Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Autores:
Nuñez Lisandro
Uzcategui Ivanna
Tutor Metodológico:
Ángel Rodríguez
Tutor Especialista:
1.2. Objetivos.
Desde que el hombre primitivo, sintió por vez primera los sufrimientos de una
enfermedad, recurrió a un semejante en busca de ayuda, este trató de ofrecérsela,
según sus posibilidades. Con el tiempo surgió dentro del grupo social, alguien que
por vocación, características personales o designación del colectivo se especializó en
materia de salud y comenzó a incrementar su arsenal terapéutico.
Se define orden médica como “orden escrita emitida por el médico para que una
cantidad de uno o varios medicamentos especificados en ella sean dispensados a una
persona. También debe contener las indicaciones para el uso correcto de lo
recetado”.
Pudiera derivar del símbolo egipcio “el ojo de Horus” que denota salud o quizá la
apelación simbólica que hacían los médicos al dios Júpiter para obtener buenos
resultados con sus recetas. Más a menudo, Rx, según se dice, es una abreviatura del
vocablo latino recipere, que significa “tomar” o “toma esto” como instrucción al
farmacéutico y precedía a la “receta” que el médico daba para preparar un
medicamento. Lo que se sabe es que la abreviatura “Sig” proviene del latín
“Signatura” y se usó en la receta para indicar las instrucciones de administración del
medicamento. Hace algunos decenios las medicinas se hacían de múltiples
ingredientes que obligaban a una preparación compleja y por ello se adoptó el latín
como la lengua corriente en este terreno, para que todo el mundo las entendiera. El
latín ha dejado de ser el lenguaje internacional de la medicina, pero quedan algunas
abreviaturas de su antiguo empleo. Antiguamente, la receta era la nota que por escrito
daba el médico o cirujano al boticario para la composición de un remedio sobre la
base de varios ingredientes de origen sintético o natural.
La comunicación como proceso social debe tomar en consideración que las personas
pertenecen a una sociedad caracterizada por una estructura socio – económica
determinada, una cultura específica, portadora de todos los valores, creencias y
tradiciones y es en este mundo referencial en el que recibirá el mensaje.
Como se ve, el médico debe ser suficientemente flexible, amplio, sereno, permeable,
perspicaz y comprensivo para adaptarse a cada circunstancia que se le presente. Un
médico rígido, obtuso e impaciente no puede acomodarse a las diferentes situaciones
que inexorablemente se le van a ir atravesando en el devenir de su ejercicio y tendrá
serias dificultades en relacionarse y tratar con éxito a una persona enferma. Si bien es
cierto que esta sabiduría, actitudes y competencias las va adquiriendo con la
experiencia, no es menos cierto que debe estudiarlas para que se le haga más expedito
y cierto el camino en adquirirlas.
La atmósfera de la entrevista debe ser privada, sin ruidos externos que afecten la
misma, evitar las interrupciones y garantizar la intimidad del encuentro; si se
produjera alguna interrupción justificada el médico debe explicar la situación y pedir
permiso.
El médico no debe ser muy optimista pero tampoco pesimista, no debe mostrar dudas,
debe conocer a fondo las características individuales de los pacientes, lo que le
permite actuar y obtener buenos resultados a pesar de los mecanismos de defensa
activados ante situaciones dadas.
La pérdida del respeto puede significar para el médico una pérdida de autoridad en el
terreno estrictamente profesional.
Dado que son muchos factores que alteran o interfieren en la búsqueda de una mejor
solución de la enfermedad. Como lo son el mal trato del médico al paciente o
viceversa, un bajo nivel intelectual por parte del paciente que no permita interpretar
dichas indicaciones, la ilegibilidad del récipe, utilización de lenguaje muy técnico en
la consulta, etc.
Se puede apreciar que alrededor del mundo se observa distintas expresiones de una
inadecuada comunicación médico–paciente como por, ejemplo en España los
pacientes en una proporción elevada no cumplen con el tratamiento indicado por el
médico, lo que se ha considerado que tiene una repercusión en la salud del paciente,
en el trabajo de los profesionales sanitarios y en el coste de los servicios sanitarios.
