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Perspectiva de géneros,

Derechos Humanos
y autogestión
Politizando la recreación
y el tiempo libre

Carola Álvarez Iriarte


Lic. en Sociología
Estudiante ISTLyR

En la rebeldía se comparte la esperanza1

¿Es posible politizar lo político? ¿No es acaso política toda recreación?


Los docentes de la escuela de Psicología Social Enrique Pi-
chon Rivière, en la ciudad de Rosario, cuentan que Lacan2 realizaba
una crítica a Pichon Rivière por la definición de la psicología como
social. Su argumento estaba basado en la pregunta: ¿no es de por
sí toda psicología social?

1. Mural presente en la sede del CIDECI-UniTierra Chiapas, marzo de 2018.


2. Reconocido psicoanalista de origen francés (1901-1981) que realiza
aportes a la obra de Freud, integrando saberes de otras disciplinas.

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Cuentan también lxs3 docentes de tal institución que la res-
puesta de Pichon Rivière, en consonancia con la tarea propia del
campo de hacer explícito lo implícito, remitía a la necesidad de vi-
sibilizar lo invisibilizado.
Afinar, afirmar, proponer, encuadrar. Entonces, ¿no es toda re-
creación política?
Frecuentemente, cuando nombramos la palabra política, la
asociamos con los partidos políticos y su disputa por dirigir el
gobierno y la gestión pública. Efectivamente, creemos que esa
lucha es esencialmente política (como todas las luchas), pero
nos interesa aquí pensar que la política se manifiesta en nuestra
vida cotidiana, en los vínculos, en las conductas, en la soledad.
El ejercicio de pensar qué decimos cuando decimos política es una
práctica que tiene larga data en nuestra sociedad y se han dicho al
respecto cosas interesantes y variadas; por lo cual, un breve pun-
teo de lo que consideramos sus características principales puede
allanar el terreno en la lectura de ese artículo.
La política está vinculada al poder: a su existencia, sus me-
canismos de producción y reproducción, su distribución, a las
luchas que desata, a su ejercicio y a la resistencia; y en este
sentido, todo acto cotidiano está embestido de tal cualidad.
Por eso, pensamos que politizar no consiste en “hacer las cosas
políticas”, porque de hecho ya lo son; sino que significa darse la
tarea de develar esa condición, muchas veces (y no ingenuamente)
oculta. Se trata de poder poner sobre la mesa la cualidad políti-
ca de nuestros actos y combatir los efectos perpetuadores de to-

3. Voy a utilizar la letra X para referirme a una multiplicidad de expresio-


nes e identidades de género, intentando abandonar la mala costumbre
de nombrar dejando por fuera siempre a alguien/es.

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das las desigualdades que disimula la naturalización de lo social.
Como colectivo de recreación, creemos que los procesos educa-
tivos y recreativos basados en ciertas nociones pedagógicas, una
concepción específica de lxs sujetxs, la necesidad de ser prota-
gonistas de nuestras vidas, una específica comprensión del saber
(como algo repartido entre todxs quienes formamos parte de algo
común) y un enorme deseo y convicción de que la realidad puede
transformarse pueden aportar su estrategia al objetivo de ganar
igualdad, amor, libertad y oportunidades para construir proyectos
colectivos de mundos libres de violencias.

Sin prisa, pero sin pausa, con todo a cuestas. O de cómo


evitar convertirnos en sopa
Caracol es el nombre que, inspiradxs en un juego y en un cuento
zapatista4, elegimos para darle al colectivo que conformamos en
la ciudad de Rosario con el objetivo de trabajar en el campo de la
recreación a fines del 2015 y a principios del 2016.
Como en todo proyecto, se combinaron una serie de necesida-
des, deseos y demandas entreveradas, que principalmente se con-
centraban en dos canchas: la del trabajo y la necesidad de dinero

4. El zapatismo es un movimiento indígena y campesino que, luego de


pasar varios años en la clandestinidad, decidió en 1994 alzarse en armas
contra el estado mexicano, disputando la autonomía de su territorio y
el autogobierno de sus comunidades. El lema de su organización políti-
ca es Mandar obedeciendo, y se basa en cinco principios: obedecer y no
mandar; representar y no suplantar; bajar y no subir; servir y no servirse;
convencer y no vencer; construir y no destruir; proponer y no imponer.
Hasta el día de hoy se encuentran en resistencia, organizando su vida
cotidiana sobre la base de la defensa de su autonomía.

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para pagar la comida, el alquiler, los impuestos y los helados; y la
cancha del grupo, lo colectivo, lxs compañerxs con los que aunar
fuerzas para ir por lo que deseamos, en lo que confiamos y de la
manera en que lo disfrutamos.
Podemos decir que todo se traduce de la siguiente manera:
muchas cosas de este mundo no nos gustan y nos parece que hay
que cambiarlas; lo queremos hacer (también) jugando y queremos
vivir de eso.
Creemos que jugar es una actividad creativa, creadora, poten-
te, placentera (o no) y que aporta peculiaridades a la hora de resis-
tir a las violencias cotidianas. Queremos vivir una vida digna, y nos
duele que esto no sea una posibilidad para todxs.
Las compañeras zapatistas, que de todo esto saben bastante,
nos invitaron a todas las mujeres que participamos del emotivo Pri-
mer Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan (en marzo de
2019, allá por tierras mexicanas), a construir justicia en dónde es-
temos, cada uno en su tiempo, mundo y forma. Y reconocer nues-
tro tiempo, nuestro mundo y nuestra forma no es tarea sencilla; se
trata de un ejercicio de revisión constante y antenas despiertas.
Desde siempre, las relaciones de poder han sido una inquie-
tud, de manera intuitiva al principio, y cada día un poco más instru-
mentada en la vida urbana de abundantes y variadas formaciones,
encuentros y palabras prestadas. El esfuerzo compartido por re-
construir la trama de relaciones que nos constituyen como perso-
nas, grupos y sociedades, se convirtió en la brújula de nuestros
mapas, para saber qué caminos decididamente evitar y, con menos
precisión, por dónde intentar. Ensayo y error para un nuevo ensayo.
En esta tarea vital, Caracol aparece como espacio lleno de
sentido, pleno y habitado por contradicciones; un mapa colectivo
de cartografía acompasada. Por eso relataré algunos aspectos de
nuestra experiencia en el mundo de la recreación y el tiempo libre.

