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Pensadores y utopías

ESCRITO POR: MANUELA AGUILERA


Mayo - agosto 2014

Desde el comienzo de la historia hasta nuestros días ha habido pensadores que disconformes con las sociedades en las
que vivían diseñaron sistemas alternativos ideales y construyeron utopías en torno a una sociedad mejor. Llevadas a
cabo por portavoces de ideologías muy heterogéneas, casi todas las propuestas utópicas han tenido temáticas comunes:
el retorno a sociedades idílicas prehistóricas, donde los seres humanos pudiesen llevar una existencia plácida colmada
de bienes, la desaparición de la propiedad privada y el deseo de una sociedad donde todas las cosas fuesen comunes,
el rechazo al individualismo o a todo aquello que nos diferencia y nos hace originales, etc. Y varios han sido los amagos
de construir comunidades al margen de las sociedades de su tiempo. Experimentos que desembocaron en
estrepitosos fracasos. Sueños que al materializarse resultaron ser espantosas pesadillas.

Platón
Atenas o Egina, Grecia, 427-347 a.C.

El primer modelo de sociedad utópica se lo debemos a Platón. En uno de sus diálogos más conocidos, La República, además de
la defensa de una determinada concepción de la justicia, hallamos una detallada descripción de cómo sería el Estado ideal, es
decir, el Estado justo.

La república o el Estado perfecto estaría formado por tres clases sociales: los gobernantes, los guardias y los productores. A los
gobernantes les concerniría la dirección del Estado; a los guardias su protección y defensa; a los productores el abastecimiento
de todo lo necesario para la vida: la alimentación, ropa, viviendas… Los individuos pertenecerían a una u otra de estas clases, no
por nacimiento, sino por sus capacidades.

Cada uno sería educado para desempeñar eficientemente las funciones de su grupo, según cual fuese su actitud
fundamental: sabiduría (gobernantes), coraje (guardias) o apetencia (productores). Y es que, para Platón, la buena marcha del
Estado depende de que cada clase cumpla eficientemente con su cometido.

Ni que decir tiene que la ciudad- Estado soñada por Platón, es una utopía clasista, patriarcal, en cuanto que las mujeres son
consideradas un factor colectivo sólo para la reproducción y meritocrática ya que se basa en un sistema de distribución
no equitativo. En su utopía, aun habiendo igualdad de oportunidades, la capacidad de aprender determina la clase y el rol social, y
por tanto, el grado de felicidad que se ha de tener.©

Tomás Moro
Londres, Inglaterra, 1478-1535

Utopía, o En ningún lugar, de Tomas Moro –escribe Ernst Bloch– “es posiblemente la primera descripción en la Edad Moderna
del sueño democrático-comunista”. Este autor explica cómo Moro se inspiró en otros filósofos que le precedieron, tales como
Anaximandro, Protágoras y, sin duda, Platón, para elaborar su esbozo de la sociedad ideal, obra que, a su vez, se convirtió en
modelo de muchos autores posteriores.

Como resumen de la Utopía (1516) se pueden destacar las siguientes características:

• La abolición de la propiedad privada.

• El hecho de depositar la producción en almacenes comunes, donde cada uno se suministra de lo que necesita, hace innecesario
que la producción se realice para el intercambio, y resulta superfluo el dinero como medio de compraventa. Su sistema
de distribución es equitativo, en el sentido de que “aquí, todo es de todos”; tenemos pues una utopía con justicia distributiva.

• Propone una república como forma de gobierno, cuya estructura de poder no nace de las clases sino: del concepto de ciudadano,
del sufragio universal, del igual reparto de derechos y obligaciones. Por tanto, es una utopía profundamente igualitaria. El modelo
republicano de Moro comenzó a ser de gran ayuda a la hora de diseñar la utopía que sustituirá al capitalismo.©

Vasco de Quiroga
Madrigal de las Altas Torres, España, 1470-1565

Comenzó desempeñando el cargo de visitador de Michoacán (México) hasta 1537, cuando el Emperador Carlos V le
nombra obispo de la diócesis de Michoacán.

Se identifica con el ideal de Tomás Moro, en el anhelo de un mundo sencillo y perfecto donde la Utopía sirva de método,
infundiendo a este magno proyecto una elevadísima moral humanista. El ideal de Quiroga se planteaba la fundación de
poblados agrícolas, sujetos a ordenanzas y convivencia con frailes que hicieran hábito de virtud. Basado en la semejanza del
indígena con los apóstoles, en la humildad y simplicidad con que se mostraban, deseaba implantar una forma parecida a la
primitiva iglesia cristiana.
En el período de 1531 a 1535, Vasco de Quiroga, impaciente, funda a dos leguas de la Ciudad de México, con su propio salario, el
primer modelo de poblado utópico, llamado hospital-pueblo de Santa Fe. Cuatro años después, en 1537, es elegido obispo de
Michoacán, hecho que no le impide seguir organizando poblaciones en torno a su utopía.

