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ASUNTO: segunda evaluación parcial, 26 de julio 2022

TEMA: LA ACTIVIDAD EXPROPIATORIA – JUAN ALFONSO SANTAMARÍA PASTOR


EQUIPO INTEGRANTES:
Bordones, Nicole C.I. V- 27.234.514
Gedler, Richard C.I. V- 21.622.601
Mota, Ana Bárbara C.I. V- 26.951.684
Piña, Daniela C.I. V- 28.301.374

I. Concepto o definiciones y antecedentes


Valor 6  puntos

Concepto - Definición
La actividad expropiatoria, subyace en la determinación de cuáles actividades ablatorias de la
Administración Pública, acarrean responsabilidad patrimonial, la cual constituye una garantía
patrimonial de esta última para con el sujeto privado del que se trate. 1 Asimismo, indica el autor
Santamaría Pastor, citando a la Constitución Española, que la actividad expropiatoria, la cual designa
como “expropiación forzosa”, y que constituye la privación de bienes y derechos, solo podrá proceder
por causa justificada de utilidad pública o interés social y debiendo proporcionarse la correspondiente
indemnización al particular.2 Es así como vemos que, la actividad expropiatoria genera el deber de
indemnización por parte de la Administración Pública, en razón de que a causa de la utilidad pública o
interés social se está afectando el derecho de propiedad del particular.

Así también, se puntualiza en la obra del profesor Santamaría Pastor, la disposición establecida en la
Constitución Española sobre la Responsabilidad patrimonial de la Administración, en la cual se
establece el derecho de los particulares a ser indemnizados en virtud de la lesión que sufran en
cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea
consecuencia del funcionamiento de los servicios públicos.3 Es así como se visualiza la existencia de
una responsabilidad como consecuencia de la existencia de la vulneración al derecho de propiedad del

1
Juan, Santamaría. Principios de Derecho Administrativo General, Tomo II. Madrid. Editorial IUSTEL. 2009.
Página 433.
2
El autor Juan, Santamaría citando a la «Constitución Española (España: Boletín Oficial del Estado, 1978)
Artículo 33.3» Página 432.
3
Ídem. «Artículo 106.2» Página 433.
particular, lo que también da lugar a la existencia de la actividad expropiatoria, es decir, en función de la
potestad expropiatoria de la Administración, existe una responsabilidad patrimonial de la misma, debido
a la afectación del derecho de propiedad del particular.

Antecedentes
El transcurso histórico en el que han hecho vida las ablaciones patrimoniales y el régimen de su
indemnizabilidad esta colmado de variedad. Así, podemos comenzar con la situación previa al siglo
XIX, para este entonces eran muy limitadas las actuaciones ablatorias ejercidas por el poder público,
consistían básicamente en el ejercicio de la actividad tributaria, la penalidad de confiscación de bienes y
en la privación de la propiedad, aunque no penalmente, para variados fines. Esta apropiación de bienes
privados por el poder público se fundamentó durante esta etapa histórica en la doctrina del Jus Eminens,
ella implicaba que el monarca ejercía titularidad o propiedad virtual por sobre todas las cosas que en el
reino existieran, es decir, en otras palabras esta doctrina desplazaba la titularidad de la propiedad a los
ciudadanos o entes de derecho privado colocando a su favor el ejercicio de un simple dominio, de
carácter no primigenio, así entonces el ejercicio de la apropiación no sería otra cosa sino la sesión en
beneficio del dominio potestativo del monarca, siendo así las dos titularidades posibles, una sola en la
práctica, la del monarca seria la titularidad para disponer.

De frente a este escenario surgió una posibilidad de mejora para esa situación, la cual era una especie de
equiparación o balance frente a la doctrina Jus Naturale, este equilibrio se buscó con la creación de una
obligación basada en el derecho natural y de gentes, indemnizatoria hacia los que fungían como sujetos
expropiados, así esta obligación versaba sobre una limitante al poder expropiatorio del rey donde esta
expropiación solo sería licito en las circunstancias donde a su vez se le otorgaba el valor de la cosa
expropiada al sujeto privado, a partir de esta institución cualquier expropiación sin indemnización seria
ilícita.4

Siguiendo la línea histórica que iniciamos, el periodo liberal fungió en el campo de la expropiación
como una garantía de la propiedad inmobiliaria frente a la construcción de obras públicas. Pues la
burguesía de 1789, grupo notable para la época, estaba sumamente ofuscada por las abusivas penas que
sufrían los sujetos privados entonces, con las confiscaciones y la práctica de desapropiación de los
bienes. Ese año de la declaración de derechos, confirió un status privilegiado a la propiedad
4
Juan, Santamaría. Principios de Derecho Administrativo General, Tomo II. Madrid. Editorial IUSTEL. 2009.
Página 434.
ascendiéndola a un derecho «inviolable y sagrado» aunándole que « nadie podrá ser privado de ella sino
cuando la necesidad publica, legalmente constatada, lo exija evidentemente, y con la condición de una
previa y justa indemnización» (Art. 17).5 Estos fueron parámetros novedosos frente a la desdeñada
garantía indemnizatoria que existía en la época del Estado Absoluto, la declaración de derechos vigorizó
la institución aportando exigencias a la práctica como la imperante necesidad pública a la que debía
responder taxativamente la expropiación, quedaría atrás el mero deseo del monarca, esa necesidad tenía
que constatarse por el órgano legislativo, la indemnización además debería ser previa –lo que implica
una enorme ascensión y beneficio- a la apropiación pública del bien y por último pero
determinantemente importante también esa valoración debía darse a precios de mercado, que realmente
abarcara el valor del bien expropiado, así pues se vieron notables cambios respecto a los antecedentes
del siglo XIX que abordamos antes.6 Todo planteamiento evolutivo notoriamente pasaría a ser parte de
todas las constituciones del siglo XIX, empezando por España.

