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forma les castigaba por haber apoyado al archiduque Carlos en la Guerra de Sucesión y al mismo tiempo lograba que
todos los reinos españoles tuvieran las mismas leyes e instituciones, algo que ya había pretendido el conde duque de
Olivares con la Unión de Armas en el siglo anterior. Se pone fin a la España plural o federal, herencia de los Reyes
Católicos. Los decretos se expidieron en 1707 (Aragón y Valencia) y 1714-1716 (Cataluña y Mallorca). A la supresión
de los fueros le siguió la creación de nuevas instituciones en los reinos de Aragón:
-Los capitanes generales sustituyen a los virreyes y se convierten en la primera autoridad de cada reino
(Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca), con poderes políticos, militares y judiciales. La segunda autoridad era el
intendente, que también se instauró en las provincias castellanas, como veremos.
-Se creó en cada reino una Audiencia, cuyas misiones serían administrar la justicia, servir de consejo a los
capitanes generales (quienes eran sus presidentes) y controlar a los ayuntamientos.
-Los ayuntamientos se ajustaron al modelo castellano; los más importantes tendrían corregidor (de rango
militar), alcalde mayor (abogado) y regidores vitalicios.
-Se suprimieron las Cortes y sus diputaciones (Generalitat en Valencia y Cataluña). Algunas ciudades
aragonesas obtuvieron el derecho de enviar procuradores a las Cortes de Castilla en las pocas (y casi inútiles)
ocasiones en las que éstas se reunieron.
c) Modernización de la administración central: Se pretendía agilizar la gestión administrativa, paralizada
por una burocracia ineficaz, y combatir la corrupción. El gobierno central se reformó, de manera que los Consejos
perdieron importancia y en cambio la obtuvieron los Secretarios de Estado y del Despacho. Éstos vigilaban y
coordinaban la labor de los consejos y estaban siempre en contacto directo con el rey. Son el antecedente de los
actuales ministros.
d) Reforma de la administración territorial castellana mediante la creación de los intendentes (jefes
políticos de cada provincia para administrar la Hacienda, impulsar el desarrollo económico y coordinar la labor de los
corregidores), la erección de nuevas Audiencias (tribunales superiores de justicia y delegaciones políticas del
gobierno central), como fue la de Extremadura en 1790, y el reforzamiento del poder de los capitanes generales. Se
amplió el número de corregidores y se ensancharon sus competencias en perjuicio de los regidores, oficios éstos que
dejaron de interesar a nadie; de esta forma los ayuntamientos vieron muy recortada su autonomía y entraron en una
larga decadencia. En 1768 se intenta revitalizarlos y acercarlos a la sociedad con la introducción en ellos de los
personeros y los diputados del común, elegidos anualmente por el pueblo, y cuya misión era defender sus intereses
en los plenos.
e) Regalismo: se denominan así las actuaciones políticas encaminadas a fortalecer al Estado a costa de la
Iglesia. Se pretendía alejarse de la política del Vaticano y combatir el excesivo poder que tenía el clero en la
economía, la sociedad y la educación. De esta forma, se instauró el plácet (los reyes se reservaban el derecho de
autorizar la aplicación de las bulas y órdenes del papa en España), el recurso de fuerza (derecho a apelar a los
tribunales reales las sentencias de los jueces eclesiásticos), se puso freno a la adquisición de propiedades de la
mano muerta y a finales de siglo, incluso, se procedió a desamortizar ciertos bienes eclesiásticos. En 1766 fueron
expulsados los jesuitas, la orden regular (y al mismo tiempo grupo de presión) más importante de la Iglesia católica
en España, el que ejercía el monopolio de la enseñanza.
El afán por reformar se cortó en seco con la Revolución Francesa de 1789, pues los políticos temían que las reformas
llegasen demasiado lejos y con ellas se introdujese la revolución en nuestro país. Aun así, los cambios generados por
las reformas, al no tocar las estructuras básicas, no fueron muchos, y su alcance muy limitado. El verdadero cambio
no llegará hasta el siglo siguiente.
industrias con capital estatal (Manufacturas Reales), nuevas leyes que dejaban de considerar como viles los oficios
manuales, y una política proteccionista que limitaba las importaciones de productos extranjeros. Se favoreció la
inmigración de mano de obra europea especializada en las labores industriales. Los sectores que alcanzaron mayor
desarrollo fueron el textil y el metalúrgico, y las áreas más beneficiadas Cataluña y el País Vasco; las nuevas
industrias, además, escapaban al control de los gremios, lo que las hacía más competitivas.
b) El comercio: contó también con el apoyo del gobierno y de las nuevas instituciones de fomento: la Junta
General de Comercio, los Consulados (instituciones en las que participaba la burguesía local, a través de las cuales
defendían el libre comercio) y las Compañías de Comercio. El sector exterior fue el principal beneficiado: aunque
nuestra balanza comercial con Europa era negativa, ello se compensaba con el auge adquirido por el comercio
colonial con América, abierto al fin a todos los puertos gracias a los Decretos de Libre Comercio. Se produjo, así, un
notable incremento de los intercambios mercantiles, lo que generó grandes capitales que luego se invertían en la
adquisición de tierras (Andalucía) o en la creación de industrias (Cataluña). El comercio interior creció poco por el
penoso estado en que se hallaban las comunicaciones y por la escasa demanda de la población rural. Algunas
mejoras se llevan a cabo con la ampliación de las vías de comunicación (se establece, por ejemplo, la disposición
radial de los caminos reales, partiendo de la Puerta del Sol de Madrid) y la supresión de muchas aduanas interiores.