Quiroga dispone que las tierras de los hospitales-pueblo sean bienes comunales y que cerca de la casa los vecinos puedan tener
huertos familiares pero sólo con carácter de usufructuarios. Además, establece que no se puede enajenar cosa alguna del hospital
así como de los huertos o familias.©

Francis Bacon
Strand, Inglaterra, 1561-1626

De su utopía soñada/pensada descrita en La nueva Atlántida (1629) puede destacarse:

• La Nueva Atlántida pertenece a las grandes utopías clásicas de la historia del pensamiento. Redactada dos años antes de su
muerte, esta utopía está inspirada en La ciudad del Sol de Campanella, pero presenta diferencias sustanciales con ella. Bacon se
aparta de la concepción teocrática y de su comunismo cristiano, para introducir la idea de un estado tecnocrático y la aplicación de
la ciencia como instrumento para conseguir la paz y la felicidad. En cierto modo, este modelo de utopía no se
ocupa primordialmente de la organización económica y de la sociedad, sino de la dirección ejercida por una clase minoritaria y
selecta: la tecnocracia.

• No da ningún indicio sobre la forma de propiedad.

• De la distribución tampoco se habla, con lo cual desconocemos si es o no una utopía equitativa.

Aunque sin decirlo explícitamente, Bacon sugiere una idea interesante: que la armonía entre los seres humanos puede alcanzarse
mediante un control de la naturaleza que les facilite los medios para su vida. Esto no ha sido logrado jamás en la historia de la
humanidad, ya que el dominio sobre la naturaleza ha sido limitado e insuficiente para lograr el dorado sueño de vivir sin miedo al
hambre. Parece que Bacon, como hombre de ciencia, se halla más preocupado por la resolución de los problemas de
carácter científico y técnico que sociales y políticos.©

Tommaso Campanella
Stilo, Calabria-Italia, 1568-1639

En su obra La ciudad del sol (1604), el modelo republicano de Campanella es comunista en la organización material de la sociedad
y religioso en su esquema de valores: combina la condena abierta de la propiedad privada, mientras ensalza la idea de Dios: la
“única criatura a la que hay que adorar”. Reproduce ampliamente los modelos republicanos de Platón y Moro, y así lo
reconoce, pero refuerza bastante más el que la vida de los republicanos sea comunitaria en todo momento:

• Al ser abolida la propiedad privada, el sistema productivo funciona de acuerdo con las directrices propias de una comunidad de
bienes. En este sentido es una utopía sin clases.
• La distribución es equitativa dado que los comedores, las viviendas, las mujeres, los hijos, todo se vive en común, siempre de
acuerdo con las normas que distribuyen la población en relación con sus capacidades y habilidades naturales; “en
nuestra república no hay reparto de propiedades, sino sólo de uso, y se intenta mantener la fuerza y el ingenio de los ciudadanos”.
Tenemos pues una utopía distributiva.

• Su forma de gobierno es una república religiosa, cuya estructura de poder no nace de las clases, sino de la división social del
trabajo establecida por la habilidad natural de cada ciudadano; por tanto, reproduce el viejo sistema de estamentos. Este aspecto
engendra una utopía estamental, jerarquizada, donde el estamento eclesiástico gestiona y manda, el militar protege y el
civil produce.©

James Harringhton
Upton, Inglaterra, 1611-1677

Su obra La república de Oceana (1656) fue su aportación al grupo de las utopías políticas. En ella describe la forma de un
nuevo gobierno para la república ficticia de Océana. Pero hay relativamente poco en el pensamiento del autor que
pueda calificarse de utópico porque Océana era sin duda Inglaterra así como basados en ella los personajes reales
y acontecimientos a los que se refería. El libro estaba dedicado a Oliver Cromwell y la ficción, bastante farragosa, era una manera
de eludir la censura ya que reflejaba un proyecto similar al que ahora muchos autores contemporáneos defienden como
el republicanismo. En un momento y en un lugar predominantemente de absolutismo monárquico, como era el ejercido por Carlos I
de Inglaterra, la propuesta tenía un fuerte carácter revolucionario.

No obstante, las carencias de su propuesta son evidentes: no condena el concepto de propiedad privada, excepto que propone
una redistribución para que la concentración de la misma no dé lugar a un poder similar; tampoco era un demócrata en el sentido
que este término exige actualmente: la dirección de la república debía estar en manos de los hidalgos terratenientes y consideraba
como axiomática la superioridad de esta clase tanto en poder como en capacidad. El modelo de utopía que James
Harringhton proponía en el siglo XVII era una prefiguración de las ideas recogidas por las constituciones actuales, bien en forma
de repúblicas o de monarquías parlamentarias.©

