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preventiva.
E-mail: alaniud@gmail.com
Residencia: Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Es por todos conocidos que las cárceles del país están atiborradas de
personas, que viven en condiciones indignas, sometidas a los más diversos
vejámenes y abusos. Asimismo, también ya es vox populi que la mayoría de
esas personas no fueron condenadas a cumplir la pena de prisión en un
juicio, sino que están sometidas a proceso. Es decir, que la mayoría de los
presos sufren la pena de prisión, sin que un juicio haya determinado su
culpabilidad ni que deban cumplir con dicha pena: se encuentran en “prisión
preventiva”, tal el eufemismo que adoptan las leyes y los abogados para
nombrar su situación.
2
sociológico del sistema penal, la ideología de los operadores de dicho
sistema que toman las decisiones particulares y fijan criterios, o la
organización del sistema de justicia penal y la reglamentación de su
procedimiento. Ésta es la perspectiva desde la cual analizaré el problema.
Valga este párrafo simplemente como confesión de mi plena conciencia de
que se trata de una decisión política sobre la forma de abordar este drama,
que implica inexorablemente dejar de lado otros elementos de análisis,
igualmente válidos y, posiblemente, más capaces de dar respuestas críticas.
4
Como explican Baytelman y Duce, a ello se agrega que el sistema escrito “es
sobrecogedoramente indulgente con la ineptitud, la ignorancia y la falta de destreza de
abogados y jueces. Principalmente favorecido por la escrituración y el secreto, un abogado
puede perfectamente encontrarse en el tribunal con resoluciones que no entiende, pero que
puede responder en la calma de su oficina tras consultar un manual o conferenciar con un
colega (ni hablar de la racionalidad de la conclusión de que probablemente la destreza que
más le otorgue competitividad sea desarrollar su habilidad para establecer buenas `redes´ de
funcionarios en los tribunales –y de policías fuera de ellos-, antes que privilegiar su
capacidad de análisis jurídico o su conocimiento de la Ley). Los jueces, por su parte, gozan
del refugio de su despacho y escasamente deben rendir cuentas por sus decisiones; así,
pueden con total impunidad rechazar el más perfecto argumento jurídico sin haber jamás
llegado a entenderlo, simplemente poniendo `no ha lugar´ al final de la página u ofreciendo
fundamentaciones puramente formales que no se hacen cargo realmente de los argumentos
presentados”. Baytelman, Andrés A. y Duce, Mauricio J., Litigación penal. Juicio oral y
prueba, Ed. Universidad Diego Portales, Santiago, 2005, pág. 3.
3
A ello debemos agregar la ausencia de contradicción e imparcialidad, que
caracterizan al procedimiento de corte inquisitivo reformado que consagra el
Código Procesal Penal de la Nación en la etapa de instrucción.
4
operadores del sistema, que ven en éstos una forma de control del respeto
de las garantías, y asumen que es el modo lógico de desarrollar el
procedimiento6. La realidad cotidiana de nuestra justicia desmiente
categóricamente tal creencia.
6
Guillermo Nicora señala que en el XII Congreso Nacional de Derecho Procesal hubo
acuerdo en la necesidad de desformalizar y desburocratizar el procedimiento preliminar. Sin
embargo, agrega que “la más ardua discusión al tratar estos temas giró sobre si la
desformalización propugnada por casi todos los congresistas implicaba la desaparición del
expediente (…). Si bien fue muy fuerte la mayoría que decía anhelar la abolición del trámite
expediticio, los más juraban y perjuraban que ello era virtualmente imposible, por dos
géneros de razones: por un lado, se afirmaba que el expediente es el lugar y el modo en que
el fiscal muestra sus cartas a la defensa, como aparente piedra basal de la igualdad de
armas y el ejercicio de la defensa en juicio. Por otro lado, se cuestionaba la existencia de un
sistema alternativo para registrar y compilar la actividad persecutoria de la instrucción
sumarial, especialmente a la hora de fundar una medida de coerción”. Nicora, Guillermo;
“Oralización de las decisiones de la etapa de investigación preliminar (o cómo acercar la
justicia a las partes y a la sociedad)”, ponencia presentada en el XXII Congreso Nacional de
Derecho Procesal, publicada en Política Criminal Bonaerense. Revista del INECIP Pcia. de
Bs. As.; también disponible en www.inecip.org, Centro de Documentación, Reforma de la
Justicia Penal.
