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TEMA: UN DIOS QUE ME HABLA “ESQUEMA”

I. Introducción

I. Importancia de la revelación de Dios en mi vida

 Reflexión personal: Cómo la revelación de Dios a través de su palabra ha impactado mi


vida. Descripción de cómo has experimentado la presencia y la guía de Dios a través de
la revelación.
 Cómo la Palabra me llevó a amarla y querer comunicarla (lectura y relectura en mi vida
para los demás).

El hombre imagen de un Dios que se hizo Palabra para el hombre.

 Temas a tratar: Revelación, Dios que se hizo palabra para el hombre, el hombre que
escucha esa palabra creadora y busca dar una respuesta.

II. Teología Fundamental

A. Naturaleza de la revelación divina - Definición de la revelación divina y su


importancia en la fe cristiana (relación con la teología).

B. Transmisión y autoridad de la revelación - Exploración de cómo se transmite la


revelación a lo largo de la historia. - Consideración de la autoridad de la revelación en
las Escrituras y la tradición de la Iglesia.

III. Teología Dogmática

A. Encarnación de Dios en Jesucristo - Presentación del dogma de la encarnación como


la Palabra de Dios hecha carne. - Explicación de cómo la encarnación se relaciona con
el tema de "Dios que se hizo palabra para el hombre".

IV. Teología Moral

A. La respuesta del ser humano a la revelación - Análisis de cómo el ser humano puede
escuchar y comprender la palabra de Dios en su vida diaria. - La importancia moral en
la respuesta del ser humano a la revelación divina.

VI. Conclusión

 La comunicación como un todo en el método teológico.


II. Teología Fundamental

A. Naturaleza de la revelación divina - Definición de la revelación divina y su


importancia en la fe cristiana. (Relación con la teología)

B. Transmisión y autoridad de la revelación - Exploración de cómo se transmite la


revelación a lo largo de la historia. - Consideración de la autoridad de la revelación en
las Escrituras y la tradición de la Iglesia.

1. Teología Fundamental: En la Teología Fundamental se estudia la naturaleza de la


revelación, su transmisión y autoridad. En este contexto, la revelación es el tema
central que conecta con los elementos mencionados anteriormente. La Teología
Fundamental explora cómo Dios se revela al hombre y cómo esa revelación se
transmite a lo largo de la historia. También examina la autoridad de la revelación y la
importancia de la fe en la recepción de esa revelación.
 Sobre la Revelación: La Teología Fundamental tiene como objeto la naturaleza de la
revelación divina y cómo se manifiesta en la historia, incluida la revelación que se
encuentra en las Escrituras y en la tradición de la Iglesia. Esta revelación es esencial
para entender el tema de "Dios que se hizo palabra para el hombre" y cómo el hombre
puede escuchar y responder a esa palabra.
 Autoridad de la revelación: La Teología Fundamental también considera la autoridad
de la revelación divina. Examina cómo se establece la autoridad de la Biblia y la
tradición en la Iglesia, y cómo estas fuentes de revelación guían la vida y la moral del
creyente. La revelación es la base sobre la cual se construyen las enseñanzas
dogmáticas y morales de la Iglesia.

Desarrollo del tema

A. Naturaleza de la revelación divina - Definición de la revelación divina y su


importancia en la fe cristiana. (Relación con la teología)

Comienzo citando DV 2 (Naturaleza y objeto de la Revelación) y definición.

Plugo a (le complació, agradó o dispuso) Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a
conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo,
Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la
naturaleza divina. En consecuencia, por esta revelación, Dios invisible habla a los hombres
como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos, para invitarlos a la comunicación
consigo y recibirlos en su compañía. Este plan de la revelación se realiza con hechos y
palabras intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la
historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por
las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio
contenido en ellas. Pero la verdad íntima acerca de Dios y acerca de la salvación humana se
nos manifiesta por la revelación en Cristo, que es a un tiempo mediador y plenitud de toda
la revelación 

Dei Verbum expresa de esta forma que, la revelación apunta a dos realidades, quién es
Dios y su plan de salvación sobre la humanidad. Lo primero referido en DV2 expresa
que en la revelación Dios comunica quién es, su identidad e intimidad (Latourellle,
Teología de la revelación, 357). Y podemos ver la que la Revelación es un acto de puro
amor gratuito (DV5) de esa admirable condescendencia (DV 13) de su sabiduría eterna
para que lo podamos conocer y entrar en una relación de amistad con él.