Gerard Winstanley
Wigan, Inglaterra, 1609-1676

Fue un reformador protestante inglés y activista político durante la época de Oliver Cromwell y uno de los fundadores del grupo
inglés conocido como True Levellers (Igualitarios Auténticos) debido a sus creencias basadas en un comunitarismo cristiano.
También fueron conocidos como Diggers (Cavadores) debido a sus acciones de ocupar tierras comunes. Winstanley publicó
una pequeña obra llamada La Nueva Ley de la Justicia donde defendía una suerte de “comunismo” cristiano en su sentido
primitivo comunitario, igualitario y solidario.
En 1652 Winstanley escribió la famosa Ley de la Libertad, cuyas principales características son: la producción se haría en los
domicilios para evitar los problemas familiares que generan las grandes fábricas; el aprendizaje únicamente en escuelas de
formación pública cuando el aprendiz deseé trabajar en otro oficio diferente al de la familia; la distribución de bienes y alimentos
desde almacenes colectivos, donde artesanos y consumidores serían libres de consumir a voluntad lo que deseen; la educación
será gratis, general y obligatoria, a cada uno se le enseñará un oficio, en el cual trabajará a tiempo parcial; no se permitirá
que surja una casta de intelectuales o académicos, nacida del aprendizaje mediante libros, hasta la edad de cuarenta años,
momento en el que las personas quedarán libres de toda clase de trabajo; el domingo será día de descanso; la gente será libre de
acudir a los actos religiosos; el matrimonio y el divorcio serán civiles, de acuerdo con la voluntad de los contrayentes.©

François Fénelon
Mondane, Francia, 1651-1715

En Las aventuras de Telémaco (1669), el autor refleja un propósito claro: advertir de la sociedad corrompida de Luis
XIV, mostrando por un lado la incompatibilidad entre el mundo burgués y el absolutismo, y por otro, la debilidad política de la
incipiente burguesía francesa.

Consejero de reyes y preceptor de sus hijos, la preocupación de Fénelon no se centra tanto en cómo organizar una sociedad justa,
sino en que los monarcas lo sean. Emplea un recurso, el de los viajes de aventuras, para decirles a los soberanos de su
época, que en ese momento son monarquías absolutas, cómo ha de comportarse un buen monarca, cuáles han de ser las
relaciones con sus súbditos, cómo ha de organizar los recursos del país, cómo formar un buen gobierno, recordarle el mal de las
guerras, etc.

Ensalza aquellos valores positivos para la comunidad, como son los reflejados en la libertad de los pueblos y las personas, la
justicia y la fraternidad entre ellas, la hermandad entre los pueblos y las comunidades. También destaca la importancia de un buen
gobierno sometido al juicio permanente de los ciudadanos, de la escuela y la sanidad pública y de las relaciones comunales de
propiedad. Y condena como valores negativos para la comunidad: la avaricia, el lujo y la ostentación, la tiranía de los gobiernos,
las situaciones de pobreza y explotación, la rapiña y las guerras.©

Étienne-Gabriel Morelly
Francia, 1717-?

Pensador utópico y novelista, también fue un “funcionario tributario oscuro” autor de dos libros sobre la educación y la crítica
de Montesquieu y del más conocido: El Código de la Naturaleza, publicado bajo seudónimo en 1755.

Este libro criticó severamente la sociedad de su tiempo, y propuso una constitución destinada a conducir a una sociedad igualitaria
y sin propiedad, matrimonio, iglesia o policía. El Código de la naturaleza será considerado como el evangelio del socialismo
durante el siglo XVIII. Babeuf lo calificará como un maestro del comunismo y sus ideas serán la fuente de otros teóricos como
Fourier.

Morelly puede ser considerado como uno de los primeros y más lúcidos comunistas premarxistas. Escribió sobre la justicia y la
igualdad como valores fundamentales que han de presidir las sociedades humanas y recuerda y previene de lo dañino que es para
la sociedad la propiedad privada de las riquezas productivas. Se le considera como uno de los grandes precursores de la defensa
de la vida comunitaria: de bienes, de producción, de consumo (pero contra el consumismo), de servicios, de gestión
y responsabilidad de la administración pública (democracia jerárquica pero rotatoria). Consecuente con esta manera de pensar,
propone guarderías, escuelas, talleres, graneros, almacenes, hospitales, residencias para el cuidado de las personas (niños,
ancianos, enfermos); es decir, toda la infraestructura de bienes y servicios, en régimen comunitario.©

Jean-Jacques Rousseau
Ginebra, Suiza, 1712-1778

Escritor, filósofo, músico, botánico y naturalista franco-helvético.

En los siglos XVII y XVIII se asoció la utopía con la literatura de viajes, en la cual las sociedades civilizadas proyectaban sus
angustias y sus críticas al progreso. El origen de la desigualdad entre los hombres (1755) de Jean-Jacques Rousseau sería
un ejemplo clásico de esta concepción de la historia como un proceso de decadencia. Pero éste no es más que un caso particular
en el desarrollo impresionante de las utopías en el siglo XVIII, y en su vinculación a la crítica social (a veces comunista) y a la idea
de progreso a finales de la Ilustración.

