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Licenciatura en derecho
Alumno (s):
Mauricio Jonathan Isidro Araiza
Matricula:
Asignatura:
Amparo indirecto
Profesor:
Fecha de entrega:
la Constitución prevé en nuestro país, dos formas de imponer la prisión preventiva: la
justificada (PPJ) y la oficiosa (PPO): La primera, la prisión preventiva justificada, la solicita un
juez porque considera que la persona pone en riesgo el proceso, esto es, que podría “fugarse”,
amedrentar a testigos o a las víctimas, entre otros. Es así que el juez decidirá, con base en la
evidencia, si la medida es idónea para cada caso concreto, esto es, se justifica.
Mientras que en la prisión preventiva oficiosa, el juez la debe dictar automáticamente cuando a
la persona se le está investigando formalmente por alguno de los delitos previstos en el artículo
19 constitucional. Es decir, el juez aún no ha demostrado que se cometió un delito, ni mucho
menos se han concluido las investigaciones, lo cual se convierte en una “carta en blanco” para
estos.
Lo anterior, anotó, es un claro ejemplo de privación arbitraria de la libertad, porque se
encarcela a las personas sin justificar que merecen estar ahí; lo que generó que la Comisión y
la Corte Interamericanas de Derechos Humanos, así como el Comité de Derechos Humanos de
la ONU se sumaran a descalificar esa figura
Si se acotara la prisión preventiva, se estaría terminando con toda la estrategia de seguridad
del país y “eso no los merecen los mexicanos. Si se elimina la prisión preventiva, como lo
pretenden los proyectos hoy en discusión en la Suprema Corte, no solamente se volvería a la
‘puerta giratoria’, sino que podríamos hablar ahora de una puerta abierta, porque 92,000
personas que hoy en México están sujetos a prisión preventiva por delitos graves,
secuestradores, narcotraficantes, feminicidas, entre otros delitos, o también delincuentes de
cuello blanco, podrían solicitar mediante amparo ser excarcelados, con lo cual habría una gran,
gran impunidad
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