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APUNTES DE APRENDIZAJE MÓDULO 3

Niños Con Síndrome De Down:


Habilidades Tempranas De Comunicación
Autor: Engel Gaete
Validador: Mabel Angulo
APUNTES DE APRENDIZAJE MÓDULO 3

Generalidades
John Down ya desde el año 1.866 describió una serie de características comunes en este grupo de personas,
con el paso del tiempo se ha logrado ir estudiando e investigando sobre la temática y determinar ciertas
preferencias o características frecuentes en el desarrollo de ellos en cada área de desarrollo.

El que todas estas personas se encuentren “bajo” una etiqueta tiene muchas veces el efecto de
generalización, haciendo suponer que por el simple hecho de tener SD presentará ciertos atributos de forma
constante, características genéricas de conducta, comportamiento incluso rendimiento, generando en
consecuencia prejuicios que pueden resultar contraproducentes y que además pueden vincularse con la
creación errónea de expectativas respecto a su desempeño, las que mayoritariamente tienden hacia las
limitaciones. No podemos iniciar el presente módulo sin recordar antes “que la variabilidad existente entre
estas personas es tan grande que llega incluso a ser mayor que la que se da en la población general”
(Pueschel, 2002).

En los niños con SD la evolución y progreso tiende a ser muy parecido al modo en que se desarrolla la
mayoría de los niños, pero la velocidad es más lenta, los márgenes temporales en los que adquieren
determinadas capacidades o hitos, son mucho más amplios, las latencias que existen entre uno y otro
también e incluso su desarrollo puede avanzar más deprisa en unas áreas. Con el paso del tiempo y
desarrollo individual del menor se irá estableciendo poco a poco un perfil lleno de fortalezas, así como
debilidades en cada área de su desarrollo. Por ejemplo, la postura general tiende a señalar que los bebés
con SD presentan un desarrollo social bastante positivo siendo entonces esta un área fuerte en su
desarrollo, pero un retraso importante sobre todo en el aprendizaje del lenguaje. También puede verse esta
fluctuación dentro de una misma área de desarrollo, como es el caso de la comunicación, los menores con
SD pueden mostrar dificultad para el lenguaje verbal, pero un mejor rendimiento en la comprensión, por lo
que suelen buscar métodos alternativos de comunicación; lo mismo pasa en el desarrollo de la cognición,
un notable mejor rendimiento frente a la información visual que a la auditiva.

Al analizar la información existente sobre SD resalta de inmediato la carencia de valores normativos para
los niños que manifiestan este trastorno y esto sin lugar a dudas dificulta una valoración temprana y
seguimiento del curso evolutivo para todos quienes trabajamos con ellos.

Una investigación realizada por Juan Carlos Rodríguez (Rodríguez, 2017) en la ciudad de Colombia respecto
a los cociente de desarrollo (CD) en niños con SD como indicador evolutivo ha conseguido visibilizar ciertas
tendencias en el desarrollo de esta población en etapas iniciales que por cierto tiende a coincidir con los
que se puede observar en la práctica cotidiana. Luego de la investigación aplicando una escala Abreviada
de desarrollo (EAD-1) describe las características de las curvas de desarrollo de 4 áreas fundamentales:
Motricidad gruesa, motricidad fina y adaptativa, audición y lenguaje, personal y social durante tres

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momentos distintos del desarrollo de estos niños, 0 a 9 meses, de 10 a 18 y el tercero de 18 a 36 meses
de edad.

Los resultados describen que en el primer momento (0 – 9 meses) de la curva, la mayoría de los niños
exceptuando los con hipotonía severa y/o cardiopatías graves, tienen características y ritmos similares a la
de niños sin esta condición genética, además se especula a modo de hipótesis que este resultado se vincula
a que los ítems de las escalas que evalúa a los niños en estos primeros meses, corresponden más a
protoconductas, es decir, reacciones que están en la transición de lo innato a lo aprendido. Estos
comportamientos se apoyan en acciones que tienen un alto contenido de programación genética, de
patrones madurativos, de actividad espontánea y, en menor grado, de lo que Azcoaga (1982, 1983)
denomina “aprendizaje fisiológico”, el cual es la base para la organización de las praxias, las gnosia y
lenguaje, al estar en este rango transicional entre lo programado y lo adquirido, pueden tener un mejor
rendimiento psicométrico en estos niños.

