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Tema 4. Los reinos cristianos. Origen y evolucion territorial.

NO EBAU
INTRODUCCIÓN:

Durante más de siete siglos coexistieron en la Península cristianos y musulmanes. Una visión de
conjunto nos muestra que los comienzos fueron de un claro predominio musulmán, a lo que siguió una fase
de equilibrio para concluir con otra de predominio cristiano, que se cierra en 1492 con la conquista de
Granada por parte de los Reyes Católicos. Desde la perspectiva de los núcleos cristianos estos fueron
avanzando, lentamente, hacia el sur, configurándose como reinos a través de una lucha armada a la que se
ha denominado Reconquista. Este hecho histórico vino acompañado a su vez de la repoblación de los
territorios conquistados. De esta forma, el enfrentamiento entre cristianos y musulmanes por el control de la
península, hará única y distinta nuestra Edad Media. Durante este largo proceso, mantuvieron unas
complejas relaciones, caracterizadas por una alternancia de pactos y de enfrentamientos.

1. ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LOS PRIEROS NÚCLEOS CRISTIANOS. 711-1035.

1.1 Los reinos y condados occidentales.

Tras la desaparición del Reino Visigodo, sólo las zonas montañosas del norte de España, la franja
cantábrica y el oeste de los Pirineos, se mantuvieron libres de la dominación musulmana. En el año 718, un
grupo de astures e hispano-visigodos refugiados en la zona cantábrica aceptó como jefe a un noble visigodo
llamado Pelayo, quien unos años después ganaría una escaramuza contra los musulmanes en Covadonga
en el año 722. Este hecho contribuyó a consolidar el primer núcleo político cristiano, el Reino Astur con
capital en Cangas de Onís. El primer monarca de cierta importancia fue Alfonso I, quien logró dominar la
cornisa cantábrica desde el País Vasco hasta Galicia. Además, realizó diversas campañas militares por la
cuenca del Duero y repobló parte del territorio con mozárabes. Más tarde, Alfonso II estableció la capital
del Reino Astur en Oviedo a finales del siglo VIII. Durante su reinado es descubierto el sepulcro de Santiago
el apóstol.

1.2 Los reinos y condados orientales

La zona pirenaica se había convertido en ese tiempo en un territorio de frontera entre el Imperio
Carolingio y el poder musulmán andalusí. Carlomagno estaba interesado en controlar el Valle del Ebro para
establecerlo como línea fronteriza, la Marca Hispánica. De esta manera, ocupó Pamplona y también
Barcelona. La Administración del territorio se encomendó a condes francos, que desde principios del siglo
IX fueron sustituidos por nobles autóctonos.

a) Así surgirá el reino de Pamplona, donde Íñigo Arista se proclamó primer rey de Pamplona a
principios del siglo IX. A principios del siglo X el reino pasará a llamarse Reino de Navarra con Sancho
Garcés I.

b) De igual modo, en los valles centrales pirenaicos, encontramos el condado de Aragón (cuyo
territorio nuclear se encuentra en torno al río Aragón, de donde obtiene su nombre), independiente de los
francos con Aznar Galíndez. Los condados de Ribagorza y Sobrarbe también quedarán vinculados a
Aragón.

c) En el Pirineo Oriental, las tierras de Gerona, Barcelona y Lleida serán reunidas por Wifredo el
Velloso a finales del siglo IX, fundador del condado de Barcelona. Borrell II romperá los lazos de
dependencia con los francos.
2. LA CONSOLIDACIÓN DE LOS REINOS CRISTIANOS

2.1 El Reino Astur-leonés

En la primera mitad del siglo IX, Alfonso II transformó el Reino de Asturias en un verdadero estado.
A lo largo del siglo se fue desarrollando el proceso colonizador en las llanuras de la Cuenca del Duero. La
mayor intensidad de la actividad repobladora tuvo lugar en el reinado de Alfonso III, quien extendió las
fronteras hasta el Duero, estableciendo García I la nueva capital en León, pasándose a denominarse Reino
de León, una entidad política que abarcaba todo el noroeste peninsular: las regiones de Asturias, Galicia y
León y las marcas fronterizas de Portugal y Castilla.

Con respecto a esta última, se le denominaba como Condado de Castilla, puesto que se trataba de
un territorio fronterizo y fortificado que se hallaba bajo el control de un conde. En la segunda mitad del siglo
X, el conde Fernán González logró obtener una gran autonomía con respecto al poder leonés y convertir en
hereditarias sus posesiones.

2.2 El Reino de Navarra

El Reino de Pamplona experimentó una notable expansión hacia el Sur a partir del siglo X y se
transformó en el Reino de Navarra.

Desde el siglo XI los reinos cristianos experimentaron un notable avance en sus conquistas, debido
al final del califato y al inicio de los reinos de taifas, más débiles política y militarmente.

El reinado de Sancho III el Mayor durante el primer tercio del siglo XI fue el de mayor esplendor de
Navarra. Este rey logró controlar diversos condados pirenaicos, así como Castilla, convirtiéndolo en la
principal potencia cristiana peninsular del siglo XI.

La muerte de este monarca significó también el final de la hegemonía política del Reino de Navarra,
ya que su patrimonio se dividió entre sus hijos. De este modo, García Sánchez reinó sobre Navarra,
Fernando I gobernó Castilla, que se convirtió en un reino, y ocupó también León; por su parte, Ramiro I
se convirtió en rey de Aragón.

