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DERECHO A LA VIDA
Por Ezequiel Martín Ocaño
1 Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros) Vs. Guatemala, Fondo, Corte IDH, 19
de noviembre 1999, párrafo 144.
2 Informe 47/96, CIDH, 16/10/1996, párrafo 79.
3 Fallos 302:1284 y 310:112
4 Informe 52/97, CIDH, 18/02/1998, párrafo 143
5 Caso Neira Alegría y otros Vs. Perú, Fondo, CIDH, 19/01/1995, párrafo 60.
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Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
6 Caso de los “Niños de la Calle”, op. Cit. Voto conjunto de los jueves A.A. Cançado Trindade y A.
Abreu Burelli.
7 Caso de los “Niños de la Calle”, op. Cit.
8 Caso Baldeón vs. Perú, Fondo, Reparaciones y Costas, Corte IDH, 06/04/2006, párr. 81, 83, 84 y
85.
9. Firmada el 22/11/1969 en San José de Costa Rica, entro en vigor el 18/07/1978.
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4. En ningún caso se puede aplicar la pena de muerte por delitos políticos ni comunes
conexos con los políticos.
5. No se impondrá la pena de muerte a personas que, en el momento de la comisión
del delito, tuvieren menos de dieciocho años de edad o más de setenta, ni se le aplicará a
las mujeres en estado de gravidez.
6. Toda persona condenada a muerte tiene derecho a solicitar la amnistía, el indulto
o la conmutación de la pena, los cuales podrán ser concedidos en todos los casos. No se
puede aplicar la pena de muerte mientras la solicitud esté pendiente de decisión ante auto-
ridad competente”.
El artículo 1 de la CADH impone a los Estados el deber de respetar los derechos y
libertades reconocidos en la mencionada CADH, mientras que el artículo 2 les impone la
obligación de que adopten las medidas legislativas o de otro carácter que fueren necesarias
para hacer efectivos tales derechos y libertades. El artículo 4 protege expresamente en su
letra el derecho a la vida, y dada su complejidad requiere un análisis aparte, el cual tratare-
mos de realizar en el presente.
A) “1. Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley
y, en general, a partir del momento de la concepción”.
El artículo 4 de la CADH reconoce el derecho de toda persona “a que se respete su
vida”. El titular de este derecho, o sujeto pasivo si se quiere, no es más que “toda persona”
es decir “todo ser humano”.10 El principio general es que la CADH protege el derecho a
la vida “en general a partir del momento de la concepción”. Esto quiere decir que el dere-
cho a la vida, a la luz de la CADH no es absoluto, admitiendo excepciones, según el caso.
El Estado, no puede proteger la vida de cualquier forma, sino que debe hacerlo “por la ley”.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos tuvo oportunidad de expedirse
al respecto, con motivo de una petición formulada en el año 1977 contra los Estados Uni-
dos de América (Estado de Massachusetts) por violación al derecho a la vida, en el cono-
cido caso “Baby Boy”11, por una sentencia dictada por la Corte Suprema de aquel país.
Los hechos del caso son: en 1973 una corte de Massachusetts encontró culpable de
homicidio sin premeditación a un médico que con previa solicitud de la madre practicó el
aborto a un niño que reunía las condiciones relativas a la excepción protegible (más de seis
meses después de la concepción y/o vivo fuera del vientre), señalada por la Corte Suprema
de los Estados Unidos en las causas de Wade y Bolton. La Corte Suprema Judicial de
Massachusetts, en un recurso judicial, anuló posteriormente tal sentencia por las siguientes
causales: prueba insuficiente sobre la temeridad del doctor y sobre su creencia de que el
feto era viable, prueba insuficiente de vida fuera del vientre de la madre, y error de proce-
dimiento. Los peticionarios consideraron que esta decisión violaba las disposiciones del
derecho a la vida contenidas en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre.
