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Universidad Autónoma de Santo Domingo

(UASD)

Historia Del Derecho


Asignatura

Francisco Antonio Pérez Lora


Profesor

Las 7 partidas
Tema

Abigail Manzueta Belén


Sustentante

100601505
Matricula
40
Sección

25-9-2022
Fecha
Las Siete Partidas o simplemente Partidas es un cuerpo normativo redactado en Castilla, durante el
reinado de Alfonso X (1252-1284), con el objetivo de conseguir una cierta uniformidad jurídica del Reino.
Su nombre original era Libro de las Leyes, y hacia el siglo XIV recibió su actual denominación, por las sec-
ciones en que se encuentra dividida.

Con la redacción del código de las Siete Partidas, Alfonso X el Sabio instauró en Castilla una ley común
que, uniendo las tradiciones jurídicas del reino con los derechos canónico y romano, intentó imponerse
sobre los fueros y derechos locales. A principios del siglo XIII, las ciudades y tierras de Castilla se regían
por distintos tipos de fueros, leyes consuetudinarias derivadas de la costumbre y derechos señoriales. Los
cambios económicos, especialmente el auge de la artesanía urbana y el desarrollo del comercio, anima-
ron al rey Alfonso X (1221-1284) a impulsar el proceso de integración jurídica del reino, en contra de los
privilegios tradicionales de la nobleza rural y los patriciados urbanos. Alfonso X ordenó la redacción de
tres compilaciones jurídicas: el Fuero Real, el Espéculo y el Libro de las Leyes, conocido como las Siete
Partidas por estar dividido en siete capítulos. De los tres, el ordenamiento de las Partidas es el que habría
de desempeñar un papel fundamental en la formación de un derecho general. El código puede conside-
rarse como un gigantesco intento de síntesis de los derechos consuetudinario, canónico y romano.

En su elaboración, que se llevó a cabo entre los años 1256 y 1265, el rey contó con la colaboración de un
grupo de jurisconsultos cuyo nombre se desconoce.

En el texto se regulan los derechos y deberes de nobles y vasallos en relación con la corona; las transac-
ciones comerciales y los requisitos formales para su validez; las obligaciones de defensa y protección de
los nobles para con sus vasallos, y el derecho de aquéllos a obtener de estos tributos y prestaciones de
servicios; y el ordenamiento de la iglesia. Además, se incluía una exposición detallada de los derechos pe-
nal y civil. Durante mucho tiempo, las Siete Partidas no se afirmaron como ley común, y la corona conti-
nuó otorgando fueros a las ciudades. No obstante, el código fue utilizado por eruditos y universitarios
como texto de consulta. El Ordenamiento de Alcalá de 1348 se basó fundamentalmente en las Siete Parti-
das para la creación de un derecho general aplicable a todo el reino. En todos los casos que fuesen pre-
vistos por el ordenamiento citado, serían de aplicación las Siete Partidas.

La edición más antigua que se conserva del código se publicó en Sevilla en 1491. Las Siete Partidas consti-
tuyeron un paso importante en el desplazamiento del poder de la nobleza a favor de rey, al cual se le re-
conocía la facultad de legislar e interpretar la ley por sí solo, sin necesidad del con sentimiento de las Cor-
tes (parlamento castellano en el que estaban representados la nobleza, la iglesia y las ciudades).

Las Siete Partidas son un libro de leyes; por tanto, fue destinado a los legisladores y a cuantos lo consulta-
ron como obra de Derecho que es, y en este sentido fue glosada y anotada. La importancia de la Partidas
se manifiesta en varios aspectos: se tiene este libro por el código más completo de la ley civil de la Edad
Media en Europa, y también se considera como una de las fuentes más prestigiosas del Derecho en la his-
toria de España, convertido en un elemento integrador de la cultura española.