Pero en primera instancia para que se dé esta comunicación es necesario que Dios se
quiera dar a conocer de una manera tal que podamos escucharlo, es decir, al modo
humano, el lenguaje de los signos sensibles (el misterio o sacramento) sabiendo que el
hombre puede pensar el misterio pero nunca podrá agotar el misterio. El conocimiento
es verdadero pero no podemos comprehender a Dios en el sentido de abarcarlo
completamente pero tampoco podemos decir que no podemos conocerlo, sino caeríamos
en una especie de agnosticismo apofático.

Por eso digamos que se da una relación sinérgica entre un hombre que es capaz de Dios,
por las vías de acceso de la creación (antropológica y cosmológica) y un Dios que es
capaz del hombre (expresión análoga que muchos autores plantean y se ve con todo su
esplendor a partid de la Encarnación del Verbo eterno del Padre, Dios asumiendo la
humanidad).

El hombre es capaz de entrar en contacto con lo divino naturalmente, porque Dios no


otorga su gracia sin dotarnos de una naturaleza capaz de recibirlo por el concurso de la
razón a partir de las creaturas. Pero Dios Revelado en Jesucristo dio un paso más ha
querido revelarse en la historia, hasta hacerse don y Palabra para el hombre y así
comunicarnos su vida intima, quién es Dios realmente y por esto mismo la fe es el
auxilio de la razón, el hombre asienta con su razón lo que la fe propone (hay verdades
que son inalcanzables por el concurso de la sola razón como por ejemplo el Dios Uno y
Trino).

Si dijéramos que pensar las verdades de la fe sería propiamente hacer teología quizá
nos quedaríamos cortos, ya que la palabra que se nos dirige de parte de Dios ya contiene
su propio pensamiento. Por eso me gusta pensar la teología como acción de escuchar la
Palabra de Dios dirigida o enviada al hombre. Dejar entrar ese logos, esa razón que es
pensamiento de Dios, para que trabaje en nuestra manera de comprender, y se dé esta
comunicación entre una razón que asiente a lo que la fe obedientemente (DV 5) nos
revela del misterio, solo así la inteligencia de la revelación será cada vez más profunda.
Todo esto podemos encontrarlo sintetizado espléndidamente en DV13 cuando dice:
“…Porque las palabras de Dios expresadas con lenguas humanas se han hecho semejantes
al habla humana, como en otro tiempo el Verbo del Padre Eterno, tomada la carne de la
debilidad humana, se hizo semejante a los hombres”.

(Mt 11, 27) Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el
Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar.
(Jn 1, 18) A Dios nadie le ha visto jamás: El Unigénito Dios, que está en el seno del
Padre, él lo ha contado (o revelado).
Dios actuó en la historia, lo hizo en el pasado a través de hechos y palabras
intrínsecamente conexos entre sí, esto es muy importante, Dios se dio a conocer en el
pasado, pero (DV2) ya nos anticipa que Cristo es la plenitud de la Revelación. En Jesús
los hechos y palabras, los signos y milagros, especialmente la Resurrección, son hechos
que trascienden la historia, confirmando su misión y mensaje y su condición de Hijo
Revelador del Padre. En él encontramos que el contenido de la Revelación y el
Revelador coinciden y que es por tanto y a un tiempo es mediador y plenitud de toda la
revelación (DV2), pues la completa al cumplir la promesa de enviar el Espíritu de
Verdad sobre la Iglesia en Pentecostés (Jn 14,8) de modo definitivo (DV4).

B. Transmisión y autoridad de la revelación - Exploración de cómo se transmite la


revelación a lo largo de la historia. - Consideración de la autoridad de la revelación en
las Escrituras y la tradición de la Iglesia.

Como Dios se fue dando a conocer gradualmente en la historia, historia que es salvífica
ya que cada intervención de Dios en la historia es un hecho salvífico a favor del
hombre, podemos encontrarlo a lo largo de las Escrituras del AT. Concretamente en:

 La Creación (Gn 1-3)


 La Alianza con Noé
 Los Patriarcas (Abraham, Isaac y Jacob)
 Su Pueblo Israel (Moisés y La Ley)
 Los Profetas

En Jesucristo, la Revelación y las acciones salvíficas de Dios en la historia se


personifican. Como bien nos lo cuenta la carta a los Hebreos donde encontramos esta
manifestación sistemática de un Dios que ha hablado, que ha expresado palabras para el
hombre, en la historia, de manera sintética y bella.