Hemos adelantado cronológicamente, para ahora ubicarnos en la institución de la expropiación durante


el siglo XIX, aquí entró en el panorama la figura de la expropiación forzosa. Para este momento, la
expropiación se descomponía en tres características: A) solo se abarcan las expropiaciones que suponían
la privación completa del derecho de propiedad, es decir, expropiaciones totales y no se cubría la
ablación de ningún otro derecho patrimonial; B) afecto únicamente a los bienes inmuebles por razones
de que la económica agraria que primaba los bienes inmuebles eran los únicos considerados como
fuente de riqueza, para este momento entonces se excluyeron los bienes muebles y derechos
inmateriales, y; C) aquella necesidad pública que proclamaba la declaración de derechos de 1789, ahora
se implicaría como la realización de obras públicas.7

El órgano público competente para fijar la expropiación tuvo procedimiento debatible entre un modelo
donde se tomaba a la propiedad privada como tutelada por la jurisdicción civil, este postulado venía
acorde con la ordenanza napoleónica del 8 de marzo de 1810, donde se bifurcaba el procedimiento
expropiatorio, siendo las primeras fases tramitadas por la administración y después se remitía el
expediente al juez civil quien decretaba la transferencia de la propiedad y también determinaba la
indemnización. Una segunda vía, poco aceptada en España, en la ley de expropiación forzosa del país

5
El autor Juan, Santamaría citando a la «Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, 1789.
Artículo 17» Página 435.
6
Juan, Santamaría. Principios de Derecho Administrativo General, Tomo II. Madrid. Editorial IUSTEL. 2009.
Página 435.
7
Ídem. Página 436.
ibérico de 1836, se tipificaba una restringida intervención del juez civil, limitada a la designación de un
tercer perito, si fuera el caso que los nombrados por la administración y el particular no llegasen a un
acuerdo en cuanto al justiprecio, pues ese tercer perito tendría una opinión final vinculante para las
partes. La segunda ley de expropiación forzosa española de 1879, conservó la intervención judicial pero
quitó el carácter vinculante del tercer perito arriba mencionado, así pues solo entre la constitución de
1869 y la ley de expropiación 1879, permaneció un sistema judicial puro donde la expropiación figuraba
únicamente por causa de utilidad común y por mandato judicial, sin que dejara de primar la previa
indemnización.8

Con el trascurso del tiempo, aparecieron nuevas formas ablatorias, las cuales cambiaron nuevamente la
configuración de la expropiación como institución, surgiendo así actividades que, apartándose del
pasado, no implicaban la privación de la propiedad del inmueble total, sino que se conoció la
expropiación de bienes muebles, se implantaron al panorama privaciones o limitaciones de otros
derechos de contenido patrimonial, como por ejemplo el arrendamiento. Todas estas igual privaban en
algún sentido al particular expropiado, pero de un modo novedoso o más amplio respecto a lo anterior.9

Este panorama de amplísima extensión ablatoria, que llevó a un papel secundario a la expropiación de
inmuebles por causa de obras públicas, motivó al legislador a tipificarlas en la ley de expropiación
forzosa de 1954 –LEF- vigente entonces y que admite nuevos modelos ablatorios, entramado que
perfeccionó el reglamento de la ley –REF- aprobado en 1957. No obstante, la reconducción presentada
no obtuvo un éxito parcial sino más bien sectorial, dejando disfunciones o vacíos. Uno de ellos es
bastante interesante e implica que la ley como su respectivo reglamento son escasos en cuanto a
precisión, lo que deja un vacío en cuanto a qué derechos ablatorios o patrimoniales son indemnizables y
cuáles no califican para ello. Existe también, el escenario donde tanto la ley como el reglamento, tienen
un concepto de expropiación bastante clásico, -como técnica de desapropiación de inmuebles para obras
públicas- lo que hace muy complejo encajar en la norma casos de expropiación distintos.10

8
Ídem.
9
Ídem. Página 437.
10
Ídem. Página 438
II. Fundamento constitucional por la doctrina

Con respecto al marco constitucional de la institución en desarrollo, la constitución española entraña


varios postulados interesantes para el tema patrimonial, ablatorio, expropiatorio y de control
administrativo, el artículo 33.3 de la CE alude al derecho de propiedad, en los siguientes términos:

“Nadie podrá ser privado de sus bienes y derechos sino por causa justificada de utilidad pública
o interés social, mediante la correspondiente indemnización y de conformidad con lo dispuesto
por las leyes.”11

Podemos observar que el principio de garantía patrimonial que custodia este artículo, no es un postulado
ajeno al recorrido cronológico e histórico que hemos hecho en cuanto al campo donde hace vida la
actividad expropiadora, además se denota la institución de la expropiación forzosa en él.

El artículo 106 CE, alude al derecho de indemnización del que gozan los particulares cuando sean
lesionados a causa del funcionamiento de servicios públicos, se evidencia el respaldo de estos artículos
detrás de los postulados de la LEF, que se mencionarán más adelante en el escudriñamiento en cuestión.
En este artículo se ubica la responsabilidad patrimonial de la administración, en sus numerales 1 y 2, los
cuales rezan así:

“1. Los Tribunales controlan la potestad reglamentaria y la legalidad de la actuación


administrativa, así como el sometimiento de ésta a los fines que la justifican.

2. Los particulares, en los términos establecidos por la ley, tendrán derecho a ser indemnizados
por toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza
mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento de los servicios públicos”12

Tras la regulación constitucional abordada, queda establecido que la constitución española no es ajena a
la institución expropiatoria, sino que por el contrario, tiene varios principios referentes a la misma. Ahora
bien, la CE también determina el orden competencial en su artículo 149.1.18º, así:

“El Estado tiene competencia exclusiva sobre las siguientes materias:

11
Constitución Española (España: Boletín Oficial del Estado, 1978) Artículo 33.3.
12
Ídem. Artículo 106.1 y 106.2
Las bases del régimen jurídico de las Administraciones públicas y del régimen estatutario de sus
funcionarios que, en todo caso, garantizarán a los administrados un tratamiento común ante ellas;
el procedimiento administrativo común, sin perjuicio de las especialidades derivadas de la
organización propia de las Comunidades Autónomas; legislación sobre expropiación forzosa;
legislación básica sobre contratos y concesiones administrativas y el sistema de responsabilidad
de todas las Administraciones públicas.’13

Debe hacerse paréntesis en que esta reserva no deja fuera de actuación en su totalidad, a las comunidades
autónomas en la materia, pues ellas no se eximen de ser titulares de la potestad expropiatoria para los
fines de su respectiva política, estas tienen competencia de regulación sectorial, sin embargo, ello no debe
apartarse de la toma en consideración de los criterios de valoración y garantías del procedimiento
expropiatorio, pues ellos deben ser tipificados en legislación estatal.14

III. Elementos, caracteres, funciones


(uno, dos o los tres) 6 puntos

En virtud de lo at supra señalado y explicado, podemos entonces, explanar de manera más concreta y
sólida los elementos y caracteres que constituyen el ámbito de la Actividad Expropiatoria.
Así se hará de la manera siguiente:

Los sujetos de la expropiación

a) El expropiante o el que tiene la titularidad de expropiación

En nuestro derecho positivo, la titularidad de la potestad expropiatoria le pertenece exclusivamente a


entes públicos territoriales: la expropiación por su parte nace de la utilidad pública aplicada únicamente al
Estado, La Providencia y al Municipio con base a la Ley de Expropiación Forzosa de España (art 2.1), 15a
13
Ídem. Artículo 149.1.18º
14
Juan, Santamaría. Principios de Derecho Administrativo General, Tomo II. Madrid. Editorial IUSTEL.
2009. Páginas 139 y 140.
la vez, esta relación debe complementarse con las comunidades autónomas, así como lo reconoce la
jurisprudencia.16 Estos entes instrumentales, carecen por tanto de la titularidad expropiatoria 17
y en la
medida en que sea necesario para el cumplimiento de sus fines, ejercerla a través de la Administración
Pública.

