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Henri Wallon (París, 1879-1963)

Médico y Doctor en Psicología francés.

Describió el desarrollo mental del niño como una sucesión de estadios, deteniéndose en el
análisis de los aspectos cognitivos, biológicos, afectivos y sociales.

El autor define postulados fundantes para la psicología evolutiva de la época: la


organización biológica, las relaciones entre lo orgánico y lo social, el valor de la
maduración, la unidad de lo congénito y lo adquirido, la génesis y desarrollo de la
personalidad.

Su concepto de vida psíquica remite al resultado de la relación entre un ser organizado y su


medio. Los factores fundamentales de la evolución psicológica del niño son la emoción, el
otro, el medio, el movimiento, la imitación. Todos estos factores en constante interacción
mutua. Cada uno es predominante en cada estadio del desarrollo.

Como resultado de una relación, la idea de cuerpo en el niño, como entidad unificada y
propia, no se da repentinamente. La noción de las partes del cuerpo como partes de un
todo, es decir, su diferenciación e integración, se constituye luego de un desarrollo de
etapas sucesivas que coinciden con las del desarrollo exteroceptivo (sensibilidad que
provee el conjunto de impresiones contraponibles como mundo exterior, al propio cuerpo).
Este autor resulta privilegiado para introducirnos en las ideas de que el movimiento (junto
con el medio, el otro y la emoción) son factores fundamentales de la evolución psicológica
del niño.

En el libro Los orígenes del carácter en el niño de 1934, redefine el concepto de


“cenestesia”. Dicha noción (proveniente del griego "común" y "sensación", "sensación en
común") es la denominación dada al conjunto vago de sensaciones que un individuo posee
de su cuerpo. El origen del concepto de cenestesia (la palabra «cenestesia», aparece por
primera vez en 1794) se remonta a Descartes, quien en Las pasiones del alma distingue tres
categorías de percepciones causadas en el alma por el cuerpo, de impresiones mentales que
«vienen al alma por los nervios», es decir, que son experiencias mentales causadas por
fenómenos o eventos neurofisiológicos: a) las que «referimos a los objetos externos que
impresionan nuestros sentidos»; b) las «que referimos a nuestro cuerpo o a alguna de sus
partes» y c) las que referimos a nuestra alma. H. Wallon la retoma para conceptualizar la
noción de “Yo corporal”.
El Yo corporal, no se limita solo a la coordinación de los órganos y de su actividad. Exige
la distinción entre lo referido al mundo exterior y lo atribuido al cuerpo propio.

En el inicio no hay integración funcional de las sensibilidades. Es necesario entonces que


estén mielinizadas las fibras nerviosas del sistema neurológico y la posibilidad de
integración de los dominios interoceptivos, propioceptivo y exteroceptivo para que
comience la distinción entre lo referido al mundo exterior y lo atribuido al propio cuerpo
(no solo la coordinación de los órganos y su actividad). Es lo que Wallon llama “premisas
psicofisiológicas de la conciencia corporal”. El Yo psíquico implica el Yo corporal y exige
la oposición de personalidades extrañas a su propia personalidad (diferencia yo/ no yo).

En este desarrollo hay una secuencia de la diferenciación y progreso de las relaciones


relativas al propio cuerpo. Importancia del equilibrio. Relación entre equilibrio –
movimiento. Importancia del papel de la mano. Importancia de los elementos ópticos. Lo
visual en la constitución del esquema corporal. La representación del propio cuerpo, en la
medida en que existe, debe necesariamente responder a esta condición (la exteriorización).
Solo puede formarse exteriorizándose.

Considera como elemento de base indispensable para la construcción de la personalidad, la


representación del propio cuerpo.

El llamado “esquema corporal” se trataría, dice Wallon, de imágenes más o menos latentes
que responden a las diferentes partes del cuerpo, a sus posiciones variables, a sus
desplazamientos y también a su potencial de actividades y actitudes virtuales. En ese
sentido, el cuerpo se encontraría de esta manera ligado al espacio.

Para el autor, la representación del propio cuerpo es una representación mediata. El niño
comienza por ser complemento de su medio. Sus exigencias propioceptivas están en manos
del que lo asiste.

Lo que se denomina “esquema corporal” es para Wallon la base indispensable de la


actividad práctica y de la actividad conciente: “El esquema corporal es una necesidad. Se
constituye según las necesidades de la actividad. No es un dato inicial ni una entidad
biológica o psíquica. Es el resultado y la condición de relaciones justas entre el individuo y
el medio.” (Wallon, H: 1954:69-80).

“Kinestesia e imagen visual del propio cuerpo en el niño” Wallon (1954)