5
ocupa del correo (sea funcionario de los tribunales o de la policía), son
funcionales con este sistema que adormece la responsabilidad moral,
sustituida por la técnica”7.
6
(público o privado) en una audiencia en la cual la defensa haya tenido
oportunidad de resistir tal pedido. El juez, a su vez, debe resolver
inmediatamente finalizada la presentación de las partes y su decisión –así
como toda la audiencia- puede ser debidamente registrada por medio de
sistemas de audio o video que no exigen más recursos que una computadora
y un par de micrófonos9.
7
desformalizado de la investigación que desarrolla el Ministerio Público,
accesible y controlable por la defensa10.
8
tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad
por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra
ella…” (el destacado me pertenece). A riesgo de pecar de una interpretación
exegética de la norma, es claro que uno solo puede ser “oído” por medio del
habla… pero el hecho de que el “derecho a ser oído” implica la celebración
de una audiencia queda mucho más claro si se recurre a la redacción en
inglés de la Convención, que expresamente dispone que “every person has
the right to a hearing”. Esta interpretación es armónica, además, con el inciso
5º del mismo artículo de la Convención, que establece que “el proceso penal
debe ser público”12.
De todos modos, debe quedar claro que “el derecho a ser oído”, así
como indudablemente impone como modo de comunicación entre el
imputado y el juez el sistema oral, no puede limitarse a la celebración de una
audiencia, sino que la contiene y excede.13
3. La reforma del proceso penal y el impulso de la oralidad en
Latinoamérica. La experiencia de Chile.
12
Si bien una audiencia no necesariamente es pública, es indudable que –de disponerse su
publicidad- es mucho más accesible a los ciudadanos que un expediente –cuya publicidad
también podría disponerse-.
13
Esta es la interpretación que ha hecho la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Así, en el caso “Loren Laroye Riebe Star, Jorge Barón Guttlein y Rodolfo Izal Elorz”
estableció que “el Estado mexicano negó a los sacerdotes Loren Riebe Star, Jorge Barón
Guttlein, y Rodolfo Izal Elorz la garantía de una audiencia para la determinación de sus
derechos. Dicha garantía debió incluir el derecho a ser asistidos durante el procedimiento
administrativo sancionatorio; a ejercer su derecho a la defensa disponiendo del tiempo
indispensable para conocer las imputaciones que se les formularan, y en consecuencia para
defenderse ellas; y a disponer de un plazo razonable para preparar sus alegatos y
formalizarlos, y para promover y evacuar las correspondientes pruebas. Por lo tanto, la CIDH
concluye que el Estado violó el derecho a las garantías del debido proceso en perjuicio de las
personas mencionadas, en contravención del artículo 8 de la Convención Americana…”
(CIDH, Informe Nº 49/99, Caso 11.610 Loren Laroye Riebe Star, Jorge Barón Guttlein y
Rodolfo Izal Elorz, MÉXICO, 13 de abril de 1999, párr. 70, 71; el destacado me pertenece).
9
Como es sabido, el sistema procesal penal que establece el CPPN es
de los llamados “inquisitivos reformados”14. Felizmente, aunque con poco
éxito, ha sido objeto de crítica por un vasto movimiento de reforma de la
justicia penal, que ha impulsado su erradicación y reemplazo por sistemas de
enjuiciamiento de corte acusatorio. Este sistema, asimismo, puede ser
sucintamente definido como un procedimiento que separe las funciones de
investigar y acusar de la de controlar el respeto de las garantías
constitucionales y juzgar15.
