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Lectura 7 - 2 WA
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de motivación. Por ello han intervenido a fondo los psicólogos, que son los
investigadores y autores específicos de las teorías significativas, incluidas algunas muy
adaptadas a la venta, como veremos.
Hagamos algunas preguntas para corroborar lo dicho: ¿Todos los variados tipos de
vendedores o de sistemas de venta funcionan con las mismas teorías y métodos motivadores?
¿Qué teorías convienen para cada caso? ¿Evolucionan las metodologías a lo largo del
tiempo? ¿Hay indicadores del éxito motivacional? ¿Funcionan los mismos métodos en otras
empresas? ¿Cómo deben participar los propios vendedores, los representantes sindicales, los
jefes de ventas, recursos humanos u otros?…, el camino es largo. Pensemos también en cómo
recoger datos, cómo adoptar teorías e investigaciones conocidas a nuestros vendedores
concretos, cómo insertar la motivación en un esquema general de rendimiento, influencia del
ambiente, de la economía, de la vocación y aptitudes de los vendedores, del grado de
confianza de las relaciones humanas en nuestra empresa, y de la filosofía empresarial de la
alta dirección. Y subámonos también al vehículo del coaching para lograr un entrenamiento
más motivador.
expectativas), e incluso como una modificación del comportamiento (manejo de los reflejos
condicionados), o como el aprovechamiento del poder motivador de la maestría cognitiva
(sistemas atribucionales).
Vamos a profundizar en cada uno de estos sistemas, cada uno de los cuales proviene en
general de psicólogos ilustres que los han formulado con variantes y matices que los
multiplican y enriquecen. ¿Pura teoría? El lector enjuiciará las diversas soluciones. Yo por mi
parte he procurado aportar mi experiencia particular.
Artal, C. M. (2018). Dirección de ventas : Organización del departamento de ventas y gestión de vendedores. Retrieved from http://ebookcentral.proquest.com
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La falta de motivación y la frustración dependen en parte del entorno, y en el caso de los
empleados, de la propia empresa, y a ella compete mantener su equipo de venta motivado y
no frustrado. Todo estudio práctico sobre la motivación en ventas debe partir siempre de una
dignificación de la misma y de la profesionalidad de los vendedores.
En cuanto al monismo, que parte de que el único motivador realmente importante es la
necesidad económica, ya F. W. Taylor se basa en ello cuando establece sus sistemas de
medida y recompensa de la producción. Con ello se pretendía reducir los costes originados
por la organización científica del trabajo. Su modelo, esfuerzo-recompensa-esfuerzo (Figura
11.1) es un círculo virtuoso que se retroalimenta. Se añade al modelo que el incentivo
individual es más efectivo que el colectivo, la importancia de que la paga sea próxima al
resultado y que cuanto mayor es la recompensa respecto al incremento de la producción,
mayor será la motivación.
FIGURA 11.1
Este modelo solo puede llevarse a la práctica de la venta, con el sistema de comisión pura
y dura como único medio de remuneración. Es un sistema mercantilista que se recoge en el
Código de Comercio como contrato de comisión. Y que en ocasiones funciona y cumple un
buen papel en la empresa. Así que el viejo sistema tayloriano sigue subsistiendo con buena
salud, aunque muchos piensan (yo entre ellos) que es mejorable.
J. G. March y H. A. Simon (1958) introducen una variante en la teoría monista que es
una de los más importantes en la divulgación de la pluralidad motivacional (véase Figura
11.1). Se trata del nivel de aspiraciones, que actúa sobre el modelo monista regulando el
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FIGURA 11.2
Pintorescas las palabras de un asistente a un curso sobre dirección de ventas que yo dirigía
y que debería denominarse teoría incendiaria: «si alguno de mis vendedores no arde de
entusiasmo, yo lo encenderé».
FIGURA 11.3
Frederick Herzberg publicó en 1968 su libro Work and the Nature of Man, donde sitúa
como base de su teoría dos hechos: que a la gente le motiva su propio trabajo por sí mismo y
ello es fuente de felicidad, y que las circunstancias que rodean a dicho trabajo pueden
destruir esa felicidad y consecuentemente la ilusión y motivación para trabajar. ¿Quién no ha
sentido alguna vez en sus propias carnes la dramática realidad de este aserto?