 Constitución del niño: representación más o menos global, específica y


diferenciada del propio cuerpo.
 Psiquismo y motricidad: expresiones de las relaciones reales del ser y del medio.
 Sensibilidad corporal (cenestesia): conjunto de sensaciones percibidas desde el
interior del organismo.
 Efectos afectivos y subjetivos
 3 tipos:
 Sensibilidad interoceptiva: de todas las manifestaciones orgánicas, las que están en
relación con el tubo digestivo y la alimentación son las que parecen tener mayor
concomitancia con el desarrollo psíquico de niño. Teniendo que abrir o cerrar el tubo
digestivo, la actividad bucal desarrolla y afina sus conexiones, sus mecanismos, sus
aptitudes discriminativas. Llega a ser una especie de intermediario entre las
necesidades del organismo y el medio exterior.
Pero pronto los órganos interoceptivos van a servir de órganos exteroceptivos, el
mundo exterior ira tomando una importancia gradualmente mayor para el niño a
medida que se establezcan las conexiones entre estos dominios de su actividad.
Llevando todo lo que él toma a su boca, que es la zona de sensibilidad más despierta
de su cuerpo, aprende a distinguir las cosas entre sí. Es el periodo del espacio bucal (4
mes).
 Sensibilidad propioceptiva-postural: contribuye de manera preponderante a construir
la noción del propio cuerpo. Sus primeras manifestaciones son contemporáneas del
nacimiento y remontan aun al periodo fetal. Todos consisten en sistemas sinérgicos de
movimientos y actitudes, en sistemas constituidos de tal manera que el desplazamiento
efectuado por una parte del cuerpo y las resistencias que encuentra provocan, en el
resto del cuerpo, las actitudes y movimientos que pueden mantener mejor el equilibrio
general y concurrir a la realización de la acción perseguida. Interesa, a través de la
actividad muscular, el mantenimiento de la actividad psíquica misma.
Dominio exteroceptivo: hacen su aparición en el trascurso de las primeras semanas o de
los primeros meses. En el noveno mes hay una coordinación perfecta entre los
movimientos de los ojos, los parpados y la frente.
El equilibrio: al mismo tiempo que se constituyen las sinergias parciales van a
desarrollarse las sinergias generalizadas, a las que se remite el equilibrio del cuerpo. El
movimiento depende del equilibrio. Este le asegura el punto de apoyo necesario en cada
instante de su ejecución. Este punto de apoyo debe poder proporcionar la resistencia a las
resistencias.
 Sensaciones kinestésicas: aquellas sensaciones que distintos puntos corporales se
encargan de transmitir continuamente a los centros nerviosos, sean provocadas por
agentes internos o externos.

 Sensibilidad corporal

 Sensbilidad sensorial:
 Mundo externo
 Objetivos accesibles a nuestra percepción.
 Interdependencia entre el espacio subjetivo (psique) y el espacio donde las cosas
pueden ser percibidas (mundo- objeto)
 Adaptación a los objetos para la actividad motriz.
 Base fisiológica y estructura neurológica.

Los primeros movimientos del bebé son parte de reacciones afectivas ligadas a necesidades
o malestares ejemplo: hambre.

Kinestesia: efecto de varias sensibilidades (interoceptiva- propioceptiva). Actividad


circular que puede ejercerse en el camp: auditivo, visual, cutáneo.

Formas precoces y fundamentales para la constitución del esquema corporal.

Esquema corporal: no dado dese los inicios.

Mahler: diferencia entre nacimiento biológico y psicológico.

 Imagen más o menos latente de las diferentes pates del cuerpo (posiciones-
desplazamientos)
 Base indispensable de la actividad práctica y actividad consciente.
 Resultado y condición de las relaciones e interacciones con el otro-mundo.
Dolto: La imagen inconsciente del cuerpo. Capítulo 1: Esquema corporal e imagen del
cuerpo.