SEXO Condición orgánica que Presencia de caracteres sexuales Encuesta. Femenino o masculino.
distingue a los machos de secundarios de los pacientes y
las hembras. médicos.
EDAD Tiempo que ha vivido una Edad actual de los pacientes y Encuesta. Años cumplidos.
persona u otro ser vivo médicos.
contando desde su
nacimiento hasta el último
cumpleaños.
NIVEL Se entiende la capacidad Estrato socioeconómico del paciente. Escala de Graffar. Grados del I al V.
SOCIECONOMICO económica y social de un
individuo, una familia o
un país.
AÑOS DE Tiempo transcurrido en años Años transcurridos desde el acto de Encuesta. Años de ejercicio profesional.
EJERCICIO desde el inicio de la grado (pregrado) hasta el presente.
PROFESINAL actividad profesional hasta la
actualidad.
COMUNICACIÓN Comunicación, que emplea la Claridad de vocalización del médico Evaluación por parte del entrevistador. Excelente.
palabra hablada, integrada por
VERBAL tratante. Buena.
un conjunto de signos
fonológicos convencionales, Regular.
como modo de exteriorizar las Mala.
ideas y que le permite mantener
un diálogo o discusión con otras.
COMUNICACIÓN Método que utilizamos para Legibilidad textual. Evaluación por parte del Excelente.
comunicarnos pero de manera
ESCRITA entrevistador. Buena.
escrita; en esta el emisor busca
transmitir su mensaje que puede Regular.
llegar a un número Mala.
indeterminado de receptores.
TIEMPO Período determinado Tiempo transcurrido desde el inicio Cronómetro. Minutos y segundos.
durante el que se realiza de la redacción del tratamiento y su
una acción o se desarrolla consecuente explicación hasta
un acontecimiento. finalizar la consulta.
PERCEPCIÓN Primer conocimiento de La percepción de la consulta que Encuesta Excelente
una cosa por medio de las tiene el paciente. Bueno
impresiones que Regular
comunican los sentidos. Malo
1.3 Justificación del Problema
2.1 Antecedentes
2.1 Antecedentes
En 2012 Blázquez, Feu, Ruíz y Caballero nos presentan que es importante conocer los
aspectos que influyen en el contexto comunicacional de la relación de los profesionales de
sanitarios en su consulta y la influencia de estos en la satisfacción de los pacientes, así
como en el cumplimiento terapéutico. Utilizaron un estudio teórico a través de una revisión
de la literatura, empleando meta-buscadores de la base de datos de PubMed y de revistas
especializadas. Aunque no aportan muestras o pruebas estadísticas, si pudieron concluir que
mejorando la relación de los profesionales de la salud con los usuarios llevará a lograr
mayores índices de satisfacción de ambas partes y una mayor efectividad y eficiencia de las
intervenciones en atención primaria de salud (promoción, prevención, diagnóstico,
tratamiento y rehabilitación).
Para Moore, Gómez, Kurtz y Vargas (2010) exponen que con el uso de habilidades de
comunicación efectiva, se busca aumentar la precisión diagnóstica, la eficiencia en
términos de adherencia al tratamiento, y construir un apoyo para el paciente. Una
comunicación efectiva promueve la colaboración entre el médico y el paciente, donde el
foco de la entrevista no está centrado en el médico ni en el paciente, sino en la relación de
ambos. Concluyendo, si se fortalecen las habilidades de comunicación en Medicina el logro
que se ofrece es sustancial, como es la mejora en términos del paciente y del médico en
entendimiento y registro de la consulta, planes de tratamiento, el alivio de los síntomas y
los resultados clínicos.
