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FdL I – Apuntes de clase - Tema 6
expresiones que se van a estudiar son los nombres propios (o términos singulares; por
ejemplo, ‘Aristóteles’, ‘Magdalena Andersson’, ‘Sierra de Guadarrama’), pues son
expresiones que paradigmáticamente refieren a, o se usan con la intención de que
refieran a objetos o entidades individuales. También se estudiará la referencia de otro
tipo de expresiones: los términos de género natural (o términos generales; por ejemplo,
‘tigre’, ‘olmo’, ’agua’, ‘fuego’, ‘wolframio’), y los términos indéxicos y demostrativos (por
ejemplo, pronombres personales como ‘yo’, ‘tú’, ‘ella’; adverbios de tiempo y lugar,
como ‘aquí’, ‘ahora’, ‘hoy’; y pronombres demostrativos, como ‘esto’, ‘eso’).
Dos muy destacados proponentes de estas tesis externistas han sido Kripke y Putnam.
El lógico y filósofo S. Kripke ha defendido que las referencias de los nombres propios, así
como de los términos de género natural, están determinadas en parte por factores
externos de tipo causal e histórico. Esta misma tesis ha sido defendida también, algo
posteriormente, por el filósofo H. Putnam, quien ha reforzado los argumentos de Kripke
en lo que atañe a los términos de género natural.
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Las teorías tradicionales de la referencia que hemos estudiado hasta ahora (las de Frege
y Russell) son teorías descriptivas, para las que la referencia de una expresión viene
determinada por el contenido conceptual, descriptivo, asociado con esa expresión. En
la formulación más reciente de este enfoque teórico, es cada hablante quien, al usar el
nombre, asocia en su mente ese contenido con el nombre. En este sentido, pueden
verse como teorías internistas. Las críticas de autores como Kripke y Putnam han puesto
de manifiesto algunos importantes problemas de estas teorías tradicionales, y han dado
lugar a un debate que aún sigue abierto.
2. Nombres
2.1. El problema de los nombres propios para las teorías descriptivas tradicionales
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entidad o idea abstracta). Esta teoría tiene problemas para explicar fenómenos como el
de los enunciados de identidad entre nombres co-referenciales (“Héspero es Fósforo”:
si ambos nombres nombran la misma entidad, ¿por qué el enunciado no es trivialmente
verdadero?), el de los enunciados que incluyen nombres de referencia vacía (“Ulises fue
dejado en Ítaca profundamente dormido”: si el nombre ‘Ulises’ nombra alguna entidad,
¿tendría que asumirse que el enunciado tiene un valor de verdad? Y ¿cuál sería este?),
las atribuciones de creencias (“El joven estudiante cree que Pablo Neruda, pero no
Neftalí Reyes, es el autor de Los versos del capitán”: si los dos nombres nombran al
mismo poeta, ¿cómo puede un hablante lingüísticamente competente usar los dos
nombres sin tener conocimiento de estar identificando a uno y el mismo referente?), o
los enunciados existenciales negativos (“Pegaso no existe”: si se ha supuesto que el
nombre refiere a alguna entidad, ¿cómo puede después predicarse su inexistencia?).
Las teorías descriptivas tradicionales pueden ofrecer una solución. De acuerdo con la
tesis que comparten, un nombre refiere a su portador (la entidad referida o referente
del nombre) mediante un contenido conceptual, descriptivo, asociado con ese nombre
por sus usuarios; y ese contenido es tal que permite identificar de manera única al
referente del nombre. Por tanto, para que el uso de un nombre refiera, es preciso que
se cumplan estas dos condiciones: (i) que cada hablante asocie, con su uso del nombre,
un determinado contenido conceptual descriptivo , y (ii) que ese contenido descriptivo
permita determinar, de manera única, al referente del nombre.
Frege y Russell defendieron, como hemos visto, teorías descriptivas para los nombres
propios gramaticales. Una versión más fuerte de las teorías descriptivas afirma que el
contenido descriptivo asociado con un nombre no sólo es el mecanismo que permite
identificar de manera única al referente, sino que constituye además el significado del
nombre. (Esta versión fuerte, en relación con los nombres, no está claro que se le pueda
atribuir a Frege, y con seguridad no se le puede atribuir a Russell.)
