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Actividad: Seminario 7
Guía elaborada por: Dr. Yahir Pérez
Reacciones de Inmunidad de trasplante
Objetivos de aprendizajes:
VHC se liga al receptor de superficie CD81 (tetraespanina), que se expresa en los hepatocitos y
los linfocitos B y también se puede revestir con lipoproteínas de baja densidad o de muy baja
densidad y utilizar el receptor de lipoproteínas para facilitar ser captado por los hepatocitos. Las
proteínas del VHC inhiben la apoptosis y la acción del IFN-α al unirse al receptor del factor de
necrosis tumoral y a la proteína cinasa R. Estas acciones evitan la muerte de la célula
hospedadora y favorecen el establecimiento de una infección persistente.
La hepatitis C suele ser clínicamente leve y sólo se observa un incremento mínimo a moderado
de las enzimas hepáticas. La hospitalización es poco común y la ictericia ocurre en menos de
25% de los pacientes. Pese a las manifestaciones leves de la enfermedad, 70 a 90% de los casos
presenta hepatopatía crónica. La mayor parte de los pacientes no presenta síntomas, pero la
evolución histológica suele revelar signos de hepatitis activa crónica, sobre todo en aquellos
cuya enfermedad se adquiere después de una transfusión. Muchos pacientes (20 a 50%)
presentan cirrosis e incremento del riesgo de desarrollar carcinoma hepatocelular (5 a 25%)
decenios más tarde. Alrededor de 40% de los casos de hepatopatía crónica se relaciona con
HCV. La hepatopatía en etapa terminal relacionada con HCV es la indicación más frecuente
para los trasplantes hepáticos en el adulto.
La elevada incidencia de infecciones crónicas asintomáticas favorece la diseminación del virus
entre la población. Las técnicas de cribado han permitido la reducción de los niveles de
transmisión a través de transfusiones de sangre y trasplantes de órganos, pero la transmisión por
otras vías sigue siendo frecuente.
La mayor parte de las infecciones primarias son asintomáticas o clínicamente leves (20 a 30%
presenta ictericia y 10 a 20% sólo presenta síntomas inespecíficos como anorexia, malestar y
dolor abdominal). Las infecciones crónicas suelen evolucionar con lentitud y de manera
insidiosa. Al parecer la respuesta inmunitaria es lenta en desarrollarse y relativamente débil, lo
que refleja el hecho de que HCV tiene mecanismos de evasión inmunitaria muy eficaces.
No se dispone de ninguna vacuna contra la hepatitis C, aunque se están realizando pruebas para
varias vacunas elegibles. Las medidas de control se enfocan en las actividades de prevención
que reducen los riesgos de contraer el HCV; éstas comprenden detección sistemática y pruebas
en donadores de sangre, plasma, órganos, tejidos y semen; inactivación viral de productos
derivados del plasma; asesoría de personas con prácticas sexuales o toxicomanías (habito
patológico de intoxicarse con drogas) de alto riesgo; implementación de procedimientos de
control de la infección en la asistencia sanitaria y en otros contextos; y la información a los
profesionales y al público.
3. El EBV y el CMV han desarrollado estrategias inmunoevasivas que les
permiten permanecer en fase latente, incluso en presencia de un sistema
inmunitario sano. Descritas esas estrategias inmunológicas.
Los virus herpes codifican diversas glucoproteínas implicadas en la adhesión y la fusión víricas,
y la elusión del control inmunitario.
La principal célula afectada por el EBV es el linfocito B. Cuando los linfocitos B humanos se
infectan con EBV, se pueden establecer estirpes celulares continuas, lo que indica que las
células han sido inmortalizadas por el virus. EBV inicia la infección de los linfocitos B al unirse
al receptor viral, que es el receptor para el componente C3d del complemento (CR2 o CD21).
EBV entra directamente en un estado latente en el linfocito sin experimentar un periodo de
replicación viral completa. Las características distintivas de la latencia son la persistencia viral,
la expresión restringida del virus y el potencial de reactivación y replicación lítica. La eficiencia
de la inmortalización del linfocito B por EBV es muy alta. Cuando el virus se une a la superficie
celular, las células se activan para entrar en el ciclo celular.
