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“Año del Fortalecimiento de la Soberanía Nacional”

TRASTORNO DE HIPERACTIVIDAD Y DÉFICIT DE ATENCIÓN

Cárdenas Muñoz Kiara Karolay Elena, Hernandez Peve Anderson Miguel, Herrera Huayanca
Alejandra Belén, Loza Ramos Loida Abigail, Oré Marcos Xiomara Yanella y Zarate Torres
Keylla Yaseydi.

Facultad de Psicología, Universidad Nacional San Luis Gonzaga

2x1093-Modificación de Conducta en el Aula

Mg. Caico Sánchez Isaúl Giampiero

22 de octubre del 2022

1
Dedicatoria:

Este presente trabajo está dedicado en primer lugar a Dios, a nuestros padres por los

deseos de superación y amor que nos brindan cada día, porque nos han sabido guiar por el

camino del bien. De igual manera se lo dedicamos a nuestro Docente que con sus enseñanzas

ha logrado que adquiramos nuevos conocimientos y con sus motivaciones nos impulsa a seguir

luchando por nuestra anhelada meta, que es culminar con nuestros estudios universitarios.

2
Agradecimiento:

Agradecemos a la universidad nacional san Luis Gonzaga, por habernos brindado una

acogida cálida en esta grandiosa casa de estudios, y al Magister. Ps. Caico Sánchez Isaúl

Giampiero , por sus buenas enseñanzas que nos está dando, y por los buenos profesionales que

está formando, por confiar en nosotros y por brindarnos la oportunidad de seguir en nuestro

camino hacia el éxito.

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INDICE
I. Introducción ................................................................................................................ 6
II.Antecedentes Históricos Sobre el Trastorno De Hiperactividad y Déficit De Atención .... 8
III. La Epidemiologia Del TDAH ................................................................................ 13
1.1. I En relación a la etiología ...................................................................................................14
1.2. ¿Qué es el Trastorno por Déficit de Atención y/o Hiperactividad? ......................................15
1.2.1.¿Cómo son los niños y niñas TDAH? ¿Qué dificultades y necesidades tienen? .......................19
1.2.2. Las Reacciones Mas Frecuentes suelen ser : ...............................................................24
1.2.3. Trastornos asociados al TDAH .....................................................................................26
2-CRITERIOS DIAGNOSTICOS PARA PERSONAS CON TDAH ............................... 27
2.1.Criterios Diagnósticos Según el DSM -5 ....................................................................................27
2.1.Criterios Diagnósticos según CIE-10: ........................................................................................31
2.2 .CIE-10 .................................................................................................................................31
2.3. Hiperactividad.....................................................................................................................32
2.4.Impulsividad ........................................................................................................................32
2.5.La CIE-10 establece que, para realizar el diagnóstico de TDAH, el paciente cumpla: .............33
3- COMO LOS PSICOLOGOS AYUDAN A LOS NIÑOS CON TDAH ......................... 33
3.1.Abordaje Psicoeducacional: .....................................................................................................35
4-COMPARACIÓN DIAGNOSTICA ENTRE DSM-5 Y CIE-10 .................................... 36
4.1. Según DSM-5 ..........................................................................................................................36
4.2.Según CIE-10............................................................................................................................36
4.3.Diferencia De El Concepto De Tdah En El Dsm-V Y El Cie-10 .....................................................37
4 .4. F9: Trastornos del comportamiento y de las emociones de comienzo habitual en la infancia y
adolescencia. .................................................................................................................................37
5-TRATAMIENTO PARA PACIENTES CON TDAH .................................................... 38
5.1.Psicoeducación y orientación familiar: .....................................................................................39
5.2.La Orientación Psicoeducativa ..............................................................................................39
5.3. Terapia Cognitivo-Conductual: ................................................................................................40
5.4. Terapia De Modificación De Conducta.....................................................................................40
5.5. Entrenamiento En Habilidades Sociales: ..................................................................................41
5.6. Técnicas De Relajación Y Control Del Estrés Y La Ansiedad: .....................................................42
5.7. Orientaciones para padres y madres .......................................................................................42
5.7.1. Tener una actitud positiva ................................................................................................43

4
5.8. Tratamiento farmacológico .....................................................................................................46
5.9. Medicamentos y tratamientos comunes para niños con TDAH ............................................46
6.¿LOS MEDICAMENTOS CURAN EL TDAH? ........................................................... 47
7-CONCLUSIONES ........................................................................................................ 48
8-Referencias ................................................................................................................... 50
Anexos 1 .......................................................................................................................... 51

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I. Introducción

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es el término por el cual se

denomina al síndrome caracterizado por 3 síntomas nucleares: la inatención, la hiperactividad

y la impulsividad. Fue el pediatra inglés Still, en 1902, quien dio la primera descripción de

conductas impulsivas y agresivas, falta de atención y problemas conductuales, a los que eran

considerados como niños "distintos", incontrolables, problemáticos; adjetivos que aún se

emplean en la actualidad para describirlos.

Este trastorno neurobiológico, que aqueja tanto a adultos como a niños, es descrito como un

patrón persistente o continuo de inatención y/o hiperactividad e impulsividad que impide las

actividades diarias o el desarrollo típico. Los afectados suelen experimentar dificultades para

mantener la atención, la función ejecutiva y la memoria de trabajo, y pueden corresponder a 3

tipos distintos de TDAH:

La afección es frecuente, pues puede aparecer en 3 % de los niños, con un predominio de 6 a 9

veces más en los varones; sus manifestaciones clínicas se dan en la escuela, al interactuar con

los compañeros, en el hogar. En la mayor parte de los casos no puede determinarse una causa

específica, pero se refiere que es probable la existencia de una base biológica, en la cual

influirían factores hereditarios, ambientales y sociales.

Cabe señalar que las manifestaciones ya son notables a partir de los 3 primeros años de vida, y

muestran una diversidad clínica e intensa a partir de los 5 años. Durante la etapa escolar su

evolución es crónica y sintomáticamente evolutiva; de igual modo, 60 % de los niños afectados

pueden presentar otros síntomas asociados.

6
Asimismo la prevalencia mundial estimada del TDAH hasta los 18 años de edad es de 5,29 %,

y representa entre 20 y 40 % de las consultas en los servicios de psiquiatría infanto-juvenil.

Se ha demostrado, en estudios de seguimiento a largo plazo, que entre 60 y 75 % de los niños

con TDAH continúan presentando los síntomas durante la edad adulta. La proporción entre

niños y niñas con este trastorno es de 4:1 y en los adultos, de 1:1, para constituir un importante

problema en la práctica neuropediátrica debido a su aparición precoz y a su naturaleza

multifacética y crónica. Igualmente es el trastorno psiquiátrico más común de todos los que

afectan el neurodesarrollo y uno de los más frecuentes en escolares de 6-7 años.

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad ha cambiado de definiciones a través de la

historia. En 1845, Hoffman, médico alemán, describió por primera vez las características

conductuales de algunos menores excesivamente inquietos y distraídos y dio origen al término

"hiperactividad". Desde entonces se han efectuado múltiples investigaciones con el fin de

establecer las causas de este síndrome.

Luego, en 1902, Frederick Still desarrolló una concepción muy particular de la hipercinesia al

asociarla a "fallos en el control moral" que no resultan de deficiencias intelectuales. En los años

siguientes distintos autores encontraron en niños que habían sufrido daño cerebral, síntomas

similares a los descritos por Still, lo que condujo a que se adscribiera claramente la

hiperactividad a una alteración neurológica.

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II. Antecedentes Históricos Sobre el Trastorno De Hiperactividad y Déficit De

Atención

Los antecedentes anteriores de niños con hiperactividad y descripciones de niños

inquietos, inatentos e impulsivos en textos neurológicos y psiquiátricos clásicos, muestran que

el trastorno no es un problema actual relacionado con el entorno social que vivimos. Si no que

vienes desde épocas anteriores , Aunque se le ha llamado de diferentes maneras en ámbitos

profesionales se lleva diagnosticando y tratando a niños con estos problemas desde hace muchas

décadas.

Con la presente revisión de los antecedentes anglosajones y europeos en dos periodos,

antes de 1950 y la 2ª mitad del siglo XX. La primera descripción sistemática de los niños

hiperactivos la realiza en 1902 el pediatra británico George Frederic Still, quien la define como

una “anomalía en el control moral en los niños”, el control moral sería el control de las propias

acciones por el bien de los demás (Still, 1902). Still habla de impulsividad, se aventura a decir

que un “rasgo llamativo de muchos de estos casos es una incapacidad anómala para mantener

la atención”. La descripción original de Still no difiere mucho del concepto actual. Habla de

niños incapaces de mantener la atención, inquietos, imparables, con accesos violentos,

destructividad, díscolos, con movimientos coléricos y anomalías congénitas menores. Still

hipotetizó que debía de haber una predisposición familiar para el trastorno, también consideraba

la posibilidad de daños cerebrales adquiridos.

Otra de las primeras observaciones en relación con lo que ahora llamamos TDAH se

hizo al describir los problemas de comportamiento que afectaban a los niños que padecían

8
trauma cerebral o encefalitis (Ebaugh y Franklin, 1923). Ponían la mirada en el origen biológico

de estos problemas de comportamiento y su origen empezaba a parecer no exclusivamente

congénito sino con posibles influencias ambientales. En esta época (primera mitad del siglo

XX) se encontraban términos como daño cerebral mínimo, disfunción cerebral mínima,

trastorno de la actividad e impulsividad, hiperactividad, hiperquinesia, síndrome de inquietud,

etc.