El criterio que se ha utilizado para reunir la antología fue escoger los fragmentos en que mejor se testi-
monia la vida de la época: usos y costumbres de las gentes, ceremonias, faustos, galas, rituales, signos
propios de los grupos sociales en relación con la Iglesia y el gobierno, la guerra y la paz, el cautiverio, la
convivencia de los cristianos con los moros y judíos, etc.

La época histórica que corresponde a la redacción y correcciones sucesivas del texto de las Partidas se
sitúa entre la subida al trono de Alfonso X en Sevilla (1252) como rey de castilla y León, y la muerte de
Pedro I en Montiel con la entronización de Enrique II (1369) y el comienzo de la dinastía de los Trastá-
mara.

Comienzan las Siete Partidas dividiendo las leyes del derecho en dos clases: las que se refieren a la reli-
gión y las que lo hacen a la vida civil del hombre en el mundo. Van por delante las leyes de la religión, y
las seis restantes legislan la vida civil. Antes de entrar en el cuerpo de la legislación, se establece una teo-
ría general de la ley, común al resto del libro.

Desarrollo del trabajo

De acuerdo a uno de los códices más antiguos de las Partidas, éstas se redactaron entre el 26 de junio de
1256 y el 28 de agosto de 1265 por una comisión compuesta por los principales juristas castellanos de la
época, bajo la dirección personal de Alfonso X.

También se han señalado como posibles periodos de redacción: 1254 a 1261; 1256 a 1263 y 1251 a 1265.
En todo caso, la mayoría de los autores estima que no se habría terminado sino hasta 1265.

Según la teoría tradicional, compartida por Francisco Martínez Marina y Antonio Solalinde, las Siete Parti-
das fueron redactadas por una comisión de juristas o por la cancillería real, y la intervención del rey Al-
fonso X se habría limitado a indicar la finalidad del texto y las materias a tratar, además de encargarse de
revisar y enmendar personalmente el trabajo de la comisión. Habrían integrado esta comisión: el Maestro
Jacobo, el de las leyes; Juan Alfonso, un notario leonés; el Maestro Roldán; y Fernando Martínez de Za-
mora (uno de los primeros juristas castellanos)

En el siglo XVIII, incluso se llegó a postular, por Andrés Marcos Burriel (Padre Burriel), que era una obra
exclusiva del rey. Esta posición está hoy prácticamente descartada.
Sin embargo, debido a la existencia de otros textos atribuidos habitualmente a Alfonso X (el Setenario, el
Fuero Real y el Espéculo), que habrían sido elaborados dentro del mismo periodo (1254 a 1256) y que
presentan importantes coincidencias entre sí y con las Partidas, más la imprecisión de las denominacio-
nes utilizadas para éstas en la época, ha surgido un importante debate científico en torno a las obras al-
fonsinas, sin resultados concluyentes por el momento, con el objetivo de determinar el alcance, relación
y finalidad de cada una de ellas.

Este interés se inició, principalmente, con el cuestionamiento hacia la autoría de las Siete Partidas en el
artículo El Libro de las Leyes de Alfonso el Sabio. Del Espéculo a las Partidas (1951-1952) de Alfonso Gar-
cía Gallo, seguido por otros trabajos posteriores.

García Gallo postuló que las Partidas no eran obra de Alfonso X o que no se terminaron durante su
reinado, pues habrían sido redactadas en el siglo XIV, mucho después de la muerte del rey sabio en 1284,
y que serían una reelaboración del Espéculo. Fundamentó su posición en que las primeras referencias fi-
dedignas de las Partidas, o sea, otros textos que hacían mención a la existencia de ellas, procedían de co-
mienzos del siglo XIV y en que el conocimiento, en la Península Ibérica, de los materiales o fuentes de las
Partidas, habría sido de fecha posterior a la de redacción atribuida por el códice.

De todas maneras, se sigue considerando a Alfonso X como autor de las Siete Partidas, al menos de la
versión original, cualquiera haya sido su participación en su elaboración, como se hace con las grandes
obras de este género, que se atribuyen al monarca o gobernante que las dictó, aunque se sepa que no
intervino en su redacción (como el caso, del Código de Hammurabi y Hammurabi y del Corpus Iuris Civilis
y Justiniano).

