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El hombre es su propio cuerpo y ese cuerpo existe en el espacio y se mueve a lo largo del
tiempo. Toda relación con los otros y con el mundo pasa por el cuerpo. La corporeidad es
«un fenómeno-historia en cuya continuidad se construye el sentimiento de identidad
personal»
Los conceptos de esquema corporal e imagen corporal son introducidos en la
psicología por Paul Schilder (1950) quien muestra la indisociabilidad de lo físico y lo
psíquico en la construcción del sí mismo (self). De este modo define a la imagen
corporal como la «figuración de nuestro cuerpo en nuestra mente, es decir, el modo
en que este se nos manifiesta»
La imagen corporal se edifica mediante múltiples experiencias cinestésicas, auditivas,
táctiles y visuales. Es a través del procesamiento de los datos proporcionados por estas
experiencias que se establece una unidad esencial para la aprehensión del entorno y el
logro de una coordinación motora satisfactoria
Según Butler también el habla, en sí misma, es un acto corporal. «La vocalización requiere
la utilización de órganos corporales, haciendo que todo lo que es dicho pase por el cuerpo
y, simultáneamente, constituya una cierta presentación del cuerpo. Solo hay discurso si hay
cuerpo; no existe discurso si no es a través del cuerpo»
Ajuriaguerra considera que existen tres niveles en el desarrollo del esquema corporal:
Teniendo en cuenta estudios experimentales más recientes como los de Bahrick y Watson
(1985) y de Rochat y Morgan (1995), Mauricio Martínez (2016) afirma que los bebés entre
los tres y los cinco meses ya reconocen la relación intersensorial entre el movimiento de sus
piernas (información propioceptiva) y la imagen (información visual) de las mismas
proyectadas en un monitor.
Respecto del sí mismo y el cuerpo entre los numerosos aportes del psicoanálisis es
importante también destacar el de Didier Anzieu. Con el término Yo-piel Anzieu designa una
«figuración de la que el niño se sirve, en las fases iniciales del desarrollo, para
representarse a sí mismo como continente de contenidos psíquicos, a partir de sus
experiencias en la superficie del cuerpo» Para este autor la piel proporciona al aparato
psíquico las representaciones constitutivas del Yo y las de sus principales funciones.
El «Yo-piel» asegura una función de individuación que posibilita alcanzar el
sentimiento de constituir un ser único.
El cuerpo está revestido por la piel, la cual separa y delimita al individuo, y lo pone en
contacto con el medio y con el otro. Al mismo tiempo que separa el Yo del no-Yo, la
piel es la que permite el contacto con el mundo y con los otros cuerpos
Por lo tanto,tiene un rol primordial en el sentimiento de identidad personal.
A partir de los seis meses ya está en desarrollo la memoria a corto plazo. De este
modo reconoce a las personas más cercanas y las recuerdan bien (abuelos,
hermanos, padres, cuidadoras), y así comienza a extrañar a las personas que conoce
y temer al extraño. Comprende la relación que existe entre algunas acciones (rutinas),
porque ahora las recuerda. Por ejemplo, cuando le quitan ropa se da cuenta que lo van a
bañar.
Entre los 8 y los 12 meses logra reconocerse a sí mismo frente al espejo y en fotos de
familia. Avanza en la permanencia del objeto, representación de que los objetos
existen aunque no los vea, ya busca un objeto que es escondido en presencia de él,
hecho que constituye la base de la memoria de trabajo, pues ya puede retener
información y compararla con la información nueva. Empieza a desarrollar la capacidad
de resolución de problemas cuando utiliza medios para alcanzar fines. Ya es capaz de
imitar
gestos del adulto cuando lo tiene delante e incluso retener e imitar recordando gestos
de aquellos que no tiene delante. Por los avances que va experimentando su memoria
progresa en la anticipación y la relación causa-efecto basándose en experiencias del
pasado reciente.
A partir de los 3 años ya cuenta con una memoria que le permite evocar muchas cosas y
situaciones importantes, que recordará hasta la edad adulta. Los primeros recuerdos que
tenemos de nuestra infancia se remontan a cuando teníamos tres años. El desarrollo del
lenguaje alcanzado permite el desarrollo de la memoria autobiográfica.
La memoria es un proceso reconstructivo, donde distintos recuerdos buscan
conformar una narrativa autobiográfica coherente.