El deseo que se encuentra de usar los poderes de confiscación crea cierta incertidumbre sobre el Estado,
en lo que respecta al Reglamento de Expropiación Forzosa, el cual se le otorgó a su vez, a los antiguos
Gobernadores Civiles. 18

Por otra parte, también respecto a las Comunidades Autónomas en las que no hay presencia de una regla
general, sin embargo, se debe que respetar lo establecido por sus normas orgánicas, siendo así que, a falta
de una autoridad que cuente con un alcance general, esta autoridad recae, en la mayoría de los casos, a
cada uno de los miembros del Consejo de Gobierno.

Mientras que, en las entidades locales, la Ley atribuye esta facultad al Alcalde y al Presidente de la
Diputación Provincial.

Ahora bien, la potestad expropiatoria es una facultad administrativa ordinaria. Por tanto, en principio, no
corresponde a ningún mandato Constitucional del Estado, o a las Comunidades Autónomas. Sin embargo,
esta tesis requiere alguna matización en su mera aplicación al poder legislativo y judicial.
Cuando hacemos referencia al Poder Legislativo de nuestro ordenamiento jurídico, su papel en el
desarrollo de las facultades expropiatorias se limita a establecer las mismas reglas generales y, en su caso,
a dictar presupuestos habilitantes de la expropiación, sean de interés público o social. La administración,
por su parte, debe precisar detalladamente los casos en los que procede esta facultad, determinar las
cuestiones de que se trate y realizar los demás actos procesales, fijar el importe de la indemnización y
abonarla al interesado19.

Sin embargo, es posible que el legislador vaya más allá de esta tarea básica y por tanto, decida llevar a
15
Ley de expropiación forzosa de España Artículo 2.1
16
Sentencia de 6.2.85 el caso RUMASA en la jurisprudencia del tribunal supremo, RAP 132 (1993). P.229 y
ss.
17
Artículo 42.2 de la Ley de Organización y Funcionamiento de la Administración General del Estado
18
Artículo 3 Reglamento de Expropiación Forzosa
19
Juan, Santamaría. Principios de Derecho Administrativo General, Tomo II. Madrid. Editorial IUSTEL.
2009, p 443
cabo una de las labores especiales destinadas a la Administración, a saber:

- Definir un presupuesto especial y concreto de expropiación.


- Precisar los bienes a expropiar.
- Establecer ciertas reglas para el cálculo del justiprecio o indemnización.

Estas labores, tareas u operaciones llevadas a cabo de forma directa por Ley; que imponen normas
sustantivas y procesales distintas de las que en la normalidad se ponen en práctica mediante la
Administración, se conocen con el nombre de expropiaciones legislativas.

Así entonces, los casos en los que se ha utilizado esta técnica en España no son numerosos pero, tampoco
han sido excepcionales. Sin embargo, a través del tiempo, se ha utilizado para establecer monopolios
industriales o de servicios, así como también para establecer la Banca Pública. Este último caso, trajo a
colación dos cuestiones fundamentales de esta modalidad de expropiación, las cuales fueron: su
constitucionalidad y régimen jurídico.

Así también, existen las llamadas expropiaciones judiciales, las cuales están referidas a los casos de
comiso y de enajenación forzosa de la propiedad de algún deudor, con el fin de lograr satisfacer la deuda
dineraria. Pero, si esto no se trata de una imprecisión terminológica, se hace evidente que los supuestos
que encontramos bajo esta expresión, no guardan relación con los supuestos de expropiación del Derecho
Administrativo porque no hay razón de interés público y tampoco una acción de indemnización al
expropiado. 20

b) El beneficiario de la expropiación

Por regla general, la titularidad de expropiación coincide con el beneficiario de la misma, ya que es:

1) Quien pretende alcanzar el interés social y la utilidad pública que basan a la expropiación, y en
razón de ello;
2) También adquiere la propiedad de la cosa expropiado o si bien, un lucro o enriquecimiento.
Además, es posible y frecuente, que el destinatario de la expropiación no sea la propia Administración,
sino, otro sujeto que en cuyo caso acá surge la figura del beneficiario.
20
Ídem. Página 445.
La posición del beneficiario en este proceso de expropiación se rige por el Reglamento de Expropiación
Forzosa,21 con los derechos y obligaciones generales de los interesados. Siendo así que, el beneficiario
puede iniciar el proceso e impulsarlo a través de sus propios trámites, en consecuencia, es imperante que
éste tenga una gran obligación de indemnizar al expropiado, y por tanto de participar en el procedimiento
para dicha acción. 22

c) El expropiado

El expropiado es aquel propietario o titular de derechos reales e intereses económicos directos sobre la
cosa expropiable, o titular del derecho objeto de la expropiación, Dicha definición es dada por el
Reglamento de Expropiación Forzosa en su artículo 3 numeral 1.23
La posición del expropiado no es una condición personal, sino, estamos hablando, más bien, de una
condición real, por ejemplo, un sujeto es expropiado en la medida en que sea titular o posea los bienes y
derechos a ser expropiados; por lo que, la transferencia de tales derechos a otra persona le confiere a ésta
la condición de expropiado. Es por esto, que se hace visible, que la figura del expropiado no tiene límites
subjetivos, es decir, no hay personas que estén excluidas de la posibilidad de ser expropiados por razones
de carácter subjetivo, sino solo en virtud de la posibilidad de expropiación o no de los bienes de los cuales
son titulares.24

Pertinente es aludir al hecho de que cualquier persona de Derecho Público o Privado puede ejercer esta
posición de expropiado, y es en virtud de esto que se hace viable la exigencia de ciertos requisitos
especiales; estos últimos se ven manifestados, por ejemplo, en los países extranjeros, en un contexto local
para el autor Santamaría Pastor, las misiones diplomáticas y consulares, así como también las órdenes
religiosas deben hacer oír su autoridad antes de la libre expropiación. 25
Ahora bien, dentro de una visión material, se puede afirmar que todos los titulares de cualesquiera
derechos o intereses que se refieran al bien expropiado son los que tienen la condición de expropiados. Es
así como cada uno de los mencionados expropiados, debe ser indemnizado o retribuido por el precio de