Finalidad

En cuanto a su finalidad, se ha sostenido que las Partidas se otorgaron como texto legislativo y no como
obra doctrinal, a pesar de su contenido, a veces, más filosófica que legal, lo que se confirmaría por lo ex-
presado en su prólogo (que indica que se dictaron sólo para que por ellas se juzgara).

García-Gallo sostuvo que, resistida la aplicación de las Siete Partidas especialmente por la nobleza caste-
llana, se relegó su aplicación, tras las Cortes de Zamora de 1274, a los pleitos del rey, es decir, a los casos
reservados al exclusivo conocimiento de la corte real, mientras que los demás serían resueltos conforme
al derecho foral (los pleitos foreros). Por ello, en la práctica habría quedado como una obra doctrinal
hasta la "promulgación tardía" de 1348, realizada por Alfonso XI. Además, esta oposición a su texto expli-
caría las diferencias entre las distintas versiones de la primera partida.

De todas maneras, si fue redactada con la finalidad de ser un código legal, se ha discutido cuál habría sido
realmente su objetivo. Crucial importancia tiene el llamado fecho del imperio, es decir, el intento de Al-
fonso X de obtener la corona del Sacro Imperio Romano Germánico, pues el propósito de Alfonso X, en
relación a las Siete Partidas, habría sido redactar un texto aplicable a todo el imperio, es decir, un dere-
cho de validez universal, un denominador jurídico común de la empresa imperial.

En esa línea argumental, Aquilino Iglesias indicó en 1996 que las Partidas no poseen referencias a la orga-
nización territorial castellana. Otros, entre los cuales se encuentra García-Gallo, argumentaron que, en las
Siete Partidas, si bien la figura del emperador aparece por sobre los reyes, también, la figura de los reyes
en algunos puntos aparece por sobre el emperador, y que se redactaron en castellano, en vez de ser re-
dactadas en latín.
Lo cierto es que las Partidas (incluido el prólogo) no hace referencia alguna al intento de lograr la corona
imperial. Además, hay autores, como Juan Escudero (discípulo de García-Gallo), que han encontrado refe-
rencias en su texto a la organización territorial propia de Castilla, como las villas.

Por ello, se estima habitualmente que con la redacción de las Partidas Alfonso X buscaba unificar jurídica-
mente el reino, no por la vía local como su padre Fernando III (a través de la concesión de un mismo
fuero a varias localidades) sino por medio de una norma general aplicable a todo el territorio.

Las Partidas abarcan todo el saber jurídico de la época dentro de una visión unitaria, por ello se le ha con-
siderado una summa de derecho. Trata, entre otras materias, de derecho constitucional, civil, mercantil,
penal y procesal, tanto civil como penal.

Están redactadas en castellano, de un pulcro estilo literario, e inspiradas en una visión teologal del
mundo. Posee un prólogo, que señala el objeto de la obra, y siete partes o libros llamados partidas, las
cuales comienzan con una letra del nombre del rey sabio, componiendo un acróstico (A-L-F-O-N-S-O).
Cada partida se divide en títulos (182 en total), y éstos en leyes (2.683 en total).

Sus disposiciones acostumbran ir acompañadas de citas a autores y obras, alegorías y ejemplos y, espe-
cialmente, de una exposición razonada de sus orígenes y fundamentos (etimológicos, religiosos, filosófi-
cos e históricos), por lo que no son meramente prescriptivas.

Las contradicciones existentes entre algunas disposiciones serían producto del esquema de trabajo utili-
zado en su elaboración, donde cada partida habría sido redactada por una persona distinta.

Partida Primera La primera partida comprende 24 títulos y 516 leyes. Comienza tratando de las fuentes
del derecho (en el título I), una simbólica portada de la obra. Trata de la ley y la define apuntando a su
contenido lo que produce efectos respecto a su obediencia (leyes justas e injustas); se refiere a la forma
de elaboración de buenas leyes, relacionando la potestad de gobierno con la autoridad del saber y clasi-
fica las leyes en canónicas y seculares.