Según Carruthers (2011) la teoría sobre la capacidad de comprender y simular los estados
mentales de otros supone tres habilidades innatas que facilitan la adaptación: una
disposición general a prestar atención a los rostros y a los fenómenos sociales, la habilidad
de los recién nacidos para copiar las expresiones faciales que perciben y la habilidad de
formular y constatar hipótesis de un modo informal o espontáneo.
– Fase de formación del vínculo de apego. Posee un repertorio de conductas innatas que le
ayudan a atraer la atención de los adultos en general. El reconocimiento de la madre es
rudimentario, aún no muestra un vínculo de apego muy fuerte
– Fase de apego. clara preferencia por la figura de apego, rechazando a los desconocidos.
La separación provoca reacciones de protesta, enojo y ansiedad y el reencuentro produce
alegría y sosiego.
Normal " y"sano " son palabras que usamos al hablar de la gente, y es probable que
sepamos lo que queremos decir.
de igual manera nuestro punto de vista cambia con el paso de las décadas, y una
explicación que nos parecía correcta en los años cuarenta puede no convenirse en los años
sesenta.
Permítaseme aclarar sin más preámbulo que la mayor parte de mis conceptos se basan en
los de Freud.
Espero no caer en el error de suponer que un individuo puede ser evaluado sin tomar en
consideración el lugar que ocupa en la sociedad. La madurez del individuo implica un
movimiento hacia la independencia, pero la independencia no existe. No sería saludable
que un individuo fuera tan retraído como para sentirse independiente e invulnerable. Si hay
alguien con esas características, sin duda es dependiente. Dependiente de una enfermera
psiquiátrica o de su familia. Sin embargo, me ocuparé del concepto de la salud del individuo
porque la salud social depende de la salud individual, dado que la sociedad no es sino una
multiplicación masiva de personas. La sociedad no puede ir más allá del común
denominador de la salud individual, y en realidad ni siquiera puede alcanzarlo, ya que debe
soportar la carga de sus miembros enfermos.
El ambiente es facilitador.
Se examinarán las funciones del padre complementarias de las de la madre, así como la
función de la familia y su manera cada vez más compleja (a medida que el niño se va
haciendo mayor) de introducir el principio de realidad, al mismo tiempo que fomenta la
autonomía del niño.
Zonas erógenas
La pubertad llega como un alivio y al mismo tiempo como un fenómeno intensamente
perturbador que sólo ahora estamos comenzando a comprender. En la actualidad los
púberes de ambos sexos pueden experimentar la adolescencia como un período de
maduración, en compañía de quienes están pasando por el mismo trance; y la difícil tarea
de discriminar lo que corresponde a la salud de lo que corresponde a la enfermedad en la
adolescencia ha debido enfrentarse esencialmente en el período de posguerra.
El paso del tiempo es importante. El adolescente no debe ser curado como si estuviera
enfermo. Creo que ésta es una parte fundamental de la caracterización de la salud. Lo cual
no significa negar que pueda haber enfermedad durante la adolescencia. Algunos
adolescentes sufren muchísimo, de modo que sería cruel no ofrecerles ayuda. A los 14
años es común que piensen en el suicidio, y la tarea a su cargo es la de tolerar la
interacción de varios fenómenos dispares: su propia inmadurez, los cambios que trae la
pubertad, su idea del sentido de la vida, sus ideales y aspiraciones, a lo que se añade la
desilusión personal respecto del mundo de los adultos, que para ellos es esencialmente un
mundo de componendas, de valores falsos y de desatención de lo que realmente importa.
Cuando abandonan esta etapa, los adolescentes de ambos sexos comienzan a sentirse
reales, adquieren un sentido del self y un sentido de ser. Esto es salud.
Recordemos que el período final de la adolescencia es la edad de los estimulantes logros
en la aventura, y por lo tanto el paso de un muchacho o una muchacha de la adolescencia a
los comienzos de una identificación con la paternidad y con la sociedad responsable es algo
que vale la pena observar. Nadie puede pretender que "salud" es sinónimo de "comodidad".
Esto es verdad sobre todo en la zona de conflicto entre la sociedad y su sector de
adolescentes.
La madurez o la salud en función del acceso a la genitalidad plena asume una forma
especial cuando el adolescente se convierte en un adulto que puede llegar a ser padre. Es
adecuado que un muchacho que desea ser como su padre sea capaz de tener ensueños
heterosexuales y de utilizar plenamente su potencia genital; también lo es que una
muchacha que desea ser como su madre sea capaz de tener ensueños heterosexuales y de
experimentar el orgasmo genital durante el coito.