21
Ídem. Artículo 5 “Reglamento de Expropiación Forzosa, 1957”. Artículo 5. Página 446.
22
Juan, Santamaría. Principios de Derecho Administrativo General, Tomo II. Madrid. Editorial IUSTEL.
2009, p 446
23
El autor Juan, Santamaría citando al «Reglamento de Expropiación Forzosa, 1957. Artículo 3.1» Página
446.
24
Ídem. Artículo 3.1
25
la cosa, siendo esta indemnización pagada de forma unitaria y personal. Esta distribución del pago no la
maneja la Administración, sino que debe solicitarse el consentimiento de todos los propietarios, en el caso
de que se haya llevado a cabo la expropiación completa de la propiedad. Y en caso de litigio, la
Administración pagará la cantidad del justiprecio hasta que se llegue a un acuerdo entre las partes.26

El enfoque es diferente en el plano procesal, desde este punto de vista, se presentan tres reglas para la
participación en el procedimiento expropiatorio de los expropiados:

1) En primer lugar, el primer interesado en el proceso es el propietario o titular del objeto sujeto a
expropiación, y la Administración tiene el deber de convocar formalmente, bajo pena de nulidad
de actuaciones.27
2) En segundo lugar, el resto de los titulares de derechos reales e intereses económicos sobre el bien
expropiado participan de manera casual y eventual en el procedimiento, solo pueden participar si
comparecen mediante la acreditación de su titularidad.28
3) Y por último, si los titulares del objeto sujeto a expropiación no están en el expediente o son
incapaces (carecen de representante o tutor), se deben dirigir todas estas diligencias con el
Ministerio Fiscal. 29
El objeto de la expropiación30

Tal como hemos afirmado anteriormente, el objetivo principal de la Ley de Expropiación Forzosa es
permitir tantas expropiaciones como sea posible y cubrir tantas actuaciones administrativas como sea
posible. Lo que trae como consecuencia la fórmula establecida en dicha ley respecto al significado de
expropiación31, la cual se reputa como:

“Cualquier forma de privación singular de la propiedad privada o de derechos o intereses


patrimoniales legítimos, cualesquiera que fueren las personas o entidades a que pertenezcan,
acordada imperativamente, ya implique venta, permuta, censo, arrendamiento, ocupación

26
Juan, Santamaría citando a: M. Baena del Alcázar, Las excepciones a la Ley de Expropiación Forzosa, RAP
59 (1969), p. 129 y ss.
27
Ídem. Artículo 3.1
28
Ídem. Artículo 4
29
Ídem. Artículo 5.1
30
Ídem. Página 448
31
Ídem. Artículo 1.1
temporal o mera cesación de su ejercicio”

Sin embargo, esta fórmula tan amplia requiere una aclaración al respecto de su alcance:

Pues, dado que la expropiación atañe únicamente a pretensiones de carácter patrimonial, vemos como no
es posible que estén sujetas a expropiación las titularidades de orden personal, las cuales atañen tanto a
los derechos de la personalidad como a los derechos de la familia, como del hecho y la imposición de
prestaciones personales de hacer.

Así también, la alusión a la propiedad privada excluir los bienes de dominio público, a lo que la doctrina
imperante atribuye la inadmisibilidad de la expropiación, principio que hoy plantea grandes dificultades.
Por último, cabe señalar que la expresión “intereses patrimoniales legítimos” no significa exactamente lo
mismo que el término de intereses legítimos como figura subjetiva abstracta; lo que la Ley quiso
significar es que la indemnización debe cubrir todos los daños y perjuicios, directos e indirectos, causados
por la misma expropiación.32

Los efectos de la expropiación33

1) La privación patrimonial

El primer efecto que produce la expropiación en su sujeto pasivo es la eliminación de la titularidad o


estado jurídico sobre los determinados bienes de aquel o la imposición de una condición pasiva, que
produce una pérdida en el equilibrio patrimonial del sujeto. Sin embargo, la cantidad de medidas ablativas
realizadas por la Administración impone la complicada tarea de acotar de una forma más concreta este
concepto.

a) El concepto de privación34

Utilizando el concepto de privación empleado en la Ley de Expropiación Forzosa, lo que se intenta es


excluir del ámbito de la entidad expropiante las condiciones de limitación genérica o de los derechos

32
Ídem. Página 449.
33
Ídem. Página 450
34
Ídem. Artículo 1.1
patrimoniales y reducirlas rigurosamente a deducciones de valor.

Ahora bien, la manera de realizar una distinción entre las condiciones de limitación del contenido de un
derecho de las privaciones en sentido estricto no constituyen una fácil labor; y ya lo veremos.

Por regla general, las delimitaciones y limitaciones de un derecho se realizan en el momento de su


regulación por medios normativos, especificando cuáles capacidades se integran en el mismo y cuáles no,
así como también, algunas prohibiciones para ejercerlas; a partir de lo cual el contenido predefinido opera
la privación la cual presupone la omisión de facultades o de oportunidades de obrar comprendidas en el
contenido normal de la ley y que se da por distinción administrativa específica. 35

Sin embargo, en general, el límite entre limitación o delimitación y privación sigue siendo dificultoso, en
la medida que una privación puede imponerse normativamente disfrazándola de limitación o delimitación
genérica. Otro criterio que, por cierto, destaca el profesor García de Enterría 36
se refiere al respectivo
fundamento de las limitaciones y privaciones: estas últimas se legitiman por una necesidad pública o por
razones distintas a las inherentes a la propia funcionalidad del derecho en la dinámica social y económica.
b) La singularidad de la privación

Ahora bien, al hablar de un segundo punto que ayuda a comenzar a dar pasos en este proceso, es el
requisito de que la privación sea explícita. En cierto sentido, la idea ya ha sido expresada at supra. Las
limitaciones son de carácter general y afectan a todos los titulares de derechos sin distinción, mientras,
que las privaciones afectan a titulares específicos y crean una situación de desigualdad objetiva de trato,
que presupone la vulneración del principio de igualdad frente a la reparación pública, la obligación de
indemnizar de la necesidad de restablecer esta igualdad, ya que es la comunidad que, a través de los
impuestos, proporciona los medios necesarios para compensar la desigualdad creada para uno de sus
miembros.

Aun así, sin bien este factor indica un verdadero criterio de distinción, sigue siendo insuficiente para
distinguir la privación de la limitación de una manera satisfactoria, dada la intangibilidad de los límites
que separan lo singular de lo general, entre los cuales no hay diferencias sustanciales, solo diferencias de

35
Ídem. Página 450
36
El autor Juan Santamaría citando a “La Figura del Contrato Administrativo”, por Eduardo García de
Enterría. Catedrático de la Facultad de Derecho de Madrid. Página 450
grado. 37

c) La imposición imperativa de la privación

Finalmente, se debe acordar la privación singular según lo exige la ley. Como ya se mencionó
anteriormente, no se hace referencia a que la privación sea la consecuencia de un acto de autoridad
coercitivo y ejecutorio, sino que debe ser un ataque consciente a la propiedad, dirigido precisamente a
lograr la reducción patrimonial del sujeto del que se trate.