Uno de los antecedentes importantes en relación a lo que ahora se considera el TDAH,

una reseña histórica rescatada por Spencer (2002), que señala una referencia de 1878 de un

estudio de animales donde se asocia la actividad extrema con lesiones en el lóbulo frontal. Esta

misma localización de lesiones frontales en niños con hiperactividad incansable es descrita en

1938 por Paul Levin.

Un hito en la historia del TDAH es el descubrimiento del efecto positivo de la

benzedrina en niños hiperactivos realizado por Bradley en 1937. A partir de ahí se desarrollarán

numerosos estudios científicos que buscarán las bases neurobiológicas de la hiperactividad.

A primera mitad del s. XX cuando surgen las primeras recomendaciones para implantar

modificaciones en las aulas escolares para niños con dificultades atencionales y de

hiperactividad, origen de las que actualmente aún se hacen. Los autores del concepto

“disfunción cerebral mínima” (Strauss y Lehtinen, 1947) recomendaban para estos niños, que

estuvieran ubicados en clases con menos alumnos que fueran clases muy estructuradas y que se

redujeran los distractores ambientales.

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Con respecto a los antecedentes europeos de la primera mitad del s. XX, las primeras

descripciones del TDAH actual proceden del campo de la pedagogía (Díaz-Atienza, 2006; Lasa-

Zulueta, 1999). La autora hace un recorrido desde la primera descripción de Desiré y

Bourneville (1887), que describen “niños inestables”, caracterizados por una inquietud física y

psíquica exagerada, una actitud destructiva, a la que se suman déficits cognitivos. Estos niños

actualmente serían diagnosticados de TDAH secundario o acompañante a otro primario que

sería el retraso mental.

A continuación cita a autores como J. Demoor (1901), quien habló de niños muy lábiles

en cuanto a comportamiento y los asociaba a un “desequilibrio afectivo y emocional”, a una

“falta de inhibición y atención”. Ernest Dupré (1913), (considerado por muchos padres de la

psiquiatría infantil moderna) sostiene que la inestabilidad motora (en el sentido de

hiperactividad) es la manifestación de un desequilibrio motor congénito y que se asocia con

alteración atencional. Georges Hanyer (1914) agrupa los síntomas que se suelen presentar de

forma conjunta y describe una asociación entre hiperactividad, déficit de atención, mal

comportamiento, y mal pronóstico en cuanto a inadaptación escolar, familiar y sociolaboral.

Enri Wallon (1879-1963) establece una teoría sobre las etapas secuenciales del desarrollo

psicomotor necesarias para un desarrollo normal.

Hace una categorización de los niños inestables psicomotrizmente. Uno de los subtipos

que describe son los inestables caracterizados por un síndrome de insuficiencia frontal, niños

con hiperactividad y grandes deficiencias atencionales, incapaces de desarrollar sus capacidades

cognitivas y perceptivas.

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Durante la primera mitad del s. XX los distintos estudios apuntaban hacia un origen

biológico de la hiperactividad e inatención, la falta de hallazgos de lesión orgánica o disfunción

cerebral concreta que diera cuenta de los problemas que manifestaban los niños hiperactivos,

dio paso a términos que conceptualizaban el trastorno como puramente conductual.

En los años 50 se hablaba del “síndrome del niño hiperactivo”, aunque la primera

versión de la clasificación de enfermedades de la Academia Americana de Psiquiatría

(Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, DSM), de 1958, no reconoció el

trastorno (Calderón – Garrido, 2003).

A partir de los años 60 ha habido un baile de cambio de nomenclatura con todos las

variaciones posibles que incluyen los términos hiperactividad y déficit de atención,

concretamente la que recoge la Organización Mundial de la Salud en su clasificación

Internacional de Enfermedades (CIE) y la Academia Americana de Psiquiatría introdujo por

primera vez el TDAH en la DSM-II (1968) como “reacción hiperquinética de la infancia o

adolescencia”, que en (CIE-10, 1992) lo denomina “trastorno de la actividad y de la atención”.

En el DSM-III (1980) se incluyó la inatención como síntoma fundamental. Se incluyeron

dos subtipos de TDAH, el ADD/H (Trastorno de atención con hiperactividad) y el ADD/WO

(Trastorno de atención sin hiperactividad). Incluyó también un tipo residual del TDAH, para

aquellos casos en que terminado el desarrollo continuaba habiendo síntomas que producían una

alteración funcional significativa. Posteriormente se produce un giro hacia la inclusión de los

aspectos cognitivos del trastorno, fundamentalmente las dificultades para mantener la atención

11
y para controlar la impulsividad, impulsado por el equipo canadiense de Virginia Douglas a

principios de los sesenta.

A partir de entonces, las sucesivas versiones de la DSM han enfatizado los problemas

de atención, mientras que la Organización Mundial de la Salud (CIE) ha seguido enfatizando la

hiperactividad. De hecho, aún hoy, si se utiliza la clasificación DSM es posible diagnosticar a

un niño que sólo tenga problemas de atención (y no de hiperactividad ni impulsividad) como

ADD (attention deficit disorder), dentro del mismo grupo de trastornos hiperactivos.

Sin embargo, la CIE-10, no incluye explícitamente el trastorno por déficit de atención.

El DSM-III-R (1987) usa la denominación “trastorno de déficit de atención e hiperactividad

(ADHD)” y “trastorno de déficit de atención indiferenciado” para los casos de exclusiva

inatención. En la última modificación, el DSM-IV-TR (American Psychiatric Association,

2000) incluye un subtipo inatento denominado “TDAH con predominio inatencional” e incluye

los subtipos: subtipo de predominio hipeactivo/impulsivo y subtipo combinado.

Diversos autores han apuntado distintas dificultades como esenciales al trastorno. Una

de las más referenciadas es que el problema fundamentalmente es un déficit en las funciones

ejecutivas; si es así, estaríamos hablando de un problema psicológico, pues no existe una base

biológica común a las funciones ejecutivas como tales (el concepto de funciones ejecutivas es

un constructo teórico que hace referencia a un conjunto de funciones cognoscitivas, como la

atención, la capacidad de planificación, la jerarquización, memoria de trabajo). Tienen que ver

con capacidades cognoscitivas “superiores”, relacionadas con la capacidad de las personas para

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planificar su vida, establecernos objetivos e ir realizando las acciones necesarias para

conseguirlas.

Russell Barkley (1997) postuló que el problema principal de las personas con TDAH

era la deficiente capacidad de inhibición. Thomas Brown (2006) considera que una función más

abarcativa que denomina autorregulación de la propia conducta, explica mejor el problema

fundamental de los individuos con TDAH. Barkley resume como consenso actual de los

investigadores clínicos el considerar el TDAH como un trastorno de la inhibición y la

autorregulación (Barkley y Murphy, 2006).

III. La Epidemiologia Del TDAH

El TDAH es el trastorno más frecuente en la infancia, su prevalencia mundial es de 5,2%

de los niños en edad escolar, en España 4-6% (Benjumea y Mojarro, 1993). El TDAH está

considerado como uno de los trastornos más válidos y universales en psiquiatría pero hay

preocupación por un posible exceso de diagnóstico y tratamiento en Estados Unidos (Taylor et

al, 2004).

El hecho de que este trastorno aparezca en muchas culturas diferentes habla de su origen

biológico. Tiende a la cronicidad y sólo un tercio de los casos deja de ser diagnosticable al llegar

a la adultez (aunque en esta etapa de la vida es más difícil de diagnosticar porque los criterios

de diagnóstico se han desarrollado para niños de edad escolar).

Hace referencia al efecto del género en el TDAH y señala una mayor frecuencia en

chicos, en una proporción de entre 2 a 9 chicos por cada chica. El subtipo inatento se presenta

con mayor igualdad entre chicos y chicas. No obstante, hay que tomar con cautela estos datos

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ya que existen cuestiones metodológicas que pueden influir, por lo que los criterios diagnósticos

que se derivan de estos estudios están sesgados hacia los que aparecen en chicos.

Es posible por tanto que en el caso de las chicas esté infradiagnosticado por atención

selectiva a los problemas emocionales por parte de padres y profesionales. Respecto a la

prevalencia en diferentes sociedades, se alternan estudios que dicen que la prevalencia del

TDHA es semejante en todos los lugares del mundo con otros que señalan que hay mayor

prevalencia en países como Ucrania o Emiratos Árabes. Estos datos no son concluyentes debido

a diferencias metodológicas en los diferentes estudios.

