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CONSTITUCIÓN DE 1876

“Don Alfonso XII, por la gracia de Dios, Rey constitucional de España; a todos los que las presentes vieren y
entendieren, sabed: Que en unión y de acuerdo con las Cortes del Reino actualmente, hemos venido en decretar
y sancionar lo siguiente: (…)
Art. 4. Ningún español, ni extranjero, podrá ser detenido sino en los casos y en la forma que las leyes
prescriban.
[ ... ]
Art. 10. No se impondrá jamás la pena de confiscación de bienes, y nadie podrá ser privado de su propiedad
sino por autoridad competente y por causa justificada de utilidad pública, previa siempre la correspondiente
indemnización.
Art. 11. La religión Católica, Apostólica, Romana es la del Estado. La Nación se obliga a mantener el culto
y sus ministros. Nadie será molestado en el territorio español por sus opiniones religiosas ni por el ejercicio
de su respectivo culto, salvo el respeto debido a la moral cristiana. No se permitirán, sin embargo otras
manifestaciones públicas que las de la religión del Estado
Art. 13. Todo español tiene derecho: De emitir libremente sus ideas y opiniones, ya de palabra, ya por escrito,
valiéndose de la imprenta o de otro procedimiento semejante, sin sujeción a la censura previa. De reunirse
pacíficamente. De asociarse para los fines de la vida humana.

Art. 14. Las leyes dictarán las reglas oportunas para asegurar a los españoles en el respeto recíproco de los
derechos que este título le reconoce, sin menoscabo de los derechos de la Nación, ni los atributos esenciales
del Poder público [ ... ]
Art. 16. Ningún español puede ser procesado ni sentenciado sino por un juez o tribunal competente, en virtud
de leyes anteriores al delito y en la forma que éstas prescriban.
Art. 18. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey.
Art. 19. Las Cortes se componen de los Cuerpos colegisladores, iguales en facultades: el Senado y el Congreso
de los Diputados.
Art. 20. El Senado se compone: 1º De senadores por derecho propio. 2º De senadores vitalicios nombrados
por la Corona. 3º De senadores elegidos por las corporaciones del Estado y mayores contribuyentes en la
forma que determine la ley. El número de senadores por derecho propio y vitalicios no podrá exceder de ciento
ochenta. Este será el número de senadores electivos [...].
Art. 28. Los Diputados se elegirán y podrán ser reelegido indefinidamente por el método que determine la
ley.
Art. 32. [ ... ] Corresponde al Rey convocarlas (las Cortes), suspender y cerrar sus sesiones y disolver
simultánea o separadamente la parte electiva.

Oligarquía y Caciquismo
Los elementos componentes de nuestro régimen oligárquico son tres: 1º Los oligarcas (los llamados primates)
prohombres o notables de cada bando, que forman su “plana mayor” residentes ordinariamente en el centro.
2º Los caciques, de primero, segundo o ulterior grado, diseminados por el territorio. 3º El gobernador civil,
que les sirve de órgano de comunicación y de instrumento. A esto se reduce fundamentalmente todo el artificio
bajo cuya pesadumbre gime rendida y postrada la nación
Oligarcas y caciques constituyen lo que solemos denominar clase directora o gobernante, distribuida o
encasillada en «partidos».
En las elecciones, dice, no es el pueblo, sino las clases conservadoras y gobernantes, quienes falsifican el
sufragio y corrompen el sistema, abusando de su posición, de su riqueza, de los resortes de la autoridad y del
poder que, para dirigir desde él a las masas, les había sido entregado.

COSTA, Joaquín (1901): Oligarquía y caciquismo, edición de Alfonso Ortí, Madrid, Ediciones de la Revista
de Trabajo, p. 19-20.

El cacique

Consecuencia de este sistema es el caciquismo, o sea, el entronizamiento de ciertos individuos en las


localidades, los cuales, como instrumento del diputado, son dueños de los resortes administrativos. El cacique
da y quita míseros empleos que disfrutan los más pobres del pueblo; suyos son el cartero, el secretario del
Ayuntamiento, el peón caminero, el expendedor de efectos estancados. El cacique es quien al hacer el reparto
de la contribución carga la mano al adversario, aliviando al amigo, de lo que se originan disgustos mil, y a
veces porrazos y hasta puñaladas. Verdad que el tirano de la aldea agobia a ésta con sus exigencias, hasta el
punto de que muchos representantes del país reniegan de la hora en que se metieron en líos.