La impotencia puede dañar más que la violación. Sin embargo, una caracterización de la
salud basada en las posiciones de ello no se considera hoy satisfactoria. Aunque es más
fácil describir el proceso evolutivo a partir de la función del ello que a partir de la compleja
evolución del yo, este último método no puede ser omitido. Debemos intentar hacerlo de
ese modo. Cuando no hay madurez en la vida instintual, la consecuencia puede ser la mala
salud en el ámbito de la personalidad, el carácter o la conducta. Pero debemos ser
cuidadosos y comprender que el sexo puede obrar como una función parcial, de tal modo
que, aunque en apariencia esté funcionando bien, es posible constatar que la potencia y su
equivalente femenino agotan en vez de enriquecer al individuo. No nos dejemos engañar
fácilmente al respecto, puesto que no observamos al individuo ateniéndonos a su conducta
ni a los fenómenos superficiales: estamos dispuestos a examinar la estructura de su
personalidad y su relación con la sociedad y los ideales. Quizás en cierta época los
psicoanalistas tendían a relacionar la salud con luz ausencia de trastornos psiconeuróticos,
pero en la actualidad no es así. Ahora necesitamos criterios más sutiles. Sin embargo, no es
preciso desechar lo anterior cuando la relacionamos -como lo hacemos hoy con la libertad
dentro de la personalidad, la capacidad de experimentar confianza y fe, la formalidad y la
constancia objetal, la liberación del autoengaño, y también con algo que no tiene que ver
con la pobreza sino con la riqueza como cualidad de la realidad psíquica personal.
El individuo y la sociedad
vemos que la persona relativamente sana tiene que enfrentar nuevas tareas, Por
ejemplo, su relación con la sociedad, que es una extensión de la familia. Digamos que el
hombre o la mujer sanos son capaces de alcanzar una identificación con la sociedad sin
perder demasiado de su impulso individual o personal. Por supuesto que habrá pérdida, en
el sentido de que habrá control del impulso personal, pero el caso extremo de una
identificación con la sociedad que implique la pérdida total del sentido del self y de la propia
importancia no es normal en absoluto. Si ha quedado en claro que no estamos de acuerdo
con la idea de que la salud sea simplemente la ausencia de trastornos psiconeuróticos -es
decir, de perturbaciones relacionadas tanto con el avance de las posiciones del ello hacia la
genitalidad plena como con la organización de la defensa respecto de la ansiedad en las
relaciones interpersonales- podemos afirmar, en este contexto, que salud no es comodidad.
Los temores, los sentimientos conflictivos, las dudas y las frustraciones son tan
característicos en la vida de una persona sana como los rasgos positivos. Lo importante es
que esa persona siente que está viviendo su propia vida y asumiendo la responsabilidad de
sus actos y omisiones y es capaz de atribuirse el mérito cuando triunfa y la culpa cuando
fracasa. Una manera de expresarlo es decir que el individuo ha pasado de la dependencia a
la independencia o a la autonomía.
Lo que tenía de insatisfactorio la caracterización de la salud basada en las posiciones del
ello era la ausencia de la psicología del yo. Esto nos hace retroceder hacia las necesidades
primitivas de la primera infancia. En este punto tiendo a pensar en términos de sostén. El
vocablo se refiere al sostén físico de la vida intrauterina, y gradualmente va ampliando su
campo de aplicación para designar la totalidad del cuidado adaptativo del bebé, incluida su
manipulación. Finalmente, el concepto puede extenderse hasta abarcar la función de la
familia, y lleva a la idea de la asistencia individualizada que es la base de la asistencia
social. El resultado es una continuidad de existencia que se convierte en un sentido de
existir, en un sentido del self, y a su debido tiempo conduce a la autonomía.
La asociación psicosomática
Gran parte del cuidado físico que se prodiga al bebé -sostén, manipulación, baño,
alimentación y demás- apunta a facilitarle la obtención de un psiquesoma que viva y
funcione en armonía consigo mismo. La psique puede ausentarse del cuerpo durante largos
períodos, y también proyectarse. En el estado de salud, el empleo
del cuerpo y todas las funciones corporales son fuente de placer, especialmente en el caso
de los niños y los adolescentes Es triste que personas sanas tengan que vivir en cuerpos
deformes, enfermos o gastados, o que pasen hambre o sufren fuertes dolores.