1.1.I En relación a la etiología

El TDAH es un trastorno de origen fundamentalmente biológico. La predisposición a padecer

los síntomas de TDAH forma parte de la constitución de las personas y, como en casi todas las

patologías psiquiátricas, los factores ambientales y la interacción de éstos con los biológicos

son importantes. En general la calidad de las relaciones en la familia y en el colegio se considera

factor protector. Estudios que abordan el tema de la influencia de las circunstancias

psicosociales adversas en la psicopatología, tienden a mostrar que son factores de riesgo general

por la aparición de problemas emocionales y adaptativos, pero no tienen una relación específica

con el TDAH.

la heredabilidad del TDAH parece ser de entre un 70 y un 80%. La genética del TDAH es

compleja a pesar de su clara influencia en la aparición del trastorno, no está claro qué es lo que

se hereda. El TDAH es un trastorno complejo cuya aparición depende de la conjunción de varios

factores, cada uno de ellos con un efecto pequeño. Concluye, que hay múltiples caminos para

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llegar al TDAH y en distintos individuos confluye la influencia de distintos factores. Los

conocimientos genéticos no son en este momento de ninguna utilidad clínica concreta.

Los estudios de neuropsicología han mostrado que la mayoría de las personas con TDAH tienen

disfunciones ejecutivas, básicamente las funciones cognitivas que permiten resolver problemas,

jerarquizar y planificar hacia el futuro. Funciones asociadas afectadas son la memoria de

trabajo, la inhibición de la respuesta o la vigilancia, y mecanismos básicos de procesamiento de

la información. Factores biológicos, además de los genéticos, relacionados con el TDAH son el

estrés perinatal (sufrimiento fetal), bajo peso al nacer, lesiones cerebrales, uso de tabaco durante

el embarazo, sensibilidad especial a algunos alimentos o deprivación extrema en la infancia

temprana. Si bien la autora aclara que son factores que aumentan el riesgo de padecer TDAH

pero no son específicos.

Los hallazgos de las investigaciones psicobiológicas apuntan a la existencia de diferentes

trayectorias causales que van confluyendo en las alteraciones fisiopatológicas de los circuitos

cerebrales cuya disfunción da como resultado el conjunto de síntomas denominado TDAH.

1.2.¿Qué es el Trastorno por Déficit de Atención y/o Hiperactividad?

El TDAH es un trastorno de origen neurobiológico con tres síntomas principales:


 Déficit de atención o inatención: el niño o niña tiene una gran dificultad para prestar
atención y concentrarse, es decir, mantener la atención durante un tiempo y fijarse en
pequeños detalles.
 Hiperactividad: manifiesta un nivel de actividad superior en relación a su edad.
 Impulsividad: es impulsivo, le cuesta controlar sus conductas, emociones y
pensamientos.

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Por ello, de forma general, se puede decir que un niño o niña con TDAH es despistado, le cuesta

mantener la atención de forma prolongada y resistirse a las distracciones, distrayéndose ante

cualquier estímulo. Parece que está en su mundo, olvidadizo, con frecuencia suele perder sus

objetos. Al mismo tiempo, es impulsivo, inquieto e impaciente, se mueve mucho, sobre todo las

manos y los pies y tiene dificultades para mantenerse sentado. Suele hablar mucho,

interrumpiendo conversaciones o contestando antes de que terminen de preguntarle. El niño o

niña ha de presentar estos síntomas como mínimo en dos ambientes diferentes (familiar, escolar,

social, etc.) y antes de los 7 años (el DSM V lo sitúa antes de los 12 años), pudiendo cambiar

sus manifestaciones desde la infancia hasta la edad adulta. Sin duda, todos estos síntomas

afectan de forma importante a su vida social, académica y social.

Como consecuencia de estos síntomas, el niño o niña suele tener una baja autoestima,

dificultades para relacionarse con los demás, baja tolerancia a la frustración, cambios frecuentes

en la conducta y, probablemente, fracaso escolar. Además, en general, viven en un ambiente

familiar con tensión, fruto, en la mayoría de las ocasiones, de la dificultad de muchos padres y

madres para manejar esta situación.

Estos síntomas no siempre se manifiestan de forma conjunta. Se puede decir que, en función de

aquel que predomine, existen tres subtipos de TDAH:

• Hiperactivo-impulsivo.

• Inatento o con déficit de atención.

• Combinado, es el más frecuente.

En el caso de los niños inatentos, el riesgo de fracaso escolar es mayor que en los

hiperactivos. A su vez, los niños hiperactivos suelen presentar más problemas de conducta que

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los inatentos. Es un trastorno crónico que se produce en niños, adolescentes y adultos.

Aproximadamente el 80% de los niños sigue manifestando síntomas en la adolescencia y entre

un 30-65% de adultos. Es más frecuente en niños que en niñas, en una proporción de 3 ó 4 niños

por cada niña. En los casos de las niñas, se relaciona más con problemas de inatención,

dificultades cognitivas o ansiedad que con impulsividad o agresividad. Las causas del TDAH

son desconocidas. Se trata de una combinación de factores biológicos y genéticos y factores

psicosociales y ambientales (déficits sensoriales, alternaciones neurológicas, problemas durante

el parto, etc.).

Existe una alteración en el funcionamiento de dos neurotransmisores cerebrales en la corteza

prefontal (la noradrenalina y la dopamina) que afectan de forma directa a funciones ejecutivas

como la atención, concentración, la impulsividad y el autocontrol e inhibición del

comportamiento inadecuado, produciéndose un retraso en la maduración del cerebro en estas

áreas.

Evaluación y diagnóstico, el diagnóstico ha de ser realizado por un profesional médico

(neurólogo, psiquiatra infantil, neuropediatra, etc.) y se hará en base a la clínica, ya que no

existen pruebas específicas que permitan diagnosticarlo. Por ello, el profesional ha de realizar

una historia clínica completa, a través de la observación en diferentes ambientes y de recogida

de información (síntomas, problemas médicos o neurológicos, uso de fármacos, problemas

familiares o psicosociales, alternaciones del lenguaje y aprendizaje, trastornos psiquiátricos,

etc.) del mayor número posible de fuentes fiables, a través de entrevistas con la familia, con el

niño o niña, exámenes físicos, análisis de la información del profesorado, etc.

Es fundamental realizar un diagnóstico diferencial que permita no confundirlo con otros

trastornos y descartar otros problemas que pudieran producir estos síntomas (alteraciones

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auditivas, visuales, dislexia, ansiedad, depresión, etc.), por lo que se pueden realizar pruebas

complementarias. Tener en cuenta que estos síntomas no siempre están asociados a TDAH,

pudiendo ser el resultado de otros factores, y que actualmente se está cuestionando la posibilidad

de exista un sobrediagnóstico en muchos de los casos.

Es un trastorno con tratamientos específicos y buen pronóstico, por lo que es importante

realizar el diagnóstico de forma precoz, es decir, lo antes posible para poder elegir aquel que

sea más adecuado. Por ello, si padres y madres detectamos determinados síntomas o conductas

en nuestro hijo o hija que pudieran responder a este trastorno es necesario que lo observemos

de forma detenida, hablemos con su tutor/a y/o el orientador/a del centro y, en caso necesario,

solicitemos una entrevista con el pediatra para que nos derive el especialista correspondiente

que le pueda realizar el diagnóstico diferencial. En el caso de que fuera diagnosticado, será

necesario valorar el grado de afectación del trastorno en función de su intensidad (leve,

moderado o grave) y el grado en que afecta al desarrollo personal, familiar, social y académico

del niño o niña. Y, en base a ello, decidir el tratamiento más adecuado (farmacológico,

psicosocial, etc.).

Nosotros mismos podemos observar su comportamiento habitual, teniendo en cuenta que

los síntomas pueden variar mucho de unos niños a otros y que a partir de los doce años empiezan

a cambiar, por lo que a partir de esa edad, debemos valorar también su comportamiento en años

anteriores. Para padres y madres nunca es fácil que nos confirmen el diagnóstico de este

trastorno, por ello, las reacciones suelen ser parecidas, angustia, culpa, miedo, desconcierto,

depresión, ruptura de expectativas, etc. Conocer las reacciones más frecuentes puede disminuir

la posible ansiedad y sensación de desamparo y nos permite poder reflexionar sobre nuestras

propias reacciones y sus consecuencias, algunas muy perjudiciales para nuestro hijo o hija,

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pudiendo así encauzar nuestra energía hacia la búsqueda del mejor tratamiento y de la mejor

forma de educarle.

1.2.1.¿Cómo son los niños y niñas TDAH? ¿Qué dificultades y necesidades tienen?

De forma general, podemos decir que la vida para los niños y niñas con TDAH puede ser

difícil ya que, a menudo, tendrán que hacer frente a muchas frustraciones diarias: problemas

con sus amigos, para terminar un juego, en la escuela, olvido de las tareas que le costaron tanto

esfuerzo el día anterior, interrupciones constantes, etc. Esta frustración continua hace que unos

niños manifiesten conductas agresivas, con peleas o destruyendo objetos; otros tengan dolores

físicos (de cabeza, estómago, etc.); otros oculten sus sentimientos para que no conozcan cómo

se sienten, etc. En general, tienen pocas experiencias que les hagan sentirse valiosos y

competentes, siendo frecuente que la única atención que reciban sea el ser regañados y

castigados.

Se sienten incomprendidos y sienten que los demás creen que ellos mismos pueden controlar su

conducta, cuando en realidad no es así. Por eso, si son hiperactivos, se les suele decir que son

“malos” y sin son distraídos, “vagos”. Para padres y madres tampoco es fácil tener un hijo o

hija con TDAH, sintiéndonos muchas veces impotentes y sin recursos para afrontar el día a día:

actividades descontroladas, rabietas, desorden, un hijo que no escucha o no sigue las

instrucciones, etc. Por eso, a veces, reaccionamos de forma inapropiada, alterados, regañando y

castigando de forma frecuente, generando un clima de mayor tensión y, posteriormente, nos

sentimos culpables por ello.

