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La Guerra de Sucesión
Reformas en la organización del Estado. La monarquía centralista de los Borbones .
La práctica del despotismo ilustrado
El siglo XVIII comienza en España con la novedad del cambio dinástico establecido en el
testamento de Carlos II de Austria tras una Guerra por la Sucesión .
La nueva dinastía Borbón se encontrará con un país despoblado, atrasado en su economía,
anquilosado en su estructura social, desorientado en su política interior e indefenso ante sus
enemigos exteriores. Así, los soberanos (Felipe V, Fernando VI, Carlos III y Carlos IV) y sus ministros
pusieron en marcha un vasto programa de reformas de acuerdo con los principios del llamado
Despotismo Ilustrado, en un intento de modernización y racionalización de la vida económica y
política española, aunque sin modificar las bases del absolutismo
Carlos II nombró heredero en su último testamento a Felipe de Anjou, con la esperanza de que ,al
ser nieto del Rey Sol, ese hecho impidiera un desmembramiento del Imperio español.
Felipe de Anjou entró en 1701 en España con el nombre de Felipe V (1700-1724-1746).
El conflicto internacional por la acumulación de poder de los Borbones franceses que fue la Guerra
de Sucesión (1702-1714) terminó convirtiéndose en una guerra civil española entre los partidarios
de Felipe V (Corona de Castilla) y los del archiduque Carlos, hijo del emperador de Alemania
Leopoldo I (Corona de Aragón).
La guerra se decantó a favor de Felipe V. En los años siguientes conquistó Aragón y Valencia y
abolió sus fueros y privilegios con los Decretos de Nueva Planta. Ese hecho decidió a Cataluña a
mantenerse fiel al Archiduque hasta el último momento.
En 1711, tras la muerte del emperador austriaco José I, el Archiduque Carlos fue nombrado
emperador de Alemania. La alianza de La Haya se disuelve por temor a reconstruir el imperio de
Carlos V.
Finalmente, en 1714 Barcelona es conquistada por Felipe V y éste abole las instituciones catalanas.
El viraje de la política de los aliados se puso de manifiesto en la Paz de Utrecht (1713) y en los
acuerdos de Rastatt (1714). En ellos se establecía un nuevo mapa político europeo. España resultó
la gran perdedora, perdiendo todas sus posesiones europeas además de Gibraltar y Menorca
El reinado de Felipe V (1700-1724-1746) se centró en la recuperación de los territorios
mediterráneos perdidos por la Paz de Utrecht.
LA CENTRALIZACIÓN Y LA REFORMA ADMINISTRATIVA.
La Hacienda.
Otro de los pilares de la política de la nueva monarquía fue la reorganización de la Hacienda
Pública. También aquí se tendió a la centralización de los impuestos y hacia una modernización del
sistema de asignación de cuotas. Sólo las provincias vascas y Navarra siguieron disfrutando de su
autonomía fiscal. El gran proyecto fiscal de los ilustrados era la llamada contribución única y que
impulsó la creación del Catastro del marqués de la Ensenada en 1759, pero que quedó sin concluir
ante la oposición de los grupos privilegiados.
En cuanto a la base impositiva seguía siendo la alcabala, impuesto directo que gravaba todas las
transacciones comerciales y que soportaban los grupos más desfavorecidos.
Los gastos de la monarquía se destinaban sobre todo a la marina, la guerra y la burocracia.
El regalismo.
Los reyes intentaron disminuir el poder temporal de la Iglesia como forma de fortalecer la iniciativa
de los monarcas. Esta política se plasmó en el llamado regalismo, que suponía la imposición de la
autoridad real sobre los asuntos religiosos. Esta política fue más evidente a partir de de Carlos III
(1759-1788) que llegó a firmar la expulsión de los jesuitas (1765).
EL DESPOTISMO ILUSTRADO