Si asumimos, con las teorías descriptivas, que un nombre refiere a su portador en virtud
de que esta entidad satisface, de manera única, el contenido descriptivo asociado con
el nombre, y asumimos además (con la versión fuerte de estas teorías) que este
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Sin embargo, la crítica de Kripke a estas teorías descriptivas tradicionales (en su ensayo
El nombrar y la necesidad) puso de manifiesto tres importantes dificultades para ellas.
Se conocen como el problema de la necesidad no deseada (también llamado el
problema epistémico), el problema de la rigidez (o también, el problema modal), y el
problema de la ignorancia o el error. Los dos primeros afectan a teorías descriptivas
fuertes, mientras que el último afecta también a las versiones más básicas para las que
el contenido descriptivo no es idéntico al significado del nombre, pero sí es el
mecanismo de identificación del referente. En un sentido amplio, se denomina teoría de
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Frege-Russell al conjunto de teorías descriptivas a las que se dirige esta triple crítica de
Kripke.
Kripke concluyó que los nombres propios, a diferencia de las descripciones definidas,
han de identificar a su referente de manera estable de acuerdo con su uso en el mundo
real: esto quiere decir que ‘Aristóteles’ debe hacer referencia, en todos los mundos
posibles, al mismo individuo identificado en el mundo real –y no a cualquier otro que,
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Una posible salida a los problemas es suponer que el contenido descriptivo asociado con
un nombre no es una única descripción fija. Wittgenstein sugirió que se viera más bien
como una disyunción abierta de descripciones (como un “racimo” de ellas), de manera
que para cada hablante o en cada ocasión de uso el contenido seleccionado podría variar
-y, correlativamente, el mecanismo para identificar al referente también lo haría. El
problema con esta idea es que introduce lo que Frege ya había llamado una ‘oscilación
del sentido del nombre’ que, sin restricciones, llevaría a que nada garantizara el
entendimiento entre hablantes, ni que al usar un mismo nombre estuviesen,
efectivamente, haciendo referencia al mismo referente –e incluso ni siquiera que una
misma persona al hablar refiriese a la misma entidad en dos ocasiones distintas de uso
de un nombre. Una posible solución para esta oscilación extrema es aceptar que el
contenido descriptivo asociado con el nombre incluye un ‘núcleo duro’ de descripciones
estables o fijas y, adicionalmente, una disyunción de otras posibles descripciones que
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pueden oscilar en las distintas ocasiones de uso. Pero es fácil ver que, para ese ‘núcleo
duro’, inmediatamente se reproducen los mismos problemas que ya tenía la versión
tradicional de la teoría.
J. Searle (al que estudiaremos con atención más adelante) propuso una revisión de esta
teoría que parecía no adolecer de los problemas que se acaban de señalar. Señaló que
no había por qué suponer que el contenido que determina la referencia es expresable
lingüísticamente. Defendió, en contrapartida, que ese contenido identificador del
referente es idéntico, para cada ocasión de uso por un o una hablante, a la totalidad del
contenido intencional (mental) que ese o esa hablante asocia con el nombre. El
referente será entonces aquella entidad, sea la que sea, que satisface esa
representación o contenido intencional. Searle aceptó además que ese contenido
mental que cada hablante asocia con el nombre no es, ni tiene que ser, idéntico al
significado del nombre. Con esta solución de Searle, el problema de la ignorancia y el
error simplemente no se plantea –pues, aunque el referente viene fijado por la
intencionalidad de quien usa el nombre en cada caso (lo que generaría un subjetivismo
extremo), una parte de ese contenido será la estipulación: ‘El individuo al que otros
miembros de mi comunidad llaman N’.
