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Historia de España 2º de Bachillerato Departamento de Geografía e Historia

Bloque 7. La Restauración Borbónica: implantación y afianzamiento de


un nuevo Sistema Político (1874-1902)

 Teoría y realidad del sistema canovista: la inspiración en el modelo inglés, la


Constitución de 1876 y el bipartidismo; el turno de partidos, el caciquismo y el
fraude electoral. El papel del ejército. 1
 La oposición al sistema: catalanismo, nacionalismo vasco, regionalismo
gallego, Carlismo, republicanismo y movimiento obrero. Los éxitos políticos:
estabilidad y consolidación del poder civil; la liquidación del problema carlista;
la solución temporal del problema de Cuba.
 La pérdida de las últimas colonias y la crisis del 98: la guerra de Cuba y con
Estados Unidos; el Tratado de París; repercusiones económicas, políticas y el
regeneracionismo.

Estándares

7.1. Explica los elementos fundamentales del sistema político ideado por
Cánovas.

7.2. Resume el origen y evolución del catalanismo, el nacionalismo vasco y el


regionalismo gallego.

7.3. Analiza las diferentes corrientes ideológicas del movimiento obrero y


campesino español, así como su evolución durante el último cuarto del siglo
XIX.

7.4. Especifica las consecuencias para España de la crisis del 98 en los


ámbitos económico, político e ideológico.

Conceptos

Alfonso XII, 1875


Antonio Cánovas del Castillo, 1875
Caciquismo, 1875
Anarquismo, 1875
PSOE, 1879
Práxedes Mateo Sagasta, 1881
Nacionalismo, 1882
Quintas, 1895
Desastre del 98, 1898

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Bloque 7. La Restauración Borbónica: implantación y afianzamiento de un nuevo Sistema


Político (1874-1902)

7.1. Explica los elementos fundamentales del sistema político ideado por Cánovas

El 29 de diciembre de 1874, el general Martínez Campos encabezó un alzamiento en Sagunto


y proclamó rey de España a Alfonso XII*, hijo de Isabel II. Al día siguiente, se formó en Madrid un 2
gobierno provisional presidido por Cánovas del Castillo*, artífice y creador del sistema de la
Restauración.

Cánovas preparó la llegada del rey Alfonso XII (1875 – 1885) a España consiguiendo la
abdicación de Isabel II en su hijo Alfonso, y presentando a éste como cabeza de una monarquía
semejante a la británica a través del manifiesto de Sandhurst. Rápidamente se establecieron las
bases para un nuevo sistema de gobierno liberal, conservador y “estable” respecto al tiempo
anterior de golpes de Estado, pronunciamientos, levantamientos carlistas y algaradas populares. En
los años siguientes se puso fin a los principales conflictos abiertos como la Tercera Guerra Carlista y
la Guerra de los Diez Años en Cuba.

El nuevo sistema de LA RESTAURACIÓN se basaba en el mantenimiento del orden social, la


protección de la propiedad, la estabilidad política y la defensa de LA MONARQUÍA, que ejercía como
árbitro de la política y tenía reconocidas amplias capacidades (soberanía compartida por las Cortes,
jefe del Ejército, elige al jefe de gobierno y no es responsable ante las Cortes) en la CONSTITUCIÓN
DE 1876. En diciembre de 1875 fueron convocadas Cortes Constituyentes por sufragio universal que
elaboraron una nueva constitución. La Constitución de 1876 posibilitaba el gobierno de las distintas
tendencias incorporadas al régimen y hacía recaer la soberanía en el Rey y las Cortes, que se
estructuraban en dos Cámaras: el Senado (con un marcado carácter elitista y conservador) y el
Congreso de los Diputados. En la cuestión del sufragio, la Constitución remitía a futuras leyes
electorales. El Rey nombraba y revocaba a los ministros y decidía cuándo debía ser sustituido un
Gobierno. Recogía la confesionalidad católica del Estado, que sería compatible con la tolerancia a
otros cultos. En su título I, la Constitución definía los clásicos derechos y libertades individuales de
forma muy parecida a la Constitución de 1869, pero que serían luego regulados por el Ejecutivo. El
poder judicial se presentaba como independiente.

