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Conocimiento
Los sentidos nos conectan con el mundo. Vivir es experimentar, es decir, absorber
información del exterior a través de la percepción, o sea, de los sentidos. A esa
captación de la información del exterior la llama Hume impresión. La forma más viva
de impresión es la propia percepción, la experiencia sensorial, que es la que introduce
contenidos en la mente. Después, la mente puede evocar (recordar, imaginar) esas
percepciones, y también llamamos a esto impresión, solo que estas impresiones son
mucho más débiles, más difusas.
Las ideas que habitan en nuestra mente son el fruto de las impresiones sensoriales,
que se almacenan en nuestra memoria para que podamos recordarlas en cualquier
momento. Esto es lo mismo que decir que lo único cierto que podemos decir al
respecto del mundo es aquello que hemos experimentado. Solo es real lo que se
percibe, y cualquier otra cosa, que no sea resultado de la percepción, no es más que
una pura fantasía. Por supuesto, no existen esas ideas innatas de Descartes, pero
tampoco los conceptos como la libertad, la justicia… Eso son una especie de ilusiones
mentales; es verdad que, indirectamente, provienen de la experiencia (vemos un
esclavo, experimentamos la esclavitud, y entonces pensamos en la libertad, pero no
percibimos la libertad), pero, en última instancia, esas ideas no son más que un
producto de nuestra imaginación.
Nuestra mente, sin embargo, quiere pensar que el humo debe ser efecto del fuego, y
que el fuego debe ser causa del humo. Hume afirma que esto es un disparate, una
ilusión, una fantasía. No existe la causalidad, la ley de causa y efecto, sino que solo
existen los hechos, los fenómenos que podemos percibir y experimentar. Existe el
fuego, luego el humo, pero no hay entre ellos ninguna relación (si la hay, no lo
podemos decir, porque no podemos experimentar, percibir, esa relación).
La teoría del conocimiento de Hume consiste en esto. Hume afirma que no podemos
afirmar como cierto nada que no hayamos experimentado, percibido por medio de los
sentidos. Hume es un empirista, y a esto nos referimos cuando hablamos del
empirismo: el conocimiento verdadero es el de los sentidos, y cualquier operación que
hagamos con la mente, que no sea estrictamente percibir, es pura fantasía (esto es
justo lo contrario de lo que decía Descartes, que llegó a la verdad absoluta utilizando
solo la razón, sin partir de ningún tipo de experiencia o percepción).
Ética
Lo contrario de la razón es la emoción, eso está claro. Hume afirma que las acciones,
propias o ajenas, generan en nosotros sentimientos, emociones. Es decir, que al
experimentar una acción, propia o ajena (al ver un asesinato, o cómo alguien le regala
un caramelo a un niño), sentimos. Experiencia y sentimiento van de la mano, y es el
sentimiento derivado de la experiencia el que tiene que guiarnos, porque el
sentimiento, a diferencia de la reflexión racional, dice la verdad (la razón fantasea,
pero el sentimiento nos conecta con el mundo).
Bien, pero, ¿cómo se puede formular una teoría ética basándonos en la emoción?
Hume no piensa que guiarnos por la emoción significa ser irracionales, estúpidos,
locos movidos por el sentimiento y la pasión. ¿Cómo no? Porque, según Hume, toda la
Humanidad comparte los mismos sentimientos (son ellos, de hecho, los que,
precisamente, nos hacen humanos). Excepto un número muy escaso de personas que
no tienen corazón, todos sentimos más o menos lo mismo cuando experimentamos las
acciones propias o ajenas. Hume dice que existen dos conductas fundamentales: el
egoísmo y el altruismo. Y dice, igualmente, que el egoísmo y el altruismo provocan en
los seres humanos dos sentimientos fundamentales: desprecio y aprecio. Según
Hume, un robo, o un homicidio, que son conductas egoístas por definición, hacen
sentir a toda la Humanidad desprecio, mientras que una buena acción, como ayudar a
una persona mayor a cruzar la calle, hace sentir a toda la Humanidad aprecio.
O sea, que lejos de pensar que las emociones son totalmente subjetivas, propias de
cada uno, Hume afirma que las emociones son universales, comunes a toda la
Humanidad. Entonces sí que es posible formular una teoría ética en base a la
emoción, siempre y cuando todos los seres humanos compartamos esas emociones.