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Precisamente por ello, y a pesar de que parece dar respuesta a la crítica de Kripke, esta
nueva versión de la teoría descriptiva debida a Searle ha recibido una crítica de alcance
global y que afectaría por igual a las distintas versiones. Tiene que ver con una
concepción externista del significado y del contenido semántico, frente a una
concepción internista. Desde un punto de vista externista, el descriptivismo parece
atribuir a la mente una peculiar propiedad: la de hacer posible que sus contenidos
intencionales se ‘liguen’, de una manera considerada casi mágica, a entidades externas
a la mente. Esta ha sido la objeción de H. Putnam y M. Devitt: frente al internismo de los
descriptivistas, han defendido que nada interno a una entidad (la mente) es suficiente
para determinar su relación con algo externo a ella (la entidad referida). El contenido
mental, por específico que pueda ser, no se considera suficiente para identificar o
seleccionar una entidad extramental. Coherentemente con esta crítica, tanto Kripke
como Putnam y Devitt (y otros) han defendido teorías externistas.
Una influyente alternativa a los planteamientos internistas fue la formulada por Ruth
Barcan Marcus, al adelantar una idea que puede verse como la intuición común a las
teorías de la referencia directa. De acuerdo con esta idea común, los nombres son
semejantes a ‘etiquetas’; es decir, no poseen significado lingüístico más allá de su
referencia. En este sentido, se puede decir que los nombres refieren directamente a su
portador, y no en virtud de ningún contenido descriptivo asociado. Esta idea dejaba
pendiente la tarea de formular en detalle de una teoría meta-semántica: es decir, una
teoría que explique cómo se determina la referencia que ha de asociarse con cada
nombre en cada uso en contexto.
En línea con la misma intuición externista, la idea defendida a su vez por Kripke, como
alternativa al internismo de las teorías descriptivas, es la de que un nombre refiere a
aquello a lo que está vinculado cuando este vínculo se ha establecido de una manera
apropiada, sin que esto exija que los y las hablantes tengan que asociar con ese nombre
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El principal problema para este tipo de planteamiento es el de cómo explicar los cambios
de referencia, es decir, aquellos casos en los que se produce una ruptura en la cadena
de transmisión del nombre desde quien lo introdujo a sucesivos usuarios. Un ejemplo
histórico y muy claro es el del nombre ‘Madagascar’. Originariamente designaba un área
del continente africano lindante con la costa oriental a la altura de la isla que hoy
llamamos Madagascar. Según se narra, fue Marco Polo quien, llegado a la isla en uno de
sus viajes, oyó esa palabra y, por un error de interpretación, creyó que Madagascar era
el nombre de la isla, y no del continente próximo. La tradición histórica posteriormente
continuó llamando Madagascar a la isla, con lo que se produjo definitivamente el cambio
de referente.
Lo que este ejemplo permite concluir es que no sólo el bautismo inicial tiene importancia
para la fijación de la referencia. M. Devitt ha intentado responder a esta dificultad
proponiendo una teoría híbrida: ha defendido que no es suficiente, en la primera etapa
de fijación de la referencia, con una primera y única confrontación causal o perceptiva
con el referente; se necesita que, tras ese bautismo inicial, haya una sucesión de
confrontaciones perceptivas subsiguientes al bautismo inicial, que garanticen la
transmisión correcta en la aplicación del nombre. Esta teoría incluye, por tanto, un
componente causal (lo que definitivamente la asocia con este tipo de teorías
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externistas) pero también un componente que intenta tener en cuenta las sucesivas
fundaciones del nombre que son semánticamente significativas. Devitt defiende,
además, que para poder poner nombre a una entidad es necesario que la concibamos
de una determinada manera –por ejemplo, para poner nombre a Guadarrama es
necesario que la conceptuemos como un accidente geográfico de un cierto tipo.