(Hb 1, 1-2) Muchas veces y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros
Padres por medio de los Profetas. En estos últimos tiempos nos ha hablado por medio
del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo el universo.

El misterio de Cristo revela el misterio de Dios Uno y Trino.

Cristo es la vía de la revelación (Jn 14, 5-6; Mt 11,27), es decir el medio elegido por Dios
para manifestarnos quién es él (Padre, Hijo y Espíritu) y qué somos nosotros (pecadores
llamados a la vida)... Dios utilizó en el Antiguo Testamento los profetas para darse a
conocer; ahora, en cambio, se une hipostáticamente a la naturaleza humana y manifiesta su
designio salvífico por las palabras, por las acciones, por los gestos, por las actitudes y
comportamientos de Cristo... …Cristo es signo de la revelación, signo a la vez confirmativo
(motivo de credibilidad) y figurativo (símbolo)… Por la sublimidad de su doctrina, por el
resplandor de su santidad y el poder de sus obras, es decir por el esplendor de su ser y de su
obrar, Cristo hace-señales de que él es verdaderamente lo que pretende ser — Dios entre los
hombres —... Y al mismo tiempo deja que nuestros ojos entrevean la transformación de la
humanidad llevada a cabo por su gracia. Él es en persona ese hombre nuevo anunciado por
él, vivificado totalmente por el Espíritu. Por último, Cristo es la perfecta respuesta de la
humanidad a la revelación...Cristo es a la vez revelación del amor del Padre y respuesta a
ese amor. Es la realización modelo, suprema, perfecta, de la respuesta humana de amor a la
llamada divina del Padre. En él culmina la revelación como acción, como economía, como
mensaje y como encuentro. (Teología de la Revelación - Latourelle)
Gracias a que Dios se revela en la historia interviniendo en favor del hombre, esta pasa
a ser historia de salvación. Por esto es que “dispuso Dios benignamente que todo lo que
había revelado para la salvación de los hombres permaneciera íntegro para siempre y
se fuera transmitiendo a todas las generaciones” (DV 7).

De aquí que Jesús mandara a como continuadores de su predicación a los Apóstoles


quienes comunicaron por la predicación oral lo que habían recibido por palabra, por la
convivencia y por obra de Cristo, “la fuente de toda la verdad salvadora y de la
ordenación de las costumbres”(DV7). Y los Apóstoles, a su vez, dejaron como
sucesores suyos a los Obispos.

Lo que decimos el “depositum fidei” dónde la Sagrada Tradición y la Sagrada


Escritura están íntimamente unidas y compenetradas forman un solo depósito de la
Palabra de Dios y no hay consistencia del uno sin el otro. 

Aquí es muy importante lo que Benedicto XVI nos enseña sobre la analogía de la
Palabra: “…la expresión «Palabra de Dios» se refiere aquí a la persona de Jesucristo,
Hijo eterno del Padre, hecho hombre. Por otra parte hay que reconocer también que la
misma creación, el liber naturae, forma parte esencialmente de esta sinfonía a varias
voces en que se expresa el único Verbo. De modo semejante, confesamos que Dios ha
comunicado su Palabra en la historia de la salvación, ha dejado oír su voz; con la
potencia de su Espíritu, «habló por los profetas». La Palabra divina, por tanto, se
expresa a lo largo de toda la historia de la salvación, y llega a su plenitud en el
misterio de la encarnación, muerte y resurrección del Hijo de Dios. Además, la palabra
predicada por los apóstoles, obedeciendo al mandato de Jesús resucitado: «Id al
mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15), es Palabra de
Dios. Por tanto, la Palabra de Dios se transmite en la Tradición viva de la Iglesia”.
(VD7)

Esto es muy importante ya que la Iglesia, menciona como Palabra de Dios a las
Escrituras o aquello que Dios ha hablado y la Tradición es como la Iglesia la comunica
en el devenir del tiempo y como la interpreta.

Dice (2 Pe 1, 21) “…Hombres, movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de
Dios”, por tanto la Revelación se da en la Unidad de las Escrituras entre el Antiguo y
Nuevo Testamento, de modo tal que “el AT está presente en el NT y el NT está latente
en el AT” (DV16), ambos tienen a Dios como autor, pero es el hombre quien inspirado
en sus facultades es instrumento del mismo Dios, siendo las Escrituras una obra
teándrica.