La base de la CONSTITUCIÓN DE 1876 era doctrinaria y conservadora, con un texto flexible


compatible tanto para gobiernos conservadores como progresistas. De esta forma se daba
estabilidad al sistema, sin bloquear ninguna de las opciones de un sistema político BIPARTIDISTA.

El sistema de la Restauración sólo comprendía dos partidos (el Partido Liberal Conservador,
de Antonio Cánovas del Castillo, y el Partido Liberal Fusionista, de Práxedes Mateo Sagasta),
emulando así al sistema británico que permitía la alternancia pacífica de dos opciones políticas,
alejando del gobierno a militares y golpistas y anulando las posibilidades de otras organizaciones
políticas populares.

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El Partido Liberal-Conservador era dirigido por Antonio Cánovas del Castillo* hasta su
asesinato en 1897 a manos de un anarquista italiano. Una vez desaparecido Cánovas, el gran director
de la Restauración y el sistema bipartidista, el liderazgo fue disputado entre Francisco Silvela y
Francisco Romero Robledo. El origen del partido se encontraba en el grupo de alfonsinos. Su
ideología se basaba en un liberalismo conservador, defensor del sufragio censitario, el inmovilismo
social y la Iglesia. Entre sus bases sociales predominaban los grandes propietarios agrarios y la alta 3

burguesía industrial y financiera con intereses coloniales.

El Partido Liberal-Fusionista fue dirigido hasta 1903 por Práxedes Mateo Sagasta*, aunque
también destacaron Arsenio Martínez Campos o Segismundo Moret. Su progresismo era
esencialmente de orden, es decir, contrario a todo lo que pusiera en peligro las bases del régimen
burgués. Defendía una ampliación del sufragio, el reformismo social, la ampliación de derechos y
libertades y una sociedad laica sin privilegios para la Iglesia. Hundía sus raíces sociales en el alto
funcionariado y las clases medias.

Ambos partidos se alternaron en el poder a través del TURNISMO (creado en 1874 pero no
establecido por escrito hasta el Pacto del Pardo, 1885). En este sistema, las votaciones no
determinaban la composición del Congreso ni la composición del Ejecutivo. Era el rey quien decidía
el Gobierno, cambiándolo siempre tras una situación de crisis o cuando la acción gubernamental
había desgastado a un gabinete. El Rey nombraba entonces como presidente al líder del partido de
la oposición que disolvía el Congreso. Luego se realizaban unas elecciones amañadas (el reparto de
escaños y gobernadores civiles se decidía antes de la votación, práctica conocida como encasillado)
que garantizaban el resultado requerido con una amplia mayoría.

Este sistema solo era posible gracias al CACIQUISMO. El sufragio era controlado en el ámbito
de las provincias, por el gobernador civil y en el ámbito local por el «cacique», el oligarca, que
vigilaba y organizaba la emisión del voto en su demarcación. El caciquismo consistía en la relación
de carácter político y social que se establecía entre el cacique y sus clientes.

Debido a esto, la implantación del sufragio universal masculino, en 1890, no supuso la


existencia de una democracia. La manipulación electoral y el turno pacífico en el poder de los
partidos conservador y liberal continuaron después de 1890. El sistema de la Restauración favoreció
la celebración de consultas electorales, pero la voluntad de los electores no se expresaba de forma
libre y directa, sino que estaba sometida a procesos de manipulación y fraude. Junto al caciquismo
estaba la técnica del pucherazo, que iba desde la coacción al elector hasta la manipulación de los
censos y de los resultados obtenidos en las urnas

