Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1. CONCEPTO Y DETERMINACIÓN
A. CONSTRUCCIÓN JURÍDICA
Para los cultivadores del Derecho público, los derechos de la personalidad presentan una
problemática distinta de la que poseen para los del Derecho privado.
Los primeros ponen el acento en la fundamentación ética, filosófica y política de tales
derechos, mientras que los últimos se esfuerzan en encajarlos en el derecho subjetivo,
entendido como el poder jurídico concedido por la norma jurídica a la persona, que le permite
una exigencia a otra persona de una prestación, para satisfacer intereses dignos de tutela.
- No obstante, si se aplica la categoría de derecho subjetivo a los derechos de la
personalidad, surgiría el problema de su heterogeneidad, así como de la inseguridad
que puede surgir al distinguir el objeto del sujeto de derecho.
- Aun así, aunque no se pueda establecer una completa identidad con el arquetipo de
derecho subjetivo, parece preferible continuar utilizando la expresión <<derecho de la
personalidad>> para designar el ámbito de protección de la persona y de sus atributos
o cualidad, con independencia de que su arbitrio o libre decisión sobre algunos de
ellos sea mayor o menor.
A. EL DERECHO A LA VIDA
La vida es, indudablemente, el bien básico de la persona, fundamento y asiento de los demás.
El art. 15 CE proclama que todos tienen derecho a la vida, aboliendo así la pena de muerte.
Además, el hombre no tiene un poder total y absoluto sobre su propia vida, porque
ésta no posee un valor puramente individual, sino familiar y social.
En este sentido, el TC dice que el derecho a la vida no puede configurarse como un
derecho de libertad que incluya el derecho a la propia muerte.
El derecho a la vida opera como causa de justificación de los actos dirigidos a
preservarla o salvarla, que pueden constituir legítima defensa o estado de necesidad.
Más discutible es que la causa de justificación pueda aplicarse a los actos de las
autoridades públicas respecto de personas plenamente capaces. En este sentido,
podemos destacar los casos de imposición de transfusiones de sangre a enfermos que,
por sus convicciones religiosas, las rechazaban.
El daño al bien supremo de la vida ha de ser reparado por quienes lo lesionen dolosa o
culpamente o, en los casos en que así se admite, en virtud del riesgo creado.
El perjuicio se le causa a la propia víctima y consiste en el acortamiento de la vida, por lo que
las acciones deben considerarse transmisibles a los herederos.
B. LA VIDA EN VÍAS DE FORMACIÓN
El art. 15 CE proclama el derecho a la vida de <<todos>>, y ello ha suscitado la cuestión relativa
a si se puede comprender en dicha expresión a los ya concebidos pero no nacidos.
El Tribunal Constitucional parece haber reconocido esta consideración en la sentencia sobre el
recurso de inconstitucionalidad de la reforma del CP por la que se despenalizaban
determinados supuestos de abortos. En ella, se resaltó que la vida en formación es un bien
constitucionalmente protegido, lo que conlleva la obligación del Estado de abstenerse a
obstaculizar el proceso natural de gestación, a la vez que la de establecer un sistema legal para
la defensa de la vida.
C. LA REPRODUCCIÓN DE LA VIDA
La reproducción de la vida es un hecho privado que se produce por medio del desarrollo de la
libertad sexual, por lo que la ley únicamente contiene normas adecuadas para la preservación
de dicha libertad.
F. EL RIESGO DE LA VIDA
En términos generales, se reconoce el poder de la persona para arriesgar o pone en peligro su
propia vida.
Sin embargo, los problemas surgen cuando el riesgo es consecuencia de un contrato en el que
la persona se obliga a realizar prestaciones que llevan implícito ese riesgo.
En estos supuestos, entran en juego los límites de la autonomía de la voluntad (art. 1255 CC).
En tales contratos debe encontrarse implícita la necesidad de adopción de las medidas de
seguridad adecuadas, de manera que resulta justa la negativa a la ejecución si dichas medidas
no han sido adoptadas.
El riesgo de la vida puede ser causa de obligación de indemnizar daños y perjuicios cuando
una persona arriesga indebidamente la vida de otro.