En el segundo momento a diferencia del anterior las conductas que se evalúan empiezan a depender de
procesos de aprendizaje fisiológico, se evalúan destrezas más complejas y son estas las que registran un
menor resultado en cuanto al CD, es así como en este periodo se observa un rendimiento que desciende
significativamente evidenciado al observar una curva que decae, con resultados inferiores, algo que suele
observarse en la clínica posterior a los 12 meses de edad cuando los hitos esperados en el desarrollo típico
les son de difícil adquisición a estos pequeños.

Ya en el tercer momento los CD tienden a desacelerar su caída y a estabilizarse, al buscar los autores unas
explicaciones plantean la hipótesis que esta estabilización temporal de las curvas se debe a que con la
acumulación de cambios previos en este periodo los menores logran gran parte de los hitos pendientes en
el momento anterior y estos resultan trascendentales para adquisiciones futuras. Aunque la tendencia en
este tercer momento es alcanzar una estabilidad relativa, e incluso a un ligero ascenso en los CD en la
mayoría de las áreas o funciones que se están organizando, en el área del lenguaje la propensión de su CD
es a continuar decreciendo.

Esta investigación grafica de forma bastante clara la tendencia del desarrollo inicial de esta población,
siendo necesario tenerla en consideración en etapas posteriores de evaluación e intervención.

Crecimiento
Una de las características presentes en la mayor parte de las personas con síndrome de Down es la talla
baja, a cualquier edad, la talla media está alrededor del percentil dos (2%) para la población general.
Podemos mencionar algunas patologías presentes en esta población que conducen a un cierto déficit de
crecimiento, tales como, cardiopatías congénitas, apneas del sueño, enfermedad celíaca, problemas
nutricionales debidos a dificultades en la alimentación, así como deficiencia de hormona tiroidea.

Un dato que suele ser sugerido es que los bebés con SD pierden peso al nacer y no lo recuperan sino hasta
el final del primer mes aproximadamente. Esto puede deberse a las dificultades que muchos de estos bebés
plantean con su alimentación durante las primeras semanas, sin embargo, a partir del primer mes, el peso
debe de incrementar paralelo a los percentiles y, en caso contrario, debe ser investigado.
Durante los dos primeros años de vida el peso y la talla debe ser controlada con frecuencia, debe existir
seguimiento y monitorio constante para identificar tempranamente alguna patología adicional;
afortunadamente en este aspecto sí se cuenta con tablas específicas de desarrollo para el SD.

La relación entre la talla y el peso debe ser evaluada con los mismos índices de masa corporal (IMC) que en
la población general. Es muy importante destacar que el sobrepeso (IMC >91%) y la Obesidad (IMC>98%)
no son inevitables en las personas con síndrome de Down, por lo que se deben de prevenir aconsejando
adecuadamente con respecto a la dieta y la actividad física.

Habilidades cognitivas
Concretamente podemos decir que a partir de la afectación cerebral que ya fue descrita como propia del SD
se desencadena lentitud para procesar y codificar la información y dificultad para interpretarla, elaborarla y
responder a sus requerimientos tomando decisiones adecuadas, debido a lo cual a ellos les resultan más
costosos, en mayor o menor grado, los procesos de conceptualización, abstracción, generalización, así como
la planificación de estrategias para resolver problemas y atender a diferentes variables a la vez.

Es posible que con estos niños ocurra que en ocasiones se muestren incapaces de realizar determinada
actividad cuando pueden hacer otra aparentemente más compleja.

Si nos enfocamos en características más específicas del desarrollo de estos aspectos cognitivos se puede
describir que:

 Respecto a la atención en el SD existen alteraciones en los mecanismos cerebrales que intervienen


a la hora de cambiar de objeto de atención (Jesús Flórez, 2019). Es por ello que suelen tener
dificultad para mantener la atención durante periodos largos de tiempo, labilidad atencional y alta
distractibilidad, parece que influye también que en ellos predominan las influencias externas sobre
la actividad interna, reflexiva y ejecutora, junto a una menor capacidad para poner en juego
mecanismos de autoinhibición. Variados autores precisan que estas dificultades también pueden
deberse a retraso inicial y curso atípico que puede seguir en esta población la conducta dirigida
hacia un objetivo, aspecto que además se encuentra a la base de diversas y diferentes dominios
de desarrollo.
 Al observar la atención de estos alumnos ocasionalmente su lentitud en el procesamiento de la
información y la entrega de la respuesta puede ser mal interpretada como falta de atención, por lo
que hay que estar atentos para no confundir ambas cosas.
 Relacionado a la referencia temporal y debido a sus dificultades de abstracción ellos presentan
limitaciones en la comprensión de los conceptos de pasado, presente y futuro, su comprensión es
más concreta y por ello suelen presentar bastantes confusiones con estos conceptos relacionados
al tiempo. Lo que si surge como fortaleza en este aspecto es que por su tendencia a poseer buena
memoria suelen recordar eventos sucedidos en épocas bastante anteriores, aunque
ocasionalmente por lo antes mencionado tienen la impresión de haberlos vivido hace mucho menos
tiempo.