Esta circunstancia sirve, según la opinión doctrinal imperante, para distinguir la expropiación forzosa de
los supuestos de responsabilidad de la administración, que, además, cubre el daño causado por la misma
Administración de modo incidental. 38

La obligación del pago del justiprecio


Respecto a esta obligación acotamos que es indispensable en la privación expropiatoria, la obligación por
parte de la Administración de pagar al expropiado el justiprecio del bien, es decir, dicho en términos más
entendibles, es posible despojar a un sujeto de un bien del que es titular siempre y cuando se cumpla con
un pago –indemnización- como consecuencia de esa privación. 39

a) La compensación como presupuesto de la expropiación


El pago al expropiado del costo del bien que se le expropia constituye un presupuesto del efecto ablatorio
de la potestad administrativa. La articulación es bastante fácil, y se asimila al del contrato traslativo del
dominio. Por ejemplo: en el contrato de compraventa, la transmisión de la propiedad se crea mediante el
trueque simultáneo del bien por el costo. Así está expresado en el artículo 5 de la Ley de Expropiación
Forzosa, afirmando que “hecho efectivo el justo precio, o consignado en la forma prevista en el artículo
anterior, podrá ocuparse la finca por vía administrativa o hacer ejercicio del derecho expropiado”.40

b) El alcance del justiprecio

37
Juan, Santamaría. Principios de Derecho Administrativo General, Tomo II. Madrid. Editorial IUSTEL.
2009, p 451
38
El autor Juan Santa María citando a M. López-Muñiz Goñi, Expropiación forzosa: el justiprecio. Guía
práctica y jurisprudencia, Madrid, 1997; F.
39
Juan, Santamaría. Principios de Derecho Administrativo General, Tomo II. Madrid. Editorial IUSTEL.
2009, p 453
40
Ídem. Artículo 5
En la economía actual, la idea de fijar un costo a los bienes resulta inobjetiva, así visualizaremos que el
exclusivo costo de los bienes es su costo real, es decir, el que tengan en realidad en el mercado, sin
inclinaciones éticas de ninguna clase, esto se pertenece con el mecanismo institucional, así la
administración puede claramente privar al particular expropiado de un bien o incluso de un derecho, pero
debe restituir al balance patrimonial otorgando una porción que sustituya totalmente el costo del bien que
ha sido expropiado.

Motivado a ello, la evaluación de la expropiación incluye el valor de la indemnización del inmueble a


precio del mercado, la parte requerida por el expropiado para reponer el inmueble en condición de
cambio.

c) La determinación del justiprecio 41

Por supuesto, en esta situación se pierde la cuestión de decidir algo sobre la verdad, el mercado el valor o
sustitución de los bienes. Hay cuatro reglas generales aludidas:
Primero, “el valor del bien expropiado debe ser calculado con arreglo a criterios objetivos” lo que
implica, la exclusión de todos los valores de naturaleza subjetiva, es decir valoraciones que parten de
situaciones como el afecto, que se disipan de un campo objetivo. La ley, abona el 5% del importe total del
justiprecio, sumándole a él mismo y tasándolos como una cantidad fija.

En segundo lugar, “el valor del bien debe ser, en el más estricto de los sentidos, un valor de sustitución”
Esto significa, que el valor razonable no puede limitarse a la determinación del valor de mercado neto de
la propiedad, sino que debe incluir el valor de todos los demás daños, pérdidas y costos incurridos sobre
la base del proceso de expropiación.

Como tercer punto, “la ley fija una fecha, la de iniciación del expediente del justiprecio” Dado que el
valor de mercado de los bienes cambia con el tiempo, siempre se debe utilizar una fecha como referencia
para la valoración.

Complementando lo anterior, el artículo 36.l LEF fija una regla de neutralidad de la operación
42

expropiatoria respecto del valor del bien.

41
Ídem. Página 455
42
Ídem. Artículo 36.1
Los criterios de valoración

Exclusivamente, los bienes del expropiado se valoran sin datos fiscales utilizando el cálculo estadístico
del coste realizado por tres opciones; el precio medio del año anterior a la apertura del proceso, la
capitalización legal de la renta social media de los últimos años y el precio teórico de los valores
expropiados, entendido como esta diferencia entre los activos reales y los pasivos incurridos en ellos, se
aprueba el balance final.

El Procedimiento Expropiatorio 43

Va a ser imprescindible44 el previo testimonio de utilidad pública o interés social del bien al que haya de
afectar el objeto expropiatorio. Este testimonio no forma parte en sentido preciso del método
expropiatorio -es un presupuesto habilitante del mismo y por lo cual, de cumplimiento previo- y expone
dos preguntas: la primera de carácter material, el sentido de las nociones de utilidad pública y de interés
social y a su naturaleza; y la segunda de carácter formal, el método para llevarlo a cabo.

La tradición revolucionaria francesa impuso, no obstante, el modelo de que la potestad expropiatoria


requeriría, para su implementación de la vida de una necesidad pública que la legitimara y que, además,
debía ser declarada por un acto del parlamento; por una ley en suma. Este caso o necesidad legitimadora
de la expropiación se llama utilidad pública o interés social por el art 33.3 CE 45, que tomó esta fórmula al
pie de la letra de la LEF.

Fenómeno es muchísimo más sencilla: lo cual la Constitución Española y la LEF exigen es la asignación
de un fin o destino para los bienes expropiados, o para la operación expropiatoria en sí misma; un fin o
destino que ha de ser de interés público -de utilidad pública o interés social-, puesto que solamente el
carácter supraindividual del interés justifica el sacrificio patrimonial que la expropiación obliga. El
artículo 9 LEF 46pide que el testimonio sea de utilidad pública o interés social del fin a que haya de
afectarse el objeto expropiado.
El artículo10 LEF 47instituye la práctica de las declaraciones implícitas: «La utilidad pública se entiende
43
Ídem. Página 461
44
Ídem. Artículo 9
45
Constitución Española, Artículo 33.3
46
Ídem. Artículo 9
47
Ídem. Artículo 10
implícita, relacionadas con la expropiación de inmuebles, en todos los planes de obras y servicios del
Estado, Provincia y Municipio». Esta probabilidad, de la que se hace un trabajo sistemático -muy en
especial por las entidades locales-, ha culminado por subvertir y minimizar a la nada la exigencia de
habilitación legislativa que proclamaba el viejo comienzo revolucionario, habida cuenta de que los planes
de obras y servicios no se admiten por ley -ni siquiera por medio de reglamentaria, sino, en la situación
del Estado, por consenso del Gobierno- y de que tal asentimiento es opaco para la generalidad de los
habitantes, el resultado es que cualquier idea pública se entiende hipotéticamente cubierta por esta
probabilidad.

