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INFORME DE LECTURA

JOSE W. PÉREZ DELGADO

TEXTO: Searle, John R, Los Nombres Propios

El objetivo principal de Searl en los Nombres Propios es examinar entre los nombres
propios y sus referentes de tal manera que se demuestre como ambos tipos de enunciados
de identidad son posibles y, al proceder así, demostrar en qué sentido un nombre propio
tiene sentido.
Para dicho cometido empieza referenciando a Frege, en relación a la pregunta ¿tienen
sentido los nombres propios? ¿de qué manera los enunciados de identidad pueden
diferenciarse de lo trivialmente analítico? Se plantea a siguiente pregunta ¿Cómo un
enunciado de la forma a=b puede, si es verdadero, diferir en valor cognitivo de a=a?, su
respuesta es, aunque “a” y “B” tienen el mismo referente, tienen o pueden tener diferentes
sentidos, esta respuesta es una en la que ambas son descripciones definidas y no sinónimo
o donde una es una descripción y otra un nombre propio y no ambos son nombres propios.
Si esto es así:

(a) “Tulio = Tulio” es analítico


(b) Tulio= Cicerón” ¿es sintético?

Entiende que eso no es razonable. Por cuanto piensa que los nombres propios no tienen
sentido del modo que sí lo tiene los predicados. Los enunciados analíticos son verdaderos
en razón de las reglas lingüísticas, tal como el ejemplo anterior de Tulio, pero estas no
contienen contenidos descriptivos. De tal modo que no es posible seguir las soluciones
propuestas por Frege y para resolver su propuesta establece primero que los nombres no
so descripciones abreviadas.
Estable que “Tulio= Cicerón se usan para expresar la identidad del mismo objeto y que
(a) y (b) puede usarse para enunciados analíticos sin seguir la solución de Frege.

