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¿Qué sucede en la escuela con las prácticas de lectura y escritura en tiempos en que

la aplicación de la tecnología no limita su uso?

Jennifer Alejandra Oviedo Devia

Edward Michael Cardozo Prías

Joana Carolina Urrego Valero

Lizeth Camargo Ñungo

Yira Andrea López Carrillo

Universidad del Tolima

Instituto de Educación a Distancia IDEAD

Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana

Lectura y Escritura en la Escuela

Ibagué

2020

Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana


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    “la educación requiere nuevos modelos para construir sujetos


 con capacidad de sobrevivir y surfear en estas aguas turbulentas”
(Bauman, 2008)
Planteamiento de la problemática: 
Los niños y niñas nacidos desde el año 2000 que corresponden a lo que se conoce
como la generación zeta, se han venido desarrollando en medio de la era digital, esto ha
tenido implicaciones en la manera en cómo se concibe la escuela, y por supuesto -dentro
y fuera de ella- todo lo correspondiente a las prácticas de lectura y escritura. Los niños,
niñas y adolescentes que crecen a la par con estos cambios se van acoplando a la
perfección, desarrollando habilidades que les permita hacer parte activa, de ese sin
número de posibilidades comunicativas mediadas principalmente por el uso de aparatos
tecnológicos (Smartphone, Tablet, PC, ipad, etc.) en las que se pueden explorar
aplicaciones y otras herramientas, que van configurando y de alguna manera
condicionando las nuevas posibilidades de interacción en la que se envuelve la sociedad,
en ese sentido si nos remitimos a la literacidad es decir: “lo que la gente hace con la
lectura y la escritura” hoy,  tenemos que remitirnos necesariamente al uso de nuevas
herramientas como las redes sociales y los audiolibros.

Según el ministerio de las TIC, para finales de 2019 Colombia alcanzó 65 millones de
líneas de telefonía móvil y para el 2020, luego del confinamiento provocado por la
pandemia, que ha motivado al país y a los diferentes sectores económicos e instituciones
educativas en todos los niveles, a aumentar el acceso a internet a un gran porcentaje de la
población, para mantener sus funciones en medio de la crisis de salubridad que enfrenta
al mundo. Hablar de la efectividad en términos de conectividad, accesibilidad y la
eficacia de los dispositivos electrónicos de la población colombiana no es el tema que nos
compete hoy. Sin embargo, lo que sí hay que dejar claro independientemente de la
calidad de la tecnología, de los aparatos tecnológicos y la red, es que un gran porcentaje
de la población colombiana a pesar de ser un país del tercer mundo cuenta con acceso a
dispositivos tecnológicos de diferentes gamas. Además, este mismo reporte manifestó que
las aplicaciones más usadas por los colombianos. Encabeza la lista: WhatsApp, seguido
por Facebook, Instagram y Messenger, es decir aplicaciones móviles que motivan y
posibilitan la comunicación y el uso de información de manera asertiva 

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Los niños y niñas y adolescentes no podían quedarse atrás, según el DANE Como
parte de la más reciente encuesta de calidad de vida realizada en 2017 (no existen
reportes más recientes) reveló que "en 2017 el 73,2% de las personas de 5 años y más
manifestó tener teléfono celular. En las cabeceras la proporción fue 76,6% y en los
centros poblados y rural disperso 60,9%". Por último, reveló que el 95 por ciento de los
niños en Colombia tiene hoy un perfil de Facebook, la gran mayoría lo utilizan para
hablar con sus mamás y resto para compartir con sus amigos.

Si empezamos a mirar con lupa todos estos porcentajes en relación con la realidad en
la que nos desenvolvemos hoy en día, de inmediato se generan muchas reflexiones y más,
si nos ubicamos desde la mirada educativa y el futuro de la misma, por eso nos surge la
siguiente interrogante: ¿Qué sucede en la escuela con las prácticas de lectura y
escritura en tiempos en que la aplicación de la tecnología no limita su uso? 