Para los hermanos o amigos, también es difícil convivir con un niño o niña que interrumpe

constantemente los juegos, a veces empuja, saca sus juguetes y los pierde, recibe más atención

por parte de sus padres y profesores, etc. Por eso, frecuentemente se sienten frustrados y con

19
menos atención, y, aunque no quieran, pueden sentir resentimiento hacia este niño o niña. Por

todo ello, tanto el niño o niña con TDAH, como todas las personas significativas con las que

convive, quedan afectadas por este trastorno que genera una dinámica de frustración, culpa y

enfado que se convierte en un círculo vicioso que habrá que ir deshaciendo poco a poco con el

tratamiento adecuado.

El primer paso para orientar nuestra ayuda a nuestro hijo o hija con TDAH, y cambiar así esa

dinámica, es poder comprenderlos, es decir, saber qué sienten, por qué actúan de una

determinada forma, con qué dificultades se encuentran, etc., para evitar así interpretaciones

erróneas de su conducta que no respondan a su realidad. Una vez que les comprendamos,

estaremos en una mejor posición para ayudarles a sentirse mejor y a cambiar una dinámica

familiar en la que nosotros también estamos inmersos y que nos genera sentimientos de

impotencia.

En primer lugar, es importante comprender que el cerebro de un niño TDAH funciona de manera

diferente lo que implica que ellos no eligen actuar de la forma en la que lo hacen. Esto hace que

las conductas de los niños y niñas con TDAH se basen en:

 La búsqueda de novedad y de actividades muy estimulantes. Su cerebro necesita la

novedad de forma constante, por lo que tienden a orientarse hacia aquello que es más

excitante y novedoso. Por ello, cuando no es así, se suelen aburrir más fácilmente que

los demás.

 El interés por todo aquello que ocurre en el presente, es decir, en la inmediatez del “aquí

y ahora”, por lo que les interesa poco lo que tiene lugar en el pasado o en el futuro,

siendo complicado entonces que puedan aprender de sus errores.

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 La necesidad de moverse y realizar actividad física de forma frecuente, por lo que les

cuesta mucho estar sentados atendiendo y concentrarse durante un tiempo prolongado

en una actividad o juego, ya sea una tarea motriz o una tarea cognitiva.

 La dependencia, en mayor medida, de la aprobación de los adultos y la necesidad de

llamar su atención de forma constante, aunque sea a través de castigos, lo que puede

explicar que muestren desobediencia de forma frecuente.

 La inmadurez emocional respecto a su grupo de edad, es decir, suelen comportarse de

forma inestable, con cambios frecuentes de humor, se enfadan con frecuencia, presentan

una baja tolerancia a la frustración, son más vulnerables a las dificultades,

desmoronándose con mayor facilidad ante los cambios y frustraciones. Les cuesta

aceptar sus errores, culpando con frecuencia a los demás (en vías de proteger una

autoestima ya muy dañada) y tienen dificultades para ponerse en el lugar del otro y

considerar sus sentimientos y deseos, etc. Cuando tienen que realizar actividades que les

resultan muy difíciles, se enfadan y aíslan, para no comunicárselo a los demás.

 Dificultades para relacionarse con los demás, especialmente con sus compañeros, por lo

que son frecuentemente rechazados por ellos, debido a las conductas anteriores. De

forma concreta, su dificultad para controlar su conducta les hace tener más problemas

con ellos (interrumpen, no respetan las reglas del juego, etc.). Como consecuencia, les

resulta difícil integrarse, hacerse amigos/as y realizar actividades que requieran trabajo

en equipo.

 Una baja autoestima, es decir, se valoran a sí mismos más negativamente que los demás,

por varios motivos:

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 Se sienten incapaces de mantener amistades, debido a sus dificultades, por lo que

tienen pocas habilidades sociales, se sienten impopulares y sienten que tienen más

problemas que el resto.

 Reciben comentarios negativos por parte de los demás (familia, profesores,

compañeros, etc.), como “pesado” o “maleducado”, sobre su comportamiento y

capacidades. o Si su rendimiento escolar es bajo y se compara con los demás, puede

ver que ha necesitado más tiempo para realizar una tarea que sus compañeros y con

un rendimiento peor, es decir, que se esfuerzan más y tienen más errores, por lo que

sienten que casi todo les sale mal.

 De forma diaria, tienen que hacer actividades que les requieren más atención y

autocontrol de la que tienen, por lo que su sensación de fracaso y frustración es

mayor.

 Se sienten incapaces e inseguros, lo que se acentúa cuando los adultos dejan de

darles responsabilidades por miedo a que las hagan mal o no las cumplan.

 Experimenta un mayor número de fracasos que el resto, con más errores y generando

más problemas en el entorno, lo que les hace ser conscientes de sus mayores

dificultades. Esto provoca que sientan indefensión, es decir, que su esfuerzo no les

lleve al éxito.

 Los niños con TDAH entran en un círculo vicioso que se retroalimenta

negativamente: como hemos visto, son rechazados muy a menudo por los adultos y

por sus iguales, lo que afecta negativa mente a su autoestima. Por ello, se comportan

peor, lo que hará que aumenten los comentarios negativos y, esto dañará aún más su

autoestima.

22
Presentan dificultades en el aprendizaje. De forma general, podemos decir que los problemas

de atención, hiperactividad e impulsividad generan dificultades en el aprendizaje en los niños y

niñas con TDAH. Pueden ser problemas académicos importantes, en un 70% aproximadamente

(fracaso escolar, abandono estudios, etc.) o un rendimiento insatisfactorio que queda más de

manifiesto a medida que aumentan las exigencias escolares. Estos problemas son el resultado

de sus dificultades en:

 La comprensión y fluidez lectora, la integración del lenguaje.

 La psicomotricidad y coordinación y escritura. o El cálculo y la resolución de problemas

matemáticos.

 Mantener la motivación y seguir las instrucciones.

 Procesar varios estímulos a la vez, distinguir los estímulos relevantes (dispersándose

con los irrelevantes) y organizar la información.

 Mantener la atención de forma continuada.

 Aprender y recordar lo aprendido.

 Elaborar estrategias de solución de problemas, etc.

 Procesar la información de forma superficial, no significativa y global, no analítica. Al

tener más sensibilidad a los cambios en el entorno, procesan la información de forma

superficial

Sin duda, todas estas habilidades son necesarias para poder llevar a cabo las tareas escolares por

lo que estas dificultades promoverán con frecuencia un retraso escolar.

23
• Como consecuencia de todo lo anterior, en muchas ocasiones presentan problemas de ansiedad

o estrés, que pueden manifestarse en morderse las uñas, sudor en las manos, pesadillas, tics en

el periodo escolar, etc.

1.2.2. Las Reacciones Mas Frecuentes suelen ser :

 Desconcierto, especialmente en aquellos padres que no entienden que sus hijos e hijas

puedan tener problemas en el centro educativo, cuando en el ámbito familiar esos

síntomas los pueden controlar.

 Negación de la situación, con dudas y desconfianza, muchas veces como resultado del

miedo a que sea rechazado por compañeros y profesores, de su frustración ante sus

expectativas o de su incapacidad para afrontar este trastorno. Esta negación puede

desembocar en ira, ansiedad, tristeza y hostilidad hacia los profesionales que realizan el

diagnóstico, responsabilizando incluso a terceros (profesores, parientes, etc.) de los

problemas del niño o presionando a éste para que modifique por sí mismo su conducta

y mejore su rendimiento escolar. La negación solo impide o retrasa que el niño o niña

pueda recibir la ayuda necesaria lo antes posible.

 Culpa sobre la responsabilidad de los padres en cualquier hecho que haya podido

determinar o influir en el origen del trastorno (descuidos en el embarazo, educación

recibida, posibles traumas, etc.).

 Enfado, puede ser hacia sí mismos, si sienten que han fallado a su hijo, o hacia el niño,

si sienten que si éste no es capaz de modificar su conducta es porque no se esfuerza lo

suficiente. Detrás del enfado, existe un sentimiento de frustración, desamparo,

impotencia y desesperanza.

24
 Rechazo hacia el niño o niña, otros miembros de la familia o los profesionales médicos.

Incluso si uno de los dos padres tiene también TDAH, las dificultades del hijo pueden

ser un recordatorio doloroso de las que ha podido vivir en su infancia.

 Miedo ante el desconocimiento del trastorno, el rechazo de los demás y lo que puede

pasar en el futuro de su hijo o hija (en sus relaciones sociales, de pareja, estudios, trabajo,

etc.). Este miedo puedo hacer que los padres se paralicen.

 Resignación, que supone una aceptación parcial del diagnóstico, por lo que siguen

pensando que su hijo podría superarlo si pusiese más esfuerzo y voluntad. Por tanto,

ellos ejercen una mayor disciplina para conseguirlo.

 Desilusión y frustración, cuando se dan cuenta que el niño o niña no responde a sus

expectativas y que puede llevar al resentimiento. Es importante evitar este sentimiento

frente al niño para que éste no sienta que no es aceptado tal y como es y no exigirle más

de lo que puede hacer.