En la resolución del caso, la Comisión, en primer lugar, refirió que el Comité Jurídico
Interamericano, con sede en Río de Janeiro formuló un Proyecto de una Declaración
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Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Internacional de los Derechos y Deberes del Hombre para que lo estudiara la Novena
Conferencia Internacional de Estados Americanos12. El artículo 1 del aludido Proyecto
expresaba que: “Toda persona tiene derecho a la vida. Este derecho se extiende al derecho
a la vida desde el momento de la concepción; al derecho a la vida de los incurables, imbé-
ciles y dementes […]”.13 Sin embargo, posteriormente se formó un grupo de trabajo para
que formulara observaciones y redactara un documento final. Finalmente, el artículo 1 de
la Declaración Americana de los Derechos y Deberes Fundamentales del Hombre fue
aprobado con el siguiente texto: “Todo ser humano tiene derecho a la vida, a la libertad y
a la seguridad de su persona”.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos estableció al respecto que la
adición de la frase “en general, desde el momento de la concepción” no significa que quie-
nes formularon la Convención hayan tenido la intención de modificar el concepto de de-
recho a la vida que prevaleció en Bogotá, cuando aprobaron la Declaración Americana. 14
En síntesis, el texto en cuestión se introdujo para evitar que el artículo 4 pudiera ser
interpretado restrictivamente, pudiendo excluir las diversas formas de aborto prevista en
la mayoría de los sistemas legales de los Estados Americanos (como es el caso de la Ar-
gentina, que será analizado posteriormente), por ello, reenvía la protección del derecho a
la vida a la legislación interna y deja a cada Estado la facultad de resolver en sus derechos,
si la vida comienza y merece protección desde el momento de la concepción o en algún
otro momento anterior al nacimiento.15 Por ello, consideró que la frase “en general” con-
tenida en el artículo 4.1 de la CADH se introdujo para evitar una interpretación restrictiva
que pudiera ser entendida como excluyente de la permisión de diversas formas de aborto
prevista por la mayoría de los Estados americanos. 16
Derechos Humanos “Artavia Murillo V. Costa Rica”. Alfonzo Ruiz Miguel y Alejandra Zuñiga Fa-
juri. Disponible en www.cecoch.cl/docs/pdf/revista_12_1_2014/derecho_a_la_vida.pdf.
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En el presente, hacemos mención al derecho que tiene el Estado de usar la fuerza,
aunque se implique quitar la vida a una persona, para mantener el orden. La CIDH así lo
ha reconocido en un emblemático caso, pero con restricciones 17: el uso excesivo de la
fuerza viola el artículo 4.1 de la CADH. La CIDH dispuso expresamente: “la alta peligro-
sidad de los detenidos en el Pabellón Azul del Penal San Juan Bautista y el hecho de que
estuvieren armados, no llegan a constituir, en opinión de esta Corte, elementos suficientes
para justificar el volumen de la fuerza que se usó en este y en los otros penales amotinados
y que se entendió como una confrontación política entre el Gobierno y los terroristas reales
o presuntos de Sendero Luminoso”.18
En el mismo sentido, la CIDH dispuso: “[…] a idéntica conclusión llegó la Corte en
el caso Neira Alegría y otros, en el que se alegaron los mismos hechos a los que se refiere
la presente sentencia. Resulta claro que hubo un uso excesivo de la fuerza para sofocar el
motín, lo que constituye vulneración del principio de proporcionalidad que debe existir
entre la situación que se trata de resolver y los medios que para ello se utilizan”. 19
La CADH no regula específicamente el uso de la fuerza por parte de agentes estatales,
como tampoco expresa criterios para evaluar su legitimidad, por ejemplo, a la luz de la
razonabilidad. Sin embargo, para María Luisa Pique, otros instrumentos internaciones sí lo
hacen.20
C) En los países que no han abolido la pena de muerte, esta solo podrá imponerse por los delitos
más graves, en cumplimiento de sentencia ejecutoriada de tribunal competente y de conformidad con una ley
que establezca tal pena, dictada con anterioridad a la comisión del delito. Tampoco se extenderá su apli-
cación a delitos a los cuales no se la aplique actualmente.
3. No se restablecerá la pena de muerte en los Estados que la han abolido.
4. En ningún caso se puede aplicar la pena de muerte por delitos políticos ni comunes conexos con
los políticos.
17 Caso Neira Alegría vs. Perú, CIDH, 19/01/1995, Párrafo 75: “[e]stá más allá de toda duda que el
Estado tiene el derecho y el deber de garantizar su propia seguridad. Tampoco puede discutirse que
toda sociedad padece por las infracciones a su orden jurídico. Pero, por graves que puedan ser ciertas
acciones y por culpables que puedan ser los reos de determinados delitos, no cabe admitir que el
poder pueda ejercerse sin límite alguno o que el Estado pueda valerse de cualquier procedimiento
para alcanzar sus objetivos, sin sujeción al derecho o a la moral. Ninguna actividad del Estado puede
fundarse sobre el desprecio a la dignidad humana”.