Por otra parte D’Anello, Barreat, Escalante, D’Orazio y Benítez (2009) examinaron la
influencia de características demográficas, estilo relacional y satisfacción del paciente sobre
la adherencia al tratamiento. La muestra estuvo conformada por 37 médicos y sus
respectivos pacientes (N=141): 30 diabéticos, 49 con problemas cardiovasculares, 18 con
cáncer, 32 con padecimientos respiratorios y 12 con enfermedades gastro-intestinales. Se
evaluó, desde la perspectiva del médico y del paciente, la adherencia y el estilo relacional;
además el paciente evaluó la satisfacción con el trato médico. No se encontró efecto alguno
de la edad y sexo del médico, así como tampoco del número de horas de trabajo semanal,
tiempo promedio en consulta y especialidad sobre ambas medidas de adherencia. Se
condujeron dos análisis de regresión. En el primero se utilizó como variable dependiente la
adherencia desde la perspectiva del paciente, resultando como único predictor el estilo
relacional percibido por el paciente (R2=.15). En el segundo análisis la variable
dependiente fue la adherencia determinada por el médico. En este caso los predictores
significativos fueron el estilo relacional percibido por el paciente y la satisfacción del
paciente con la atención médica (R2=.24). Se concluye que la relación médico-paciente,
vista desde la perspectiva del paciente, y la satisfacción con la atención médica, constituyen
variables que afecta la adherencia al tratamiento médico.
Para Fernández, Beatriz, Sánchez, Pilar, Linares y Ximena (2003) su objetivo fue revisar la
relación médico paciente y conocer el nivel de satisfacción general de los pacientes
hospitalizados con respecto a los médicos. Empleando un estudio descriptivo transversal y
se encuestó a 64 pacientes hospitalizados en las salas de medicina interna del Hospital
Nacional Arzobispo Loayza en marzo de 2003. Se valoraron los niveles de satisfacción
general de los pacientes con respecto a los médicos y su comportamiento. Se consignaron
las variables clínicas y demográficas: edad, sexo, nivel educativo, nivel socioeconómico,
empleo, estancia hospitalaria, tiempo de enfermedad mayor a un año, número de
hospitalizaciones previas en los últimos 5 años, médico en entrenamiento identificado como
su médico encargado y número de pacientes a su cargo.
Obteniéndose los siguientes resultados: La edad de los pacientes en promedio fue de 42
años, 56% fueron mujeres, 34% con educación primaria, 67% en el nivel socioeconómico
E, 88% veía al interno como el médico en formación más próximo a él. El nivel de
satisfacción general fue 82.8%, con niveles de satisfacción menores para las habilidades de
comunicación con el paciente 73%, el ejercicio de la autonomía 31%, la consideración de la
perspectiva del paciente y sus valores 21% y los aspectos psicosociales 18%. Concluyendo:
El nivel de satisfacción general es similar al evaluado en otros países, siendo necesario
reforzar en los médicos en entrenamiento: las habilidades de la comunicación, el ejercicio
de la autonomía de los pacientes, la valoración de la perspectiva del paciente y los aspectos
psicosociales.
2.2 Bases Teóricas
Pudiera derivar del símbolo egipcio “el ojo de Horus” que denota salud o quizá la apelación
simbólica que hacían los médicos al dios Júpiter para obtener buenos resultados con sus
recetas. Más a menudo, Rx, según se dice, es una abreviatura del vocablo latino recipere,
que significa “tomar” o “toma esto” como instrucción al farmacéutico y precedía a la
“receta” que el médico daba para preparar un medicamento. Lo que se sabe es que la
abreviatura “Sig” proviene del latín “Signatura” y se usó en la receta para indicar las
instrucciones de administración del medicamento. Hace algunos decenios las medicinas se
hacían de múltiples ingredientes que obligaban a una preparación compleja y por ello se
adoptó el latín como la lengua corriente en este terreno, para que todo el mundo las
entendiera. El latín ha dejado de ser el lenguaje internacional de la medicina, pero quedan
algunas abreviaturas de su antiguo empleo. Antiguamente, la receta era la nota que por
escrito daba el médico o cirujano al boticario para la composición de un remedio sobre la
base de varios ingredientes de origen sintético o natural. La receta constaba de tres
partes:
Suscripción. Daba las instrucciones sobre el modo de preparar dichas sustancias, a fin de
que la poción fuese como debía ser, o bien se redujera sencillamente a las letras h.s.a.:
hágase según arte.