Por esto mismo como criterio hermenéutico la Iglesia debe leerla y releerla con el
mismo Espíritu con que fue escrita bajo los criterios de totalidad y unidad de la
Escritura, la tradición viva de la Iglesia y la analogía de la fe, es decir, el Credo, para
actualizar correctamente el mensaje de salvación en el hoy de la Iglesia. Y también debe
existir una armonía entre exégesis católica y el misterio de la Encarnación a la hora de
acercarse a las Escrituras Palabra de Dios revelada y donada al hombre.
En síntesis esta fue una primera aproximación a este misterio de un Dios que se que se
revela en una economía salvífica, que se manifiesta en la creación, Dios se revela
especialmente en el hombre, creado a su imagen pero que lo hace especialmente y en
plenitud por medio de Cristo, Palabra hecha carne, la cual nos da acceso al Padre en el
Espíritu Santo, llegando a ser partícipes de la naturaleza divina, “Pues de su plenitud
hemos recibido todos, y gracia por gracia” (Jn 1, 16).

III. Teología Dogmática

A. Encarnación de Dios en Jesucristo - Presentación del dogma de la encarnación


como la Palabra de Dios hecha carne. - Explicación de cómo la encarnación se
relaciona con el tema de "Dios que se hizo palabra para el hombre".

2. Teología Dogmática: En la Teología Dogmática se estudian las verdades


fundamentales de la fe cristiana y cómo se articulan en los dogmas de la Iglesia. Aquí
es donde se pueden relacionar los siguientes temas:

 Dios que se hizo palabra para el hombre: En la Teología Dogmática, se estudia la


encarnación de Dios en Jesucristo como un dogma central de la fe cristiana. Jesús es
reconocido como la Palabra de Dios hecha carne, el Verbo encarnado. La encarnación
es un dogma que afirma que en Jesucristo, Dios se hizo hombre para revelar
plenamente su amor y su plan de salvación. La encarnación conecta directamente con
el tema de "Dios que se hizo palabra para el hombre".

 El hombre que escucha esa palabra creadora y que busca dar una respuesta: La
Teología Dogmática también aborda el papel del ser humano en la respuesta a la
revelación divina. A través de la gracia y la fe, el ser humano puede escuchar y
comprender la palabra de Dios y, en respuesta, buscar vivir una vida conforme a esa
palabra. La Teología Dogmática explora cómo la revelación divina, en particular a
través de la persona de Jesucristo, impacta y transforma la vida del creyente.

Desarrollo del tema

A. Encarnación de Dios en Jesucristo - Presentación del dogma de la encarnación


como la Palabra de Dios hecha carne. - Explicación de cómo la encarnación se
relaciona con el tema de "Dios que se hizo palabra para el hombre".

Luego de esta aproximación fundamental de la Revelación de Dios, hecho historia


humana concreta en Jesucristo. Nos preguntamos por un Dios que habló y comunicó su
Palabra al hombre como misterio de revelación a lo largo de la historia salvífica. Este
acento es importante, Revelación entendida desde una perspectiva epistemológica desde
la teoría de la comunicación ya que el mismo “Concilio Vaticano II ha entendido la
revelación sobre todo desde el punto de vista de la «autocomunicacion de Dios como
verdad y vida»”(Müller Dogmática).

La presencia inmediata de Dios como gracia y verdad en la revelación histórica y


concreta del sujeto, Jesús, ha llevado a cumplimiento, desde el corazón del Padre en el
Espíritu Santo, la autoexplicación de Dios (Jn 1,18).
La Iglesia es la Asamblea del Pueblo de Dios, nuevo Israel, dónde el lugar donde oigo
hablar de Jesús, Palabra hecha carne, en dónde a través de la mediación de los signos
sensibles de los sacramentos se actualiza y se hace “presente” la acción salvífica del
misterio pascual y ellos nos brindan la gracia que santifica al pueblo de Dios por la
acción del Espíritu Santo. Es esta Iglesia, conformada por todos los bautizados, la que
responde y confiesa la fe a la iniciativa gratuita de Dios.

Hoy estamos acostumbrados a recitar el Credo en la liturgia de la misa, este símbolo de


la fe apostólica que trata de un Dios que es Uno y Trino… y que mediante la Tradición
apostólica se ha conservado y progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo
DV8.

