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TOMÁS DE AQUINO VS ARISTÓTELES

SEMEJANZAS

 El realismo aristotélico aparece también en la filosofía de Tomás de Aquino. Las formas aristotélicas son las esencias de las que habla Santo Tomás. La
doctrina de los universales de Santo Tomás es claramente deudora de todos los escritos aristotélicos sobre filosofía primera.
 Tomás de Aquino defenderá la necesaria colaboración entre los sentidos y la razón: el conocimiento comienza por los sentidos y continúa con la participación
del entendimiento, que se encargaría de crear los conceptos de las cosas a partir de la información de los sentidos.
 Tomás de Aquino toma también de Aristóteles su concepción antropológica: el hombre es la unión sustancial de cuerpo y alma. El cuerpo es la materia prima
del hombre y el alma su forma sustancial.
 La ética teleológica de Aristóteles supone que para uno y otro el fin último es la felicidad. La concepción de la virtud tomista es similar a la aristotélica, y
también coincidirá con el pensador griego en todo lo tocante a la virtud.
 En la política la propuesta del modelo de gobierno, la clasificación de las formas de gobierno... La política aristotélica estará subordinada a ideas cristianas.

DIFERENCIAS

 Tomás de Aquino está asombrado ante el hecho de que Aristóteles hubiera sido capaz de construir un sistema de pensamiento coherente y que se sostenía
por sí solo al margen de la Verdad revelada, Tomás de Aquino sostiene que el conocimiento de dicha Verdad hace que podamos llegar mucho más lejos de lo que
lo hizo Aristóteles, concretamente en su metafísica, doctrina del conocimiento, antropología, ética y política.
 En la metafísica tomista, se señala el doble papel de la esencia: como acto respecto a la materia prima y como potencia respecto al acto de ser, lo cual le
permite a Tomás de Aquino sostener racionalmente que la creación ha tenido un principio en el tiempo.
 Su doctrina del conocimiento, a diferencia de Aristóteles no considera al intelecto agente de origen divino y adherido accidentalmente al alma, sino que
constituye únicamente una función del alma humana.
 Aristóteles sostiene que el alma humana desaparece cuando se separa del cuerpo subsistiendo únicamente el intelecto agente, para Tomás de Aquino el alma
humana es inmortal y subsistente.
 En la ética, para Aristóteles la felicidad tiene un marcado carácter intelectual y se identifica con la contemplación de Dios, para Tomás de Aquino la felicidad
implica a la totalidad de la persona. Se identifica con el amor a Dios y sólo resulta perfecto después de la muerte.
 En la política, es necesario tener en cuenta que el carácter cristiano de Tomás de Aquino le lleva considerar que el bien común que persigue la sociedad debe
incluir los bienes espirituales que forman parte de la vida cristiana, por lo que constituye una obligación para el príncipe cristiano facilitar la tarea pastoral de
la Iglesia.
DESCARTES VS HUME

SEMEJANZAS

 El conocimiento no tiene un papel meramente declarativo de la realidad sino constitutivo.


 La realidad no es anterior en un sentido absoluto al conocimiento, sino por el contrario, es el conocimiento el que determina qué es la realidad. Todo lo que Yo
pueda decir de la realidad depende de lo que Yo conozca de ella Bi fundamento para afirmar algo de la realidad es el conocimiento.

DIFERENCIAS

Descartes sostiene la doctrina de las ideas innatas; ese tipo de ideas que no fabricamos nosotros; ni que ponemos en marcha con los sentidos, la imaginación ni el
contacto con la experiencia, sino que vienen ya dadas: aludirá al yo; el mundo y Dios como las principales de esas ideas. Hume sostenía que el conocimiento tiene su
base en la experiencia; ese conocimiento no dispone de ideas innatas, pues para Hume las ideas solo son copias atenuadas de las impresiones.

