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UBA. Maestría Problemáticas Sociales Infanto juveniles.

Seminario: Espacios
Institucionales. Complejidad y Análisis.
Prof. Claudia Gerstenhaber -

Ficha de Cátedra: El PARADIGMA de la COMPLEJIDAD. Compilación de


textos de Edgar Morin1
El Guernica 1937.Museo Nacional Reina Sofía - Madrid

En todo acto de conocimiento es necesario en primer lugar diferenciar el objeto


(real) del objeto de conocimiento. El objeto de conocimiento es, necesariamente
diferente, porque está inevitablemente afectado por el acto de conocer.
Todo objeto de conocimiento es pensado y conceptualizado desde una postura
epistemológica, es decir, desde una manera de conocer, observar y teorizar
acerca de ese objeto. Por ello, es necesario explicitar el marco epistemológico
desde el cual estudiaremos los fenómenos de lo contrario, estaríamos
asumiendo que no hay diferencia entre el objeto y el objeto de conocimiento.
Explicitar mi posición epistemológica significa que voy a enunciar desde dónde
digo lo que digo, y pienso lo que pienso. Para el caso de las prácticas
institucionales, voy a explicitar mi posición epistemológica desde el paradigma
de la complejidad, desarrollado por Edgar Morin.
Es necesario, comenzar a pensar las prácticas institucionales como un campo
complejo. Desde esta perspectiva los hechos serán concebidos como un
entramado o tejido, multideterminado, un campo complejo de problemáticas,
atravesado por múltiples condicionamientos y, al que se le pueden asignar
múltiples significaciones.
Esto implica que para conocer nuestro campo de trabajo, no son suficientes las
miradas parciales, no podemos basarnos simplemente en una disciplina única o
un cuerpo teórico particular. La complejidad requiere para su abordaje y
comprensión el desarrollo de un pensamiento complejo y de múltiples enfoques
teóricos.

1
Sociólogo y filósofo francés; propulsor de un conocimiento multidimensional de los
fenómenos humanos. Director de investigaciones del Consejo de Investigaciones Científicas de
Francia.
Cada cuerpo teórico o conjunto de conocimientos conforma un enfoque que
funciona como una luz, un foco que alumbra esa trama multideterminada y
dinámica del campo. De tal modo que es importante reconocer que cada
perspectiva teórica ilumina unos aspectos de ese campo y deja a oscuras otros.
Esto no quiere decir que los otros aspectos no sean importantes sino
simplemente que, por el momento, estoy profundizando en algunas cuestiones
que recorto, que tomo explícitamente como objeto de estudio.
La posibilidad de recurrir a múltiples marcos referenciales contribuye a
profundizar, aclarar el conocimiento de nuestro objeto en la medida en que
éstos echan luz sobre diferentes aspectos. Cuantas más luces – enfoques
teóricos - encendemos más aspectos del campo podremos ver. Pero, estas
luces no se integran, no se unifican en un enfoque único, en un saber universal.
Los focos atraviesan el objeto, se articulan, se conjugan y así, contribuyen a
profundizar la comprensión de la complejidad. Comprensión siempre inacabada
y factible de ser mejorada y re-significada.
Observemos el cuadro de Picasso, la diversidad de imágenes y formas que
componen el cuadro, vemos líneas que se cruzan, rostros y cuerpos que se
superponen, se ocultan, se sumergen, se remarcan. Estas imágenes nos sirven
para ilustrar la idea de complejidad. Observemos un trozo del cuadro,
enfoquemos la mirada en una imagen que sobresale, notemos cómo se
producen los acentos que resaltan unos colores sobre otros: los grises, los
azules y negros. Pasemos a otro sector del cuadro, veamos el movimiento y los
perfiles que van cambiando a medida que se desplaza la mirada, cómo se
relaciona cada parte con las formas cercanas.2
Consideremos el cuadro del Guernica como un campo complejo, al fijar la
mirada aquí o allá tendremos diferentes vivencias del mismo cuadro, la
percepción de claros y oscuros, zonas visibles y zonas invisibles. Así, lograremos
diferentes perspectivas que nos transmiten diversas emociones e impactos
estéticos.
Estas perspectivas o “visiones” van construyendo nuestro conocimiento del
cuadro, en forma dinámica y siempre inacabada. Cada mirada aporta una visión
diferente y conforma un entramado de visiones que se articulan.
Un mismo fenómeno puede ser significado por marcos teóricos que se
entrecruzan, se atraviesan pero no se integran, porque su objeto de estudio no
es el mismo. Cada enfoque aporta una teoría, y la teoría es utilizada como una
herramienta para explicar, comprender, interpretar y significar la realidad que
estudio.
La idea de la teoría como herramienta resulta interesante. Sabemos que: “Si
sólo tengo un martillo, únicamente podré ver clavos”. Esto significa que cuantas
más herramientas teóricas tenga a disposición mejor abordaré la complejidad
del campo. Cuantos más enfoques enciendo, tendré más iluminado mi campo de
estudio.
Siguiendo con este razonamiento cabe preguntarse:
¿Cuál es el marco teórico que elijo como herramienta en cada ocasión?

