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En España, más del 90% de los trasplantes renales se realizan con órganos de donante
cadáver, con un cambio sustancial en las características de los donantes, que tienden a
tener más edad y alguna enfermedad de base asociada (HTA, arteriosclerosis, etc.). El
donante cadáver debe hallarse libre de infecciones, enfermedad neoplásica,
antecedentes de nefropatía y HTA grave, y ser seronegativo para el virus de la inmuno-
deficiencia humana (HIV). La donación de cadáver incluye la donación en muerte
encefálica y la donación en asistolia. En España se suele aceptar la donación de muerte
en asistolia controlada (clasificación de Maastricht tipo III) y asistolia no controlada
(Maastricht tipo II) que han llegado a mas del 30 % de toda la donación de cadáver. Los
criterios de aceptación de los candidatos a trasplante renal excluyen a pacientes con
neoplasias recientes, infecciones activas, psicosis no controladas, drogadiccion
. A los pacientes con nefropatía diabética en contexto de diabetes mellitus de tipo 1 se
les puede efectuar doble trasplante (renal y pancreático) si reúnen los criterios
médicos necesarios. En los pacientes con hepatitis C se aconseja un tratamiento de
erradicación antes del trasplante renal, aunque un tratamiento de erradicación en el
postrasplante también es posible con los nuevos fármacos antivirales. En caso de
pacientes con hepatitis crónica por virus B, se recomienda un tratamiento antiviral
crónico en el postras- plante. A los pacientes que sufren ERC y hepatopatía crónica
grave se les ofrece el doble trasplante renal y hepático. El trasplante renal es el mejor
tratamiento renal sustitutivo en cuanto a supervivencia del paciente y calidad de vida.
El trasplante renal se puede realizar sin entrar en un programa de diálisis crónica
(trasplante anticipado o preemptivo), o después de haber empezado la diálisis. Desde
el punto de vista pronóstico y de la calidad de vida, es aconsejable realizar un
trasplante renal de forma anticipada.
TRATAMIENTO INMUNODEPRESOR
Los glucocorticoides inhiben la producción de IL-1, IL-6 e interferón por parte de las
APC (monocitos-macrófagos). Los glucocorticoides se asocian siempre a otros
inmunodepresores. La metilprednisolona y la prednisona son los glucocorticoides más
utilizados, en dosis de 0,5-0,25 mg/kg de peso y día, desde el momento del trasplante.
La tendencia actual es hacia un menor uso de glucocorticoides, y muchos grupos los
suprimen a los pocos meses del trasplante renal en pacientes de riesgo inmunológico
bajo si la evolución ha sido satisfactoria. Tam- bién se emplean a dosis elevadas en el
tratamiento del rechazo agudo
Antimetabolitos
La azatioprina inhibe la síntesis de DNA y RNA. Anteriormente se usaba con
glucocorticoides y CsA, pero ha sido sustituida por el micofenolato en la terapia de
novo. Sus principales efectos secundarios son mielodepresión, hepatotoxicidad,
anemia megaloblástica y alopecia. No se recomienda la administración concomitante de
alopurinol (inhibidor de dicha enzima) para evitar toxicidad grave, especialmente la
anemia aplásica.
El ácido micofenólico (MPA), o en forma de profármaco mico- fenolato de mofetilo
(MMF) o de micofenolato sódico (MS), es un antipurínico (como la azatioprina) y se
considera parte del tratamiento estándar en combinación con un anticalcineurínico y
con glucocor- ticoides. Tanto el MMF como el MS son rápidamente absorbidos en el
tracto intestinal y su metabolito activo convertido a ácido mico- fenólico.
El MPA es un inhibidor no competitivo y reversible de la inosín monofosfato
deshidrogenasa, y bloquea la síntesis de novo de los nucleótidos de guanosina,
sustratos necesarios para la síntesis de ácidos nucleicos. Dado que los linfocitos T y B
dependen de la vía de novo de las purinas, el MPA es un fármaco altamente selectivo
para estas células. La depleción celular de nucleótidos de guanosina inhibe además la
glucosilación y la expresión de algunas moléculas de adhesión que intervienen en la
reacción del aloinjerto. La dosis recomendada de MMF es de 2 g/día, y la de MS, de
1,44 g/día, en asociación con CsA o tacrolimus y glucocorticoides en la profilaxis del
rechazo; la dosis se ajustará según la tolerancia clínica. Los principales efectos adversos
son diarrea y epigastralgias, anemia y leucopenia.