Relaciones objetales
Es una paradoja que se debe aceptar, no resolver. Ahora apliquemos todo esto al campo de
la enfermedad mental y a la salud en la edad adulta. En la enfermedad esquizoide, la
formación de relaciones objetales fracasa; el paciente se relaciona con un mundo subjetivo
o es incapaz de relacionarse con objetos ajenos al self.
El paciente se muestra retraído, desconectado, confundido, aislado, irreal, sordo,
inaccesible, invulnerable y demás. En la salud, gran parte de la vida tiene que ver con
diversas clases de relaciones objetales y con una alternancia entre la formación de
relaciones con objetos externos y con objetos internos. Cuando ha alcanzado la plenitud,
este proceso concierne a las relaciones interpersonales, pero el residuo de la formación
creativa de relaciones no se pierde, y en consecuencia cada aspecto del relacionarse con
objetos resulta estimulante. En este ámbito la salud incluye la idea de una vida excitante y la
magia de la intimidad. Todas estas cosas se complementan y contribuyen a que el individuo
se sienta real, sienta que es y que las experiencias realimentan su realidad psíquica
personal, enriqueciéndola y confiriéndole posibilidades. Como consecuencia, el mundo
interno de la persona sana, aunque relacionado con el mundo externo o real, es personal y
posee una vivacidad que le es propia.
Recapitulación
habla de dos grupos de personas: Están aquellas que nunca fueron "abandonadas" cuando
eran bebés y que, en este sentido, tienen buenas probabilidades de disfrutar de la vida y del
vivir. También están aquellas que tuvieron una experiencia traumática del tipo que resulta
del abandono ambiental y que deben cargar durante toda su vida con el recuerdo (o el
material para el recuerdo) del estado en que se encontraban en los momentos del desastre.
Probablemente se enfrentarán con tensiones y ansiedad, y quizá también con la
enfermedad.Reconocemos que existen otras que no mantienen la tendencia hacia el
desarrollo saludable y cuyas defensas están rígidamente organizadas; esa rigidez garantiza
por sí sola que no progresarán.
A veces lleva a una especie de cura, y entonces la palabra "salud" vuelve a ser pertinente.
Parece haber una tendencia al desarrollo saludable que subsiste aún en estos casos, y si
las personas que he incluido en la segunda categoría se las ingenian para dejarla obrar,
aunque lo hagan tardíamente, todavía pueden mejorar. Pueden, entonces, ser incluidas
entre las personas sanas.
La huida a la cordura
Debemos recordar que la huida a la cordura no equivale a la salud. La salud es tolerante
con la mala salud,A mitad de camino entre los dos extremos constituidos por el primer grupo
o grupo afortunado y el segundo grupo o grupo desafortunado (en lo que se refiere a la
provisión ambiental temprana) se encuentra una elevada proporción de personas que
ocultan exitosamente una relativa necesidad de sufrir un colapso, pero que en realidad no lo
sufren a menos que intervenga como factor desencadenante alguna circunstancia del
ambiente.
De modo que debemos preguntarnos: ¿a quiénes de entre todas estas personas que se
desempeñan satisfactoriamente a pesar de lo que llevan consigo (genes, fallas ambientales
tempranas y experiencias desdichadas) incluiremos entre los sanos? Debemos tener en
cuenta que de este grupo forman parte muchas personas desagradables que, impulsadas
por la angustia, alcanzan logros excepcionales.
Tal vez sea difícil convivir con ellas, pero lo cierto es que hacen avanzar al mundo en
diversas áreas de la ciencia, el arte, la filosofía, la religión o la política.
Verdadero y falso
Me refiero a las personas que, para enfrentar al mundo, inconscientemente han sentido la
necesidad de organizar una fachada, un falso self, cuya finalidad es la de proteger al self
verdadero. (El self verdadero ha sido traumatizado y nunca debe ser hallado y herido
nuevamente.)
La sociedad se deja engañar fácilmente por el falso self y debe pagar por ello un precio
elevado.