Según Herzberg, y apoyándose en las teorías de Maslow, en el origen de la motivación,
positiva o negativa, aparecen dos grandes grupos de factores:
• Las reglas de higiene.
• Los motivadores.
Las primeras, normas de buena administración empresarial, son aquellas satisfacciones
que están relacionadas con el ámbito laboral habitual: la remuneración, las condiciones de
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FIGURA 11.4
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Pensemos en una hipótesis en términos maslowianos: Un equipo de ventas de una empresa
importante y boyante, con una situación laboral consolidada que les asegura unos ingresos
aceptables y uniformes, con unos jefes y compañeros competentes y de buen trato, pero sin
ningún aliciente más, deberían, según Herzberg, estar satisfechos pero un tanto pasotas o
rutinarios en el trabajo.
Según el mismo autor, los motivadores son aquellos satisfactores que inciden en los
niveles más altos de Maslow, estima y autorrealización y, quizá algo, la pertenencia, cuya
ausencia no desmotiva, pero cuya presencia empuja francamente hacia la acción y la eficacia,
por la fuerte satisfacción de alto nivel que producen.
Los principales motivadores de Herzberg son: los éxitos en el trabajo y su reconocimiento
por la jefatura y la empresa; la propia naturaleza de la labor desarrollada y su grado de interés
para el sujeto; el nivel adecuado y elevado de responsabilidad; el progreso y
perfeccionamiento en el trabajo, es decir, una formación permanente y adecuada; el
sentimiento de pertenecer a un grupo compenetrado y eficaz. Son factores enriquecedores del
trabajo que provocan entusiasmo. Este entusiasmo es la verdadera motivación, según
Herzberg. La remuneración no está incluida: no es un motivador.
Siguiendo la hipótesis anterior, aquel equipo de ventas repleto de satisfacciones de
higiene, si además recibe formación por cuenta de la empresa, tiene posibilidades de
promoción, algún sistema de reconocimiento de méritos, sus ventas no son frustrantes, se le
concede autonomía en su trabajo y cosas por el estilo, debería estar muy contento,
percibiendo la gran importancia de su rol y comportándose en definitiva como un conjunto de
vendedores estrellas.
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Douglas McGregor, en su libro The Human Side of Enterprise, 1960, decía que «tras toda
decisión o acción directiva, existen unos supuestos sobre la naturaleza y el comportamiento
humanos». Estos supuestos tienen dos extremos diametralmente opuestos: la Teoría «X» y la
Teoría «Y».
Según la primera, al hombre le disgusta el trabajo y procurará evitarlo; funciona por
coacción, prefiere la seguridad y la dirección, al riesgo y la autonomía responsable.
Según la segunda, el trabajo es tan natural como el juego y el descanso. El hombre puede
ejercer el control de sí mismo por propio compromiso y sin necesidad de coacciones ni
amenazas. El compromiso con los objetivos es función de las recompensas relacionadas con
la obtención de los mismos. El ser humano normal no solo acepta las responsabilidades, sino
que incluso las busca. El ingenio y la creatividad están ampliamente repartidos entre los
trabajadores y empleados, pero desgraciadamente no se les utiliza habitualmente.
McGregor es partidario de la segunda posición, pero opina que siglos de utilización de la
primera no permiten adoptar bruscamente la Teoría «Y» sino lentamente y por sucesivas
etapas. Evidentemente, estas etapas pasan por una mejora de la formación, tanto de dirigentes
como de dirigidos.
aunque hay dos intentos anteriores de Tolman (1932) y Lewin (1938). Así que es una teoría
antigua con aplicaciones a la venta relativamente modernas. Parte de la base de que los
individuos no están motivados internamente para ser eficaces, sino que la motivación surge
en función de la importancia atribuida a las necesidades sentidas y de la facilidad para
satisfacerlas.
El mecanismo psicológico puesto en juego es el siguiente:
a) Elemento expectativa de rendimiento en función de un esfuerzo: cada conducta posible
se asocia a ciertas posibilidades de éxito. Se genera una esperanza y se prefiere la
mejor asociación. A este elemento lo llamamos, para abreviar, EXPECTATIVA.