La declaración de la necesidad de ocupación48

La absoluta exclusividad que tienen en nuestros días las declaraciones singulares por Ley de la utilidad
pública o interés social hacen indispensable la concreción del mecanismo expropiatorio para que una
operación determinada ocupe la identificación específica de los bienes que han de ser expropiados.

Dicho acto, además de la impuesta indicación de la regla o proyecto en los cuales se contenga el
testimonio de utilidad pública o interés social, debe llevar a cabo 2 requisitos materiales, referidos a la
decisión de los bienes a expropiar de una sección, debería entenderse los bienes o derechos “que sean
estrictamente importantes para el fin de la expropiación” (sin exceso alguno, puesto que, dado el carácter
gravoso y, por consiguiente, tendencialmente restrictivo de la expropiación).

A la vista de las alegaciones formuladas, la Administración dictará en el plazo más alto de veinte días, la
resolución sobre la necesidad de la ocupación, describiendo en ella detalladamente los bienes y derechos
a que perjudica la expropiación, y designando nominalmente a los interesados con los que hayan de
entenderse los sucesivos trámites.

No Resulta sorprendente, sino escasamente admisible, que la notificación a los expropiados se realice
solamente del testimonio de necesidad de ocupación ya consumada, y que la posibilidad de formular
reparos a la misma se elimine fundamentalmente sustituyendo la notificación individualizada por medio
de una información pública de la que nadie comúnmente se completa.
El artículo 17.2 de LEF 49
nos dice:

48
Ídem. Página 465
49
Ídem. Artículo 17.2
“Cuando el plan de obras y servicios comprenda la explicación material descriptiva a que hace
referencia el párrafo anterior, la necesidad de ocupación se entenderá implícita en la
asentimiento del plan, sin embargo el beneficiario va a estar por igual obligado a formular la
mencionada interacción a los solos efectos de la decisión de los interesados”
Tomando pie en esta disposición diversas reglas legales han proclamado aplicable esta técnica a sectores
enteros de actuación administrativa.

Los recursos contra el testimonio de necesidad de ocupación

El artículo 22 de LEF 50instituye un peculiar sistema de impugnación del testimonio de necesidad de la


ocupación, estableciendo que contra la misma cabe interponer recurso de alzada frente a el Ministro
competente por razón de la materia -en la situación del Estado-; recurso que tiene impacto suspensivo y
que habrá de interponerse durante 10 días y resolverse en el de veinte. Además, incorpora el apartado 3
del artículo, contra el acto que resuelva el recurso no cabrá interponer recurso contencioso-administrativo.

Expropiaciones parciales y solicitud de expropiación total51

El artículo 23 de LEF 52su es bastante claro:

“Cuando la expropiación implique únicamente la necesidad de ocupación de una sección de


finca rústica o urbana, de tal modo que a efecto de aquélla resulte antieconómica para el dueño la
conservación del fragmento de finca no expropiada, va a poder éste pedir a la Administración
que esa expropiación comprenda la integridad de la finca, debiendo decidirse sobre ello durante
10 días”.

La fijación del justiprecio

La tercera parte del método expropiatorio, tras el testimonio de la utilidad pública o interés social y el
testimonio de necesidad de ocupación, tiene por objeto, lógicamente, la decisión del costo de los bienes o

50
Ídem. Artículo 22
51
Juan Santamaría citando a S. Muñoz Machado, las expropiaciones parciales, RP 81 (1976), P.183 y ss
52
Ídem. Artículo 23
derechos expropiados.

La Administración, examinada la hoja de aprecio del expropiado puede adoptar, antes que nada, admitir
la valoración iniciativa por el expropiado, en cuyo caso aquel entenderá definido de manera definitiva el
justo costo, y la Gestión procederá al pago del mismo, como requisito anterior a la ocupación o
disposición.

La hoja de aprecio de la Administración se ha de notificar al expropiado, el cual dispone de un plazo de


10 días para aceptarla sin más o para rechazarla;

“en este segundo caso va a tener derecho a hacer las alegaciones que estime pertinentes
utilizando los procedimientos valorativos que juzgue más adecuados para justificar su propia
valoración a los efectos del artículo 4353, y asimismo a dar las pruebas que considere oportunas
en justificación de dichas alegaciones”.

En la fase de fijación del justiprecio por el jurado, nos encontramos con que la presidencia corresponde a
un Magistrado, destinado por el Mandatario de la Audiencia Provincial que corresponde; último vestigio
del sistema judicial, el mandatario es la exclusiva persona en verdad neutral del Jurado, desempeñando
una postura dirimente determinante.

Así, por igual de formación jurídica y técnica, pretenden representar los intereses privados objeto de
expropiación -aunque no son representantes, en sentido riguroso, del expropiado, ni asignados por él- un
Notario de independiente denominación por el Decano de la escuela Notarial que corresponde, y un
representante de la Cámara Provincial Agraria, Cámara de la Propiedad Urbana, Cámara de Negocio,
Industria y Navegación, Colegio Profesional u Organización Empresarial, conforme con la índole de los
bienes objeto de expropiación.
En la etapa final del método expropiatorio, una vez fijado el justiprecio, se apoya en el pago de éste y en
la toma de posesión del bien. Cabe la posibilidad, no obstante, que el expropiado se niegue a recibir el
pago, o que exista litigio entre él y la Administración.54

53
Ídem. Artículo 43

54
Ídem. Página 486
IV Consideraciones finales
opinión del equipo 6 puntos

1. Opinión Mota, Ana Bárbara

El escudriñamiento con pinza en el que se ha profundizado sobre la edificación de la institución de la


actividad expropiatoria, ha dejado de ser un tema neto de derecho administrativo para anexionarse el tema
histórico evolutivo, por supuesto cronología que se ciñe a las bases jurídicas de cada momento, pero que
sin duda, ha despertado en mi un sagaz interés, al conocer los cimientos de la institución expropiatoria
pude comprenderla como antes no lo había hecho, y construir mi entendimiento del tópico desde el punto
de vista de una edificación que momento a momento fue contribuyendo a un todo, a un compendio que es
el que actualmente enuncia la institución expropiatoria y que ahora tipifica la constitución española en el
caso de la doctrina o la LEF también parte en la indagación que se ha realizado. Lo curioso es que el
estudio de una doctrina que evidentemente es principalmente caracterizada por la realidad en España de la
institución, se ha bastado de sobra para que pueda comprenderse la institución de la actividad
expropiatoria desde una visión integral, pues las bases y la evolución histórica por las que navegamos
para llegar a este punto fueron las bases generales para la elaboración de los ordenamientos jurídicos que
hoy conocemos en la materia.