Estudio a través de expresiones artísticas de los niños, dibujo- modelado en la clínica. Para
dar cuenta de la representación del cuerpo en el aparato psíquico (CC- PrCc- Icc).
Dibujos, efusión de colores, formas, son medios espontáneos de expresión en la
mayor parte de los niños. Es sorprendente lo que poco a poco se impuso como una
evidencia: que las instancias de la teoría freudiana del aparato psíquico, Ello, Yo,
Superyó, son localizables en cualquier composición libre, ya sea gráfica, plástica,
etc. Estas producciones del niño son, auténticos fantasmas representados, desde las que se
pueden descifrar las estructuras inconscientes.
La imagen del cuerpo no es la representada por el niño, sino que se trabaja e infiere en el
espacio terapeútico.
Cuerpo: mediador organizado entre el sujeto y el mundo.
Realidad de hecho, vivir carnal al contacto con el mundo físico.
Ec e imagen Icc no son lo mismo.
El esquema corporal especifica al individuo en cuento representante de la especie, sean
cuales fueran el lugar, la época o las condiciones en que vive. Este esquema corporal será
el intérprete activo o pasivo de la imagen del cuerpo, en el sentido de que permite la
objetivación de una intersubjetividad, de una relación libidinal fundada en el lenguaje,
relación con los otros y que, sin él, sin el soporte que él representa, seria, para siempre, un
fantasma no comunicable.
El esquema corporal es el mismo para todos los individuos de la especie humana, la
imagen del cuerpo, por el contrario, es propia de cada uno; está ligada al sujeto y a su
historia. De ello resulta que el esquema corporal es en parte inconsciente, pero también
preconsciente y consciente, mientras que la imagen del cuerpo es inconsciente.
La imagen de cuerpo es aquella en la cual se inscriben las experiencias relacionales de la
necesidad y del deseo, valorizantes y /o desvalorizantes, narcisizantes y /o
desnarcisizantes.
Se manifiestan como una simbolización de las variaciones de percepción del Esquema
Corporal, contacto con los otros, decires de la madre son predominantes.
Gracias a nuestra imagen del cuerpo portada por nuestro esquema corporal, podemos entrar
en comunicación con el otro. Es importante señalar que el esquema corporal, que es
abstracción de una vivencia del cuerpo en las tres dimensiones de la realidad, se estructura
mediante el aprendizaje y la experiencia, mientras que la imagen del cuerpo se estructura
mediante la comunicación entre sujetos y la huella, día tras día memorizada, del gozar
frustrado, prohibido.
Si el lugar, fuente de las pulsiones, es el esquema corporal, el lugar de su representación es
la imagen del cuerpo.
Se puede distinguir tres modalidades de una misma imagen del cuerpo; imagen de base,
imagen funcional e imagen erógena, donde se expresa la tensión de las pulsiones. Estas
imágenes se hallan ligadas entre sí, en todo momento, por algo que las mantiene cohesivas
y que se llama imagen dinámica.
Imagen de base: La primera es lo que permite al niño experimentarse en una “mismidad de
ser”, es decir, en una continuidad narcisista o en continuidad espacio temporal. De esta
mismidad procede la noción de existencia. El sentimiento de existir de un ser humano, que
amarra su cuerpo a su narcisismo procede de esta convicción de continuidad.
La imagen de base no puede ser afectada, no puede ser alterada, sin que surja de inmediato
una representación, que amenaza la vida misma. Cuando la imagen de
base se ve amenazada aparece un estado fóbico, medio especifico de defensa contra un
peligro, y la propia representación está ligada a la zona erógena actualmente predominante
para el sujeto. Esto equivale a decir que cada estadio viene a modificar las representaciones
que el niño puede tener de su imagen de base; en otras palabras, hay una imagen de base
propia de cada estadio.
Imagen funcional: mientras que la imagen de base tiene una dimensión estática, la imagen
funciona es imagen esténica de un sujeto que tiende al cumplimiento del deseo. Aquello
que pasa por la mediación de una demanda localizada, dentro del esquema corporal, en un
lugar erógeno donde se hace sentir la falta específica, es lo que provoca el deseo. Gracias a
la imagen funcional, las pulsiones de vida pueden apuntar, tras haberse subjetivado en el
deseo, a manifestarse para obtener placer, a objetivarse en la relación con el mundo y con
el otro.
Imagen erógena: está asociada a determinada imagen funcional del cuerpo, el lugar donde
se focalizan el placer o displacer erótico en la relación con el otro. Su
representación está referida a círculos, óvalos, agujeros, imaginados como dotados de
intenciones emisivas activas o receptivas pasivas, de finalidad agradable o desagradable.
La imagen del cuerpo entonces, es la síntesis vida, en constante devenir, de estas tres
imágenes, enlazadas entre sí por las pulsiones de vida, las cuales se actualizan para el
sujeto en lo que yo denomino imagen dinámica.
La imagen dinámica: corresponde al “deseo de ser” y de perseverar en un advenir. Este
deseo, en cuanto fundamentalmente sellado por la falta, está siempre abierto a lo
desconocido. Así pues, la imagen dinámica no tiene representación que le sea propia, ella
es tensión de intención; su representación no sería sino la palabra “deseo”, conjugada como
un verbo activo, participante y presente para el sujeto. La imagen dinámica expresa en cada
uno de nosotros el siendo, llamado al advenir: el sujeto con derecho a desear, “en
deseancia”.
Corresponde a una intensidad de espera del alcance del objeto, es el trayecto del deseo
dotado de sentido, “yendo hacia” un fin.
Aulagnier: la violencia de la interpretación. Del pictograma al enunciado.

Postulados que refieren a nuestra concepción del cuerpo, de los órganos funcionales
sensoriales, de la información y de la metabolización que la psique les impone:
El cuerpo: conjunto de funciones sensoriales que son vehículo de una información continua
que no puede faltar, constituye la condición necesaria para una actividad psíquica que
exige que sean libidinalmente catectizado tanto el informado como el informante.
Identidad entre la actividad sensorial y la erogenización de las zonas, sedes de su órgano.
Ello permite una concepción diferente del objeto parcial, una mejor compresión de la
angustia. El origen de la relación psique-cuerpo se encuentra en lo que la primera toma del
modelo de actividad del segundo, este modelo será metabolizado en un material
heterogéneo, que formará el marco constante de un argumento originario que se repite.
Esta repetición define el funcionamiento y la producción de lo originario.

La situación de encuentro: lo que caracteriza al ser humano es su situación de encuentro


continuo con el medio físico-psíquico que lo rodea. Este encuentro será la
fuente de tres producciones: a) lo originario y la producción pictográfica, b) lo primario y
la representación escénica, la fantasía, c) lo secundario y la representación ideica, la puesta
en escena como obra del yo.
Este estado de encuentro da lugar a tres tipos de producción. Todo acto, toda experiencia
da lugar a un pictograma, a una puesta en escena, a una puesta en sentido. Del pictograma,
el sujeto no puede poseer ningún conocimiento directo.
El análisis de esta instancia se centrará alrededor de los tres postulados:
1. La exigencia de interpretación como fuerza que organiza el campo del discurso.
2. La función de objeto parcial que cumple en un primer momento el objeto-voz y el
pensar.
3. La imposibilidad de analizar la función del yo sin considerar el campo sociocultural en
el que está inmerso el sujeto.
Capítulo 1: la actividad de representación, sus objetos y su meta

