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La tendinopatía rotuliana es una de las lesiones con mayor prevalencia a nivel mundial,
llegando a afectar a un 14% de la población general y pudiendo suponer además entre el 30
y el 50% de las lesiones deportivas, sobre todo en aquellos atletas que practican
modalidades de salto y sprint. La incidencia de esta lesión aumenta en deportistas jóvenes y
de sexo masculino, así como en personas no deportistas de edad avanzada. (1)
La EPI es una técnica ecoguiada y mínimamente invasiva que se lleva a cabo a partir de
una aguja de acupuntura. Esta técnica consiste en la aplicación de una corriente galvánica
de alta intensidad en la región degenerada del tendón. Esto produce un proceso inflamatorio
local en la zona, que permite la fagocitosis, además de generar un incremento de los
mecanismos angiogénicos de neovascularización y, a su vez, inducir a la reparación del
tejido afecto.
Se trata por tanto de una técnica novedosa y que cuenta con el respaldo de algunos
estudios científicos en los que se apunta que puede resultar eficaz en la recuperación de
pacientes con tendinopatías. La electrólisis percutánea intratisular resulta más efectiva en el
tratamiento de la tendinopatía rotuliana crónica en combinación con el ejercicio terapéutico
en modalidad excéntrica. (2) (5)
Así, el objetivo de este estudio no es sino comparar la efectividad del uso de la EPI frente a
la del tratamiento fisioterápico convencional en la recuperación de la funcionalidad y el dolor
en pacientes con tendinopatía patelar.
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METODOLOGÍA
Los criterios de inclusión fueron: sexo masculino y femenino con una edad comprendida
entre los 18 y los 65 años, y sintomatología persistente durante, al menos, dos semanas
previas a la realización del estudio. Fueron excluidos del estudio aquellos pacientes con
cirugías previas en el tendón rotuliano o que presentaran alteraciones biomecánicas en la
pelvis, articulación coxo-femoral, fémoro-patelar y en tobillo y pie. Otros criterios de
exclusión fueron enfermos oncológicos (por posible presencia de inmunodeficiencia
adquirida debido a un tratamiento oncológico u otro factor), pacientes con marcapasos
(debido a la posible influencia de la corriente galvánica), infiltraciones de corticoesteroides
previas y embarazadas. (4) (7)
Durante la preselección de candidatos, todos los protocolos y ámbitos del estudio fueron
explicados a los sujetos. Posteriormente, se establecieron dos grupos de estudio en función
del tratamiento aplicado a los integrantes, de manera que se determinaron como grupo
Electrólisis Percutánea Intratisular (G-EPI) y grupo Conservador (G-Con).
Los pacientes fueron asignados a G-EPI o G-Con de forma aleatoria. La aleatorización fue
llevada a cabo gracias a la utilización de un programa informático de randomización
numérica. El G-EPI contó con 28 pacientes, al igual que el G-Con. Los fisioterapeutas que
midieron los resultados fueron ajenos a la asignación de los grupos. Los profesionales
especializados en la intervención no fueron cegados a la asignación de los grupos, pero no
estuvieron involucrados en la valoración de los resultados.
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Los pacientes en el G-EPI fueron tratados a través de la técnica de electrólisis percutánea
intratisular durante 24 semanas. Estos pacientes recibieron 3 sesiones semanales de 30
minutos de duración, las cuales consistían en la aplicación de crioterapia a través de un
chorro frío para crear un efecto analgésico previo a la punción. Seguidamente, se administró
la EPI durante 10 minutos consecutivos con asistencia ecográfica para concretar la
localización de la lesión; durante este tiempo, se realizaron varias punciones de 3
segundos. A continuación de la EPI, se empleó un láser de alta potencia con efecto trófico y
analgésico para finalizar la sesión. (4)
Cada paciente fue sometido a evaluación del dolor, funcionalidad, niveles de glutamato,
niveles de lactato, factor de crecimiento nervioso (NGF). Los niveles de glutamato y lactato,
así como el NGF fueron incluidos como variables de estudio por la influencia de los mismos
en la regeneración del tendón lesionado. (9-12) (9) (10) (11) (12)
El dolor fue evaluado mediante la escala visual analógica (EVA), para la valoración de la
funcionalidad se utilizó la escala Victorian Institute of Sport Assessment (VISA-P) y para
conocer los niveles de glutamato, lactato y factor de crecimiento nervioso se hicieron
determinaciones en sangre. (13) (14)
Los análisis sanguíneos y la medición del dolor mediante la escala EVA, se realizaron al
inicio del tratamiento. La escala VISA-P fue cumplimentada por los participantes al inicio,
tras 12 semanas y al final de la investigación.
La VISA-P es una escala que consta de 8 ítems, donde los 6 primeros valoran el nivel de
dolor durante las actividades de la vida diaria y pruebas funcionales en un rango de 0 a 10,
siendo 10 la puntuación que un individuo sin dolor.
