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Fernando Ainsa

LA RECONSTRUCCIÓN
DELA UTOPÍA

Serie Antropológica
EDICIONES DEL SOL
1. Los signos imaginarios
del descubrimiento de América

La utopía que se destierra ahora del imaginario colectivo


occidental, ha estado desde siempre presente en la historia de
América Latina, donde puede rastrearse sin dificultad la tensión
que ha opuesto la "topía" de la realidad (el ser) a la Ont()logíadel

~~~~~:Iie~~td~~r~ÍFais~~~s~"~;~i;~~;~~~~~~~ i°c~~····
1

rácter particularmente desgarrado de la identidad americana, cuyos


signos definitorios se han constituido no sólo por lo que América
es en realidad, sino por lo "cree ser" más aún, aquello
CL~..,~~q.1:!!?.!.~~.~ .~~~'.'.
Porque si la utopía es "el resultado de la apuest:i sobre
la base de los términos que ofrece la topía", 1 el diálogo resultante,
hecho de tensión y confrontación, resulta fundamental para entender
la relación del hombre americano con su historia. El discurso utó-
pico estáhecho de planteos que han irite!ll".d_o SUfC~ÚiJ~~~iHdad
de fo'}a de".§i!I[Q;;:esa iii.U.1iipl!c!dad de episodios accidentados
que éonfiguranJa''.gr'111egci~!gpedj_0 .de 1'1..CW..CL'!!E:~.".rnericana" y
que otros han llamado "cementerio de ideologías". Discurso de
contrastes, de oposiciones y antinomias no resueltas, pero cuya
polivalencia semántica no puede interpretarse de una forma
reductora o unilateral.
Estas tensiones explican la distancia que siempre ha existido entre
la teoría y la práctica, entre el discurso pmgr.amáti~()C:()l}Juer~e
componente desideratiyo y el análisis objetivo de sus resultados,
esa "confusión de deseps C()f1X..ealidad_e?" que pauta la confrontación
cotidiana entre la desmesura de esperanzas formuladas con
entusiasmo y el triste desmentido de los hechos. Estos sucesivos
"impulsos') utópicos han marcado, muchas veces dramáticamente,
el proceso.histórico de un c;()_n_tin~ntec!().l1cle~.ll~fl.Q.s.y.es.p=as

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individuales se prolongan en realidades colectivas. Ello explica epi- tiempo, esdecir, unterritorioc[onde fundarse y l!.na historia con
sodios s·ignificarivos ·de·la--h·is·to-ri·~r;·~·erO'"'t~iií1bi"¿n la crónica "s~lcn­ un pasac[o arecuperar () ut1 futurodonde prorectarse con facilidad.
ciada" de !a disidencia y del pcnsan11ento heterodoxo, los suenos y Ami'ríca ha propiciado desde su integración a la historia de occi-
los proyectos sobre "lo posible lateral'), todo lo que pod.rían1os dente la objetivación de la utopía. Como sostiene Juan Larrea:
IL1111 ar "potencial in1plícito" an1cr.icano. La con.stan.te tensión en-
tre realidad e idealidad, pauta asimismo las experiencias de la llama- Desde el Renacimiento asistimos a la paulatina conversión hacia
da "utopía vivida", las experiencias utópicas pr;icticas que jalonan lo concreto de los sueños abstractos de la antigüedad y de la
Edad Media. América ha desempeñado en esta evolución un
esa rriisn1a historia.
oficio cardinal, rn<lterializando,.ge{)gráfica.me.nt~ ~!.lugar de la
El estudio de los diftrentes n1odelos e intenciones utópicas
bien¡¡v_er.1tll_ranz.ª_:__. es decir, sirviendo de objeto real al sujeto
subvacentes en la historia ele An1érica Latina debe encararse con i;;;-~iiJTI-afú:e- e·n Un proceso de n1utua identificación. 3
una, perspectiva "enciclopédica", donde se rescate con "voracidad
antr~)pológica" todo lo iniciado y no consun1ado en el pensa- Larrea se pregunta, finalmente, si "a la postre el cielo tan ape-
n1iento, la política y la culrura an1ericana. Este rico panoran1a tecido" no será más que "el espejismo determinado en el divino
pcrn1ite entender el vigor que ha tenido la función u.Lópica en los reino de la esfera por una situación antípoda". U na imagen especular
diferentes n1odos de expresión en que se ha traducido: desde la y de inversión de realidades que acompaña la historia de las ideas
filosofía a las arres de las plataforn1as políticas a las experiencias
1 del continente.
alternativas llevadas a cabo en su territorio. "~o .se_ puede entcndt:r J:l ri~Jlíesa hisJ:g.ria ql!f~s~i!l~c:iii.,c:l~s4e cero") y el espacio
América si se olvida l1ue somosun capítulo Clc_l~iJúsfüth1c[e las (las vastedades de un t~rritorio "yé a poblar") Fían favorecido b
utopías c~1ropet~s'_1,__prop,o~_e _ ?Ct~viO_ Páz. ---.;-- - . _ . forrn,uI;isfallil'1.'C){Perif11.eritadón utópica, incluso como parte de
L~ __p.1:_e~t1J-SJi!2g;:LtIE!l~E~~' cna1rdü" Fli5·o~l5Sesiva, 0_~. .L.t.!1.~L~--~~ES!2,~_? n la vida política y lejos de los planes gló1ales imaginados en "ninguna
"'~~SéJiis~~.-,~~1 ensayos pro~ra111as, discursos y n1er~_:> aspi~aciones es
1
parte" con que se ha identificado el género en otras regiones del
aún n1~ís original si se tiene en cuenta que, a diferencia de otras mundo. El hecho de que haya primado la relación dialéctica entre
áreas idion1áticas con10 el francés, el inglés y aun el italiano y el teoría y praxis sobre la pura teorización abstracta está en el origen
alemán, el mundo hispánico no hasidoproclivc:ü género utópjco. mismo del discurso utópico del continente, donde los planteos se
Curiosan1ente, LiTista de utopías escritas en español es reducida. entrelazan y confunden con la práctica brutal de la conquista y la