1. Consideraciones generales
La actividad de representación
Definimos actividad de representación como la tarea común a todos los procesos psíquicos
cuya meta es metabolizar un elemento heterogéneo, convirtiéndolo en un elemento
homogéneo a la estructura de cada sistema del aparato psíquico.
El término elemento alude a dos clases de objetos: los que son necesarios para el
funcionamiento del sistema, y los que se imponen a éste último, el cual no puede ignorar su
acción.
La actividad de representación es una actividad psíquica que presenta semejanzas y
diferencias con la actividad metabólica, que es un proceso orgánico:
a)Semejanza: Ambos rechazan todo elemento heterogéneo a la estructura o, inversamente,
se lo transforma en un material que se convierte en homogéneo a ella.

b) Diferencia: el elemento metabolizado es un cuerpo físico, mientras que el elemento


representado psíquicamente es un elemento de información. Una es una actividad orgánica,
y la otra una actividad psíquica.
La actividad psíquica está constituida por tres modos de funcionamiento o procesos de
metabolización: el proceso originario, el primario y el secundario, cada cual con las
siguientes características (ver esquema)
Tomaremos 'consciente' y 'inconsciente' en sentido descriptivo, o sea como cualidad de que
puede o no ser conocida por el yo.
Los tres procesos indicados en el esquema no están presentes desde un comienzo, sino que
van sucediéndose temporalmente: se ponen en marcha por la necesidad de la psique de
conocer una propiedad del objeto exterior, propiedad que el proceso anterior estaba
obligado a ignorar. Todo induce a pensar que el lapso entre el proceso originario y la
aparición del primario es muy breve y, de igual modo, la aparición del proceso secundario
es también muy precoz. La aparición de un nuevo proceso no anula la actividad de los
anteriores, que siguen funcionando en espacios propios diferentes.
Los elementos a metabolizar son tanto objetos exteriores o de la realidad física, como
objetos endógenos al psiquismo, aunque heterogéneos en relación con uno de los tres
sistemas. Así, los objetos psíquicos producidos por lo originario son tan heterogéneos
respecto a lo secundario como los objetos exteriores que el Yo encuentra.
Hay una homología entre los objetos psíquicos y los objetos físicos: de ambos, y para cada
sistema, sólo hay una representación que ha metabolizado al objeto originado en esos
espacios, transformándolo en un objeto cuya estructura se ha convertido en idéntica a la del
representante.

Toda representación representa al objeto, pero también representa a la instancia o sistema a


la que pertenece, pues cada sistema debe representar al objeto de modo tal que su
estructura se convierta en idéntica a la del representante.
Tres modos de funcionamiento de la actividad psíquica Tales funcionamientos generan
representaciones En la reflexión de esta actividad sobre sí misma, se originan instancias
espacios: lugares hipotéticos de las actividades y representaciones.

Postulado rector de funcionamiento

En la
reflexión Postulado
Tales de ESPACIOS: rector
funcionamientos esta lugares hipotéticos de
generan actividad de las actividades funciona
Tres modos de Representaciones sobre sí misma, se y representaciones
funcionamiento originan miento
de la actividad INSTANCIAS
psíquica

PROCESO Pictográficas (o REPRESENTANTE ESPACIO

ORIGINARIO Pictograma) ORIGINARIO Autoengendramiento: todo


e
existente es autoengendrado s

por el sistema que

lo representa.

PROCESO FANTASEADAS FANTASEANTE (el ESPACIO Todo existente es un efecto e


que pone en escena) s
d
e
PRIMARIO (Fantasía) PRIMARIO del poder omnímodo l

del deseo del Otro.

Todo existente tiene una


PROCESO ENUNCIANTE (El ESPACIO causa inteligible que el
SECUNDARIO IDEICAS (Enunciado) Yo o Je) SECUNDARIO discursopodrá conocer.
1
7
3
Esta última afirmación la podemos ejemplificar en el proceso secundario, cuya instancia es
el Yo. Al respecto, debemos diferenciar y relacionar tres tipos de actividad: la actividad
representativa, la cognitiva y la interpretativa.

El Yo busca forjarse una imagen de la realidad exterior, para lo cual ejerce una actividad
representativa. Al ejercerla, se ilusiona acerca de que está conociendo los objetos en sí, es
decir, se ilusiona acerca de que ejerce una actividad cognitiva, pero en rigor esto no es así:
el Yo transforma el objeto exterior asimilándolo a su propia estructura, con lo cual su
actividad no es cognitiva sino interpretativa: interpreta el mundo según su propia lógica y
su propia causalidad.
Estas consideraciones sirven para mostrar que cada sistema funciona de acuerdo a una ley
o postulado propio.
La actividad de representación responde a una ley general: cada sistema se representa los
objetos de acuerdo a un esquema relacional que confirme o esté de acuerdo con el
postulado propio de dicho sistema. Por ejemplo: antes del descubrimiento del inconsciente,
y aunque éste existía, el Yo no tenía una representación ideica del mismo: era un objeto
heterogéneo, pero cuando fue descubierto por Freud, el Yo pudo metabolizar ese objeto
adecuándolo a su propia lógica y tornándolo así, inteligible.
El placer no se alcanza plenamente en el ámbito del Yo, que no puede realizar esta meta.
Esto no debe hacernos pensar que la actividad de representación del Yo no implique una
experiencia de placer, pero se trata de un placer mínimo necesario para que haya vida, es
decir, debe haber un placer mínimo necesario para que haya actividad de representación y
para que haya representantes psíquicos de objetos externos, y mismo aún objetos psíquicos.
Sin embargo, la existencia del placer es tan importante como la de displacer: esta dualidad
pulsional enfrenta al Yo con una paradoja: ¿cómo puede haber displacer en un objeto de
deseo? ¿Cómo puede surgir el placer del displacer? La teoría resuelve la contradicción
diciendo que la actividad psíquica, ya desde el proceso originario, forja dos
representaciones antinómicas de la relación representante-representado: de un lado se
define un 'deseo' en relación al placer, y del otro se define un 'deseo no tener que desear',
en relación al displacer.
Para decirlo en términos de amor y odio: en el primer caso se busca la unión con el objeto
(amor), y en el segundo su rechazo y destrucción (odio).