En cuanto a la expansión territorial, al estar encerrado entre sus poderosos vecinos, Castilla, Aragón
y Francia, no tuvo posibilidad de ampliar sus territorios a costa de los musulmanes. De hecho, durante dos
siglos, Navarra cayó bajo la influencia francesa al ocupar el trono navarro tres dinastías distintas de ese
reino.
2.3 Formación y expansión de la Corona de Castilla

-El origen del reino de Castilla hay que buscarlo en el reinado de Fernando I, hijo de Sancho III el
Mayor, quien heredó el Condado de Castilla y conquistó militarmente el Reino de León, uniendo los dos
territorios bajo su corona en 1037. Este rey logró dominar toda la Cuenca del Duero. Además, sus ataques
a las taifas le proporcionaron parias, creciendo su poder militar, convirtiéndose en la potencia hegemónica
de la Península.

Después de su muerte, el reino se dividió entre sus hijos, pero fue finalmente Alfonso VI quien logró
unificar de nuevo todos los territorios del reino. Este rey tomó Toledo en el año 1085. En 1086 serían
derrotados por los almorávides en Zalaca (Ságrajas).

Más tarde, Alfonso VII estableció la frontera en la línea del Tajo en la primera mitad del siglo XII. A
su muerte, el reino volvió a dividirse, Castilla pasó a manos de su hijo Sancho III y otro hijo, Fernando II
heredó León.

En la segunda mitad del siglo XII se crearon en la Península las órdenes militares. Éstas se
encargaron de la protección de enclaves estratégicos en las fronteras, como Calatrava o Alcántara, de las
que toman sus nombres. A cambio recibieron extensas propiedades. Todo ello permitió a Alfonso VIII de
Castilla, hijo de Sancho III, avanzar hacia el río Guadiana y el alto Júcar. La derrota de Alarcos de 1195
contra los almohades frenaría temporalmente el avance castellano.

Sin embargo, el debilitamiento del poder almohade sería aprovechado por los diversos reinos
cristianos para crear una alianza, en la que también participaron caballeros franceses, que permitió derrotar
a los musulmanes en la Batalla de las Navas de Tolosa en 1212. Gracias a esta victoria fue posible ocupar
los valles de los ríos Guadalquivir y Segura.

La definitiva unidad lograda por los castellanos y leoneses en 1230, durante el reinado de Fernando
III el Santo, permitió la expansión del reino castellano-leonés por Extremadura y el Valle Bajo del
Guadalquivir, ocupando ciudades como Córdoba en 1236 o Sevilla en 1248; mientras que en el Este el
infante Alfonso (futuro Alfonso X) ocupó el reino musulmán de Murcia, con el cual había pactado su entrega
en 1243 (tratado de Alcaraz). De esta manera, el único territorio musulmán que pervivía aún en esta época
fue el Reino de Granada.

3. Modelos de Repoblación.

Tan importante como la conquista de un territorio es su ocupación poblacional y su explotación económica.


Según fueron extendiéndose hacia el sur, los reinos cristianos aplicaron diferentes fórmulas de ocupación.
Estas son:

a) REPOBLACION POR PRESURA (S. VIII-X): Se llevó a cabo al norte del Duero, en el norte de Navarra y
norte de Cataluña. Consistía en la libre ocupación de tierras por parte de los repobladores- campesinos. Se
les concedía la tierra (alodios) que cultivasen y eran hombres libres.

b) REPOBLACION CONCEJIL POR FUEROS (S. XI-XIII): Se llevó a cabo en las zonas comprendidas entre
el Duero y el Guadiana, en el valle del Ebro y en el norte del Levante. Consistía en la concesión por parte
del rey de una serie de leyes particulares (privilegios) a ciudades y villas amuralladas (cartas de
poblamiento). Estas leyes (FUEROS) se les concedían a los territorios para animar a la población a
asentarse y repoblar. Ciudades con fueros importantes fueron Sepúlveda, Logroño, Burgos o Salamanca.

c) REPOBLACION POR DONADIOS REALES (S. XIII-XIV): Las zonas repobladas por este sistema son: La
Mancha, la Baja Extremadura y Andalucía. Consistía en la entrega de grandes latifundios en las zonas
rurales a las Órdenes Militares (Calatrava, Alcántara, Santiago y Montesa), a la Iglesia o a la nobleza.

d) REPOBLACION POR REPARTIMIENTO: Se repuebla con este sistema las ciudades conquistadas a partir
de 1212 y consistía en el repartimiento entre los conquistadores. Era un premio por su participación en la
conquista.

Conclusión

Los reinos peninsulares de la Edad Media fueron configurándose política, económica, social y
culturalmente a lo largo de un prolongado proceso que duró casi ocho siglos, durante los cuales estos
estados cristianos fueron expandiéndose en función de la mayor o menor fortaleza de sus vecinos
musulmanes.

Esta fue la tónica general desde el siglo VIII hasta el siglo XI, momento en el que a partir de la
descomposición del Califato de Córdoba, el proceso de conquista o de Reconquista –como ha sostenido la
historiografía tradicional- experimentó un empuje imparable, sólo temporalmente ralentizado por las
invasiones almorávides y almohades o por los problemas internos de los reinos cristianos.

A partir del siglo XII se fue produciendo un proceso de concentración territorial por parte de los dos
principales reinos de la Península, la Corona de Castilla y la Corona de Aragón, las cuales llegan a repartirse
los restos del territorio musulmán. Finalmente, ya en el siglo XV, se produjo la Unión Dinástica entre Castilla
y Aragón, que quedaban integradas en una misma monarquía, poniendo fin al proceso de conquista con la
toma de Granada en 1492.

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