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Elemento expectativa de resultados de un rendimiento dado: cada conducta se
b) relaciona con ciertas recompensas, y esperamos que a un determinado éxito
corresponda una recompensa adecuada. Se trata también de una esperanza, que
llamamos INSTRUMENTALIDAD.
c) Elemento nivel de atractivo: la preferencia por unas u otras recompensas varía de unas
personas a otras e incluso para una misma según su edad y circunstancias. Estamos
ante un juicio de valor que indica el grado de satisfacción de cada sujeto por una
recompensa concreta. A este elemento lo llamamos VALENCIA.
FIGURA 11.5
Esta formulación resulta muy comprensible y constituye una vivencia sentida por
infinidad de personas. Quizá por ello el modelo expectancy ha tenido tanto éxito. También
constituye un paso más con relación a teorías anteriores, con las que resulta bastante
compatible, ya que nos permite definir una receta muy práctica.
La motivación para un determinado comportamiento, del que se deriva un resultado
deseado por el jefe, crece cuando:
1. El agente correlaciona comportamiento y resultado (expectativa). Es la esperanza de
que, si hace un esfuerzo, obtendrá un rendimiento = ventas.
2. Percibe un atractivo en el sistema de recompensa, instrumentalidad; es una segunda
esperanza de que, si obtiene resultados, será premiado con equidad.
3. Se siente atraído con el tipo de recompensa, valencia. Es un juicio de valor: al agente
le gusta la recompensa escogida por la empresa.
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El éxito de la teoría de las expectativas es tal que a menudo se empieza cualquier estudio
sobre motivación, saltándose las anteriores.
Veamos brevemente esta evolución desde Vroom a nuestros días. Según Vroom, las
personas no estamos motivadas directamente por unos factores objetivos, sino por la
percepción de dichos factores y la valoración subjetiva que hacemos de los mismos. Es un
planteamiento muy realista porque las percepciones y valoraciones son algo muy personal y
por tanto muy fuerte, muy defendido por cada uno. También es un planteamiento muy
dinámico, ya que este mecanismo es variable según los individuos y por el tiempo. Así que
encontrar una vía que permita tomar decisiones útiles al motivador de vendedores constituye
un verdadero descubrimiento, y el modelo expectancy lo permite.
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El planteamiento escueto de Vroom se puede representar así:
j = nivel de la actuación.
k = resultado en función del nivel j.
n = número total de resultados esperados.
Ej = nivel de expectativa.
Ij = instrumentalidad estimada.
V = valencia estimada.
Se han expuesto una serie de teorías en las que se pretende motivar al vendedor en orden a
conseguir unos mejores resultados, digamos, genéricos o globales. Sujan (1986) tuvo la
afortunada observación de resaltar la importancia del trabajo inteligente en relación al trabajo
corriente. Esto viene de aplicar los principios de las tres ees al trabajo de ventas: ventas
económicas, eficaces y eficientes.
• Weiner (1980) hizo la distinción entre trabajar dura e inteligentemente. Yo lo hago todos
los principios de curso con los alumnos. Al fin y al cabo, trabajar duramente no nos distingue
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de los animales especialmente trabajadores, mientras lo segundo, sí. Weiner define el trabajo
duro como persistente e intenso.
Los formuladores de la teoría de la atribución indican que las personas están motivadas,
además de a maximizar las recompensas (modelo expectancy), a «alcanzar una maestría
cognitiva de la estructura causal de su entorno», es decir, a conocer lo mejor posible el
porqué las cosas suceden como suceden. O dicho de otro modo, a ser científicos en la vida
cotidiana. Al parecer, los vendedores relacionan su éxito o fracaso con la estrategia personal,
la falta de habilidad en su trabajo, la falta de interés y el esfuerzo en el mismo. Exactamente
lo que suelen decir los docentes a sus alumnos: «Has suspendido por estudiar mal, por
estudiar sin interés, por estudiar poco».
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Los vendedores son más sensibles a la motivación para trabajar con más inteligencia que
para trabajar más duramente. El trabajo inteligente es, casi siempre, más productor de
rendimiento en ventas que trabajar más duro.
Entendemos que la teoría de la atribución es una variante, más que una creación
totalmente original, de otras anteriores. Sin embargo, el tiempo futuro dirá lo que se puede
obtener de ella, brindando de hecho al estudioso un camino relativamente nuevo para la
investigación.
FIGURA 11.6
TEORÍA DE LA MODIFICACIÓN DEL COMPORTAMIENTO ORGANIZACIONAL
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