Otro ejemplo de teoría híbrida es la debida a G. Evans, quien trata igualmente de tener
en cuenta el problema de posibles cambios en la referencia en la cadena comunicativa
de transmisión del uso del nombre. Su ejemplo, hipotético aunque inspirado en algunos
ejemplos históricos reales, es el del descubrimiento de una urna que contiene varios
papiros con un conjunto fascinante de resultados matemáticos. Al final aparece el
nombre de Ibn Khan, y los estudiosos de este descubrimiento asumen que ése era el
nombre del brillante matemático que ideó y probó el conjunto de resultados. Este
nombre se transmite después, y se hace de uso común entre historiadores y
matemáticos. Años después, sin embargo, se descubre que Ibn Khan era en realidad el
nombre del escriba que había transcrito estos papiros. La pregunta de Evans es entonces
si podríamos decir que el nombre, tal y como lo aplican las personas expertas
contemporáneamente, nombra en definitiva al antiguo matemático que satisface la
descripción de haber ideado los resultados hallados, y no al escriba conocido en el
pasado como Ibn Khan que los transcribió.
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amplio (broad), que incluiría elementos externos. Se da lugar así a lo que se conoce
como semántica bidimensional. Un representante destacado de esta posición es D.
Chalmers. Este desarrollo, sin embargo, no podrá estudiarse aquí.)
Lo que tanto la teoría histórico-causal de Kripke como las teorías híbridas tienen en
común es que son teorías externistas. Como veíamos, no aceptan que la fijación de la
referencia pueda venir dada únicamente por los estados y contenidos cognitivos,
internos, de una mente individual –o, por lo mismo, del conjunto de las mentes de los
miembros de una comunidad lingüística. La identificación o fijación de la referencia
requiere que haya en el mundo, efectivamente, una entidad como la que se pretende
nombrar. Y el vínculo entre el nombre y su portador depende de esta relación, externa
–para quienes defienden esta posición filosófica- a la mente o a los estados subjetivos
intrínsecos de cualquier hablante.
Este punto de vista externista no sólo ha sido defendido para la referencia de los
nombres propios. También en el caso de los términos de género natural (como ‘tigre’ o
‘agua’) se ha defendido que la fijación del referente depende de una relación extrínseca,
y no de los contenidos intencionales de quien fija esa referencia. Una teoría de este tipo
para los términos de género natural fue inicialmente esbozada por Kripke y ha sido
después reelaborada por H. Putnam, con más detalle y nuevos argumentos.
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Para Kripke, lo que determina que un término de género natural como ‘tigre’ o ‘agua’
refiera, efectivamente, al correspondiente género natural, es que en el mundo existan
esos géneros o especies, caracterizados por determinadas propiedades físicas –por
ejemplo, podríamos decir que lo que caracteriza a un elemento o género natural es una
determinada estructura molecular. Lo que ‘agua’ o ‘tigre’ nombran, para Kripke, es
aquéllas entidades cuya estructura interna es idéntica a H2O, en el caso de ‘agua’, o
idéntica a la de los especímenes de ‘tigre’, en este segundo caso.
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aplicable al uso de ‘agua’ en la Tierra Gemela, donde el compuesto referido tiene que
ser XYZ –con independencia de cuáles sean las representaciones que se formen sus
habitantes.
Esto tiene como consecuencia que incluso hablantes que desconozcan las propiedades
o descripciones asociadas con un determinado término pueden hacer un uso correcto
de él y tener éxito al identificar el referente, si están “tomando prestado” el uso del
término dentro de una cadena de transmisión que lleva al punto inicial de fijación de la
referencia para ese término. A este mecanismo de ‘préstamo’ de hablantes a hablantes
Putnam lo ha llamado el principio de división del trabajo lingüístico. El principio da
expresión teórica a la observación de que, con frecuencia, las personas no expertas en
un campo de conocimiento defieren o delegan la fijación o identificación de los
referentes de ciertos términos en personas expertas que efectivamente conocen y
pueden identificar correctamente a esos referentes.
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cómo sea el mundo. Lo que sí entra en juego en esta actividad de fijación de la referencia
es un presupuesto pragmático ‘interno’, en el sentido de que está presupuesto en
nuestras prácticas y nuestro uso referencial de los términos. Lo que está presupuesto
así es que el vínculo semántico entre un término y su referente es directo, y depende de
factores externos. Lo que nos permite establecer ese vínculo pertenece, en cambio, a la
pragmática, pues es lo que está dado con nuestras prácticas epistémicas y lingüísticas,
sin que para Putnam tenga sentido buscar otro tipo de fundamentación.
