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1. INTRODUCCIÓN
La restauración de la monarquía en Alfonso XII supone una etapa de estabilidad (hasta finales del
siglo XIX), a pesar de su llegada mediante el pronunciamiento de Martínez Campos. Esa estabilidad es
favorecida por la Constitución de 1876, el sistema bipartidista creado por Cánovas, y progreso
económico. Aun así, los defectos del sistema fueron: fraude electoral y caciquismo, el cual margina a
las masas y partidos que están fuera del sistema (republicanos, movimientos obreros, nacionalismos...).
Por tanto, en las regiones periféricas, surgirán los primeros movimientos regionalistas y nacionalistas para
obtener autonomía en un estado centralizado.
- Terminar con las continuas intervenciones del Ejército, que creaban inestabilidad política. A
través de una Real Orden (1875), quedó subordinado al poder civil, aunque a cambio se le dio un
elevado presupuesto. Así, se apostó por el civilismo, frente al militarismo.
Anteriormente, se terminaba con los dos grandes conflictos armados abiertos, la Guerra de Cuba (Paz
de Zanjón, 1878) y Tercera Guerra Carlista (1876).
Además, buscando estabilidad, se establece como norma el diálogo y el consenso, creándose el término
del posibilismo canovista. Es decir, en el arte de la palabra y la oratoria, todo era posible, y el acuerdo,
necesario.
No obstante, la existencia de la Institución monárquica en España de carácter parlamentaria y
constitucionalista y la confesionalidad del Estado, era para el padre de la Restauración, una de las
"verdades madre" de nuestro país. Por tanto, a partir de aquí, debía de construirse la nación mediante
su famoso posibilismo.
- Crear un sistema bipartidista basado en dos partidos burgueses que pacíficamente se fueran
turnando en el poder. Estos dos partidos serían el que él creo: el Partido Conservador, dirigido
por Cánovas (antiguo partido Moderado); y el Partido Liberal, dirigido por Práxedes Mateo
Sagasta (antiguo progresista). Ambos defendían la institución monárquica, la existencia de una
Constitución y la propiedad privada. Se nutrían principalmente de las élites económicas y de la
clase media acomodada.
El sistema garantizaba la alternancia pacífica en el poder, poniendo fin durante un largo periodo a
intervenciones militares y pronunciamientos. Sin embargo, el turno fue un puro artificio político, con el
fin de apartar del poder a las fuerzas que quedaban fuera del sistema diseñado por Cánovas: republicanos,
ultracatólicos (Carlistas), nacionalistas (Catalanes y Vascos) y socialistas (PSOE). Este no expresó la
voluntad de los electores, sino la de los dirigentes de los partidos que acordaban la alternancia, y el
disfrute del presupuesto y pactaban previamente. Entonces, se ponía en marcha el siguiente mecanismo:
- El Rey nombraba un nuevo Jefe de Gobierno y le otorga el decreto de disolución de Cortes.
Por su parte, en el caciquismo para los pequeños favores se dirigían al cacique local, en asuntos más
importantes se acudía al representante provincial del partido, y en caso necesario, a Madrid.
La clave de la adulteración electoral estaba en los caciques (encargados de llevar a la práctica los
resultados electorales acordados), personajes ricos e influyentes en la España rural (terratenientes,
abogados, prestamistas, notarios, comerciantes...), que amañaban las elecciones, dirigidos por el
Gobernador Civil provincial. Estos eran informados por el ministro de Gobernación de los resultados
que "debían" de salir en sus provincias, a través del encasillado (norma no escrita pero conocida por
todos).
Los métodos usados por los caciques durante las elecciones fueron: violencia y amenazas; cambio de
votos por favores (rebajas de impuestos, sorteo de quintos, saldo de préstamos, agilizar expedientes
que se eternizaban en las oficinas estatales...); o simplemente trampas en las elecciones, el conocido
popularmente como “pucherazo”.
El caciquismo fue un fenómeno que se dio en toda España, sobre todo en Castilla, Galicia y Andalucía,
donde mostró su peor cara. Se trataba de una élite rural surgida de los diferentes procesos
desamortizadores (tendencia a intervenir en los asuntos públicos y de afán de protagonismo político)
que se caracterizó por: poseer un patrimonio económico importantísimo y el parentesco, por el desarrollo
de relaciones endogámicas (práctica de contraer matrimonio entre personas de ascendencia común o
naturales de una pequeña localidad o comarca), que se convirtió en un elemento decisivo, reuniendo las
facciones, los clanes y los partidos de cada localidad, y en torno al cual se organizaba, además, la sucesión
de cargos y liderazgos.
De este modo, la España de finales del siglo XIX, fue configurándose como un país caracterizado por el
padrinazgo, la subordinación y el enchufismo.
Por tanto, el sistema de alternancia pacífica en el poder debía de quedarse durante la Regencia. Este
fue “El Pacto del Pardo”, que garantizó la estabilidad.