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Otro aspecto vinculado a las características de la referencia temporal es su limitación en la
comprensión cabal de la causa y el efecto. Si su capacidad para asociar causa y efecto está
alterada, los niños pequeños con síndrome de Down pueden tener dificultad para organizar sus
propias conductas de forma que puedan convertirse ellos en causa de resultados concretos
(Carlson, 2003)
 En cuanto a la Percepción la bibliografía actual describe que procesan mejor la información visual
que la auditiva, respondiendo mejor a la primera. Por otro lado, su umbral de respuesta general
ante estímulos es más elevado que en la población general, incluido el umbral más alto de
percepción del dolor, aunque se debe mencionar que estos umbrales pueden ser variables de una
persona a otra con SD asi como entre un sentido y otro.
 Su memoria se caracteriza por dificultades para retener la información, limitaciones en recibirla,
procesarla, consolidarla y recuperarla, o sea problemas tanto en la memoria de corto y de largo
plazo. Según Fernández 2001 su memoria a corto plazo, tiene escasa capacidad para procesar
información sensorial y organizarla como respuesta y la de largo plazo, muestra dificultades para
almacenar y recuperar la información.
Se pesquisan carencias en la memoria explicita o declarativa siendo muchas veces incapaces de
explicar conductas complejas que si pueden realizar en la práctica. Sin embargo, tienen memoria
procedimental y operativa bien desarrolladas logrando realizar secuencias con bastante precisión.
Funcionan mejor en las tareas de memoria a corto plazo si han de recordar información visuo-
espacial, como son las secuencias de localizaciones de objeto.
Su mayor limitación respecto a la memoria se relaciona en que no saben utilizar o desarrollar
estrategias espontaneas para mejorar su capacidad memorística (Ruiz, 2001)
 En relación al procesamiento de las personas con SD debemos comprender y siempre considerar
una lentitud existente, recordar que este procesamiento es concreto a pesar de lo cual es bastante
funcional.
Su procesamiento visual es superior al auditivo, ellos muestran relativa habilidad en la memoria a
corto plazo de naturaleza visual frente a la auditiva.
Debemos considerar que sin lugar a dudas captan y procesan mejor la información entregada a
través de más de un sentido, esto quiere decir de forma multisensorial.
Se describe además que su habilidad para procesar datos con rapidez es limitada, incluso
manifestando problemas para cambiar la velocidad de procesamiento en situaciones diferentes, lo
cual puede resultar aún más problemático para ellos.
En este procesamiento general de información utilizar lo que ya han aprendido y aplicarlo a otras
situaciones nuevas les genera un reto importante que requiere de apoyo, siendo así explícitos sus
problemas en la generalización de aprendizajes.
Todas estas deficiencias mencionadas resultan cada vez más evidentes y pronunciadas conforme aumenta
la edad cronológica. A veces sucede que con el paso del tiempo se consolidan más aun los puntos fuertes
y por el contrario las áreas deficientes o frágiles se debilitan aún más, un aspecto importante a tener en
cuenta en la intervención, pues ellos al reconocer sus fortalezas y saber entonces que actividades se les
hace más fácil desarrollar pueden tender a implicarse constantemente de forma preponderante sólo en
actividades relacionadas a estas fortalezas dejando de lado las que requieren de aspectos más débiles.
Un aspecto que tiende a ser controversial en el SD son las características de su Inteligencia. Inicialmente
podemos decir que independiente de la presencia o ausencia de otras características el SD siempre está
acompañado de una Discapacidad Intelectual (DI). La AAIDD (American Association on Intelectual
Developmental Disabilities) establece que “la discapacidad intelectual es una discapacidad caracterizada
por limitaciones significativas tanto en el funcionamiento intelectual y en la conducta adaptativa, que abarca
muchas habilidades sociales y prácticas cotidianas”.
El grado de deficiencia como ya es sabido no se correlaciona para nada con otros rasgos fenótipicos y se
presenta en grado variable, se describe en la literatura que esta DI prioritariamente es de grado leve y
moderado. El resto del grupo se mueve en los extremos de estas puntuaciones, con una minoría con
capacidad intelectual límite, habitualmente son personas con mosaicismo, y otra minoría con deficiencia
severa o profunda, producida por lo general por una patología asociada o un ambiente poco estimulante.