 Desamparo e impotencia, cuando sienten que no pueden cambiar lo que le pasa a su

hijo o hija y que dependen de terceros (especialistas médicos, profesorado, etc.),

teniendo que confiar en ellos y que proporcionar información personal.

 Alivio, ya que se sienten menos culpables respecto a la educación de su hijo o hija, al

ser un trastorno con orígenes genéticos, lo que hace que sean se orienten de forma más

eficaz a la búsqueda de un tratamiento.

 Compensación de las dificultades de su hijo o hija, de forma sobreprotectora (estudiando

por ellos, organizando sus actividades, etc.), lo que impide que madure y evolucione.

25
 Aceptación del diagnóstico, pero respondiendo de forma poco eficaz (retraso en

contactar con un especialista, olvido de aplicar medidas educativas, falta de

organización, etc.), lo que hace que se deteriore la relación con su hijo o hija.

 Aceptación del diagnóstico y participación activa en el tratamiento, siendo conscientes

que su hijo o hija tiene un problema, no que lo sea. De esta forma, participan de forma

activa en la búsqueda y aplicación de un tratamiento, comunicándolo también en el

centro educativo. Es importante que seamos conscientes de cuál ha sido nuestra reacción

ante el diagnóstico y que canalicemos nuestra energía hacia la búsqueda de un

tratamiento adecuado y el establecimiento de unas pautas educativas que permitan a

nuestro hijo o hija superar los síntomas y dificultades.

1.2.3. Trastornos asociados al TDAH

Existen varios trastornos que se pueden confundir con el TDAH, al presentar síntomas

similares, o que se pueden dar al mismo tiempo o, incluso, que pueden aparecer como

consecuencia misma de los síntomas del TDAH, que genera en el niño o niña problemas

familiares, sociales y académicos si el trastorno no se ha tratado a tiempo.

De esta forma, la comorbilidad se presenta en dos terceras partes de los niños con TDAH,

siendo los trastornos más frecuentes: trastornos negativistas desafiantes, trastornos de conducta,

trastornos afectivos y trastornos de ansiedad. También pueden aparecer trastornos específicos

de aprendizaje, trastornos del sueño, el síndrome de Gilles de la Tourette y el trastorno de tics.

Estos trastornos pueden surgir también por otros motivos y ser confundidos con el TDAH por

la similitud de sus síntomas. Por ello, es fundamental hacer un buen diagnóstico que nos permita

distinguir cuándo es TDAH o cuándo es otro tipo de trastorno, ya que el tratamiento sería

diferente.

26
2-CRITERIOS DIAGNOSTICOS PARA PERSONAS CON TDAH

Se trata del conjunto de síntomas que deben presentarse para realizar un diagnóstico. En

el caso del TDAH, existen dos sistemas de clasificación que comprenden unos criterios

diagnósticos específicos según han establecido la American Psychiatric Association (APA) y la

Organización Mundial de la Salud (OMS). Con estas clasificaciones, lo que se pretende es

establecer las condiciones y síntomas que se deben dar en los pacientes para poder realizar un

diagnóstico.

2.1.Criterios Diagnósticos Según el DSM -5

La clasificación del TDAH según el DSM-5: A- Patrón persistente de inatención y/o

hiperactividad-impulsividad que interfiere con el funcionamiento o desarrollo que se caracteriza

por (1) y/o (2):

1. Inatención

Seis (o más) de los siguientes síntomas se han mantenido durante al menos 6 meses en un grado

que no concuerda con el nivel de desarrollo y que afecta directamente las actividades sociales

y académicas/laborales:

Los síntomas no son sólo una manifestación del comportamiento de oposición, desafío,

hostilidad o fracaso para comprender las tareas o instrucciones. Para adolescentes mayores y

adultos (a partir de 17 años de edad), se requiere un mínimo de 5 síntomas.

a. Con frecuencia falla en prestar la debida atención a los detalles o por descuido se cometen

errores en las tareas escolares, en el trabajo o durante otras actividades (por ejemplo, se pasan

por alto o se pierden detalles, el trabajo no se lleva a cabo con precisión).

27
b. Con frecuencia tiene dificultades para mantener la atención en tareas o actividades recreativas

(por ejemplo, tiene dificultad para mantener la atención en clases, conversaciones o lectura

prolongada).

c. Con frecuencia parece no escuchar cuando se le habla directamente (por ejemplo, parece tener

la mente en otras cosas, incluso en ausencia de cualquier distracción aparente).

d. Con frecuencia no sigue las instrucciones y no termina las tareas escolares, los quehaceres o

los deberes laborales (por ejemplo, inicia tareas, pero se distrae rápidamente y se evade con

facilidad).

e. Con frecuencia tiene dificultad para organizar tareas y actividades (por ejemplo, dificultad

para gestionar tareas secuenciales; dificultad para poner los materiales y pertenencias en orden;

descuido y desorganización en el trabajo; mala gestión del tiempo; no cumple los plazos).

f. Con frecuencia evita, le disgusta o se muestra poco entusiasta en iniciar tareas que requieren

un esfuerzo mental sostenido (por ejemplo, tareas escolares o quehaceres domésticos; en

adolescentes mayores y adultos, preparación de informes, completar formularios, revisar

artículos largos).

g. Con frecuencia pierde cosas necesarias para tareas o actividades (por ejemplo, materiales

escolares, lápices, libros, instrumentos, billetero, llaves, papeles de trabajo, gafas, móvil).

h. Con frecuencia se distrae con facilidad por estímulos externos (para adolescentes mayores y

adultos, puede incluir pensamientos no relacionados).

28
i. Con frecuencia olvida las actividades cotidianas (por ejemplo, hacer las tareas, hacer las

diligencias; en adolescentes mayores y adultos, devolver las llamadas, pagar las facturas, acudir

a las citas).

2. Hiperactividad e Impulsividad

Seis (o más) de los siguientes síntomas se han mantenido durante al menos 6 meses en un grado

que no concuerda con el nivel de desarrollo y que afecta directamente las actividades sociales

y académicas/laborales:

Los síntomas no son sólo una manifestación del comportamiento de oposición, desafío,

hostilidad o fracaso para comprender las tareas o instrucciones. Para adolescentes mayores y

adultos (a partir de 17 años de edad), se requiere un mínimo de 5 síntomas.

a. Con frecuencia juguetea o golpea con las manos o los pies o se retuerce en el asiento.

b. Con frecuencia se levanta en situaciones en que se espera que permanezca sentado (por

ejemplo, se levanta en clase, en la oficina o en otro lugar de trabajo, en situaciones que requieren

mantenerse en su lugar.

c. Con frecuencia corretea o trepa en situaciones en las que no resulta apropiado. (Nota: En

adolescentes o adultos, puede limitarse a estar inquieto.).

d. Con frecuencia es incapaz de jugar o de ocuparse tranquilamente en actividades recreativas.

e. Con frecuencia está “ocupado”, actuando como si “lo impulsara un motor” (por ejemplo, es

incapaz de estar o se siente incómodo estando quieto durante un tiempo prolongado, como en

restaurantes, reuniones; los otros pueden pensar que está intranquilo o que le resulta difícil

seguirlos).

29
f. Con frecuencia habla excesivamente.

g. Con frecuencia responde inesperadamente o antes de que se haya concluido una pregunta

(por ejemplo, termina las frases de otros; no respeta el turno de conversación).

h. Con frecuencia le es difícil esperar su turno (por ejemplo, mientras espera una cola).

i. Con frecuencia interrumpe o se inmiscuye con otros (por ejemplo, se mete en las

conversaciones, juegos o actividades; puede empezar a utilizar las cosas de otras personas sin

esperar o recibir permiso; en adolescentes y adultos, puede inmiscuirse o adelantarse a lo que

hacen los otros).

B- Algunos síntomas de inatención o hiperactivo-impulsivos estaban presentes antes de los 12

años.

C- Varios síntomas de inatención o hiperactivo-impulsivos están presentes en dos o más

contextos (por ejemplo, en casa, en el colegio o el trabajo; con los amigos o familiares; en otras

actividades).

D- Existen pruebas claras de que los síntomas interfieren con el funcionamiento social,

académico o laboral, o reducen la calidad de los mismos.

E- Los síntomas no se producen exclusivamente durante el curso de la esquizofrenia o de otro

trastorno psicótico y no se explican mejor por otro trastorno mental (por ejemplo, trastorno del

estado de ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno disociativo, trastorno de la personalidad,

intoxicación o abstinencia de sustancias).

En función de los resultados se podrán clasificar las siguientes presentaciones:

30
 Presentación combinada: Si se cumplen el Criterio A1 (inatención) y el Criterio A2

(hiperactividad-impulsividad) durante los últimos 6 meses.

 Presentación predominante con falta de atención: Si se cumple el Criterio A1 pero no se

cumple el criterio A2 (hiperactividad-impulsividad) durante los últimos 6 meses.

 Presentación predominante hiperactiva/impulsiva: Si se cumple el Criterio A2

(hiperactividad-impulsividad) y no se cumple el Criterio A1 (inatención) durante los

últimos 6 meses.

