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lo feo y lo
abyecto
Teoría del Arte II
DNI: 08875357W
ÍNDICE
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El horror, lo feo y lo abyecto en las representaciones visuales
occidentales.
Por lo general la imagen que tenemos del mundo griego está bastante estereotipada,
nacida de la idealización de la misma durante el neoclasicismo. Para el mundo griego
el ideal de la perfección lo representaba la kalokagathía, término que nace de la unión
de kalós (traducido de manera genérica como “bello”) y agathós (término que podría
traducirse por “bueno” pero que abarca toda una serie de valores positivos). Teniendo
en cuenta este concepto ideal, la civilización griega elaboró una extensa literatura
sobre la relación entre fealdad física y fealdad moral.
Si para Platón la única realidad era el mundo de las ideas, del que nuestro mundo
material es sombra e imitación, entonces lo feo debería haberse identificado con el no
ser, puesto que en el Parménides se niega que puedan existir ideas de cosas
inmundas y despreciables como las manchas, el fango o los pelos. Así que lo feo solo
existiría en el orden de lo sensible, como aspecto de la imperfección del universo físico
respecto al mundo ideal.
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admiraba de la manera en que Homero había representado perfectamente la
repugnancia física y moral de Tersites. Veamos por último cómo más tarde, en la
época estoica, Marco Aurelio reconoce que también las imperfecciones, como las
grietas en la corteza del pan, contribuyen a la complacencia del todo. Principio que
domina la visión escolástica donde lo feo es liberado del contexto y contribuye a la
armonía del universo.
Centauro. Frontón Templo Zeus cometen acciones “feamente” atroces. En este mundo
Olimpia. vagan seres espantosos y repugnantes porque son híbridos
que violan las leyes de las formas naturales.
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En el arte medieval, raramente el mártir se representaba afeado por los tormentos,
como se había osado hacer con Cristo con el que se subrayaba la inmensidad
inimitable del sacrificio realizado, mientras que en el caso de los mártires (para
exhortar a imitarles) se muestra la serenidad seráfica con que se enfrentaron a su
muerte. De modo que toda una serie de decapitaciones, torturas sobre la parrilla y
extirpación de los senos puede dar a composiciones elegantes, casi en forma de
ballet. La complacencia en la crueldad del tormento aparecerá en todo caso más tarde,
en el siglo XVII en el período barroco, más propenso a los extremos y la teatralidad.
En el mundo del románico, y del gótico a veces, el cristianismo lleva a cabo una
auténtica redención del monstruo. A propósito de la visión apocalíptica, Agustín nos
decía que los monstruos eran bellos por ser criaturas de Dios. El propio Agustín (en la
Doctrina cristiana) intentó regular la interpretación alegórica de las Sagradas
Escrituras advirtiendo que es preciso adivinar un sentido espiritual más allá del literal
cuando el libro sagrado parece perderse en descripciones aparentemente superfluas
de piedras, hierbas o animales. Nacieron así los bestiarios moralizados, en los que
cada uno de los seres mencionados se le asociaba una enseñanza moral. Aquí vemos
como la apariencia física y la imagen llega al mundo de las ideas.
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Naturalmente el sentido del pudor ha ido evolucionando según las culturas y los
periodos históricos: ha habido épocas, como en la antigua Grecia o el Renacimiento,
en que la representación de los genitales incluso contribuía a poner en evidencia la
belleza de un cuerpo, y existen culturas en las que se exhibe públicamente los mismos
atributos sin ninguna vergüenza. Por otro lado en culturas en las que domina un fuerte
sentido del pudor, se manifiesta el gusto por su violación a través de lo opuesto al
pudor, que es la obscenidad.
Hasta ahora hemos observado la cantidad de “literatura” que trata sobre la belleza, lo
fealdad, lo obsceno... Me parece interesante analizar algunas obras que podrían
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quizás evocar las características del arte abyecto y la tradición en la cual se ubican.