2. EL ESTADO DE ENCUENTRO Y EL CONCEPTO DE VIOLENCIA


El estado de encuentro se establece entre el mundo externo y la psique, y es coextensivo
con el estado existente.
1)Instauración del proceso originario: A medida que evoluciona el sistema perceptual, la
actividad psíquica establece un estado de encuentro: percibe un mundo heterogéneo cuyos
efectos padece en forma continua e inmediata. Gracias a que la psique puede representarse
tales efectos, puede forjar una primera representación de sí misma: tal es el hecho
originario que pone en marcha la actividad psíquica.
Lo que la psique encuentra son dos espacios: su espacio corporal y el espacio psíquico de
quienes lo rodean, en especial el de la madre. El proceso originario se configura cuando la
psique percibe que tanto su propio cuerpo como su madre son fuentes de experiencias tanto
de placer como de displacer. Estas dos cualidades son entonces las importantes a
considerar para la instauración del proceso originario.
2) Pasaje del proceso originario al primario: El proceso primario comienza cuando la
actividad psíquica puede reconocer una nueva propiedad de los objetos placenteros o no:
su extraterritorialidad, es decir, reconocer la existencia de un espacio exterior y uno propio,
información que sólo puede ser metabolizada por el proceso primario.
3)Pasaje del proceso primario al secundario: El proceso secundario comienza cuando la
actividad psíquica puede reconocer una nueva propiedad en los objetos: su significación o
sentido. En efecto, el proceso secundario se ocupa de significar, lo que implica reconocer
que la relación entre objetos exteriores está definida por la relación entre las
significaciones que el discurso proporciona sobre dichos elementos: o sea, el mundo
empieza a adquirir un sentido adecuado al esquema relacional del representante, en este
caso el Yo. Tal información sólo es metabolizable por el proceso secundario, el que así se
pone en marcha.

Las cualidades que tienen que tener los existentes para poder ser metabolizados por el
proceso respectivo, son las siguientes:

Proceso Calidad del objeto


Proceso originario Representabilidad: placentero/displacentero
Proceso primario extraterritorialidad
Proceso Secundario Significación o sentido

La madre se constituye en el portavoz del ambiente frente al infans, en cuanto con su


discurso ambiental le transmite en forma premoldeada desde su propia psique las
obligaciones, prohibiciones, etc., que de él espera, forjándose así una representación ideica
del niño y que definirá el 'ser' de éste último al insertarlo en una estructura de parentesco,
una estructura lingüística y en la estructura afectiva de la otra escena: tales son las tres
condiciones previas que gobiernan los enunciados maternos. Es la manera que tiene la
madre de ejercer una violencia primaria sobre su hijo, es decir, a través de un discurso que
ejerce un efecto de anticipación que ofrece al niño significaciones que no puede
metabolizar según el proceso secundario.

Definimos violencia primaria como la acción mediante la cual se le impone a la psique de


otro una elección, un pensamiento o una acción motivados en el deseo del que lo impone,
pero que se apoyan en un objeto que corresponde para el otro a la categoría de lo necesario.
La violencia primaria es necesaria para la constitución del Yo del niño, pues le presta a
éste un soporte identificatorio. Sin embargo, esta violencia no debe extenderse más allá de
lo necesario, porque en este caso el Yo no puede acceder a una autonomía. Cuando esta
violencia impide tal autonomía, representando un exceso por lo general perjudicial y nunca
necesario para el funcionamiento yoico, estamos en presencia de una violencia secundaria,
y que suele ser amplia y persuasiva al punto tal de ser desconocida por sus propias
víctimas.

La autonomía se opone a dependencia. Esta dependencia puede ser física (por ejemplo un
discapacitado) o psíquica. La vida psíquica se caracteriza por tender hacia la autonomía,
entendiendo por tal toda forma de actividad psíquica orientada hacia dos fines: la
supervivencia del cuerpo y, para ello, la persistencia de una catexia libidinal que resista a
una victoria definitiva de la pulsión de muerte.

CAPÍTULO 2: EL PROCESO ORIGINARIO Y EL PICTOGRAMA.

El postulado de autoengendramiento: la particularidad de lo representado es el pictograma.


El encuentro original se produce en el mismo momento del nacimiento, en la primera
experiencia del placer: el encuentro entre boca y pecho. Factores responsables de la
organización de la actividad psíquica:

1. La presencia de un cuerpo cuya propiedad es preservar por autorregulación su


estado de equilibrio energético. En el funcionamiento psíquico la primera respuesta natural
es desconocer la necesidad, desconocer el cuerpo y conocer el estado que la psique desea
reencontrar.