El reciente esfoerzo por recuperar textos olvidados y establecer lo colonización y, luego, en las tensiones y "desmesuras" que carac-
que se ha llamado "una topología de la imaginación hispánica",' terizan su historia independiente !1asta nuestros días más recientes.
no ha logrado invertir lo que es evidente desde la publicación de la Esta intensa sinergia entre imaginario y realidad explica la razón
obra de Tonús Moto en 1516, a saber: la indigencia del género y el método de nuestro trabajo, que centramos -por un lado- en el
utópico de expresión española. análisis dl"..~ómo Ja~ utopías han reflejado las preocupaciones )'Jgs
¿Cón10 explicar, entonces, que en América se haya dado una problemas de su época, fritando al !Tlisrríó.fíeiñpód-e-superarla,
tensión tan variada en intenciones utópicas y tan parca en obras haciendo C!elóimposible-relativo algo posible y proponiendo una
sisternáricas del género? ¿l)or qué jusran1ente en Ai;;éric~.1 ese ~;1n­ alternativa a lo real y -por el otro- cómo las realidades de un
traste entre la utopía sisten1atizada y los deseos y puls1ones de determinado tiempo histórico, los modos de pensar y de imaginar
los modos utópicos? de un individuo o de un grupo se han traducido en las utopías del
período. El rico circl!itoent;i.IJl'1c:IJ?.rnm:.._amhos.=irnagin.91i())'
realidad--es partedel motor de la historia americana, hecha no sólo
Un tiempo y un espacio para la utopía de los. Súenos"íélo"-cumplíaos~Síño-aeTá""espei:anza objetivada Jl
arrebatada con energía a un espacio nosie111pre tan gene:roso y
Aven turan1 os una hipó tesis: po_r_g~_1_~__ !}._g!-~.~-LC:_9:J~-~-. E~~-~.~-do desde y
paradisíacocomo se creyóe~~ii prínclp!o a u11_ti.<:~Pº h~_t<)ríco
su origen, primero a los ojos de los europeos y luego de los propios no siempre dispuesto a darle legitimidad.ª l()sl'r'?c:ll1C:t()S~g;::.Ta
ameticanos,los dos ingredientes básicos de la utopía, cspacw y imaginación. ..-

l 16 117
En efecto, ninguna otra región del globo al ser descubierta,
e cve1ac1a", con10 pre f'ieren otros, 11a s1.d o lJaut1zac
" cncontracj a,, o "j . ja Por otra parte: la utopía, por muy proyectada al futuro que
_.N.u.cyq,.M.ttr1.do,.privilegio de comienzo y de génesis <le un ticn1po y pare~ca,.serit!fr<O SI<:_fl1preAc: l".f1.()~a_lgia. La.l1to12íaJ:Ilás r;.t.cio.nalse
un espacio del que es dueña, no sin cierta an1bigücdad, An1éric~1.
lJor esta razón, su territorio ha sido propicio a la <(objetivación" 1..-lc la
~;.:;~~~~::~~iiii~~~G~~~ ~()iiu1!~;~T!';;~i~i~f~!~;,i~~~~r~bª~:!'l
utopía y buena parte de lasesperanzasfrustradasen Europase han s~lvaj:" reenc~rna el cristiano pri..,mitivo, el "buen revol~cionario" 1
depositado. en el Nuevo Mún.do,di¿íiclé t-rtabrrlarásá.de üiia hístoí-í;í sintetiza las .vmude~ de ambos. Este retorno a los orígenes ha ali,,,..y
a5ierta al foturo ha potenciado planes y proyectos de toda índole. mentado n:1tos nacionalistas nostálgicos, cuando no arcaicos, de
:t:sta disposición teórica a representar en el vasto espacio del un pasado Irrecuperable que se enfrenta al ser de la historia inme-
Nuevo Mundo lo que ya no era posible en el Viejo, ªP'~~ec~.r;.W: diata, haciendo más notorio el4esajuste entre realidad vjyidae
ideal propuesto. ······ · ···· -·~·-·················
,flcada por la certidumbre de que hay adern;Ís un tlernpo (una
h[sfüria)···pr:rr1iiiceisé:ltéirefatfas·· afü'i11ációries cómi)wAñ1e!'ica, .. Eñrnsiasfas profecías sobre el "destino. americano" o excesivas
C()l1~t'iiiCiitC-"der-·rLi . t~if'()1'; "An1érica es el porvenir del 111 un do", idealizaciones sobr~ dser americano, est~l1.<'_n_el o.rigt:l1~d.<:._buena
''América, tú eres n1i esperanza, tú estás llamada a salvar al n1 undo"'í, part~c!eo.1~~ c_omr;r~.ic_~10nes generadas por ej_debas<;.1.Qbi:da-i<len-
resutnen n1ejor que nada este espíritu. .Q<l".ci:~los mterrogantes.aparenteñieñfeSin respuesta de: ¿Quiénes
"País del porvenir" -corno lo bautizara Hegel-, el Nuevo somos? ¿Cuál es nuestra verdadera identidad? ¿Aquella a la que
Mundo ha sido siempre posibilidad, esperanza de vida nueva que aspirarno.s o la de la realidad ~ue n.os rodea, hecha de desigualda-
se propone a partir de un simbólico "empezar desde cero". Sin des msoportables, pobreza crlt!ca, m;usttcia, dependencia, inesta-
embargo, esta jubilosa "juventud" se ha pagado con la negación o bilidad o explotación?
la ignorancia del pasado. 'J\rnérica, región sin historia", sostiene el Sin emb~rgo, aunque las ''i111_ágst1"'.cieJ.4es<:<t.'.lue reflejan los
n1Ís1110 Hegel; ('An1érica, continente del tercer día de la creación", planr_eo_sl1t()piE5'5,~,J~~i?c~.§!2~:".~[,fif§fc'!B~iy eñTügares rx.,
esquematiza Keyserling, mientras Ortega y Gasset plantea su c'.'.rnun<es9_11:.lospr'.'.P~'.'.~1atmoarne;:~cano.~;:S::iten cü~[~an
"meditación del pueblo joven". El pasado queda reducido a la ~9eg~, e~ eviC!e~te que .exp11Cañen buena parreTaEistoria y 1a
arqueología de civilizaciones pre-hispánicas o a un inventario de producc10n filosofica y ltterana del conttnente. Ello ha sucedido
"culturas muertas". El "pecado original de América" -·al decir de en cinco momentos particulares de su historia ("momentos estelares
H. A. Murena- es este "exilio europeo" del otro lado del océano, de la humanidad": diría Stefan Zweig) en que la tensión utópica
el vértigo que da el vacío histórico, esa evasión y ese desarraigo en ha cerrado el ctrcmto que va de lo imaginario a lo real, de la teoría