18 Caso Neira Alegría vs. Perú, op. Cit., párrafo 74.
19 Caso Durand y Ugarte Vs. Perú, Fondo, Corte IDH, 16/08/2000, Párrafo 79.
20 Pique, M.L.: “Artículo 4. Derecho a la vida” en La Convención Americana de Derechos Humanos y su
Proyección en el Derecho Argentino, pág. 45: 1) Código de conducta para funcionarios encargados de hacer
cumplir la ley adoptado por la Asamblea General de las Organizaciones de Naciones Unidas en su
resolución 34/169 del 17/12/1979, 2) Principios básicos sobre el empleo de la fuerza y de las armas
de fuego por funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, adoptado por el Octavo Congreso de
las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, celebrado en la
Habana Cuba, del 27/08/1979 al 17/12/1979 y 3) Principios sobre la eficaz prevención e investiga-
ción de ejecuciones extralegales, arbitrarias o sumarias, recomendada por el Consejo Económico y
Social a la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas en su resolución 1989/65.
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Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Como bien se puede leer del texto, la CADH, no proscribe, en principio, la pena de
muerte, sino que limita su ejercicio a favor de una inequívoca tendencia a por lo menos, su
desaparición. La CIDH en su Opinión Consultiva 03/83 21, solicitada por la Comisión a
propósito de una reserva hecha por Guatemala al momento de ratificar la CADH, al res-
pecto si la pena de muerte podría imponerse por nuevos delitos comunes conexos con un
delito político, la CADH Corte expresó que artículo 4 establece un límite definitivo a la
pena de muerte para toda clase de delitos hacia el futuro.
No debemos olvidar en palabras de la CADH, que toda persona tiene derecho a que
se respete su vida y que nadie puede ser privado de ella arbitrariamente. Es por eso que,
tal como establece el artículo 4.3 de la Convención, los Estados que han abolido la pena
de muerte, no pueden volver a reestablecerlas, que aquellos que todavía no lo han hecho,
no pueden extender su aplicación a los delitos en los cuales no estaban previstos y que esta
no puede imponerse sino en virtud de una sentencia emanada de un tribunal competente,
es decir, que como mínimo debe ser resultado de un proceso en el cual se le respeten las
debidas garantías al acusado en los términos de los artículos 8 y 25 de la CADH. 22
Entonces, del texto en cuestión se desprenden dos limitaciones con respecto a los
delitos pasibles de aplicar la pena capital: En primer lugar, se dispone que la pena de muerte
solo podrá imponerse en los delitos más graves y, en segundo lugar, se excluye absoluta-
mente su aplicación a los delitos políticos o aquellos comunes pero conexos a los políticos.
Con respecto a la persona, la CADH establece otras dos limitaciones: la pena de muerte
no se aplicará a quienes en el momento de la comisión del delito tuvieren menos de dieci-
ocho años de edad o más de setenta y a las mujeres que se encuentren en estado de gravi-
dez.
Más allá de la razón expuesta anteriormente, acerca de la progresiva eliminación de
la pena de muerte a los efectos de asegurar una mejor protección del derecho a la vida en
los Estados Americanos, se debe tener en cuenta que estas limitaciones tienen su origen
en que aquella produce consecuencias irreparables, que son imposibles de subsanar poste-
riormente.23
En la Argentina, la pena de muerte, ha sido abolida de nuestra legislación al ser de-
rogada la ley penal N° 21.388 emitida en la dictadura. En virtud de lo expresado por el
párrafo precedente del artículo 4 de la CADH, la Argentina no podrá ser reestablecida.
D) “6. Toda persona condenada a muerte tiene derecho a solicitar la amnistía, el indulto o la
conmutación de la pena, los cuales podrán ser concedidos en todos los casos. No se puede aplicar la pena de
muerte mientras la solicitud esté pendiente de decisión ante autoridad competente”.