Hume piensa que hemos de obrar con altruismo, tratando de provocar en la
Humanidad un sentimiento de aprecio, y que debemos de huir de (o condenar) las
actitudes egoístas, las que provocan desprecio en la Humanidad.
Kant
Conocimiento
Cuando Kant dice puro, se refiere a a priori. ¿Qué es a priori? Todo aquello que es
anterior a la experiencia, que existe antes/al margen de la percepción. Afirma Kant que
la mente humana está equipada con la capacidad para intuir (percibir, sentir) de
manera espaciotemporal. Todo lo que vemos, lo vemos en el espacio y el tiempo, y
esto es un filtro, porque, sin el espacio ni el tiempo, lo único que veríamos sería un
conjunto sin forma de representaciones (olores, colores, sonidos… Desordenados, sin
sentido).
¿Qué significa esto? A grandes rasgos, significa que el conocimiento comienza en los
sentidos. Esto acerca a Kant a los empiristas (a Hume), porque Kant está diciendo que
no hay nada en la mente que no haya pasado antes por los sentidos (o, mejor dicho,
que puede haber cosas en la mente que no hayan pasado por los sentidos, pero el
conocimiento, como tal, tiene necesariamente que empezar con la sensibilidad). Pero
Kant no es un empirista; el conocimiento comienza en la sensibilidad, pero no acaba
ahí. El siguiente paso en nuestro camino al conocimiento es el entendimiento.
Hay una cosa importante que hemos de comprender sobre Kant. Él denomina
fenómenos a las cosas del mundo, a los hechos de Hume, que se presentan ante
nosotros para que los captemos por medio de la sensibilidad. Los fenómenos que
hemos logrado captar, y, además, conceptualizar, se convierten en objetos, que no es
lo mismo. Pero Kant tiene un tercer concepto importante en su teoría del conocimiento:
el concepto de noúmeno. Kant dice que el fenómeno es la realidad tal como se
presenta ante nosotros, para que podamos conocerla utilizando las facultades (las
herramientas) mentales con las que contamos. El noúmeno, afirma Kant, es la
realidad en sí, tal como es en sí misma, y no tal como aparece ante nosotros. Lo que
Kant está diciendo es que la realidad, en sí misma, al margen del ser humano, es de
una forma (probablemente, porque no podemos saberlo a ciencia cierta), y eso no es
lo mismo que la realidad como se presenta ante nosotros, en su apariencia.
Ética
Además de la teoría del conocimiento, Kant tiene una teoría ética muy elaborada.
Vamos a intentar explicarla de una forma simple, pero también es importante, para
entenderla, que comprendamos su objetivo: formular una ética universal, que sirva
para guiar al hombre en todo momento y todo lugar. El concepto fundamental de la
ética de Kant es el deber, porque, según él, la ética tiene que dedicarse a indicarnos
qué debemos hacer, o sea, tiene que aclararnos cuál es nuestro deber en el mundo.
Kant propone una ética universal. ¿Cómo puede ser universal una teoría ética? Kant
piensa, a diferencia de Hume, que lo que tiene que orientarnos en nuestra acción es la
razón (no la emoción). Hume decía que emociones como el desprecio y el aprecio son
comunes a toda la Humanidad; Kant piensa que es la razón la que es común a toda la
Humanidad, que todos los hombres poseen racionalidad, de modo que todos los
hombres, potencialmente, podrían orientarse igual en el mundo.
Otra condición que Kant pone a la ética, para que sea universal (además de basarse
en esa racionalidad compartida por todos los seres humanos), es que no tenga
contenidos. ¿Qué significa esto? Decimos que una ética tiene contenidos cuando
impone mandatos concretos (la ética cristiana: no matarás, no robarás…). Kant afirma
que, si las teorías éticas nos indican específicamente qué debemos hacer y qué no,
entonces vuelven a ser condicionales y contingentes. “No matarás” parece algo
razonable, ¿verdad? Pero, ¿y si estás en la guerra, defendiendo a tu familia y tu país
de una amenaza como el Nazismo? ¿No matarás? Una ética que indique cosas
concretas (contenidos) siempre puede ser puesta en duda, y, por tanto, nunca será
universal.