2
Estos conceptos han sido expuestos por la Dra. Marta Souto, a cargo del Seminario Grupos
de Formación, Posgrado Especialización Formación Formadores. Fac. de Filosofía y Letras.
UBA. Tomado de mis registros de clase. Agosto 1997

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Habrá que comenzar a interrogar a los datos que la realidad nos aporta, dialogar
con la realidad, dice Morin (1990): “La complejidad es una palabra problema y
no una palabra solución”. Esto significa que pensar la complejidad no nos
resuelve los problemas. Pero, la simplificación, dice Morin, produce una ceguera;
mientras que las múltiples significaciones, aunque contradictorias o paradojales,
nos acercan más a la realidad.
La posibilidad de asignar significaciones múltiples a un hecho implica
necesariamente una transformación del pensamiento:
Pasar de un pensamiento simple a un pensamiento complejo.
Para ello es necesario tomar conciencia que nuestro pensamiento ha estado
históricamente determinado por un modelo que nos lleva a buscar causas
lineales, certezas, verdades. Tenemos la tendencia a buscar explicaciones
simples y universales que sirvan para explicar muchos fenómenos. Pensamos
que cuantas menos excepciones encontremos a la regla, mejor será esa regla.
El paradigma de la complejidad nos obliga a revisar algunos rasgos de nuestro
propio pensamiento para detectar nuestras formas simplificadoras de pensar,
para señalar los enunciados lineales que se limitan a la comprobación de
resultados, para cuestionar nuestras afirmaciones “verdaderas”.
“La complejidad incluye lo complicado (existencia de múltiples variables e
interrelaciones entre las mismas), pero implica además una serie de
características propias, entre las que cabe mencionar: el caos, el desorden, el
azar, la imprevisibilidad, lo singular, la no linealidad, (...)” (Mastache,1996)
Tal como lo refiere Anahí Mastache (1996) la idea de complejidad refiere a un
fenómeno singular, único, irrepetible, implica que la teoría no se ocupa sólo de
lo general y de lo generalizable, sino también de lo singular y de lo imprevisto.
Implica que junto al orden y a las regularidades, se acepta el caos y el
desorden como componentes del objeto de conocimiento. Esto supone una cuota
de indeterminación e incertidumbre.
A primera vista dice Morin (1990):
“ (...) la complejidad es un tejido (complexus: lo que está tejido en conjunto)
de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados: presenta la
paradoja de lo uno y lo múltiple”.
Morin (1984) explica que la ciencia “clásica” se fundaba en la idea de que la
complejidad del mundo de los fenómenos podía y debía resolverse a partir de
principios simples y de leyes generales. Este paradigma del conocimiento
científico clásico se reveló de gran fecundidad para el progreso de la física y de
la biología. A partir de los principios racionales que atraviesan el pensamiento
moderno, se postula el principio de verdad en las ideas claras. Estos principios
determinan nuestras formas de pensar.
En este punto es necesario profundizar ya que reconocer los principios que rigen
nuestras formas de pensar y el modo en que lo limitan (en la medida en que
pensar se convierte en una búsqueda de certezas) implica una toma de
conciencia.
Primero tenemos que reconocer que nuestro pensamiento se organiza según una
dinámica de ordenamiento simple de las ideas: las familias son funcionales o
disfuncionales, los profesionales proceden en forma correcta o incorrecta. Tratar
de transformar el pensamiento es un desafío que implica un ejercicio

