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Se les agrega a los caciques el pronombre de “don”, un título de honor brindado por los españoles.

Demuestra la aceptación de jerarquías guaraníes. Respecto a la introducción de la fe cristiana,


intentaron quitar la tradición hecha por los guaraníes de la antropofagia, lo que intentaron
persuadir a los indios americanos diciendo que era lo mismo la comunión, comiendo la hostia en
representación al cuerpo de Cristo. Se puede concluir que además de imponer su cultura, los jesuitas
además dejaron vigentes algunas costumbres guaraníes (la lengua, la autoridad del cacique, etc.)
De tal mal trato que obtenían los guaraníes en las encomiendas se enrolaban voluntariamente a las
misiones jesuíticas.

Respecto a la tierra, se dividía en tres: las tierras del indio (Abambaé), la tierra de Dios
(Tupambaé) y la tierra de la comunidad (Tauambaé).
El abambaé se dividía en parcelas que dependía de la cantidad de personas que componían una
familia. Se trabajaba en ella cinco días a la semana. De esta cosecha, se dejaba una reserva de tres
meses con el fin de abastecer a la familia mientras que la otra parte se consumía. Esta reserva era
ubicada en una zona en donde se ubicaban todas las reservas. No tenía cada abambaé su reserva
porque, afirman los jesuitas, que el indígena no dominaba el concepto de racionar, es decir, gastaban
lo reservado.
Cuando en el tupambaé había una excedente también se guardaba y tenía como destino el impuesto
hacia la Corona y la comercialización para la compra de herramientas facilitadoras de la agricultura.
También se comercializaba para lo correspondiente a las misas (velas, ofrendas, etc.).
Lo generado por el tauambaé tenía como propósito la ayuda pública, la ayuda a huérfanos, viudas,
los problemas de salud, como también los gastos vinculados a la educación, la infraestructura y
defensa.
Las misiones jesuíticas fueron conocidas además como una compañía sumamente organizada.
Tenían un sistema económico sumamente planificado que se trataba de producción de la tierra,
la regulación del trabajo y el destino de dicha producción.

En lo que respecta al concepto de propiedad, las herramientas para la agricultura les pertenecían a
las familias (también podemos incluir los arreos de pesca y las armas de caza), lo generado por el
abambaé, las semillas y lo denominado “ganado menor” (cerdos, gallinas, aves de corral).
A la comunidad le pertenecen las tierras de cultivo, las tierras en donde se han instalado las
estancias, las tierras de explotación y los caballos o bueyes.

No se manejaba el concepto de moneda metálica sino que comercializaban entre los pueblos
misioneros con el trueque, aunque si practicaron el “peso hueco”, siendo éste una estimación o
rango de comparación de valores. Aunque a la hora de exportar si se manejaba el concepto de
dinero metálico. Más adelante otra forma de “dinero” que se utilizó para la comercialización fue el
cuero (utilizado para la realización de carteras, zapatos, correas para maquinaria de la Rev.
Industrial en Inglaterra, etc.). Se comercializaban además productos religiosos de autorías guaraníes
con el fin de ornamentar las Iglesias en todo el continente. Los españoles describen a los indios
americanos muy hábiles a la hora de trabajar con madera, pintarlas, hacer creaciones de
instrumentos musicales, etc. Los puntos de exportación jesuíticas eran los puertos de Santa Fé y
Buenos Aires. Fue tan fructífero el comercio jesuita que pudieron comenzar con la práctica del
préstamo.
Respecto a la educación que ejercían, se basaban en la Biblia, utilizando sus pasajes como
educativos y el evangelio de Jesús. La imagen era utilizada mediante la aplicación de estampitas
religiosas. Mientras que también aplicaban la enseñanza de la matemática y la práctica en las
primeras letras. En definitiva, se puede concluir que los jesuitas enseñaban a leer con la biblia,
mediante la estampita religiosa enseñaban visualmente y la matemática era enseñada
mediante piedras.

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