14
Prefiero el término “inquisitivo reformado” en tanto el llamado “sistema mixto” parece aludir
a que una etapa del proceso (la de instrucción) es de carácter inquisitivo y la otra (la de
juicio) es acusatoria. Sin embargo, el CPPN que contiene elementos inquisitivos y
acusatorios en las dos etapas, no obstante lo cual es cierto que es preponderantemente
inquisitivo en la etapa de instrucción.
15
Para un análisis crítico de sentidos usualmente otorgados a los términos “acusatorio” e
“inquisitivo”, véase Langer, Máximo; “La dicotomía acusatorio-inquisitivo y la importación de
mecanismos procesales de la tradición jurídica anglosajona. Algunas reflexiones a partir del
procedimiento abreviado”; en Hendler, Edmundo S. (comp.), Las garantías penales y
procesales. Enfoque histórico – comparado, ed. Del Puerto y Departamento de Publicaciones
de la Facultad de Derecho de la UBA, Bs. As., 2001.
10
general, al parecer tuvieron poco impacto sobre el uso de la prisión
preventiva, en tanto en muchos países persistieron normas que establecen
ciertos delitos como “inexcarcelables”, contrariando las garantías
consagradas por los pactos internacionales de derechos humanos y, en
algunos de ellos, no se estableció la oralidad en la etapa preliminar. Así, en
un informe comparativo de los procesos de reforma judicial en Latinoamérica
(luego de reseñarse algunas deficiencias en la implementación de los nuevos
tribunales de garantía, que también merecen ser tenidas en cuenta), se
afirma que en diversos países se mantuvieron “regulaciones propias del
sistema inquisitivo tradicional de acuerdo con las cuales las medidas
cautelares responden en su aplicación a parámetros rígidos y abstractos que,
de manera general, podemos caracterizar como sistemas de delitos
inexcarcelabes. Estas regulaciones derivan en una limitación muy severa de
la función judicial de garantía, puesto que el principal conflicto que estos
jueces debieran resolver es sustraído de su competencia. En la práctica esto
genera la supresión de las garantías procesales respecto de aquel segmento
que queda sujeto al régimen de inexcarcebilidad y, en consecuencia, la
función de estos jueces se reduce a una mínima expresión. Aparentemente,
todas estas regulaciones han hecho que los juzgados de garantía hayan
tenido un impacto muy limitado sobre la prisión preventiva, la que
aparentemente se continúa usando masivamente.”16 Esto demuestra que la
consagración normativa del sistema acusatorio y la oralidad, por sí solas, no
implican una reducción del uso de la prisión preventiva, sino que también se
requiere una adecuada implementación de las audiencias de control de
garantías, así como un ajustamiento de las normas que autorizan el dictado
de una medida cautelar a los pactos de derechos humanos y, finalmente, una
modificación de las prácticas de los operadores del sistema.
16
Riego Ramírez, Cristián; “Informe comparativo. Proyecto de seguimiento de los procesos
de reforma judicial en América Latina”, Centro de Estudios de Justicia de las Américas; en
Revista Sistemas Judiciales, Ediciones del Instituto (INECIP), Bs. As., nº 8, 2005; también
disponible en www.cejamericas.org. El informe presenta también un cuadro comparativo de
imputados que llegan en prisión preventiva al momento del juicio, que seguramente resultará
de interés al lector. Se destaca que en cinco países (Ecuador, El Salvador, Honduras,
Paraguay y Venezuela) los imputados que se encuentran en esa condición superan el 80%.
11
Sin embargo, merece la pena prestar especial atención a la
experiencia de Chile, en tanto en ese país se presenta una conjunción de
elementos que lo distinguen de otros que han avanzado en la reforma de sus
sistemas de enjuiciamiento. En primer lugar, su código procesal penal solo
autoriza el dictado de la prisión preventiva frente a la presencia de riesgos
procesales (peligro de fuga y de entorpecimiento de la investigación), así
como en dos supuestos extraprocesales: la presencia de “peligro para la
víctima” o de “peligro para la sociedad”17; asimismo, se reguló un amplio
catálogo de medidas cautelares personales distintas a la prisión preventiva18.