2.1.Criterios Diagnósticos según CIE-10:

La CIE es la Clasificación Internacional de Enfermedades (en inglés, ICD: International

Statistical Classification of Diseases and Related Health Problems) realizada por la

Organización Mundial de la Salud. En esta clasificación las enfermedades son agrupadas por

categorías y reciben cada una un código. Una de las peculiaridades de la CIE-10 es que se refiere

al TDAH como Trastorno Hipercinético.

2.2 .CIE-10
A continuación, se detallan los criterios diagnósticos para el trastorno hipercinético según la

CIE-10: Déficit de atención

1. Frecuente incapacidad para prestar atención a los detalles junto a errores por descuido

en las labores escolares y en otras actividades.

2. Frecuente incapacidad para mantener la atención en las tareas o en el juego.

3. A menudo aparenta no escuchar lo que se le dice.

4. Imposibilidad persistente para cumplimentar las tareas escolares asignadas u otras

misiones.

31
5. Disminución de la capacidad para organizar tareas y actividades.

6. A menudo evita o se siente marcadamente incómodo ante tareas como los deberes

escolares, que requieren un esfuerzo mental mantenido.

7. A menudo pierde objetos necesarios para unas tareas o actividades, como material

escolar, libros, etc.

8. Fácilmente se distrae ante estímulos externos.

9. Con frecuencia es olvidadizo en el curso de las actividades diarias.

2.3. Hiperactividad

1. Con frecuencia muestra inquietud con movimientos de manos o pies, o removiéndose

en su asiento.

2. Abandona el asiento en el aula o en otras situaciones en las que se espera que

permanezca sentado.

3. A menudo corretea o trepa en exceso en situaciones inapropiadas.

4. Inadecuadamente ruidoso en el juego o tiene dificultades para entretenerse

tranquilamente en actividades lúdicas.

5. Persistentemente exhibe un patrón de actividad excesiva que no es modificable

sustancialmente por los requerimientos del entorno social.

2.4.Impulsividad
1. Con frecuencia hace exclamaciones o responde antes de que se le hagan las preguntas

completas.

32
2. A menudo es incapaz de guardar turno en las colas o en otras situaciones en grupo.

3. A menudo interrumpe o se entromete en los asuntos de otros.

4. Con frecuencia habla en exceso sin contenerse ante las situaciones sociales.

2.5.La CIE-10 establece que, para realizar el diagnóstico de TDAH, el paciente cumpla:

- 6 de los síntomas descritos en el apartado “Déficit de Atención”

- 3 de los síntomas descritos en el apartado “Hiperactividad”

- 1 de los síntomas descritos en el apartado “Impulsividad”

Estos síntomas deben además estar presentes antes de los 7 años y darse en dos o más aspectos

de la vida del niño (escolar, familiar, social), y afectar negativamente a su calidad de vida.

Tampoco se considerará el diagnóstico de Trastorno Hipercinético si cumple los criterios de:

trastorno generalizado del desarrollo, episodio depresivo o trastorno de ansiedad.

3- COMO LOS PSICOLOGOS AYUDAN A LOS NIÑOS CON TDAH

La intervención psicológica en el Trastorno por déficit de atención e Hiperactividad (TDAH)

es una terapia para ayudar a los niños y adolescentes a desarrollar su capacidad de autocontrol,

a manejar la sintomatología nuclear del trastorno, a gestionar y controlar la frustración, a

mejorar y entrenar la socialización, usando procedimientos conductuales, de autocontrol,

autoinstrucciones, pensamientos reflexivos, modificación de conductas disruptivas, relajación,

etc.

La clave está en ofrecer apoyo para que el niño o niña sea consciente de lo que le pasa y pueda

desarrollar sus propias herramientas de modulación de su comportamiento para que pueda

adaptarse a las distintas situaciones del día a día. Es decir, que más allá de la lógica médica, es

33
necesario ayudarle a aprender maneras de modificar su propio comportamiento y su manera de

gestionar sus emociones. Y esto pasa por un correcto apoyo por parte de los educadores y la

familia, sí, pero también es necesario disponer de ayuda psicológica. A continuación,

encontrarás un resumen de las diferentes funciones que un psicólogo desempeña ante los casos

de niños y niñas con TDAH.

 Se ofrece un espacio para expresarse y enfocar el problema en positivo

La consulta de un psicólogo es un lugar en el que es posible expresar las emociones y

sentimientos sin ser juzgado, y este hecho suele ser reconocido como tal y apreciado incluso

por los niños pequeños. En situaciones así, se anima a los pequeños a no tener miedo de

expresarse, lo cual favorece lo que se conoce como ventilación emocional, transformar la

comunicación de estados emocionales en algo constructivo y desde lo cual se puede empezar a

trabajar fijando objetivos.

 Técnicas de refuerzo de la autoestima

El TDAH suele dar lugar a situaciones muy frustrantes, y esto lleva fácilmente a problemas de

baja autoestima. Por ello, uno de los aspectos que más se trabajan en terapia consiste en hacerle

entender al niño o niña que lo que le pasa no es su culpa, y que, a la vez, puede aprender a

conocer mejor su propio potencial y a detectar también sus cualidades positivas.

 Entrenamiento en el desarrollo de habilidades de estudio

Algo tan sencillo como sentarse durante diez minutos a estudiar una lección dada en clase suele

ser todo un reto para un niño o una niña con TDAH. Sin embargo, existen técnicas y estrategias

para facilitar esto, y es posible aprenderlas en las sesiones con el psicólogo.

34
 Aprendizaje en métodos de automotivación

Como hemos visto, la impulsividad suele ser uno de los aspectos característicos del

comportamiento de un joven con TDAH. Sin embargo, esta predisposición a ponerse en marcha

en busca de experiencias estimulantes no tiene por qué ser siempre un problema; también puede

ser transformada en una fuente de motivación.

 Ayudarle a tener un espacio de aprendizaje adecuado

Más allá del comportamiento y de los procesos mentales del niño o niña en cuestión, no hay que

olvidar que los entornos materiales a los que se expone también influyen mucho en su manera

de gestionar el TDAH. Por eso, desde la psicología también se ofrece asistencia personalizada

para crear espacios de estudio que tengan en cuanta este diagnóstico, y que le faciliten las cosas

a la hora de aprender.

 Desarrollo de habilidades de organización

Otra de las claves a reforzar en un niño o niña con TDAH tiene que ver con las rutinas asociadas

a la gestión del tiempo y de los recursos de los que dispone. A través de estas rutinas, podrá ir

estructurando su día a día sin caer en la pura impulsividad y sin postergar indefinidamente las

metas que le pueden aportar más a medio y largo plazo.

La intervención psicológica en los niños y adolescentes TDAH debe incluir dominios en los que

el afectado manifiesta algún problema como cognitivo, emocional, comportamental:

3.1.Abordaje Psicoeducacional:

La Psicoeducación consiste en un abordaje que enseña al afectado y su familia en qué consiste

el trastorno de TDAH, qué características tiene y qué se puede hacer para mejorarlo.

35
Aspectos que trabaja:

 Explicación del TDAH al afectado.

 Posibles problemas o riesgos asociados al trastorno.

 Las diferentes vías de intervención y tratamiento que existen.

 Aceptación activa del diagnóstico por parte del afectado.

 Acuerdos de compromiso y cumplimiento terapéutico .

4-COMPARACIÓN DIAGNOSTICA ENTRE DSM-5 Y CIE-10

 Tienen 18 síntomas descritos implican la presencia de síntomas durante más de 6 meses.

 Requieren que los síntomas afecten a varios ámbitos de la vida del niño.

 Consideran que debe haber un deterioro funcional causado por el trastorno.

 Coinciden en que la sintomatología no pueda explicarse por otro trastorno.

4.1. Según DSM-5

 Los síntomas deben estar presentes antes de los 12 años.

 No tienen por qué darse los 3 síntomas en el paciente.

 El TDAH puede coexistir con alteraciones de ansiedad y/o estados de ánimo

comórbidos.

4.2.Según CIE-10

 Los síntomas deben estar presentes antes de los 7 años.

 Deben estar presentes los 3 síntomas en el paciente.

36
 La ansiedad u otros trastornos del estado del ánimo excluyen el diagnóstico del

trastorno hipercinético.

4.3.Diferencia De El Concepto De Tdah En El Dsm-V Y El Cie-10

El CIE-10 contempla dentro de los trastornos del comportamiento y de las emociones de

comienzo habitual en la infancia y adolescencia, los llamados " trastornos hipercinéticos", junto

con los "Trastornos disociales" y los "Trastornos disociales y de las emociones mixtos".

Podemos decir que los trastornos hipercinéticos son en el CIE-10 lo que el TDAH en el DM 5.

4 .4. F9: Trastornos del comportamiento y de las emociones de comienzo habitual en la

infancia y adolescencia.

 F90 Trastornos hipercinéticos.

 F90.0 Trastorno de la actividad y de la atención.

 Trastorno de déficit de atención.

 Síndrome de déficit de atención con hiperactividad.

 Los trastornos hipercinéticos (F90) son un grupo de trastornos caracterizados por:

- Comienzo temprano (por lo general durante los 5 primeros años de la vida).

- Combinación de un comportamiento hiperactivo y pobremente modulado con una

marcada falta de atención y de continuidad en las tareas y porque estos problemas se

presentan en las situaciones más variadas y persisten a lo largo del tiempo.

- Falta de persistencia en actividades que requieren la participación de procesos

cognoscitivos.