que se su1ne la desesperanza como reverso de la utopía. a la práctica.
La ambivalencia del signo de la novedad americana -apertura Estos momentos se han caracterizado po.r:
al porvenir carencia de historia- ha sido fuente de nu1nerosos
1

equívocos conceptuales, estereotipos y lugares comunes que repiten 1. Lairn¡oro~tade lo..s...s.igt1()s,delirnagin:rj~e:ri~E:' que _BJ:~c.i:.d.e
los propios latinoamericanos, divididos, no sin contradicciones, Y. .c:.a,r<!_Cl'!~ª eJ.ª"~cubE'.1°'.ue:moCle :Amenca, Juego-c!e espejos"
entre quienes lan1entan la carencia de historia y quienes est~í.n entre.Europa y las AmérícasT¡í.c.ífc¡ueerfenorneno se ha dado
convencidos de las ventajas que otorga el ingreso tardío en el devenir también con los Estados Unidos y Canadá) que permite el
de Occidente. Ventajas que se resumen en sostener que todoaquello surgimiento de una conciencia de alteridad y otredad con que
gueyanoera posible ene! Viejo Mundo, sumido en lafaladde se identificará el género utópico.
H...iªIóL_debía ser posible en el Nuevo. En América existía o se 2. La aparición de un prim.er d.iscurso alternativo en el período de
recuperaría la Edaodeüro, el Paraíso 2erdido y la Tierra Prometida. la conqmsta y la colornzac1ón, especialmente a fravés de lo.s
En el r::t:ievü Mundo ie~ei1c.ªr.'1á?:~r;:T~:~E~3siáíllco-~y<§.!.]T~ planteas del cristianismo misionero a:cerca de cómo _conStrUlr
.....s_al.".ª.l.<:.,,• era posible construir la Ciudad-Ideal y vivir regido por· un "mundonuevoenerl\füevo 1V!undo .
las virtudes ddcrisrianismopfímwvo.~·--- 3. La importancia de la fundól1 utÓpi~~ ~n el momento de la
Independencia, especialmente en la formulación de proyectos

118
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de unidad continental y de organización de los flamantes estados
soberanos.
c:ínol'éjft!os. Mínúzturrt 4. La revalorización del mito de la tierra ¡¿rometida como sustrato
del Lihro de las u to pi code la eiñigraC:Tó!Dili:~;fl t;;;;~,¡;;;;;;:¿;:r;ll!i;;;~~;:-:i;
Uz rtl V ;zz;¡;"{[>(J';.fs) aeTsigtoxix]:n'oueñaparte del continente.
lríbI(f!té~q_!!Ci"Eíi'J;,!fxzJ2. 5. La proclamación del "derecho a nuestra utopíá' que caracteriza
TOtlOs~TO·s vúijeros la reflexión filosófica y ensayística d~latJl,\'.tif~lÚSJ!lO contem-
célebres de 11; E'drrtl porfoeo~a·parl:!r'ifeTa:S'ü1)i~; emblemáticas de José Enrique
lV!cdia asegurt1b11n
Rodó, José Vasconcelos y Pedro Henríquez Ureña.
haber encontrado estos
hornhres con crthezrz de
perro en sus andanzas
por ticrrtts lej1uu1s. La "invención" del nuevo mundo
C'olón no poclía ser
rnenos y se nflerc en su
Las primeras "pulsaciones" de la utopía americana pueden ras-
rlíario tt la existcncúr
en A rnérú·a de estos
trearse en los mitos que predeterminan y "presienten,, la existencia
"hornbres con hocicos de un "cuarto continente" y en los que fundan la idea de un Nuevo
de perro que cornían Mundo en el momento de su descubrimiento e incorporación al
hornbres". imaginario occidental. En este sentido, no es exagerado decir que
"la huida hacia el Oeste" que caracteriza el movimiento expansivo
de la civilización occidental contribuye, más que otras razones, al
encuentro de dos mundos, Europa y América, y a la expresión de
lo que se ha dado en llamar "el extremo occidente".
Un movill1i"n.to-haciala.diJ:ei:.cirinJkL§.()l__¡:>oni>:[lte, hacia la
"tierra de los muertos" que anuncian los textos sagrados del antiguo
Egipto y se inicia con la navegaci<Ín des.de Grecia hacia el oeste. El
paraíso pagano, llámese Campos Elíseos o Jardín de las Ijes¡)éfídes;
está en esa dirección y en esa dirección se efectúan los viajes
homéricos de la Odisea, donde también se sitúa el continente de
la Adántida de los diálogos de PLi.t<ÍI1· En la medida en que las
exploraciones y los viajes YaQ.:Üejandohdes.cQ[l_()c:icJghacia elO~.ste,
las islas mitológicas del mundo de Homero (Sicilia y Las:d::Ipari)
se sustituyen por las Islas Bienaventuradas (donde se ha preservado
la Edad de Oro), situadas más allá de las Columnas de Hércules.
De los jardines perfumados de Andalucía y el norte de África se
pasa a las Insulae fortunatae-las islas Canarias, las Madeira- que
emergen en el corazón secreto del "Mar Tenebroso''.
La barrera del non plus ultra del estrecho de Gibraltar se franquea
en una Edad Media que puebla ese mar brumoso con la fantasía
Mrtrco Polo partiendo de !ttdia, rniniatura del Libro de las M1iravi!las
de "islas deliciosas", a las que bautiza con los míticos nombres de
(París, Bilioteca Nacional). Los viajes de Marco Polo al Oriente
contribuyeron enorrnernente a rtbrir el imaginario europeo hacia lo
Avalón, Antilia, Brazi, la isla No-Encontrada, donde está situado
rnarrtvil!oso .Y los tlbisrnos ele la ''otrerlad", que se verá luego reflejado en el Paraíso o donde se han refugiado los obispos cristianos (Las
fas representaciones de Arnérictt. Siete Ciudades) que huyen del Islam, dueño y señor de la península

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Ibérica. La AtLímida legendaria de los diálogos Timeo y Critias de
Platón sobrevive en islas que no son n1ás que los picos de las incorporado al "mundo histórico" de occídente.----------Los territorios
rnontañas del continente sun1ergido. hacia el este abiertos gracias a viajeros como<.)y[irco Pol~~'aunque