Instrucción. Describía la forma en que debía administrarse el medicamento.
Símbolo ℞
Antiguo Egipto
Horus fue un dios Halcón del Alto Egipto, adorado particularmente en las ciudades de Edfú
y Hieracómpolis. Estaba representado por un guerrero a caballo matando a un dragón. El
símbolo del Ojo sagrado de Horus es también conocido como Ojo de Ra.
Según la leyenda, cuando Horus, hijo de Isis, era niño, perdió la vista como resultado de un
ataque de Setesh, pero tiempo después sanaría al invocar su madre la ayuda del dios Toth.
Desde entonces, los egipcios empezaron a adorar al dios Horus como sanador de todos sus
males.
Este mismo ojo volvería aparecer en la Época Romana en forma de un signo similar al
número 4. Se encuentra en las recetas de los antiguos médicos y alquimistas, y en algunas
notas de los astrólogos, para invocar la ayuda divina, especialmente del dios Zeus o Júpiter,
con el mismo propósito de protección y sanidad.
Responsum Raphaelis
El signo Rx aparecería más tarde, introducido por el médico Krinas, en tiempos de Nerón,
para indicar gráficamente que el médico estaba sometido al poder del estado o a la
autoridad del César. En la Edad Media, la Iglesia católica, en su lucha contra el paganismo,
obligó a los médicos en todos los países bajo su jurisdicción, a utilizar las iniciales del
Responsum Raphaelis, en vez del signo pagano de Júpiter.
Estas dos palabras simbolizaban al arcángel Rafael, cuyo nombre significaba "medicina de
Dios" y era el ángel que preparaba remedios en la biblia. Con el tiempo, las corrientes
sincréticas, muy comunes en la fe católica y otras religiones, fueron mezcladas el signo (el
de Horus) con el de Júpiter, naciendo así el signo Rx, o Rp (Responsum Raphaelis) que hoy
utilizan los médicos en sus recetas.
Receptor es el receptor del mensaje para los cuales se entiende la comunicación. El recibe
la información, el orden o mensaje.
Mensaje, que también se conoce como la materia de este proceso, es decir, el contenido de
la carta, el habla, el orden, la información, idea o sugerencia.
Dado que son muchos factores que alteran o interfieren en la búsqueda de una mejor
solución de la enfermedad. Como lo son el mal trato del médico al paciente o viceversa, un
bajo nivel intelectual por parte del paciente que no permita interpretar dichas indicaciones,
la ilegibilidad del récipe, utilización de lenguaje muy técnico en la consulta, etc.
En las últimas décadas del siglo XX la forma de relacionarse los médicos y los pacientes
(RMP), cambió más que en todos los siglos anteriores. El paso del modelo paternalista, al
modelo autonomista implicó una transformación con escasos precedentes históricos. La
evolución de este fenómeno a lo largo del tiempo afectó a los tres elementos involucrados:
1) El enfermo, que tradicionalmente ya había sido considerado como receptor pasivo de las
decisiones que el médico tomaba en su nombre y, por su bien, se transformó en una gente
con derechos bien definidos y amplia capacidad de decisión autónoma sobre los
procedimientos, diagnósticos y terapéuticos que se le ofrecen. 2) El médico, de ser una
especie de sacerdote cuya opinión era sagrada e irrefutable, se fue convirtiendo en un
asesor para que el enfermo mejore y cure, ofreciendo sus conocimientos y ayuda; pero
cuyas decisiones el enfermo ya no asume a ojos cerrados. 3) La relación clínica que de ser
bipolar, vertical y hasta infantilizada se fue colectivizando con la entrada en escena de
múltiples profesionales sanitarios. La relación médico paciente (RMP) sigue siendo el eje
del acto clínico. A partir de la relación médico paciente, se arma, se elabora todo el
entramado de la atención médica, por lo que es imprescindible que el profesional aprenda a
manejarla con suficiente destreza. El éxito de un acto clínico depende de esta destreza, del
conocimiento y de la habilidad que tenga el médico para relacionarse de forma empática y
convincente con su paciente. El profesional de la salud que utiliza regularmente un diálogo
adecuado y constructivo, enriquece el capital de sus ideas, madura emocionalmente y
profundiza su sabiduría.