Además se debe mencionar que no todos los niños con SD nacen con una patología igualmente intensa, ni
siguen el mismo proceso de desarrollo a lo largo de sus vidas (Artigas, 2004).

Que estos niños presenten DI tampoco los condena irremediablemente a un futuro pre determinado, se
reitera que es evolucionable y dependerá de múltiples factores.

Los test de desarrollo del coeficiente intelectual en la infancia evalúan, en su gran mayoría, la organización
progresiva de funciones básicas como: la actividad motora y sensorial, el lenguaje, la interacción social, e
incluso la atención y la memoria (Moore, 2008). Para determinar cuantitativamente el coeficiente
intelectual de un niño se debe esperar hasta los 5 años de vida, esto es para toda la población.

En los tests estandarizados para medir la inteligencia los niños con SD obtienen mejores resultados en las
pruebas manipulativas que en las verbales, lo que les penaliza como grupo, dadas las dificultades que
tienen en el ámbito lingüístico y el alto contenido verbal que suelen incluir estas escalas. Respecto a los
tests de inteligencia (Ruiz, 2001). Desafortunadamente este grupo se ve de cierta forma perjudicado en los
resultados por sus importantes problemas lingüísticos y comunicativos, aspecto que en pruebas
estandarizadas les impide mostrar su real potencial y les disminuye notablemente el puntaje obtenido
finalmente.

A ciencia cierta las puntuaciones del test no tienen mucho valor práctico para predecir lo que un niño va a
ser capaz de hacer en su vida diaria, ya que su función cotidiana en situaciones académicas, sociales y
prácticas es a menudo mejor de lo que cabría esperar respecto de su puntuación en CI.

Idealmente se debe optar por evaluaciones más bien informales y observacionales. Se menciona que las
tempranas evaluaciones respecto a su evolución revisten un gran valor al ayudar a detectar e intervenir
oportunamente retrasos o alteraciones que son determinantes para el funcionamiento intelectual posterior
(Rodriguez, 2005).

Muchos refieren que una forma adecuada para determinar el nivel evolutivo alcanzado por un niño es el CD,
ya mencionado en este escrito anteriormente, esto expresaría una relación entre la edad madurativa del
niño y su edad cronológica. Entre más lejos esté la edad madurativa de la cronológica, mayor es el grado de
afectación que tiene el niño en su neurodesarrollo.

Otros manifiestan que es mejor en el caso de los niños con SD considerar la Edad mental del individuo. Esta
edad mental significa que las habilidades de la persona, tomadas en su conjunto, corresponden

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aproximadamente a lo que cabría esperar de una persona con un desarrollo típico que tuviera esa edad
cronológica, por ejemplo, un joven de 12 años con SD posee una edad mental de 8 años (pensando que ha
conseguido desarrollar habilidades que se esperarían a una edad cronológica de 8 años en un niño
neurotípico). Una advertencia importante para cuando se considere la edad mental de una persona con SD
es que esta es un promedio de los diferentes aspectos de la personalidad de la persona y que esto no quiere
decir que lo trataré en su totalidad como un niño de 8 años en el caso del ejemplo anterior, pues puede que
tenga intereses adecuados a su edad cronológica (12 años) aunque su edad mental sea de 8 años, no
podemos dejar de lado la experiencia que ha acumulado en su transcurso de vida. Lo importante es no creer
que tienen un “techo” para desarrollarse cognitivamente y no infra o sobrevalorar su rendimiento.

Para finalizar este apartado mencionar dos aspectos, primero que durante su vida la mayoría de las
personas con SD se maneja en el terreno de la inteligencia concreta, por lo que la diferencia intelectual se
nota más en la adolescencia, cuando otros jóvenes de su edad pasan a la fase del pensamiento formal
abstracto. Y en segundo lugar cómo en la actualidad se ha identificado un aumento en más de 20 puntos
de la media del CI de las personas con SD en los últimos 25 años, siendo posiblemente uno de los mayores
logros educativos alcanzados en el último tiempo, estos datos han mostrado cómo el progreso en las
condiciones sanitarias unido a una intervención educativa apropiada ha originado resultados inimaginables
en décadas anteriores.

Habilidades motoras
Los niños con SD al igual que cualquier otro infante intenta desarrollar habilidades motoras cada vez más
complejas, suelen disfrutarlas igual que cualquier otro, utilizarlas para comunicarse y explorar, en definitiva,
ponerlas al servicio de su desarrollo integral.