Menciona las condiciones que debe reunir un buen legislador: tener a Dios presente, amar la justicia, te-
ner conocimientos de derecho y estar dispuesto a enmendar o mudar las leyes cuando fuese necesario.
Finalmente establece los requisitos validez y la fuerza que posee la costumbre, es decir, según la ley,
fuera de la ley y contra la ley.

Luego se dedica por completo al derecho canónico, o sea, a materias eclesiásticas. Se refiere a los dog-
mas y sacramentos, la organización de la Iglesia, prerrogativas y obligaciones de los clérigos y al derecho
de asilo en las iglesias.

Existen importantes diferencias entre las versiones de esta partida. Ellas serían producto de una reelabo-
ración, que se habría hecho con el objeto de limitar las facultades reales, ante el rechazo expresado por
los nobles al texto original de la primera partida, que reafirmaba el poder del monarca frente a éstos.
Esta situación también explicaría la llamada "promulgación tardía".

Partida Segunda La segunda partida posee 31 títulos y 359 leyes. Se refiere al poder temporal, es decir,
los emperadores, reyes y otros grandes señores (derecho público). Realiza una distinción entre poder es-
piritual y temporal, reconociendo una dualidad en la estructura del poder y una relación de armonía en-
tre ambos mundos.
Establece importantes disposiciones de derecho político refiriéndose al rey, al origen y fin del poder, y a
la relación de mando y obediencia, fundada en la fe y la razón. Trata de los derechos y deberes del rey
para con Dios, el pueblo y la tierra y los derechos y deberes del pueblo para con Dios, el rey y la tierra.
Además, trata de la familia y sucesión real, señalando las formas de adquirir el trono, es decir, regula la
sucesión en la Corona de Castilla Dicha normativa resulta de relevancia, pues fue la tradicional en Castilla
hasta la promulgación de la Ley Sálica por disposición del rey Felipe V; en tiempos de Fernando VII volvió
a entrar en vigor la sucesión establecida en las partidas y actualmente se encuentra recogida en la Consti-
tución española de 1978.

Finalmente, la partida segunda se cierra refiriéndose a la universidad, una de las instituciones bajomedie-
vales más importantes.

Partida Tercera La tercera partida posee 32 títulos y 543 leyes. Trata de la justicia y la administración de
justicia. Se refiere al procedimiento civil y al imperio judicial, siendo su tema principal el proceso: las per-
sonas que intervienen en el juicio y el procedimiento conforme al cual se tramita.

Sucesivamente se refiere al demandante y demandado; los jueces y abogados los plazos y medios de
prueba, entre los cuales se incluye a la escritura pública y, por ello, se refiere a los escribanos (3,19,1); las
sentencias; y los recursos o alzadas contra éstas.

Termina tratando del dominio, reconociendo la existencia de ciertos bienes comunales; de la posesión la
prescripción; la usucapión; y de las servidumbres.

Partida Cuarta

La cuarta partida posee 27 títulos y 256 leyes. Está destinada al derecho de familia y, además, a otros
vínculos permanentes entre las personas, distintos del matrimonio y del parentesco. Trata de los espon-
sales; el matrimonio, sujeto al derecho canónico (capacidad, forma y validez); el divorcio (no como disolu-
ción del vínculo matrimonial, sino como separación de "lecho y techo"); la filiación legítima y la filiación
ilegítima; la patria potestad; la esclavitud , reconociéndola como "la más vil cosa de este mundo" después
del pecado; el estado de las personas (libre y esclavo; hidalgo y persona común; clérigo y laico; hijos legí-
timos e ilegítimos; cristianos y moros o judíos; varón y mujer); el vasallaje y los feudos; y los vínculos de
amistad.

Partida Quinta La quinta partida posee 15 títulos y 374 leyes. Se refiere a los actos y contratos que
puede el ser humano realizar o celebrar en el curso de su vida (derecho privado).