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La CADH establece que la pena de muerte no se puede aplicar excepto para los
delitos más graves, otorgando un derecho a la persona de solicitar la amnistía, el indulto o
la conmutación de la pena ante la autoridad que sea competente. La CIDH sostuvo que
las peticiones individuales de clemencia, deben ejercerse mediante procedimientos impar-
ciales y adecuados, de conformidad con el artículo 4.6 de la Convención y el artículo 8 de
esta. El artículo 4.6, en conjunto con los artículos 8 y 1.1 de la Convención Americana,
pone al Estado frente a la obligación de garantizar que este derecho pueda ser ejercido por
el condenado a pena de muerte de manera efectiva. Así, el Estado tiene la obligación de
implementar un procedimiento de esta índole que se caracterice por ser imparcial y trans-
parente, en donde el condenado a pena capital pueda hacer valer de manera cierta todos
los antecedentes que crea pertinentes para ser favorecido con el acto de clemencia. 24
25.2.2. Fertilización in vitro. Caso Artavia Murillo y otros vs. Costa Rica
24Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros Vs. Trinidad y Tobago, CIDH, 21/06/2002.
25.Caso Artavia Murillo y otros (“Fecundación in vitro”) Vs. Costa Rica. Corte IDH, 28 de noviem-
bre de 2012. Disponible en http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_257_esp.pdf.
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regulación se realice acorde con la letra de la Convención. La Corte IDH, a su vez, efectuó
principalmente las siguientes determinaciones: a) El alcance que debe darse al término
“concepción”. Al respecto, la Corte IDH resalta que científicamente se diferencian dos
momentos complementarios y esenciales en el desarrollo embrionario: la fecundación y la
implantación, siendo que solo al cumplirse el segundo momento se cierra el ciclo que per-
mite entender que existe la concepción. Es más, asegura que la “concepción” no puede ser
comprendido como un momento o proceso excluyente del cuerpo de la mujer, dado que
un embrión no tiene ninguna posibilidad de supervivencia si la implantación no sucede,
por ello, se debe entender tal concepto desde el momento en que ocurre la implantación,
razón por la cual considera que antes de este evento no procede aplicar el artículo 4 de la
CADH; b) Proporcionalidad de la medida de prohibición. La decisión de tener hijos bio-
lógicos a través del acceso a técnicas de reproducción asistida forma parte del ámbito de
los derechos a la integridad personal, libertad personal y a la vida privada y familiar. Asi-
mismo, un derecho puede ser restringido por los Estados siempre que las injerencias no
sean abusivas o arbitrarias; por ello, deben cumplir con los siguientes requisitos: estar pre-
vistas en ley en sentido formal y material, perseguir un fin legítimo y cumplir con los re-
quisitos de idoneidad, necesidad y proporcionalidad. Por ello, la prohibición de la FIV
impactó en la intimidad de las personas, toda vez que uno de los efectos indirectos de
dicha prohibición ha sido que, al no ser posible practicar esta técnica en el Estado de Costa
Rica, los procedimientos que se impulsaron para acudir a un tratamiento médico en el
extranjero exigían otros aspectos, tales como el económico y psicológico. Finalmente, la
Corte IDH declaró que Costa Rica fue responsable por haber violado los artículos 5.1, 7,
11.2 y 17.2, en relación con el artículo 1.1 de la CADH.
a. Obligación de prevención
26. Caso Velásquez Rodríguez vs. Honduras, Corte IDH, 29 de julio de 1988, párrafo 175.
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seria e imparcial, porque no se practicaron diligencias sumarias indispensables, se omitie-
ron pruebas, no se agotaron todas las declaraciones testimoniales que hubieran sido claves
en la investigación.27
En este sentido, la CIDH aseguró que es fundamental que los Estados investiguen
efectivamente la privación del derecho a la vida y castiguen a todos sus responsables, es-
pecialmente cuando están involucrados agentes estatales, ya que, de no ser así, se estarían
creando, dentro de un ambiente de impunidad, las condiciones para que este tipo de he-
chos vuelva a repetirse, lo que es contrario al deber de respetar y garantizar el derecho a la
vida28. Por ello, cuando el Estado incumple con este deber, cuando los hechos no son
investigados con seriedad, en cierto modo, el poder público auxiliaría a los autores de la
violación, lo que compromete la responsabilidad internacional del Estado. 29
En primer lugar, debemos tener en claro que, nuestra Constitución Nacional, por lo
menos antes de la reforma de 1994, nada disponía expresamente acerca de la protección
del derecho a la vida. Sin embargo, ello no era óbice para que por vía de los distintos
códigos no se tratara el tema. Aun así, la CSJN estableció: “el derecho a la vida, más que
un derecho no enumerado en los términos del artículo 33 de la Ley Fundamental, es una
prerrogativa implícita, ya que el ejercicio de los derechos reconocidos expresamente re-
quiere necesariamente de él”.30
El Código Civil, en su artículo 30, definía a las personas como “todos los entes sus-
ceptibles de adquirir derechos, o contraer obligaciones”. El Código Civil no definía a las
personas jurídicas sino por exclusión, expresando en su artículo 51: “Todos los entes que
presentasen signos característicos de humanidad, sin distinción de cualidades o accidentes,
son personas de existencia visible”.