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reconoció que con el uso de estas expresiones se ponía en funcionamiento una doble
exigencia de existencia y unicidad con respecto al referente: pero lo explicó afirmando
que el significado de las expresiones de descripción definida consistía en una regla de
uso, que exigía que la expresión sólo pudiera usarse en aquellos casos en los cuales
existiese una única entidad a la que la descripción definida pudiera hacer referencia.
Esto suponía desplazar lo que para Russell estaba en el nivel semántico, y podía hacerse
explícito mediante un análisis lógico, al nivel pragmático de las reglas de uso.
Con una perspectiva similar –distinguiendo entre el nivel semántico del análisis lógico y
el nivel pragmático de las reglas de uso y las prácticas lingüísticas-, posteriormente K.
Donnellan defendió que las expresiones de descripción definida son pragmáticamente
ambiguas, pues pueden tener dos usos distintos: un uso atributivo, y un uso referencial,
y estos usos tienen efectos sobre el contenido de lo dicho, es decir, sobre el significado
del enunciado aseverado. El uso atributivo es el que el análisis lógico propuesto por
Russell logra capturar: en el uso atributivo, el referente resulta identificado a través de
una descripción compleja que incluye predicaciones y cuantificación. El uso referencial,
en cambio, es el que queda descrito por la teoría de Strawson: en el uso referencial, con
la expresión quien habla logra (o al menos pretende) hacer referencia a una única
entidad dada en ese contexto o situación de uso, de acuerdo con una regla de uso como
la enunciada antes; pero aquí las predicaciones dadas con la descripción dejan de ser
relevantes.
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Donnellan concluyó que el análisis propuesto por Russell es sólo parcialmente acertado,
pues sólo es aplicable al uso atributivo (pero no al referencial) de las descripciones
definidas. Y parece haber optado, para el uso referencial, por una explicación
intencionalista: al usar una determinada descripción definida, sería la intención de quien
habla de referir a un determinado objeto o entidad lo que determina esa relación
referencial. Esta explicación, sin embargo, está sujeta a una importante objeción, que se
ha denominado irónicamente el problema de Humpty-Dumpty. Pues si es la intención
referencial de cada hablante lo que determina la relación de referencia, y no se
introducen otras constricciones externas, es fácil encontrar ejemplos en los que se
desemboca en situaciones absurdas, donde la comunicación y el entendimiento serían
la excepción. (Más abajo vuelve a tratarse este problema.)
En este punto, Kripke acudió en defensa de Russell: consideró que la distinción entre
dos tipos de usos es genuina y acertada, pero indicó que ésta no es una distinción
semántica, sino pragmática, y por tanto no puede situarse en el mismo nivel que el
análisis de Russell. Kripke ha distinguido a su vez entre la referencia del hablante y la
referencia semántica: la primera depende de la intencionalidad del hablante, y se
corresponde con el uso referencial; la segunda, la referencia semántica, depende de un
análisis lógico como el de Russell y, en última instancia, de cómo sea el mundo: de que
haya, efectivamente, una (única) entidad satisfaciendo la descripción. Pero además,
concluye, el valor de verdad del enunciado sólo puede depender de lo que ocurra en ese
nivel semántico; de modo que la verdad de (1) estará determinada por la existencia de
un (único) asesino de Smith que sea efectivamente un demente. El valor de verdad de
(1) no puede estar determinado, para Kripke o para quien asuma un análisis semántico
externista como el suyo, por el uso referencial o las intenciones referenciales de quien
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Son expresiones indéxicas aquellas cuya referencia solo queda fijada en cada contexto
particular y cada ocasión de uso. Por ejemplo, las expresiones ‘yo’, ‘tú’, ‘ella’; también
los demostrativos como ‘esto’, ‘eso’; y así mismo ocurre con adverbios como ‘hoy’,
‘aquí’, ‘ahora’, y otras expresiones análogas. En el debate más reciente se considera que
que no todos los indéxicos refieren del mismo modo, y se tiene en cuenta una distinción
entre indéxicos puros e indéxicos impuros.