3
permanente de “pensar lo pensado”, de revisar la relación entre el pensador y la
cosa pensada.
¿Cómo transformar nuestro pensamiento para poder incorporar la complejidad?
Morin (1990) propone ejercitar un pensamiento capaz de “negociar, de dialogar
con la realidad."
Hoy el desarrollo de los conocimientos científicos, afirma Morin (1984) pone en
crisis esta cientificidad del pasado. Los avances de las ciencias, naturales y
humanas crean las condiciones de un “paradigma de complejidad”. Un mismo
fenómeno puede ser abordado de diversas formas: por un lado, podemos buscar
la ley, lo más general que se obtiene por abstracción para explicar un fenómeno
particular. El pensamiento complejo se opone a esta lectura que busca la
simplicidad.
Desde el punto de vista epistemológico una realidad compleja requiere miradas
múltiples. Para comprender esta realidad compleja recurrimos a referentes
teóricos diferentes. Estas diferencias aluden a que cada cuerpo de conocimientos
tiene un origen, ha sido producido en un momento socio-histórico y político
determinado. El origen de un desarrollo teórico se vincula a una determinada
comunidad científica que intenta dar respuesta a interrogantes que tienen
sentido para esa comunidad y en un contexto específico.
Habrá que abandonar la idea de los conceptos “sueltos” aislados del contexto en
el que fueron producidos. Y, aunque esto implica un esfuerzo intelectual el
resultado es algo así como una humanización de la teoría. Esto permite situarse
en la persona y el entorno desde el cual se afirma lo que se afirma. Y, esta
dinámica opera como un garante que evita el caer en las certezas únicas y, al
mismo tiempo, opera una transformación del propio pensamiento: instrumenta
para una toma de conciencia.
La contextualización de la teoría produce inmediatamente una renuncia al saber
de las certezas. Al incluir los elementos que señalan, en definitiva, la propia
implicación del autor, sus compromisos con el objeto de estudio; las certezas se
flexibilizan ante nuestros ojos.
Por ello la multiplicidad teórica, por la cual se conjugan perspectivas múltiples,
no implica la intención de integrarlas o reducirlas. No hay una búsqueda de
teorías integradoras. Precisamente porque cada uno de estos marcos
referenciales se constituyó a partir de contextos, intereses y motivaciones que
tomaron como objeto diferentes recortes de un fenómeno; esta diversidad no
puede ser reducida a un saber global.

Paradigma de la complejidad vs. Paradigma de la simplificación

Para explicar mejor a qué llamamos “paradigma de la complejidad” Morin (1984)


establece una comparación entre los principios de este paradigma y el modelo
clásico al que denomina de la simplificación.
El paradigma de la complejidad está constituido (provisoriamente) por un
conjunto de principios que unidos unos a otros podrían determinar una visión
compleja del universo. Mientras que el paradigma de simplificación es un
conjunto de principios que, por el contrario, aportan una mirada simplificada de
la realidad.

4
Este modelo simplificador, propio de las ciencias clásicas, postula:
- La universalidad de la ciencia excluyendo lo singular.
- Elimina lo histórico: no se vinculan los conocimientos con el momento
histórico en que fueron construidos
- Centra su atención en las partes simples que constituyen el conjunto,
atiende a las leyes, las invariancias, las constantes: procura formular
principios generales para explicar los fenómenos particulares
- Intenta establecer causas en forma lineal: busca relaciones de causa
efecto asumiendo la idea de causas únicas.
- El objeto queda aislado de su contexto, no hay relación con el entorno:
supone que se puede conocer un objeto en forma aislada.
- La relación entre el sujeto que conoce y el objeto a conocer se orienta
hacia una supuesta objetividad: se pretende conocer objetivamente, se
excluye así toda la problemática del sujeto en relación con el
conocimiento científico.
En cambio los principios del paradigma de la complejidad postulan todo lo
contrario:
- Se conserva todo aquello que el paradigma de la simplificación ha
eliminado. El principio de universalidad resulta insuficiente, es necesario
incluir lo local y lo singular.
- No se puede comprender un sistema complejo si no es refiriéndose a su
historia y a su trayecto. Hay una necesidad irrenunciable de hacer
intervenir la historia y el evento en toda explicación.
- Se sostiene el principio de causalidad compleja, causalidad mutua
interrelacionada, retroacciones (ir hacia atrás), retrasos, interferencias,
desviaciones, reorientaciones. Las causas no son lineales sino recursivas;
esto es que los efectos y productos son parte del mismo proceso.
- La relación entre el objeto y su entorno es de distinción no de separación.
Se consideran las interacciones con del objeto con su entorno.
- Hay un principio de relación entre el sujeto que conoce y el objeto; el
objeto está afectado por el acto de conocer. No existe la objetividad, el
acto de conocer no es neutro.
La complejidad implica aceptar la coexistencia de elementos heterogéneos pero
también de contradicciones y paradojas; y no se busca integrarlas o reducirlas.
Se reconocen los límites de las demostraciones lógicas. Este paradigma
convoca a concebir la unidad y multiplicidad del campo en lugar de ordenarlo en
categorías o de convertirlo en un todo homogéneo.