En lugar de eso, Kant propone una ética formal: no indica qué debemos hacer
exactamente, sino que descubre pautas (mandatos, reglas, normas) generales para el
comportamiento. Dice Kant que, usando la racionalidad, la Humanidad tiene
necesariamente que descubrir las mismas pautas de comportamiento. Además, la
racionalidad tiene que imponérselas a cada ser humano, es decir, que cada uno de
nosotros tenemos que ser esclavos de la razón, porque la razón encuentra el deber,
que es absolutamente cierto, válido para todos los casos. A esos mandatos de la
razón, Kant los llama imperativos (categóricos); el imperativo categórico es algo así
como: “obra de tal forma que tu acción pueda ser convertida en ley universal” (o sea,
que no te digo cómo tienes que actuar de forma específica y concreta, sino que te doy
una pauta, para que la uses correctamente en cada caso concreto).
Marx
Como sabemos, Marx es un filósofo muy interesado por la historia, la política,
la economía y el funcionamiento de la sociedad. Buena parte de su filosofía se dedica
a describir cómo son las cosas, pero con el fin de transformar la realidad, no solo de
hacer un análisis de una situación histórica. Marx dice que la filosofía tiene que servir
para cambiar las cosas, que no puede ser una tarea únicamente teórica, porque
entonces no vale para nada. Vamos a ver qué dice Marx al respecto del
funcionamiento de la sociedad y sobre el hombre.
Sociedad
Marx vive en el siglo XIX, en pleno auge del capitalismo. La sociedad que Marx
describe, con el fin de transformarla, es la sociedad capitalista: una sociedad en la
que, como siempre en la historia, dos clases sociales luchan por la hegemonía (la
burguesía y el proletariado). La burguesía es la clase social dominante, dueña de los
medios de producción (de las máquinas, las fábricas y el mercado), y el proletariado es
la clase oprimida, condenada a trabajar para los burgueses, para su beneficio, a
cambio de su subsistencia.
Antropología
No es que Marx tenga una teoría antropológica (sobre el hombre) como tal, pero sí
que reflexiona mucho sobre cómo es el hombre, cómo vive, y cómo debe vivir. Marx
recibe la influencia filosófica de Hegel, que piensa en el hombre en términos
espirituales; Marx es mucho más materialista que Hegel (piensa que lo auténtico de la
realidad es lo material, lo físico, no lo espiritual, lo inmaterial), pero también tiene un
concepto muy espiritual del hombre.
Marx piensa que el ser humano está llamado a ser libre. Piensa que el hombre, la
Humanidad, es como un espíritu que anhela libertad. El sistema capitalista es
estructuralmente perverso porque arrebata al hombre la posibilidad de ser feliz, y lo
sitúa en una posición de esclavitud con respecto a la economía. Esa es la
contradicción fundamental que Marx ve en el sistema capitalista: las cosas (los
productos, la economía) toman el control de la vida del hombre, y el hombre, como
necesita vivir, no tiene más remedio que vender su trabajo, renunciando a su libertad,
para conseguir los medios necesarios para sobrevivir (de nuevo, el fetichismo de la
mercancía).
La historia ha llevado al hombre hasta este punto trágico, pero el desarrollo de los
acontecimientos históricos no termina con el capitalismo. Dada la naturaleza del
hombre (cuya esencia es la libertad, y que desea de forma innata ser feliz), Marx
piensa que ha de tener lugar una revolución proletaria, en la que el hombre real (el que
busca la libertad, y no la satisfacción material, como los burgueses) tome las riendas
de la historia y de su propia vida. El hombre es esclavo de sus circunstancias, de las
condiciones económicas y materiales (pésimas) de su vida, pero esto tiene que
cambiar, porque el ser humano no está hecho para la esclavitud.
Nietzsche
Corriente negativa
Corriente positiva
Efectivamente, vivir sin autoridad, sin referencias, sin normas morales, sin Dios, sin
una verdad (filosófica o científica) que nos diga cómo es el mundo… Es dificilísimo.
Pero dice Nietzsche que hay hombres preparados para vivir así. Nietzsche declara la
muerte de Dios, que significa la muerte, la destrucción, del modelo tradicional de vida,
el que imponen la filosofía y la religión de Occidente. Nietzsche es un destructor, pero
destruye para crear, para inaugurar una nueva Humanidad.