Compararé algunos ejemplos históricos y consideraré trabajos que no intentaron
evocar lo real como tal. Sin embargo, de todos modos, tales obras fueron
consideradas como demasiado cercanas a los objetos que representaban.
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Lo colgó y lo pintó rápidamente una y otra vez, hasta que sus vecinos advirtieron a la
policía a causa del hedor.
El artista Paul McCarthy ridiculiza las acciones de Nitsch sus performances, por
ejemplo en Contemporary Cure All, de 1979 (Además de Nitsch, Schwarzkloger y otros
artistas vieneses hicieron naturalezas muertas usando frutas, vino, cerveza, clara de
huevo y sangre.) McCarthy es uno de los artistas varones que, de acuerdo con Foster,
asume una posición infantil dentro del arte abyecto, burlándose de la ley paterna. Por
su parte, artistas mujeres como Kiki Smith prueban el cuerpo materno, reprimido por
la ley patriarcal.
Son obvias las diferencias entre Rembrandt y Delacroix, Soutine y Nitsch, Nitsch y
McCarthy, entre McCarthy y Kiki Smith. Pero el modo fisiognómico de significación no
se aplica automáticamente a los materiales "naturales" usados: fluidos y excreciones
corporales. Tanto el óleo como esos materiales naturales, en su aplicación son
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significantes que actúan, como diría Hjemslev, del modo más mediato. Una vez
extraído un elemento de su ámbito natural, se mediatiza: deja de ser él para
transformarse en signo dentro de un código, adquiriendo así los valores culturales de
su nuevo contexto. Lo que abyectamos es la naturaleza transformada en cultura:
excremento en mis dedos, anillos de leche seca en mi camisa, saliva de mi vecino en
mi sopa. Tan pronto como algo sale de su espacio orgánico y entra en lo "social", se
vuelve sucio, repugnante e, inevitablemente, representa otra cosa.
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La fascinación por heces, esperma y menstruo constituyen uno de los fenómenos más
notables del arte reciente. Desde que el Whitney Museum for American Art organizó
una exposición titulada "Arte abyecto: repulsión y deseo en el arte americano", lo
abominable se volvió un rasgo central en la plástica contemporánea. La exposición, sin
embargo, no se limitó a mostrar piezas actuales.
No obstante, es la primera vez que una tendencia artística impone, como modo de
significación, reacciones físicas involuntarias en el espectador: escalofríos, náuseas,
piel de gallina.
En un sentido general, el concepto abarca obras que usan fluidos corporales o aluden
a ellos, como la Fuente de Marcel Duchamp (1917) , un urinario ubicado al
revés, Merda d’ artista (1961) de Piero Manzoni, una lata llena de excremento del
autor, o las Pinturas oxidadas de Andy Warhol, hechas con orina y pigmentos
metálicos. Muchos ejemplos de arte abyecto pueden encontrarse en
las performances de las décadas de los 60 y 70, como las representaciones rituales
realizadas por los Aktionists vieneses,
donde se utilizaron cadáveres de
corderos. O Seedbed (1972) de Vito
Acconci, una performance que se
presentó en la Sonnabend Gallery,
durante la cual el expositor yacía bajo
una rampa especialmente construida,
hablando a los visitantes mientras se
masturbaba. O Seedbed. Vito Acconci
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A pesar de sus diferentes lenguajes, estos artistas desafían al público mediante lo feo
y lo horrendo. Así, el término "arte abyecto" se puede aplicar a aquellas obras que
muestran lo que llamaré "el lado trasero" del arte, especialmente, del arte actual. Hay
artistas que aun venden esperma, sangre, excremento, orina y podredumbre a precios
elevados.