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Somos cuatro amigxs, hermanxs, compañerxs, rivalxs, aliadxs.
Formamos parte de un colectivo que es a la vez familia, coopera-
tiva de trabajo, militancia y horas compartidas. Trabajamos en el
campo de la recreación y nos hacemos tormentas de preguntas
alrededor de qué significa esta afirmación. Lo explicamos una y mil
veces, y las formas van cambiando: tomamos palabras que otrxs
nos regalan, incorporamos las nuevas prácticas y vamos reinven-
tando nuestro campo.
Pensamos que, si algo bueno tienen las relaciones de poder,
es su posibilidad de ser transformadas. Entonces, nos encargamos
de construir, de hacer el ensayo cotidiano de habitar la recreación
como un mundo en permanente formación, como un territorio en
disputa que podemos llenar de contenido, pensando su potencia
para concientizar prácticas y practicar nuevas conciencias, más
libres. En este viaje de preguntas y certezas, nos interesa cuestio-
narnos desde el cuerpo, por ser nuestro templo y sostén, acerca de
los dolores y las alegrías cotidianas: sus orígenes, sus límites y sus
potencialidades.
En este artículo, vamos a repasar la experiencia de Caracol en
el campo de la recreación en, por lo menos, dos ejes: el de nuestra
práctica como colectivo autogestionado con pretensiones labora-
les, y el de nuestra labor como educadorxs en el campo de la edu-
cación no formal y el tiempo libre. Tareas que requieren hacer algu-
nas reflexiones sobre el poder, el trabajo, el tiempo, los géneros, el
juego, los grupos y el contexto.
Para esto, nos basaremos en algunas ideas de autorxs de di-
versas disciplinas.
De Nuria Varela compartiremos algunas palabras para com-
prender qué decimos cuando hablamos de perspectiva de géneros,
y para poder explicar la necesidad de su incorporación sistemática
en nuestra tarea de coordinación. En consonancia con esto, recu-

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peraremos un suceso acontecido en las Jornadas de Recreación
y Tiempo Libre del año 2017, que resultó ser un claro emergente
de la situación del campo, a la vez que motivador de procesos de
transformación.
Para pensar el tiempo libre, intentaremos poner en diálogo la
clásica obra de Munné con aportes teóricos feministas sobre el
tiempo de trabajo no reconocido como tal, buscando nuevas pers-
pectivas para complejizar el análisis de uno de los pilares de nues-
tro trabajo.
De Ana Quiroga y de la Psicología Social tomaré los con-
ceptos vida cotidiana, trabajo y crítica, para comprender a las per-
sonas en su contexto, en el día a día: ¿cómo es su vida? ¿cómo
se desenvuelve y en qué vínculos?, captando allí mismo, donde
todo parece conocido, la expresión de las relaciones sociales
que actuamos sin darnos cuenta. Y, también de esta perspecti-
va teórico-práctica, tomaremos el concepto de grupo. Por último,
para hablar de juego, retomaremos el desarrollo teórico de Gra-
ciela Scheines.

La historia de Caracol
Nos conocimos hace cerca de tres años y, en el proceso de descu-
brirnos, nos alegró compartir algunas búsquedas sobre cómo revo-
lucionar el mundo. Estamos convencidxs que la recreación es un
arma potente y nuestras experiencias dan cuenta de cuánto puede
transformarnos poner el cuerpo y habitar grupos.
Nos juntamos a pensar cómo encarar la tarea de ser recreó-
logxs autogestivxs, y lo primero que acordamos fue que nos sen-
tíamos capaces de realizar Noches de Juegos de Mesa, de la for-
ma en la que se hacen en Buenos Aires –de la mano de ONG La

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Cantera5– hace más de diez años (¡gracias Cantera!). Reunimos
varios juegos, poco a nada conocidos, y nos pusimos en contacto
con una cooperativa cercana para organizar el debut. ¡Y sucedió!
La actividad era parecida a lo que conocíamos de haber ido como
jugadorxs, tuvo repercusiones bonitas y nos dio confianza para
seguir ensayando. Buscábamos encontrarnos de maneras distin-
tas, vincularnos en el tiempo libre como tierra fértil, sin ver al otrx
como una amenaza. Cohabitar un tiempo pleno y creativo, rebelde.
Las noches de juegos se fueron instalando como una de las va-
riadas propuestas culturales de la ciudad de Rosario y superaron
nuestras expectativas en todo sentido. El público fue in crescendo
y en él su interés por conocer nuestras motivaciones para sostener
la propuesta. De a poquito, fuimos contando qué era eso que en-
tendíamos como recreación.
Son muchas las formas de intentar definirlo: siempre apare-
cía alguna alusión a la educación no formal, a la educación po-
pular, la posibilidad de encontrarnos desde el juego, a la realidad
de integrarnos y, sobre todo, a dejar de privilegiar la mente y ha-
cer cuerpo el aprendizaje. Y aún más de a poquito, pudimos ir
delimitando nuestra intención con la recreación: ponerla al servi-
cio de cuestionar las opresiones y privilegios que nos atraviesan
en la vida cotidiana, como sujetos y sujetas lúdicxs y sociales.
Nos acercamos, casi sin quererlo, al Movimiento de Trabajadores
Autogestionados de Rosario (MTA), que nuclea diversos empren-
dimientos autogestivos, colectivos y personales, con el objetivo de
compartir la experiencia del trabajo en marcos de respeto y de de-
cisiones compartidas, sin patrones ni plusvalía. Anduvimos cerca
durante un tiempo, y colaboramos con algunas propuestas lúdicas

5. http://lacanterarecreacionyjuego.blogspot.com/

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para pensar la autogestión en los eventos que el MTA abrió a la
comunidad.
Cada vez conocíamos más gente, y más gente nos conocía y
se interesaba por nuestro trabajo. Nos hicieron muchas propues-
tas, pero en su mayoría no se concretaron, ya que se evidenció la
dificultad para avanzar desde la valoración hacia la retribución eco-
nómica de nuestro tiempo de trabajo.
Puertas adentro tuvimos que darnos una discusión. ¿Para
quién trabajar sin cobrar era una opción y para quién, no lo era?
¿Es lo mismo el MTA que una institución estatal? ¿Qué objetivos
se proponen estos espacios? ¿Cómo se financian? ¿Es militancia?
¿Es trabajo?
El Estado tiene como obligación el pago de un salario digno a
lxs trabajadorxs de sus políticas públicas (o así debería ser). Algu-
nas experiencias nos llevaron a pensar con firmeza que no quere-
mos que los gobiernos “hagan méritos” a costa de nuestro trabajo
no remunerado por falta de voluntad política. Esa posición –que
nos cuesta bastante sostener porque tenemos grandes deseos de
trabajar, sobre todo en un contexto de tanta miseria– implica para
nosotrxs, también, una forma de valorizar nuestra práctica, y de
ir construyendo en la ciudad un perfil profesional y laboral desde
un saber específico. Es una contienda difícil, más en contextos de
ajuste y políticas neoliberales como el que estamos atravesando.
Por otro lado, sabemos que el Estado no es una entidad homo-
génea, sino que también está habitado por contradicciones; es por
esto que decidimos evaluar cada propuesta en relación a una serie
de variables bastante extensa.
Entre idas y vueltas, y con la incorporación de la quinta pata
del Caracol (Laura, nuestra querida psicóloga social), hemos gesta-
do la posibilidad de elegir sobre qué queremos trabajar y qué que-
remos producir, dentro de márgenes aún no muy amplios. De todos

