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Desempleo Juvenil

Antecedentes, causas y consecuencias económicas, sociales y psicologías.

Antecedentes.

Los principales afectados por el desempleo en México son los jóvenes. Las cifras
oficiales muestran que la mayoría de quienes no encuentran trabajo son personas
de entre 14 y 29 años. A pesar del problema, el país no cuenta con políticas
públicas efectivas para incorporar a la juventud al ámbito laboral formal.

No hay un criterio homogéneo para identificar la edad de quien es considerado


como joven. La Organización de las Naciones Unidas ha definido a la juventud
como las personas que se encuentran entre los 15 y los 24 años. En el caso
mexicano, la Ley del Instituto Mexicano de la Juventud delimita al sector juvenil a
la población cuya edad quede comprendida entre los 12 y los 29 años (artículo
2o.).

Categorías dentro de la población joven: adolescentes (12 a 15 años), jóvenes


propiamente dichos (16 a 24 años) y adultos jóvenes (de 25 a 34 años). Los
jóvenes son diversos, pueden ser jóvenes universitarios; jóvenes sin educación
elemental, técnica o formación profesional; jóvenes urbanos; jóvenes urbano-
populares; jóvenes informales o en el sector no estructurado de la economía;
jóvenes rurales; jóvenes sin servicio de salud, culturales o recreativos; jóvenes
vulnerables o excluidos -indígenas y/o mujeres-, etcétera.

La edad, el género, la escolaridad, la región de origen y el estrato social al que


pertenecen los jóvenes son parte de los elementos que se deben tener en cuenta
para entender su heterogeneidad. Por sólo señalar un caso, los jóvenes en
situación de pobreza y excluidos, normalmente tienen un déficit de formación
escolar y, en ese sentido, necesidades de una formación remedial que les permita
obtener un empleo de calidad con una remuneración adecuada.
El desempleo puede ser considerado unos de los sucesos más estresantes de un
individuo. La falta de empleo representa una carencia económica también afecta al
individuo social y psicológicamente. Obtener un empleo es una expectativa social
y cultural adquirida desde la infancia y cuando el individuo logra insertarse en el
mundo del trabajo, accede a un nuevo estatus y a una nueva identidad social.

Consecuencias económicas.

El desempleo conlleva una disminución de los ingresos y, por tanto,


produce cambios en el estilo de vida. Se producen cambios radicales en la forma
de vivir, pues se vive con la incertidumbre de no saber cuánto tiempo durará esa
situación. En tales circunstancias, se tiende a ser precavidos y reducir
drásticamente los gastos.

Tiene una gran repercusión en el ámbito familiar, intensificando las relaciones


existentes con anterioridad. Puede producir gran tensión y desestabilizar las
relaciones familiares perjudicándolas o, por el contrario, la familia puede ser el
gran apoyo y encontrar en ella el empuje y ayuda necesaria para buscar otro
empleo, transmitiéndole confianza y seguridad. Al no contar con un espacio propio
en la en su mayoría deben seguir viviendo con los padres o con los suegros.

Consecuencias sociales.

Los efectos que tendría para los jóvenes el no contar con un empleo los ubican en
un contexto social que no les permite tomar decisiones relevantes, debido a su
condición de dependencia. Lo anterior ocasiona que no exista la posibilidad, de
construir un proyecto de vida particular, ya que no se ha cumplido plenamente el
proceso de transición de la persona joven al mercado de trabajo. El vínculo entre
el desempleo juvenil y la exclusión social podría generar sentimientos de
marginalización y aumentar los grados de violencia y las adicciones.

El desempleo está provocando en los jóvenes una prolongación y un retraso en


las prácticas de transición a la sociedad adulta, lo que crea que el autoconcepto y
por tanto, su identidad se vean afectadas a no cumplir con el mandato social y
origine sentimientos negativos sobre el mundo.

Consecuencias psicológicas.

Los efectos psicológicos más frecuentes provocados por el desempleo destacan el


aumento de sintomatología depresiva, los sentimientos de inseguridad y de
fracaso, la pérdida de autoestima, deterioro de las relaciones familiares y sociales.

El impacto psicológico del desempleo puede derivar en problemas


gastrointestinales, cansancio físico, así como desequilibrios alimenticios, como la
pérdida del apetito o atracones compulsivos. El estrés que sufre la persona por
dicha situación de desempleo se encarga de segregar de hormonas como el
cortisol y la adrenalina que afectan al correcto funcionamiento del organismo.
El outsourcing o subcontratación consiste en contratar a un tercero externo a una
empresa para que realice servicios y cree bienes que, tradicionalmente, los
propios empleados y personal de la empresa realizaban internamente. Como
podemos ver, el outsourcing ha contratado a jóvenes y personas con trastorno
limítrofe, lo cual permite una oportunidad de empleo, sin embargo, se requiere
esquemas en donde los trabajadores tengan seguridad social y salarios dignos.