Es llamativo observar la naturalidad con la que cualquier niño de escasa edad coge
entre sus manos y maneja, sí maneja, cualquier elemento tecnológico. Adquiere hábitos y
gestos con gran facilidad en el uso de pantallas táctiles, hasta el punto que uno llega a
pensar que traen de serie algún gen que en nuestra generación no existía. Es como si sus
manos estuvieran preparadas para el uso de cualquier gadget. Estos “nativos digitales”
siguen descubriendo los maravillosos usos de las plataformas tecnológicas, estas les
permiten informarse, conectarse e interactuar, ejecutar y desarrollar muchas de las
actividades académicas que en otra década requería de un tiempo más extenso para
indagar, informarse y comprender aquellas tareas asignadas en el campo educativo. 

La lectura y la escritura como práctica social hoy día, pretenden dar cuenta de manera
relevante sobre los contextos donde se desarrolla, pues desde la singularidad de los
individuos pone en práctica métodos y procesos para su enseñanza. Pero, desde nuestro
punto de vista, gracias a las observaciones que se hacen en el campo educativo, esta
enseñanza presenta falencias. Estas son notorias al intentar vincular a todo el grupo que
desarrolla dichas prácticas, pero por razones de entorno y contexto no cumplen a
cabalidad su objetivo. Cada educando debe comprender y reflexionar acerca de su

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proceso de aprendizaje y cómo éste reconstruye su entorno dado a los aprendizajes que
han querido.

las nuevas perspectivas en las que se desenvuelven estas prácticas se han


reconfigurado en la “modernidad líquida”, tiempos que cambian tan rápidamente que la
enseñanza debe obedecer a sus requerimientos, “vivimos en tiempos de acelerados
cambios socioculturales provocados en parte por el impacto transformador de las
tecnologías digitales” (Bauman, 2008). Estamos en este momento enfrentando una
realidad en la que, literalmente, la tecnología es el eje central, las redes sociales han
influenciado en su vida cotidiana de tal manera, que ya adquieren una rutina en la que va
incluido el adquirir hábitos de lectura y escritura por medio de estas, dándonos de una u
otra forma una estrecha comunicación, en donde Facebook y twitter son las más
populares a la hora de adoptar estas: también denominadas nuevas formas de lectura y
escritura. Además, los jóvenes que escriben y leen en estas plataformas, tienen en claro
que los enunciados que ven en estas resultan ser “políticamente correctas” en la escuela.

Entonces la educación debe tratar de develar algunas circunstancias que han llevado a
las prácticas de lectura y escritura a ajustarse a los nuevos tiempos, porque “cuando el
mundo está en constante cambio, la educación debe ser lo bastante rápida para acoplarse
a esta, estamos ante la educación líquida” (Bauman, 2008). la tecnología ha ofertado un
sin número de información de manera fácil y rápida, lo que ha llevado a los jóvenes a
naufragar en “aguas turbulentas”, y es que no es de gratis, cada vez nos vamos dando
cuenta que, a pesar de las herramientas que nos da la tecnología para sacar un máximo
provecho, se utilizan estos medios para simplemente salir del paso, es por esto que nos
vemos motivados a reflexionar sobre este tema.

la lectura y la escritura como una práctica social:

Todo lo anteriormente mencionado deriva de la necesidad de reconocer el contexto en


el que la lectura y la escritura se desarrolla como una práctica situada, esto implica
reconocer que la lectura y la escritura se desenvuelven con un propósito social específico.
Para Zabala la literacidad, es decir lo que la gente hace con la lectura y la escritura,
trasciende más allá de la escuela, ya que las personas no escriben para leer y escribir en sí

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mismo, sino para lograr una actividad social concreta: uno lee una receta de cocina para
cocinar, escribe una carta para mantener una amistad, entrega una solicitud para ejercer
un derecho ciudadano, lee el periódico para informarse, escribe una lista para organizar
su vida, etc.

Según Zabala, “Como el uso de la literacidad es esencialmente social, no se localiza


únicamente en la mente de las personas o en los textos leídos o escritos sino, también, en
la interacción interpersonal y en lo que la gente hace con estos textos. Al abarcar lo que
las personas hacen con los textos y lo que estas formas significan para ellos, esta mirada
social de la literacidad agrega la perspectiva de las prácticas a los estudios de los textos, a
partir de un marco en el que la lectura y la escritura son concebidas como actividades
situadas en el espacio entre el pensamiento y el texto”.