7.2. Resume el origen y evolución del catalanismo, el nacionalismo vasco y el regionalismo gallego.

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En los últimos años del siglo XIX aparecieron una serie de movimientos nacionalistas
(nacionalismo*) en la periferia de la Península Ibérica, principalmente donde había lenguas distintas
al castellano; Cataluña, País Vasco y Galicia. Nacieron como un fenómeno cultural a partir de la
reivindicación de las lenguas autóctonas (Renaixença en Cataluña, Rexurdimiento en Galicia). Al
factor cultural se sumó en el caso catalán y vasco el desarrollo industrial, mientras que en Galicia
fue precisamente el atraso económico y la falta de industrialización uno de los ingredientes
fundamentales de las aspiraciones nacionalistas. Desde el punto de vista político proponían una 4

estructura del estado español diferente del centralismo vigente desde el siglo XVIII que el sistema
de la Restauración había acentuado. Las demandas descentralizadoras conectaban con corrientes
anteriores como el foralismo y el federalismo. Sus ideas encontraron apoyo entre la burguesía y
lograron una proyección política con la creación de partidos políticos.

Los regionalismos y nacionalismos finiseculares fueron movimientos heterogéneos, cuyo


nexo de unión era su crítica respecto del sistema de la Restauración, sobre todo en su concepción
centralista del Estado.

NACIONALISMO CATALÁN: Los precedentes del catalanismo hay que buscarlos en la primera
mitad del siglo XIX, en torno al desarrollo de una burguesía industrial y al movimiento cultural de la
Renaixença, que reivindicaba la lengua y la peculiaridad catalana. Durante el Sexenio Democrático,
el catalanismo se manifiesta por vía de un federalismo construido desde la base, es decir, desde la
separación de Cataluña que permitiera un pacto federativo con los demás estados españoles.

Esto cambia durante la Restauración, cuando el catalanismo se constituye como un


movimiento político impulsado por Valentí Almirall que crea el Centre Catalá en 1882, cuya
actividad más importante fue la presentación, en 1885, a Alfonso XII del Memorial de Agravios, en
el que defendía el proteccionismo industrial (frente al librecambismo de los gobiernos liberales) y
el derecho catalán frente a la uniformización del derecho español.

En 1891 se creó la Unió Catalanista, que dio a conocer en las Bases de Manresa el primer
programa del catalanismo. Planteaba un ideario político conservador, que derivaba hacia un
nacionalismo basado en los principios de orden, tradición, religión y propiedad. Hacia finales del
siglo XIX, la burguesía catalana pasó a defender el catalanismo moderado, hecho que se plasmó,
1901, en la aparición de la Lliga Regionalista (Prat de la Riba y Francesc Cambó). Este partido que
logró romper el turnismo dinástico representaba la opción conservadora y moderna de las clases
medias, que condenaban el centralismo, pero no se oponían al modelo de sociedad existente.

NACIONALISMO VASCO: En 1876 se puso fin a las exenciones fiscales y militares del País
Vasco, aunque se articulaba un nuevo concierto. Esto significó una profunda crisis en la sociedad
vasca, ante la cual iban a reaccionar distintos sectores que terminaría aglutinando Sabino Arana. El
nacionalismo vasco adquirió carta de naturaleza política en 1895, con la fundación del Partido
Nacionalista Vasco (PNV) por Sabino Arana, que extrajo del fuerismo (supresión de los fueros en

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1876) su consecuencia última, el independentismo. El ideario de Arana se basaba en la defensa de


la integridad cultural y étnica del pueblo vasco, puesta en peligro por los efectos de la abolición de
los fueros y por la industrialización de fines de siglo, que provocó una importante inmigración de
gente no vasca (llamados despectivamente maketos). A diferencia de catalanes y gallegos, el
nacionalismo vasco propugnaba desde el principio la independencia política. Tras la muerte de
Sabino Arana se reorganizó su estructura evolucionando hacia posturas más moderadas.
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REGIONALISMO GALLEGO: Partió, como en el caso catalán, de una reivindicación de la


cultura gallega (Rexurdimiento), de su poesía (Rosalía de Castro) y de su historia (Murguía) para
articularse más tarde en demandas de carácter más político. El regionalismo gallego de los años
ochenta estuvo apoyado por los propietarios agrarios y los comerciantes. Integró una tendencia
tradicionalista, representada por Alfredo Brañas, con planteamientos antiliberales que mitificaban
la sociedad tradicional gallega; y una tendencia liberal, encabezada por Manuel Martínez Murguía,
responsable de la defensa en clave racial de Galicia como ente nacional. En 1891 fundó la Asociación
Regionalista gallega.