En segundo lugar, se estableció una audiencia contradictoria para la
discusión sobre la procedencia de la medida cautelar19 y se creó la figura del
administrador del tribunal, a quien se encargó la tarea de organizar las
audiencias, garantizando que las mismas se realicen sin dilaciones indebidas.
Y, por último, se eliminó el expediente y se adoptó la “carpeta fiscal”,
evitándose así que los jueces de garantías conozcan circunstancias sobre el
caso distintas a las ventiladas en la audiencia. Estas y otras circunstancias
permiten caracterizar a la reforma procesal penal chilena como la que tuvo
mayor éxito en el alcance de los objetivos fijados al iniciarse.
12
para los delitos menos graves, especialmente tratándose de imputados que
no cuentan con antecedentes penales previos o con antecedentes por
cuestiones menores. Se trata de personas que en el sistema antiguo habrían
obtenido la libertad provisional, pero que, con probabilidad, antes de ello
habrían estado períodos variables en prisión preventiva, desde algunos días
hasta un par de meses. (…) La no utilización de la prisión preventiva para
este perfil de casos no solo obedece a que los jueces mayoritariamente no
están dispuestos a concederla, sino (…) también a que los fiscales han
racionalizado en forma muy importante su política de solicitarla. Muchos
jueces y defensores destacaron el hecho que, en general, el Ministerio
Público solicita la prisión preventiva en los casos en que ello resulta más
razonable de ser solicitado y no para cualquier cosa. En este sentido, en el
funcionamiento diario del sistema parece haberse consolidado el que en
casos de mediana o baja gravedad (como por ejemplo hurtos o lesiones), en
los que el imputado no cuenta con antecedentes penales y, además,
demuestra cierto arraigo, derechamente se discute la procedencia de una
medida cautelar distinta a la prisión preventiva, la cual no se considera como
una auténtica opción para este tipo de hipótesis. (…) También habría una
disminución de la prisión preventiva tratándose de un grupo de casos
intermedios, es decir, que podrían ser sancionados con penas privativas de
libertad equivalente o superiores a tres años pero que no constituyen
infracciones leves, por ejemplo, los robos por sorpresa o lesiones graves. Sin
perjuicio de una mucho mayor dispersidad de criterios que en el caso de los
delitos menos graves, también habría un cambio relevante de prácticas en
este tipo de delitos. Así, en estos el sistema estaría generando una mayor
discusión acerca de la procedencia de la prisión preventiva, debate que se
traduciría en que en un porcentaje relevante de estos casos no se decreta,
cuando en el sistema antiguo ello hubiera ocurrido por el lapso de algunos
meses.”