Son indéxicos puros aquellas expresiones cuya referencia queda fijada cuando se tienen
en cuenta rasgos regulares y bien definidos del contexto en que se usan. Por ejemplo,
‘yo’, ‘aquí’, ‘ahora’. Los rasgos del contexto que se tienen en cuenta son: hablante, lugar
y tiempo de la proferencia, y posiblemente otros (como la persona interlocutora).
Contrapuestamente, ejemplos de indéxicos impuros serían ‘ella’, ‘esto’ ‘eso’; aquí, los
rasgos del contexto que hay que tener en cuenta para fijar la referencia no parecen estar
completamente determinados del mismo modo; por ejemplo, para ‘esto’ hará falta
tomar en consideración cuál es el objeto o entidad más destacados en ese contexto,
pero esta apreciación no parece estar siempre completamente determinada.
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De acuerdo con las teorías descriptivas tradicionales, en cada uso de estas expresiones
el referente queda fijado por el contenido descriptivo que quien las usa asocia con ellas.
Este contenido descriptivo sería equivalente al significado de la expresión. Por ejemplo,
el significado de ‘yo’ y, por tanto, el contenido descriptivo asociado con el uso de la
expresión sería algo como: ‘la persona que habla’. El significado de ‘aquí’ sería: ‘el lugar
en el que se habla’. El significado de ‘ahora’ sería: ‘el momento temporal en el que se
habla’.
Sin embargo, si se hace equivaler de este modo el contenido descriptivo asociado con el
significado de la expresión indéxica, se generan enseguida resultados absurdos o, cuanto
menos, dudosos. Si A y B profieren la misma oración: ‘Yo tengo frío’, de acuerdo con la
tesis enunciada en el párrafo anterior el significado (contenido descriptivo) de ambas
proferencias sería idéntico, y en cierto sentido se podría aceptar que A y B han dicho lo
mismo; pero en otro sentido resulta evidente que no han dicho lo mismo: A se refería a
A, y B se refería a B.
Una segunda dificultad, que se presenta como una segunda objeción a las teorías
descriptivas recientes, es la constatación de que el contenido descriptivo asociado con
el indéxico ya no puede ser la representación conceptual que cada hablante tenga en su
mente, pues no depende de la mente individual; el contenido asociado parece ser más
bien estable y fijo.
Para evitar estas dos dificultades, algunos autores descriptivistas han propuesto que los
indéxicos son expresiones-ejemplares reflexivas (token reflexives). (Puede recordarse
aquí la distinción entre expresión-tipo y expresión-ejemplar: la expresión-ejemplar es el
uso de una expresión-tipo en un contexto particular). Con ello, lo que se quiere indicar
es que el contenido descriptivo asociado incluye necesariamente una referencia
explícita a la proferencia misma de ese uso de la expresión. Por ejemplo, el contenido
descriptivo asociado con ‘yo’ sería: ‘quien profiere este ejemplar de yo’. Si se acepta
esto, entonces en el ejemplo anterior A y B no estarían diciendo lo mismo.
Adicionalmente, habría que aceptar que el contenido descriptivo asociado no depende
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de lo que esté en la mente individual de cada hablante, sino de reglas del lenguaje de
carácter regular y estable.
Otra aproximación teórica que puede hacer frente a las dos dificultades mencionadas
ha sido la de D. Kaplan (1989). De acuerdo con su propuesta, es preciso diferenciar dos
tipos de significado, a los que llamó carácter y contenido. El contenido es aquello con lo
que la expresión contribuye a las condiciones de verdad de la proferencia de la oración
en la que aparece. Kaplan asumía el marco de las teorías externistas de la referencia
directa, y consideró que, en el caso de los indéxicos (en general, en el caso de los
términos singulares), el contenido era un objeto o entidad, el objeto o entidad referidos
por la expresión. El carácter de una expresión es una regla de uso asociada con esa
expresión: es una regla que guía para identificar, en cada contexto de uso, cuál es el
contenido de la expresión.
