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Teoría de la Complejidad

Por: Esther Bello Trujillo


CI.12.271.041

De un primer encuentro con el pensamiento de Edgar Morín, es


inevitable reconocer el profundo interés del autor por comprender la
identidad humana, como parte de un todo, que no puede existir aislado de
cada una de sus partes y la invitación a buscar la interpretación desde su
interior sin olvidar el carácter multidisciplinar que lo revisite. En un viaje por
el conocimiento científico, filosófico, social, entre otras disciplinas, define en
su obra como concibe el mundo y la importancia del pensamiento complejo
para el conocimiento multidisciplinario y para impulsar el pensamiento
humano a dar respuestas a los problemas que se presenten, entendiendo que
los conocimientos dispersos deben comunicarse y a esto llama el
conocimiento del conocimiento.

En su libro Introducción al pensamiento complejo, plantea el tema de


la inteligencia ciega, y los errores que se cometen en el afán desmedido de
acumular conocimientos sin una organización, que sumado al uso degradado
de la razón, al desarrollo de la ciencia y al progreso ciego e incontrolado del
conocimiento, redunda en un pensamiento simplificante, que resulta a su
criterio mutilante e incapaz de reconocer y aprehender la complejidad de lo
real y anula la diversidad.

Afirma Morín (1994) que la noción de conocimiento parece una y


evidente, no obstante, al interrogarla se diversifica en otras nociones, cada
una de las cuales plantea una nueva interrogación, es decir, que evidencia el
desconocimiento en el conocimiento, lo transforma en diversidad, en
multidimensional, incapaz de validarse a sí mismo. El conocimiento adquirido
del conocimiento es otro conocimiento que ilustra al primario.

El conocimiento no puede ser un objeto igual que otros, visto que


permite conocer a los demás objetos y conocerse. Invita a reintegrar al
sujeto en las ciencias, concibe la relación sujeto-objeto como un problema
complejo, en el que el sujeto se convierte en objeto de su conocimiento sin
dejar de ser sujeto.

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El autor ubica el problema del conocimiento en el corazón del
problema de la vida, se conoce para vivir y una vez que se emancipe el
conocimiento se vive para conocer. Introduce un concepto de complejidad
que se forma de la interacción entre el orden y el desorden.

Alegar que lo que vemos del mundo son las traducciones del mundo,
es decir, que traducimos la realidad en representación, conceptos, ideas y
hasta teorías, permite concluir que el conocimiento humano es cerrado, no
obstante, cuando apreciamos que se abre en las ideas, el lenguaje y las
teorías, mismos que lo cierran cuando se rompe la comunicación con los
referentes.

El conocimiento humano traduce en su propio lenguaje una realidad


sin lenguaje, el sujeto cognoscente interpreta la apreciación de lo que le
rodea (objeto conocido) y lo transforma en conocimiento objetivo, ergo, el
conocimiento objetivo tiene una fuente subjetiva. En este sentido, los
factores culturales, sociales, históricos evidencian las posibilidades de
conocimiento del sujeto y al tiempo sus limitaciones.

Nos describe el sujeto como irreductible y complejo, auto-reafirmado,


arraigado física y biológicamente, un concepto lógico, organizacional,
ontológico, el sujeto es un concepto multidimensional, cualidad de cada
individuo viviente, en interacción constante con el objeto que le es ajeno y
propio.

La separación del sujeto y el objeto, representa un paradigma que


penetra a la ciencia básica como a la filosofía, entender que hay algo más
que la singularidad de un individuo, y la frialdad de un objeto que se observa,
asumir que uno es parte del otro incluido y excluyente, que la comunicación
entre ellos produce el conocimiento que genera conocimiento, como la
relación entre las ciencias y los sujetos cognoscentes, todo en base a que la
realidad como el conocimiento no son simples, están repletos de una
diversidad de elementos que se comunican, que no están aislados.

Vemos entonces un conocimiento que se torna interdisciplinario y


transdisciplinario, imposibilitando el estudio desde una disciplina solamente,
para Morín, es el caos, la diversidad que impulsa la generación de

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conocimiento en el proceso de satisfacer la incertidumbre que genera el
descubrir un nuevo paradigma una complejidad irreductible, un pensamiento
multidimensional, heterogéneo no lineal. Para Morín, …”la complejidad se
presenta con los rasgos inquietantes de lo enredado, de lo inextricable, del
desorden, la ambigüedad, la incertidumbre …De allí la necesidad para el
conocimiento de poner orden en los fenómenos rechazando el desorden, de
descartar lo incierto, es decir, de seleccionar los elementos de orden y de
certidumbre, de quitar ambigüedad, clarificar, distinguir, jerarquizar… pero
tales operaciones, necesarias para la inteligibilidad, corren el riesgo de
producir ceguera si eliminan a los otros caracteres de lo complejo; y,
efectivamente, como ya lo he indicado, nos han vuelto ciegos”. (Introducción
al Pensamiento Complejo. 1994, Gedisa, Pág.32)

Ilustra tres principios para pensar la complejidad, el dialógico,


mediante el cual dos conceptos aparentemente contrarios o antagónicos, se
comunican y producen la organización, mantiene la dualidad en el seno de la
unidad. El segundo principio recursividad, hace mención a la ruptura de la
afianzada concepción “de causa efecto”, lleva la interpretación a un plano
auto-constitutivo, donde el productor es a su vez producto, entra en sí mismo
como un remolino, metáfora que usa para explicarse. El tercer y último
principio que informa esta complejidad es el hologramático, a través del cual
aduce que no sólo la parte está en el todo, sino que el todo está en la parte,
el conocimiento adquirido de la parte reentra sobre el todo y viceversa, de tal
modo que cada parte es un réplica del todo. Cada uno de estos principios se
mezclan rompiendo con el pensamiento lineal y abren camino a la
complejidad.

Comprender que el todo está en la parte que está en el todo, es la


base de la complejidad de la relación antropo-social, el pensamiento complejo
conoce al observador, el hombre que debe ser enriquecido por todas sus
contradicciones como una máquina no trivial, pese a que la sociedad aspira a
que su comportamiento sea lineal y predecible, pero la respuesta ante la
crisis agita la acción, impulsa el descubrimiento. La complejidad no es una
mágica solución, es una invitación a transformar el modo de conocer, “no
vamos a eliminar la incertidumbre y el azar, vamos a aprender a trabajar y a
jugar mejor con ellos (Morín, 2011).

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Debemos tener presente la imposibilidad de conocer el todo, pero aún
más imposible es conocer las partes, sin pensar que sólo a través de ellas
podemos llegar a entender ese todo en el caos y en el orden, esa premisa no
es dogmática, por el contrario despierta la necesidad de relacionarnos por
encima de las diferencias, es una invitación a cuestionarnos, adoptando la
complejidad como una manera de pensar.

Bibliografía

Morin, E.(2001). Introducción al Pensamiento Complejo. Barcelona: Gedisa.


[http://cursoenlineasincostoedgarmorin.org]

Morín, E. (1994).El método: El conocimiento del conocimiento. Madrid: Cátedra.


[http://edgarmorinmultiversidad.org]

Morin, E.(2011). Hacia Dónde va El Mundo. Barcelona: Paidós.


[http://edgarmorinmultiversidad.org]

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