Dos obras más gestaron la fama que tuvo en su tiempo: Del contrato social (1762), donde intenta articular la integración de los
individuos en la comunidad; y Emilio o De la educación (1762), novela pedagógica cuya parte religiosa le valió la condena
inmediata por parte de las autoridades parisinas y su huida a Neuchâtel, donde surgieron de nuevo conflictos con las autoridades
locales, de modo que en 1766, aceptó la invitación de David Hume para refugiarse en Inglaterra, aunque al año siguiente regresó
al continente convencido de que Hume tan sólo pretendía difamarlo.

A partir de entonces, Rousseau cambió sin cesar de residencia, acosado por una manía persecutoria que lo llevó finalmente de
regreso a París en 1770, donde transcurrieron los últimos años de su vida, en los que redactó sus escritos autobiográficos.©

François Noël Babeuf


Saint Quentin, Francia,1760-1797

Se dio a conocer en 1789 con la propuesta de reforma fiscal igualitaria contenida en su proyecto de “Catastro perpetuo”.

En su obra, Babeuf abogaba por un sistema de división de todas las propiedades en razón de once fanegas por hogar.
Entusiasta partidario de la Revolución francesa, arremetió, desde su periódico El Tribuno del Pueblo (1794-96), donde firmaba con
el seudónimo de Gracchus Babeuf, tanto contra los jacobinos como contra el régimen que surgió de la reacción
termidoriana (1794-1795).

Postulaba la organización de la sociedad sobre la base del trabajo en común y una revolución social que debía completar la
revolución realizada desde 1789, defendiendo, incluso, el empleo de la violencia y la necesidad de un periodo de dictadura.
Firme defensor de la abolición de la propiedad privada y del derecho de herencia así como de la colectivización de la tierra ha sido
considerado como uno de los primeros teóricos del socialismo, un predecesor del comunismo y un pre-anarquista.

Dos textos claves de este autor: El manifiesto de los plebeyos (1795) y La conspiración de los iguales (1796). En ellos genera una
utopía sin clases, donde el concepto de mercancía desaparece ya que no se produce para el beneficio sino para satisfacer
las necesidades de la comunidad. Su estructura de poder no se apoya en una clase dominante sino en la participación de los
iguales; por tanto, es una utopía democrática entre iguales.©

Claude Henry de Rouvroy Saint-Simon


París, Francia, 1760-1825

Filósofo y teórico social que puede incluirse entre los filósofos del socialismo utópico. Sus ideas fueron a parar a la democracia
socialista europea de finales del siglo XIX.

En rigor no desarrolló una idea de mundo perfecto en el futuro, sino que sometió a la sociedad surgida de la revolución francesa a
una crítica radical. En ese marco, entendía que todo lo que hicieran los gobiernos debía tender a mejorar la situación moral y
material de los que trabajaban, y terminar con los dos flagelos que seguían azotando al mundo: la pobreza y las guerras. Para ello,
debía desplazarse a los sectores improductivos y los productivos debían dirigir los destinos de la nación, ejerciendo cada vez
menos gobierno (entendido como despotismo) y más administración.

No se oponía a la propiedad privada, pero propuso suprimir la herencia, de manera que lo que cada uno lograra fuera producto del
propio esfuerzo y no hubiera enormes acumulaciones generacionales. Por otra parte, la industria (entendida como toda actividad
productiva) debía ser el centro de los esfuerzos de la sociedad, para subvenir a las necesidades de todos. En definitiva, su utopía
consistía en un capitalismo equitativo, sin anarquía económica, con una planificación que permitiera superar la pobreza y
evitara las guerras entre naciones. Para Saint- Simon, su propuesta consistía sobre todo en trasladar a la política los preceptos del
cristianismo.©

Francois Marie Charles Fourier


Besanzón, Francia, 1772-1837
Socialista francés y uno de los padres del cooperativismo, fue un mordaz crítico de la economía y el capitalismo de su época.
Desarrolló durante la década de 1820 su propuesta de crear establecimientos agrario-industriales que convocaran a unas 1.600
personas, alojadas en un edificio especialmente diseñado, que trabajaran las tierras circundantes y compartieran las ganancias de
las ventas. La comunidad garantizaría los servicios generales y trabajarían incluso los niños pero el trabajo no sería penoso sino
atractivo. Los miembros del falansterio elegirían las labores que más les gustaran, ninguna tarea duraría más de dos horas, pero la
jornada laboral sería muy extensa. Fourier era un defensor del “trabajo atractivo”, idea que desarrolló más tarde Pierre-Joseph
Proudhon. Fourier apoya su propuesta en la teoría de que el ser humano no es malo sino la sociedad en que vive. Postula una
organización basada en: a) la creación de falanges (grupos de producción y consumo) que han de vivir en los falansterios
(unidades habitacionales comunes); b) la creación de un cooperativismo integral y autosuficiente; y c) la solidaridad. Fourier no es
un revolucionario sino un reformista: cree en la propiedad, la necesidad de que haya pobres y ricos, en Dios. Pero es un defensor
de la igualdad de derechos de la mujer, de una educación espontánea y no coactiva; denuncia la explotación, la especulación, el
fraude, inicia el camino hacia las formulas cooperativas y mutualistas.©