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modos, consideramos que esta libertad de elección es uno de los
aspectos más hermosos del trabajo autogestionado. No es fácil,
pero tampoco lo es el trabajo asalariado. Y en la práctica hemos
aprendido que se pueden combinar de variadas formas.
En este momento nos encontramos, como colectivo, con una
personería jurídica prestada, contratadxs por un programa de di-
ferentes ministerios santafesinos para trabajar en el Departamen-
to de Articulación Territorial del Museo de la Memoria de Rosario.
Allí, en conjunto con un equipo hermoso de personas de distintas
edades, disciplinas y experiencias, acompañamos a un grupo de
jóvenes de diferentes barrios de Rosario en su formación como
Constructorxs territoriales en derechos humanos. La tarea consis-
te en compartir una formación que atraviese diferentes módulos
que vinculamos a los derechos humanos, a partir de encuentros
donde la lúdica sea parte del proceso de transformación y apren-
dizaje. Nuestro rol de coordinación está guiado por la intención
de desentramar cuáles son las relaciones de poder que atravie-
san nuestros cuerpos, para ponerlas a jugar y, así, observarlas
con el fin de transformarlas, y acompañar al grupo en una for-
mación que abra el juego a un horizonte laboral por fuera de los
oficios tradicionalmente asociados a los sectores populares. Se
trata de generar reflexiones grupales e internas que nos inviten a
vincularnos con criterios distintos a la opresión, la explotación,
el sometimiento; viéndonos como pares, compañerxs, solidarixs,
y explorando cuáles son los intereses y deseos de lxs pibxs para
construir conjuntamente algunas experiencias laborales donde
desplegar sus experiencias de vida.
A su vez, seguimos sosteniendo las noches de juegos de
mesa, y estamos comenzando un proceso de acompañamiento
al trabajo territorial desarrollado por la fundación amiga que nos
presta su personería jurídica para poder cobrar nuestro trabajo en

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el Estado. Así, la rueda gira: el trabajo y el amor crecen a la par que
hacen crecer la red que resiste a los flagelos de este sistema y de
este momento en la historia.
No queremos ser trabajadorxs alienadxs, y aunque muchas
veces nos cueste porque trabajamos (sobre todo) para diferentes
dispositivos de los gobiernos santafesinos de forma inestable y
precarizada, Caracol es el oasis de pensar y sentir lo laboral colec-
tivamente. De hacer el ensayo y el intento.

Del devenir feminista de Caracol


Quizás la conformación primordialmente femenina de nuestro gru-
po inclinó la balanza hacia los dolores y alegrías de ser mujeres
en esta tierra patriarcal. Salvo excepciones, que quizás existan y
no conozcamos, todo un planeta regido por la dominación de los
varones sobre el resto de las personas configura una realidad par-
ticular, digna de ser conocida y transformada. Si algo bueno tie-
ne el conocimiento, es su posibilidad de volverse praxis y trans-
formar la realidad para construir un mundo más justo y amoroso.
Supimos desde el principio que nuestro trabajo no podía estar
desvinculado de la realidad donde vivimos, porque eso es impo-
sible; entonces, nos resultó prioritario hacer méritos para conocer
esa realidad y no ser ciegxs a ella, sino incorporarla en nuestras
propuestas, para poder sacudirla y encontrarle agujeros de donde
agarrarla, amasarla y darle nuevas formas. Intentarlo. Hace mucho
tiempo que sabemos que el capitalismo es un sistema social in-
justo y cruel, que nos deshumaniza y nos pone en segundo lugar,
como subproductos del dinero y la acumulación.
También desde el principio supimos de manera intuitiva que el
patriarcado era igualmente injusto, y que esa afirmación no conta-
ba con la misma aceptación, a la vez que no contábamos con tan-
tas herramientas teóricas para justificarlo, porque en nuestra vida

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habían estado ausentes. Igual de ausentes las herramientas, que
de presentes nuestras emociones y nuestra experiencia irrefutable
al respecto.
Empezamos a formarnos, primero las mujeres del grupo, hoy
todxs. A formarnos en espacios que cuentan con mucha de esa in-
formación que tan bien se habían encargado de esconder a lo largo
de la historia, la que no apareció en las currículas de ninguno de los
niveles de nuestra educación, y que hoy, gracias a décadas de lucha
de muchxs compañerxs, están empezando a ser visibles de mano
de la Educación Sexual Integral (ESI)6 y de los ahora incipientes, o
más visibles, espacios dedicados a las relaciones intergenéricas.
Los primeros días de Caracol, cuando todavía no teníamos nombre
y aparecíamos en Facebook como Noche de Juegos de Mesa Ro-
sario, queríamos tener una identidad decible. Jugamos a escribir
manifiestos de quienes éramos, que luego al tiempo releíamos y
continuábamos desarrollando, y podemos seguir haciéndolo siem-
pre, ya que la identidad en un proceso en construcción permanente.
En alguna de esas relecturas y reescrituras definimos que somos
un colectivo anticapitalista y antipatriarcal. Hoy le estamos dando
contenido a esas formas de diferentes maneras, las que vamos
descubriendo.
A nuestro parecer, la apuesta más grande contra el capitalismo
es intentar comprenderlo y encarnar en nuestra práctica relaciones

6. ESI es el nombre por el cual se conoce a la Ley Nacional 26.150, san-


cionada en el año 2006 con el objetivo de garantizar el acceso universal,
en todos los niveles de la educación formal, a una educación sexual in-
tegral. Se fundamentada en cinco ejes: valorar la afectividad; respetar
la diversidad; reconocer la perspectiva de géneros; cuidar el cuerpo y la
salud; ejercer nuestros derechos.

