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2.4. Los primeros núcleos de resistencia cristiana.

Principales etapas de
la Reconquista. Modelos de repoblación
Tras la llegada de los musulmanes y la derrota de los visigodos, la ocupación de la
península fue rápida (711-718) y fácil. Solo en la zona norte de la península, donde
protegidos por las montañas habitaban astures, cántabros y vascones, y se habían
refugiado algunos hispano-visigodos, surgieron algunos núcleos de resistencia.
El primero de ellos fue el núcleo asturleonés, que tiene su origen en Pelayo y la
batalla de Covadonga (722). Alfonso I (739-757) y Alfonso II (791-842)
consolidaron el reino de Asturias. Alfonso III (866-910) aprovechó la debilidad del
Emirato de Córdoba y avanzó hasta el valle del Duero. Ordoño II (914-924) trasladó
la capital a León en 914, pasando a denominarse Reino de León.
Para defender la zona Este de la Meseta se creó el Condado de Castilla. En 927 el
conde Fernán González se declaró independiente del Reino de León, que acabaría
décadas más tarde en manos de Sancho III.
En el NE peninsular, al sur de los Pirineos, Carlomagno creó la Marca Hispánica,
dividida en condados que debían obediencia al Emperador. A principios del siglo IX,
navarros y aragoneses se independizaron de los francos: en 817 surge el condado de
Aragón y hacia 830 el reino de Pamplona, embrión del futuro reino de Navarra. Ambos
se fusionarían en tiempos de García Sánchez I.
El dominio carolingio en tierras catalanas fue más duradero. En 897 Wifredo el Velloso
convirtió el Condado de Barcelona en hereditario y en 987 Borrel II se declaró
independiente. De esta forma nacen los condados catalanes, el más importante de los
cuales fue el de Barcelona.
Con el paso del tiempo, los núcleos cristianos fueron haciéndose más fuertes. En los
albores del siglo XI aparece así la figura clave de Sancho III (1004-1035), rey de
Pamplona que se anexiona los condados de Sobrarbe, Ribagorza y Aragón, así
como el de Castilla, y convierte en vasallos a los reyes de León y a los condes
de Barcelona. A su muerte divide su patrimonio entre sus tres hijos: Ramiro I,
rey de Aragón; Fernando I, rey de Castilla, y García Sánchez, Rey de Navarra.
La primera etapa de la Reconquista fue el ya citado avance hasta el Valle del Duero.
En los siglos XI y XII, se desarrolla una segunda etapa gracias a la debilidad de las
taifas, ocupándose los valles del Tajo y del Ebro. Los castellanos toman Toledo en
1085, los portugueses Lisboa en 1147, los aragoneses Zaragoza en 118, los catalanes
Tortosa y Lleida (1148-1149).
Fernando I fue el primer rey de Castilla, uniendo a este el de León hasta su muerte en
1065. Ambos reinos se juntarían y dividirían hasta la definitiva unión de 1230 (Corona
de Castilla). Portugal se convierte en reino Independiente desde 1128.
El reino de Pamplona se convierte en reino de Navarra con Sancho VI el Sabio (1150-
1194). A principios del siglo XIII queda encerrado por Castilla y Aragón y finaliza su
expansión hacia el Sur. En 1137 se produce la unión del reino de Aragón con el
condado de Barcelona, naciendo la Corona de Aragón, que tuvo a Alfonso II como
primer rey.
En la primera mitad del siglo XIII se produjo la gran expansión de los reinos
cristianos (inicio de la tercera etapa), en especial tras la disgregación del poder
almohade tras la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Jaime II de Aragón conquista
Mallorca (1231), Valencia (1243-45) y Murcia, luego entregada a Castilla. Con Pedro el
Grande se inicia la expansión aragonesa por el Mediterráneo: Sicilia (1282), Cerdeña
(Jaime II en 1323-35) y Nápoles, ya en el siglo XV. Castilla, por su parte, ocupa en
tiempos de Fernando III, a mediados del siglo XIII, Córdoba, Jaén y Sevilla. Portugal
culmina su avance territorial con la ocupación del Algarve (1226-1239). A finales del
siglo XIII, la presencia musulmana en la península se limita al Reino Nazarí de
Granada, que sería conquistado por los RRCC en 1492.
La expansión de los reinos cristianos sobre el territorio andalusí fue una combinación
de conquista militar y repoblación con población cristiana de los territorios
abandonados por los musulmanes. Los modelos de repoblación fueron los
siguientes:
En primer lugar, la repoblación libre o presura (siglos IX y X), que afectó a las
zonas del valle del Duero y al sur de los Pirineos. Los monarcas animaron a la
emigración y el resultado fue la aparición de pequeñas comunidades de campesinos
propietarios, a las que fueron otorgadas cartas de poblamiento para garantizar su
libertad y derechos. Al tratarse de una zona de frontera, también aparecieron castillos
y caballeros para garantizar la defensa.
En segundo lugar, la repoblación concejil (siglos XI y XII), fundamentalmente en los
valles del Tajo y el Ebro. Fue una repoblación colectiva a través de concejos o
municipios a los que, para contrarrestar el poder de la nobleza, se les ofrecieron fueros
o cartas de poblamiento que garantizaban derechos y libertades a los repobladores
que se asentaran en estos núcleos de tierras de realengo.
Por último, las grandes repoblaciones (repartimientos) del siglo XIII, que tuvieron
como resultado la formación de grandes latifundios propiedad de la nobleza, la Iglesia
o las Órdenes Militares.
Se trata de un aspecto clave en la posterior historia de España, pues los distintos
modelos de repoblación condicionaron la estructura de la propiedad y la evolución
socioeconómica del país.

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