Podemos destacar la Ley 25/1990 (Ley del medicamento), que establece las condiciones bajo
las cuales se pueden someter las personas a ensayos clínicos.
1. Éstos deberán realizarse en condiciones de respeto a los derechos fundamentales de
la persona y a los postulados éticos que afecten a la actuación biomédica.
2. Debe contarse con el consentimiento libremente expresado de la persona en la que
haya de realizarse el ensayo, y además sólo debe prestarse tras haber recibido la
información necesaria sobre la naturaleza del ensayo y sobre la importancia, el alcance
y los riesgos del mismo.
3. El consentimiento prestado es revocable en todo momento, y la revocación no
necesita expresión de causa.
4. La sumisión al análisis clínico no es necesariamente gratuita, puesto que la ley prevé el
pago de la <<contraprestación pactada>>.
La extracción de órganos de una persona fallecida puede realizarse siempre que ésta no
hubiera dejado constancia expresa de su oposición, la cual no necesita ninguna formalidad
expresa y, en el caso de que se trate de menores o incapacitados, la oposición podrá hacerse
constar por quienes hubieran ostentado en vida de aquéllos la representación legal.
La falta de oposición, por tanto, hace que el fallecido sea considerado como donante.
Por último, hay que destacar la Ley de Autopsias Clínicas, que faculta a los hospitales que
reúnan todos los requisitos a solicitar autorización para que a todos los enfermos que en ellos
fallezcan se les pueda practicar autopsia, salvo que el paciente fallecido (por sí mismos o a
través de su cónyuge o familiares en primer grado) no hubiese manifestado oposición al
procedimiento.
I. EL DERECHO A LA LIBERTAD PERSONAL
El art. 17 CE establece que toda persona tiene derecho a la libertad y seguridad y que nadie
puede ser privado de su libertad, si no con la observancia de lo establecido en la CE y en las
leyes.
La libertad debe entenderse como el derecho de la persona a no encontrar obstáculos o
impedimentos en su realización como tal.
No obstante, la libertad personal tiene, ante todo, una proyección en la esfera jurídico-
pública, y significa el reconocimiento de espacios inmunes a la intromisión de las autoridades
estatales o administrativas, para lo que la CE garantiza una serie de libertades públicas o civiles
que sólo pueden verse afectadas cuando se declaren los estados de alarma, excepción y sitio.
Significa también que todas las medidas gubernativas de restricción de la libertad deben
someterse de manera inmediata al control de la autoridad judicial, como establece para las
detenciones la LO que regula el procedimiento de habeas corpus, mediante el cual se puede
obtener la puesta a disposición de la autoridad judicial competente de cualquier persona
ilegalmente detenida o cuya detención se extienda más allá del límite de las 72 horas
concedidas por el art. 17 CE.
- En el CP se encuentran sancionados como delitos la detención ilegal y las coacciones,
que, además de acarrear la sanción penal, conllevan el deber de resarcir los daños
económicos y patrimoniales, así como los morales.
Por último, la autonomía privada, de la que las obligaciones negociales dimanan, es una forma
de traducción jurídica de la libertad y de la dignidad personal, sujeta siempre a que las
restricciones que el contrato supone no resulten desproporcionadas.
Sin embargo, la ley atiende a los intereses informativos, y permite intromisiones que no se
consideran ilegítimas en los siguientes casos:
1. La captación, reproducción o publicación de la imagen de una persona que ejerce un
cargo o profesión público, siempre que ésta se capte en un acto público o en lugares
abiertos al público.
- Hay que entender que la finalidad de estas intromisiones es informativa, por lo que ha
de desligarse de toda utilización para fines publicitarios o comerciales.
2. La utilización de la caricatura de las personas mencionadas, siempre que se hagan de
acuerdo con los usos.
3. Y la información gráfica de un acontecimiento público cuando la imagen de una
persona aparezca como meramente accesoria.
Las acciones de protección frente a las intromisiones ilegítimas caducarán transcurridos 4 años
desde que el legitimado pudo ejercitarlas.