Ya sabemos que el desarrollo motriz es algo que va a repercutir en la mayoría del aprendizaje y cuyo objetivo
principal es ayudar a expresar las emociones a través del cuerpo favoreciendo el desarrollo, y permitiendo
que la persona explore, viva sus emociones y conflictos, aprenda a superar situaciones, a enfrentarse a sus
límites, a sus miedos y deseos, a relacionarse con los demás y a asumir roles (Quiróz, 2012).

Para un niño con Síndrome de Down, descubrir la alegría por moverse, el desarrollo de los patrones de
movimiento y la adquisición de las habilidades motoras puede ser una tarea difícil y frustrante. El niño tarda
mucho en iniciar un movimiento, y la adquisición de los movimientos es un proceso lento en relación a la
media de la población (Ulrich, 2008).

Esta población muestra una especial dificultad para desarrollar este ámbito, se describe que los factores
que más influyen en ello son:

 La Hipotonía, recordemos que la hipotonía está presente en mayor o menor grado en la mayoría de
los individuos con SD, la fortuna es que esta tiende a ir desapareciendo o minimizándose con el
paso del tiempo, más aún con la estimulación adecuada. Inicialmente se pensó que el alcance de
hitos motores se retrasa debido a de un problema de laxitud ligamentosa, disminución de la fuerza
muscular e hipotonía, pero posteriormente se determina que esta no es la causa principal (Connolly,
Morgan, Russell y Fulliton, 1993).
 El retraso en su desarrollo postural y la presencia de patrones anormales de movimiento.
 La presencia de un retraso en la iniciación y terminación de reflejos primitivos, como por ejemplo
el de Moro que puede tardar más en desaparecer.
 La hiperlexitud ligamentosa.
 El mal funcionamiento de articulaciones, según Rogers y Coleman (1994) las articulaciones que se
encuentran en situación de riesgo dentro del aparato motor, la occipitoatloidea, la atlantoaxial y la
columna cervical, el área de fusión lumbosacra, la cabeza del fémur, la rótula y las articulaciones
de los huesos de los pies.
 Dificultades de equilibrio.
 Tiempos de reacción aumentados y movimientos más lentos.
 Los factores de riesgo ambiental, no menos importante y relacionados con la presencia o ausencia
de un medio ambiente favorable para el desarrollo del menor, seguridad y estimulación de buena
calidad.
 Otros factores que también podrían influir: prematuridad, hospitalizaciones, estado general de
salud, cardiopatías, dificultades en la visión, entre otras.

En líneas generales, los niños con SD presentan dificultades de coordinación dinámica general, coordinación
óculo-manual, equilibrio y control postural, con diferencias significativas en la edad de aparición de los
distintos hitos evolutivos. La falta de experiencia motriz y/o una experiencia inadecuada, junto con sus
propios hándicaps físicos, pueden generar una movilidad inadecuada, lo cual repercute negativamente en
la adquisición de habilidades y destrezas intelectuales y lingüística (Escribá, 2002; Sampedro et al., 1993;
Turpín, 2007).

Sin olvidar explicitar que las características fundamentales del desarrollo motor en cualquier niño no
consisten en conseguir un determinado hito motor, como sentarse o pararse, sino en el modo en cómo se
incorpora este al desarrollo general de la función y de la habilidad motora.

Desarrollo Evolutivo:

Se entiende por desarrollo motor “la mejora, con la edad o el entrenamiento, del rendimiento motriz que
resulta tanto de la evolución de las estructuras neuromusculares como de una mejor utilización de la
información y de las referencias (feedback) en el refinamiento de la coordinación motriz” (Gallahue, 2005).
Los niños con SD igual que los demás aprenden a moverse moviéndose, y sus cerebros aprenden a controlar
sus cuerpos, sus pies y sus manos mediante la práctica, ellos siguen los mismos pasos del desarrollo motor
general, siendo esta mejora paulatina y progresiva, pero requiriendo de mayor tiempo y práctica para
desarrollarse adecuadamente en este grupo. También se describe que en esta población la secuencia no
es tan predecible y entre los profesionales se tiene una actitud bastante flexible en relación con el orden en
que han de conseguir las etapas del desarrollo, siempre que sean movimientos y posturas útiles y correctas.

Se describe que en los niños con SD sus acciones y reacciones se caracterizan por la lentitud, tanto en lo
que se refiere al tiempo que tardan en iniciar la respuesta a un estímulo como al que tardan en realizar una
tarea (Latash, 2002).

