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Los patriarcas.

Teología
Robert MICHAUD*

Hasta el momento, hemos intentado reconstruir profundamente transformada: los clanes semi-
en la medida de lo posible los acontecimientos de la nómadas de los primeros tiempos habían llegado a
época patriarcal (alrededor de 1850-1300 antes de formar un gran reino cuya capital era Jerusalén,
Cristo). Quien pretenda llegar a una certeza irrefu- cuya grandeza estaba a la altura de cualquiera de
table en un campo tan inestable, pierde el tiempo. las ciudades del oriente medio; más importante to-
Tenemos que reconocer el carácter hipotético de va- davía: como consecuencia de la alianza del Sinaí,
rias de nuestras conclusiones y afirmaciones. Re- Yavé, el dios del grupo de Moisés, había llegado a
cordemos únicamente un caso típico: el árbol gene- ser el dios de todo el pueblo de Israel. Debido al
alógico patriarcal pudo muy bien haberse formado a método empleado, no nos detendremos en estos
partir de Abrahán, en lugar de a partir de Jacob, te- acontecimientos, tan capitales, sin embargo, para la
sis que hemos adoptado siguiendo a M. Noth. Sin historia bíblica. Esto quiere decir que pasaremos di-
embargo, esta última opinión parece más sólida, pe- rectamente de la época de los patriarcas (1850-
ro no deja de ser cierto que la religión bíblica no 1300) a la época del teólogo yavista (950), sin dete-
está basada en fundamentos imaginarios: se enraí- nernos en las tradiciones del éxodo, del Sinaí o de la
za profundamente en la historia del segundo mile- monarquía davídica. Sin embargo, no podemos olvi-
nio antes de Cristo. dar que estos tres ciclos de tradiciones influencia-
ron profundamente las interpretaciones que el es-
Hemos mencionado incluso algunos nombres de critor yavista propone de las tradiciones patriarca-
gentes que tuvieron algo que ver con el origen de es- les. Por ello no podremos dejarlas de lado totalmen-
ta religión. Sin embargo, su biografía no se ha con- te.
servado en ningún sitio, ni siquiera en la biblia. Los
capítulos del libro del Génesis que nos hablan de De esta forma, llegaremos al teólogo elohista (E),
Abrahán, Isaac y Jacob, lejos de pertenecer al géne- que también se ocupó de las tradiciones patriarca-
ro biográfico, entran más bien en el campo de la les, pero unos doscientos años más tarde que el ya-
teología o, mejor, en el de la homilética: escritores vista (J). Parece que había vivido en la primera mi-
de tres épocas diferentes escogieron en el tesoro del tad del siglo VIII (750). El intervalo de tiempo exis-
pasado las tradiciones que más convenían a sus tente entre estos dos autores está lleno de aconte-
contemporáneos. Los tres capítulos que siguen a cimientos que marcaron profundamente la historia
continuación los dedicaremos a los escritores a los bíblica. Inmediatamente después de la muerte de
que se atribuye comúnmente la redacción de estos Salomón (931), el reino se dividió en dos estados in-
tres grandes ciclos de tradiciones cuyo origen se dependientes: el reino del sur (o de Judá) y el reino
pierde en un pasado remoto. Es evidente que estos del norte (o de Israel). La separación política trajo
escritores deben ser considerados, no como senci- consigo el cisma religioso. Por entonces, el rey Jero-
llos historiadores, sino como auténticos teólogos: boán erigió dos becerros de oro en las dos extremi-
fueron adaptando sucesivamente a su tiempo las dades del reino del norte. En aquellos momentos,
tradiciones del ciclo yavista, elohista y sacerdotal. igualmente, la religión cananea comenzaba a ser un
Pero, al hablar de “escritor” o de “teólogo”, tenemos serio peligro para el culto de Yavé, debido a sus cul-
que recordar que en cierta manera se trata de re- tos de la fertilidad y la prostitución sagrada.
presentantes de un largo trabajo de elaboración que
culminó en los documentos yavista (J), elohista (E) En este ambiente duro y atormentado, el elohis-
y sacerdotal (P), que nosotros conocemos. De aquí ta, teólogo del reino del norte, desempolvó las tradi-
en adelante, nuestra principal fuente de informa- ciones patriarcales. Por ello, no es difícil imaginar
ción será la obra de Othmar Keel y Max Küchler, que la versión elohista (E) de las tradiciones pa-
Synoptische Texte aus der Genesis. triarcales será necesariamente distinta de la versión
yavista (J). Dos siglos separan estos escritos. Las
Para evitar toda confusión, el lector deberá tener cosas habían cambiado mucho. Las reflexiones
siempre presente que entre las tradiciones patriar- homiléticas, que pretendían actualizar el antiguo
cales y los primeros escritos que las contienen exis- mensaje, no podían ser las mismas. Es una lección
te una distancia de unos 500 años. Este primer tra- válida para todos los tiempos: no hace mucho tiem-
bajo de redacción e interpretación es fruto del tra- po todavía los predicadores se inspiraban en los
bajo del teólogo del siglo X conocido con el nombre sermonarios de siglos atrás.
de yavista (J), contemporáneo de Salomón. Durante
los siglos anteriores, la historia de Israel había sido
2 LOS PATRIARCAS