E,sta prin1era tensión entre países legendarios y geografla real se es~é_11.1i;.Yestkills..de.la. ~ma.t:avilli:_ dt;5.11.uksi;:.tip.d@er.st'integran
cu111ple n1erced a un 1novin1iento a través del espacio. La bt'is- sin dificultad a las "rutas de la seda" y de las ''.especias", tra!lsitadas
queda de esas tierras n1aravillosas, cuando no paradisíacas, se tra- con riesgo y entusiasmo por mercaderes y comerciantes. Hacia el
duce por una navegación hacia lo desconocido y motiva, al inisn10 sur, árabes y portugueses descubren la ruta de las Indias que fre-
tiempo que las riesgosas empresas co1nerciales de navegantes árabes, cuentan animados por pingües beneficios mercantiles y alejan para
genoveses, portugueses y catalanes, los viajes mesiánicos de los siempre las leyendas sobre las aguas hirvientes y las tierras inha-
monjes irlandeses que llegan hasta ''la últinia Túlc" (Elai1dia) y bitadas del trópico ecuatorial.
,hasta ese "1nar sólido" con' que se id-en'tíll;can, las costas de Groen- La misma localización del paraíso terrestre parece alejarse en el
landia y de Terrangg,.5on también leyendas sobre territorios espacio del imaginario y la discusión sobre su realidad geográfica
desconoódos las que animan las arriesgadas expediciones de pillaje queda como un debate de la teología apologética. El cielo se desa-
Y_ colornzación de los vikingos, especialmente de Erik el Rojo. craliza con los conocimientos científicos y se puebla de estrellas y
Este n1ov1m1ento parece cristalizarse con el desembarco en tierras constelac10ncs con nombre propio, sujetas a leyes físicas compro-
americanas en 1492, aunque el propio Cristóbal Colón tardara en badas empíricamente y cuya precisa posición en el firmamento
percibir la verdadera dimensión de su descubrimiento. guía a los navegantes. Los propios ángeles se disuelven en un espacio
No hay que olvidar que la empresa de Colón tenía otra finalidad: cada vez menos "cosmizado" y cada vez más~:fosmogonizado".
encon~rar navegando.hacia el oeste una ruta inás corta para acceder Sól() queda una di_r_ecci<i_!lg!lg,plor.i!_G'.!(gs;¡Jl,, donde el misti-
, a las tierras legendanas de Caray y de Cipango. Es por azar que cismo geograficcíyefespíritu de aventura que impulsa a los viajeros
«tropieza)) con .un c.ontinente en su can1ino y es por ello que tarda se mezclan con las discusiones de astrónomos y cartógrafos sobre
en cobrar conc1enc1a del verdadero alcance de su descubrin1iento. las dimensiones reales del planeta. La necesidad de abrir rumbos
La conquista se acompaña de un verdadero "bautizo" de lo hacia los territorios legendarios del occidente no ofrece dudas, ya
an1~ricano, .gracias al cual se legitin1a la apropiación de lo desco- que en el transcurso de los siglos que separan la Antigüedad clásica
nocido y su mcorporación al imaginario social de Occidente. Corno del descubrimiento de América, la cartografía mítica y fantástica
en toda legitiinación, un sistema de convenciones asegura a partir fue localizando los Pa_;:ií~()s pag3:E~15rec()-roi;:anos y :,el tas haci":
de ese n10?1ento su preservación en el marco de una herencia que eloes,~~;:Im:iusoetParaíso Terrenal defG'lñeSls, cuyos SignOStTDTi-
se transmite con10 una indiscutible posesión. Así, A1nérica pasJ., cos lo situaban hacia el este, pudo ser accesible en la imaginación
rápidan~ente a ser.patriinonio colectivo de occidente y en ella se por el occidente desde el momento en que se aceptó el principio
reactual~za1.1 y se re1nterpretan, a través de las sucesivas en1presas de de la redondez de la tierra.
descubnmiento Y. conquista, olvidados mitos y leyendas y se evi- Se habla así de la Cuarta Parte del mundo como de una certeza,
dencia una necesidad de explicar lo desconocido gracias a lo va rumbo occidental de mitos y países legendarios que no ofrece nin-
conocido desde el pensan1iento clásico. ·-----!_
guna duda en el momento del descubrimiento de América. Por ello,
En efecto, An1érica se integra a Europa en un n1on1cnto clave se puede repetir con Alfo11s_o.;'.!{~es ?w>'-~~óca f\l.e.\111~ "r~gióE.
de su historia: el1;rnndoaislado de la Edad Media se ha ampliado deseada antes de serencontrada", porque "solicitada.ya por todos-los
rurnbos-·cumienza, antes . dé.. ser un hecho comprobado, a ser un
K~~~-9~~§j~_Ll:-G-"-Li~-~9~-?Jfie.4~!"~t2-~.~-S}1_~í~_ta y las navegacio11es que circun-
valan los continentes. En ese 111.o~er,i~(:} parece co1no si todo terri- presentimiento.~. la vez científicoy poético". 5 Esos idealesque ~l
torio. donde fuwiar una utopía no pudiera ya situarse en el viejo ho111bre eu~opeo ~eceSit~ -~s_táil Sí_tUad()s_ en uii_a -"nll~vatTeff3."''~eñu.na
contmente, por demasiado conocido y explorado. derraclesronrn:tdadondeióJavi:lt:ü(Jü-e.s¡;05;¡;¡;::-aW1qliese pregunten:
Las regiones brnmosas del norte -el "país de los bárbaros" de la "Ya tenemos descubierta a América. ¿Qué haremos con América?":
l1.i~~ª-:- con sus fá!Jula-s'7-ley~;;J~~y-;n-¡¿-¡J5,ha
A partir de ese instante el destino de América -cualesquiera
retrocedido en la medida en que viajeros y conquistadores lo han
sean las contingencias y los errores de la historia- comienza a

122
123
definirse a los ojos de la hurnanidad corno posible can1po donde y el reino de El Dorado guía los pasos de Pizarra, .S°-1119.<d mítico