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laborales y humanas que escapen a la lógica impuesta, cuestión
que vamos a desarrollar más adelante.
Y contra el patriarcado nos pusimos las “gafas violetas”, que
se vuelven una especie de tatuaje en las retinas, porque unx ya no
puede hacer marcha atrás. Las “gafas violetas” son una metáfora
usada por la escritora Gemma Lienas, en su libro El diario violeta de
Carlota, para aludir a la toma de conciencia sobre la discriminación
hacia las mujeres, lo cual implica una nueva manera de empezar a
ver el mundo (Lienas, 2001). Como dice Nuria Varela:

Supone darse cuenta de las mentiras, grandes y pequeñas, en las


que está cimentada nuestra historia, nuestra cultura, nuestra so-
ciedad, nuestra economía, los grandes proyectos y los detalles co-
tidianos. Supone ver los micromachismos –como llama el psico-
terapeuta Luis Bonino a las pequeñas maniobras que realizan los
varones cotidianamente para mantener su poder sobre las muje-
res–, y la estafa que supone cobrar menos que los hombres. Ser
conscientes de que estamos infrarrepresentadas en la política, que
no tenemos poder real, y ver cómo la mujer es cosificada día a día
en la publicidad. Supone conocer que la medicina –tanto la inves-
tigación como el desarrollo de la industria farmacéutica–, es una
disciplina hecha a la medida de los varones y que las mujeres se-
guimos pariendo acostadas en los hospitales para comodidad de
los ginecólogos, una profesión en España copada por varones. [...]
Supone, en definitiva, ser conscientes de que nos han robado nues-
tros derechos y debemos afanarnos en recuperarlos si queremos
vivir con dignidad y libertad al tiempo que construimos una socie-
dad justa y realmente democrática. Es tener conciencia de género,
eso que a veces parece una condena porque te obliga a estar en
una batalla continua, pero consigue que entiendas por qué ocurren
las cosas y te da fuerza para vivir cada día. (Varela, 2005: 19)

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Ponerse las gafas violetas nos encuentra con que, muchas ve-
ces, a otros ojos y otras gafas les resulta exagerado, y sabemos
que la toma de conciencia sobre el machismo que atraviesa cada
espacio que habitamos es una tarea infinita, a la que cada día le
encontramos nuevas capas. Así entramos en esa batalla, que es
condena y alegría de estar vivxs cada vez, cuestionando un poquito
más la injusticia cotidiana que vivimos, desde el modo feminista
que queremos darle a este mundo.

Machismo y recreación. Un emergente como punto


de inflexión
En este proceso de definir que tipo de recreación queremos desa-
rrollar, decidimos participar de las 15tas Jornadas de Recreación y
Tiempo Libre, realizadas en Buenos Aires en agosto de 2017, desde
el rol de talleristas. El eje propuesto para la ocasión giraba en torno
a la comunicación, el territorio y los vínculos; y gracias a la trans-
versalidad que nos brindan las mentadas gafas, es posible colar el
feminismo por cualquier cerradura, más allá de que estén o no ex-
plicitadas las categorías de género, mujeres, machismo, etcétera.
Elegimos trabajar sobre el cuerpo de las mujeres como un te-
rritorio en disputa, arena de lucha entre nuestros propios deseos y
necesidades, y sobre el constante flagelo de un sistema que nos
cosifica volviéndonos objetos de uso para otros. Nos propusimos
compartir en las jornadas algo que se vincule con nuestra vida coti-
diana en una relación de continuidad, y no de suspensión. Que nos
sirva el encuentro por el encuentro mismo, y también para irnos
con preguntas e inquietudes que nos motoricen a realizar prácticas
más conscientes y libres. Para nosotrxs y para todxs.
Fue un taller fuerte. Fuerte, porque puso en movimiento a
través del cuerpo una realidad que es fuertemente injusta, fuer-
temente cruel y fuertemente naturalizada. Y decidimos hacerlo

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habitando un entre la vivencia subjetiva interna, y la experiencia
colectiva y la organización, con el fin de hacer fuerza en los pro-
cesos de transformación, a la vez reconociendo el padecimiento
personal y cotidiano. Pocas horas después, nos encontrábamos
en los pasillos con compañeras que, con expresiones de angus-
tia y sorpresa, contaban lo sucedido en otro taller: aulas más allá
del aula donde horas antes nos cuestionábamos la naturaliza-
ción de la violencia sexista, el tallerista a cargo de la propuesta
había sido protagonista de un exabrupto machista con una com-
pañera que le cuestionó una de sus ideas. Un “educador”, reco-
nocido en el ámbito de la recreación (uno de los viejos popes del
campo), en su lugar de tallerista y varón, haciendo uso de múl-
tiples asimetrías de poder, menospreció, subestimó y cosificó a
una compañera, valiéndose de los mecanismos de reproducción
de la violencia machista.
Este fenómeno, años atrás, podría haber pasado inadvertido.
Pero las mujeres decidimos que no nos callamos más. Estamos
exigiendo ser respetadas, y aunque en medio de siglos de patriar-
calización del mundo, la agresión del tallerista encuentre compli-
cidad entre muchxs; existieron también las compañeras que con
el corazón latiendo y el coraje agarrado fuerte entre sus manos,
lo sancionaron en el mismo momento, generando un debate que
ocupó gran parte, o el resto, de lo que quedaba de taller. Luego se
inició una batalla, que a veces es condena, para visibilizar lo suce-
dido al amplio número de participantes del evento.
Estamos convencidxs de la necesidad de ponernos las ga-
fas violetas porque estamos segurxs de que, si la agresión no se
hubiese basado en el género, habría encontrado mucho más con-
senso para ser sancionada (ya que cualquier agresión da cuenta
de una insuficiente responsabilidad en el ejercicio del rol de coor-
dinación). Sin embargo, el nivel de naturalización de la violencia

22 Nuevas Plumas
machista encuentra como contraparte respuestas que relativizan
o minimizan lo sucedido; de esta manera, se niega la existencia
social de este tipo específico de violencia que es estructural al
sistema patriarcal.
En las charlas de pasillo comenzó a circular la idea de que
esto debía contarse a viva voz, y que todos en las Jornadas debían
saber lo que había sucedido. Un grupo de mujeres de diferentes
provincias del país nos propusimos repudiar el hecho y generar
colectivamente acciones que sean reparatorias, a la vez que pro-
piciar reflexiones sobre las desigualdades basadas en el género y
su injusticia. No resultó sencillo. No pudimos aunar criterios con
el equipo encargado de la organización del evento, que, atravesa-
do por contradicciones internas, no logró posicionarse en un lugar
de denuncia. Por suerte (o gracias a una perseverante militancia),
estamos atravesando un momento de transformación profunda de
las representaciones sociales, que afortunadamente redunda en
niveles mayores de conciencia sobre estas relaciones de domina-
ción. Sin ir más lejos, finalmente el eje de las Jornadas de Tiempo
Libre y Recreación7 del año siguiente fue “Recreación con perspec-
tiva de géneros: deconstruyendo estructuras de poder desde praxis
pedagógicas”, y todo el evento estuvo atravesado, en cada una de

7. Las Jornadas de Recreación son un evento anual desarrollado en la


Ciudad de Buenos Aires, con 16 ediciones realizadas hasta el momento,
organizado horizontal y autogestivamente por estudiantes y graduadxs
del Instituto Superior de Tiempo Libre y Recreación de la ciudad. Tienen
como objetivo propiciar un espacio de encuentro auténtico entre perso-
nas que trabajan en el campo, compartiendo experiencias, ampliando
miradas y construyendo nuevas redes. Más información en: https://jor-
nadasderecreacion.wixsite.com/jornadasderecreacion.