A lo largo del tiempo se ha pensado –un tanto erróneamente– que el enfermo está
incapacitado desde el punto de vista biológico porque su padecimiento lo pone en una
situación de sufrimiento, invalidez, dependencia y, en definitiva, de infantilización. Desde
los escritos hipocráticos los médicos de épocas anteriores han defendido con persistencia la
tesis de que el desvalimiento del enfermo no solamente afecta a su cuerpo, sino también a
su espíritu y su voluntad. Lo infantiliza, esto es, lo pone en posición de dependencia total
de otros, en su caso, de los médicos. Pero a pesar de persistir algo de esa infantilización,
hoy se está ante la presencia de la “rebelión del sujeto”, la rebelión de quien está enfermo y
de sus familiares, lo cual obliga a los médicos a introducir en su pensamiento, y en su
actuar, los aspectos sociales, psíquicos y personales de la enfermedad.
Esta rebelión del enfermo tiene dos aspectos diferentes: el social y el clínico. El primero se
refiere a la lucha contra las condiciones miserables en que se desarrollaba su vida durante la
revolución industrial. En las minas, en los altos hornos y en las altas industrias se producía
una elevada morbilidad que se veía agravada por el exceso y la dureza del trabajo, junto a la
deficiencia en la alimentación, falta de higiene, y otras pésimas condiciones de vida. En el
terreno sanitario, estas condiciones suponían una distancia abismal entre la medicina “para
ricos” y la medicina “para pobres”, a cada uno de los cuales correspondía un tipo diferente
de relación médico paciente.
El año 1973 puede tomarse como fecha simbólica de una nueva rebelión, “la rebelión de los
pacientes”. Fue cuando, la Asociación Americana de Hospitales aprobó la primera carta de
los Derechos del Paciente con el reconocimiento oficial del derecho del enfermo, a recibir
una completa información sobre su situación clínica y a decidir entre las opciones posibles,
como adulto autónomo y libre que es.
La época en que apareció este documento es la misma en que se incrementaron las nuevas
tecnologías (diálisis renal, unidades de cuidado intensivo, trasplantes y otras) destinadas a
pacientes muy graves y de las cuales dependía su supervivencia a veces en condiciones
precarias. La decisión sobre cuándo y a quién aplicarlas era tan compleja como
trascendental sobre todo cuando el número de plazas disponibles era menor que el de
candidatos a ocuparla.
La influencia de esta primera carta de derechos ha sido grande, porque recoge de forma
concreta una mentalidad que se ha convertido en hegemónica en las sociedades
democráticas desarrolladas: la mentalidad autonomista. La idea que ahora predomina es que
cada uno ha de asumir las decisiones que le afectan, ha de regirse por su propio sistema de
valores y, por tanto, la beneficencia o no de la terapéutica ya no es decidida únicamente por
el médico.
La relación médico paciente (RMP) sigue siendo el eje del acto clínico. A partir de la
relación médico paciente, se arma, se elabora todo el entramado de la atención médica, por
lo que es imprescindible que el profesional aprenda a manejarla con suficiente destreza. El
éxito de un acto clínico depende de esta destreza, del conocimiento y de la habilidad que
tenga el médico para relacionarse de forma empática y convincente con su paciente. El
profesional de la salud que utiliza regularmente un diálogo adecuado y constructivo,
enriquece el capital de sus ideas, madura emocionalmente y profundiza su sabiduría.
Orden Médica: Las órdenes médicas son decisiones terapéuticas del profesional de
la medicina, que deben ser respaldadas por notas, es decir, deben ser escritas y son
acatadas por el resto del equipo de salud y/o por el paciente.
Récipe: Es una constancia legal acerca del medicamento que el profesional le indicó
al paciente, así como de las indicaciones respectivas.