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clase 6 ultra
Desde la aparición de los medios masivos (tradicionales) en la escena social, muchas cosas
han cambiado y muchas investigaciones se han realizado. En anteriores encuentros, hemos
desarrollado la aparición del sistema capitalista y como influyó en la cosmovisión del
mundo. Distintos acontecimientos precedieron a las 3 olas, al decir de Toffler y
acompañaron, en consecuencia, el cambio en las sociedades. A pesar de los medios no se
mencionan puntualmente como ‘acontecimientos’ desencadenantes de las
transformaciones, su llegada generó adhesiones pero también conflictos y debates que lejos
de cerrarse han llegado hasta nuestros días.
Industria cultural, industrias culturales, industrias del ocio, industrias del entretenimiento,
industrias creativas, industrias de contenido, industrias sin chimeneas... han sido algunos de
los términos que se han utilizado a lo largo de décadas de investigación para denominarlas.
Tampoco podemos olvidar la etiqueta de ‘cultura de masas’ en el debate que se originó con
la llegada de los mass media a la sociedad estadounidense. La oposición apocalípticos-
integrados, como bien plantea Umberto Eco hunde sus raíces en un contexto mucho más
amplio y complejo. Detrás de este debate, podemos percibir distintas (y opuestas)
concepciones sobre hombre y cultura.
En esta clase, vamos a abordar brevemente el recorrido realizado por las industrias
culturales, desde la aparición del término hasta nuestros días, planteándonos críticamente
cuál es su rol en la sociedad actual y qué relaciones establece con el sistema hegemónico
de poder.
Se mercantiliza no sólo el tiempo sino también la experiencia humana, así se logra la forma
más eficaz de control social como ya hemos visto en clases anteriores. A la IC, entonces si
así lo consideramos podremos pensarla como un engranaje más de la cadena productiva.
De esta manera, como mencionábamos la clase anterior no hace falta recurrir a la violencia
porque el control social se hace invisible y sutil; se enmascara bajo la apariencia de
elecciones libres y autónomas de cada individuo. Esta operación de sentido no es
consciente sino que se va internalizando y naturalizando de manera que produzca un
‘efecto de obviedad’ y que le impida ser razonada o reflexionada.
Una de las primeras transformaciones que sufrirá el concepto es pluralizarse; tras el interés
económico-político que las mismas adquieren, se hablará de industrias culturales y se
abandonará el carácter absolutamente negativo que tenían al inicio del siglo XX. Así, el
nuevo término comprende una amplia gama de sectores económico-culturales que
desarrollan procesos de producción, distribución y consumo marcadamente específicos.
En este momento, los organismos internacionales comienzan a interesarse en este tema y
es así que, en 1978, la UNESCO crea el primer programa de investigación sobre industrias
culturales. En 1982, el organismo plantea diferentes tipos de industrias culturales cuyo
objetivo en común es el de reproducir una obra a partir de los procesos industriales. En este
momento, también se da un desarrollo de los estudios e investigaciones ligados a la
problemática de la cultura y, aparecerá el término ‘creatividad’ como instancia
democratizante y superadora. La unión de cultura y creatividad se propone como motor del
desarrollo.