realizar una justicia n1ás iguJl, una libertad n1ejor entendida, país de Ci PªJ1E9.hª.l?.iª,g1Üad<Lé'.l.Et1J:1b9~<:_l3s c_ai:,a~,:las_:J,:9J!On·
una felicidad n1ás co1nplera y 1nejor repartida entre los hon1bres, Haber-descubierro América no cierra en fürma automatica tas
una soñada república, una Utopía.(' puertas de la Edad Media. Durante siglos, leyendas y mitos .medie-
vales pueden rastrearse tras las expediciones y las aventuras v!Vldas y
El descubrimiento de América no fue, pues, obra del azar. contadas por descubridores y conquistadores. Muchas de ellas encuen-
".~.~.1--rop~~.}.~~~ES~flt'2E~. . -2-<?,.r9"~:l~~:5~j.~~'..1 sinteciza, por su parte, tran su complemento o enriquecimiento en leyendas y mitos pre-
LC01J'c)ld() Zea 7. Se sospecha entonces que contra toda teoría cienü- colombinos de similar signo. Otras reaparecen revestidas de ropaje
ficista . .e.l ,,~cs.~ubri.n1ie.1~.X.Q,_X1:Q_.sl.'.:~.!~i~EE~b~=~~agir:~l0:hJiJJ.9_.~l~lc, literario en las mejores páginas de la narrativa y la poesía contemporánea.
por el_ ·¿o·ri~~·a1:1·0~:,Ta _exci_ta_x_ l~ n1_otiva. An1ériCada cerridu1nbres y En vez de desmentirse, en la confrontación con la nueva realidad,
razones a lasfinr:ísGsYIC:yenéEí;Jcipasado. los mit9~J:'.Jm;end3~ se actualiza11,_Así, la Edad.de Oro'. que se creía
Por azar, los yrim.ef9E ~ei:i:it~Q()J-;!l;;_m.sfadll.q?2f C~Lé_!;:_~o n perdíCfa in ilo ternpore, reaparece en el espacio amencano que la
talllbien islas y sonisfos de r1aturalezapar~disíaca donde viven ''seres había mantenido, gracias al aislamiento y a la incomunicación entre
:p_riili_~~i~2.i~~--~!i::.~~:~f~ªQ:fi~iJ.O') :L5e--é-s t~1· f:'lSC111~lC16'll~Ofígí~1~f i:ú1ce ·ta sus propias grandes civilizaciones, fuera de la degradación .de la Edad
certeza repetida hasta hoy en día: América es un sitio privilegiado de Hierro que imperaba en Europa. Los espaCJos imagmanos del
donde podre\ realizarse el sueño de "un:1 felicidad más completa y i ( Paraíso terrestre y del país de Cucaña se reconocen en la abundancia,
mejor repartida entre los hombres, -~!!LS.Qíiada rep\¡bli~jj,,_JlnJ \ el clima y la vida apacible del Nuevo Mundo. El mito, en vez de
_.})J;QPGC. /l '·· ·desaparecer a causa del descubrimiento: crece y setransf()rlT!a· A
La idea abstr1tta y fantástica del Edén se objetiva y se vuelve veces carnbia deesceiíario'fse-haceubicuo (ElOorádo, lásAmazonas,
concreta. Rápidamente, como ha demostrado Sergio Buarque de la Fuente de Juvencia; otras, simplemente, es releído y, por lo tanto,
Holanda para el caso del Brasil'', bs nociones míticas del P,u-aíso reinterpretado, desde la perspectiva del Nuevo Mundo, como la
pagano y el cristiano ayudan a definir la imagen del Nuevo Mundo. Atlántida del diálogo Critias de Platón.
Por otra parte, se cree que la Edad de Oro de los textos clásicos de Haber descubierro América no detiene la invención que había
Hesíodo, Virgilio, Píndaro, Horacio, Ovidio, Séneca y Luciano, poblado los mapas de lo desconocido en la antigüedad.y en la Edad
no pertenece a un pasado irren1ediablen1ente perdido, sino que Media con la imaginación de Occidente. Por el contrano, la exCJta y
sobrevive inconta1ninada en territorio americano. No es difícil parece darle pruebas tangibles. Basta pensar en el número de expe-
reconocer muchos de sus indicios en la vida cotidiana de los pueblos diciones planeadas por las coronas española y porruguesa, pero
aborígenes, gracias al aislamiento en el que viven sus ftlices habitantes. también por ingleses, alemanes, holandeses y franceses, en búsqueda
La edad de oro del pasado se restaura en el presente, el "cris- de lo que hoy parecen quimeras: encontrar la Fuente de Juvencia, el
óanisrno prín1itivo" de los prin1eros siglos de la era cristiana re- reino del Padre Juan, las Siete Ciudades, la Sierra de Plara, el País de
vive gracias a la acción utópica de los nlisioneros, el paraíso perdido la Canela, la Ciudad de los Césares, el Rey Blanco, El Dorado y el
se reencuentra en el edenis1no, la Arcadia clásica vuelve a florecer, País de las Amazonas. Buena parte de los descubrimientos y explo-
la fuente de Juvcncia se busca nuevan1ente con entusiasn10. La raciones de vasros territorios de América del Norte y del Sur se
"invención" del Nuevo Mundo está directamente relacionada con hacen en nombre de mitos que parecían certidumbres. La historia
la reelaboración de viejos 1nitos clásicos. de la frustrada decepción que seguía a cada expedición es la de la
La objetivación delrnito que se reconoce en la realidad, no se fundación del imperio español.
traduce en la desaparición de la f3.ntasía del nuevo discurso an1e-
ricano. Por el contrario, la imaginación es más pródiga que nunca y
parece estimularse y crecer gracias a la realidad que no la desmiente,
El imaginario confirmado por la realidad
(iino qtie le da asombrosa razón. Pon ce de León recorre las Antillas y
! la Florida buscando la legendaria Fuente de Juvencia, Orcllana El imaginariocolectivooccidental transponaal_rn).s.@()t.ie111po
\ _ desciende el río que se bautiza con el clásico nombre las An1azo11J.s a territorio americano ciudades y-proeiás-ae Tíbros de cab.'\llería,
\
~" vo ,,,,__ , _ v,,,__,,_ ""~"""~'r~-"~.~.. """"°"'~~---~-·-

]21¡ 125
zando la feliz imagen de José Lezama Lima: "Desde su incor-