Con relación a desde cuándo debe considerarse que comienza la existencia de las
personas, el artículo 70 del Código Civil establecía: “Desde la concepción en el seno ma-
terno comienza la existencia de las personas y antes de su nacimiento pueden adquirir
algunos derechos, como si ya hubiesen nacido. Esos derechos quedan irrevocablemente
adquiridos si los concebidos en el seno materno nacieren con vida, aunque fuera por ins-
tantes después de estar separados de su madre”. Y en relación con ello, el artículo 63 esta-
blecía que “Son personas por nacer las que no habiendo nacido están concebidas en el
seno materno”.
07/11/2006.
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Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Luego de la reforma constitucional del año 1994, la protección del derecho a la vida
se positivizó, con la jerarquización de numerosos instrumentos internacionales tal como
consta en el art. 75, inc. 22, de la Constitución Nacional, con lo cual no hace falta acudir
al artículo 33 de la Constitución Nacional de los derechos implícitos para fundamentar su
protección.
Haciendo una muy breve alusión sobre la sanción del nuevo Código Civil y Comercial
de la Nación aprobado por ley 26994 podemos decir que ha introducido numerosos cam-
bios, entre ellos, su artículo 19 al expresar que comienza “la existencia de la persona hu-
mana con la concepción”, mejorando así notablemente la antigua redacción de los artículos
63 y 70 del Código Civil de Vélez.
No solo las normas de nuestro país disponen el inicio de la vida desde la concepción,
sino que también gran cantidad de jurisprudencia apoya tal sentido. Por ejemplo, la CSJN
tiene establecido: “[…] El comienzo de la vida humana tiene lugar con la unión de los dos
gametos, es decir con la fecundación; en ese momento, existe un ser humano”. 33
Algunos instrumentos internacionales que cabe mencionar:
a) La Convención de los Derechos del Niño 34, con las reservas que la Ar-
gentina le introdujo mediante la ley 2384935 conforme su artículo 2, en el sentido
de que “[...] se entiende por niño todo ser humano desde el momento de su con-
cepción”.
05/03/2002.
34 Aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, el 20 de noviembre
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b) La Declaración Universal de los Derechos Humanos 36, que en su art. 3
prescribe: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad
de su persona”.
36 Adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas bajo Resolución 217 A (III), en Paris,
el 10 de diciembre de 1948.
37 Aprobada por la IX Conferencia Internacional Americana, en Bogotá en 1948.
38 Adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas mediante la Resolución 2200 A (XXI),
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Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
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Bahamondez constituía un suicidio lentificado, realizado por un medio no violento y no
por propia mano, mediante un acto, sino por la omisión propia del suicida que no admitía
tratamiento y de ese modo se dejaba morir. Asimismo, sostuvo que al ser el derecho a la
vida un bien supremo, no resulta posible aceptar que la libertad individual se ejerciera de
un modo tal que extinguiera la vida misma. En este orden de ideas, el caso llega a la CSJN
mediante el defensor oficial de Marcelo Bahamondez. La CSJN, finalmente, declaró inofi-
ciosa la cuestión ante la falta de un interés o agravio concreto y actual del apelante, y ello
sucedía porque el afectado, al momento de que el máximo tribunal emitiera sentencia, ya
no se encontraba internado y había sido dado de alta de su hemorragia digestiva.
