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La esclavitud en Egipto
La permanencia de los israelitas en Egipto, identificadas por varios autores con el
período de los Hyksos, debe tomarse con cautela dada la insuficiencia de material sobre
su dominio en el bajo Egipto durante los siglos XVIII a XVI a.C., aproximadamente entre el
1750 y 1550 a.C. Esta carencia quizá se deba al intento de las dinastías posteriores de
borrarlos de su historia por considerarlos parte de un pasado oscuro.
También conviene analizar con prudencia la abundante documentación
conservada en Egipto tanto en escritos como en sobre relieves de templos, tumbas y
palacios sobre la presencia de tribus asiáticas en su dominio, y el consiguiente
tratamiento dado a estos "schasu" por la autoridad egipciana.39
Atendiendo a la tradición bíblica que sitúa a Jacob y sus hijos en "el país de Gosén" (Gen
45,10; 47,6; Ex 8,18; 9,26), llamado también "país de Ramsés" (Gen 47,11),
probablemente, según algunos, "wadi et-tumelat", en una zona apropiada para el
pastoreo, podríamos datar este asentamiento del siglo XVIII en adelante.
Con la tradición bíblica antes mencionada podría compaginarse el dato probado de
la existencia de "Schasu" (los nómades asiáticos) en Egipto, esta vez en el delta oriental y
con permiso legal para el pastoreo.
Según el relato bíblico, las cosas fueron bien al comienzo. Al cabo de los años,
cambiaron. Quizá fueron los faraones Setis I y Ramsés II los que obligaron a los israelitas
a trabajos forzados para llevar a cabo la construcción de grandes palacios y graneros. El
texto de Ex 1,11: menciona la construcción de las ciudades de "Pitón" y "Ramsés". En
este momento de opresión surge un personaje fundamental, Moisés, a quien Dios
encarga liberar a su pueblo.
Consta por la historia de Egipto que durante la dinastía XIX que comienza con Setis I en
el 1306, se opera un cambio en la conducción que implica un gobierno más riguroso y
nacionalista. Durante su gobierno Ramsés II (1290-1224 a.C.) efectúa la reconstrucción
de la ciudad de Avaris, antigua capital de los Hyksos, motivado quizá por su ubicación
estratégica en la frontera oriental.
Por su parte, lo que sí plantea mas dificultades con el dato bíblico es la ciudad de Pitón
("casa del dios Atón"), ya que tenemos noticias ciertas de esta ciudad recién a partir de
los textos del s. VII a. C.
Aún en este terreno hipotético que nos permite pensar en la utilización de población
semítica en la construcción de las "ciudades almacenes" y en este período de la XIX
dinastía, se transforma en algo creíble al sentido común el recuerdo reflejado en las
tradiciones bíblicas, de una "época de esclavitud", pues no es ajeno a la realidad pensar
que nómades libres, pastores, vieran como una esclavitud el tener que trabajar en la
construcción y bajo la exigencia de otros "patrones".
38.- Cfr. RIVAS, Los libros y la historia de la Biblia, 46-55.
39.- Cfr. S. HERRMANN, Historia de Israel. En la época del Antiguo Testamento, Ed. Sígueme,
Salamanca 1985, 83-85.
Moisés
En cuanto al personaje principal de la gesta de liberación, y de todo el Pentateuco
después de Yahveh, "la actuación de Moisés está ligada a la organización del pueblo:
conducción y legislación. La Biblia no lo presenta, por ejemplo, como un guerrero, sino
como el guía que debe organizar al pueblo para sacarlo de Egipto y llevarlo por el desierto
hasta la tierra prometida; es el intermediario que sella la alianza y se ocupa de la
transmisión de las leyes exigidas por Dios, etc. Es entonces verosímil que haya sido
educado en el palacio real, recibiendo la formación que se impartía a los futuros
funcionarios: lenguas de otros pueblos, leyes, etc. Por sobre todo, los textos bíblicos lo
muestran siempre como el confidente de Dios y con una autoridad indiscutible."42
El mismo nombre de este personaje central del Pentateuco, explicado en el Éxodo
como "Salvado de las aguas" (Ex 2,10), mas allá de esta explicación teologizada, la
etimología parecería provenir de la raíz egipcia "msj" que significa "alumbrar, producir" y
por ello aparece muy usada durante el imperio nuevo formando nombres teofóricos tales
como Ah- mose (hijo del dios Ah); Tutmosis (hijo del dios Tut) o el mismo Ramsés (hijo del
dios Ra); pero en el nombre de Moisés ha desaparecido el elemento teóforo y ha quedado
un nombre abreviado.
En definitiva, "el éxodo de Egipto, la marcha a través del desierto y la
promulgación de la Torah en el monte Sinaí son elementos que la tradición bíblica une
indisolublemente a la figura de Moisés. En él se funden, formando uno, diversos
personajes: el fundador de la religión, el legislador, el profeta, el creyente ejemplar
severamente castigado en los pocos casos en que flaqueó su fe."43
En lo sucesivo la Pascua judía de la liberación de Egipto y la Alianza de Moisés
con Yahvé en el Sinaí con el don de la Ley serán los acontecimientos fundacionales, que
invocarán los profetas como memoria viva, tanto para conservar identidad del pueblo
como para instarlo a la conversión.
El destierro (586-538)
Las crónicas de Babilonia indican que el 16 de marzo del año 597 el rey
Nabucodonosor llevó cautivos a Babilonia a todos los miembros de la familia real del reino
de Judá. Pero los acontecimientos más graves ocurrirán en el 586, cuando
Nabucodonosor conquista Jerusalén, la incendia y deporta a numerosos judíos a
Mesopotamia. Entonces comienza el período del exilio, el momento más triste, semejante
al de la opresión en Egipto.
El pueblo queda dividido en tres grandes grupos: los que han quedado en
Palestina, campesinos pobres; los que han marchado a Babilonia; los que han huido a
Egipto. En efecto, el país quedó desolado, aunque su población no desapareció del todo.
A la devastación llevada a cabo por las tropas de Nabucodonosor le siguió el pillaje de los
pueblos vecinos de Edom (Abd 11) y Ammón (Ez 25,1-4).
El profeta Jeremías informa que 4.600 varones adultos fueron deportados (Jer
52,28-30). Por su parte el profeta Ezequiel narra la vida de los deportados en Tel Abib (Ez
3,15) en Babilonia, donde además de construir sus casas y cultivar huertos (Jer 29,5-7),
mantienen sus prácticas religiosas que los van uniendo y fortaleciendo en la tradición de
sus antepasados.59
En medio de estas condiciones favorables, muchos exiliados se van acomodando
y progresando en la nueva situación, y por lo tanto desisten de regresar a Palestina; otros,
sin embargo, comienzan a alentar la esperanza del retorno.
57.- Cfr. RIVAS, Los libros y la historia de la Biblia, 66-98.
58.- SESBOÜÉ, Creer, 186-187.
59.- Cfr. WRIGTH-MURPHY-FITZMYER, "Historia de Israel", 482-483.