Para entender la actividad expropiatoria una oración corta servirá para desprender de ella una enorme
diversidad, ya que la institución que pudo empezar con un matiz muy determinante y rígido, conforme a
las necesidades jurídicas que los hechos prácticos crearon, fue ampliando su carácter y flexibilizándose a
nociones que al principio quedaban excluidas del campo de la expropiación formal, esta oración es
actividades ablatorias ejecutadas por la administración que arrastran responsabilidad patrimonial para su
ejecutor- está sola oración nos enuncia que tipo de acción se ejecuta, sobre que entes recae, quien la
ejecuta, si prexiste una consecuencia a la acción que se ejecuta y sobre quien recaería esa consecuencia.

Así pues nos encontramos ahora mejor ubicados que antes, con respecto al entendimiento de las nociones
de la institución en cuestión y más cerca de una conceptualización efectiva.
La actividad expropiatoria ha tenido un desarrollo cíclico, no necesariamente lineal porque naturalmente
existieron retrocesos, pero en su generalidad ha sido un proceso evolutivo, donde pudimos ver unos
inicios plagados de arbitrariedad y de no reconocimientos formales para los sujetos privados que fungían
como propietarios, el rey para entonces era una especie de propietario plenipotenciario de todos los bienes
del reino y por consiguiente los propietarios legítimos, tendrían en lugar de ese título una suerte de
posesión precaria, sujeta a suspensión de su posesión en cualquier momento. Posteriormente avanzando
temporalmente comenzó a observarse la necesidad de finalidades públicas y muy cercano a ello
declaraciones de derechos que confirieron dignidad al derecho de propiedad para los sujetos privados,
convirtiéndose en un derecho inviolable y sagrado, que solo sería violado por necesidad publica
comprobada y previa indemnización, para este momento todo el carácter expropiatorio seguía ceñido
netamente a inmuebles ninguna otra forma de derechos patrimoniales estaba aún incluida, fue mucho
después que entraron en el panorama expropiatorio otra clase de derechos patrimoniales como el
arrendamiento por ejemplo, con esa base lo que hoy conocemos como actividad expropiatoria tiene un
entramado lógico de entendimiento, el conocimiento de la construcción de la institución absolutamente
brinda pragmatismo lógico para su aplicación y para el entendimiento del sentido que puedan tener los
casos concretos.

La LEF es el marco regulatorio primigenio de la actividad expropiatoria en la doctrina que hemos tomado
como regente de análisis, sin embargo, la constitución española también entraña postulados coadyuvantes
con los principios que rigen a la actividad expropiatoria, podemos encontrar figuras como la causa
justificada de utilidad pública, el principio de garantía patrimonial, la responsabilidad patrimonial de la
administración y orden competencial. Hay sectores de la indagación que tras la visión evolutiva
minuciosa y este recuento que venimos construyendo ahora ya podemos tornar como de familiar
comprensión, por lo que el objeto de la institución expropiatoria es un área de interés a recaudar como
consideraciones estelares, así funge como la actividad ablatoria sobre derechos patrimoniales-no teniendo
como limite a la propiedad inmueble como único derecho patrimonial expropiable- esta regulación está
diseñada de este modo, bastante completo y aún más cuando nos acercamos a la sección analizada con
respecto al objeto, en función de evitar vacíos legales que entorpezcan el ejercicio de la potestad
expropiatoria del estado.

En cuanto a la sistematización de la institución, puede ser caracterizada por concreciones como un orden
meramente patrimonial y no con efectos personales, la base indemnizatoria debe implicar los danos y
perjuicios directos como indirectos que sean reputados a la expropiación, enfocado en los bienes de
dominio privado, estando los de dominio público sujetos a la mutación demanial. Se trata de una
sustracción del patrimonio del expropiado o de una situación perdidosa al patrimonio del sujeto pasivo
ejercida por el ente expropiador. Aquella sustracción es conocida como privación, una privación puede
ser reconocida como si y diferenciada de otras situaciones, por ser una imposición particular al sujeto
pasivo, extraordinaria pues esa situación perjudicial no es la regla para el resto de la colectividad, sino
para el caso concreto del patrimonio del sujeto pasivo en cuestión, ello es lo que caracteriza la privación
singular, y es esta y no otra la privación encajada en la potestad expropiatoria.

Y es por esa afectación desigual con respecto a al resto de la colectividad, que se instaura la
indemnización para reparar ese daño perpetrado al expropiado singularmente, sacándolo de la esfera de
igualdad ante la ley. A su vez esa indemnización tiene instituciones que la cercan y además la edifican,
para dotarla de justicia para el sujeto pasivo y equidad en coadyuvancia a esa empresa vimos instituciones
como la del justiprecio.

Se ha hecho constar que la evolución de la institución en los crecientes periodos históricos construyo
desde sus cimientos el campo de acción y de identificación de la actividad expropiatoria no solo en
España sino desde una visión integral, y como esas bases han perfilado la actividad expropiatoria pues
hemos visto el nacimiento de muchas ramas moldeadoras de la institución legales y doctrinales, en el
trascurso del tiempo, nacientes del árbol de la actividad expropiatoria.

2. Opinión Piña, Daniela

En concordancia y continuidad a la opinión precedente, se hace idóneo, en primer lugar, considerar el


criterio referente a la Responsabilidad patrimonial Extracontractual de la Administración Pública, esta
responsabilidad nace, se origina, se identifica con un daño hacia el particular y un deber de resarcir por
parte de la Administración, en virtud de una relación causal normativa existente, por lo que entonces, la
Responsabilidad patrimonial extracontractual de la Administración queda sujeta a tres elementos claves,
los cuales son:
1) El daño causado, el cual tiene que ser grave oneroso y soportable.
2) La antijuridicidad lo cual no implica que debe ser contrario a derecho sino que le causa un daño al
particular que no debe soportar.
3) Relación de causalidad

Es así como se le da entonces cabida a la Actividad Expropiatoria de la Administración, en virtud de que


la potestad expropiatoria genera el deber de indemnización de la Administración Pública, en razón de que
a causa de la utilidad pública y el interés social, los cuales son conceptos inasequibles al Derecho, que
sólo pueden llenarse de valoraciones ético políticas, se está afectando el derecho de propiedad del
particular; pudiendo también, un ente con titularidad expropiatoria ejercer una potestad expropiatoria
sobre un bien de naturaleza privada de un sujeto de derecho público, en virtud de que esa potestad
expropiatoria siempre es de interés general y utilidad pública. son conceptos inasequibles al Derecho, que
sólo.

Así también se hace pertinente resaltar en esta opinión, por su gran importancia conceptual que, la
potestad expropiatoria no es único titular, ni es la Administración Pública la que ostenta la titularidad,
sino que la titularidad de la Potestad Expropiatoria recae en el órgano legislativo quien dicta la ley de
utilidad pública y afecta el derecho de propiedad del particular, afecta el bien; el decreto de expropiación
y posteriormente el órgano jurisdiccional que dicta la sentencia que señala el justo precio, momento en el
cual se transfiere ese derecho de propiedad que quedó inicialmente afectado, pero no transferido, con la
ley de expropiación y con el decreto ley. Es decir, más concretamente, la Potestad Expropiatoria es una
potestad compleja, que no podemos identificar en uno solo de los órganos del Poder Público, sino que
atraviesa o cruza trasversalmente la organización del Estado.