7.3. Analiza las diferentes corrientes ideológicas del movimiento obrero y campesino español, así
como su evolución durante el último cuarto del siglo XIX.

El movimiento obrero comenzó en España en los años 40 del siglo XIX con las asociaciones
de ayuda mutua, pero su desarrollo tuvo lugar a partir de 1868, amparado en la libertad de
asociación establecida en la Constitución de 1869.

Fue en 1868 cuando llegó a España Giuseppe Fanelli, miembro de la Asociación


Internacional de Trabajadores (AIT), enviado por Mijail Bakunin para organizar la sección española
de la Internacional sobre la base de las tesis anarquistas. Fanelli estableció dos secciones, en Madrid
y Barcelona. En diciembre de 1871 llegó a Madrid el dirigente de la Internacional, Paul Lafargue,
cuñado de Marx, y partidario de la corriente marxista. Entró en contacto con el núcleo madrileño
de tipógrafos que aceptó sus tesis. En el Congreso de Zaragoza de 1872 fueron expulsados de la
Sección Española de la AIT.

Serrano prohibió las asociaciones obreras en 1874, que, desde entonces, entraron en la
clandestinidad, incluyendo el periodo de la Restauración. A esto se unía que las condiciones de vida
de la clase obrera en los inicios de la Restauración seguían siendo muy duras. Durante el Sexenio se
habían realizado algunas reformas legales para mejorar condiciones sanitarias de los obreros, y
laborales de mujeres y niños, pero no se llegaron a aplicar. La situación era tan brutal que las Cortes
crearon, en 1883, una Comisión de Reformas Sociales que realizó informes que sacaban a la luz una
situación desoladora. Estos informes no se tradujeron en una mejora de la situación por la oposición
de terratenientes y propietarios de fábricas, todos ellos grandes garantes del sistema de la
Restauración.

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En la clandestinidad, y con la censura de prensa, el movimiento obrero se redujo al mínimo.


Además, ya estaba claramente escindido en dos corrientes, socialista y anarquista. Sin embargo, en
1881 el Gobierno de Sagasta volvió a permitir las asociaciones. Los ANARQUISTAS fundaron la FRTE:
Federación de Trabajadores de la Región Española. Sus principales focos estaban en el campo
andaluz, Cataluña, Aragón y Valencia. Los anarquistas rechazaban toda acción política por la vía
parlamentaria y tenían distintas estrategias, como el anarcosindicalismo (con mayor peso en
Cataluña) o el recurso a las acciones terroristas – bomba en el Liceo de Barcelona, motín de Jerez, 6

asesinato de Cánovas – impulsadas por la crisis económica de los años noventa. El gobierno
combatió el anarquismo con una fuerte represión (detenciones en masa, purgas de obreros
anarquistas, ejecuciones, pistolerismo de la patronal…) pero nunca consiguió detener el crecimiento
de organizaciones anarquistas.

El SOCIALISMO español nació en la Asociación de Tipógrafos, fundada por Pablo Iglesias, y


se organizó en 1879 como Partido Socialista Obrero Español (PSOE*). Sus aspiraciones eran la
emancipación de la clase trabajadora, la abolición de la propiedad privada de los medios de
producción y la posesión del poder político por parte de la clase trabajadora. La mayor
implantación del socialismo se dio en Madrid, Asturias y el País Vasco. En 1888 se creaba la UGT,
Unión General de Trabajadores, brazo sindical del socialismo español. En 1886 sale a la luz el rotativo
El Socialista, verdadero órgano difusor de su ideología. En 1889 se fundó la Segunda Internacional
en la que predominaba la corriente marxista y el PSOE se integró en ella. Aunque llevaron a cabo
algunas movilizaciones como la Huelga General de Bilbao de 1890, el socialismo español era
minoritario respecto al anarquismo. Influenciados por las teorías socialdemócratas de Bernstein, el
PSOE empezó a participar del juego democrático.