Etienne Cabet
Dijon, Francia, 1788-1856

Filósofo, teórico, político francés y socialista utópico. Fue el fundador del movimiento icariano. Con su libro “Viaje a Icaria”, donde
describe una utopía comunista, llegan sus ideas a toda Europa. Gran panfletista, pero de poca importancia política, compra tierras
en Texas para poner en práctica sus ideas con emigrantes franceses. Fracasa. Tampoco tiene éxito en sucesivos intentos durante
10 años. Sus colonias no influyeron mucho, pero sus conceptos sobre la igualdad natural y su idea de un mundo sin dinero sí que
tuvieron resonancia. Para Cabet la democracia más completa era el comunismo y para llegar a ella no hacía falta una revolución
sino “predicar con el ejemplo”, de esa forma la gente lo aceptaría por propio convencimiento. No eran necesarias, por tanto ni
la violencia ni lucha de la clase obrera. Cabet, hijo de un maestro tonelero, nació en la escasez y la sufrió lo suficiente para poder
comprender la miseria. Soñaba con cosas tan humildes que no parecen utópicas: el bienestar, la igualdad y la fraternidad. ¿Qué
otras cosas se pueden soñar desde el hambre, la injusticia y la opresión? En su Viaje por Icaria (1840), el autor presenta un
modelo de sociedad alternativo al sistema capitalista. El comunismo cristiano que Cabet propone contiene la eliminación de la
propiedad privada, la eliminación del dinero (porque todo ha de ser gratuito) y el poder apoyado no en una clase dominante sino en
la participación de los iguales; por tanto, es una utopía de democracia entre iguales.©

Rober Owen
Newtown, Reino Unido, 1771-1858

Trabajador desde los 10 años, a los 20 años se hace con la dirección de una fábrica de tejidos en Mánchester. Sus obras más
importantes: La Formación del Carácter Humano (1814) y Una Nueva Visión de la Sociedad (1823) que trata sobre las reformas
del régimen industrial y sus consecuencias para el carácter humano.
En 1825 estableció su proyecto de sociedad utópica en Indiana bajo el nombre de “New Harmony”; el experimento fracasó y tuvo
que vender el terreno en 1828, perdiendo con ello una buena parte de su fortuna. Volvió entonces al Reino Unido a liderar
un sindicato. Robert Owen defendía la posibilidad de desarrollar un sistema económico alternativo basado en la cooperativa. Su
planteamiento era utópico pero no irreal, porque pretendía sustituir el sistema capitalista por otro más justo.

El avance hacia el comunismo constituye el momento crucial en su vida. Mientras se había limitado a actuar como filántropo,
había cosechado riqueza, aplausos y fama; era el hombre más popular de Europa. Pero en cuanto formuló sus teorías comunistas
todo cambió. Surgieron tres grandes obstáculos en su camino hacia la reforma social: la propiedad privada, la religión y la forma
del matrimonio. Desterrado de la sociedad oficial, ignorado completamente por la prensa, arruinado por sus
fracasados experimentos comunistas en América, se dirigió a la clase obrera, en el seno de la cual actuó todavía durante treinta
años.©

Pierre Joseph Proudhon


Besanzón, Francia, 1809-1865

Aunque muy relacionado con el grupo de los socialistas utópicos, de quien fue contemporáneo, se le considera el fundador del
anarquismo. Hijo de un humilde tabernero y de una campesina, fue primero pastor y más tarde corrector de imprenta.
De formación autodidacta, destacó a temprana edad por su brillantez intelectual. A los veintinueve años le fue concedida una beca
para estudiar en París, donde publicó su primer libro, Qué es la propiedad (1840), donde desarrolló la teoría de que «la propiedad
es un robo», en cuanto que es resultado de la explotación del trabajo de otros. Esta afirmación le costó la pérdida de su beca
de estudios.

Poco después, fue procesado, y al fin absuelto, por la publicación de otro polémico libro, tras lo cual se trasladó a Lyon. Aquí
escribió su obra más importante, Sistema de las contradicciones económicas o Filosofía de la miseria (1846) en la cual declara que
la sociedad ideal es aquella en la que el individuo tiene el control sobre los medios de producción. En este sentido, se opone al
marxismo y el comunismo, ya que considera que en dichos sistemas el ser humano pierde su libertad. Criticó, también, el juego
parlamentario, sosteniendo que el sufragio universal es fácilmente manejable por la propaganda de los partidos burgueses. Frente
al Estado y la Ley preconizó la asociación de pequeños productores autónomos reunidos políticamente en una federación de
comunas socialmente articuladas en torno al mutualismo y el cooperativismo.©