La variabilidad es alta algunos están sólo un poco retrasados, otros tienen mayor fuerza en la mitad superior
del cuerpo que en la inferior y eso afectará a la edad en que empiezan a caminar, otros son más fuertes en

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su mitad inferior que en la superior y un pequeño grupo muestra mayor debilidad y mayor retraso en todos
los aspectos del progreso motor.

Un hito trascendente resulta ser el aprender a caminar, mientras que los niños en general comienzan a
caminar hacia los 13 meses como media, los que tienen SD lo hacen hacia los 22-24 meses, con amplia
variación de sobre esta media. Luego entre los 2-3 años el progreso puede ser lento y depende del ritmo
de cada niño, pero en general se ponen cada vez más osados, prueban más movimiento, trepan, saltan y al
final de esta etapa serán capaces de subir los peldaños con ayuda, tirar un juguete con cordel, patear una
pelota, una variedad amplia de acciones más complejas.

En cuanto a la motricidad fina alrededor de los 15 meses se describe que el niño con SD comience a apuntar
hacia lo que les interesa y desde los 18 meses logre tomar objetos con pinza entre el índice y el pulgar (hay
variabilidad entre estudios y autores respecto a estas fechas). Luego siguiendo el desarrollo típico aprenderá
a soltar objetos y a tirarlos lejos, esta suele ser una actitud bastante persistente por unos meses. Al
comenzar el tercer año ya deja de tirar todo al suelo y de llevarse cosas a la boca, comienza a usar los
juguetes de acuerdo a sus objetivos teniendo mayor control de sus acciones, así como mayor precisión de
sus movimientos finos.

A continuación, se adjunta una tabla con las edades de desarrollo psicomotor para servir de guía, aunque
hay variabilidad entre estudios y autores diversos.

Es frecuente que en los niños con SD de la impresión que pasaran meses sin un claro avance en ellos, pero
es importante observar con más detalle para lograr identificar que durante este tiempo lo que hacen
generalmente es ir perfeccionando los logros obtenidos para estar preparado para el siguiente.

Ciertamente, se ha demostrado que los bebés con síndrome de Down sufren una alteración en su capacidad
para detectar las relaciones causales a los nueve meses, ya que muestran dificultad para representar una
relación causal entre un movimiento del brazo y su consecuencia reforzadora (Ohr PS, 1994).

A la vista del retraso en la motricidad gruesa y fina de los niños con síndrome de Down, se sugiere que puede
haber consecuencias de este desarrollo motor que se extienden mucho más allá del sistema motor y puede
implicar al desarrollo de las representaciones cognitivas de los objetos y de los eventos en el mundo físico.
Desarrollo sensorial
Un niño sin disfunción rápidamente recibe, clasifica y organiza la información relevante, omitiendo la que
no es pertinente en ese momento específico. Por otra parte, el niño con disfunción integrativa sensorial es
incapaz de realizar tal acción, por tanto, se incomoda porque no sabe a qué estímulo en particular
responder.

En los niños con síndrome de Down el sistema sensorial puede estar más activo de lo habitual o por el
contrario, funcionar deficientemente. Cuando el tacto funciona deficientemente (hiporreactividad) se
produce una disminución de la conciencia y atención que debe despertarle un objeto dado. En los casos de
los niños con SD en los que su tacto es más activo que el promedio (hiperreactivo), se resiste por ejemplo a
tocar objetos húmedos o con una textura peculiar y entonces tratan de evitar actividades que otros niños
disfrutan.

El sistema propioceptivo al igual que lo mencionado con el tacto puede ser hiporreactivo en ciertos niños
Down, lo que les producirá una disminución en su habilidad de notar la posición de su cuerpo, así como la
fuerza de los movimientos.

En los niños con SD podemos encontrar diversidad de perfiles sensoriales, con características como las
descritas anteriormente. Cada uno de los 7 sentidos puede presentar

 Infrarrespuesta, necesitando más información sensorial para hacer que su sistema nervioso se
active para que él pueda responder, presentando un umbral de registro más alto, puede no darse
cuenta de muchos eventos porque su sistema nervioso no le está pasando la información, no está
siendo registrada o interpretada de un modo que le permita responder.
 Sobrerrespuesta, estos niños presentan un umbral bajo, así una cantidad baja de información
sensorial hace que su sistema nervioso sobre-reaccione, colocándolos en un nivel elevado de
alerta; en ellos el cerebro percibe cantidades e intensidades normales de estímulo sensorial como
incómodos inicialmente, y si persisten, como amenazadores e inquietantes. Como el objetivo del
cerebro es el de sobrevivir y proteger, tienen dificultad para aprender nuevas habilidades. Este tipo
de alteración puede ocasionar una defensa sensorial.
 Buscadores de sensaciones, sucede cuando el niño busca y ansía tratar de conseguir cierto tipo de
estimulación sensorial que sobrepase lo que se espera dentro de parámetros normales.
Frecuentemente responden poco y buscan la cantidad de estímulo sensorial que necesitan para
alcanzar las necesidades propias de un umbral que está más elevado en su sistema nervioso. Sin
embargo, en ocasiones estos niños realmente responden más al estímulo sensorial, pero en lugar
de evitarlo, buscan un tipo de estímulo en exceso para apagar los efectos sobre-estimulantes y
molestos de todos los otros estímulos.

