Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En pocas palabras, es una práctica que busca generar en los y las jóvenes, especialmente en
las mujeres, las habilidades para el emprendimiento y las condiciones de empleabilidad
para un trabajo decente que les permita contar con un ingreso y fomentar la toma de
decisiones adecuadas en su vida.
En el caso de las adolescentes y mujeres jóvenes en situaciones vulnerables, contar con las
herramientas necesarias para emprender puede brindarles la independencia económica
que necesitan para huir de la violencia y romper con la pobreza.
De hecho, Perú es uno de los países con la tasa más alta de emprendimiento juvenil en la
región, por lo que las microfinancieras están enfocando sus esfuerzos a este segmento y
actualmente el 38% de los clientes de créditos son jóvenes entre 18 y 36 años.
Estas cifras reflejan que el emprendimiento juvenil tiene bastante potencial; sin embargo,
es necesario promover una educación con enfoque de género que permita generar con más
fuerza el cambio de roles y la interculturalidad. Es importante que cada vez más mujeres
adolescentes y jóvenes participen en procesos de capacitación y empoderamiento para
fortalecer su autonomía económica.
Si bien es cierto que el gobierno del país permite la formación de emprendimientos para
robustecer el desarrollo económico y social de todas las regiones del país, existen una serie
de factores que evitan que muchos jóvenes y adolescentes puedan iniciar sus
propios negocios. Aquí hablamos de:
Desarrollar:
La desigualdad de oportunidades.
Las brechas de género.
Los problemas para acceder a financiamiento.
La falta de habilidades.
El poco apoyo familiar que tienen.
El estudio Condiciones de empleo y oportunidades laborales para las y los jóvenes en Loreto,
desarrollado por Plan International en febrero de 2021, demostró que los y las adolescentes
viven desigualdad a la hora de contar con una formación técnica profesional y en las
oportunidades para insertarse en el mercado de trabajo. Esto se debe a que, como
indicamos anteriormente, quienes viven en situación de pobreza enfrentan muchas más
barreras que impiden su desarrollo personal, social y económico.
Ahora bien, lo cierto es que, con la llegada de la pandemia y el aislamiento social, un gran
porcentaje de jóvenes perdió su trabajo y actualmente continúa sin una fuente de
ingresos estable. Aquí, precisamente, debemos tener en cuenta que a las mujeres les
cuesta mucho más encontrar trabajo debido a que deben encargarse del cuidado del hogar,
los niños o, incluso, de personas enfermas, responsabilidades que no son valoradas o
remuneradas y que ocupan gran parte de su tiempo.
Lo que resulta aún más preocupante son las cifras de empleo informal que ascienden a más
del 70% de la población económicamente activa, donde la concentración de mujeres en la
informalidad según cifras del MTPE alcanza el 71.5%. ¡Promover el emprendimiento
juvenil es fundamental para lograr un cambio!
Frente a esta realidad, por ejemplo, se evidencia la discriminación que sufren la mayoría
de las mujeres bajo el argumento de que “los quehaceres del hogar y el cuidado de los hijos
o hermanos menores, son su responsabilidad”. Esto se traduce en:
Desarrollar:
Mayor dependencia a los ingresos de la familia o la pareja.
Acceso limitado a recursos propios y oportunidades de desarrollo.
Menos posibilidades de realizar actividades económicas que favorezcan su
autonomía.