También se organizaron, a finales del siglo, movimientos obreros católicos. La encíclica


Rerum Novarum, de León XIII, denunció el socialismo y criticó moderadamente el sistema
capitalista. Animó a los obreros a encauzar sus reivindicaciones a través del Evangelio. Estas
asociaciones apenas arraigaron, pues los obreros identificaban a la Iglesia, gran soporte del sistema
de la Restauración, con el poder.

7.4. Especifica las consecuencias para España de la crisis del 98 en los ámbitos económico, político
e ideológico.

En 1895 se produjo la insurrección nacionalista que dio lugar a la última guerra cubana, en
la que podemos distinguir dos fases:

 Entre 1895 y 1898 se desarrolló la guerra entre el ejército español y los grupos
independentistas nativos.

 En 1898, a partir de la explosión del acorazado estadounidense Maine, anclado en


el puerto de La Habana, se produjo la intervención directa de Estados Unidos en el
conflicto, lo que llevó al enfrenamiento hispano-norteamericano que terminó con

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la Paz de París (1898) en la que España reconocía la derrota y liquidaba su imperio


colonial: Cuba se independizó, Filipinas y Puerto Rico se convertían en
protectorados estadounidenses.

El “desastre del 98”*, la derrota española en la guerra contra unos EE.UU en pleno proceso
imperialista, y la pérdida de los últimos restos del Imperio español de ultramar (Cuba, Puerto Rico y 7
Filipinas), trajo graves repercusiones para España, que cambiaron la visión de los españoles sobre
su nación y desembocaron en un espíritu de cambio que se traduciría en el Regeneracionismo*,
movimiento que tuvo vertientes diferentes: sociales, políticas y literarias.
Las consecuencias fueron de diverso tipo:
 Consecuencias económicas: Se perdieron los mercados coloniales, hecho muy
negativo para la economía española porque las mercancías que se extraían
principalmente de esos mercados (azúcar, cacao, café) tuvieron que comprarse en
el futuro a precios internacionales. La industria catalana se vio realmente afectada,
al perder los mercados preferentes con las colonias y la obtención a precios muy
baratos de las materias primas exportadas de las colonias. Al perder los mercados
de ultramar, la industria textil catalana se vio obligada a comprar materias primas a
los países europeos, lo cual incrementó el coste de los productos procedentes de la
industria catalana. Finalmente, la pérdida de las colonias favoreció el viraje hacia el
proteccionismo económico, que había comenzado unos años antes con el arancel
de 1891.
A medio plazo, la recuperación de los capitales invertidos en las colonias tuvo un
resultado positivo puesto que contribuyó a un gran desarrollo de la banca y al
saneamiento de la Hacienda.
 Consecuencias ideológicas: La identidad nacional entró en crisis tras la pérdida de
las últimas colonias, acontecimiento que evidenció los graves problemas que
atravesaba España y su decadencia, apartándola más aun de la primera plana como
potencia internacional. Como respuesta a los problemas de España nació el
Regeneracionismo*, una corriente de pensamiento plasmada en la Generación del
98 (Unamuno, Valle Inclán, Machado, Ramiro de Maeztu, Azorín, Baroja, etc).
Partiendo de postulados pesimistas, intentaron formular un diagnóstico y unas
soluciones que englobaron bajo el calificativo de “regeneración nacional”.
Consideraban la falta de educación como una de las principales causas del atraso del
país, y criticaban el sistema de la Restauración y su funcionamiento. Su lema era
“Escuela y despensa”. Uno de sus mayores representantes fue Joaquín Costa, autor
de “Oligarquía y caciquismo”.
El Regeneracionismo caló en la pequeña y mediana burguesía, que consideraban
necesaria una reforma profunda del desgastado sistema político, excesivamente
unido a los intereses de la oligarquía.