37
- Tendencia a cambiar de una actividad a otra sin terminar ninguna, junto con una

actividad desorganizada, mal regulada y excesiva.

- Las dificultades persisten durante los años de escolaridad e incluso en la vida adulta,

pero en muchos de los afectados se produce, con el paso de los años, una mejoría

gradual de la hiperactividad y del déficit de la atención.

- Descuidados e impulsivos, propensos a accidentes.

- Plantean problemas de disciplina por saltarse las normas, más que por desafíos

deliberados a las mismas, por una falta de premeditación.

- Su relación social con los adultos suele ser desinhibidas, con una falta de la prudencia

y reserva naturales.

- Son impopulares entre los niños y pueden llegar a convertirse en niños aislados.

- Frecuente presencia de un déficit cognoscitivo y retrasos específicos en el desarrollo

motor y del lenguaje.

- Acompañan frecuentemente problemas de lectura o del aprendizaje.

5-TRATAMIENTO PARA PACIENTES CON TDAH

Una vez diagnosticado el TDAH por el especialista correspondiente, se ha de establecer el

tratamiento más adecuado según las características individuales de nuestro hijo o hija, sus

necesidades, la edad, el sexo, el contexto familiar y social y el grado de afectación en el

desarrollo personal, familiar, social y académico. De forma general, el tratamiento más eficaz

es el multimodal, es decir, aquel en el que se combinan de forma complementaria y coordinada

diferentes tipos de tratamiento, tanto en el ámbito familiar como en el educativo: farmacológico,

psicológico y psicopedagógico. Es fundamental que estén involucrados y coordinados los

38
diferentes especialistas (pediatras, psicólogos, profesores, etc.) y todas las personas del contexto

del niño, fundamentalmente los padres. En concreto, señalamos algunos aspectos a considerar

en dos de ellos:

5.1.Psicoeducación y orientación familiar:

Es fundamental nuestra implicación como padres en el tratamiento de nuestro hijo o hija. Cuanto

mayor sea nuestro conocimiento sobre este trastorno, más fácil será que nos involucremos

activamente en el tratamiento y éste tendrá, por tanto, más posibilidades de éxito. Es decir, será

más fácil que aceptemos a nuestro hijo o hija cuando conozcamos cuáles son los síntomas de la

enfermedad (es decir, que no son conductas intencionadas) y eliminemos posibles ideas

erróneas sobre el trastorno, lo que nos permitirá canalizar nuestra ayuda de forma eficaz,

mejorar nuestras habilidades y pautas educativas y favorecer así el desarrollo personal, social y

académico de nuestro hijo o hija.

5.2.La Orientación Psicoeducativa:

Nos permitirá a padres y madres tener mejor percepción de nuestras capacidades parentales, lo

que influirá en un mejor clima y funcionamiento familiar. Es importante tener en cuenta que un

hijo con TDAH genera dificultades importantes en la dinámica familiar, por lo que es frecuente

que los padres manifiesten un estilo parental excesivamente directivo, punitivo y negativo, que

dificulta la mejora de su hijo. Por ello, es habitual que padres y madres tengamos asociada una

sensación de culpa e ineficacia con el trastorno, siendo probable que, a su vez, padezcamos

estrés y baja autoestima. Esto hace que una orientación psicoeducativa se convierta en una parte

imprescindible del tratamiento. Además del tratamiento específico para el TDAH, hay que tener

en cuenta que el desarrollo integral y equilibrado de nuestro hijo favorecerá y compensará en

muchos casos las dificultades propias del trastorno. Por ello, será fundamental promover otros

39
aspectos como un estilo de vida saludable (alimentación, sueño, etc.), actividades lúdicas y de

ocio, relaciones sociales, la creatividad, etc.

5.3. Terapia Cognitivo-Conductual:

El enfoque terapéutico cognitivo-conductual ha demostrado ser la herramienta más eficaz de

que disponemos para reducir los comportamientos perturbadores de los/as niños/as con

Trastorno por déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y aumentar los comportamientos

autocontrolados (Soutullo y Díez, 2007.) Para su aplicación, es imprescindible la implicación

de las personas responsables de la educación del niño/a, pues son ellos/as quienes aplican las

pautas en casa.

Aspectos que trabaja:

 Desarrollo y orientación personal.

 Resolución de conflictos.

 Entrenamiento en auto-instrucciones.

 Organización y planificación de la conducta en función de objetivos y metas.

 Autorregulación emocional.

 Entrenamiento en habilidades y estrategias internas.

5.4. Terapia De Modificación De Conducta

La terapia de modificación de conducta, se basa en los condicionamientos operantes, el uso de

reforzadores y castigos y favorece la extinción de conductas disruptivas y la implantación y

aparición de conductas positivas.

40
 Aspectos que trabaja:

 Normas y limites.

 Entrenamientos en hábitos positivos.

 Modificación de conductas disruptivas y problemas de conducta.

 Entrenamiento en conductas positivas.

5.5. Entrenamiento En Habilidades Sociales:

El área social es una de las áreas donde mayores dificultades tienen los niños y adolescentes

con TDAH. La adquisición de pautas, estrategias y habilidades para relacionarse de manera

adecuada mediante un proceso de entrenamiento favorecerá la interacción social de los

afectados con TDAH con sus iguales y evitará problemas de rechazo social, asilamiento y baja

autoestima.

 Aspectos que trabaja:

 Autoestima, comunicación emocional

 Entrenamiento asertivo

 Reglas de sociabilización

 Entrenamiento en conductas prosociales

 Habilidades de competencia social

41
5.6. Técnicas De Relajación Y Control Del Estrés Y La Ansiedad:

Las técnicas de relajación y trabajo corporal ayudan a controlar y canalizar el exceso de

actividad, los estados de agitación, nerviosismo y ansiedad y favorecen las emociones positivas

y mejoran la comunicación y el ambiente familiar.

También favorecer la práctica de actividades físicas o culturales, o de tipo social, ayudan a

mejorar la autoestima de estos niños y a desarrollar y potenciar otras capacidades y habilidades

que presentan.

 Aspectos que trabaja:

 Relajación y respiración

 Expresión corporal

 Realización de actividades externas como actividades deportivas, hobbies, actividades

socio-culturales

 Psicomotricidad

El lenguaje interno o las auto instrucciones son las que facilitan esta interiorización de las reglas

e instrucciones, ya que fomentan el pensamiento organizado y reflexivo. Los procedimientos

auto instruccionales y las técnicas de resolución de problemas tienen como objetivo que el sujeto

interiorice pautas de actuación generalizables a distintas situaciones con el fin de alcanzar los

objetivos propuestos.

5.7. Orientaciones para padres y madres

Como hemos visto, un niño o niña con TDAH tiene un desarrollo cerebral diferente y, para que

pueda desarrollarse de forma adaptativa en su entorno, minimizando sus dificultades, será

42
fundamental la intervención de la familia y del centro educativo. Con una buena intervención,

nuestro hijo o hija podrá evolucionar hacia un adulto adaptado y feliz. Sin ella, el TDAH puede

convertirse en una dificultad permanente en su desarrollo. Para ello, a continuación, ofrecemos

algunas orientaciones a tener en cuenta que nos ayudarán a mejorar el desarrollo integral de

nuestro hijo o hija con TDAH, a canalizar sus síntomas, a mejorar la relación con él y a

fortalecer un clima familiar positivo.

5.7.1. Tener una actitud positiva

Una vez superada la reacción inicial, cuando conocemos que nuestro hijo o hija tiene TDAH,

es importante centrarnos en la actitud positiva que nos permitirá facilitarle el tratamiento

adecuado, evitando sentimientos de culpabilidad y sustituyéndolos por la responsabilidad para

abordar y mejorar su desarrollo. Para ello, es necesario, en primer lugar, aceptar a nuestro hijo

o hija, aceptar el trastorno y revisar las expectativas que teníamos respecto a él o ella. En

segundo lugar, estar dispuestos a buscar información para conocer en profundidad en qué

consiste el trastorno, a través de especialistas y otros padres y madres y preguntar todo aquello

sobre lo que tengamos dudas. Todo ello nos permitirá tener una actitud más confiada y positiva

y, como consecuencia, facilitará una mejor relación con nuestro hijo o hija. En concreto:

- Aceptar a nuestro hijo o hija como es y ver a la persona, por encima del trastorno, con

todos sus aspectos valiosos y con sus dificultades. Él es nuestro hijo y nuestro amor

incondicional, sentirse querido y comprendido, le ayudará a superar sus dificultades, sobre todo

en los momentos más difíciles. Nuestras demostraciones de cariño, especialmente las que

conllevan contacto físico (abrazos, besos, etc.), serán, sin duda, el mejor tratamiento.

43
- Escucharle y prestarle atención para poder tener con él una comunicación abierta que

mejore la relación y permita enfrentarse mejor a las dificultades del TDAH.

- Analizar con nuestra pareja nuestro comportamiento y estilo educativo para revisar

aquellos aspectos que puedan perjudicar su desarrollo y acordar nuevos que lo faciliten y que

respondan a sus necesidades. Es fundamental que los dos tengamos una relación directa con

nuestro hijo o hija y estemos implicados y coordinados para establecer un plan conjunto de

intervención y los roles de cada uno.