2. Un poder de excitabilidad al que se debe la representación en la psique de los


estímulos originados en el cuerpo, la pulsión se aplica para la actividad pictográfica. El
trabajo del aparato psíquico consiste en metabolizar un elemento de información,
proveniente de un espacio que le es heterogéneo, en un material homogéneo a su
estructura, para permitir a la psique representarse lo que ella quiere reencontrar de su
propia experiencia.

3. Un afecto ligado a esta representación indisociable para y en el registro de lo


originario.

4. La doble presencia de un vínculo y una heterogeneidad entre la experiencia


corporal y el afecto psíquico que se manifiestan en y por su representación pictográfica.

5. La exigencia de la psique: en su campo no puede aparecer nada que no haya sido


metabolizado previamente en una representación pictográfica, la representatividad
pictográfica del fenómeno constituye una condición necesaria para su existencia psíquica.
Lo originario solo puede conocer los fenómenos que responden a las condiciones de
representatividad, los restantes carecen de existencia para él.

Primer esquema de los elementos que organizan la situación original del encuentro boca-
pecho cuando se privilegia lo que ocurre con el infans:

a. Una experiencia del cuerpo que acompaña a una actividad de representación que da
lugar al pictograma.

b. Un efecto que está ligado a esa experiencia y que puede ser de placer o displacer.

c. La presencia de una ambivalencia del deseo frente a su propia producción. Que podrá ser
soporte de la tendencia a fijarse en ella como soporte de su deseo por destruirla, por ser la
prueba de existencia de otro lugar que escapa a su poder, pero también que lo obliga a
proseguir su trabajo de representación.

d. La ambivalencia de toda catexia concierne al cuerpo.

Excitación, erogenización y representación designan las tres cualidades que un objeto


necesariamente debe poseer para existir ante la psique.
El pictograma es la representación que la psique se da de sí misma como actividad
representante, ella se re-presenta como fuente que engendra el placer erógeno de las partes
corporales, contempla su propia imagen y su propio poder en lo que engendra, en lo visto,
lo oído, en lo percibido que se presenta como autoengendrado por su actividad.

1. El espacio y la actividad de lo originario son diferentes de lo inconsciente, la


propiedad de esta actividad es metabolizar toda vivencia afectiva presente en la psique en
un pictograma que es representación del afecto y afecto de la representación.

2. Lo que esta actividad tiene representado es el objeto-zona complementario.

3. Esta puesta en forma es representación del afecto que une el objeto con la zona.

4. El afecto es representado por una acción del cuerpo, por la acción de atracción o de
rechazo reciproco de la zona y del objeto.

5. Son la ilustración pictográfica de los dos sentimientos fundamentales, amor y odio,


todo movimiento positivo del representante hacia el mundo se ilustra con un deseo de
ingestión y todo movimiento negativo con un rechazo y deseo de aniquilación.

6. La puesta en forma del pictograma se apoya en el modelo del funcionamiento


sensorial, toda experiencia de placer reproduce la unión órgano sensible – fenómeno
percibido y toda experiencia de displacer implica el deseo de automutilación del órgano y
destrucción del objeto.

7. De este préstamo tomado de las funciones del cuerpo se deduce que en lo originario
lo único que puede representarse del mundo es lo que puede darse como reflejo especular
del espacio corporal. Se representa como efecto de su poder de engendrar objetos fuente de
excitación y engendrar lo que es causa de placer o displacer.

8. Esta metabolización que opera la actividad de representación persiste durante toda


la existencia. El espacio y las producciones de la psique que no son lo originario se
representan como los equivalentes de un objeto –zona complementaria, cuya actividad
puede causar placer o displacer.

9. Fondo representativo precluido al poder de conocimiento del yo.

CAPÍTULO 3. “LA REPRESENTACIÓN FANTASEADA DEL PROCESO PRIMARIO:


IMAGEN DE COSA E IMAGEN DE PALABRA.

l. Imagen de cosa y fantaseo del cuerpo

En lo esencial, nuestra concepción del proceso primario y de su representación fantaseada


de la relación psique-mundo sigue siendo fiel a lo expuesto por Freud. Por ello, nos
limitaremos a analizar los factores que distinguen radicalmente sus producciones psíquicas
de las que caracterizan a lo originario, insistiendo en particular en los tres conceptos que
este proceso obliga a tornar en consideración: la imagen de cosa, el masoquismo primario,
la imagen de palabra.

La posibilidad que tiene lo primario de recurrir en sus puestas en escena a la imagen de


palabra no es inmediata; aparecerá solo en una segunda fase y originará las producciones
mixtas que intervienen en lo que definiremos con el término «primario-secundario».
La entrada en funciones de lo primario es la consecuencia del reconocimiento que se
impone a la psique de la presencia de otro cuerpo y, por ende, de otro espacio separado del
propio. Este reconocimiento no es compatible con el postulado del autoengendramiento
característico de lo originario, autoengendramiento en el que no hay posibilidad alguna de
representación de la separación entre lo engendrante y lo engendrado. Lo que podrá
representarse mediante la puesta en escena de una relación que una a lo separado es el
reconocimiento de la separación entre dos espacios corporales, y por lo tanto de dos
espacios psíquicos, reconocimiento impuesto por la experiencia de la ausencia y del
retorno. Esta representación es, al mismo tiempo, reconocimiento y negación de la
separación: lo que caracteriza a la producción fantaseada es una puesta en escena en la que
efectivamente existe una representación de dos espacios, pero, estos dos espacios están
sometidos al poder omnímodo del deseo de uno solo.