Trata del contrato de mutuo, prohibiendo el cobro de intereses o "usura"; de comodato; de depósito; de
donación; de compraventa, con la distinción entre título y modo de adquirir (proveniente del derecho ro-
mano); de permuta; de locación o arrendamiento; de compañía o sociedad; de estipulación o promesa; y
de la fianza y los peños (hipotecas y prendas). Se refiere, también, al pago y a la cesión de bienes. Asi-
mismo, incluye importantes normas de derecho mercantil, referidas a los comerciantes y contratos mer-
cantiles.

Partida Sexta La sexta partida posee 19 títulos y 272 leyes. Se ocupa del derecho sucesorio (sucesión por
causa de muerte) y de las guardas. Asimismo, contempla normas sobre el estatuto jurídico del huérfano.
Se refiere a la sucesión testada y al testamento a la legítima y, brevemente, a la sucesión intestada. Re-
gula las tutelas y curatelas (guardas) y la figura de la restitutio in integrum.
Partida Séptima La séptima y última partida posee 34 títulos y 363 leyes. Se dedica al derecho penal y
procesal penal, es decir, a los delitos y al procedimiento penal (de carácter inquisitivo). Además, incluye
referencias al estatuto jurídico de los musulmanes y judíos. Admite el tormento ante la insuficiencia de
otras pruebas del delito, estableciendo los requisitos de procedencia o exclusión. Gran parte está dedi-
cada a tratar diversos delitos (que denomina yerros), entre ellos: la traición contra el rey (falta de fideli-
dad); la falsedad y los homicidios, distinguiendo tres situaciones: homicidio delito (doloso), accidental y
en defensa propia; los delitos contra la honra; los robos, hurtos y daños, distinguiendo claramente el
robo del hurto; los engaños y estafas; el adulterio, el incesto, la violación, la sodomía, la alcahuetería y la
hechicería; la herejía, el suicidio y la blasfemia.

Distingue el hecho cometido por un inimputable (entre otros, el loco y el menor de diez años) del reali-
zado por una persona que posee imputabilidad. Además, reconoce la figura de la tentativa y del delito
consumado y prevé ciertas formas de instigación y complicidad. Asimismo, contempla circunstancias exi-
mentes, atenuantes y agravantes y se ocupa de la prisión, estableciendo normas para el alcaide.

Establece que la finalidad de la pena es la retribución (castigo por lo hecho) y la prevención general (me-
dio de intimidación general, para que el hecho no se repita). Contempla siete especies de penas consa-
grado el carácter público de la actividad represiva (las cuatro primeras para los yerros mayores y las otras
para los yerros menores): pena de muerte o pérdida de un miembro; trabajo perpetuo; destierro perpe-
tuo con confiscación de bienes; prisión perpetua; destierro perpetuo sin confiscación de bienes; infamia o
pérdida de algún oficio; y azotes o heridas públicas, o exposición desnudo y untado en miel para sufrir las
molestias de las moscas.

Las Partidas, imitando al Digesto y a las Decretales, terminan con un título sobre reglas de derecho.

El juego en Las Siete Partidas

Una vez leído la normativa y las leyes del libro de las siete partidas hemos observado algunas referencias
al juego y la recreación de la época. Hemos comprobado que el ocio y el juego en la época tenía una gran
importancia, ya que incluso en un libro de leyes, destinado a legisladores para aplicar sus normas hace
referencia al ocio y varios tipos de juegos regulando su uso en diferentes ámbitos y estamentos de la
época.

El ajedrez llega a Europa de la mano de los musulmanes a través de al-Ándalus y las cruzadas. El juego se
hace muy popular, sobre todo en el Imperio y en España. Con el avance de la Reconquista el ajedrez no
cae en el olvido, sino que es practicado por los nobles y clérigos cristianos.