Outsourcing generador de empleos en jóvenes.

Es imposible imaginar un porvenir mejor si quienes serán sus protagonistas no


pueden vivir con dignidad ni construir un futuro estable.
La subcontratación responsable y profesional puede utilizarse con inteligencia
para dar empleos a los jóvenes. A principios del año pasado, alrededor de 2
millones de jóvenes estaban empleados por algún esquema de tercerización. Lo
más importante es que las empresas dedicadas a la subcontratación pueden
reclutar, capacitar (presencialmente o vía remota), contratar y supervisar
legalmente y de manera expedita a gente joven, garantizando que las nuevas
generaciones adquieran la experiencia y las competencias que requieren. La
tercerización está asociada con esquemas como el trabajo a distancia y el empleo
a tiempo parcial, que pueden darle a los jóvenes la flexibilidad necesaria para
seguir estudiando o continuar desarrollándose en otros ámbitos de su vida
personal.

Si la subcontratación puede contribuir a crear masivamente empleos dignos,


flexibles y legales, tenemos que impulsarla. Resolvamos los retos laborales con
soluciones innovadoras. De ese modo, acabaremos con problemas y vicios
antiguos, con esquemas que ya no sirven o que simplemente jamás funcionaron.

De acuerdo a cifras oficiales el principal sector de la población con mayor


presencia bajo el esquema de outsourcing, aún antes de la reforma, son los
jóvenes de entre 18 y 28 años, los cuales representan el 42.25% del total de la
población bajo esta modalidad de empleo.
Las cifras hacen evidente que la juventud es la cualidad preferida para quienes
contratan bajo el esquema de subcontratación (coloquialmente llamado
outsourcing), pues conforme aumenta la edad, disminuye la ocupación en este
rubro.

Los jóvenes de entre 29 a 38 años representan el 37.17%, las personas en el


rango de edad de 39 a 48 años el 16.99 % y los de 49 a 60 años son el 7.79 %.

Outsourcing generador de empleos a personas con trastorno o discapacidad


intelectual limítrofe.
La inteligencia límite es la capacidad intelectual que se sitúa en un cociente
intelectual entre 70 y 85. Siendo la media considerada de 85 a 115 y siendo
considerado por debajo de 85.

Las personas con inteligencia límite no tienen retraso mental, pero tampoco
disponen de una habilidades cognitivas y personales para enfrentarse a las
exigencias de un entorno demasiado competitivo, exigente y rápido.

La complejidad de la integración sociolaboral de las personas con discapacidad


intelectual justifica la necesidad de planificar un conjunto de acciones formativas
centradas principalmente en las habilidades y competencias pre-laborales. Para
acceder a un puesto de trabajo en el mercado laboral ordinario son necesarias una
preparación y formación adecuadas que permitan al trabajador con discapacidad
adquirir las estrategias, habilidades y competencias personales y profesionales
necesarias para responder a este nuevo entorno.

El outsourcing, es el sector que más puestos genera para el colectivo de


discapacidad.
Ha sido el comercio electrónico el que ha motivado a contratar personas con
discapacidad, en el ámbito logístico.
La integración laboral en una empresa de personas con discapacidad es algo que
hace unos años no era habitual. Gracias a la visibilizarían de este colectivo y la
sensibilización de la sociedad cada vez son más empresas las que deciden
contratar personal con discapacidad.

Hablamos de perfiles profesionales como Auxiliar de Office / Tienda (7%), Mozo


de Almacén (8%), Operario de Limpieza (5%), Manipulador de
Alimentos, Ayudante de producto terminado de Pastelería y Auxiliar de Cocina /
Pinche (3%), por último, Peón de Lavandería, Auxiliar de Laboratorio, Personal de
Vestuario y Ballet (1%), siendo estos últimos perfiles profesionales futuros
yacimientos de trabajo para los usuarios de nuestros servicios.

En los cuadros siguientes, se recogen las tareas específicas de los diferentes


perfiles que presentamos, así como las competencias cognitivas, funcionales y de
actitud que requieren de acuerdo con los niveles bajo (B), medio (M) y Alto (A).

La Ley General de Discapacidad (LGD) exige a las empresas con más de 50


trabajadores la obligatoriedad de contratar un porcentaje como mínimo del 2%, de
empleados con discapacidad. Además de las ventajas fiscales que obtiene la
empresa en la contratación de personal con discapacidad también existen una
serie de razones que mejorarán su rentabilidad e imagen.

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