Karl Marx
Trier, Alemania, 1818-1883

Filósofo, intelectual y militante comunista alemán de origen judío. En su vasta e influyente obra, incursionó en los campos de
la filosofía, la historia, la ciencia política, la sociología, la economía y el periodismo. Junto a Friedrich Engels, es el padre del
socialismo científico, del comunismo moderno, del marxismo y del materialismo dialéctico. Sus escritos más conocidos son el
Manifiesto del Partido Comunista (en coautoría con Engels) y El Capital. El programa que desarrollaron Engels y Marx en
el Manifiesto Comunista representaba la primera sistematización de la doctrina del socialismo moderno. Las proposiciones
centrales del Manifiesto constituyen la concepción del materialismo histórico, concepción formulada más adelante en la Crítica de
la economía política (1859), y concluyen que la clase capitalista será derrocada y suprimida por una revolución mundial de la clase
obrera que culminará con el establecimiento de una sociedad sin clases. Poco después de la aparición del Manifiesto, estallaron
procesos revolucionarios (las revoluciones de 1848) en Francia, Alemania y el Imperio Austriaco, por lo que el gobierno belga
expulsó a Marx temeroso de que la corriente revolucionaria se extendiera también por el país. En 1849 fue arrestado y juzgado
bajo la acusación de incitar a la rebelión armada. Aunque fue absuelto, se le expulsó de Alemania y finalmente se afincó en
Londres. Una vez instalado en Inglaterra, se dedicó a alentar la creación de un movimiento comunista internacional.©

Friedrich Engels
Wuppertal, Alemania, 1820-1895

Filósofo y dirigente socialista alemán. Nació en una familia acomodada, conservadora y religiosa, propietaria de fábricas textiles.
Sin embargo, desde su paso por la Universidad de Berlín (1841-42) se interesó por los movimientos revolucionarios de la época:
se
relacionó con los hegelianos de izquierda y con el movimiento de la Joven Alemania. Enviado a Inglaterra al frente de los negocios
familiares, conoció las míseras condiciones de vida de los trabajadores de la primera potencia industrial del mundo; más tarde
plasmaría sus observaciones en su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra (1845).

En 1844 se adhirió definitivamente al socialismo y entabló una duradera amistad con Karl Marx. En lo sucesivo, ambos
pensadores colaborarían estrechamente, publicando juntos obras como La Sagrada Familia (1844), La ideología alemana (1844-
46) y el Manifiesto Comunista (1848). Aunque corresponde a Marx la primacía en el liderazgo socialista, Engels ejerció una gran
influencia sobre él: le acercó al conocimiento del movimiento obrero inglés y atrajo su atención hacia la crítica de la teoría
económica clásica. Fue también él quien, gracias a la desahogada situación económica de la que disfrutaba como
empresario, aportó a Marx la ayuda económica necesaria para mantenerse y escribir El Capital. Tras la muerte de Marx en 1883,
Engels se convirtió en el líder indiscutido de la socialdemocracia alemana, de la segunda Internacional y del socialismo mundial.©

William Morris
Walthamsow, Inglaterra, 1834-1896

Escribió Noticias de ninguna parte (1890) sobre la consumación de un paraíso socialista en la tierra. En “Ninguna parte” se han
despejado las sórdidas aglomeraciones urbanas, se han limpiado el aire y los ríos y la gente vive en casas esparcidas en
un paisaje hermoso, apreciando las bellezas de la tierra y disfrutando de su trabajo. La novela recrea un mundo de camaradería y
no de autoridad, en un ambiente habitado por personajes epicúreos y desinhibidos. Las relaciones entre las personas y con
la naturaleza son directas y sensuales y la doctrina victoriana del trabajo penoso cede paso a la abundancia y fertilidad de la
naturaleza y dan lugar a una entidad colectiva que ha abolido la división entre público y privado y con ella la imposición de una
doble moral. Noticias de ninguna parte propone el desmantelamiento de la tecnología y, de hecho, el rechazo de
cualquier maquinaria técnica o social. Allí la fuente de energía se halla en los talleres y a disposición de todos pero sólo se
aprovecha en los oficios y no para alimentar las innumerables necesidades ficticias impuestas por el capitalismo mercantil.

En “Ninguna Parte”, la sociedad se organiza bajo los principios del comunismo, donde no existe la propiedad privada de los
medios de producción y la riqueza que se produce está al alcance de todos según sus necesidades. Es decir, Morris intenta que su
Utopía sea una sociedad de seres iguales y felices, entendiendo por felicidad el que todos los ciudadanos sientan el placer de
ser útiles a la comunidad.©

