Está en la página 1de 5

6 pasos para sanar las heridas

emocionales de la infancia.
Fuente: Mejor con salud
Buscar culpables solo nos hará perder energía. Es fundamental que nos demos
permiso para enfadarnos y aprendamos a perdonarnos. Al sanar nuestras heridas

Las experiencias dolorosas que desarrollamos a lo


largo de nuestra vida conforman nuestras heridas
emocionales. Generalmente, nos cuesta afrontar problemas
emocionales como separaciones, traiciones, humillaciones, abandonos o
injusticias.
Lo cierto es que es probable que muchos de nosotros aún
no hayamos cerrado esas heridas, que sigan doliéndonos y
que intentemos enmascararlas con el maquillaje de la vida.
Sin embargo, no nos percatamos de que solo estamos parcheándolas y
que cuanto más esperemos, más se agravarán. Esto es
mucho más complicado cuando, a pesar de que sabemos que algo no está
bien en nuestro interior, todavía no nos hemos dado cuenta de que estamos
heridos.
Así, hay un tanto por ciento de ignorancia que, unido al miedo a revivir
nuestro dolor, no nos permite ser nosotros mismos, obligándonos a
interpretar un papel que tenemos poco o nada estudiado y que no nos
corresponde.
Seguro que, si estás leyendo esto, te sobran las ganas de conocerte y de
mejorarte cada día. Por eso, con este artículo te queremos acercar
una pequeña ayuda para que conozcas cuál es el
proceso que debes seguir si quieres poner en marcha la
maquinaria de afrontamiento que te permita curar tus heridas.
Así es que, a continuación, os mostramos 5 etapas que
necesitamos experimentar para sanar nuestras heridas
emocionales:

1. Acepta la herida como parte de ti


No te tapes los ojos, la herida existe. Puedes reconocerlo o
no, pero te aseguro que hacerlo es lo único que te ayudará a seguir adelante.
Según Lisa Bourbeaur, aceptar una herida significa mirarla, observarla
detenidamente y saber que tener situaciones que resolver forma parte de la
experiencia del ser humano.
Puede que pienses que vendarle los ojos al
sufrimiento es lo mejor que puedes hacer, pero lo cierto es que eso
te hace negarte que no estás bien, lo que implica que la herida se complique
con el paso del tiempo.
Debes aceptar y comprender que no somos mejores o
peores porque algo nos haga daño. Haberte construido tu
coraza es un acto heroico, un acto de amor propio que tiene mucho mérito
pero que ya ha cumplido su función. Ya te protegió del ambiente que te
originó la herida, por lo que es la hora de dejar ir y avanzar.
Aceptar nuestras heridas resulta muy beneficioso en
cuanto asumimos el aprendizaje que
necesitábamos. Si no lo haces, generarás numerosos problemas a
largo plazo, tales como depresión, ansiedad e inseguridades varias.
Ver también: 7 cosas que no sabías sobre la ansiedad
y que te ayudarán a afrontarla

2. Aceptar que te haces daño sucumbiendo al


temor o al reproche
Si focalizamos nuestra atención en el dolor y en la búsqueda de un culpable o
un responsable estaremos perdiendo energía, la cual es muy necesaria para
sanar nuestra herida. Intenta perdonarte y perdonar a los
demás, pues es la única manera de que consigas
pasar página y abrir tu corazón.
Debes entender que la voluntad y la decisión de sobreponernos a nuestras
heridas es el primer paso hacia la autocomprensión y el
autocuidado. No solo desarrollarás estas cualidades por y para ti, sino
también hacia los demás, lo que redundará en un mayor bienestar
emocional.

No puedes pretender que los demás cumplan tus


expectativas y te saquen del pozo cada vez que te
hundes. No es justo cargar a alguien con esa responsabilidad, que solo
nos corresponde a nosotros mismo.
De hecho, son este tipo de comportamientos los que
llevan a anular gran parte de nuestras relaciones y de
nuestra vida, lo que genera a su vez gran malestar emocional.

3. Date permiso para enfadarte con las personas


que alimentaron tu herida
Cuanto más nos dañen y más profundas sean nuestras heridas, más normal
y humano resultará culpar y sentir enfado hacia quien nos perjudicó. Date
permiso para enfadarte con ellos y perdónate.
Si te fuerzas a no hacerlo, acabarás reprimiendo ese dolor y
lo convertirás en odio y en resentimiento, dos sentimientos
extremadamente perjudiciales para nuestra salud.
Vivir imponiéndonos trampas emocionales es
castigarnos y abocarnos a una vida llena de dolor y de insatisfacción.
Además, de nuevo, estoocasionará que enmascares tu
verdadero Yo interno y que no seas capaz de abrir tu
corazón.
4. Tras la aceptación y el perdón viene la
transformación
Absolutamente todas nuestras experiencias nos enseñan
algo. Es probable que te cueste aceptarlo, pues nuestro ego es especialista
en crear esa barrera de protección que oculta nuestros problemas.
Lo cierto es que nuestro ego suele complicarnos la vida; sin embargo, son
nuestros pensamientos y nuestros comportamientos los que nos la
simplifican. Todo cambio requiere de un gran esfuerzo, pero es
necesario mirar de frente y afrontar que no estamos
siendo nosotros mismos y que algo debe cambiar.

5. Observa el mundo con y sin herida


Date tiempo para observar cómo te has apegado a tu
herida en todos estos años. Estaba ahí y, aun sin saber cómo,
dirigía cada uno de tus movimientos. Deshazte de tus máscaras, no te
juzgues, no te critiques ypon todo de ti a la hora de intentar
sanar tu herida en profundidad.
Es posible cambiar de máscara en un mismo día o llevar la misma durante
meses o años. Lo ideal es que seas capaz de decirte a ti mismo “Vale, me
he colocado esta máscara y la razón ha sido esta. Es
hora de quitármela”. Entonces sabrás que estás en el camino
correcto y que, en el resto del viaje, tu guía será la inercia que
te permita sentirte bien sin ocultarte.
Te recomendamos leer: Los mejores consejos para
aumentar tu autoestima

6. Apóyate en tu círculo social


Es probable que pienses que tú puedes con todo y
que ya has salido de peores pozos. Sin embargo, no hay
motivos por los que debas renunciar al consuelo de un corazón que te
escuche pacientemente.
Es evidente que el apoyo que los demás nos brindan puede ser crucial a la
hora de superar múltiples obstáculos. No renuncies a los abrazos
y al mundo Ellos también forman parte de ti, y juntos podéis
reconstruir un nuevo hogar en el que vivir sin sufrimiento.

También podría gustarte