13
preventiva se mantiene como constante respecto a las prácticas del sistema
antiguo. Buena parte de los entrevistados reconoce que tratándose de estos
delitos prácticamente no existe espacio de discusión para obtener una
medida cautelar distinta a la prisión preventiva. Con todo, igual se mencionan
algunas situaciones en que se habría obtenido otra medida cautelar al
momento de formalizarse la investigación. Así, aun cuando marginal, el nuevo
sistema habría permitido restringir el uso de la prisión preventiva también en
esta tercera categoría de casos. (…) En los delitos más graves, los
entrevistados reconocen un efecto de racionalización importante no en
cuanto a su procedencia, sino que respecto al tiempo de su duración. En
general, los actores entrevistados concuerdan en que, en los casos en donde
se decreta la prisión preventiva, existe una mucha mayor preocupación de
solicitar y decretar plazos más estrictos para el cierre de la investigación que
en aquellos casos en donde no hay medidas cautelares personales o las hay
del artículo 155. Estos plazos intentan evitar que la prisión preventiva se
extienda en demasía en el tiempo, cuestión que se habría producido en la
práctica. De esta forma, en aquellos tipos de delito en donde no se habría
avanzado tanto en la disminución del uso de la prisión preventiva, sí se
habría producido una racionalización en cuanto a la proporcionalidad de la
misma.”20
20
Baytelman, Andrés y Duce, Mauricio; Evaluación de la reforma procesal penal. Estado de
una reforma en marcha; Centro de Estudios de Justicia de las Américas (CEJA) y Facultad
de Derecho de la Universidad Diego Portales; Santiago, 2003; pág. 187 y ss. Debe tenerse
presente que el nuevo CPP chileno fue implementándose paulatinamente por regiones, y
este informe evaluativo fue realizado a dos años de haberse iniciado su puesta en marcha en
las regiones IV y IX y a 14 meses de inicio en las regiones II, III y VII, restando para ese
entonces su aplicación en otras ocho regiones, incluyendo a la Metropolitana (que
comprende a la ciudad de Santiago, donde habita el 40% de la población del país), la cual
comenzó a implementar el nuevo CPP en julio de 2006. Sin embargo, de acuerdo a Duce, las
conclusiones aquí vertidas en principio son extensibles a todas las regiones (entrevista
electrónica del ponente con el autor).
14
El informe citado, asimismo, recoge datos cuantitativos que sostienen
esta percepción de los operadores. Así, información de la Defensoría Penal
Pública marcaba que un promedio del 14% de sus defendidos se encontraba
en prisión preventiva, en tanto que según datos del Ministerio Público menos
del 25% de los imputados formalizados21 estarían en esa situación. Si bien se
carecen de cifras precisas del antiguo sistema, “de acuerdo a una
información aparecida en la prensa en el año 1998, en todo el país un 32%
de los procesados se encontraba en prisión preventiva”22.
21
Ver cita nº 17.
22
Baytelman y Duce; ibíd.; pág. 190 y ss.
15
que existen demandas genéricas de mayor protección de la seguridad
ciudadana23.
23
Baytelman y Duce; ibíd.; pág. 194 y 195.
24
De acuerdo al plazo que establece el CPP provincial para que el juez resuelva la
excarcelación (art. 174). Si previamente el fiscal consiente la libertad del imputado, la
audiencia no tiene lugar.
25
Que, lógicamente, no se celebra cuando se llegó a un acuerdo en la primera audiencia.
16
contradictoria, que la Cámara de Apelaciones y Garantías debe resolver de
inmediato.26
Si bien hay que tener en cuenta que estas audiencias se realizan para
imputaciones de delitos con penas inferiores a los 15 años de prisión (y que
indudablemente, por más pesar que nos cause, las posibilidades de evitar la
prisión preventiva son inversamente proporcionales al monto de la pena
26
Véase el “Informe evaluativo del Plan Piloto para la Profundización del Sistema Acusatorio
en Mar del Plata”, INECIP – CEJA, publicado en Revista Sistemas Judiciales, Ediciones del
Instituto (INECIP), Bs. As., nº 11, 2006. También disponible en www.inecip.org y
www.cejamericas.org.
27
Según el informe citado, de acuerdo a una muestra de audiencias celebradas entre el 1º de
septiembre de 2005 y el 31 de enero de 2006, 20% finalizaron con el imputado en prisión
preventiva (prisión preventiva apelada: 1%; excarcelaciones denegadas: 7%; excarcelación
desistida por el defensor: 3%; elevación a juicio con prisión preventiva: 6%; prisión
preventiva: 3%), 14% con un juicio abreviado con condena de efectivo cumplimiento y al
menos 55% de distintas formas que contemplan la libertad del imputado (archivo por el fiscal
en la audiencia: 1%; suspensión de juicio a prueba: 20%; juicio abreviado con condena en
suspenso: 6%; sobreseimientos: 9%; excarcelaciones: 19%), en tanto que se desconoce en
el 11% de los casos restantes (se registraron como resultado del 8% de las audiencias la
confirmación de la elevación a juicio, y 2% de apelaciones de las elevaciones a juicio, así
como se registra un rubro llamado “otros”, con apenas un 1% de audiencias). Por ello, si en
el peor de los casos ese 11% de audiencias cuyo resultado con respecto a la libertad del
imputado desconocemos, hubieran finalizado en la denegación de su excarcelación, las
audiencias totales con ese resultado no superarían el 31%.