En otras palabras; aunque la psique se ve confrontada con la obligación de reconocer que


el pecho es un objeto separado del cuerpo propio, y que no se trata de un objeto cuya
posesión esté asegurada, de todos modos se ve inducida, inevitablemente, a negarse a
considerar como efecto de su propio deseo a una separación que ella no puede eliminar.

1. La representación fantaseada y el inconsciente

En nuestra concepción, el pictograma es a la fantasía lo que lo originario es a lo


inconsciente: fantasía e inconsciente se originan en la obra conjunta del postulado
constitutivo de lo primario y de un primer juicio, impuesto por el principio de realidad,
acerca de la presencia de un. espacio -exterior y separado.

Una única escena representa en forma conjunta el origen del sujeto, del deseo y del placer
debido a que, al presentarse corno causa del amor o del odio, pero en ambos casos, corno
causa del afecto experimentado, ubica al fantaseante en la posición de aquel a quien se le
ofrece un placer de ver de oír, de ser, o de aquel que es rechazado por lo visto, lo oído, lo
existente; rechazo que le hará imposible experimentar placer en el momento de la
contemplación de la escena. La primera percepción de un mundo «separado» exige el
reconocimiento de que existen afectos que transitan por el exterior, que el afecto del
mundo no es siempre idéntico al afecto del fantaseante; pero la puesta en escena de ese
mundo presupone la metabolización de un modelo que, también en este caso, se apoya en
un modelo corporal. Sin embargo, esta metabolización conferirá a la fantasía un carácter
no acorde con el postulado de lo originario.

2. El postulado de lo primario y el principio económico que de él resulta.

El postulado de lo primario tiene dos consecuencias esenciales:

1) Proporcionar una interpretación escénica de un mundo en el que todo acontecimiento y


todo existente encuentra su causa en la intención proyectada sobre el deseo del Otro.

2) Considerar al displacer, experiencia inevitable, como lo que prueba la realización del


deseo del Otro; el displacer puede convertirse en fuente de placer, pues, al experimentarlo,
se tiene la certeza de adecuarse a lo que el Otro desea.

Antes de examinar qué implica para la actividad de lo primario la entrada en escena de la


imagen de palabra, mostraremos de qué modo, desde la primera fase de su actividad. lo
primario instaura los prototipos de lo secundario, sin los cuales la psique no podría tener
acceso a lo que se convertirá en la tercera representación de su relación con el mundo.
Estos prototipos conciernen a la realidad, al Yo, a la castración y al Edipo.

3. Los prototipos de lo secundario.

Como realidad del Otro se debe entender, en primer lugar, la realidad de la diferencia que
existe entre el deseo de la madre y el del infans. Se trata del primer tope que encuentra el
principio de placer, de lejos el más duro y el más difícil de soslayar que deberá enfrentar.
Lo primario no puede renunciar a la comprobación de que este deseo del Otro le concierne:
si bien la psique logra erogenizar incluso el estado de necesidad, transformar la «nada» en
el alimento del anoréxico, no podría existir, por el contrario, un mundo en el que deseo y
nada coincidieran. Para tener acceso a lo originario, todo fenómeno debe ser representable
mediante un pictograma; para ello, se requiere que la zona-función, lugar de la percepción
sea erogenizable. A partir de ese momento, se comprueba que es como fuente de placer
que el objeto puede tener acceso al espacio psíquico. El campo de lo primario obedece a la
misma ley: el fantaseo de la experiencia debe acompañarse con su catectización, nunca se
fantasea gratuitamente. Mediante esta actividad se busca la representación de un estado de
placer cuya fuente se encuentra en una primera experiencia, con la diferencia de que la
fantasia remodela un fragmento del mundo reconocido como exterior, aunque adecuado al
propósito del deseo. La actividad primaria parte' de la comprobación de la existencia de
fragmentos del mundo que son conocibles por estar ocupados por objetos catectizados; sin
embargo, para ser catectizados, estos objetos, al igual que el espacio que ocupan, exigen
que la causa de su existencia y de su orden se ilustre en términos de deseo. La existencia
del deseo del Otro es a la psique lo que el concepto de Dios al sistema teológico: punto
nodal y postulado a partir del cual puede instaurarse el conjunto del sistema, tanto
fantaseado como metafísico. La certeza de la existencia y del poder de ese deseo constituye
una necesidad lógica para la actividad fantaseada, el único camino que le permite plantear
la existencia de Otro y, más tarde, de los otros y, de ese modo, la existencia de una
realidad. . Podrá elaborarse así una reciprocidad entre dos deseos que le permitan a la
psique reconocerse a su vez como fuente de una actividad deseante y no ya como efecto
pasivo de la respuesta. Así (y esta es la otra cara del acceso a la realidad de la diferencia
del deseo del Otro), la psique se verá confrontada con las categorías que fundan el orden
humano: la prohibición, la culpabilidad, la envidia, el deseo de dominio. . La dialectización
del deseo exige que el deseo del uno -de transgredir, de tener, de destruir, de reparar-
encuentre como aliado o enemigo a otro deseo, y no ya a una «realidad física» que,_ como
tal, no puede tener status psíquico en ninguno de los tres procesos. Si el biberón no fuese
ofrecido o rechazado por una mano, es posible que la anorexia no existiera, pero acaso
tampoco existiera el ser humano.