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sus instancias, por la presencia de preguntas que cuestionaban el
orden social establecido.
Volviendo al año anterior, luego de probar diferentes estrate-
gias y haciendo uso de las mismas herramientas que la recreación
pone a nuestro servicio, la situación se expuso a todo el auditorio
que asistía al cierre del evento. La producción colectiva final fue un
papelógrafo de muchísimos metros, donde la gran mayoría de las
intervenciones hacían referencia a la problemática de la violencia
machista desde diferentes aristas.
Posteriormente al evento, y movilizadxs por lo sucedido, se ge-
neró una red de comunicaciones, reflexiones y acciones que, como
campo, nos obligaba a tomar cada vez más conciencia de que, en
una tierra patriarcal, la recreación no es una isla y que, en un mo-
mento histórico donde aflora una nueva ola feminista, la recreación
se refunda o se estanca.
Por tratarse de un campo de trabajo grupal y comprometido
con la educación, nos parece imprescindible la incorporación de la
perspectiva de género para reflexionar sobre las propias prácticas,
no solo sensibilizando sobre las formas más cruentas de la violen-
cia, sino prestando principal atención a las manifestaciones más
solapadas, de baja intensidad o sutiles, que reproducimos casi
imperceptiblemente, atentando contra la autonomía y el poder de
mujeres e identidades disidentes.
Creemos que es imprescindible estar a la altura de las circuns-
tancias, generando espacios de reflexión y práctica que funden una
recreación feminista. Y celebramos con alegría que esto esté su-
cediendo a partir de la conformación de espacios de género en
el ISTLyR (Instituto Superior de Tiempo Libre y Recreación), en las
Jornadas del año pasado, en las asambleas autoconvocadas de los
últimos encuentros de recreación, etcétera. Esto implica el enorme
esfuerzo de despatriarcalizar las estructuras, prácticas y hábitos

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hasta el momento naturalizados, pero tenemos la confianza y la
convicción de que al patriarcado lo estamos haciendo caer, y de
que el juego tiene muchos mapas que prestarnos para esta batalla.

En relación con el tiempo


Algunxs de nosotrxs llegamos a Caracol atravesadxs por la tecni-
catura en Recreación y Tiempo Libre que se dicta en el Instituto Su-
perior de Tiempo Libre y Recreación de la ciudad de Buenos Aires
(ISTLyR). Desde allí viene nuestra pregunta acerca del tiempo y sus
categorías, su existencia, su ser trampolín hacia muchos mundos.
El uso del tiempo es uno de los ejes que le da identidad a la recrea-
ción, y en su objetivo de valorizar el tiempo libre se ha ocupado de
estudiarlo.
Históricamente, éste no ha reportado demasiado interés ya
que fue pensado como un excedente del tiempo de trabajo, de me-
nor valor y sin particular reconocimiento social. Podemos pensar
que esa concepción es intencionada y política. Lo que no se pro-
blematiza se da por sentado, se naturaliza normalizando prácticas.
Frente a un tiempo productivo largamente estudiado y comprendi-
do, aparece una categoría opaca y difusa en la que no identifica-
mos demasiada potencia.
La famosa división de las ocho horas de trabajo, ocho horas
de ocio y ocho horas de descanso es revisada a la luz de un teórico
catalán, Frederic Munné (2017), que aborda la problemática del ocio
y el tiempo libre desde el materialismo dialéctico8. El punto central

8. El materialismo dialéctico es una concepción filosófica, una forma de


ver el mundo, que parte de la idea de que todo está en movimiento y en
cambio permanente, y que el impulso del movimiento está dado por las
contradicciones internas inherentes a cada fenómeno. A la vez, propone

Prisma Nuevas lecturas en el campo de la Recreación 25


de su producción radica en reflexionar sobre la funcionalidad de lo
que él llama el ocio burgués, orientado directamente a la reproduc-
ción del sistema capitalista de producción. Frente a la existencia de
un tiempo liberado de trabajo que es acrítico –y propuesto desde el
poder–, él invita a gestar un tiempo liberado transformador. “¿Qué
hacemos en nuestro tiempo libre?” es su pregunta clave, y sobre
sus respuestas (o sobre la ausencia de esta pregunta) podemos
pensar que se fundan las diversas corrientes de la recreación.
Una de las posibilidades es trabajar con el objetivo de vol-
vernos dueñxs de nuestro tiempo, para así llenarlo de un con-
tenido revolucionario, ya que, sin ser dueños de este, es difícil
imaginar cómo elegir de qué contenido llenarlo. En cada caso
habrá que analizar cómo combinar el tiempo de la vida entre las
actividades de trabajo, ocio y tiempo libre; porque hay una cues-
tión que es también fundamental, y es que sin un tiempo de tra-
bajo que nos permita satisfacer nuestras necesidades mate-
riales ordenando nuestra vida, se complejiza aún más el acceso
a un tiempo libre de la manera en la que lo estamos pensando.
Hasta aquí un pequeño esbozo de lo que con mucha profundidad
se discute en relación con el tiempo en el ISTLyR, al menos hasta
hace algunos años.
Lo que es más nuevo para nosotros, en base al desconocimien-
to de las producciones teóricas feministas hasta hace muy poco,
es pensar la dimensión del tiempo reproductivo9. En este sentido,

una preeminencia de lo material sobre lo intangible, como sustrato últi-


mo de lo que existe. Es desarrollado por Karl Marx y Friedrich Engels a
mediados del siglo XIX.
9. Por trabajo reproductivo entendemos la función-trabajo que se le ha
atribuido a las mujeres, y que, disfrazada de destino biológico, les impo-