Edward Bellamy
Chicopee Falls, Massachusetts, USA, 1850-1898

Famoso por su novela utópica, Looking Backward, ambientada en el año 2000, según Erich Fromm “uno de los más notables libros
jamás publicados en EE.UU”. En términos de popularidad, era el más famoso después de La cabaña del tío Tom y Ben-Hur a
finales del siglo XIX. En Looking Backward el protagonista, un hombre de clase alta de 1887, despierta en el año 2000 tras un
trance hipnótico, encontrándose en una utopía socialista. Influyó en gran número de intelectuales y es uno de los pocos libros que
crearon un movimiento de masas de carácter político casi inmediatamente después de su aparición. En Estados Unidos, surgieron
“Bellamy Clubs” por todas partes; en ellos se discutían y se propagaban las ideas del libro. Este movimiento político fue
conocido como Nacionalismo. También inspiró varias comunidades utópicas. Habría que destacar cuatro aspectos para valorar
esta alternativa: 1) La propiedad privada queda eliminada, y con ella, la clase burguesa y la clase obrera; sin embargo surge un
aspecto negativo que es la tecnoburocracia, ya mencionada en Bacon. 2) Su sistema distributivo es equitativo pues se preocupa
de que todos reciban lo mismo. 3) Deja sin resolver el problema de la participación democrática de forma
completamente horizontal 4) Los ideales que se persiguen se ajustan a aquellos que han postulado y todavía defienden una buena
parte dentro del universo de la izquierda: la desaparición de las desigualdades y las injusticias.©

Samuel Butler
Nottinghamshire, Inglaterra, 1835-1902

Fue un escritor, compositor y filólogo inglés principalmente conocido por su sátira utópica Erewhon y su novela póstuma The Way
of All Flesh.
En Erewhon, Un mundo sin máquinas (1872), el autor se dedica principalmente a realizar una evaluación crítica del
período victoriano que le tocó vivir. Esta crítica la podemos orientar en tres aspectos de gran actualidad: el control social de las
enfermedades, el maquinismo y la enseñanza.

Con respecto a la enfermedad, la crítica tenía que ver con la Ley contra las Enfermedades Contagiosas que se estaba aplicando
en Inglaterra; esta ley obligaba a ciertos colectivos a pasar exámenes no solicitados y, en caso de enfermedad, eran
hospitalizados en contra de su voluntad y mantenidos bajo control por la policía o por filantrópicas entidades. Con respecto al
maquinismo, Butler nos habla de máquinas que se reproducen a sí mismas y de hombres que se convierten en sus esclavos.
Con respecto a la enseñanza, el autor no duda en poner en cuestión aquellos sistemas educativos dominados por formulaciones
demasiado teóricas y alejados de toda comprensión de la realidad. Su opinión sobre este tema es contundente: “De veras, no
puedo ver [utilidad en los sistemas educativos] hasta que sean capaces de comprender que la razón no corregida por el instinto es
tan mala como el instinto no corregido por la razón”.©

LEÓN XIII
Carpineto Romano, Italia, 1810-1903 o la Doctrina Social de la Iglesia

Ante el implacable proceso de industrialización, el constante crecimiento de las masas obreras y de la conflictividad social, hubo
católicos que criticaron la explotación a la que estaba siendo sometido el proletariado. Surgió de ese modo la
denominada “doctrina social de la Iglesia”, condensada en una serie de documentos, entre los que destaca la encíclica “Rerum
novarum” (“De las cosas nuevas”), promulgada en 1891 por León XIII (de nombre secular Vincenzo Gioachino Raffaele
Luigi Pecci, el papa número 256 de la Iglesia católica).

En ella se preconizaba un orden social basado en la justicia y la caridad, exhortando al Estado a socorrer a las clases más
desfavorecidas, alentando y apoyando el asociacionismo de los trabajadores y fórmulas de asistencia social. La doctrina social de
la Iglesia, sin embargo, no constituyó un corpus teórico en sí misma, sino que se expresó mediante una serie de
consejos encaminados a ilustrar a los fieles sobre cómo afrontar los retos sociales y económicos del mundo moderno desde los
presupuestos de la fe cristiana.

Negó la lucha de clases, tal y como preconizaba el marxismo, y propuso en su lugar la armonía, la convivencia y el diálogo entre
patronos y obreros, exhortando a los primeros a mitigar la miseria de los segundos. De igual modo protegió la propiedad
privada combatida por marxistas y anarquistas, considerándola como un instrumento al servicio del bien común.©

Herbert George Wells


Bromley, Reino Unido, 1866-1946

En su obra, Una utopía moderna (1905), Wells ridiculiza las propuestas de los utópicos antiguos, para quienes la individualidad
importa en cuanto son sujetos sociales, pero siempre condicionados por las normas que protegen y desarrollan el bien común:
desde Platón a Bellamy, pasando por Moro, Campanella, Conte, Cabet, Hawthorne, Morris, etc., todos ellos son, por una u
otra cosa, rechazados por él. En su utopía se pueden observar los siguientes aspectos:

• Tanto por la propiedad privada que defiende, como por el sistema de relaciones entre empresario y trabajador que mantiene, su
utopía es clasista.