En el caso del indéxico ‘yo’, la regla de uso asociada será: ‘selecciona al hablante’; para
el indéxico ‘aquí’, la regla correspondiente establece: ‘selecciona el lugar de la
proferencia’, y así sucesivamente. Kaplan consideró que estas reglas de uso que
constituyen el carácter de los indéxicos puros son independientes de los estados
mentales de quienes los usan. Con ello, se evitan también las dos dificultades de las que
ya se ha hablado antes. Adicionalmente, su teoría permite considerar que cualquier
proferencia de ‘Yo estoy aquí ahora’ es siempre verdadera por necesidad lógica: en
virtud de los significados de ‘yo’, ‘aquí’ y ‘ahora’, ninguna proferencia de esta oración
puede ser falsa. (Esto permite distinguir la necesidad lógica de la necesidad metafísica:
en este último sentido metafísico, cualquier proferencia de ‘Yo estoy aquí ahora’ solo
puede ser contingente y no necesaria.)
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Como ya se ha indicado antes, entre los indéxicos impuros se incluyen pronombres como
‘ella’, ‘él’, ‘esto’ y ‘eso’. La dificultad que se presenta inicialmente es que no parece
haber la misma determinación de sus referentes a partir de rasgos contextuales
regulares y bien controlados, como son hablante, lugar y tiempo de la proferencia. En
algunos contextos, el uso del indéxico está acompañado por un gesto ostensivo que
podría considerarse el mecanismo por el que se identifica al objeto o entidad referidos.
Pero con frecuencia los gestos ostensivos no están presentes, ni se necesita que lo estén.
Un segundo intento de explicación ha recurrido a la noción de carácter, sugiriendo que
es posible asociar con estas expresiones una regla de uso del tipo: ‘selecciona a la
entidad más destacada en el contexto’. Esta sugerencia parece permitir dar cuenta de
los pronombres personales. Por ejemplo, la regla de uso asociada con ‘ella’ sería: ‘la
persona de género femenino más destacada en el contexto’.
No obstante, no parece que una formulación de este tipo pueda generalizarse también
para demostrativos como ‘esto’ o ‘eso’. Se han podido formular dos objeciones a esa
generalización. En primer lugar, una tal formulación de la regla de uso haría que todas
las expresiones propuestas más arriba tuvieran el mismo significado, lo que no resulta
plausible. En segundo lugar, a veces aparecen dos o más instancias de uso de la misma
expresión, o de expresiones del mismo tipo, dentro de una misma proferencia, sin que
los objetos o entidades demostrados sean los mismos. Parece que no es suficiente con
una regla tan general como la sugerida más arriba, sino que se necesita un criterio más
fino de identificación de los referentes.
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6. Recapitulación
La pregunta por cómo se fija la referencia de las expresiones referenciales ha dado lugar
a, al menos, cuatro respuestas posibles, cada una de las cuales parece estar motivada
por, o tener en cuenta preferentemente, un tipo particular de estas expresiones. Las
teorías descriptivas de la referencia defienden que las expresiones refieren en virtud de
estar asociadas con un contenido descriptivo que identifica, e identifica de manera
única, a su referente. Las teorías causales de la referencia defienden que las expresiones
refieren en virtud de estar asociadas con su referente a través de cadenas de uso que
retroceden hasta el momento inicial de la imposición del nombre. Las teorías que apelan
al carácter defienden que las expresiones refieren en virtud de estar asociadas con
reglas de uso de carácter regular y lingüístico. Finalmente, las teorías intencionalistas
defienden que las palabras refieren en virtud de una intención referencial, es decir, en
virtud de usarse intencionalmente para referir a un objeto o entidad particulares.
Cristina Corredor
UNED
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Referencias bibliográficas
Michaelson, Eliot and Marga Reimer. 2019. Reference, en E. N. Zalta (ed.), The Stanford
Encyclopedia of Philosophy (Spring 2019 Edition), URL =
<https://plato.stanford.edu/archives/spr2019/entries/reference/>.
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