Los ejemplos de arte abyecto durante los 90 son incontables, de modo que es posible
hablar de una tendencia. Las mujeres en particular lo cultivan intensamente. Entre
ellas, algunas como Cindy Sherman y Kiki Smith, tienen fama internacional. Las
escenas de desastre de Sherman, en las cuales se muestra muerte, degradación y
excremento, tanto como sus Pinturas sexuales, producidas desde 1991, constituyen
ejemplos de tal estética. Smith realizó una obra llamada Recipientes con sangre y
silicona (1986), que se refiere a la cirugía plástica, mientras que en otro de sus
trabajos con cuencos, usa fluidos corporales como signos de emociones: las lágrimas
son metonimia del llanto, el semen simboliza la lujuria y el vómito connota el mal.
En contraste con las obras, a menudo deprimentes, de Kiki Smith, encontramos las
afirmaciones llenas de humor hechas por la artista británica Helen Chadwick quien,
para su instalación Flores de orina (1991-1992), pidió a varios hombres que orinaran
en la nieve, haciendo esculturas con los huecos producidos por los chorros. Gilbert y
George también juegan con temas abyectos en trabajos como Merdoso y desnudo
mundo humano (1994), en tanto que el artista estadounidense Paul McCarthy (como
he mencionado anteriormente), quien inició sus performances al promediar los 70,
ridiculiza a los Aktionists Vieneses, al usar salsa ketchup en vez de sangre.
El Autoretrato de Robert Mapplethorpe (1978) muestra sus nalgas desnudas. Del ano
cuelga un látigo. Las fotos de Andrés Serrano llamadas Eyaculación en
trayectoria (1989) y Semen helado con sangre (1990) aluden a la crisis provocada por
el SIDA. Un trabajo de Serrano, realizado en 1987 y ambiguamente titulado Piss
Christ, causó el mayor escándalo de las artes plásticas en los Estados Unidos de la
pasada década.
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Eyaculación en trayectoria. A. Serrano
Lo abyecto y la abyección
La abyección se conecta con las tres fases del proceso constitutivo: oral, anal y
genital. Esas aberturas del cuerpo humano funcionan como borde entre lo que
pertenece al cuerpo y lo que, por incumbir al mundo exterior, debe ser considerado un
objeto. Kristeva distingue tres categorías de cosas que, según las circunstancias
socio-culturales, se consideran abyectas: comida/residuos (oral), desechos corporales
(anal), y signos de la diferencia sexual (genital). De modo casi literal, vemos estas
categorías en las obras de arte antes mencionadas. Kristeva piensa que lo abyecto, en
forma sublimada, es parte de arte, literatura, rituales religiosos y aquellas formas de
comportamiento sexual que la sociedad tiende a rechazar.
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conecta con las prácticas transgresivas en general, con la experiencia de cruzar
límites y manejar prohibiciones. Kristeva sostiene que la abyección es lo que
perturba identidad, sistema y orden. Lo que no respeta bordes, posiciones,
reglas. Aparentemente, lo abyecto se vincula con los movimientos de vanguardia. Hal
Foster llega a la misma conclusión: Tanto espacial como temporalmente, la abyección
es la condición en la cual la identidad se encuentra perturbada, donde se produce un
colapso del significado. De ahí la atracción que ejerce sobre artistas de vanguardia,
que quieren perturbar tanto el orden del sujeto como el de la sociedad.
La libertad del sujeto constituye un escape relativo de la sociedad, del orden simbólico.
La transgresión en relación con el trabajo artístico que se realiza a través de los
valores sociales, es un tema mayor en el pensamiento de Kristeva desde su magnum
opus: La révolution du langage poétique (1974) y su ensayo sobre Giotto incluido
en Polylogue (1977). En La révolution…, la semióloga y psicoanalista francesa se
ocupa de la escritura de Mallarmé y Lautréamont. Reflexionando sobre esos
tempranos textos psico-semióticos, es fácil comprender por qué Kristeva atribuye tanta
importancia al doble papel de la abyección. El modo en que describe la función de lo
semiótico en la constitución del sujeto y su significancia en el arte, la literatura y la
filosofía es, en cierto sentido, comparable a su análisis de la abyección.