26 Nuevas Plumas
Silvia Federici, en su libro Calibán y la bruja, hace una reconstruc-
ción histórica de la transición entre el feudalismo y el capitalismo
europeos desde una perspectiva feminista. En su investigación,
descubre que la introducción de transformaciones en el proceso de
reproducción social, más específicamente en la reproducción de
la fuerza de trabajo, fue indispensable para la transformación del
orden social. Estas transformaciones se realizaron a través de una
violencia extrema sobre los cuerpos de las mujeres en la conocida/
desconocida caza de brujas. La autora descubre que las grandes
teorías económicas han dejado de lado una porción fundamental
de la economía (sin la cual no puede sostenerse su desarrollo): la
producción de la primera mercancía, que es la fuerza de trabajo
(Federici, 2015).
La economía feminista, desde la década del setenta, se ha
encargado de estudiar el valor económico que reporta el traba-
jo que realizan las mujeres bajo condiciones no remuneradas:
en países como México o Guatemala, investigaciones mucho
más recientes han medido que el trabajo doméstico sin remune-
ración representa entre un 20% y un 30% del PBI. La división del
trabajo sexual al interior de los hogares repercute desigualmen-
te también en la inclusión en el mercado de trabajo por parte de
las mujeres, lo cual refuerza el círculo (Gamagge y Orozco, 2008).
Esto, junto a otras mediciones económicas, reporta para las mu-
jeres una mayor cantidad de horas dedicadas a actividades pro-
ductivas, si se compara con el tiempo empleado por los varones.

ne la tarea de producción de la fuerza de trabajo. Esto incluye todas las


tareas necesarias para garantizar la producción, cuidado y bienestar de
una población trabajadora (gestación, crianza, mantenimiento del hogar,
cuidado de enfermxs y adultxs mayores, alimentación, etcétera).

Prisma Nuevas lecturas en el campo de la Recreación 27


Al pensar el tiempo libre en relación con el tiempo de trabajo, y
teniendo en cuenta estas consideraciones, surge una incómoda
categoría que contiene el trabajo invisibilizado. La economía no es
neutral al género como quiere presentarse, sino que ha sido cie-
ga al mismo y, por ende, no se han conocido en profundidad las
particularidades de este otro tiempo. El androcentrismo cultural ha
logrado que se universalicen características que no responden a
todas las personas, sino a algunas de ellas, las que pueden iden-
tificarse con la figura erigida como molde y medida de todas las
demás: el varón (cierto varón). Esto no escapa al marxismo ni a
la teoría remitida para analizar el tiempo libre. Por ende, no dan
cuenta del uso del tiempo universal, como pretenden, sino que se
enfocan sobre una dimensión del tiempo de trabajo dejando otra
fundamental sin abordar.
¿Cuánto espacio hay para el auto-condicionamiento en acti-
vidades de tiempo completo como el trabajo reproductivo, gene-
ralmente sostenido por mujeres? ¿Cuál es el tiempo liberado del
trabajo, si tomamos en cuenta esta labor? Podríamos intentar ana-
lizar estas preguntas desde las dimensiones del trabajo enajenado
de Marx, y también podríamos intentar husmear en las bibliotecas
feministas, a ver que tienen para decirnos; pero lo cierto es que no
podemos negar su existencia. Y en este sentido, nos parece inte-
resante para el campo de la recreación y el tiempo libre incorporar
nuevas perspectivas que den cuenta de esta realidad que hoy po-
demos comenzar a ver. Nos encontramos frente a un cambio de
paradigma que corre cada vez más sus márgenes, y va descubrien-
do una realidad hasta el momento oculta. Estamos frente a una
olla a presión que cedió, y de la que no paran de aparecer cosas
nuevas. Un acceso más igualitario a la recreación implica poder mi-
rar cómo se usa el tiempo en esta sociedad incorporando también
la diferenciación entre los géneros.

28 Nuevas Plumas
Programas orientados a capacitaciones en oficios en los ba-
rrios populares de Rosario presentan, en la práctica, dificultades en
la asistencia de las mujeres, que se ve fuertemente condicionada
por sus responsabilidades de crianza. Deben asistir acompañadas
de sus hijxs o directamente no pueden asistir por quedarse cuidán-
dolos. ¿Es este un espacio para ellas, cuando tienen su atención
dividida entre la tarea que nos reúne y la infinita responsabilidad
de acompañar (en el mejor de los casos) el desarrollo de sus hijxs?
En tiempos de crisis económica y grandes índices de desem-
pleo, el tiempo libre puede representar un espacio importante para
tejer encuentros con la intención de comprender la realidad que
nos atraviesa y armar estrategias de acción sobre la misma. Hacer
de esos encuentros, al menos, espacios de sostén y acompaña-
miento, cuando todo pende de un hilo y es difícil la garantía de de-
rechos, es una gran apuesta.
La perspectiva de género se hace aquí también necesaria, para
poder diseñar programas y propuestas que contemplen la realidad
diferenciada que se vive en lo cotidiano, dependiendo de cuál sea
la identidad y la expresión de género de cada persona.

Por qué desde el juego y por qué desde el grupo


El juego nos permite desarrollar procesos de aprendizaje con mayo-
res grados de participación, incluyendo diversos registros, emocio-
nes e ideas que afloran e irrumpen en la escena grupal. Desde allí, se
pueden abordar nuevos ángulos y aristas que surgen de situaciones
concretas, incorporando la complejidad indivisible con la que habita-
mos el mundo y desde la cual nos vinculamos con lxs otrxs.
En nuestra práctica, percibimos que, cuando damos espacios
prolongados a la palabra, donde suceden encuentros más charla-
dos, los roles se estereotipan con más facilidad y nos cuesta salir
de una dinámica rígida. Es cuando decimos: hace falta cuerpo.

Prisma Nuevas lecturas en el campo de la Recreación 29


El cuerpo es nuestro instrumento inmediato de conocimiento;
a partir de él, aprehendemos la realidad, y a la vez nos encontramos
profundamente domesticados en su uso, su exploración. Cuando
se desarman las formas habituales de habitarlos, emergen nuevos
mensajes, muchas veces producto del desconcierto, de esa inco-
modidad inicial que devela cuestiones ocultas.
Retomando las conocidas palabras de Pavlovsky, decimos
con él:

No se puede jugar a medias; si se juega, se juega a fondo; para


jugar bien hay que apasionarse, para apasionarse hay que salir
del mundo de lo concreto. Salir del mundo de lo concreto es in-
troducirse en el mundo de la locura; del mundo de la locura hay
que aprender a entrar y salir; sin introducirse en la locura no hay
creatividad, sin creatividad uno se burocratiza, se torna hombre
concreto. Repite palabras de otro. (Pavlovsky, s.f.)