catálogos de zoología fant,\stica y de botánica aplicada, olvidacbs
poración a la historia occidental, el Nuevo Mundo entrelaza
leyendas y tradiciones. Durante los años que siguen al descu-
íntimamente el mito clásico y la nueva utopía". En América, en
brin1icnto, la atención de cronistas y aco1npañantes de conquista-
los primeros años de la conquista-recuer~ad ª1;'.tor de.Paradiso-
dores se concentra en la verificación de esos n1itos y en su adaptJ_ción
americana. El a priori del Nuevo Mundo, tal como había sido "la imaginación no fue la loe.a de lacas~. smo. un prrnci?i'.,' de
agrupamiento, de reconocimiento y legmm~ diferenoac10n . El
imaginado inventivamente, impregna la descripción de la realidad
cronista de Indias lleva la novela de caballena al paisaje. Flora y
, •'develada. Buena parte de la fantasía del viaje imaginario de Sir
fauna son objeto de reconocimiento en relación con los viejos
1
JohJl,.Man~ville, publicado alrededor de 1355, algcmas de las
bestiarios, fabularios y libros sobre las plantas mágicas. "La imagi-
";;:;;;;·avillas" de los viajes de Marco.Polo, otras de las fantasías de
11ación va estableciendo las semejanzas. " 11
las Etimologfas de San Isidoro dc'Sevilla, parecen comprobarse en
' La trmsculnu:ació~üedi!cd clásica a territorio
el Nuevo Mundo.
Berna! Díaz del Castillo, al llegar con Hernán Cortés a 1enoch-
adfi'riÚñO~·raleTcómot'fS"itmaz"onas7rar:liente d~ la Juventud y
los Países Legendarios, sobre los cuales fantasiosos viajeros habían
titlán y descubrir los blancos edificios de la capital del imperio
\ acumulado "maravillas" a lo largo de la Edad /:0.s;.dia, es efectuada
azteca levantados en una florida laguna, cree "ver las maravillas de
\l?º rlos propícís-Clescul5r'rdl1res·del-Nnevo"'l'\1Úncto. Su iden;ificaci.ón
Amadís de Gaula"· Gonzalo Fernandez de Oviedo3firma que las
c'on la geografía, la flora y la fauna amenca.na, es aut~mauca e In-
A:;;t;nas enqL;~ d~~mbaré:o'COlifüer~s-~hit!;!i1~r1~:r~·q_c~ejn mediata. Su integración, cuando no su nac10nahzacwn, puede .di-
la Antigüedad clásica se Sitüaban efí~sTfüiiíieoc;:;ids;rn;1Lcklarierra,
fícilmente separarse de las utopías que esta misma realidad inspira.
-:icnarehTa d'íaS'de navegación ele las Islas_~~CJEg,oDas (Islas del Cabo
Son los "fuegos bajo el agua" 12 que, si bien de_finen la noción
VéYderJ:: el:l .. cualesestarE}1J§S'srv'!cl, la Ed~~A.9ro. Por su
original de lo americano, tienen una naturaleza difereme a la qtle
parte, erI\ídre Aco:sia, éñ1; obra De~a Novi Orhis -que
Alejandro Humboldt reconociera como la base de la moderna propone el primer discurso utópico est~·µct':1r.a,4~. Mito y utoI:iª,
son, en efecto, de naturaleza diferente. El mttoe_sun he,cl:i2..§2~1al ,
geografía an1ericana-, explica el origen de las migraciones !1umanas
hacia el Nuevo Mundo y la diversidad de la flora y la fauna del colectivo, generalmente objeto de creencias, sobre. todo cu~n.do 'j
está iI1scríto en las instituciones de las sociedades arcaicas. Alegor1co 1
continente a partir del Arca de Noé del Génesis.
a veces, simbólico otras, el mito es polivalente y está sujeto a una/
Los ejemplos pueden multiplicarse, pero lo importante es subrayar
estrecha interdependencia con la sociedad de la que emana, por lo"
en los ya mencionados el esfoerzo consciente por explicar el Nuevo
Mundo a través de categorías de lo existente y hacerlo inteligible a los que casi siempre justifl_s~.WJ orden estabk·c~dº:. .
fü"ié.:Tmnt'fatto"f.íUTopí:r~upoñe'Líñaiiíttca Clel orden existente,
siendo su _finalida~~t!e,~ti?~artO::á)!!V:sDfelí'[~qfm_o"pierfi"a"r!w
demás sin transgredir los principios de la invención que lo había
precedido. "Lo.u:spañok§-sostiene Claude Lévi-Strauss- no tratan
de adquirir nuevas nociones en An1éric,:a, si.11<? __1pá~.J~ÜS:JJ_yecilU:ar
antiguas leyendas: las profecías del Antiguo º!estamento, los mitos
~~~~~t;fs~a~t~ltt~r~~-~~~;;~;,~º~~~;~~~~=ª~~~
rrado, visualización de imágenes subversivas generalmente esta-
greco:fitíi16s;·corno la Atlántida y las Amazonas, las leyendas
blecidas en fimción de un plan totaliza_:it.~..e).11.Esg@Lckrosidi~ci_ó,;:>
medievales, con el Reino del Padre Juan y la'Fuentc de Juvencia." 111
de la sociedad. Sin embargo, ello no impide que la creac10n mdi-
En cierto modo -como ha sostenido Jean Servier- Occicknte
vidual pueda servir en algún momento de la historia como vehículo
no habrfa cm prendido el descubrimiento de Ltn 1'1,;:iey2~1:![undo,
de objetivación de sentimientos difusos de rebelión de grupos o
sino, ''unretol'l1tiJSUsotíg~Il_es()ri,Crfbles más «íJE\ de ~ts agu<!Spri-_
1 de un pueblo entero.
mordiale:SdéT();;¿~;~;,- ·: Este _ _esfue,rzg].i'áC{ccu-ªf1ºfillc:]iiii:ifüL1d
Pese a que J4diferencia enqe mito y utopía se puede precisar en
a~~1.n "l"~"~g~~~~~:i~-_-cí',~~~~-l; _ pr·e-~é~i_~~d; ~on10 resultado una visión irreal
un plano teórico, resulta mucho más,difícil establecerla en la prác:
de Al1-lé'{-¡C~·-qL1e se transn1ite yse repite en los años que siguen al
tica, especialmente en el caso de Amer1ca Latina. En efecto, e~ casi
descubrimiento y la conquista.
imposible separar en el momento del encuentro: ~e la conqmst,a y
Lo que in1porta subrayar es que An1érica a partir de su descu-
1
la colonización, el proceso de mera transcu!turacion de mitos clasi-
brin1iento, se convierte en "un nuevo vivero de imágenes") utili-