Los dos últimos ítems valoran la capacidad de participación deportiva. De modo que el ítem
número 7 valora si el paciente se encuentra de manera actual en la práctica deportiva o de
cualquier actividad física. Pudiendo llegar a obtener una puntuación de 10 en caso de que el
sujeto siga de manera completa con su actividad deportiva además de competir al mismo o
mejor nivel que cuando los síntomas empezaron.
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Y por último, el ítem número 8 valora en función del dolor; en no padecer dolor durante la
práctica deportiva, que padezca dolor pero no obligue a detener la práctica deportiva o que
si obligue a detener la práctica deportiva, repartiendo hasta un total de 30 puntos en función
la duración del dolor o su ausencia durante la actividad.
Por lo tanto la interpretación de la VISA-P se basa en que el mayor valor numérico obtenido
posible, es decir 100, representa a los sujetos asintomáticos. Siendo entonces la puntuación
de 0 la que representa el mayor grado de afección posible que mide la misma.
La VISA-P es una escala validada óptima para cuantificar las dimensiones de dolor y
funcionalidad. (15)
Este estudio fue aprobado por el Comité de Ética Clínica de Galicia en septiembre de 2021.
Además fue llevado a cabo de conformidad con la declaración de Helsinki y todos los
pacientes proporcionaron consentimiento informado escrito.
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RESULTADOS
El número total de la muestra fue de 56 pacientes, de los cuales 30 fueron mujeres (54%) y
26 hombres (46%), con edades comprendidas entre los 18 y los 65 años, siendo la edad
media de 36 años. Los pacientes no eran deportistas y contaban con un nivel de actividad
física de leve a moderado. No se registró ningún abandono en el tiempo que duró el estudio.
Tras la aleatorización, el G-Con contó con 14 mujeres (50%) y 14 hombres (50%), con una
media de edad de 34 años, mientras que el G-EPI contó con 16 mujeres (57,1%) y 12
hombres (42,9%), y la media de edad fue de 38 años.
Al inicio del estudio se realizó un estudio bioquímico a cada uno de los pacientes con el
objetivo de conocer los valores de glutamato, NGF y lactato, pudiendo observar de esta
manera si eran importantes en el proceso de recuperación.También se objetivó el dolor
mediante la escala EVA. En la tabla 1 se observan los resultados de dichas mediciones.
Como se puede ver, no hay diferencias relevantes de los valores entre los dos grupos al
comienzo del estudio, además, se muestra que la puntuación media de la escala EVA es
semejante. Ninguna de las diferencias es estadísticamente significativa.
La escala VISA-P se utilizó tres veces durante el tratamiento, con el objetivo de cuantificar
la evolución de los pacientes con ambos tratamientos. Estas puntuaciones y la comparación
del progreso de cada grupo de tratamiento se muestran en la tabla 2 y en la figura 1.
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Figura 1. Comparación intergrupal de progresión según puntuaciones de VISA al inicio, tras 12 semanas
y tras 24 semanas de tratamiento.
Se puede observar que ambos grupos comienzan el estudio con puntuaciones similares, sin
embargo, los resultados muestran diferencias significativas desde la segunda medición,
certificando al final del tratamiento una mayor puntuación en el grupo tratado con EPI.
El valor del riesgo relativo es de 1/0,889 = 1,12, por tanto, los pacientes que recibieron
tratamiento EPI tienen 1,12 más probabilidad de curarse que los que recibieron el
tratamiento conservador. En cuanto al intervalo de confianza del 95% los valores fueron
entre 0,95 - 1,32; por tanto, no podemos afirmar que el tratamiento EPI sea un factor de
riesgo o protector para curarse.
A fin de comprobar si los valores de glutamato, lactato y NGF influyen de alguna manera en
la recuperación de los pacientes con tendinopatía rotuliana, se observó si existía alguna
relación entre estos valores y el tiempo de recuperación medido en días de cada paciente.
Esta relación se muestra en las figuras 2, 3 y 4.
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Figura 2. Gráfico de dispersión entre tiempo de recuperación (días) y glutamato.
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Como se puede observar, la relación tanto de lactato, como de glutamato, es directamente
proporcional, indicando que altos niveles de estos valores implican mayor tiempo de
recuperación, a diferencia del caso de NGF, que es inversamente proporcional.
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DISCUSIÓN
Los hallazgos del estudio muestran que aquellos sujetos intervenidos mediante EPI (G-EPI)
han alcanzado valores más elevados en materia de funcionalidad y dolor, medidos a través
de la VISA-P, que aquellos que recibieron el tratamiento conservador (G-Con). Es por ello
que, a priori, podría tratarse de una terapia más adecuada en el abordaje de este tipo de
tendinopatías.
En cuanto a las limitaciones del estudio, cabría citar, en primera instancia, que no se realizó
investigación respecto a la efectividad de un protocolo que combinase tanto el ejercicio
excéntrico como la EPI, como sugieren otras investigaciones, sino que ambos grupos
recibieron intervenciones basadas en una u otra modalidad terapéutica.