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 Consecuencias políticas: El sistema de la Restauración entró gravemente en crisis


tras el 98, arreciaron las críticas hacia los políticos, los militares, y hacia la corrupción
del sistema. El Regeneracionismo influyó en políticos dentro del propio sistema de
la Restauración, proponiendo una regeneración parcial del sistema pero sin
plantearse su abandono. A comienzos de 1899 se formó un gobierno con clara
voluntad regeneracionista dirigido por el conservador Francisco Silvela. Sin embargo
el empuje regeneracionista duró poco tiempo y Silvela presentó su renuncia antes 8

de finalizar el año 1900. De esta forma el turno dinástico continuó a pesar de la crisis.
La pérdida de Cuba, Filipinas y Puerto Rico, y la crisis del sistema de la Restauración,
facilitó el avance del nacionalismo* (vasco, gallego y catalán) y del republicanismo
así como del movimiento obrero que veían en el sistema de restauración borbónica
una traba para el desarrollo y modernización de España. El malestar popular ante el
sistema de quintas* unido al desastre militar generaron un sentimiento
antimilitarista. Además la vieja presencia en ultramar se trató de sustituir con una
mayor atención al norte de África. El africanismo sustituyó al colonialismo
ultramarino y al «recogimiento» diplomático.

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CONCEPTOS:

- Alfonso XII de Borbón: (Madrid 1857-1885). Rey de España de 1875 a 1885. En 1868, tras la revolución
de septiembre, marchó con su madre Isabel II al exilio. En diciembre de 1874 hizo público el Manifiesto
de Sandhurst por indicación de Cánovas del Castillo (principal valedor de la causa alfonsina); en el que
se ofrecía para ocupar el trono español conciliando el liberalismo con la tradición católica. Tras el 9
pronunciamiento de Martínez Campos el 29 de diciembre de 1874 fue proclamado Rey de España. Reinó
durante diez años apoyándose alternativamente en los dos grandes partidos dinásticos el Partido
Conservador de Cánovas y el Partido Liberal de Sagasta.

- Antonio Cánovas del Castillo: (Málaga 1828- Santa Águeda, Guipúzcoa 1897). Político conservador español que
estudió Derecho, ejerció el periodismo y publicó trabajos históricos antes de iniciar su actividad política en la
revolución de 1854 como redactor del Manifiesto de Manzanares. Fue ministro en varios gobiernos de la Unión
Liberal y diputado en las Cortes de 1869. Preparó el regreso de la monarquía borbónica en la figura de Alfonso XII
(redactó el Manifiesto de Sandhurst) y fue el principal artífice del sistema de la Restauración en 1875. Fundó el
Partido Conservador y ejerció la presidencia del Gobierno durante varias legislaturas, alternándose con el Partido
Liberal. Fue asesinado en un balneario por el anarquista italiano Miguel Angiolillo, como represalia por la
ejecución de los acusados en los procesos de Montjuïc.

- Caciquismo: Fenómeno social característico de la España del siglo XIX que se fundamentaba en la
influencia social de los caciques; personas que valiéndose de su poder económico, su influencia social y
autoridad influían en el comportamiento de los electores. En el sistema de la Restauración los caciques
eran un elemento clave en el fraude electoral ya que compraban los votos y hacían "favores" para
premiar la fidelidad electoral, concediendo puestos de trabajo, rebaja de contribuciones, facilidades
burocráticas, etc. Su principal fortaleza fue el mundo rural agrario, aunque también actuó en el ámbito
urbano.

- Anarquismo: Ideología que se basa en la sustitución de la autoridad del Estado por la solidaridad y el
apoyo mutuo, rechazaba toda acción política parlamentaria y defendía una sociedad sin Estado,
propiedad privada y clases sociales. Adoptó distintas estrategias, como el anarcosindicalismo (que
culminaría en la fundación de la CNT en 1910) o el recurso a las acciones terroristas (Liceo de Barcelona,
asesinato de Cánovas) que llevó al gobierno a ejercer una fuerte represión. Su implantación en el campo
andaluz y en los obreros catalanes fue mayor que la del socialismo, así en la Sección española de la AIT
(FRE, luego la FRTE) predominó la ideología anarquista.

