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Qué es la responsabilidad afectiva y por qué no

puedes huir de ella


Tener en cuenta cómo nuestros actos afectan a los demás, y
expresar siempre cómo nos sentimos, es esencial para relaciones
afectivas sanas

El equilibro entre tener en cuenta lo que piensan y sienten los demás y lo que pensamos y
sentimos nosotros, especialmente si hablamos de las relaciones románticas, es complicado. No
queremos ser egoístas, y pensar solo en lo que nos afecta a nivel individual, pero tampoco
queremos volcarnos en la otra parte olvidándonos por el camino de nosotros mismos.
La clave para alcanzar ese punto medio es la responsabilidad afectiva, que podríamos definir
como la consciencia de que lo que decimos y hacemos tiene un impacto en los demás. Explica
Pilar García Flórez, psicóloga sanitaria en TherapyChat, que esta se basa en ser capaz de
expresar nuestras necesidades y emociones siendo respetuosos con las emociones del otro. «Eso
implica hacerse cargo de los propios sentimientos, de la manera de expresarlos y tener presente
que los vínculos que establecemos con otras personas implican un cuidado mutuo», dice.
Es muy importante entender que responsabilidad afectiva no es sinónimo de hacernos cargo de las
emociones de los demás. Dice la profesional que «no pasa nada si a veces priorizamos al otro»,
pero esto puede suponer un problema cuando eso se convierte en la forma de funcionamiento
habitual, o cuando lo hacemos desde la obligación y no desde la elección. También, esta
responsabilidad se basa en cómo reaccionamos ante las emociones ajenas. Comenta la
psicóloga Maia Tabar, de los demás, pero si podemos validar y legitimar las emociones de la otra
persona cuando nos las exprese.

Sinceridad aunque duela

La idea de la responsabilidad afectiva, entonces, es poder cuidar al otro, todo lo que sea posible,
no con el objetivo de evitar siempre el sufrimiento, sino de evitar un sufrimiento innecesario.
Y, claro, no olvidarnos de cómo nos sentimos nosotros. García Flórez pone un ejemplo: si tenemos
una relación que sentimos que tiene que terminar, «al comunicarlo no vamos a evitar que a la otra
persona le duela», pero estaremos siendo honestos con nosotros y con el otro. «Como indica el
término, se trata de ser responsable con las relaciones que establecemos, pero eso no significa
sobreproteger», reitera.
Qué es responsabilidad afectiva

 Hablar sobre nuestros sentimientos y expectativas sobre la relación.


 Tener una buena comunicación. También (especialmente) cuando vamos a hablar de lo que nos
molesta.
 Poner límites de mutuo acuerdo con la intención de respetarse.
 Cuidarse mutuamente.
 Entender que nuestras acciones tienen consecuencias en el otro.
Qué no es responsabilidad afectiva

 Ocultar información importante sobre nuestros sentimientos a la otra persona.


 No validar sus emociones o no permitir que las exprese.
 No ser claro o incumplir los acuerdos previamente establecidos.
 Llevar a cabo comportamientos que puedan llevar a ilusionarse a la otra persona cuando nosotros
no queremos implicarnos.
 Pretender que el otro adivine lo que siento y/o necesito.
Aunque es más fácil aplicar este término en el contexto de una relación de pareja, debemos
entender que la responsabilidad afectiva 'está vigente' en las dinámicas familiares, en las de las
amistades e incluso en las laborales. Y en estos casos, al igual que dentro de una relación
romántica, la responsabilidad afectiva tiene que llevarse a cabo desde el principio.
«Cada uno tenemos que ser conscientes de cómo nos vamos sintiendo con los actos del otro, y al
mismo tiempo ser capaces de comunicarlo de una manera asertiva. S0lo de esta manera
podremos construir una relación saludable basada en la comunicación y en el respeto mutuo»,
asegura Maia Tabar.
«Solo de esta manera podemos construir una relación saludable basada en la
comunicación y en el respeto mutuo»
Se debe trabajar esta responsabilidad incluso con dinámicas nuevas. Es decir, aunque solo se
hayan tenido un par de citas con una persona, por ejemplo, no se debe ocultar información o no
contar ciertas cosas, con el objetivo de 'no hacer daño': desde el principio hay que practicar la
sinceridad. «Todos tenemos derecho a poder decidir sobre nuestras relaciones y para
eso necesitamos conocer toda la información, independientemente de la duración de ese vínculo o
del nivel de compromiso del mismo», asegura Pilar García Flórez.
De manera 'teórica', ser responsable afectivamente no parece complejo, pero muchas veces es
difícil, pues sabemos que, en ocasiones, hacer lo correcto duele más de primeras que no hacerlo.
Aun así, hay pautas que pueden ayudarnos a mejorar este aspecto de la manera en la que
las relacionamos con los demás. Por ejemplo, asegura Maia Tabar que un elemento clave es la
comunicación asertiva. Se trata —explica— de expresar qué queremos, qué nos molesta, qué
sentimos entre otros de una manera directa, con claridad y honestidad.