Las proteínas víricas producidas durante una infección productiva se definen y agrupan
serológicamente como antígeno precoz (AP), antígeno de cápside vírica (VCA) y
glucoproteínas del antígeno de membrana (AM). Una proteína precoz remeda a un inhibidor
celular de la apoptosis y una proteína tardía remeda la actividad de la interleucina 10 humana, lo
que favorece la proliferación de los linfocitos B e inhibe las respuestas inmunitarias TH1.
La inmunidad celular es esencial para eliminar y controlar el crecimiento excesivo de la
infección por CMV. No obstante, el CMV es experto en escapar de la respuesta inmunitaria y
dispone de varios mecanismos para eludir las respuestas innatas e inmunitarias. La infección por
este patógeno vírico altera la función de los linfocitos y los leucocitos. Sólo se han descrito
algunas de las numerosas proteínas codificadas por el CMV (más de 200). Una de ellas, una
glucoproteína de la superficie celular, actúa como un receptor de Fc que de manera inespecífica
se une a la porción Fc de las inmunoglobulinas. Esto puede ayudar a las células infectadas a
evadir la eliminación inmunitaria al proporcionar una cubierta protectora de inmunoglobulinas
irrelevantes del hospedador.
El virus impide la presentación de antígenos tanto a los linfocitos T citotóxicos CD8 como a los
linfocitos T CD4 al inhibir la expresión de las moléculas del MHC de tipo I en la superficie
celular e interferir en la expresión inducida por citocinas de las moléculas del MHC de tipo II en
las células presentadoras de antígenos (entre las que se encuentran las células infectadas). Una
proteína vírica impide, asimismo, el ataque de las células infectadas por CMV por parte de los
linfocitos T citotóxicos naturales. Al igual que el VEB, el CMV codifica un análogo de la
interleucina 10 que inhibiría las respuestas inmunitarias protectoras de tipo TH1.
*** Las proteínas de evasión inmunitaria (gC, gE, gI). Por ejemplo, el componente C3 del
sistema del complemento se une a la gC y su concentración sérica disminuye como
consecuencia de ella. La fracción Fc de la inmunoglobulina G (IgG) se une al complejo gE/gI,
de modo que camufla al virus y a las células infectadas por él. Estas acciones reducen la eficacia
antivírica de la respuesta humoral.
4. Las células infectadas por el virus son destruidas por los linfocitos NK y los
LTc. A pesar de ello, los pacientes infectados presentan anticuerpos anti-CMV
y anti-EBV. Explíquelo.
La proliferación de los linfocitos B causada por EBV normalmente es controlada por los
linfocitos T que responden a indicadores de la proliferación de los linfocitos B y a péptidos
antigénicos del VEB. Los linfocitos B son células presentadoras de antígenos excelentes y
presentan los antígenos del VEB en las moléculas de los MHC I y II. Los linfocitos T activados
tienen el aspecto de linfocitos atípicos (también llamados células de Downey). Durante la
segunda semana de la infección aumenta su número en la sangre periférica, representando en
ese momento del 10% al 80% del recuento leucocitario (por eso el nombre de
«mononucleosis»). La tríada de síntomas clásicos de la mononucleosis infecciosa se compone
de linfadenopatía (aumento de tamaño de los ganglios), esplenomegalia (aumento de tamaño del
bazo) y faringitis exudativa acompañada de fiebre elevada, malestar y, a menudo,
hepatoesplenomegalia (aumento de tamaño del hígado y el bazo).
Durante la infección productiva, en primer lugar, se elaboran anticuerpos frente a los
componentes del virión VCA y AM, y posteriormente frente al AP. Tras la resolución de la
infección (lisis de las células infectadas productivas), se fabrican anticuerpos frente a los
antígenos nucleares (EBNA). Los linfocitos T son esenciales para limitar la proliferación de los
linfocitos B infectados por el VEB y controlar la enfermedad.