En ese sentido, si empezamos a reconocer las diferentes prácticas de lectura y escritura


que se desarrollan en la escuela, y la traemos al contexto cultural y social en la que se
configuran, se organizan pero al mismo tiempo, por las mismas necesidades humanas que
evocan en transformaciones sociales se reconfiguran y se resignifican también, esas
mismas prácticas de lectura y escritura, entonces tenemos que analizar necesariamente el
impacto que ha tenido la tecnología en estas prácticas de lectura y escritura en la escuela
y cómo esto también nos va generando nuevas reflexiones en nuestro qué hacer como
docentes. 

los hábitos de lectura y escritura en los tiempos de la modernidad líquida:

En una era de digitalización, donde ya el valor de tener un libro en la biblioteca es


equiparable a tener un archivo de computadora, el facilismo se apodera de los jóvenes y
niños quienes buscan alternativas a la lectura y por ende, no están en un total desarrollo
del hábito lector. Contrario a ello, se centran en las redes sociales, en donde el flujo
constante de datos, les da la información que necesitan sin tener que experimentar el olor
a libro viejo, ni es rigor de pasar cientos de páginas hasta encontrar lo que necesitamos
saber.

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Lo anterior deriva en que haya una disminución en la calidad de la producción textual,


así como el interés en la misma que ahora, solamente se realiza para entretenimiento de
masas, dejando de lado incluso las normas ortográficas que son esenciales para un texto,
ya que el acceso a estas redes no contiene información completamente cierta, y de baja
calidad, haciendo que el ejercicio de leer y escribir en dichas redes sea mucho más
problemático para los jóvenes. Aunque, contradictoriamente, las redes sociales pueden
llegar a potenciar la lectura y la escritura porque facilitan la interpretación de diferentes
discursos, intercambiar opiniones, compartir obras de su gusto, realizar comentarios de
cultura, entre muchas más cosas.

Pero ¿qué pasa con la lectura? En medio de esta era digital se pone un objetivo, a
nivel nacional, de incrementar los índices de lectura. En un diálogo reciente que tuvimos
con Carlos Gálvez, coordinador de la red departamental de bibliotecas públicas,
menciona que el objetivo es pasar de los 2,4 libros anuales por persona (índice actual) a 5
libros anuales por persona; y en estos momentos de aislamiento, se han realizado, de
producción tolimense, una grabación masiva de audiolibros como herramienta para que la
literatura llegue a más personas. Pero ¿es un audiolibro realmente una forma de
lectura? existen varias posturas al respecto. 

Inicialmente, encontramos quienes defienden el uso de esta herramienta dado que,


gracias a ella pueden llegar a un público diverso e incluso generar que el hábito de la
lectura llegue a ser inclusivo dado que, a través de ellos, personas con discapacidades
visuales pueden llegar a disfrutar de grandes obras que han sido trasladadas a este medio
auditivo. Esto ayuda a que, en teoría, se incrementen los índices lectores. Igualmente
resulta ser una gran herramienta en los primeros años, puesto que se utiliza regularmente
como herramienta para que niños entre 2 y 5 años se interesen por las historias que
alberga la gran variedad de cuentos que existen en nuestras bibliotecas nacionales.
Notamos entonces que existe una razón de peso para su producción.

Sin embargo, es necesario ver la otra cara de la moneda. El hecho de que estos
audiolibros se hayan convertido en una herramienta de libre distribución ha traído
reacciones que van en contra de los mismos. Tuvimos la oportunidad de hablar con

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diferentes maestros del área de Literatura y Lengua Castellana como Luz Myrian Prías,
que ejerce su labor docente en la Institución Educativa Félix Tiberio Guzmán del
municipio del Espinal. Ella, trata regularmente de que sus estudiantes, de 9° a 11°,
realicen diferentes lecturas a lo largo del año escolar, encontrándose con el hecho de que
sus estudiantes hacen uso del audiolibro para este objetivo. “Está muy bien si el objetivo
es simplemente hacer la tarea y conocer la historia que trae consigo el libro, pero es muy
diferente escuchar una historia a leer un libro. la lectura trae consigo un ejercicio que se
nutre en reciprocidad con la escritura y enriquece el glosario del lector” (L. Prías,
comunicación personal, 10 de noviembre de 2020).