Guirguiesca y craps Guirguiesca y craps son juegos que se juegan con dos dados. A los jugadores que par-
ticipan en el juego del craps les llamamos Caster, que lanza los dados, y Setter, que apuesta en contra.
Los nombres los tomamos de la tradición en la literatura de este juego.

Pelota La expresión ferir la pellota remite a diversos ejercicios deportivos competitivos muy presentes en
la vida cotidiana de todos los grupos sociales: los juegos consistentes en golpear un objeto redondo
usando las manos, los pies o con ayuda de algún objeto.

Torneos y justas Torneo es el nombre popular dado a las competiciones de caballería o peleas por diver-
sión de la Edad media y Renacimiento (Siglos XII al XVI).

Entre las leyes de torneos se encuentran las siguientes:


- No pelear fuera de filas.

-No pelear varios caballeros contra uno solo.

- En no herir al caballo del rival.

Para terminar este juego, se realizaba un banquete en la que los caballeros participantes en el evento
eran colmados de atenciones. Las armas utilizadas eran bastones, cañas, lanzas sin hierro y con la punta
roma o espadas sin corte conocidas con el nombre de armas corteses o graciosas por que se evitaba herir
de gravedad o matar, al contrario.

Del trabajo se desprende que esta obra es uno de los legados más importantes de Castilla a la historia del
derecho, al ser el cuerpo jurídico de más amplia y larga vigencia en Iberoamérica (hasta el siglo XIX). In-
cluso se le ha calificado de "enciclopedia humanista", pues trata temas filosóficos, morales y teológicos
(de vertiente grecolatina), aunque el propio texto confirma el carácter legislativo de la obra, al señalar en
el prólogo que se dictó en vista de la confusión y abundancia normativa y solamente para que por ellas se
juzgara.

Con la redacción del código de las Siete Partidas, Alfonso X el Sabio instauró en Castilla una ley común
que, uniendo las tradiciones jurídicas del reino con los derechos canónico y romano, intentó imponerse
sobre los fueros y derechos locales. A principios del siglo XIII, las ciudades y tierras de Castilla se regían
por distintos tipos de fueros, leyes consuetudinarias (derivadas de la costumbre) y derechos señoriales.
Los cambios económicos, especialmente el auge de la artesanía urbana y el desarrollo del comercio, ani-
maron al rey Alfonso X a impulsar el proceso de integración jurídica del reino, en contra de los privilegios
tradicionales de la nobleza rural y los patriciados urbanos. Alfonso X ordenó la redacción de tres compila-
ciones jurídicas: el Fuero Real, el Espéculo y el Libro de las Leyes, conocido como las Siete Partidas por
estar dividido en siete capítulos. De los tres, el ordenamiento de las Partidas es el que habría de desem-
peñar un papel fundamental en la formación de un derecho general. El código puede considerarse como
un gigantesco intento de síntesis de los derechos consuetudinario, canónico y romano.

Con respecto a los juegos, este libro revela diversas prácticas que se practicaban en la época y nos per-
mite indagar en el pasado de los juegos para poder comprender su evolución y sus cambios hasta la ac-
tualidad. También ha dejado un buen legado de las leyes en la Edad Media, que, aunque al leerlas, pue-
den parecer algo arcaicas, se debe apreciar el momento de su redacción con el auge del cristianismo y las
diferencias sociales, como, por ejemplo, que la condición de Señor aportaba grandes ventajas en relacio-
nal pueblo. Todo esto se plasma en cada Partida de este libro y resulta muy interesante su lectura y com-
probar los grandes avances que se han transformado nuestro país, tanto en materia jurídica como social.

Bibliografía

• Las Siete Partidas.- Madrid: Lex Nova, 1989.- ISBN 84-7557-283-9 (edición facsimilar de la edición
de 1491, con glosas de Alonso Díaz de Montalvo; acceso al ejemplar de la edición de octubre de
1491; acceso a la edición de diciembre de 1491).

• Las Siete Partidas.- BOE, 1999 - ISBN 84-340-0223-X (edición facsimilar de la edición de 1555, con
glosas de Gregorio López).

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