El juego nos da la posibilidad de ensayar respuestas para con-


flictos que aparecen en nuestra vida cotidiana, rompe la estructura
habitual con que hilvanamos el discurso y el mundo, para enrique-
cerla con nuevos elementos que podremos luego integrar a partir
de la reflexión. Da pie a la imaginación, la creatividad, la sustitu-
ción, el proyecto, e implica siempre una posición activa, inherente-
mente activa.
Graciela Scheines, en su desarrollo teórico sobre el juego,
dice que “jugando se adquiere una conciencia distinta de sí mis-
mo: como no terminada ni unívoca” (Scheines, 2017: 39). Nosotrxs
coincidimos: a través del juego nos encontramos con diferentes
fragmentos de nosotrxs, todos nos pertenecen y nos devuelven
una imagen menos monolítica del sí mismx.
El cuerpo entero en juego nos permite el reconocimiento de

30 Nuevas Plumas
las contradicciones entre práctica y discursos, ampliando márge-
nes de flexibilidad, a diferencia del discurso hablado y la palabra,
que sostienen una interpretación del mundo mucho más estructu-
rada, maquetada, ensayada y, muchas veces, con menos fisuras.
No queremos, con esto, desconocer el valor inmenso de sostener
opiniones e interpretaciones del mundo construidas con tiempo
y dedicación, ni la práctica saludable de ponerlas en diálogo con
otras voces; sino resaltar el potencial de encarnar en cuerpos acti-
vos esos discursos, como formas complementarias de conocer la
realidad.
Los encuentros jugados son una buena forma de salir de lo
conocido y reestructurar las formas de vincularnos, dando lugar a
lo nuevo, y nos parece importante hacerlo en un marco de cuida-
do que se vuelva potenciador de las posibilidades que cada uno
y cada grupo encarnan. Frente al individualismo hegemónico del
modelo de producción capitalista, nos interesa recuperar el valor
de lo grupal, no solo fomentándolo, sino también dándole el lugar
que en la práctica tiene: ser sostén y continente de la experiencia
subjetiva.
La ideología dominante le da a lo individual un valor supre-
mo disociando individuo/grupo (Quiroga, 1985); en este escenario,
otorgarle al grupo la función que cumple como posibilitador de la
experiencia, la comunicación, el aprendizaje y la transformación, es
una tarea fundamental para resistir el plan de atomización y fragili-
dad de lazos propuestos desde el poder.

¿Colectivo, grupo, cooperativa?


El deseo de Caracol de conformar una cooperativa de trabajo
está directamente relacionado con nuestra biografía laboral en
situación de empleadxs, la de cada uno y la de todxs. Y uno de
los grandes obstáculos para materializar este deseo son esas

Prisma Nuevas lecturas en el campo de la Recreación 31


mismas condiciones laborales en las que venimos trabajando.
Contratos que vencen en pocos meses, trabajos en negro, traba-
jos de temporada, eventos aislados, trabajos de pocas horas a la
semana, multiplicidad de trabajos y tareas son algunas de las difi-
cultades que se nos presentan cuando necesitamos tiempo para
encontrarnos y las agendas cruzadas son una odisea. Un juego di-
fícil que implica siempre correr cosas, postergar otras, quedarnos
sin tiempo a mitad de una reunión.
La contradicción entre darle a Caracol un lugar secundario (en
la dimensión laboral de nuestras vidas) y darle un lugar principal en
relación con el tiempo dedicado y el nivel de ingresos, se manifies-
ta como una tensión constante que va tomando distintas formas a
medida que el proceso avanza.
Ana Quiroga y Josefina Racedo, en su libro Crítica de la vida co-
tidiana, elaboran una definición de trabajo pensando en el lugar fun-
damental que ocupa en la organización de nuestras vidas. Plantean
que es una acción planificada y social, un operar sobre la naturaleza
donde se producen objetos destinados a satisfacer necesidades vi-
tales. ¿Qué define que nuestras vidas tomen determinadas formas?
En gran parte, depende de cómo trabajamos. Ellas se interrogan
acerca de qué producimos, cómo lo producimos, con qué medios,
cómo nos insertamos en el proceso productivo, cómo se distribuye
socialmente lo que socialmente se produce y qué relación guarda
lo que se produce y el cómo se distribuye con las necesidades de
quienes formamos parte de la organización social (Quiroga y Race-
do, 2007). Si pensamos en la cantidad de horas que le dedicamos
a nuestra actividad productiva (sea ésta dentro o fuera de la casa,
reconocida como tal o no), tenemos un dato sobre la proporción de
nuestro tiempo invertido allí, donde realizamos tareas y desarrolla-
mos ideas, establecemos vínculos y modelos de vínculos, resolve-
mos desafíos, armamos estrategias y producimos saberes.

32 Nuevas Plumas
Pensar en el sistema capitalista implica reconocer que lo que
se produce socialmente no se reparte luego en función de satisfa-
cer necesidades sociales (de alimento, vivienda, afecto, recreación,
salud, educación, placer, etc.), sino en relación a la acumulación de
más dinero por parte de quienes ya tiene mucho, muchísimo más
del que podrían usar para satisfacer algunas de las necesidades
antes mencionadas. La distribución de la producción es absoluta-
mente irracional. Nos preguntamos ¿qué función cumple el Estado
en el funcionamiento de este sistema? Porque, a la vez, en nuestro
caso, es quien nos emplea; y trabajar para el Estado presenta sus
características propias. El Estado es contradictorio, sumamente
contradictorio. Si bien se supone que debería tomar medidas para
redistribuir de manera más equitativa esa producción social, mu-
chas veces genera políticas que abiertamente concentran aún más
la riqueza. Y a su vez, como hemos dicho anteriormente, tampoco
es un ente homogéneo, sino un conjunto enorme de personas que
tienen diferentes intereses, posiciones, funciones, responsabili-
dades y capacidad de decisión. Conviven entre sus trabajadores
orientaciones políticas disímiles (y en casos opuestas), compro-
miso con los sectores y grupos oprimidos y compromisos con los
sectores de poder, políticas públicas que responden a necesidades
concretas y políticas públicas nefastas, y hay un enredo que anali-
zar cada vez que hay que definir el sentido de tal o cual programa,
sus alcances, su forma de sostenerlo. También existe, con frecuen-
cia, un entrecruzamiento perverso entre trabajo y militancia: circula
la idea de que si trabajás con situaciones de mucha injusticia lo ha-
cés por convicción política, así que te arreglás con “dos chirolas”,
porque lo harías de todas formas. Lo que recibís en compensación
por tu trabajo no es un salario sino “un plus”.
Todo este escenario complejo y peligroso nos insta a agrupar-
nos. Y si el trabajo va a definir gran parte de nuestras vidas, que