Hacerse cargo de las emociones propias

También, la profesional considera muy importante por un lado entender que una relación va
más allá de uno mismo («Tenemos que dejar a un lado el egoísmo y cultivar la empatía») y por
otro, tener claro que cualquier relación tendrá conflictos. Asimismo, recuerda que todos tenemos
derecho a equivocarnos, pero que si somos responsables afectivamente tendremos que asumir la
responsabilidad de nuestro actos y ser capaces de pedir perdón, al igual que ser capaces de
perdonar al otro.
Para terminar, Pilar García Flórez añade otros dos puntos esenciales para poder ser responsables
afectivamente. Es esencial  hacerse cargo de las propias emociones. Es decir, no podemos
no culpar al otro de lo que sentimos. «Tenemos que ver de dónde vienen esas emociones y sobre
todo, qué nos quieren decir», indica. Practicar la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace
es igualmente ineludible: lo peor que podemos hacer es terminar confundiendo y llenar de dudas a
la otra persona.
Ghosting, el peligroso final de un vínculo: “Es necesario trabajar sobre la responsabilidad afectiva” - Portal Universidad

Ghosting, el peligroso final de un vínculo: “Es necesario trabajar sobre la responsabilidad afectiva”

Los vínculos entre las personas, aunque parezcan sencillos, siempre esconden
complejidades que escapan a la comprensión y la conciencia incluso de los mismos
protagonistas de cada relación. En los últimos tiempos, se ha incorporado a nuestro
léxico el anglicismo “Ghosting”, y se ha castellanizado como verbo la palabra ghostear para
referirse a un comportamiento que no es nuevo: evadirse de una relación sin ofrecer ningún
tipo de razón o explicación. 
Con el objetivo de conocer con más detalle los efectos y consecuencias que puede tener
este comportamiento, desde Portal Universidad nos pusimos en contacto con Micaela
Vázquez, licenciada en Psicología y docente de la Universidad Nacional de Mar del Plata
(UNMDP).
Consultada respecto del ghosting, Vázquez explicó que el término “hace referencia a la
acción que alguien lleva a cabo cuando está inmerso en una relación, corta todo tipo de
comunicación con la otra persona y desaparece sin avisar, sin dar explicaciones y de un día
para el otro se pasa del todo a la nada. El término se volvió bastante común y popular en
los últimos años, no sólo por la frecuencia en que está sucediendo sino por el contexto
social que estamos viviendo hoy en día”.
Cuando uno está en una relación interpersonal tiene que tener cuidado con las emociones del
otro, es importante tener cierto respeto

“Es importante analizar que existen dos partes en este tema, está el que lo ejerce y el
que sería, entre comillas, víctima. Si lo pensamos del lado de quien lo padece, produce
efectos negativos porque es un rechazo implícito, que puede afectar a la autoestima de la
persona. Producto de esta situación se cae en un círculo de cuestionarse constantemente
que se ha hecho mal para que la otra persona haga esto. También lo podemos pensar
desde el concepto de la responsabilidad afectiva y se debe hablar más de esto, tiene que
ver con la forma de pensar los vínculos. Cuando uno está en una relación interpersonal
tiene que tener cuidado con las emociones del otro, es importante tener cierto respeto”,
agregó
Sin embargo, Vazquez destacó que es importante no hacer generalidades sino pensar en
la particularidad de cada caso. En ese sentido dijo: “Si caemos en la generalidad
podríamos pensar que el que hace el ghosting es el verdadero culpable y no tendría la
responsabilidad afectiva para hablar y comunicar lo que le pasa y desaparecer, pero también
existen otras razones que pueden ayudarnos a entender este comportamiento”. 
Existen otras razones que pueden ayudarnos a entender este comportamiento.
“Muchas veces estas desapariciones pueden deberse a la volatilidad de los vínculos, que
hoy en día está muy presente: me cansé y listo, paso a lo siguiente. Se cambia todo
como si fuera un celular, un objeto. También hay en las personas una gran dificultad para
poner límites sanos, esto puede ser por una falta de interés o también por tener un déficit en
las habilidades interpersonales desde lo comunicacional. Otro factor puede ser que se tenga
mucho temor a hacerle daño al otro y creo que acá algo muy importante es que también
podemos pensar el ghosting en relaciones de violencia de género. Se pueden imaginar
situaciones donde se empiezan a identificar algunas señales de violencia y
entonces, como intento fallido al corte, se puede tomar la decisión de salir de esa relación y
no dar ningún tipo de explicación por miedo”, explicó.
Contexto social

Foto: Las nuevas tecnologías le ponen fecha de caducidad a los vínculos y nos empujan a un recambio constante que
debilita y flexibiliza cada vez más los vínculos.

