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industrias culturales y creativas.

clase 6 ultra

Industrias Culturales, comunicación de masas, sociedad de la información e


industrias creativas

Desde la aparición de los medios masivos (tradicionales) en la escena social, muchas cosas
han cambiado y muchas investigaciones se han realizado. En anteriores encuentros, hemos
desarrollado la aparición del sistema capitalista y como influyó en la cosmovisión del
mundo. Distintos acontecimientos precedieron a las 3 olas, al decir de Toffler y
acompañaron, en consecuencia, el cambio en las sociedades. A pesar de los medios no se
mencionan puntualmente como ‘acontecimientos’ desencadenantes de las
transformaciones, su llegada generó adhesiones pero también conflictos y debates que lejos
de cerrarse han llegado hasta nuestros días.

Reflexionemos en torno a lo que nos propone el siguiente video:

Algunas nociones sobre las ‘industrias culturales':

Industria cultural, industrias culturales, industrias del ocio, industrias del entretenimiento,
industrias creativas, industrias de contenido, industrias sin chimeneas... han sido algunos de
los términos que se han utilizado a lo largo de décadas de investigación para denominarlas.
Tampoco podemos olvidar la etiqueta de ‘cultura de masas’ en el debate que se originó con
la llegada de los mass media a la sociedad estadounidense. La oposición apocalípticos-
integrados, como bien plantea Umberto Eco hunde sus raíces en un contexto mucho más
amplio y complejo. Detrás de este debate, podemos percibir distintas (y opuestas)
concepciones sobre hombre y cultura.

No podemos dejar de mencionar la retroalimentación constante que se da entre el


capitalismo, la cultura y los medios de comunicación, sin olvidar la impronta estandarizada
que el sistema le imprime a todos sus productos; todo se vuelve una mercancía y en este
sentido, la producción cultural no se halla al margen: fenómeno absoluta y marcadamente
visible en la sociedad actual.

En esta clase, vamos a abordar brevemente el recorrido realizado por las industrias
culturales, desde la aparición del término hasta nuestros días, planteándonos críticamente
cuál es su rol en la sociedad actual y qué relaciones establece con el sistema hegemónico
de poder.

Originariamente, el concepto de Industria Cultural remitía a las investigaciones de los


autores que conformaban la Escuela de Frankfurt o Teoría Crítica; allá por 1940, estos
investigadores, se permitían leer a la mencionada industria como un sistema que dominaba
y controlaba a las masas. En Dialéctica de la Ilustración leemos: “film, radios y semanarios
constituyen un sistema. Cada sector aparece armonizado en sí mismo y todos entre sí”
(Adorno y Horkheimer, 2007). De esta manera, la IC (Industria Cultura) funciona de manera
armónica y produce bienes culturales estandarizados, ajustados y estereotipados; así se
consigue preservar la desigualdad de clases impuesta por el sistema capitalista hegemónico
y se establece un esquema circular de producción y consumo de bienes culturales cual si
fueran meros bienes económicos.

Se mercantiliza no sólo el tiempo sino también la experiencia humana, así se logra la forma
más eficaz de control social como ya hemos visto en clases anteriores. A la IC, entonces si
así lo consideramos podremos pensarla como un engranaje más de la cadena productiva.
De esta manera, como mencionábamos la clase anterior no hace falta recurrir a la violencia
porque el control social se hace invisible y sutil; se enmascara bajo la apariencia de
elecciones libres y autónomas de cada individuo. Esta operación de sentido no es
consciente sino que se va internalizando y naturalizando de manera que produzca un
‘efecto de obviedad’ y que le impida ser razonada o reflexionada.

Adorno postula también que, en el sistema capitalista, el ocio se ha desvanecido; lo único


que perdura es el tiempo libre pensado como continuidad del tiempo de trabajo. Como
decíamos en clases anteriores, a lo largo de todo el siglo XX contemplamos de manera
sucesiva y escalonada la producción industrializada (y estandarizada) de los bienes
culturales; la acción antes mencionada no habría sido posible sin el auxilio de los medios
masivos de comunicación aunque no todos los autores coinciden con la postura extrema
planteada por los representantes de la Teoría Crítica.

Una de las primeras transformaciones que sufrirá el concepto es pluralizarse; tras el interés
económico-político que las mismas adquieren, se hablará de industrias culturales y se
abandonará el carácter absolutamente negativo que tenían al inicio del siglo XX. Así, el
nuevo término comprende una amplia gama de sectores económico-culturales que
desarrollan procesos de producción, distribución y consumo marcadamente específicos.
En este momento, los organismos internacionales comienzan a interesarse en este tema y
es así que, en 1978, la UNESCO crea el primer programa de investigación sobre industrias
culturales. En 1982, el organismo plantea diferentes tipos de industrias culturales cuyo
objetivo en común es el de reproducir una obra a partir de los procesos industriales. En este
momento, también se da un desarrollo de los estudios e investigaciones ligados a la
problemática de la cultura y, aparecerá el término ‘creatividad’ como instancia
democratizante y superadora. La unión de cultura y creatividad se propone como motor del
desarrollo.

En consecuencia, aparecerá la denominación ‘industrias sin chimeneas’ en una sociedad


donde el conocimiento, la información y la comunicación son las principales fuentes de
valor. De la misma manera, pensar a estas instituciones como “industrias creativas
supone e implica un conjunto más amplio de actividades en las que el producto o servicio
contiene un elemento artístico o creativo sustancial (…) ya sean espectáculos o bienes
producidos individualmente” (UNESCO, 2008). Actualmente, se habla de ‘economía
naranja’ denominando a todo el conjunto de actividades que, ordenadamente posibilitan
que las ideas puedan transformarse en bienes y servicios culturales.

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