17
prevista para el delito imputado), es innegable que se trata de un número
notoriamente inferior al 80% de presos preventivos que registra toda la
provincia para toda clase de delitos.28
28
Borda, R.; ibíd.
29
Hazan, Luciano; “Las audiencias en la etapa de garantías y los derechos del imputado. Una
mirada desde el plan piloto de Mar del Plata”, mimeo, págs. 7 y 8.
El informe presenta los siguientes datos desagregados:
18
Y luego concluye que “las estadísticas muestran que de las audiencias
en garantías un alto porcentaje de los imputados sale en libertad. El dato
aparece como especialmente relevante por tratarse de delitos que fueron
cometidos en flagrancia, y generalmente delitos de criminalidad urbana, por
presuntos delincuentes que se destacan por su tosquedad, al ser,
lógicamente, casi todos hechos que quedaron en tentativas de acuerdo a las
calificaciones utilizadas. En este sentido, es interesante observar que el 29
por ciento de los delitos imputados en las audiencias que aparecen como
muestra corresponden a robo en grado de tentativa, el 17.44 por ciento a
robo calificado en tentativa y el 12.79 a hurto en grado de tentativa, seguidos
por el delito de tenencia no autorizada de arma de uso civil, con el 4.65. El
resto de los delitos imputados está distribuido entre una variedad de tipos
penales que no alcanzan cifras apreciables.”30
30
Hazan, Luciano; “Las audiencias…”.
31
INECIP – CEJA; íbid.; pág. 55. El informe presenta datos comparativos del tiempo que
demoró el dictado de determinadas medidas en uno y otro sistema. Así, en el Plan Piloto las
suspensiones de juicio a prueba demoraron, en promedio 18,74%, en tanto en el sistema
anterior demoraban un promedio de 327,25 días en los juzgados correccionales y 546,08 en
los Tribunales Orales Criminales; los juicios abreviados demoraron 21,54 días en el plan
piloto, en tanto que llevaban 240,73 días en los juzgados correccionales y 397,27 días en los
TOC; los sobreseimientos insumieron 23,35 días en el plan piloto, mientras que llevaban
282,44 días en el sistema anterior; por último, la celebración de los juicios demoró 86,27 en
el plan piloto, en tanto que en el sistema anterior llevaba 620 días.
19
Sin embargo, la pena impuesta en muchos de los juicios abreviados
celebrados permite desvirtuar tal afirmación. Es que el hecho de que se
llegue a esta clase de acuerdos en poco tiempo implica que el período de
prisión preventiva que jueces y fiscales sienten que deben “convalidar” es
menor32. Y por ello, se celebran juicios abreviados con pena de efectivo
cumplimiento que son inferiores a los seis meses o directamente con penas
de ejecución en suspenso. Es que “en este contexto, los fiscales están en
peores condiciones para negociar los montos de las penas, ya que el
imputado realmente tiene la posibilidad de ir a un juicio prontamente. Esta
situación, junto a las antes mencionadas de aplicación de condenas leves y
de ejecución en suspenso a través del juicio abreviado, ha llevado a que los
imputados hayan denominado al Plan Piloto como `PPB´, `Plan de Penas
Bajas´”.33
32
Así, si un imputado lleva dos o tres años en prisión preventiva, es altamente improbable
que el fiscal acepte la celebración de un juicio abreviado con una pena inferior al período que
el imputado lleva detenido, sino que propondrá una pena que implique una convalidación de
ese período de detención.