Con relación a la situación particular que atraviesan actualmente las relaciones humanas
en la sociedad, Vázquez dijo: “Internet y las redes sociales nos proporcionan un contexto
base y una serie de herramientas que nos posibilitan estar todo el día en comunicación con
otros. Sin embargo esa facilidad de estar en contacto puede ser también la facilidad para
hacer el corte. Con cualquier tipo de App que estemos utilizando, es mucho más fácil
hacer un ghosting virtual que enfrentar la situación cara a cara en una relación
presencial. Además es importante destacar que en la sociedad actual, existe una actitud de
consumo desenfrenado respecto al ser a través del tener.  Esto hace que las nuevas
tecnologías le pongan fecha de caducidad a los vínculos y nos va empujando a un
recambio constante que debilita y flexibiliza cada vez más los vínculos. Nos aferramos
mucho menos a lo que tenemos en cercanía”.
Las nuevas tecnologías le ponen fecha de caducidad a los vínculos y nos va empujando a un
recambio constante que los debilita y flexibiliza cada vez más.
“Por otro lado, la tecnología nos hace estar en contacto 24 horas y visibiliza más la
problemática, hace que se vea más frecuente pero antes no era un comportamiento tan
inusual tal vez. Hoy tenemos Apps que nos dicen si hasta se leyó el mensaje y a qué
hora se leyó, uno está más pendiente y lo puede percibir más frecuentemente y de forma
más intensa. Con sólo tocar un botón puedo desaparecer de la vida del otro y no solo a
través de la comunicación. Uno puede tener un vínculo, esto de que el otro me ve y yo lo
veo habla de la existencia de un vínculo implícito”, detalló.
¿Es violento bloquear a alguien?
La decisión de bloquear a una persona con la que manteníamos un vínculo, de restringir
su posibilidad de contactarse con nosotros y prohibirle el acceso al conocimiento sobre
quién somos y qué hacemos es una opción que apareció a partir de la irrupción de la
virtualidad en nuestras vidas.

Foto: Esta decisión que podemos tomar de forma unilateral, sin duda tiene efectos que alcanzan al otro y pueden llegar a
afectarlo en el plano de la realidad.

Esta decisión que podemos tomar de forma unilateral, sin duda tiene efectos que alcanzan al
otro y pueden llegar a afectarlo en el plano de la realidad. Ante la consulta sobre si esta
acción puede constituir una acción violenta, Vazquez dijo: “Si, tiene que ver con el
rechazo implícito que siente quien lo sufre. Esto no se restringe sólo a los vínculos
amorosos, sino también a las amistades. Tenemos que pensar en que de produce un
duelo donde puede parecer que ocurrió algo, pero nadie nos lo viene a explicar y eso es
una ruptura que en nuestro psiquismo nos cuesta elaborar y simbolizar. El ser humano
tiende a preguntarse qué hizo y ahí es cuando empieza a afectar la autoestima, lo cual
puede tener grandes costos al nivel de volver a relacionarnos con otras personas”.
“Queda como abierto a la duda que le habrá molestado, que habré hecho, que habrá
pasado. Yo me encuentro en la consulta con personas que dicen “¿Qué me faltó? nos
enfrenta a la falta, a veces cuesta aceptar que con el otro no coincidimos”, añadió.

La clave está en la responsabilidad afectiva


Para evitar las consecuencias negativas que tiene esta práctica tanto para quien la ejerce
como para quien la padece, es necesario trabajar sobre la responsabilidad afectiva. En ese
sentido, Vázquez dijo: “Tenemos que trabajar nuestra responsabilidad afectiva. Siempre
que tengamos un vínculo tenemos que entender que la otra persona puede no sentir lo
mismo que nosotros. La falta de responsabilidad puede generar un gran daño en la otra
persona. Yo deseo en lo personal que en las escuelas empiece a hablarse de esto, en una
materia como Salud y Adolescencia y plantearlo también desde la violencia de género”.
Si se habla se puede reducir la práctica y también el concepto negativo. Si sabemos que a otro le
pasó, podemos no sentirnos tan solos.
“Además, si se habla se puede reducir la práctica y también el concepto negativo. Si sabemos
que a otro le pasó, podemos no sentirnos tan solos. La responsabilidad afectiva tiene que
ver más que nada con la forma de entender las relaciones interpersonales, se basa en el
cuidado de los sentimientos, sobre lo que sentimos y lo que puede sentir el otro. Siempre
está bueno comunicar lo que va surgiendo en el marco de la relación, las
emociones. Cuando estás enojado con un otro, la idea no es desaparecer o bloquearte del
mundo sino poner en palabras lo que nos está pasando. Lamentablemente no se nos enseñó
demasiado a poner en palabras lo que nos pasa”, agregó.
Con relación a las consecuencias que puede tener no desarrollar esta responsabilidad
afectiva, destacó: “El ghosteo puede ser una experiencia muy traumática para el
otro. Cada uno lo vivencia desde su propia historia, no lo va a vivenciar de la misma forma
alguien que perdió muchos vínculos que una persona que tiene bases sólidas respecto a su
historia afectiva. Llegan a terapia personas muy angustiadas, que tienen pesadillas y no
pueden salir de esa situación. Otras personas logran continuar con sus vínculos y hacer
otros y encontrar ahí la contención emocional que necesita  para seguir de ahí en
adelante. Depende de cada caso y es como un corte con una pareja, algunas veces se
necesita hacer terapia y otras veces podés salir adelante con tus propios recursos”.
 

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