Es importante señalar las disidencias de los Dres. Cavagna Martínez y Boggiano. En
su análisis hacen mención a la llamada “objeción de conciencia”. Por objeción de concien-
cia se entiende el derecho a no cumplir una norma u orden de la autoridad que violente las
convicciones íntimas de una persona, siempre que dicho incumplimiento no afecte signi-
ficativamente los derechos de terceros ni otros aspectos del bien común, y quien la invoque
acredite la sinceridad y seriedad de sus creencias, verbigracia, la pertenencia al culto que se
dice profesar. No hallándose en este caso afectados los derechos de otra persona, mal
puede obligarse a Bahamomdez a actuar contra los mandatos de su conciencia religiosa.
Más allá de la dilación institucional de la CSJN al emitir su sentencia y que ello haya
conllevado a que dicho tribunal declare inoficioso el caso, no hay dudas de que esto trazó
una senda para que años después se sancione la ley de muerte digna.
La ley de muerte digna consta de ocho artículos y, tal como se mencionó anterior-
mente, modifica seis artículos de la ley 26529 agregando uno nuevo. Su objetivo es ofrecer
a los pacientes, en el marco de la autonomía de la voluntad -que bien podemos situar en el
artículo 19 de la Constitución Nacional-, con o sin expresión de causa y bajo determinadas
circunstancias, los siguientes derechos: en el caso de que presente una enfermedad irrever-
sible, incurable o se encuentre en estadio terminal, o haya sufrido lesiones que lo coloquen
en igual situación, el derecho de manifestar el rechazo de ciertos procedimientos quirúrgi-
cos, de reanimación artificial o al retiro de medidas de soporte vital cuando sean extraor-
dinarias o desproporcionadas en relación con la perspectiva de mejoría, o produzcan un
sufrimiento desmesurado. También el paciente posee el derecho de rechazar procedimien-
tos de hidratación o alimentación cuando estos produzcan como único efecto la prolon-
gación en el tiempo de ese estadio terminal irreversible o incurable. 42
Más allá de la facultad que posee el paciente, con o sin expresión de causa, de rechazar
ciertos tratamientos, es necesario primero que el profesional interviniente en los términos
de la ley 26.742, le brinde información clara, precisa y adecuada con respecto a: a)su estado
de salud; b) El procedimiento propuesto, con especificación de los objetivos perseguidos;
c) Los beneficios esperados del procedimiento; d) Los riesgos, molestias y efectos adversos
previsibles; e) La especificación de los procedimientos alternativos y sus riesgos, beneficios
y perjuicios en relación con el procedimiento propuesto; f) Las consecuencias previsibles
de la no realización del procedimiento propuesto o de los alternativos especificados; g) El
derecho que le asiste en caso de padecer una enfermedad irreversible, incurable, o cuando
se encuentre en estadio terminal, o haya sufrido lesiones que lo coloquen en igual situación,
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Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
25.6. Eutanasia
El término “eutanasia” proviene del griego, eu (bueno) y thanatos (muerte), que quiere
decir “buena muerte”.43 A diferencia de la muerte digna consiste en aquellas intervenciones
(mediante acciones u omisiones) que en consideración de una persona, buscan causarle la
muerte para evitar una situación de sufrimiento, bien a petición de esta, bien por considerar
que su vida carece de la calidad mínima para que merezca el calificativo de digna. 44
En síntesis, del análisis de la definición podemos deducir que es necesario que:
a) La muerte sea provocada por un tercero.
b) Exista una situación de sufrimiento para la persona, como por ejemplo,
una enfermedad terminal.
c) La muerte sea provocada por una acción u omisión deliberada.
La eutanasia ofrece diversas clasificaciones, pero a los efectos del presente, nos en-
focaremos en solo dos: la activa o pasiva. La eutanasia activa o voluntaria es aquella en la
que existe una acción positiva tendiente a producir la muerte (ejemplo: suministrar una
inyección con alguna sustancia mortal). En cambio, la eutanasia pasiva es la producida por
la omisión de tratamientos, medicamentos, terapias o alimentos que adelanten la muerte.45
En la Argentina, la eutanasia se encuentra prohibida y atenta sin dudas contra el bien
jurídico protegido “vida”. Se encuentra legislada en diversas normas:
a) Código Penal: el Código Penal no introduce expresamente la palabra
“eutanasia”. Sin embargo, el artículo 79 establece, bajo la figura de homicidio
simple que “se aplicará reclusión o prisión de ocho a veinticinco años, al que
matare a otro siempre que en este código no se estableciere otra pena”.