También existe la posibilidad de encontrar combinaciones de estas alteraciones, pueden presentar


componentes de esas tres dificultades en la modulación sensorial producto de un sistema nervioso
asincrónico que reaccionará diferente a la variedad de estímulos sensoriales que le pueda presentar el
medio.

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Desarrollo del carácter y la personalidad
Respecto a este apartado del desarrollo en los niños con SD es en el que preferentemente encontramos
estereotipos y mitos. Típicamente se sostiene por ejemplo que son personas difíciles de tratar, afectuosas,
obstinadas, cariñosas, sociables, con buen humor, amables, alegres y sumisos, careciendo en su mayoría
de sustento real y siendo perjudiciales por las generalizaciones que implican en amplios aspectos, sobre
todo en relación a la disposición al relacionarse con ellos y al trato que se les entrega.

La literatura nos entrega una afirmación concreta, entre las personas con SD se encuentra una rica variedad
de temperamentos, tan amplia como la que aparece en la población general. Dejando este punto en claro
algunas investigaciones describen que existen ciertas formas de actuar manifestadas con mayor frecuencia
en ellos respecto a su personalidad.

Según lo planteado por Jesús Flores y Emilio Ruiz exponentes muy importantes en la temática del Síndrome
de Down (Jesús Flórez, 2019) algunas de estas peculiaridades son:

 Escasa iniciativa. Se observa en la utilización reducida de las posibilidades de actuación que su


entorno les proporciona y en la baja tendencia a la exploración.
 Menor capacidad para inhibirse. Les cuesta inhibir su conducta, en situaciones variadas que van
desde el trazo al escribir hasta las manifestaciones de afecto, en ocasiones excesivamente
efusivas.
 Tendencia a la persistencia de las conductas y resistencia al cambio. Por ejemplo, les cuesta
cambiar de actividad o iniciar nuevas tareas, lo que puede hacer que en algunos casos parezcan
"tercos y obstinados". Sin embargo, en otras ocasiones se les achaca falta de constancia,
especialmente en la realización de actividades que no son de su interés.
 Baja capacidad de respuesta y de reacción frente al ambiente. Responden con menor intensidad
ante los acontecimientos externos, aparentando desinterés frente a lo nuevo, pasividad y apatía.
Tienen además una más baja capacidad para interpretar y analizar los acontecimientos externos.

Desarrollo del Comportamiento


En este dominio de desarrollo se habla de “fenotipo conductual”. Dykens menciona que “las personas que
tengan un determinado síndrome muestren ciertas consecuencias en su conducta y desarrollo con una
mayor probabilidad o posibilidad que las personas que no tienen dicho síndrome". Claramente quizás
muchos de los individuos portadores del SD mostrarán las conductas descrita como características, pero no
todos, ni tampoco quienes las presenten lo harán en el mismo grado o nivel de gravedad, siempre
considerando la variabilidad inter caso.
Son diversos los aspectos a los que poner alerta ya que pueden influir sobre el comportamiento, por ejemplo,
cardiopatías congénitas que llevan a menor resistencia física, alteraciones oculares y de audición,
dificultades en la integración sensorial, limitaciones comunicativas, funcionamiento hormonal inadecuado,
entre otros; todo aquello debe ser intervenido lo más tempranamente posible para evitar consecuencias en
el comportamiento general del individuo.

No todo niño con SD que presente una conducta inapropiada tiene trastorno de conducta debido a los cual
lo más complejo resulta ser descubrir si realmente estamos frente a un problema netamente de conducta
o a una manifestación producto de algunos aspectos como los antes mencionados; dilucidar aquello resulta
determinante para el proceso de intervención.
Los niños con SD pueden sin lugar a dudas presentar algunos problemas de conducta como son la
terquedad, la obstinación, la conducta agresiva y la psicopatología. Los niños con síndrome de Down
muestran más problemas de conducta. Entre el 13 y el 15 % de estos niños suelen tener dificultades de
conducta de cierta importancia, cifras que aumentan, si se incluyen niños y adolescentes, hasta el 18 a 38
% (A Gath, 1986)

Para muchos niños con SD, el éxito en estos ambientes viene dificultado por la aparición de conductas
problemáticas o conflictivas, definidas por Doss y Reichle (1991) como “la conducta que ocasiona
autolesión, o lesiones a otros, o que perturba o lesiona el ambiente físico, y que interfiere la adquisición de
nuevas habilidades y aísla al niño de su aprendizaje”.