Inhibidores de mTOR
El sirolimus (SRL) y el everolimus (EVR) son inmunodepresores macró- lidos que inhiben
la enzima mTOR (mammalian target of rapamycin), que regula la fosforilación de
cinasas dependientes del ciclo celular. Ambos se fijan a la misma inmunofilina que el
tacrolimus (FKBP-12) pero no inhiben la actividad de la calcineurina, sino la actividad
mTOR, lo cual bloquea la proliferación celular. La combinación de SRL o EVR con CsA o
tacrolimus y glucocorticoides es eficaz en la prevención de los episodios de rechazo y
se considera una alternativa al tratamiento con tacrolimus en combinación con
micofenolato. El SRL y el EVR tienen un potente efecto antitumoral y antiviral
(citomegalovirus [CMV] y virus BK), que podría ser beneficioso en el trasplante de
órganos sólidos. Los efectos secundarios principales son dislipemia, mielotoxicidad,
dificultad de cicatrización y neumonitis
B elatacept
Es una proteína de fusión que inhibe la coestimulación a través del bloqueo de la señal
CD28 de los linfocitos T. Se administra por vía i.v.; en combinación con MMF y
basiliximab, demuestra una efica- cia elevada en la prevención del rechazo agudo,
aunque algo menos potente que los anticalcineurínicos. A pesar de esto, el
tratamiento con belatacept se asocia a mejor función del injerto renal a medio y largo
plazo y a menor generación de DSA. Su limitación principal es el riesgo de linfomas
postrasplante y de infecciones oportunistas (CMV). Por el riesgo de linfoma
postrasplante, el fármaco está contraindicado en pacientes EBV seronegativos.
Anticuerpos policlonales y monoclonales
Función renal
Tras el reimplante del aloinjerto renal, si la función del órgano es íntegra, se produce una poliuria
abundante que obliga a una adecuada reposición hidroelectrolítica, con rápida desaparición de la
retención nitrogenada. Sin embargo, en ocasiones se produce una insuficiencia renal postrasplante
(IRPT) derivada del daño renal inducido por la isquemia-reperfusión. La incidencia de IRPT en el
trasplante de donante cadáver varía entre el 15% y el 40%, y a su aparición con- tribuyen el tipo de
donación (donante en asistolia o donante en muerte encefálica), la inestabilidad hemodinámica del
donante, su edad y los tiempos de isquemia fría y de reanastomosis vasculares prolongados. El
diagnóstico se establece por la clínica, y es útil la exploración isotópica del injerto, que informa,
además, de su perfusión sanguínea. En casos de IRPT oligoanúrica, debe establecerse el
diagnóstico diferencial con el rechazo, la trombosis vascular del injerto y la fístula u obstrucción
urinarias. El tratamiento de la IRPT consiste en un adecuado balance hidroelectrolítico y diálisis en
caso de necesidad. La duración de la IRPT suele ser de 1-3 semanas. Si la anuria persiste después de
1 se- mana, es aconsejable practicar una biopsia del injerto para descartar un rechazo agudo
sobreañadido.
Rechazo del injerto
La infección por CMV puede manifestarse por enfermedad vírica sistémica y/o
invasora de los tejidos (pulmonar, hepática, gas- trointestinal). El tratamiento de
elección consiste en ganciclovir i.v. o valganciclovir p.o. La infección por el virus de
Epstein-Barr puede causar síndromes linfoproliferativos, debidos a la proliferación de
linfocitos B. Los pacientes de mayor riesgo son los seronegativos que reciben un
órgano seropositivo y aquellos tratados con altas dosis de anticuerpos antilinfocitarios.
La reactivación de infección por polioma- virus (virus BK) en pacientes fuertemente
inmunodeprimidos puede causar estenosis ureteral, cistitis hemorrágica y nefritis
intersticial con pérdida gradual de la función renal. La infección urinaria es la infección
bacteriana más frecuente (hasta el 40%) después del trasplante.
NEOPLASIAS
La supervivencia del injerto renal es del 90%-95% tras el primer año del trasplante, y
la mortalidad se ha reducido a cerca del 2%-3% en este período según la edad y
comorbilidad del receptor. A los 5 añ os, la supervivencia del paciente se sitú a
alrededor del 85%. En este tiempo, la principal causa de muerte es cardiovascular,
seguida de infecció n y cá ncer, como se ha referido. La supervivencia del injerto
renal ha aumentado en los ú ltimos añ os gracias a la introducció n de los nuevos
fá rmacos inmunodepresores
Datos recientes de registros internacionales refieren una supervivencia del injerto
renal del 85% y el 65% a los 5 y 10 añ os, respectivamente, con donante vivo, y del
75% y el 55% con donante cadavérico. En las curvas de supervivencia actuarial del
injerto renal, la muerte del paciente (por causa cardiovas- cular o de cá ncer) con
injerto funcionante representa la primera causa de pérdida del injerto renal a
largo plazo, seguida por el desarrollo de la disfunció n cró nica del injerto. La
individualizació n del tratamiento inmunodepresor adaptado a cada paciente
durante toda la evolució n del trasplante y un estricto control de los factores de
riesgo cardiovas- cular deberían permitir mejorar y prolongar la supervivencia a
largo plazo del injerto y del paciente con trasplante renal.