- Si hay otros hermanos en la familia, también es aconsejable hablar con ellos para que

puedan conocer mejor a su hermano, así como otros familiares o amigos que tengan una relación

directa y frecuente con nuestro hijo (abuelos, tíos, primos, etc.).

- Buscar información, actualizada, práctica y realista, a través de asociaciones de padres

y madres, de otros padres o profesionales. Las asociaciones de padres y madres realizan

actividades en las que proporcionan información, formación y ayuda, por lo que nos resultará

útil y nos sentiremos menos solos al poder compartirlo con otros en la misma situación.

- Tener una actitud positiva ante el trastorno, centrándonos en los aspectos positivos de

nuestro hijo e hija y reforzándolos, minimizando así los negativos. Centrarnos en aquello que sí

podemos cambiar en lugar de en aquello que no se puede cambiar, es decir, no centrándonos en

que nuestro hijo deje de ser hiperactivo y sí en que aprenda, madure y consiga evolucionar y ser

un adulto feliz. Estar atentos a sus logros y estimularle con cariño, para que mejore su

autoestima y, por tanto, su comportamiento. Intentar gestionar nuestra frustración y enfado,

comprendiendo, reconociendo y permitiendo nuestras emociones negativas, para poder

44
superarlas y para enfrentarnos con humor a las dificultades, para que así nuestro hijo, en la

medida de lo posible, pueda vivirlas también con humor.

- Enfocarnos en el presente, en lo que podemos hacer cada día para mejorar su bienestar,

pero no angustiarnos con lo que sucederá en el futuro de nuestros hijos ya que eso nos puede

paralizar. Sin duda, mejorar el presente de nuestro hijo mejorará su futuro y, con el tiempo, el

trastorno puede evolucionar positivamente.

- Cuidarnos a nosotros mismos. Nuestro hijo o hija con TDAH puede generarnos

cansancio y tensión, por lo que es importante que nos cuidemos, reservar un tiempo para

nosotros, descansar y relajarnos, tanto de forma individual como en pareja. Permitirnos expresar

nuestras emociones, positivas y negativas lo que, a su vez, facilitará que nuestro hijo se

identifique más fácilmente con nosotros. Si estamos ante una situación que consideramos que

no podemos afrontar solos, podemos buscar el apoyo psicológico de un profesional.

- Tener paciencia y constancia en nuestra labor para conseguir nuestros objetivos.

Tendremos de plantearnos objetivos a corto plazo, pero también a medio y largo plazo. A veces,

los cambios se producen más lentamente de lo que nos gustaría, pero la constancia es lo que

facilita que éstos se produzcan. A pesar de las dificultades, es muy importante continuar hacia

adelante y valorar las mejoras, tanto las pequeñas como las significativas, que nos gratificarán

durante todo el camino. Y recordar que lo más importante es el proceso, la dinámica y la relación

familiar que establezcamos con nuestro hijo o hija.

- Cuando lo veamos necesario, o cuando estemos desbordados, ser capaces de pedir

ayuda, tanto a familiares o amigos como asociaciones de padres y madres como a algún

profesional especializado.

45
5.8. Tratamiento farmacológico

Existen algunos medicamentos que ayudan al niño a mantener más la atención y a estar menos

inquieto, lo que permite que mejoren sus habilidades y conductas, beneficiándole en su

desarrollo académico, social y personal. El medicamento ha de entenderse como una ayuda para

el niño, pero no son medicamentos que curan. En caso de que el medicamento fuera necesario,

éste ha de prescribirse con el criterio del médico y la conformidad de los padres, una vez estén

informados del tipo de fármaco, su finalidad y los efectos secundarios.

Es importante que el niño acepte y se sienta cómodo con el medicamento que ha de tomar cada

día, por ello, es recomendable mostrarles las ventajas de que puedan ayudarle y que identifiquen

en qué aspectos mejoran su vida cotidiana (amistades, juego, escuela, etc.). Asimismo, les

podemos hacer ver que es una ayuda que les permite prestar atención y concentrarse, de la

misma forma que otros niños usan gafas, aparatos dentales, etc. Cuando el niño consiga mejorar,

es importante reforzar al niño por su esfuerzo y no atribuirlo al medicamento para que no se

sienta incompetente.

5.9. Medicamentos y tratamientos comunes para niños con TDAH

Para la mayoría de los niños, los medicamentos con estimulantes son una forma segura y eficaz

de aliviar los síntomas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Así como

los anteojos ayudan a las personas en enfocar sus ojos para ver, estos medicamentos ayudan a

los niños con TDAH a enfocar sus pensamientos mejor y a ignorar distracciones. Esto les ayuda

a poner mejor atención y a controlar su comportamiento.

Los estimulantes se pueden usar solos o combinados con terapia de conducta para tratar niños

con TDAH .Los estudios demuestran que cerca de un 80 % de los niños con TDAH que son

46
tratados con estimulantes mejoraran de gran manera una vez que se determina el medicamento

y la dosis correcta.

6.¿LOS MEDICAMENTOS CURAN EL TDAH?

Los medicamentos actuales no curan el TDAH, más bien, controlan los síntomas durante el

período en el que se toman. Los medicamentos pueden ayudar a un niño a prestar atención y

completar las tareas de la escuela. No está claro, si los medicamentos pueden ayudar a los niños

a aprender o a mejorar sus habilidades académicas. Agregar una terapia conductual, consejería

y apoyo práctico, puede ayudar a los niños con el TDAH y a sus familias a afrontar mejor los

problemas cotidianos. Las investigaciones financiadas por el instituto nacional de la Salud

mental (NIMH, por sus siglas en inglés) han demostrado que los medicamentos funcionan mejor

cuando el tratamiento se controla periódicamente por el médico que los receta y la dosis se

ajusta en función a las necesidades del niño.

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7-CONCLUSIONES

Según lo tratado en el presente trabajo se puede concluir que uno de los trastornos más

comunes en los niños es el Trastorno por déficit de atención o/e hiperactividad, y por ende es

crucial conocer las estrategias mas efectivas que pueden ayudar a estos niños y adolescentes y

que nuestro papel no es solo que suban sus notas escolares, sino que es brindarles las estrategias

necesarias para que puedan tener una mejor autonomía, ayudándolos a manejar su impulsividad,

mejorar su autoestima, aprendiendo habilidades de estudio y organización.

Además es importante informar a los padres de estos niños ya que la gran parte de la

educación viene desde casa, y el conocimiento de las estrategias necesarias para ayudar a estos

niños debe ser reforzada por los padres, teniendo en cuenta también la importancia que conlleva

tener el conocimiento de que hay medicamentos específicos para poder ayudar en el tratamiento

de los niños con TDAH, como lo habíamos mencionado estos medicamentos ayudan a la

atención, recepción de la información, a estar más alertas y a tener más energía.

Teniendo esto en cuenta hay que hacer énfasis en algo importante, no todos los niños

reaccionan de la misma manera a los medicamentos y que la medicación de estos fármacos debe

ser estrictamente recetada por un especialista para evitar resultados que puedan ser

contraproducentes para el niño, y para prevenir este caso o la poca eficacia del tratamiento por

exceso de medicación en el niño, se debe de estar en constante coordinación con el psicólogo y

docentes para el seguimiento constante del niño y asi comprobar la eficacia del tratamiento.

Además de la capacitación de los padres, los docentes que puedan tener niños con tdah

en su aula también deben de ser capacitados con las técnicas y estrategias adecuadas para poder

tratar con ellos, y así evitar que los signos de comportamiento del tdah sean confundidos como

niños distraídos y sin ganas de aprender, sino que es por su condición que ellos no logran prestar

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una buena atención y cometan errores por descuido y que pareciera que no escuchan cuando se

les habla directamente.

Por último, quiero mencionar que los niños con este trastorno pueden llevar una vida

escolar optima si son orientados adecuadamente, si se les enseñas las estrategias adecuadas para

que puedan lograr su autonomía y que siguán las recomendaciones de para que su problema se

solucione adecuadamente.

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8-Referencias

1. CDC. (2022, agosto 9). Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).

Centers for Disease Control and Prevention.

https://www.cdc.gov/ncbddd/spanish/adhd/index.html

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https://medlineplus.gov/spanish/attentiondeficithyperactivitydisorder.html

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que usted necesita saber. (s/f). National Institute of Mental Health (NIMH). Recuperado

el 23 de octubre de 2022, de https://www.nimh.nih.gov/health/publications/espanol/el-

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que-usted-necesita-saber

4. Rusca-Jordán, F., & Cortez-Vergara, C. (2020). Trastorno por déficit de atención con

hiperactividad (TDAH) en niños y adolescentes. Una revisión clínica. Revista de neuro-

psiquiatria, 83(3), 148–156. https://doi.org/10.20453/rnp.v83i3.3794

5. Alda, J. A., Cardo, M. E., Díaz del Campo, P., García, A., Gurrea, A., & Izaguirre, J.

(2017). Guía de Práctica Clínica sobre las intervenciones terapéuticas en el Trastorno

por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH). GuíaSalud.

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Recuperado el 23 de octubre de 2022, de

https://www.fundacioncadah.org/web/articulo/trastorno-de-la-actividad-y-de-la-

atencion-cie-10.htm
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Anexos 1

Anexo A: Medicamentos Comunes Para El TDAH

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