Desde nuestro punto de vista el falso self, aunque eficaz como defensa, no es un aspecto
de la salud. Responde al concepto kleiniano de defensa maníaca: hay depresión pero ésta
se niega a través de un proceso inconsciente, de modo que los síntomas de la depresión
son reemplazados por lo opuesto (lo bajo por lo elevado, lo pesado por lo ligero, lo oscuro
por lo blanco o lo luminoso, lo muerto por lo vivo, la indiferencia por el entusiasmo y así
sucesivamente). Esto no es salud pero incluye un aspecto saludable en lo que se refiere a
los días festivos, y tiene también una vinculación afortunada con la salud, por cuanto para
las personas que están envejeciendo y para los ancianos la actividad y vivacidad juveniles
son un medio permanente, y sin duda legítimo, de contrarrestar la depresión.
La depresión, por terrible que sea, debe respetarse como prueba de integración personal.
En la mala salud hay fuerzas destructoras que, cuando actúan dentro del individuo,
fomentan el suicidio, y cuando actúan fuera, provocan ideas delirantes de persecución. No
estoy sugiriendo que esos elementos sean parte de la salud.
La finalidad de la vida
de la persona saludable: Ser y sentirse real tienen que ver fundamentalmente con la salud,
y sólo si podemos dar por sentado el ser estaremos en condiciones de ir más allá, en pos
de las cosas más positivas. Sostengo que no se trata sólo de un juicio de valor, que hay un
vínculo entre la salud emocional del individuo y el sentirse real. La mayoría da por sentado
el hecho de sentirse real, pero, ¿cuál es el precio que deben pagar por ello? ¿En qué
medida no están negando una realidad, a saber, que quizá corren el riesgo de sentirse
irreales, de sentirse poseídos, de sentir que no son ellos mismos, de sufrir una caída
interminable, de estar privados de toda orientación, de estar desligados de su cuerpo, de
ser aniquilados, de no ser nada ni
estar en ningún lugar? La salud y la negación son incompatibles.
Cultura y separación
De este modo puede demostrarse que la salud tiene relación con el vivir, con la riqueza
interior y, aunque de manera diferente, con la capacidad de tener experiencia cultural. En
otras palabras, en la salud no hay separación, porque en el área de espacio-tiempo que
existe entre el niño y la madre, el niño (y también el adulto) vive creativamente, recurriendo
a los materiales a su alcance, se trate de un pedazo de madera o de un cuarteto de
Beethoven. Esto es un desarrollo del concepto de fenómenos transicionales.
alta frase: Son los seres humanos los que tienen la posibilidad de destruir el mundo. Si lo
hacen, tal vez muramos en la última explosión atómica sabiendo que todo fue a causa, no
de la salud, sino del miedo; que fue parte del fracaso de la gente sana y de la sociedad
sana en hacerse cargo de sus miembros enfermos.
la mitad de la vida exige volverse ahora también a los polos contrarios, aceptar la sombra
vivida y enfrentarse nos encontramos con dos comportamientos defectuosos:
uno es no ver el contrario de la actitud consciente, aferrarse a antiguos valores, defender
principios etc. de aca viene el endurecimiento
En último término lo que produce el endurecimiento es el miedo al problema de la
contradicción y de la polaridad. Se tiene miedo del hermano molesto (el contrario
reprimido) yno se el quiere reconocer. No puede haber más que una sola verdad y pauta de
comportamiento, pues de lo contrario no se tiene ninguna defensa contra la nurai que
amenaza y es no solamente rastreada en la propia persona sino en todas partes.
la otra parte del problema de la contradicción es echar por la borda los valores que hasta el
momento de las crisis tuvieron vigencia. Es el momento en que aparecen como error las
convicciones presentes: falsedad en vez d e verdad, odio donde había amor, se abandonan
los ideales vigentes y se intenta seguir viviendo en contradicción con el anterior Yo.
Se. cere que por fin se puede vivir lo reprimido. Pero en lugar de integrarlo se cae víctima
de lo no vivido y se reprime lo hasta entonces vivido. Así permanece la represión y
solamente cambia de objeto. Con la represión continúa al perturbación
del equilibrio. Se sucumbe al error pues un valor opuesto ha abolido el valor que hasta
entonces tuvo vigencia. Pero ningún valor ni ninguna verdad de nuestra vida se puede
negar sin más con su contrario sino que más bien son correlativos.
En al segunda mitad de la vida se trata "no de una conversión al contrario sino del
mantenimiento de los valores antiguos a la vez q se reconocen sus contrarios”