El carácter universal y necesario que Descartes otorga al conocimiento racional sólo se da según Hume en el ámbito de las relaciones de ideas. En el de las cuestiones
de hecho, aquel al que se tiene acceso mediante la experiencia, solo es posible hacer recuentos y enumeraciones de fenómenos, sin pretensión alguna de universalidad
ni necesidad.

Descartes es aún un metafísico, aunque paradójicamente contribuye a la disolución de la metafísica; sin embargo, todavía sigue construyendo su sistema sobre la base
de dos ideas básicas: la noción de causa y la de sustancia. Hume desmontará la validez de ambas.

Descartes nos ha legado una definición de sustancia (*aquello que no necesita de otra cosa para existir") y una teoría de la sustancia en la que distinguía entre
sustancias pensantes (Dios y el Yo) y sustancia extensa (el Mundo).

Hume, en cambio, demuestra su escepticismo radical en este tema y constata que la idea de sustancia no es más que una idea fruto de nuestra imaginación, que no
tiene detrás una impresión en la que sustentarse y que, por tanto, no admite la categoría de ser real. Las sustancias no son entes reales, únicamente son nociones,
conceptos que nuestro conocimiento construye para unir una determinada serie de percepciones.

Así, el yo; esa primera verdad cartesiana, se desvanece en la filosofía de Hume hasta quedar en un simple "haz de percepciones".

Otro tanto ocurrirá con la sustancia Dios: mientras Descartes deducía la existencia de Dios a partir de la existencia del yo y sus ideas, Hume permanece en el
agnosticismo pues aduce que ninguna sensación tengo de Dios, ninguna impresión me da nota de su existencia.

En cuanto al Mundo: Descartes hablaba de este como de una sustancia cuyo atributo era la extensión, Hume, de nuevo, se opone a la afirmación del mundo como
sustancia, como algo real y autónomo porque para Hume solo existen cosas particulares y contingentes, del mundo como totalidad sigo sin tener ninguna impresión.

La noción de causa, correrá la misma suerte: para Hume la idea de causa (la causalidad) es tan solo una ley con la que asociamos ideas que pretendemos aplicar a
nuestro conocimiento de los hechos: estos son contingentes, particulares y basados en la experiencia; las causas pretenden ser necesarias, universales y saltar por
encima de la experiencia. La causalidad, dirá Hume, no es más que una operación de nuestra mente que apoyándose en la costumbre de la observación de los hechos
pasados y en la creencia de suponer que aquello que hemos visto -en lo tocante a una relación entre hechos- se repetirá de igual modo en el futuro, nos ofrece una
provisional y muy limitada explicación de las relaciones entre hechos.

En el plano de la ética, Descartes admite lo que él llama una "moral provisional" siempre vigilada por la razón y defiende por encima de todo la libertad como base del
comportamiento moral del hombre. En cambio, Hume se alía con la moral emotivista, aquella que ve en las pasiones o emociones la base de nuestro comportamiento
moral, abocando la razón a un triste papel: ser esclava de las pasiones. Para Hume la moral, que resulta útil para vivir en sociedad, es una especie de sentimiento con
el que contamos los humanos y que se acerca a lo que pasa en la vida con lo que podemos llamar dos lentes: la agradabilidad y la utilidad. Podríamos decir ahora que
bajo esas lentes el hombre diviso moralmente el mundo, tratando como bueno lo que le resulta agradable y útil. Hay que precisar que ese criterio de utilidad tiene un
rendimiento social, es decir, que se trata de lo que es útil socialmente, no solo individualmente.

Por otra parte, Hume de nuevo parece bastante escéptico si de lo que se trata es de afirmar la libertad del hombre, porque supone a este atado a pasiones que
determinan su comportamiento. Mientras en Descartes la razón era tan fuerte que llegaba incluso a agrandar y mejorar la libertad del hombre, en Hume la libertad
puede que sea tan solo una ilusión. En este último punto quizá Hume se inspire en otro racionalista: Baruch Spinoza, para quien el hombre se cree libre porque
desconoce las verdaderas causas de lo que ocurre en el mundo.

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