Acerca del lugar de la teoría


¿Qué lugar ocupa la teoría desde este paradigma? 3 Una teoría no es el
conocimiento, permite el conocimiento. Una teoría no es un punto de llegada, es

3
Estos conceptos han sido expuestos por la Dra. Marta Souto, Seminario Grupos de
Formación, Fac. de Filosofía y Letras. UBA. Tomado de mis registros de clase. Agosto 1997

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la posibilidad de una llegada. Una teoría no es una solución, es la posibilidad de
tratar un problema.
Desde esta perspectiva la teoría se ubica en el lugar de una herramienta que
ayuda a pensar la realidad. La teoría no se considera como un bien acabado
para posesionarse de él. La teoría involucra al sujeto en relación con esa teoría
lo cual hace necesario considerar los fenómenos de la implicación.
Desde diferentes teorías vamos a tener diferentes visiones: lo manifiesto y lo
inconsciente por ejemplo. Así, el conocimiento caracterizado por la
incertidumbre es siempre inacabado, nunca se accede a una síntesis y siempre
es posible adjudicar nuevas significaciones a un fenómeno.
Estas teorías a veces resultan contradictorias - o al menos se presentan en
términos de una oposición - y dan fundamento a diferentes acciones que no se
validan unas a otras; tal como lo mencionamos en el ejemplo de la succión de la
sabanita. Lo impreciso, lo provisorio, las imprecisiones traen aparejadas
preguntas interrogantes que movilizan diversas alternativas para intervenir.
Concebir la teoría como herramienta para actuar nos conduce necesariamente a
interrogarnos acerca de la relación teoría - práctica.
Una mirada compleja trae aparejada una disyuntiva acerca de qué lectura
priorizamos a la hora de tomar decisiones. Esta es, a mi entender, una de las
cuestiones que plantea este paradigma, difíciles de resolver.
Si la teoría es una herramienta para la comprensión y la comprensión es el
fundamento para la acción: ¿Qué hacemos con la diversidad de sentidos, cómo
conjugamos significaciones múltiples en el momento de actuar? Las
significaciones pueden ser múltiples en la medida en que son construidas por la
reflexión. Pero, las acciones ¿pueden ser múltiples y variadas? En un punto es
necesario jerarquizar, priorizar, aunque provisoriamente y en el marco de esta
incertidumbre, de tal modo que sea factible actuar a modo de ensayo y entablar
ese diálogo entre la teoría y la realidad. Frente a la pregunta acerca de cómo
elegimos un marco teórico para actuar, los teóricos de la complejidad
recomiendan:
“Los datos de la realidad van pidiendo ciertas teorías que explican mejor que
otras ese fenómeno”4
Morin (1999) nos habla de una ecología de la acción. Esto se rige por dos
principios, el primero señala que:
“ (...) toda acción, una vez ejecutada, entra en un juego de interacciones y
retroacciones dentro del medio en el que se lleva a cabo que puede hacer que se
desvíe de sus fines e, inclusive, que llegue a un resultado contrario al esperado.
(...) El segundo principio de la ecología de la acción nos dice que las
consecuencias últimas de la acción son impredecibles”
Una teoría que aporta múltiples significaciones se corresponde con el
establecimiento de diversos guiones para la acción, de los cuales se elige uno
que se corrobora y se modifica en función de los datos que la realidad aporta.
Los datos “nos piden” ciertas teorías que facilitan la comprensión de los hechos.