Prisma Nuevas lecturas en el campo de la Recreación 33


sea de manera colectiva. El Estado, tanto como el sector privado,
precariza a sus trabajadorxs con mecanismos múltiples (bajos sa-
larios, tipos de contratación flexibles, exigencias desmedidas, ob-
jetivos irrealizables, exposición a situaciones de riesgo, etcétera).
Frente a esta situación, la grupalidad es un refugio y un sostén.
Como Caracol, trabajamos con esfuerzo para satisfacer nues-
tra necesidad de un ingreso monetario, de manera colectiva, coo-
perativa y autogestivamente. Tomamos decisiones en equipo y
procuramos ser contratadxs como grupo, no individualmente. He-
mos logrado algunos empleos en esta modalidad, hasta ahora de
formas precarizadas e inestables, por lo que seguimos buscando
estrategias para mejorar nuestras posibilidades y condiciones la-
borales.
Nos queda la pregunta sobre como disputar condiciones de
trabajo más dignas desde la categoría difusa en la que nos encon-
tramos. La ausencia de sindicalización del campo y la inexistencia
de permanencia en los puestos de trabajo son obstáculos impor-
tantes a la hora de negociar mejores condiciones laborales.
Por lo pronto, si el capitalismo promueve formas de subjetivi-
dad donde el individualismo es piedra angular, seamos un grupo.
Trabajemos para generar prácticas y conciencias más libres. Soli-
daricémonos con otras luchas. Tejamos redes juntos a otrxs que
andan nadando cerca en este mar de tormentas.

Algunas reflexiones finales


En un tiempo donde la crisis social y económica se profundiza au-
mentando los niveles de ansiedad e incertidumbre sobre el presen-
te y sobre el futuro cercano, la construcción de espacios colectivos
de reflexión y sostén se convierten en trincheras de resistencia al
cinismo de un gobierno que día a día avanza sobre nuestros dere-
chos. Intentar comprender esta realidad nos permite esbozar al-

34 Nuevas Plumas
gunas herramientas, no solo para encontrar algo de tranquilidad,
sino también para delinear algunas estrategias de transformación,
al menos en los contextos inmediatos de nuestras vidas.
A su vez, sostener estos espacios en las formas precarias que
se proponen hoy como hegemónicas dificulta mucho el trabajo y
el encuentro. La situación se torna cada vez más compleja, y no
hay recursos desde donde contenerla. Lxs pibxs traen consigo
historias de barrios que cada vez son más difíciles de habitar, y
nuestra capacidad de alojar esas historias se encuentra limitada,
desgastada por meses y meses de ausencia de cobro y energía
volcada a resolver el conflicto. La recreación, como toda práctica
humana, es política, y nos interesa resaltar esa condición porque
queremos habitarla con conciencia. Lo cierto, también, es que se
vuelve difícil trabajar por salarios paupérrimos y en condiciones de
inestabilidad, y eso nos plantea algunas contradicciones con rela-
ción a cuánto estamos dispuestxs a ceder de nuestras intenciones
e ideología para mejorar nuestras condiciones laborales.
Sabemos que la crisis laboral y la ausencia de empleos dignos
trasciende al campo de la recreación, pero consideramos que es
buena idea compartir experiencias que sirvan a la hora de generar
estrategias colectivas en miras de objetivos comunes. Estamos
segurxs de que es imposible generar espacios de calidad para tra-
bajar con grupos cuando esos mismos espacios no son de calidad
para los equipos de coordinación.
¿Cómo hacemos para acercarnos a ese horizonte deseado?
Para finalizar, compartimos algunas palabras de lxs constructores
territoriales en derechos humanos, escritas en el marco de una ac-
tividad en el Museo de la Memoria:

Queremos contarle a la sociedad que la situación en nuestros ba-


rrios y en nuestro país está muy complicada: despiden trabajador-

Prisma Nuevas lecturas en el campo de la Recreación 35


xs, bajan los sueldos, aumentan los precios, reprimen al pueblo.
Entonces, ¿quién es el que saquea? El gobierno actual está sa-
queando el país, no el supermercado. Ante todo esto, nos pregun-
tamos: ¿por qué este gobierno no nos quiere a lxs pobres?, ¿por
qué les molestamos?, ¿nos quieren eliminar a todxs?, ¿por qué
nos sacan a nosotrxs y le dan a lxs que más tienen?
Nosotrxs somos la mayoría, y el poder tiene miedo de que nos
revelemos. Por eso quieren dividirnos, por eso los medios de co-
municación mienten, inventan noticias que no encajan con lo que
vemos a diario. Todos los días sentimos temor, vivimos continua-
mente asediadxs y provocadxs por la violencia institucional. Lxs
jóvenes de los barrios nos sentimos (y estamos) en peligro.
Por eso, queremos decir que es el Estado el principal responsable,
y que nos enoja y nos duele mucho la muerte de Ismael. (...)
En estos días de tanto dolor, nos hace bien encontrarnos y re-
flexionar juntxs, y darnos abrazos que nos fortalecen. Por este
motivo, queremos decirles que debemos organizarnos y hacer
algo por cambiar esta situación. Nos tienen miedo porque saben
que la unión hace a la fuerza. Porque todavía somos nosotrxs
quienes estamos sosteniendo el juego de lxs poderosxs, pero sa-
bemos que si el pueblo se levanta el juego se termina.10

10. Escrito colectivo para denunciar el asesinato de Ismael Ramírez,


ocurrido a principios de septiembre de 2018 en la provincia del Chaco.
Un supermercado local, en Roque Sáenz Peña, había retenido las tarje-
tas alimentarias de muchas personas beneficiarias de un programa para
comprar alimentos. En base a la devaluación brutal de los días anteriores
y la subida estrepitosa del dólar, el dueño del local no quiso entregar la
mercadería, basado en una especulación de los nuevos precios, aún in-
ciertos. Se realizaba una protesta en las inmediaciones del supermerca-

36 Nuevas Plumas
Y con ellos, afirmamos que no es este el juego que queremos.
Queremos construir una recreación que contemple estas realida-
des y jugando se proponga transformarlas.

Bibliografía
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Aires: Ediciones Cinco.
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naria. Buenos Aires: Tinta Limón Ediciones.
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Munné, F. (2017). Psicosociología del tiempo libre. Buenos Aires: Editores
Asociados.
Scheines, G. (2017). Juegos inocentes, juegos terribles. Buenos Aires: Es-
píritu Guerrero Editor.
Varela, N. (2005). Feminismo para principiantes. Barcelona: Ediciones B.

do, cuando Ismael pasó por allí y recibió un disparo. Los medios hegemó-
nicos se encargaron de criminalizar al niño difundiendo imágenes falsas
donde portaba un arma. Este documento escrito por lxs pibxs, uno de
ellos primo de Ismael, es un intento de luchar por la verdad y la justicia.

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