PÉREZ GALDÓS, B.: OBRAS COMPLETAS. Vol III.1994.

Catalanismo y españolismo en el pensamiento de Prat de la Riba (1899).

Enclavada Cataluña en el área geográfica conocida con el nombre de España, somos españoles, del mismo
modo que somos europeos por estar comprendida España dentro del continente Europa. Gobernada España
por el Estado español, los catalanes somos españoles como miembros de este Estado, como ciudadanos de
esta sociedad política.

No somos, pues, enemigos de España, tomada en este sentido (el único real), ni al combatir el Estado español
queremos otra cosa que rehacerlo pon equidad y justicia y con una organización más adecuada y perfecta,
dentro de la cual Cataluña puede encontrar una vida de libertad y de progreso.

La Veu de Catalunya no es ni ha sido nunca separatista, como no lo son ni lo han sido nunca las Asambleas
catalanistas: las Bases de Manresa, programa de la gran mayoría de los autonomistas catalanes, son
incompatibles con una aspiración separatista. Y esto que decimos ahora lo hemos dicho siempre (…) queremos
ver la patria catalana unida con vínculos de hermandad con los demás pueblos de España, formando una
familia fuerte y bien avenida, sin Cenicientas explotadas, sin herederas altivas.
Riquer, Borja (1977): Liga Regionalista. La burguesía catalana; el nacionalismo
(1878-1904), Barcelona, p. 38.

La ideología de Prat de la Riba


Pregunta.- ¿Cuál es la patria de los catalanes?
Respuesta.- Cataluña. (…)
P.- ¿Qué es, pues, la patria?
R.- La comunidad de gentes que hablan una misma lengua, tienen una historia común y viven hermanados por
un mismo espíritu. (…)
P.- ¿Cómo debemos poner fin a esta industria (…)?
R.- Estableciendo que todos los cargos públicos de Cataluña deben ser desempeñados por catalanes. (…)
P.- ¿Qué otro derecho se nos ha de reconocer?
R.- El uso de la lengua catalana en todos los actos públicos y privados como la única oficial de Cataluña.

E. Prat de la Riba y P. Montanyola, Compendi de la doctrina catalanista, 1894

Las Bases de Manresa de 1892

Poder Central

Base 1ª. Sus atribuciones.

a. Las relaciones internacionales.


b. El ejército de mar y tierra, las obras de defensa y la enseñanza militar.
c. Las relaciones económicas de España con los aranceles y el ramo de Aduanas.
d. La construcción, y conservación de carreteras, ferrocarriles, canales y puertos que sean de interés
general…
e. La formación del presupuesto anual de gastos.

Poder Regional

Base 3ª: La lengua catalana será la única que, con carácter oficial, podrá usarse en Cataluña y en las relaciones
de esta región con el poder central.
Base 4ª: Sólo los catalanes, ya lo sean de nacimiento o en virtud de la naturalización, podrán desempeñar en
Cataluña cargos públicos… También deberán ser ejercidos por catalanes los cargos militares que comporten
jurisdicción.
Base 6ª: Cataluña será la única soberana de su gobierno interior.
Base 7ª: El poder legislativo Regional radicará en las Cortes catalanas.
Base 8ª: El poder judicial se organizará restableciendo la antigua Audiencia de Cataluña…
Base 12ª: Cataluña contribuirá a la formación del ejército permanente de mar y tierra por medio de voluntarios
o bien mediante una compensación en metálico.

Base 13ª: El mantenimiento del orden público y seguridad interior de Cataluña estarán confiadas al Somatén,
y para el servicio activo permanente se creará un cuerpo parecido al de los “Mossos de l´Esquadra” o de la
Guardia Civil…
Base 15ª: La enseñanza pública, en sus diferentes ramas y grados, deberá organizarse de una forma adecuada
a las necesidades y carácter de la civilización de Cataluña…
Base 16ª: La Constitución Catalana y los derechos de los catalanes estarán bajo la salvaguarda del Poder
ejecutivo catalán…

Manresa, 27 de marzo de 1892. El presidente, Lluís Doménech i Montaner. –Los secretarios, Enric
Prat de la Riba, Joseph Soler i Palet.”