4
Tomado de mis registros de clase, Seminario Grupos de Formación a cargo de la Dra. Marta Souto,
Agosto 1997

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La relación teoría práctica: los niveles teóricos
Al reflexionar acerca de la teoría como herramienta para la acción surge la
pregunta acerca de cómo las teorías se convierten en instrumentos del
pensamiento. Cómo opera el pensamiento para producir significaciones que
aportan a una forma de actuar sobre el campo.
Para aclarar más esta cuestión retorno al problema de la relación teoría-práctica
y recurro a un instrumento que me resulta esclarecedor para pensar donde me
ubico cuando pienso la teoría como una herramienta. Me refiero a las “escalas
de teorización”5 que describen diferentes grados de “cercanía” entre la teoría y
la práctica.
1.- El primer lugar en la escala de teorización es el de la práctica, donde las
cosas se hacen. Es el nivel de “lo empírico”.
2.- En segundo lugar nos encontramos que sobre esa acción se plantea la
pregunta acerca de cómo hacer. Aquí se produce un despegue de la acción, se
genera una distancia con diversos grados de complejidad que van desde la
forma de una receta hasta lo técnico. Estamos en el nivel del “saber hacer”.
3.- Cuando sobre este aspecto técnico se pregunta por qué hacer estamos en la
búsqueda de una finalidad. El objeto de trabajo nos lleva a establecer una
relación con la causalidad. Este nivel permite la reflexión sobre la práctica. La
pregunta sobre la situación, sus causas y su finalidad nos ubica en el “nivel
praxiológico”. En este momento se producen significaciones sociológicas,
políticas, ideológicas que llevan a un análisis.
4.- Cuando se produce un desvío mayor es decir, una búsqueda de conocimiento
científico, nos encontramos en el plano del conocimiento que responde a la
pregunta acerca de cómo se conceptualizan estos procesos. Estamos en el
campo de las ciencias y de la teorización. Este es el nivel de la teoría que no
necesariamente da cuenta de la acción. Tiene status propio esto puede estar
libre de la acción.
Con respecto al conocimiento científico Morin (1999) resalta la importancia que
tiene para el progreso de las ciencias quebrar el aislamiento de las disciplinas.
La pregunta que se formula es en relación a cómo se organiza el intercambio
entre las disciplinas. Se trata de concebir las disciplinas por medio de
concepciones organizadoras que permitan articular los campos disciplinarios en
un sistema teórico. Las disciplinas deben mantener:
" (...) un campo de visión que reconozca y conciba la existencia de vínculos
y solidaridades,"
Si bien sostiene la necesidad de un nuevo paradigma que pueda establecer
puentes entre ciencias y disciplinas, resolver el problema de la fragmentación
entre disciplinas aclara que es necesario respetar el lenguaje de cada cuerpo de
conocimientos para, con palabras de Morin (1999):
"(...) encontrar el difícil camino de la inter-articulación entre ciencias que
tienen, no sólo un lenguaje propio sino conceptos fundamentales que no
pueden pasar de un lenguaje a otro" (Morin, 1999)
Finalmente, propone "ecologizar" las disciplinas:
5
Este instrumento fue aportado por la Profesora Cristina Davini en el marco del Seminario
Introductorio a la Carrera Formación de Formadores, UBA. 1996. Los conceptos expuestos
están tomados de mis registros de clase.

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"(...) es decir, tener en cuenta todo lo que forma sus contextos, incluidas
las condiciones culturales y sociales, o sea, ver en qué medio nacen,
plantean problemas, se esclerosan, se metamorfosean".
Todo esto nos lleva reflexionar acerca de cómo pensamos los conocimientos,
cuáles son las condiciones de un pensamiento capaz de abordar la complejidad.

Acerca de la transformación del pensamiento


En “Introducción al pensamiento complejo” Morin (1990) puntualiza las
carencias de nuestro pensamiento y, nuevamente, lo vincula a las acciones:
”(...) un pensamiento mutilante conduce, necesariamente a acciones mutilantes”
En “Introducción al pensamiento complejo” (1990) Morin afirma que nuestro
pensamiento se organiza selectivamente, separando los datos significativos de
aquellos que consideramos no significativos. Estas operaciones que jerarquizan y
categorizan los datos, gobiernan nuestra visión de las cosas sin que nos demos
cuenta.