Asimismo, se entiende entonces que, cuando el Estado expropia, lo que existe es una coacción hacia el
particular que no tiene la voluntad de vender, de enajenar su patrimonio, es decir, que este se vea obligado
a vender, en consecuencia se presenta la existencia de una garantía patrimonial, la cual salvaguarda el
consentimiento y el libre albedrío del particular que no tiene la voluntad de enajenar su patrimonio.
Entonces, es así como la no voluntad genera un derecho de indemnización en el particular que tiene que
estar reflejada en el justo y oportuno precio, la cual constituye el reflejo de la garantía patrimonial de la
que dispone el particular como un derecho.
Finalmente, vale destacar la asociación entre la Actividad Expropiatoria con la Responsabilidad
Extracontractual del Estado, la cual subyace en la intervención del legislador que dicta una ley que afecta
el derecho de propiedad de un particular o de otro sujeto de Derecho Público y que causa un gravamen en
esa propiedad, por lo que está obligado a garantizar, con base a lo que establece la doctrina, dos garantías
del derecho de propiedad, vinculadas a la potestad expropiatoria: las garantías jurídicas –cumplir con
todos los procedimientos establecidos en la ley- y las garantías patrimoniales -lograr el justo y oportuno
precio del bien para el titular-. En consecuencia, se puede afirmar que, el núcleo central y todo parte del
constitucionalmente establecido Derecho de Propiedad.

3. Opinión Bordones, Nicole

En Venezuela, encontramos indiscutible la profunda actividad expropiatoria por parte del Estado en el
transcurso de los últimos años, y que esta suma intervención ha sido de forma arbitraria por parte del
Estado atropellando de esta manera a la propiedad privada. A mí, me resaltó mucho las ideas planteadas
en el trabajo con relación a los grandes temas como lo es la necesaria declaratoria de utilidad pública e
interés social regida mediante la ley, es sencillamente uno de los marcos más importantes del tema de
Expropiación Forzosa y como en la mayoría de los casos, no ha habido tal declaración en nuestro país,
sino, un decreto del ejecutivo nacional, vulnerando en toda situación las garantías expropiatorias, ya que
lo expropiado no han sido los bienes determinados de una persona jurídica en virtud de la utilidad
pública. Se necesita incidir un equilibrio jurídico para el grato despliegue efectivo de la actividad
ablatoria de la Administración pública, y a la vez, hacer valer el conjunto de límites y garantías que debe
respetar el Estado, y de su mano entender que nos presentamos ante una potestad expropiatoria de la
Administración Pública considerada como una potestad proporcional y efectivamente debe estar
equilibrada con las garantías narradas anteriormente.
En definitiva, la utilidad pública y el interés social es el pliegue que mueve a la Administración Pública
para obtener de manera forzosa (siendo no un poder discrecional sino reglado) el derecho de propiedad
del patrimonio de algún particular, debiendo respetar de esta manera el justiprecio del bien y el pago
oportuno de una justa indemnización.

4. Opinión Gedler, Richard


La Actividad Expropiatoria: ¿Potestad Heroica o Villana de la Administración?

Como indica el autor bajo estudio, la Actividad Expropiatoria se define como la privación de bienes y
derechos de uno o varios particulares, siempre que exista una causa justificada de utilidad pública o
interés social verificables, con la correspondiente y proporcional compensación al o los afectados.

Lo que necesariamente nos lleva a pensar, ¿Quién resulta más beneficiado de la Actividad Expropiatoria?
¿El particular expropiado y debidamente indemnizado?, ¿La Administración con el efecto económico y/o
político que genere el acto expropiatorio?, o ¿El grupo social favorecido por el servicio derivado de la
expropiación?

Desde los inicios de esta institución jurídica, con la superación de la doctrina del Jus Eminens, y con el
surgimiento de la doctrina del Jus Naturale, la expropiación ha tenido como consecuencia necesaria una
justa indemnización en virtud de la lesión que genera a los bienes y derechos del particular afectado. A
pesar de la evolución histórica que han tenido los métodos para cuantificar esa compensación, la misma
pareciera seguir siendo insuficiente. En primer lugar, porque generalmente el monto valorado no siempre
es proporcional al bien o derecho lesionado. Y, en segundo lugar, porque aunque la indemnización sea
justa, el particular siempre se ve sorprendido y obligado a desprenderse del bien o de la actividad que esté
ejerciendo.

La Administración es responsable patrimonialmente para con el particular afectado por el acto


expropiatorio. Antes de dictar dicho acto administrativo, la Administración hace un balance de las
ganancias y pérdidas que generará la materialización de esa decisión. Lo que hace presumir que las
ganancias económicas y/o políticas del acto expropiatorio superarán sustancialmente el costo que
generará la indemnización del particular.

En definitiva, la satisfacción de la necesidad del servicio por causa de utilidad pública o interés social, se
traduce en un mejoramiento de la calidad de vida del grupo social favorecido por el acto expropiatorio.
Lo que, evidentemente, hace plausible el hecho de que la afectación de uno contribuya al desarrollo de
muchos. Sin embargo, hay casos en que el servicio público derivado del acto expropiatorio no siempre es
lo que más favorecía a ese grupo social, sea por el uso, destino o ubicación del bien expropiado.

La lectura del autor in comento, así como el anterior análisis, hace concluir que la expropiación es un
poder feroz de la Administración que debería usarse solo en casos de extrema utilidad pública o interés
social y cuya materialización dependa de la aprobación de otro órgano del Poder Público, tal y como
establecía en la ordenanza napoleónica del 08 de marzo de 1810, con el fin de, por una parte, garantizar
que la indemnización por el bien o derecho expropiado sea valorada conforme a los precios del mercado,
como ocurría en el siglo XIX, y por otra, evitar que el individuo que personifica la autoridad
administrativa, use esta institución jurídica de una forma caprichosa o desproporcionada, en forma tal que
el acto expropiatorio no lo haga ver como un villano.

V. Bibliografía
Consultada y citada. 1 punto

- Juan, Santamaría. Principios de Derecho Administrativo General, Tomo II. Madrid.


Editorial IUSTEL. 2009.

- Constitución Española (España: Boletín Oficial del Estado, 1978). Recuperado de


https://www.boe.es/legislacion/documentos/ConstitucionCASTELLANO.pdf

- Ley sobre expropiación forzosa de 1954. Recuperado de https://www.boe.es/buscar/act.php?


id=BOE-A-1954-15431

- Reglamento de Expropiación Forzosa de 1957. Recuperado de


https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1957-7998

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