Ambos partidos lo cumplieron y facilitaron una alternativa regular y pacífica que permitió al sistema
superar con éxito la prueba de fuego de la muerte del Rey. Además, María Cristina de Habsburgo
demostró una gran prudencia política al respetar escrupulosamente las decisiones de los gobiernos en los
16 años en que desempeñó regencia.
Sagasta formó de nuevo gobierno en noviembre de 1885, y su partido obtuvo una clara mayoría en las
elecciones gracias a la manipulación electoral. El llamado “gobierno largo liberal” (duró desde 1885-
1890), incluyó una legislación llevándose a cabo una reforma más allá del sistema político, hasta darle su
forma característica.
3.1 El carlismo
Los ultra católicos eran una fuerza cada vez más secundaria que renunció a las armas (1876). Tenían
apoyos en el País Vasco, Navarra y Cataluña, mas nunca consiguieron más del 3% en las elecciones.
Además, desde el gobierno se adoptaron
dos importantes medidas para eliminar toda amenaza para el sistema:
- Se prohibió la estancia en España de don Carlos María de Borbón (Carlos VII).
- La Constitución de 1876 descartaba de la sucesión a la corona a toda la rama carlista de los
Borbones.
3.2 El republicanismo
Estuvieron bastante desorganizados, destacan los republicanos moderados de Melquiades Álvarez y el
Partido Radical Republicano (1908; Alejandro Lerroux, un político populista, anticlerical y demagogo).
Su desunión, tras el fracaso de la 1ª República española, les llevó a ser un grupo poco organizado y algo
secundario.
3.3 El socialismo
Todavía en secreto, nació en Madrid el Partido Socialista Obrero de España (1879) (PSOE), con Pablo
Iglesias. En 1888, el PSOE celebró su primer congreso y se fundó la Unión General de Trabajadores
(UGT), sindicato socialista. Opuestos a los anarquistas, los socialistas mantuvieron una ideología
colectivista, anticlerical y antiburguesa, pero más moderada que la del movimiento obrero español.
Partidarios de la lucha política y lucha obrera, Pablo Iglesias fue elegido diputado en 1910.
3.4 El anarquismo
Tras la ley de Asociaciones (1881; gobierno liberal de Sagasta), tuvieron una gran actividad organizativa
y de luchas sociales. En 1881, nació la Federación de Trabajadores de la Región Española. Finalmente, en
el Congreso en Barcelona (1910), nació la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), el mayor sindicato
español con gran fuerza entre los obreros agrícolas andaluces (jornaleros) y los obreros industriales
catalanes. Los anarquistas defendieron una ideología colectivista, libertaria, apolítica, anticlerical y
revolucionaria.
4. REGIONALISMOS Y NACIONALISMOS
A finales del siglo XIX comenzó en España el ascenso de algunos movimientos de carácter
nacionalista o regionalista:
Valentí Almirall (1882), el padre del catalanismo político, creó el Centre Catalá, organización
política que reivindicaba la autonomía y denunciaba el caciquismo.
La Lliga Regionalista nace (1901) un partido conservador, católico y burgués con dos objetivos
principales: autonomía política para Cataluña dentro de España y defensa de los intereses económicos de
los industriales catalanes. Francesc Cambó fue el principal dirigente y Enric Prat de la Riba ideólogo.
4.2 Nacionalismo vasco
El gran impulsor fue Sabino Arana, nacido en una familia carlista y ultracatólica, creó los fundamentos
ideológicos del nacionalismo vasco: independencia de Euskalerria; integrismo religioso católico (Dios y
Leyes Viejas); exaltación de la etnia vasca (actitud racista, rechazaba a los matrimonios entre vascos y
los habitantes del País Vasco que procedían de otras regiones de España); Idealización y ensalzamiento de
un mítico mundo rural vasco (contrapuesto a la sociedad industrial españolizada).
Esto llevó a la creación del Partido Nacionalista Vasco (1895) (PNV) que progresó a principios del
siglo XX. En 1902, Arana fue elegido diputado provincial por Bilbao.
5. CONCLUSIÓN
En los últimos años de la regencia de María Cristina Cánovas del Castillo fue asesinado por el
anarquista Michele Angiolillo (el 8 de agosto de 1897). Esto, junto al desastre del 98, favoreció el
desgaste del sistema canovista; que, con la crisis generada tras la pérdida de las últimas colonias y la
ausencia de Cánovas del Castillo, dificultó la práctica del sistema. A todo esto, se sumó el fallecimiento de
Sagasta (el 5 de enero de 1903).
La desaparición de los dos grandes líderes, junto a la crisis interna que vivía España, provocó un
importante fraccionamiento político surgiendo un nuevo ideario basado en el Regeneracionismo y el
revisionismo de sus partidos. Desde principios de siglo, nuevos líderes competirán por la jefatura de los
dos partidos. Finalmente, Alfonso XIII alcanzó la mayoría de edad a los 16 años y 17 de mayo de 1902,
Alfonso XIII juró la Constitución de 1876 como nuevo rey de España.