Para pensar una realidad compleja es necesario construir un


pensamiento complejo.
Esta reforma del pensamiento requiere, en un principio, comprender cómo
nuestro pensamiento está determinado por la concepción de ciencia que
adoptamos. Esto significa, tomar conciencia de cómo los paradigmas que
adoptamos distorsionan lo real. Tomar conciencia que las operaciones habituales
- tales como seleccionar, jerarquizar, categorizar, ordenar, unir, centralizar los
datos, (operaciones que utilizan la lógica) - están gobernadas por paradigmas y
principios que están ocultos. Es necesario superar el imperio del pensamiento
simplificador que nos lleva a lo que Morin (1990) llama la "inteligencia ciega"
para romper el aislamiento del objeto y su entorno por un lado y, además, pasar
a considerar el lazo entre el observador y el objeto observado.
La complejidad implica al sujeto inmerso en esa complejidad, por ello es
necesario además, considerar que nuestros intereses, pasiones, prejuicios están
en juego.
El pensamiento complejo tiene que afrontar lo entramado, la solidaridad de los
fenómenos entre sí, la bruma, la incertidumbre, la contradicción, (Morin, 1990)
Por ello, el paradigma de la complejidad implica un permanente ejercicio de
revisar la formulación de mis propios enunciados que resaltan y hacen visibles
algunos datos y que, al mismo tiempo, producen sombras, aspectos que no se
abordan, exclusiones.
Una transformación del pensamiento requiere transformar el lenguaje con el
cual expresamos nuestras ideas. Como se dijo, es necesario que se respete el
lenguaje y la lógica de cada perspectiva teórica. Esto hace imprescindible la
explicitación de los términos y formulaciones que se enuncian. Es necesario que
los conceptos teóricos sean “referenciados” esto es, explicitar desde dónde
digo lo que digo.
Por otra parte, es necesario incorporar un lenguaje que refleje estas nuevas
operaciones para que nuestras formulaciones dejen de afirmar categóricamente

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para comenzar a formular líneas de hipótesis, suponer, asumir provisoriamente,
inferir, interpretar, analizar, estudiar inacabadamente, significar y resignificar.
Considero que para que nuestro lenguaje sustituya las afirmaciones acabadas
por términos tales como los señalados tendremos que arriesgarnos a ser menos
precisos o bien asumir que la precisión radica en la posibilidad de encontrar
nuevas significaciones cada vez que volvemos sobre un asunto.
Todo esto implica una renuncia a las propias certezas del pasado y sobre todo la
renuncia a una ilusión: Aquella por la cual los agentes institucionales creíamos
que algunos enfoques podían dar la repuesta a todos los interrogantes y que al
apropiarnos de saberes y teorías podríamos transformar las prácticas.
Aún conservamos mucho ese optimismo de la intervención, será necesario
asumirlo en el marco de una aventura.
Confrontados a nuestros propios procesos de cambio podríamos pensar que la
aceptación de que no hay verdades únicas sino una multisignificación de los
hechos, opera en nosotros una forma de tolerancia hacia los demás.
De tal modo que una opinión contraria ya no sea percibida como una amenaza a
la propia perspectiva.
La convivencia teórica de múltiples significaciones podría ser a su vez productora
de una convivencia en lo humano. Pensar que miradas opuestas pueden convivir
en tensión vale también para poner un freno al intento de imponer una manera
única de pensar la realidad.

Acerca de la estrategia vs. el programa


Para prepararse para un mundo incierto Morin (1999) señala el camino de la
estrategia concebida como opuesta al programa:
"El programa es la determinación a priori de una secuencia de acciones
tendientes a lograr un objetivo. El programa es eficaz en condiciones externas
estables, que se pueden determinar con certeza. Pero la menor perturbación de
estas condiciones desajustan la ejecución del programa (...)"
Advierte que en toda propuesta de intervención existe una tendencia hacia el
programa en tanto la vida nos solicita la estrategia. Entiende por estrategia una
propuesta abierta que establece guiones para la acción en función de lo que se
conoce de un entorno incierto. La búsqueda de información es continua así como
la posibilidad de ir modificando las acciones.
Acorde a esta perspectiva para que una propuesta o proyecto no se convierta
en dogma o rutina es necesario confrontarla con los límites que la realidad le
impone. Un proyecto así concebido como una estrategia se organiza en torno a
la conciencia de la incertidumbre que va a enfrentar. Por ello, dice Morin (1999)
que se trata de una apuesta, que no es un juego de azar, sino una apuesta que
se orienta hacia lo deseado.
Así volvemos a la idea de aventura a sabiendas de que toda nuestra vida es, en
definitiva, una aventura.

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Bibliografía citada

Mastache, Anahí: (1996) Representaciones y práctica pedagógica. En Revista


del IICE, Año I, n° 1. Buenos Aires.
Morin, Edgar: (1990) Introducción al pensamiento complejo. Gedisa. España
Morin, Edgar: (1984) Ciencia con conciencia, Antropos. Editorial del hombre,
Barcelona.
Morin, Edgar: (1999) La cabeza bien puesta. Repensar la reforma. Reformar el
pensamiento. Bases para una reforma educativa. Nueva Visión. Bs. As.
Morin, Edgar: (2001) “Edgar Morin, filósofo de la globalización” por Eduardo
Febbro desde París. Diario Página 12, 9 de abril.

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