Los niños con SD muestran mayores tasas de problemas de atención que los demás niños, retraimiento
social, desobediencia, compulsiones (agarrar objetos, repetir ciertas acciones) (Cae DA, 1999). Con la edad,
aumentan también las conductas asociadas a la ansiedad, la depresión y el retraimiento (Dykens EM, 1997).
Es bastante frecuente que, desde que son pequeños, muestran problemas de conducta relacionada con el
escape y la inatención, desobediencia y pobre conducta social.
El hecho de que estas conductas problemáticas se inicien pronto y se expresen con claridad ha inducido a
incluirlas dentro del fenotipo conductual que caracteriza al síndrome de Down (Fidler, 2005)

Se estima que la prevalencia de trastornos de conducta disruptiva es del 8-12% en los niños con SD,
pudiendo aparecer a partir de los 3 años; en la población general aparece en un 3-4% y suele hacerlo entre
los 5 y 7 años.

Tanto el fondo ambiental de la familia como su fondo genético influirán de modo parcial sobre la presencia
y la intensidad con que un individuo muestre particulares conductas, perfiles o problemas.

Es de especial atención considerar que los niños que tienen DI si son capaces de utilizar la conducta
disruptiva para manipular a sus cuidadores y para establecer un patrón de conducta aprendido, nada
deseable, que es preciso cambiar.

La gravedad, la intensidad y el patrón de conducta que aparece como negativa, desafiante, disruptiva,
destructiva o agresiva dan origen a un espectro de trastornos que siguen una línea de continuidad con
gravedad creciente:

 Trastorno de hiperactividad con déficit de atención,


 Trastorno de oposición desafiante,
 Trastorno de conducta disruptiva.

Los factores que pueden predisponer a que los niños con SD muestren esta conducta Disruptiva pueden
ser por ejemplo exigencias poco realistas por parte de los padres y educadores basadas en las expectativas
del desarrollo, ansiedad recurrente, frustración, desajuste temperamental entre los padres y el niño,

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descontrol de los impulsos, un estilo cognitivo rígido e inflexible, una conducta aprendida para llamar la
atención social o para escaparse; todos aspectos absolutamente tratables en pro de disminuir estas
conductas con estrategias adecuadas entregadas por profesionales idóneos.

Estas conductas pueden traer consecuencias negativas de no ser erradicadas o disminuidas, como por
ejemplo rechazo social o fracasos como el escolar o en otros contextos.

Desarrollo Socio Afectivo


Su nivel de interacción social espontanea es baja, pero alcanzan buen grado de adaptación social y ofrecen
una imagen social más favorable que personas con otras deficiencias. Esto es un factor positivo que facilita
la incorporación a diversos contextos, así como también lo es su capacidad de empatía.

Suele existir la tendencia a una gran dependencia de los adultos, algo que se manifiesta en los diferentes
contextos en los que además prefieren con mayor frecuencia jugar con niños de menor edad cronológica
que la que tienen ellos.

En algunos casos manifiestan agresión u otras formas no convencionales para llamar la atención de quienes
le rodean, estas conductas disminuyen con el aumento de competencias comunicativo lingüísticas.

Ellos experimentan variados sentimientos como todos, su abanico es típicamente amplio y suelen ser
bastante explícitos y sinceros con sus emociones, las muestran abiertamente e incluso a veces las exageran;
hay que poner atención pues ocasionalmente hacen propias emociones que observan en otros sin tener
fundamento para ello, actúan como espejo. Las personas con a SD no son siempre capaces de filtrar las
emociones, las situaciones estresantes, las tensiones o los conflictos de los demás.

Las individuas con SD, también los niños, muchas veces pueden ser mal interpretados respecto a su
conducta pues suele ser para ellos difícil expresar sus sentimientos verbalmente.

EL desarrollo de todo este aspecto depende de la evolución del niño desde dos vertientes, su preparación
para acceder a la comunidad y la concientización que se haga en la sociedad en si misma frente a la
necesidad de reaccionar, trabajar, valorar y respetar la diversidad.
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