33
INECIP – CEJA; íbid.; pág. 61.
34
Es que, así como los fiscales suelen realizar acuerdos de juicio abreviados con penas que
contemplen el período ya pasado en prisión preventiva, es posible que los jueces de tribunal
oral, al momento de fijar una pena a una persona que llegó en prisión preventiva al juicio,
también tengan en cuenta ese período de tiempo.
35
Asimismo, el 19/03/07 se resolvió su extensión a los departamentos judiciales de
Pergamino, Mercedes, Necochea y La Matanza, pero aún no ha comenzado su
implementación.
20
Sin embargo, algunas resoluciones del Fiscal General de San Martín
parecieron tomar lo peor de la experiencia marplatense. Es que de Mar del
Plata, precisamente, debe criticarse que el Ministerio Público no realizó una
reorganización de sus recursos, aprovechando la menor demanda de trabajo
que exigen el Plan Piloto para las causas que tramitan por este sistema. El
Ministerio Público marplatense desaprovecha la oportunidad de destinar
mayor esfuerzo a la persecución de causas complejas, de criminalidad
económico o de especial gravedad. No redefinió su política de persecución
penal, incumpliendo así uno de los compromisos asumidos al formularse el
plan.
21
Además, esta decisión del Fiscal General Interino resulta
especialmente sorprendente considerando que el Ministerio Público de San
Martín era uno de los pocos que había mostrado algún tipo de resultado en la
persecución de otro tipo de casos, como los que comprenden delitos de
“cuello blanco” y corrupción37.
6. La oralidad puede y debe aplicarse a los procesos por todos los tipos
de delitos.
37
Recuérdese, por ejemplo, la condena al ex intendente Atilio Libonatti, por el delito de fraude
a la administración público. Junto con él, fueron juzgados 34 concejales y ex concejales y
otro ex intendente, pero resultaron absueltos.
22
delimitar los límites de esa discusión en el proceso penal que tenemos,
asumiendo como dados los de las experiencias reseñadas.
23
circunstancias del sistema de justicia de la Provincia que actúan como
elementos desincentivantes para las partes, hicieron que el recurso de la
audiencia no fuera utilizado ni por jueces, defensores o fiscales, perdiendo
así la nueva norma su capacidad de impacto39.
7. A modo de conclusión.
39
En un escrito presentado por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la
Asociación por los Derechos Civiles (ADC), el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias
Penales y Sociales (INECIP) y Human Right Watch ante la Suprema Corte de la Provincia de
Buenos Aires, en el marco de la causa la “Verbitsky, Horacio- Representante del Centro de
Estudios Legales y Sociales s/Habeas Corpus. Recurso de Casación. Recursos
Extraordinarios de Nulidad e Inaplicabilidad de Ley” (expte. nº 83.909) se sostiene que “A
pesar de las ventajas que trae aparejado un sistema de audiencias preliminares, son pocos
los casos en los que la restricción de la libertad de un imputado se decide mediante la
metodología prevista en el art. 168 bis, CPP. Los jueces son muy reticentes a realizarlas y los
fiscales a participar de ellas. Además existen serias deficiencias administrativas que dificultan
la organización de las audiencias preliminares. Finalmente, la falta absoluta de
entrenamiento de los operadores en litigio oral en etapas previas al juicio conspira
seriamente contra el desarrollo adecuado de esta práctica”. El escrito sostiene,
fundadamente, que el sistema desincentiva la realización de estas audiencias.
24
- acortan sensiblemente los tiempos del procedimiento.
- generan un contexto que permite a los abogados defensores discutir
en un pie de (más) igualdad la procedencia de una medida cautelar.
- dejan más fácilmente en evidencia las arbitrariedades judiciales.
- permiten recuperar cierta dimensión humana del conflicto.
- impiden que las medidas cautelares sean dictadas de oficio.
- ponen en escena a los funcionarios judiciales que intervienen en la
resolución de un caso.
25