• En cuanto a la equidad, deja una fuerte concentración de la renta en manos de muy pocos. El adjetivo de moderna que el autor
le añade quiere decir “reforma”: una Utopía Reformista. Es decir, lo que persigue Wells con su Utopía Moderna es frenar, por no
decir combatir, el contenido comunista/comunalista que tienen todas las propuestas de los utópicos antiguos. El que defina
su utopía como moderna no es suficiente para que no sea más que una versión de lo que hoy en día algunas organizaciones
reclaman del sistema capitalista: que dulcifique sus políticas neoliberales y presente un rostro más humano en sus actuaciones. Si
no tocas la propiedad, si no repartes justamente, si no te gobiernas colectivamente, si mantienes valores egoístas, ¿dónde está el
proceso de transformación?, ¿cuándo se realiza la utopía?©

George Orwell
Motihari, India, 1903-1950

Tras la abundancia de textos utópicos en el Renacimiento y los años posteriores, la llegada del siglo XX supuso el advenimiento de
un pesimismo generalizado, en Europa nacía una nueva literatura que contestaba a las utopías de antaño: la antiutopía.

Eric Arthur Blair, hijo de una familia británica, perteneció a la Policía Imperial India destinado en Birmania, de 1922 a 1927, fecha
en que regresó a Inglaterra. Enfermo y luchando por abrirse camino como escritor, vivió durante varios años en la
pobreza, primero en París y más tarde en Londres y a raíz de esta etapa empezó a escribir algunos escritos bajo el pseudónimo de
George Orwell. El feroz realismo con que describió la sociedad de su tiempo le lanzó a la fama con prestigiosas novelas
como Rebelión en la granja (1945) o 1984 (1949). Esta última de gran interés por su inquietante y aterradora descripción de un
futuro permanentemente vigilado por el Gran Hermano. Cuando Orwell escribió esta obra maestra de la ciencia ficción,
fueron muchos los que no dudaron en acusarle de atentar contra el comunismo soviético. Pero no era ese el propósito de Orwell.
El autor no estaba en contra del socialismo. Lo que intentó Orwell con sus escritos fue mostrar al mundo los peligros que
una política como la llevada a cabo por Stalin, Hitler o Franco tras la Segunda Guerra Mundial. Con esta profecía catastrofista de
nuestro tiempo mostró su repulsa a los totalitarismos que por desgracia habían conquistado la escena política europea. ©

Aldous Leonard Huxley


Godalmine, Reino Unido, 1894-1963

Hijo de una familia ligada al mundo del arte y la cultura y nieto del sabio inglés Thomas Huxley, publicó más de treinta libros,
sin embargo, de entre todos ellos cabe destacar su novela Un mundo feliz (1932), que le proyectaría como el gran profeta de la era
tecnológica por su cuestionamiento de las dudosas ventajas que el progreso y los avances científicos tendrían sobre las
nuevas generaciones. Tras mantener contacto con personalidades de la época, sería iniciado espiritualmente por Prabhavananda,
líder de una orden hindú del que se distanció por culpa de los continuos experimentos del autorcon drogas psicodélicas,
que, finalmente, fueron la causa de su muerte.

Un mundo feliz relata la deshumanización generada por el Estado mediante el condicionamiento genético. Los individuos son
creados en serie en laboratorios especializados y divididos en cinco castas (alfa, beta, gamma, delta y épsilon). Los individuos
“alfa más”, son atractivos e inteligentes y su trabajo está basado en el intelecto, mientras que los “épsilon menos”, son feos y su
intelecto sólo les permite desempeñar labores de esfuerzo físico. Con la llegada de la adolescencia son sometidos a
unas sesiones de hipnopedia que les convencen de que serán felices independientemente de la clase a la que pertenezcan.

La obra de Huxley ha sido valorada como una de las grandes antiutopías de su generación. ©

William Golding
Saint Columb Minor, Reino Unido, 1911-1993

Novelista y poeta británico. Está considerado como uno de los grandes autores en lengua inglesa del s. XX. Premio Nobel de
literatura en 1983, es conocido especialmente por su obra El señor de las moscas (1954). La novela refleja gran parte de
las vivencias de Golding durante la Segunda Guerra Mundial, en la que participó alistándose en la marina. En ella describe la
evolución de unos treinta niños que, tras un accidente aéreo, resultan abandonados y sin supervisión adulta en una isla desierta a
la espera de ser rescatados. Un día, interaccionan un conjunto de casualidades que desembocan en el primer gran conflicto. Así,
se inicia una “microguerra” en la que el civismo inicial es sustituido, sin remedio, por el salvajismo más primitivo.

Con esta obra, el autor insinúa, casi sin darnos cuenta, el inicio de una utopía. Una especie de vergel paradisíaco donde iniciar
una nueva vida sin preocupaciones, sin trabajo duro, con tiempo libre y espacio para jugar y divertirse. Pero pronto empieza a
turbarse el sueño. Lo que Golding pretende no es realizar la reproducción realista de una convivencia, sino mostrarnos la
insignificante línea que nos separa de los animales, la delgada franja que delimita la bondad y la maldad de nuestra condición
humana cuando se nos pone a prueba. La tentación de poder, el libertinaje y la ausencia de autoridad pueden inducir a cometer
atrocidades que, seguramente, no se cometerían en un sistema organizado y controlado.©

Manuela Aguilera 
Directora de la revista Crítica

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