A. El prototipo identificatorio.

Como precursor del Yo, el prototipo identificatorio designa la representación del


fantaseante tal como resulta de la reflexión de la actividad de lo primario sobre sí misma,
reflexión que le da lugar a lo que llamamos el sujeto del inconsciente. El conjunto de las
puestas en escena presentes en este campo gravitará alrededor de dicha posición reflexiva.
El sujeto del inconsciente es la autopresentación en y mediante la cual el fantaseante se
reconoce como respuesta y efecto de la interpretación que la actividad primaria forja del
deseo del Otro, lo que equivale a decir que el precursor y el «lugarteniente» del Yo, en esta
fase de la actividad psíquica, se constituye como imagen de la respuesta que se da al deseo
proyectado sobre la madre, es puesta en escena de una relación. De ese modo, el sujeto del
inconsciente no se identifica ni con un objeto ni con un atributo de intencionalidad, sino
con una respuesta: es por ello que siempre remite a la puesta en escena de una relación y,
en primer lugar, a la relación fantaseada que existe entre el deseo de la madre y el placer
del niño. . La representación de esta relación implica la acción psíquica que se define con
el término «introyección». Introyección que presupone, por parte de la psique, la
percepción en la escena exterior de la presencia de un «signo» interpretado como prueba de
la presencia del Otro y como manifestación de su deseo de dar o de negar el placer.

Es la relación entre estos dos deseos la que es proyectada-introyectada, ya que si el sujeto


del inconsciente surge en el lugar mismo en el que se escribe la huella de la respuesta, de
ese mismo lugar parte también, hacia el Otro, su respuesta a la respuesta.

Gracias a un ejemplo podremos ilustrar estas formulaciones quizás oscuras, lo que nos
permitirá también bosquejar el mecanismo de proyección-introyección que funda toda
dialéctica pulsional.

1. Imaginemos que un estado de insatisfacción sea resultado de una cierta forma de ofrecer
el pecho, o, también, que este estado, de origen endopsíquico, no pueda calmarse mediante
el ofrecimiento del pecho. El acto de ofrecer será percibido e interpretado entonces como
«signo» del deseo del pecho y, así, del espacio exterior, de no ofrecer placer. Un deseo de
no placer es proyectado sobre el pecho.

2. El displacer experimentado se representará a partir de ese momento como la respuesta


inducida por este deseo de displacer del Otro: lo primario interpretará que la experiencia es
un efecto del acto de agresión que fantasea como intención del Otro.

3. Así, es como objeto agredido que se contempla en la representación que pone en escena
(lo que hemos llamado la representación del fantaseante como respuesta al deseo del Otro).

4. A partir de esta posición, experimentará entonces frente al objeto agresor un mismo


deseo de agresión (su respuesta a la respuesta).

5. Pero, al actuar de ese modo, sólo podrá fantasear, como respuesta a su deseo de
agresión, a su propia vivencia; la agresión sobre el Otro le devuelve como reflejo su propia
respuesta ante la agresión, es decir, una nueva agresión.

6. Ello determina que el argumento representado implique el conjunto de las posiciones


que agresor y agredido pueden ocupar en una dialéctica regida por una pulsión agresiva.

Si imaginamos ahora el punto de partida opuesto, o sea, la percepción de un signo


interpretado como intención de ofrecer placer, observaremos las mismas secuencias, que es
posible resumir del siguiente modo:

1. El acto de ofrecer será interpretado como signo del deseo del pecho de «dar placer».

2. El placer consecuente será representado como causa de este deseo: el afecto


experimentado se representará como efecto del deseo del Otro.

3. El fantaseante, entonces, contempla en su presentación el efecto de un deseo de placer


que lo convierte en aquel cuyo placer se desea.
4. A partir de este lugar, le devolverá al Otro un mismo deseo de ser fuente de su placer.

5. De ese modo, lo que pone en escena como respuesta será la recuperación de la respuesta
propia: ser fuente de placer.

Estas consideraciones facilitan la comprensión acerca de quién y qué función representan


el prototipo del Yo: no una unidad cualquiera, sino una serie de argumentos en los que se
ponen en escena las relaciones que la psique experimenta en su encuentro con los objetos
que catectiza, relaciones mediante las que ella se figura las situaciones, fuente, para ella, de
placer o de displacer. Es a la organización de estas figuraciones relacionales que debemos
la instauración del primer modelo de acuerdo con el cual se estructurará secundariamente
la problemática edípica. Se debe añadir que, aunque ya en esta fase de la actividad primaria
se observa al precursor del Yo, de todos modos la entrada en escena de la imagen de
palabra será lo que le proporcionará los atributos que le permitirán a su sucesor responder a
las exigencias del funcionamiento de lo secundario, y hacer suyo el proyecto identificatorio
que define específicamente a la estructura del Yo.

CAPÍTULO 4. “EL ESPACIO AL QUE EL YO PUEDE ADVENIR. EL CONTRATO


NARCISISTA” EN LA VIOLENCIA. DEL PICTOGRAMA AL ENUNCIADO.

El contrato narcisista.

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