La mierda, el vómito, lo repugnante están por todas partes. Aunque lo cierto es que
esos signos excrementales están en el lugar vacío que se “crea” a partir, por poner
dos ejemplos relevantes del arte contemporáneo, del Cuadrado negro de Malévich y
de los ready-made duchampianos. En realidad lo que estamos viendo es cualquier
cosa y un marco vacio, esto es lo que parece fuera de la realidad es ubicuo, se trata
de un enmascaramiento de lo real o, en otros términos, de un fenómeno estrictamente
fetichista. Lo real tiene tres dimensiones en el arte contemporáneo, que reproducen en
cierto modo en lo real la tríada de lo Imaginario-Simbólico-Real. Por otro lado, lo real
se presenta como lugar vacío, como estructura, como construcción que no está nunca
presente realmente, que nunca puede ser experimentada como tal. Por otro lado
también es el objeto obsceno excremental fuera de lugar, lo real “en sí mismo”.
Aislado, este último aspecto de lo real no es más que un fetiche cuya presencia
fascinadora/cautivadora enmascara lo real estructural. 1
1. Žižek , Slavoj. Lacrimae Rerum. Ensayos sobre el cine modern y ciberespacio. Debate. Barcelona.2006
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En la palabra escatología encontramos unidos los desechos y la teoría de las
ultimidades, lo repugnante y el momento de la resurrección. La mierda que es, según
Freud, crucial en el proceso de constitución del sujeto y también en la ordenación de la
economía (la necesidad de los residuos que viene de la producción de las riquezas),
aparece como protagonista en algunas de las obras del arte contemporáneo desde
que Piero Manzoni decidiera enlatarla y venderla a precio de oro. Quizás sea normal
que lo estético haya derivado hacia lo inmundo especialmente cuando nuestra
imaginación es completamente apática frente a cualquier tipo de provocación. El
español David Nebreda se autorretrató con la cabeza completamente cubierta de
mierda y Wim Delvoye ha fabricado una máquina, llamada con una compulsión
literalista “cloaca”, que reproduce el aparato digestivo humano. Quizás no sea más
que un intento de camuflar la política higienista occidental en el seno de lo repugnante,
o, empleando términos del psicoanálisis, de disfrazar el objeto con lo abyecto artístico.
Bataille pensaba que la repugnancia primitiva era quizá la única fuerza violentamente
actuante que puede dar cuenta del carácter de exterioridad zanjada, propia de las
cosas sociales: el núcleo social es tabú, es decir, intocable e innominable; participa
desde el principio de la naturaleza de los cadáveres, de la sangre menstrual, de los
parias. El asco está unido al peligro, desde a la preocupación por lo que contamina al
miedo a ser mancillado, funciona como un obstáculo que impide, en términos
freudianos, la satisfacción del deseo inconsciente y nos recuerda nuestra animalidad.
Paul Rozin ha subrayado que el asco central se basa en el rechazo a la comida, pero
también se extiende a cinco ámbitos adicionales: “el sexo, la higiene, la muerte, las
violaciones de la envoltura corporal (destripamiento o amputaciones) y violaciones
sociomorales. Todo esto queda recogido en una nueva teoría general del asco como
necesidad psíquica de eludir aquello que nos recuerda nuestros orígenes animales. 3
2.Castro Flores, Fernando. Mierda y catástrofe. Síndromes culturales del arte contemporáneo. Fórcola. Madrid.2014.