La pureza de la raza

Los catalanes quisieran que no sólo ellos, sino también todos los demás españoles establecidos en su
región hablasen catalán; para nosotros sería la ruina el que los maketos residentes en nuestro territorio hablasen
euskera. ¿Por qué? Porque la pureza de la raza es, como la lengua, uno de los fundamentos del lema vizcaíno,
y mientras la lengua, siempre que haya una buena gramática y un buen diccionario, puede restaurarse aunque
nadie la hable, la raza, en cambio, no puede resucitarse una vez perdida.

Sabino Arana, Errores catalanistas. 1894.

Sabino Arana: el discurso de Larrazabal (1892)

Fui yo carlista hasta los 17 años, porque carlista había sido mi padre, aunque un carlista que sólo
trabajó por el lema Religión y Fueros y a quien el dolor de la ruina de nuestras libertades lo llevó al sepulcro…
Pero el año ochenta y dos mi hermano ya era bizcaíno nacionalista; yo defendía mi carlismo per
accidens… tantas pruebas históricas y políticas me presentó él para convencerme de que Bizcaya no era
España…que mi mente entró en la fase de la duda y concluí prometiéndole estudiar con ánimo sereno la
historia de Vizcaya y adherirme firmemente a la verdad…
Tres trabajos se presentaron desde le primer día ante mis ojos: estudiar la lengua de mi patria, que
desgraciadamente me era en absoluto desconocida, su historia y sus leyes; y en segundo lugar, proporcionar a
los compatriotas que no poseyeran el euskera, por medio de la publicación de una Gramática, el medio de
aprenderlo, e instruirlos, mediante algunos libros, y un periódico, en la historia y la política patrias; y como
síntesis de todos estos trabajos, la extirpación del extranjerismo e implantación del patriotismo…
Unos cuantos folletos y el opúsculo Bizcaya por su Independencia es cuanto mi pluma hasta el presente
ha dado a la publicidad… La sociedad nacionalista no está aún constituida… Habéis de perdonarme que os
haya dirigido la palabra en idioma extranjero.
Y ahora, gritad conmigo: ¡Viva la independencia de Vizcaya!.

Resolución conjunta del Senado y la Cámara de Representantes de Estados Unidos


(18-4-1898)

Considerando que el aborrecible estado de cosas que ha existido en Cuba durante los últimos tres años,
en isla tan próxima a nuestro territorio, ha herido el sentimiento moral del pueblo de los Estados Unidos; ha
sido un desdoro para la civilización cristiana y ha llegado a un período crítico con la destrucción de un barco
de guerra norteamericano y con la muerte de 266 de entre sus oficiales y tripulantes, cuando el buque visitaba
amistosamente el puerto de La Habana (…).

El Senado y la Cámara de Representantes, reunidas en Congreso, acuerdan:


Primero: Que el pueblo de Cuba es y debe ser libre e independiente.

Segundo: Que es deber de los Estados Unidos exigir, y por la presente su gobierno exige, que el gobierno
español renuncie inmediatamente a su autoridad y gobierno en Cuba y retire sus fuerzas terrestres y navales
de las tierras y los mares de la isla.
Tercero: Que se autoriza al presidente de los Estados Unidos y se le encarga y ordena que utilice todas las
fuerzas militares y navales de los Estados Unidos (…) en el número que sea necesario para llevar a cabo estos
acuerdos.

Cuarto: Que los Estados Unidos, por la presente, niegan que tengan ningún deseo ni intención de ejercer
jurisdicción ni soberanía, ni intervenir en el gobierno de Cuba, si no es para su pacificación, y afirman su
propósito de dejar el dominio y gobierno de la isla al pueblo de esta, una vez realizada dicha pacificación”.

El Tratado de Paz de París (10-12-1898)

Art. 1. España renuncia a todo derecho de soberanía y propiedad sobre Cuba. En atención a que dicha
isla, cuando sea evacuada por España, va a ser ocupada por los Estados Unidos, los Estados Unidos mientras
dure su ocupación, tomarán sobre sí y cumplirán las obligaciones que por el hecho de ocuparla les impone el
derecho internacional, para la protección de vidas y haciendas.
Art. 2. España cede a los Estados Unidos la isla de Puerto Rico y las demás que están ahora bajo la
soberanía en las Indias Occidentales, y la isla de Guam en el archipiélago de Las Marianas.

Art. 3. España cede a los Estados Unidos el archipiélago conocido por las islas Filipinas. Los Estados
Unidos pagarán a España la suma de veinte millones de dólares dentro de los tres meses después del canje de
ratificaciones del presente tratado.

Aprobado por el Senado Estadounidense el 6 de febrero de 1899.

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