127
126
cos como los de la Edad de Oro, el Paraíso. Terrenal, las Islas
Fortunadas, la Arcadia, el país de Jauja o de Cucaña, de lo que es la
propuesta concreta de construcción de la Ciudad Ideal de la utopía.

América como ideal de Europa


El efecto dialéctico de una fantasía sobrepasada por la realidad
se traduce en la multiplicación de relatos y crónicas, muchas de
ellas pobladas de los monstruos y prodigios de las leyendas de la
antigüedad clásica y medieval. Su repercusión directa en Europa
influye en la difusión del género utópico a partir de la obra de To-
más Moro en 1516.

de i~~~~~~~leÍ~~~:~~~~y~~~~(a~Tu~~;~~;~~:p~~ii~1~~- 1'
ffi6vi1rfi~rrnrrenctt.!_~r.",f!fr(,}"órYa" i!llªginativa y práctica de la
conquista y"ae-ra colonización, entre geométricos cónceptua-
liz:ídóresd:ecíuaadesideales yquienes en América siguen exploran-
do nuevos territorios con una tenacidad no exenta de desesperación.
"América no era otra cosa que el ideal de Europa. En el Nuevo
Mundo sólo quería ver Lo.CJ.ll" había desead() que fuera Europa,, ha
escrito Leopoldo Zea 13 • En esé·terrironó"virgen y sin historia, aun-
que civilizaciones milenarias probaran ostensiblemente lo contrario,
se podría (mejor aún,se debería)_¡;<:h.ac;<;J:..sl;E;13lf'.~_()_cfi5\$'.f1!i'L El
futuro americano se téñía··aescre·su~ífícüipüt"aCíóñ a la historia uni-
versal con las nostalgias del pasado europeo. Nostalgia que no era
otra cosa que:

La disposición de espíritu que reencuentra por vías mentales los


sentimientos y los estados de alma ya conocidos, es decir, lo
vivido en lo imaginario colectivo europeo. 14
1-fieronynuts lJosch (l~l Bosco), El jardín de la:; dclicías (clt1t1!!c).
Madricl, !Vluseo ele/ Pr11do. 1~-nf/':(' .los srJ.z:JJ c(rJja1.:d!n ...dc,,./as- rlelicia-s;- el Por la simple terapia de la lejanía, que facilitaba la ruptura de
irnaginflrio l'netliczNd clesft1cahr1 cT·1--~~inftJ'{{(l/-{¡¡scFírn: LJe tt!I! fj!IC (,'0 /rí 11 cruzar el Océano Atlántico, el pasado volvía a ser posible en el
al ttcerc11rse a Arnérii·ft escriba que· ,,_'no-· fa-!tcrba ·:fiflfi iJ!r tt! ruisn"ior ". futuro, repetición cíclica de un tiempo perdido que el descubri"
Lristinuz que el ruiseñor no existiera tJ; e/ !Vun;o A111ndo. miento de América actualiza. El mito de la tierra promerida se
alimentará de esta idea y jugará un papel fundamental en la repre-
sentación del Nuevo Mundo que se forjan pioneros y emigrantes,
no sólo en el período colonial, sino hasta nuestros días 15 .
En nombre de la invención de América, participando del
espíritu de "las utopías geográficas", sueños sociales colectivos
europeos toman consistencia en el Nuevo Mundo y se organizan