La Trinidad no se ha constituido simplemente en la historia de la salvación por la


encarnación, la cruz y la resurrección de Jesucristo como si Dios necesitara un proceso
histórico para llegar a ser trino (Müller Dogmática). Dios en su esencia ya era así
desde el principio antes de todo tiempo. Por eso es oportuno recordar, la diferencia entre
la Trinidad inmanente, que es Dios considerado tal cual es en sí mismo “ad intra”, y la
economía trinitaria de la salvación, en la que Dios tal y como se ha manifestado en la
historia de la salvación ejercitando absolutamente su propia libertad “ad extra”. Toda la
economía divina es la obra común de las tres personas divinas, Sin embargo, cada
persona divina realiza la obra común según su propiedad personal (CIC 258).

Aunque el motivo de mi síntesis es la segunda persona de la Santísima Trinidad, Jesús


el enviado del Padre, la Palabra dirigida hacia el hombre, la razón divina que se hizo
hombre para contarnos o revelarnos cómo es Dios. En el misterio de la Encarnación de
la Palabra es inseparable de la Trinidad y también a la redención del género humano.

“La economía de la salvación manifiesta que el Hijo eterno en su misma vida asume el
acontecimiento «kenótico» del nacimiento, de la vida humana y de la muerte en la
cruz” (Müller Dogmática). Este acontecimiento, en el que Dios se revela y se
autocomunica absoluta y definitivamente, afecta, de alguna manera, el ser propio de
Dios Padre en cuanto que él es el Dios que realiza estos misterios y los vive como
propios y suyos con el Hijo y el Espíritu Santo.

Es en el misterio del Verbo, su vida, Encarnación, ministerio, muerte y en especial su


Resurrección y posterior envío del Espíritu Santo, que vemos la Revelación de Dios
como uno y Trino.

Este misterio central de la fe cristiana, no está explícitamente contenido dentro de las


Escrituras, no hay un desarrollo dogmático pero ellas fueron preparando el camino de la
revelación del principal dogma de la fe. Dogma que fue definido en dos etapas dentro de
los Concilios ecuménicos de Nicea y Constantinopla (s IV). Aquí se definen la
divinidad del Hijo y del Espíritu Santo, respectivamente, y se redacta el credo niceno-
constantinopolitano.

Pero no puedo cerrar está síntesis dogmática sin decir las consecuencias que ha tenido
para el hombre está autoexplicación de Dios dándose como Palabra para el hombre en el
acontecimiento del misterio de Cristo.
Decimos además que este acontecimiento de Dios que se da como Palabra en la plenitud
de los tiempos (kairós divino) nos inserta en la vida de Dios. Aquí se da una relación
entre cristología y antropología puesto que la redención no convierte a la naturaleza
humana simplemente en algo divino, sino que la eleva según la medida de Jesucristo.

Y es que recibir la Palabra como un proceso de comunicación, tiene en el hombre una


transformación en su naturaleza herida por el pecado. Ella nos convierte y por la gracia
santificante de la fe y el bautismo somos justificados y elevados volviendo a la amistad
con Dios y así podemos llegar a ser hijos en el Hijo.

(2Pe 1, 2-4) “Lleguen a ustedes la gracia y la paz en abundancia, por medio del
conocimiento de Dios y de Jesucristo, nuestro Señor. Su poder divino, en efecto, nos ha
concedido gratuitamente todo lo necesario para la vida y la piedad, haciéndonos
conocer a aquel que nos llamó por la fuerza de su propia gloria. Gracias a ella, se nos
han concedido las más grandes y valiosas promesas, a fin de que ustedes lleguen a
participar de la naturaleza divina, sus trayéndose a la corrupción que reina en el
mundo a causa de la concupiscencia”.

Hemos visto el misterio de Dios que se revela al hombre siendo este capaz de Dios, se
revela especialmente en la Palabra de Dios transmitida en la Tradición y las Escrituras.
Dentro de un marco progresivo. Vimos que la Palabra vino a los suyos y esto tuvo
implicancias en Dios, revelándolo como Padre Hijo, y Espíritu Santo pero también en el
hombre, ya que los que la recibieron les dio la potestad de llegar a ser hijos en el Hijo
(cf. Jn 1, 11-12).