- PSOE (Partido Socialista Obrero Español): Partido político de inspiración marxista fundado por Pablo
Iglesias en Madrid en 1879 alrededor de la Asociación de tipógrafos madrileños. Sus aspiraciones eran
la emancipación de la clase trabajadora, la abolición de la propiedad privada y la posesión del poder
político por parte de la clase trabajadora. Las áreas de mayor implantación fueron Madrid, Asturias y
el País Vasco. En 1886 salió a la luz el rotativo El Socialista, órgano difusor de la ideología socialista y en
1888 Pablo Iglesias fundó el brazo sindical del socialismo español, la UGT (Unión General de

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Trabajadores). Tras el triunfo de la Revolución Rusa el partido se escindió y el ala más radical fundó el
PCE (Partido Comunista Español) en 1921.

- Práxedes Mateo Sagasta: (Torrecilla de Cameros, La Rioja, 1825-Madrid 1903). Político español liberal-
progresista e ingeniero. Dirigió el periódico “La Iberia” y fue diputado desde los años cincuenta. Durante el Se-
xenio Democrático fue ministro en el gobierno de Prim y llegó a ser presidente del Consejo de Ministros con
Amadeo I como jefe del Partido Constitucional, a la izquierda del Partido Progresista. En la Restauración aceptó 10
el sistema político propuesto por Cánovas y en 1880 creó el Partido Fusionista (más tarde Partido Liberal) que
iniciará la práctica del turno de partidos a partir de 1881. Durante sus mandatos se produjo una débil apertura
democrática y tuvo que hacer frente a la crisis de 1898.

- Nacionalismo: Ideología y movimiento político que parte de la consideración de que toda nación
(comunidad étnica, cultural, lingüística) puede aspirar a constituir una organización política propia. El
nacionalismo surgió en el siglo XIX con las revoluciones liberal-burguesas. En España el concepto de
nación española como sujeto político apareció en la Constitución de 1812 y, a finales del siglo XIX
surgieron los nacionalismos periféricos: el catalán, vasco y gallego. De las reivindicaciones culturales de
mediados de siglo se dio paso a las aspiraciones políticas del último tercio de siglo, motivadas por los
efectos de la industrialización, el centralismo de la Restauración y la crisis de 1898.

- Quintas: Sistema de reemplazo mediante el sorteo de los mozos impuesto para prestar el servicio militar
obligatorio. En el siglo XIX su abolición fue una de las principales reivindicaciones de los movimientos
populares, pero las guerras carlistas y la de Cuba (1895) impidieron la supresión por parte de los
gobiernos liberales. Desde 1851 se autorizó la redención mediante el pago de una cantidad en metálico,
o enviando a otra persona en sustitución, por lo que los jóvenes de la clase alta podían evitar ir a filas lo
que permitía eludir el servicio a los hijos de las familias ricas y exacerbó aún más las protestas de las
clases populares. La ley de 1912 resolvió parcialmente la cuestión.

- Desastre del 98: La pérdida de las últimas colonias españolas, Cuba, Puerto Rico y las Filipinas fue
conocida en España como Desastre del 98. La derrota militar en la Guerra Hispano-estadounidense en
1898 supuso una auténtica crisis en la conciencia de los españoles y arrastró una serie de consecuencias.
A las pérdidas humanas y materiales hay que añadir las psicológicas y morales. Además contribuyó al
desprestigio militar y a la crisis política del sistema de la Restauración. Como respuesta a la crisis surgió
una corriente de pensamiento político-social denominada Regeneracionismo (Joaquín Costa) y la
Generación del 98 (Antonio Machado, Pío Baroja, Miguel de Unamuno, Azorín, Ramiro de Maeztu…).

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