b) La ley de Ejercicio de la Medicina46 al establecer en su artículo 19, inciso
3, que “respetar la voluntad del paciente en cuanto sea negativa a tratarse o
43 http://www.medmun.org.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=302%3Abole-
tin-resp-prof-ano-3-no-14-ago-2009&catid=69%3Amundo-hospitalario-ano-xviii-no155-agosto-
2009&limitstart=1
44 Farrell, M.D.: La ética del aborto y la eutanasia, Buenos Aires, Abeledo Perrot, 1993, pág. 30.
45 http://www.gracielamedina.com/prolongar-la-vida-o-prolongar-la-agon-a-la-eutanasia-en-el-de-
recho-argentino/
46 Ley Nacional N° 17132.
536
internarse, salvo los casos de inconsciencia, alienación mental, lesionados graves
por causa de accidentes, tentativas de suicidio o de delitos”.
c) Código de Ética para el Equipo de Salud47 el cual dispone en su artículo
552: “En ningún caso el médico está autorizado a abreviar o suprimir la vida de
un paciente mediante acciones u omisiones orientadas directamente a ese fin. La
eutanasia por omisión configura una falta gravísima a la ética médica y a las nor-
mas legales. Debe permitirse la muerte del enfermo, pero nunca provocársela”.
25.7. Conclusiones
Dicho todo esto, podemos afirmar que el derecho a la vida es aquel bien natural y
esencial de la persona humana y fundamento de todos los demás. Sin embargo, tal afirma-
ción no permite sostener que este sea absoluto. Sin dudas, el reconocimiento del derecho
a la vida que deberían efectuar, mínimamente, los ordenamientos jurídicos de los Estados,
debería implicar un doble aspecto: en un primer plano, clásico si se quiere, el de impedir
atentados contra dicho bien. Pero también, y en un segundo plano, más generalizado,
como un derecho a vivir de tal manera, que la persona humana pueda realizar su proyecto
de vida tal como así lo desee, es decir, teniendo en cuenta al individuo en ejercicio de todas
sus capacidades y potencialidades.
Solo así, podremos seguramente entender de qué estamos hablando cuando afirma-
mos que una persona tiene derecho a vivir.
25.8. Bibliografía
Farrell, M.D.: La ética del aborto y la eutanasia, Buenos Aires, Abeledo Perrot,
1993.
Pique, M.L.: La Convención Americana de Derechos Humanos y su Proyección en el
Derecho Argentino, Buenos Aires, La Ley, 2013.
Código Penal de la Nación Argentina.
Ley Nacional N° 17132. “Reglas para el ejercicio de la medicina, odontolo-
gía y actividad de colaboración de estas”.
Ley N° 26529. Sancionada el 21/10/2009 Derechos del Paciente en su Re-
lación con los Profesionales e Instituciones de la Salud.
Ley N° 26742. “Salud Pública” (Modificatoria de la ley N° 26529).
537
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Jurisprudencia argentina
Corte Suprema de Justicia de la Nación, “Saguir y Dib, Claudia Graciela s/
autorización” sentencia de fecha 06/11/1980.
Corte Suprema de Justicia de la Nación, “Cisilotto, María del Carmen Bari-
calla de c/ Estado Nacional (Ministerio de Salud y Acción Social) s/ amparo”,
sentencia de fecha 27/01/1987.
Corte Suprema de Justicia de Justicia de la Nación, “Bahamondez, Marcelo s/
medida cautelar”, sentencia de fecha 06/04/1993.
Corte Suprema de Justicia de la Nación, “Mosqueda, Sergio c. INSSJP”,
Fallos: 329:4918, Sentencia de fecha 07/11/2006.
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Corte Suprema de Justicia de la Nación, “Portal de Belén c/ Ministerio de
Salud y Acción Social de la República Argentina”, Sentencia de fecha
05/03/2002.
Sitios web
Boletín de Responsabilidad Profesional y Ética, “Eutanasia: Medicina Legal
y Bioética”, año 3 N° 14, disponible en:
http://www.medmun.org.ar/index.php?option=com_content&view=arti-
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