Dentro de este hermoso proceso de comunicación donde vimos que Dios desde su
iniciativa gratuita se hace Palabra para el hombre, y este la recibe como receptor. Ahora
entraremos a ver un poco la respuesta que el hombre está llamado a dar a la Palabra.

IV. Teología Moral

A. La respuesta del ser humano a la revelación - Análisis de cómo el ser humano puede
escuchar y comprender la palabra de Dios en su vida diaria. - Discusión sobre la
importancia moral en la respuesta del ser humano a la revelación divina.

Revelación: La revelación es el acto por el cual Dios se da a conocer al ser humano de


manera sobrenatural. En el contexto de la teología moral, la revelación es fundamental
porque nos proporciona el conocimiento de la voluntad divina y los principios morales
que guían nuestras acciones. A través de la revelación, Dios se comunica con el hombre
y le muestra el camino hacia la plenitud y la felicidad.

1. Dios que se hizo palabra para el hombre: La revelación culmina en la encarnación de


Dios en Jesucristo, quien es la Palabra de Dios hecha carne. Jesús es la máxima
expresión de la revelación divina, pues en él se revela el amor de Dios, su enseñanza y
su plan de salvación. Jesucristo es la revelación definitiva de Dios para la humanidad, y
su vida y enseñanzas son un modelo para nuestra vida moral.

2. El hombre que escucha esa palabra creadora: El ser humano, creado a imagen y
semejanza de Dios, tiene la capacidad de escuchar y comprender la palabra de Dios. A
través de la gracia y el don del Espíritu Santo, podemos recibir la palabra de Dios en
nuestros corazones y entender su mensaje. Escuchar la palabra creadora implica
abrirnos a su enseñanza, dejarnos transformar por ella y vivir de acuerdo con sus
principios.

3. El hombre que busca dar una respuesta: Al escuchar la palabra de Dios, el ser humano
es llamado a responder activamente a esa revelación. La respuesta implica vivir una
vida moral acorde con los mandamientos y enseñanzas de Dios. Buscar dar una
respuesta implica tomar decisiones conscientes y libres, orientadas hacia el bien y la
santidad, siguiendo el ejemplo de Jesucristo. Nuestra respuesta a la revelación divina
debe reflejarse en nuestras acciones y en nuestra búsqueda de la comunión con Dios y
con nuestros semejantes.

Desarrollo del tema

A. La respuesta del ser humano a la revelación - Análisis de cómo el ser humano puede
escuchar y comprender la palabra de Dios en su vida diaria. - Discusión sobre la
importancia moral en la respuesta del ser humano a la revelación divina.

Hemos visto el misterio de Dios que se revela al hombre siendo este capaz de Dios, se
revela especialmente en la Palabra de Dios transmitida en la Tradición y las Escrituras.
Dentro de un marco progresivo. Vimos que la Palabra vino a los suyos y esto tuvo
implicancias en Dios y en el hombre ya que los que la recibieron les dio la potestad de
llegar a ser hijos en el hijo (cf. Jn 1, 11-12). Ahora entraremos a ver un poco la
respuesta del hombre a la Palabra reveladora.

Comenzamos diciendo que Dios se revela y comunica su Palabra, porque Dios que es
comunión de amor quiere hacer partícipe al hombre de este amor que se da en el seno de
las relaciones trinitarias. En todo proceso de comunicación existe quien habla, en este
caso digamos Dios, un mensaje, es decir, la Palabra de Dios que se hace carne en la
historia concreta humana, también en esta analogía sería el mismo hermeneuta aquel
quien nos autorevela el mensaje el emisor mismo, el código el cual serían las palabras y
los gestos de la Palabra y un receptor el género humano quien tratará de dar respuesta a
esta iniciativa gratuita del Dios Amor.

Somos creados a imagen de la Palabra y podemos decir que esa comunión de amor que
nace del seno de la Trinidad habita interiormente en nosotros y nos dispone a obrar
buscando el bien, y como esa Trinidad es una Dios en relación, estamos llamados a
reproducir ese bien y comunicar ese amor hacia los demás buscando también y
deseando el bien del prójimo.

Estamos llamados a dar una respuesta activa y comprometida a esa revelación que nos
habita por cuanto somos hijos en el hijo y para llevar a término el fin al cual fuimos
llamados que consistente en la bienaventuranza eterna, a partir, del bien de la persona en
relación con Dios, el prójimo y la creación misma (VS13).