129
--· .. '-..._

en conjunlos coherentes de ideas-in1~lgenes, n·1uchas veces Alf-i)!1so Rcycl·-;:"l:J1·~:¡;;:1a Tidc" ~~t)hr({S coutplctas, J (¡¡110 X[, !'v!éxicn, Fondu de
contradictorias entre sí: la cruz que revive e! Paraíso terrestre se ve Cultura Ec¡)né;-h1i..c~l., 19.6..Q.,.·p<' 29.
confiontada a la espada que busca el l)orado, el ocio y L1 abundanc:ia 1
' ().(.,p. 57.
de Jauja al severo principio bíblico de "ganaréis el pan con el sudor
"An1érica en la historia", por Lenpoldo ?_,(_';\ ( /?e!)ÍJ/a ()cátlente, Madrid. l 970).
de tu frente" en el que creían los constructores de la Nueva
Jerusalén en tierra an1ericana. 8 Alfonso Reyes, o. c.
La invención del otro como creación, alegoría, leyenda, fií_bula Sergio Buarquc de i-lolanda, l/isiro do ptnt1iso os !l1oti1,os crlé11icos t10
o sin1ple n1entira inscribe) poco a poco, a An1érica en un espacio r!escuhrirniento e co/onizrl(ÍÍO do Brttsí/ (Río Je J~1nciro, (~01npañía Fditora
ideal, lo que "debería ser" el mundo, espacio mítico primero, utó- Nacional. c=okccíón Br:isi!iana, ! ()77).
pico luego. Esta idealidad se contrapone al ser empírico que la 111 C'.i1:1do por lvbriatHlC J'v1ahn-Lor en Lt1 rlécou11cft<' dc /';!Jnériqtu', o.e , p. ')().
invención americana va ratificando en el inventario que levanta de 11 L11 c:x.prcsirJn dn1ericdlltl por JosC: Lczan1a Li111a, Ed. ll nivcrsitaria, C~hik, l 9(-/).
la nueva realidad, vocación etnológica tlvant la fettredc cronistas 1.'. En Frugos bt(/o el t!f!Jf(l. fn1x'ncirJJt rlc lr1 utopia, lsaac _J. Pardo (o. c.J se r;isLrea el
y padres misioneros que integra y complet:1 b utopía al hacer surgirnÍt.'nto de !a utopía renacentista desde los textos babilónicos has(:t lo.\
explícita b alteridad. tnitos celtas, pasando por la tradición bíblica judco-cristiana.
Desde esta perspectiva, el descubrimiento del "otro" que el 1-1 Zca, o.e., p. 98.
Nuevo Mundo implica es, en definitiva, una nueva invención de
sí n1isn10. Esta din1ensión explica en buena parte la renovada vigen- 1·'• "Uulpic: cocagne et úgc d'()r", por J\lcxandrc C~iorancscu, rcvisr~1 lJioghJt',
cia que cobran en An1érica n1itos ya perimidos en Europa y, sobre n" 75, 197], pp. 86-J 71¡,
todo) el surgimiento de la utopía con10 género alternativo. J\ través 1~ En "Utopí~t,l"icrra Pro1nctida, cn1igración y exilio', por Fcni~tndo 1\insa,
de ellos Europa "renace" -con el Renacimiento-y se_:'.g,descrrbre". f)iríge11cs,
nº 11 Y, dcsarro!la1nos est-c tenia.
-
---~ .. '-""'"'"""-·-... .... """""'""'••,,.,,,_~'"'' "'' '"""""""''' ---
'" -....... .. ~~'"' "'"""'"""'"""·"- ~~-·

NOTAS

"La utopía es una apuesta ejcr_cicla sobre la base _d¡; los térn1Ínos que ofrecs: Li
ropía", af!rn1a Arturo Andr(:; R'ZJig 9n
"La experiencia i bcroan1crícu1a de lu
lt. tóf)l"co y las prirneras f-órn1L1l:1t>i-f1n-fs de la uropía para sí", J?evisttl de f-listori((
de las iclet:1s, C{uiro, 1981, pp. 53-67.
Menéndez Pdayo y Javier Ruiz han dcs[acado la in1portancia dd pensarnicnui
heterodoxo, n1arginado y visionarlo en la i1naginación hispánica prc-
renaccntisra, cspccia!n1cn re en !as obras E! régúncn del su!itilrÍo dd í-1 lósofo
árabe 1\bcn1pacc, E/jardín de! conocirnicnto de Ibn Jatib, IJ!a11quenur de
H.airnundo Lulio y en las obras de heterodoxos aragoneses (custodia dd Santo
Grial en Valencia por Alfonso d Bata!bdor) y dl· !a escuela de <.:áha!a (_k
Luccna y de Córdoba que se v:u1 a~fo!edo. Es interesante d estudio flistorit1
de los heterodoxos espt111oles de Marcclino IV[cnéndcz Pdayo (3 vol,, Porrúa,
México, 1982).
1
Antonio C'o11se/hciro, el priincr gran 1uesías riel Nordt.:1c hnni/oú1',
Juan Larrea, "I-h1cia un~1 definición de 1\1nérica", recogido en Apogeo riel 1nito. rlcsprf(;s ele su cxhunuzcián, 1897 (e;rabarlo dt /rz ljJoctIJ .. C/zntu!os.fur un
Nueva l111agcn, México, 1983, p. 107. intento utópil'o de ed~firar una C'iudt!d de [)io.1 rn /a tlt1Tfl, e11 e/ que .1c
Es ras dos últitnas atlrrnaciones. toinadas dt: Rubén [)arío Vde r rancisco Pí V c1nhrrrcr1ron vrtrios 1ni/cs de crunpcsinos dcscspenzrlos.
Marga!!, se estarnparon con10 !cina de! prin1;;·~~~~;-~~f?(¡¡:c-Vt:·~'T7l't".:f7J2/lnu~s
)T/ñeñZWios.

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