3. Clair, Jean. De Immundo. Apofatismo y apocatástasis en el arte de hoy. Arena. Madrid. 2007
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En los medios de comunicación de masas, el componente principal lo constituyen los
accidentes, que forman parte de nuestra vida cotidiana (aviones ultrarrápidos
reventados apenas inician el vuelo) y las matanzas (apilamientos de cadáveres), los
malos tratos (transformados en anecdotario “interesante”) y las lesiones deportivas
(una demencia fisioterapeútica que eleva lo insignificante al rango de la información
trascendental) por lo que estamos rodeados socialmente de este tipo de imágenes. Es
en esta “telecracia” (sociedad del consenso o, mejor, de la disuasión mediática)
encadena al espectador al zapping, produciéndose una singular destrucción de la
imaginación en ese desplazamiento acelerado entre pin-ups, víctimas del terrorismo,
coches siniestros total. El resentimiento inmenso puede llevar al odio de sí mismo,
algo que conocemos en ciertos comportamientos fanáticos del arte contemporáneo,
como el de los accionistas vieneses, que, por cierto, también desarrollaron una
violencia exaltada y de una sexualidad escatológica utilizando animales muertos, como
es el caso de Joseph Beuys Como explicar los cuadros a una liebre muerta 1965
O bien el de Marina Abramovic, que se azota, en Lips of Thomas (1975) “hasta que
ya no siente dolor”; o, radicalmente, en Death Control (1974) de Gina Pane, que tenía
el rostro cubierto por gusanos, una terrible imagen filmada por vídeo que se
yuxtaponía con el tiempo de un cumpleaños en el que unos niños destruían un pastel:
muerte y fiesta aproximando sus características excesivas. El rostro, considerado
desde el neoplatonismo renacentista, como el lugar de la “gracia” o el ángel del sujeto
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es el responsable de detener o provocar violencia: “Sólo un rostro puede detener la
violencia, pero en primer término sólo él puede provocarla” afirmará Jacques Derrida.
En lección de maquillaje #1 1998 aparece Princilla Monge componiendo
seductoramente su perfil, para al final del vídeo mostrar el rostro completo, con un ojo
marcado por la agresión, mientras Marina Abramovic se peinaba violentamente el pelo
hasta hacerse daño en El arte debe ser bello, la artista debe ser bella 1975.
Por otro lado el horror es también usual y ubicuo, en un mundo en el que la tortura se
ha generalizado y algunos artistas han llegado a cometer grandes brutalidades:
placeres autoflagelantes que podrían hacer pensar en una nueva cruzada. En el
Museo de Santa Mónica montó Bob Flanagan la instalación Visiting Hours (1992), que
consistía en recrear una consulta de pediatría con una sala de espera con juguetes y
radiografías pulmonares del propio artista junto a vídeos donde aparecía su cuerpo
atado y desnudo; de hecho, el visitante se encontraba con el propio Flanagan
acostado en un lecho de hospital encarnando su eslogan: “Combate la enfermedad
con la enfermedad”.
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Aurel Kolnai, lo asqueroso por excelencia es el cadáver, máxima manifestación de la
putrefacción, de la descomposición, del paso de la vida a la muerte. Aquí es donde la
patética lección de anatomía, post- Rembrandt, del literalista doctor Von Hagens
queda convenientemente enmarcada: “El público tiene el derecho a ver esto, por
horrible que sea”.
Para concluir podríamos resaltar unas cuantas reflexiones. Una de las principales es
que lo feo, el horror, e incluso lo abyecto va a depender de las épocas y de las
culturas, lo que era inaceptable ayer puede convertirse en lo aceptado de mañana, y lo
que se considera feo puede contribuir, en un contexto adecuado, a la belleza del
conjunto. Aún después de esta afirmación, debe haber algo, reacciones de tipo
fisiológico que se mantienen más o menos inalteradas a través del tiempo y de la
cultura, algo que subyace en nuestro inconsciente y que aflora de manera física ante
determinados estímulos y esto es lo que intenta explotar este tipo de
representaciones. Es la característica de transgresión, de romper las reglas, explorar
las profundidades del inconsciente, lo que se pretende explotar en estas
manifestaciones visuales, sobre todo en nuestra mediática sociedad actual en la que la
sobre saturación y la incapacidad de sorpresa, debida a la anestesia sensorial y
empática a la que nos someten los medios de masas, intentan captar la atención
dentro del maremagnun visual.
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BIBLIOGRAFÍA
Abject art. Repulsion and desire in american art. New York Whitney Museum of
American Art. 1993
Žižek , Slavoj. Lacrimae Rerum. Ensayos sobre el cine modern y ciberespacio. Debate.
Barcelona.2006
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