Cuando hablamos de esta Palabra que Dios dirige al hombre, empezamos hablando de
ley natural, es decir, lo hace como principio primero de la luz de la inteligencia
infundida en nosotros que nos exhorta a hacer el bien y evitar el mal, es imprescindible
volver a ese marco progresivo de la Revelación como lo explica (VS 12). Pues Dios dio
esa ley presente en la creación, luego la hizo presente en la historia de Israel, pueblo de
la Alianza, a partir de las diez palabras (los mandamientos), sin embargo esta ley en
tablas de piedra es un anticipo y signo de una alianza nueva que es escrita en el corazón
del hombre por el Espíritu de Dios (Ez 36, 24-28).

Pero en ese kairos divino el Verbo de Dios, se hizo Palabra y Ley viviente desde su
Encarnación en el sujeto concreto Jesucristo. Él vino a mostrarnos el rostro del Padre y
a través de sus enseñanzas vemos que estamos llamados a responder desde el amor,
haciendo una “opción fundamental” y radical de nuestra vida adhiriéndonos a su
persona. En su encuentro con Él, nos comunica su Espíritu y desde allí comenzamos a
participar de la vida de hijos de Dios.

Es importante resaltar sus enseñanzas, concretamente en su encuentro con el joven rico


(Mt 19), vemos en este episodio una hermosa síntesis desde la libertad y el don divino
de la gracia a la que estamos llamados a responder, desde esas dos palabras “Si quieres”
y “ven y sígueme”. En efecto, guardar los mandamientos para entrar en la vida eterna,
se complementa con las bienaventuranzas (Mt 5 sermón de la montaña), las cuales
también refieren al bien.

Se trata de un camino de perfección que consiste en la alteridad de darse a sí mismo en


el mandamiento del amor a Dios y al prójimo, la perfección del amor que es la caridad.

Pero esta perfección exige una libertad madura, “la gloriosa libertad de los hijos de
Dios” (Rm 8, 21), la cual está fundada en el espíritu y no en la carne porque quien vive
su vida según la carne ve la Ley de Dios como un peso y una restricción a la propia
libertad (VS 17).

“Es un camino difícil y frágil mientras peregrinamos en este mundo, debido a que está
esa inclinación a hacer el mal que no quiero, esa naturaleza humana frágil y herida por
la realidad del pecado, que es justamente el rechazo a la Ley de Dios, la fractura de su
amistad, el hacer oídos sordos a esa Palabra que se revela para nuestro beatitud, o ese
silencio que hacemos como respuesta” (VS).

Sin embargo hay dos puntos importantes a tener en cuenta por una parte San Juan Pablo
II dice que la gracia hace posible que podamos vivir en el amor ya que Cristo nos ha
reconciliado por sus méritos al darnos la plena libertad de los hijos de Dios, “esa
capacidad de poder responder en la vida moral a la sublime vocación de ser hijos en el
Hijo… la Ley nueva no se contenta con decir lo que se debe hacer, sino que otorga
también la fuerza para «obrar la verdad»” (VS 18). Y por otra parte, también la
respuesta y perfección de la vida moral consistirá en poner todas nuestras potencias en
servicio del bien, es decir, no solamente movidos por el entendimiento y la voluntad
sino también integrando nuestras pasiones en el mismo, relacionando e integrando en un
organismo virtuoso las virtudes morales y informadas por la Fe, la Esperanza y
vinculadas en la perfección por la Caridad (CEC 1827). Así vemos que hay una relación
inseparable entre la gracia del Señor y don y la libertad del hombre, entre el don y la
tarea, todo de Dios y del hombre.
V. A modo de conclusión:

He presentado la Revelación como Palabra que se comunica al hombre, proceso en el


que Dios tiene la iniciativa, revelando su Palabra y autocomunicándose al hombre, el
hombre recibe la Palabra y desde la escucha que transforma su ser y lo eleva por la
gracia. Desde allí y busca responder para entrar en este diálogo que es comunión de
amor con Dios Uno y Trino. Podemos decir análogamente que en este proceso de
comunicación queda evidenciado un hermoso método del que hacer teológico ya que
podemos observarlo como un todo unificado en el que se da un “auditus fidei”del Dios
que se Revela, un “intellectus fidei” del hombre que recibe y razona la fe, y la respuesta
consignada el obrar “actio fidei”.

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