Otro ciclo de tradiciones patriarcales se nos ha gar señalar que los autores de los cuatro evangelios
conservado en el Génesis gracias al escritor sacer- utilizaron el mismo procedimiento. Cada uno de
dotal. Debió ponerlo por escrito en el siglo VI, época ellos utilizó las tradiciones que se referían a Jesús
del exilio de Babilonia. Es fruto de un teólogo de la de la manera más apta para alcanzar el objetivo que
clase sacerdotal. Entre esta nueva presentación de la composición de su evangelio intentaba. La dife-
la historia de los patriarcas y la anterior, la elohista rencia estriba en el hecho siguiente: entre la com-
(E), pasan otros dos siglos. Durante estos dos si- posición de los evangelios y los acontecimiéntos de
glos, el reino del norte (Israel) había desaparecido la vida de Jesús sólo hay algunos decenios; en el
políticamente en 721, y en 587 sucede lo mismo con caso de las tradiciones patriarcales, las cosas son
el del sur (Judá). Los babilonios habían destruido muy diferentes. Entre la época de los patriarcas y el
Jerusalén e incendiado el templo; la crema de la momento en que se pusieron por escrito las tradi-
población había sido llevada cautiva a Babilonia. ciones patriarcales pasan varios siglos.
Los teólogos del exilio, a los que podemos dar el
nombre de teólogos de la esperanza, reinterpretaron La redacción final de las tradiciones patriarcales,
las tradiciones del pasado intentando consolar a en la época posterior al exilio, conocida con el nom-
sus compañeros de cautiverio y preparar así la vuel- bre de época de la restauración (400 antes de Cris-
ta a Jerusalén. La finalidad del representante de es- to), condensa las versiones yavista (J), elohista (E) y
te grupo sacerdotal (P) será pues diferente del obje- sacerdotal (P). Tenemos que señalar una particula-
tivo de sus antecesores, del elohista (E) del siglo VIII ridad importante de este trabajo: el redactor no des-
y del yavista (J) del siglo X. El escrito sacerdotal del echó las antiguas versiones. Pensó que estas últi-
siglo VI nos dará una tercera versión de las anti- mas (J y E) eran tan importantes como la más mo-
guas tradiciones patriarcales: como las que le hab- derna (P). Con todo el material que tenía a su dispo-
ían precedido, pretende responder a los problemas sición, compuso el largo relato que podemos leer
contemporáneos. hoy en día en el libro del Génesis. Los que no cono-
cen bien los secretos del primer libro de la biblia
El lector no debe equivocarse respecto a la fina- consideran la historia de los patriarcas como la fiel
lidad que aquí se persigue. No se trata de contar la biografía de los antepasados de Israel. Pero quienes
historia del pueblo de Israel. Los acontecimientos tengan la paciencia de leernos hasta el final, descu-
históricos que hemos evocado en los párrafos pre- brirán lo que el Génesis es realmente: una constan-
cedentes pretendían solamente establecer un lazo te actualización de las antiguas tradiciones presen-
de unión entre tres escritores de tres épocas dife- tadas a hombres confrontados a problemas que
rentes. Lo que se debe subrayar, no es tanto estos cambian constantemente. Esta es la tarea que nos
acontecimientos-clave, sino la personalidad y carac- aguarda a nosotros hoy: formular el mensaje divino,
terísticas de estos tres hombres: el yavista, el no en lenguaje “mitopoiético”, sino en el lenguaje
elohista y el escritor sacerdotal. Consagraremos un que más se apropie a nuestro tiempo. Ojalá seamos
capítulo a cada uno de estos tres teólogos, en los capaces de cumplir con esta misión tan brillante-
que intentaremos mostrar cómo cada uno de ellos mente como lo hicieron los teólogos de Israel, de los
leyó las tradiciones patriarcales. No está fuera de lu- que vamos a hablar a continuación.

*
Michaud, R., «II. Teología. Introducción», en Id., Los
patriarcas (Buena Noticia, 2), Estella, Verbo Divino, 1976,
p. 111-117.

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