Para Prigiogine las ciencias sociales (economía, filosofía, psicología) están regidas
por la noción de incertidumbre. Esto no quiere decir que el conocimiento de tales
disciplinas no sea certero, probable, incierto, etc. pero, sin embargo, posible,
aunque no verdadero. Cuando se descubre la flecha de tiempo, es decir cuando
comenzamos a indagar que los sucesos o eventos en curso son irreversibles, que
no se pueden volver a repetir, la noción de que todo viene dado de una sola vez ya
no puede sostenerse. Todo conocimiento humano que nos permita tomar
conciencia de que somos tan sólo una parte componente de un sistema más general
(complejo y en constante interacción), será bienvenido para formar parte de la
educación. En esta propuesta se despierta un gran interés por las “nuevas ciencias”
y las humanidades.
Es interesante la cita que Morin hace de Jean Perrin donde menciona que el
conocimiento es explicar lo visible complejo, por lo invisible simple, ya que en cierta
forma esta actividad es la que realiza un sociólogo donde algunas cosas que se
presentan en la sociedad en primera instancia paracen tan simples o como algo de
lo más natural, pero que uno debe de matizar y es donde se encuentran una serie
de factores más complejos.
Es entonces cuando tenemos determinantes de este movimiento, que hacen del
movimiento un giro completo de la filosofía que se conocía hasta ahora, los más
representativos son:
El pensamiento complejo y la fragmentación del conocimiento
Según Morin, nuestra vida supone una multiplicidad de relaciones (así como una
diversidad de ámbitos en los que se desenvuelve). Tomar conciencia de esa
multiplicidad es lo que nos permite desarrollarnos como sujetos humanos (en un
sentido integral del término) y no sólo como simples objetos. Así, una visión
diferente del mundo (basada en el pensamiento complejo) supone un cambio en la
manera en que afrontamos la vida. Sin embargo, la visión de mundo defendida por
el pensamiento de la complejidad no ha sido la que ha prevalecido en la historia de
occidente (o al menos desde el inicio de la modernidad).
Morin trae otra forma de pensar, la apertura a otros saberes, la transdisciplinaridad,
el pensamiento complejo, el reconocimiento étnico y la reorganización del
pensamiento del educador.
La transdisciplinariedad propone superar la fragmentación del conocimiento
abordando la realidad desde diferentes disciplinas e interconectándolas para que
cada una aporte sus elementos fundamentales. El conocimiento viene del arte, de
la experiencia, de los relatos de los pueblos, de los sentimientos… no sólo del
intelecto.
El pensamiento complejo es la capacidad de interconectar distintas dimensiones de
lo real. Ante un hecho o circunstancia invita al individuo a desarrollar una estrategia
de pensamiento que no sea reductiva ni totalizante sino reflexiva.
Morin lo resume así: se trata de enfrentar la dificultad de pensar y de vivir.
Bibliografía
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