LOS ARGUMENTOS DE SEARLE SOBRE LOS NOMBRES PROPIOS


Parte por proponer que los nombres propios, como en el caso de “Este es Aristóteles”,
dependen de las condiciones necesarias y suficientes para la referencia, puesto que “Este
es Aristóteles” no se identifica con cualquier objeto llamado “Aristóteles”, por cuanto se
refiere a un objeto particular, aunque también las descripciones definidas y demostrativas
se refieran a objetos particulares. Sin embargo, los nombres propios se diferencias de los
primeros porque el nombre propio hace referencia sin presuponer ningún contexto que
circunde la pronunciación de la expresión y de los últimos no especifica características
de los objetos a los cuales se refiere.
Las condiciones están dadas por un conjunto de descripciones identificadoras asociadas
al nombre propio y son los usuarios del nombre quienes deciden determinar cuales son
los criterios para determinar dichas descripciones. Establece que los criterios son flexibles
para evitar la descripción definida. Así, los nombres propios funcionan como perchas en
la cual se cuelgan las descripciones.
La expresión de referencia sin presuponer contexto alguno y sin especificar características
de los objetos, aunque presuponen que al objeto al que se refiere tiene ciertas
características, importa la expresión de criterios no rígidos, para evitar convertir a los
nombres propios en abreviaturas y aislar la función de referencia.
La flexibilidad de los criterios para los nombres propios resulta siendo una condición
necesaria para aislar la función de referencia de la función descriptiva del lenguaje.
A partir de lo expuesto, resuelve la paradoja ¿tiene sentido el nombre propio? Y señala si
los nombres propios se usan o no para describir o especificar características de los objetos,
la respuesta es “no”. Pero si pregunta si los nombres propios están o no lógicamente
conectados con las características del objeto al cual se refiere, la respuesta es “sí” de
manera flexible.
COMENTARIO:
De acuerdo a lo propuesto por Searle, John R, debo manifestar que separa la función
referencial de la descriptiva o predictiva, es decir se basan sobre referencias sin describir
propiedades y están sujetas a la intención del hablante. Aquí, se desecha la idea de
nombrar a “Aristóteles” por lo que realizó. Ejemplo. “el profesor de Alejandro” que es
una característica contingente. De otro lado resulta de interés la comparación de nombres
paradigmáticos y de nombres propios degenerados. Estos últimos pueden tener un uso
descriptivo rígido sin tener la forma verbal de una descripción. Esta posición permite
tener en cuenta, al parecer, que Searle no puede generalizar la referencia para los nombres
degenerados por cuanto estos tienen un uso descriptivo rígido.
Respecto a la postura en contra de la posición de Frege, con la que no esta de acuerdo lo
ha resuelto utilizando a idea de la función de referencia y la flexibilidad de los criterios
para los nombres propios.
La idea de percha, no es inversa ni equivalente a la descripción, sino que contiene las
mismas.
De otro lado como se puede deducir del texto, el nombre esta asociado con un número
suficiente de descripciones (algunas pueden ser identificadoras otras no lo pueden ser) sin
embargo, que se niegue una de ellas no da origen a que el enunciado sea falso. Esto es
una posición contraria a la propuesta de Frege y a la postura de Russell estudiada en
clases. En consecuencia ni el sentido expuesto por el primero, ni la referencia como lo
expuso Russell, es suficientes para garantizar lo que significa los nombres.
Finalmente, debo manifestar que la postura de Searle, contribuye grandemente a la
reflexión sobre los nombres propios en el sentido de que su función es de identificación
y de designación de un objeto y no describirlo en razón de las propiedades que el hablante
cree y que puede ser o no compartida con el oyente.
PUNTO DE MAYOR INTERÉS PERSONAL
La idea de percha, en las cuales se cuelgan descripciones.
Creo que esta idea resulta siendo de mucho interés en el análisis, aunque requiere de una
mayor profundización en el tema. Sin embargo, me podría plantear algunas preguntas:
¿Cómo se construyen y donde se originan las llamadas perchas?
Respuesta aproximativa:
Creo que podría tener su origen en la relación hablante oyente, y de otro lado en la
relación de identidad y referencia en relación al nombre, no solo como un elemento de
análisis netamente del lenguaje formal sino incluso desde la posición del lenguaje natural.
Respecto a la relación de identidad y referencia, Searle ha abordado el tema de manera
más amplia en diversas publicaciones que incluso ha sido punto de discusión general en
el mundo de habla hispana.
Respecto al origen en la relación hablante oyente, soy de la opinión, tal vez apresurada,
que la percha se construye, por una participación activa de hablante - oyente y es aquí
donde encuentra sentido la identidad, la referencia del propio nombre. Pues es la relación
hablante - oyente que al hacer referencia a un nombre, como Luis, en la que se genera un
conjunto de descripciones que identifican al nombre que funciona como percha. Tal vez
el hablante ha emitido el nombre Luis, sin descripción alguna para identificar algún sujeto
llamado Luis. Como podemos ver en el ejemplo siguiente:
En una conversación común entre José y Andrés sucede lo siguiente:
José le dice a Andrés. Te cuento que Luis viajo a Europa. Andrés le replica José. Te
refieres al profesor de Filosofía. Sí. Prosigue Andrés: ese profesor que era alegre y estudio
en San Marcos. Aquí, es Andrés en calidad de oyente quien llena de descripciones la
percha y no José. Distinto sería que José le diga a Andrés el profesor Luis, profesor de
filosofía de San Marcos viajo a Europa, en la que estaríamos ante una descripción
contraria a la posición inicial. Sin embargo, creo que merece reflexión sin en la
conversación el hablante sin intención de descripción puede contribuir al llenado de la
percha.
OBSERVACIÓN PERSONAL FINAL
Searle, contribuye al estudio del nombre propio, desde una posición distinta a Russell,
Frege y otros estudiados en el curso. Dando sentido al concepto de identificación y
referencia, que se supone está inmersa en el nombre propio el cual tiene un sentido
intencional de identificación. Creo que acerca el estudio del lenguaje al sujeto que crea el
propio lenguaje. Que al hablar está sujeto a ciertas reglas que regulan el hablar en una
determinada comunidad.

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