliga consiguió la
Mancomunidad. La falta de respuesta por parte de la administración central les llevó a
protagonizar la crisis de la Restauración, concretamente la Lliga será el partido político
protagonista de la Asamblea de Parlamentarios que fue una de las crisis que en 1917
estuvo a punto de poner fin a la Restauración.
Sólo durante la Segunda República Española, catalanes y vascos conseguirá su estatuto
de autonomía.
Podemos destacar otras manifestaciones regionalistas, pero de poca trascendencia
durante este periodo como  los regionalismos gallego y valenciano

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