Y es que en su clase con estudiantes de grado 11°, donde están llevando a cabo la
lectura de La Metamorfosis de Franz Kafka, hizo un ejercicio que demuestra lo anterior.
Entre las primeras frases del libro encontramos la palabra “Alféizar”. Preguntó entonces a
sus alumnos quiénes habían hecho uso del audiolibro para realizar la “lectura” y en un
rápido ejercicio pidió que, a través del chat de la clase, escribieran esa palabra,
encontrándose con que ninguno de ellos la escribió de forma correcta y que, de hecho, no
sabían qué significaba. Incluso, algunos no recordaban en qué momento apareció.

A lo que queremos llegar con esto es que, al realizar el ejercicio de lectura, se


desarrollan habilidades ortográficas a través de la retención visual. Esta misma retención
ocasiona que exista una curiosidad por palabras que se hacen desconocidas al lector. La
profesora entonces dice una frase en la que resume esta conclusión: “Valora el proceso
sobre los resultados”. El proceso de lectura va a permitir que, al igual que aquel que
escucha un audiolibro, conozca la historia que el autor cuenta. Sin embargo, además de
ello, el que lee el libro (sea en formato digital o impreso, pero que realice el proceso de
lectura) desarrolla habilidades ortográficas que van a verse reflejadas en la calidad de su
escritura. 

Vemos entonces el contraste de posiciones frente a esta herramienta y cómo, trayendo


a este contexto la pregunta que nos hicimos sobre la ausencia de límites a la hora del uso
de herramientas tecnológicas frente a la enseñanza de la lectura y la escritura, la podemos
analizar. Por un lado se puede llegar a más personas, incluso a aquellas que en principio

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no tienen esta posibilidad porque tienen limitaciones, generando un aumento en el interés


por la literatura, lo cual es maravilloso; y por otro lado, como el uso desmedido y sin
control de estas herramientas deviene en que se pierda el interés por la palabra escrita y
exista entonces una seria disminución en la calidad de la producción textual que, a diario,
nos encontramos en lo que se ha denominado el uso del lenguaje para redes sociales.
Cabe resaltar que el audiolibro es solamente una de las miles de herramientas que se
implementan hoy día para la enseñanza y que, en este análisis, tomamos como sujeto de
observación para llegar a una posible respuesta a nuestro cuestionamiento.

retomamos nuevamente la pregunta que surgió, teniendo en cuenta las prácticas de lectura y
escritura contextualizadas ¿Qué sucede en la escuela con las prácticas de lectura y escritura en
tiempos en que la aplicación de la tecnología no limita su uso? la resaltamos porque sabemos
que el ejercicio que se tiene en la escuela con los procesos de lectura y escritura son
imparables. Pero el objetivo del ejercicio de esta enseñanza en la era de digitalización y acceso
en las generaciones educativas sería demostrar cómo estas herramientas no están lejanas en las
prácticas en lo que al trabajo escolar de lectura y escritura concierne.  hacer de la literacidad una
práctica consciente en la escuela con los educandos reconfigurando nuestro saber pedagógico a
través de estas prácticas se permitiría de manera acertada mejorar la enseñanza de lectura y
escritura en la escuela, situando a los estudiantes desde sus contextos en estas.      
 “Es importante que reconozcamos la importancia del contexto, la identidad y la práctica en la
lectura y escritura y que prestemos atención a la manera en que la gente le confiere sentido a su
vida a través de prácticas letradas cotidianas que no suelen ser reconocidas en el discurso
hegemónico acerca de la literacidad. Aunque no se trate de sustituir las prácticas letradas
escolares por las cotidianas, habría que acercar más la escuela a las necesidades de la gente y
esto implica preguntarnos qué tipo de lectores y escritores queremos producir y para qué
propósitos. Para contestar a esta pregunta no nos queda sino reconocer la multiplicidad de
literacidades e incorporar a nuestra experiencia docente esta dimensión de lo leído que se
interesa por lo que la gente hace con los textos” Zavala.

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Referencias Bibliográficas:

 BAUMAN, Z (2008) Los retos de la educación en la modernidad liquida. (2da

ed) Barcelona, Gedisa.

 Zavala, Virginia. (2008). La literacidad, o lo que la gente hace con la lectura y la

escritura. Textos de Didáctica de la Lengua y la Literatura, 47, 71-79. Recuperado

de http://www.udea.edu.co/wps/wcm/connect/udea/28b1862b-59a7-4eb8-8d1a

bd3eff425b5c/doc-guia-lengua-literatura. pdf?MOD=AJPERES

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