Por otro lado, la muestra utilizada no estuvo compuesta de sujetos deportistas de alto
rendimiento, por lo que no se podrían extrapolar los resultados a pacientes de este tipo que
sufrieran una tendinopatía patelar, ni presuponer la EPI como un tratamiento mejor para una
vuelta a la competición más temprana en este tipo de casos.
Si consultamos la literatura disponible sobre este tema, podemos hallar estudios como el
realizado por Ferran Abat et. al, donde en una población de pacientes deportistas de distinto
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nivel, se aplicaron ambas técnicas de manera conjunta, EPI junto a un programa de
ejercicio excéntrico, observándose mejores resultados en esta modalidad con respecto a los
que únicamente recibieron un programa de ejercicio excéntrico. En dicho trabajo, el tiempo
de seguimiento fue de 10 años, lo cual permite una valoración más adecuada de los
resultados a largo plazo. (17).
Siguiendo esta línea de estudio, Carlos Moreno et al. observaron en pacientes deportistas
no profesionales, que con este mismo tratamiento combinado de ejercicio y EPI en
tendinopatías del adductor largo, la mejora del dolor fue más rápida y marcada que solo con
ejercicio. Sin embargo, en la recuperación funcional no hubo diferencias significativas,
siendo las dos igual de eficaces. (18) Por otro lado, en el estudio realizado por G. Mattiussi
et al. se analizan los resultados de una aplicación de EPI en las tendinopatías isquiotibiales
proximales y se concluye que la EPI puede ser un complemento útil a las propuestas
conservadoras de tratamiento de esta afección. Podrían esperarse resultados similares a
los hallados en los citados trabajos, en una combinación de la EPI con el tratamiento
convencional en tendinopatías patelares.
Por último, resaltar que la metodología de aplicación de la EPI en tendinopatías puede ser
variable. En el trabajo realizado por G. Mattiusi et. al (19) la aguja de acupuntura se
introdujo en el tejido fibrótico peritendinoso. Por el contrario, en la investigación publicada
por Valera et al. (20), así como en el presente estudio, la aplicación de la técnica se realizó
insertando la aguja directamente dentro de la porción degenerada del tendón. Pese a esta
diferencia, en todos los estudios se obtuvieron resultados favorables en cuanto a la mejora
de la sintomatología y la función del tendón lesionado.
Con todo ello, cabría destacar que sería deseable investigar más en la comparación de esta
técnica con nuevas medidas de tratamiento de las tendinopatías, como son la inyección de
plasma rico en plaquetas (PRP) (21), inyección de Aprotinina (22) e inyecciones de
Polidocanol (23).
Teniendo todo esto en cuenta, podemos concluir que la Electrólisis Percutánea Intratisular
(EPI) es un tratamiento efectivo para el manejo de la tendinopatía rotuliana, demostrando
mejores resultados a corto plazo al ser aplicada de forma aislada frente al tratamiento
convencional en una población no deportista, de un rango de edad amplio.
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BIBLIOGRAFÍA.
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17. Abat F, Gelber PE, Polidori F, Monllau JC, Sanchez-Ibañez JM. Clinical results after
ultrasound-guided intratissue percutaneous electrolysis (EPI®) and eccentric exercise in
the treatment of patellar tendinopathy. Knee Surg Sports Traumatol Arthrosc Off J
ESSKA. abril de 2015;23(4):1046-52.
18. Moreno C, Mattiussi G, Núñez FJ, Messina G, Rejc E. Intratissue percutaneous
electolysis combined with active physical therapy for the treatment of adductor longus
enthesopathy-related groin pain: a randomized trial. J Sports Med Phys Fitness. octubre
de 2017;57(10):1318-29.
19. Mattiussi G, Moreno C. Treatment of proximal hamstring tendinopathy- related sciatic
nerve entrapment: presentation of an ultrasound-guided “Intratissue Percutaneous
Electrolysis” application. :5.
20. 2010_Valera_Minaya_Sanchez_EPI_rotuliano.pdf [Internet]. [citado 30 de
septiembre de 2022]. Disponible en:
http://www.fisiolmr.com/wp-content/uploads/2010/12/2010_Valera_Minaya_Sanchez_EPI
_rotuliano.pdf
21. Yuan T, Zhang CQ, Wang HC. Augmenting tendon and ligament repair with
platelet-rich plasma (PRP). Muscle Ligaments Tendons J. enero de 2019;03(03):139.
22. Orchard J, Massey A, Brown R, Cardon-Dunbar A, Hofmann J. Successful
Management of Tendinopathy With Injections of the MMP-inhibitor Aprotinin. Clin Orthop.
julio de 2008;466(7):1625-32.
23. Willberg L, Sunding K, Forssblad M, Fahlström M, Alfredson H. Sclerosing
polidocanol injections or arthroscopic shaving to treat patellar tendinopathy/jumper’s
knee? A randomised controlled study. Br J Sports Med. abril de 2011;45(5):411-5.
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ANEXO 1: (13)
ANEXO 2: (14)
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