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DEFINICION DE CONOCIMIENTO
El conocimiento se define como una representación de la realidad que el ser humano
construye en su mente. Esta representación intenta ser objetiva, verdadera o congruente
con la realidad, pero siempre será una abstracción y una construcción mental humana,
quien establece sus propias reglas de validez.
TIPOS DE CONOCIMIENTO
- Precientífico: empírico, intuitivo, mágico, religioso.
- Conocimiento científico (que tendría mayor jerarquía)
TRASCENDENTAL
INTUITIVO
CIENTÍFICO
SENSOPERCEPTIVO
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- Problemática: Posee una problemática abierta que busca conocimientos o
tecnologías (problemática equivale a delimitar o recortar la realidad para obtener un
campo particular u objeto que estudia cada ciencia).
- Fondo de Conocimientos: Supone un conjunto de conocimientos acumulados,
adquiridos en la historia y que sirven de sustento (condición de historicidad y
evolución que caracterizaría a la ciencia normal, sin llegar a considerar el concepto
de paradigmas en la ciencia).
- Objetivos: El objetivo de la ciencia es único: la verdad. Pretende explicar cómo es
el mundo. Su utilización corresponde a las llamadas ciencias aplicadas o a la
tecnología (la verdad ha sido cuestionada como objetivo de la ciencia,
especialmente por su asociación con la correspondencia con un paradigma de
ciencia).
- Metódica: Posee un método: el experimental, empírico. (concepto sesgado del
positivismo y naturalismo de la ciencia)
Bunge, además, añade que la ciencia es mutable, que si no cambiara sus conceptos
serían dogmas y que no hay ciencias aisladas, pues una ciencia se apoya en otras (actitud
hacia la universalidad de la ciencia).
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- Es dinámica. Los conocimientos científicos son dinámicos en dos sentidos, primero
porque la realidad es cambiante y la ciencia pretende ser un conocimiento válido
de la misma. La otra razón de su dinamismo se asocia a la vigencia de los
paradigmas que validan algo como aceptado históricamente como ciencia. Cuando
los contenidos de la ciencia no cambian nunca es posible que se hayan convertido
en dogmas.
- Tiene consenso en la comunidad científica. La ciencia al ser una práctica social e
histórica, es producida y compartida por cierta comunidad legitimada de personas
prácticamente de determinada ciencia, esta comunidad puede o no aceptar un
nuevo conocimiento como perteneciente y válido en su campo, por lo tanto, no basta
que un nuevo conocimiento sea cierto o comprobado, sino que debe pugnar por
alcanzar el consenso entre sus practicantes, lo cual puede ser un proceso no
necesariamente técnico o intelectual. De ahí la importancia de las publicaciones y
eventos públicos donde se sustentan y discuten los resultados y conclusiones de
las investigaciones.
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conocimiento, que la subjetividad no le resta validez al conocimiento sino que puede
enriquecerlo con su historia y valores, así como que no se puede renunciar al
contraste con la realidad:
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hechos. La ley permite la predictibilidad en la ciencia, pero ello es más factible en las
ciencias naturales.
FUNCIONES DE LA CIENCIA: son la observación, la experimentación y la explicación.
Cada una implica diferentes procedimientos y productos. Plantearlas como tres funciones
asociadas, pero diferentes, ha generado que algunos justifiquen la posibilidad de las
llamadas investigaciones observacionales o descriptivas, diferentes de las experimentales
y explicativas; incluso afirman que sólo las investigaciones explicativas serían las que
encuentran la causa de los hechos.
EL MÉTODO DE LA CIENCIA
Para analizar el método, tenemos que definirlo en términos del actualmente conocido
método de la ciencia moderna.
La lógica principal del método científico es la INDUCCIÓN, que es casi un instinto en
la experiencia humana y fue explicada originalmente por Aristóteles. Francis Bacon en el
siglo XVII la sistematizó para distinguir la ciencia empírica de la superstición y propuso las
siguientes reglas fundamentales de la inducción: a) Partir de las observaciones, no de
especulaciones, sin la interferencia de ideas parciales que perjudiquen las observaciones
empíricas, b) Después de recolectar una gran serie de observaciones particulares, inducir
su causa o ley general.
Karl Popper (siglo XX) cuestiona la posibilidad de sustentar una inducción porque
“...para justificarlo tenemos que utilizar inferencias inductivas; para justificar éstas hemos
de suponer un principio de inducción de orden superior, y así sucesivamente. Por lo tanto,
cae por su base el intento de fundamentar el principio de inducción en la experiencia, ya
que lleva, inevitablemente, a una regresión infinita”.
En la constitución del método de la ciencia fueron importantes el enfoque positivista y
el concepto de causalidad. El POSITIVISMO sostiene que el conocimiento se funda en la
experiencia sensitiva de los fenómenos naturales.
Posteriormente, a principios del siglo XX, un grupo de filósofos interesados en la
evolución de la ciencia moderna, rechazaron las ideas positivistas tradicionales y resaltaron
la importancia de la comprobación científica; fueron conocidos como los positivistas
lógicos, entre los que encontramos a Ludwig Wittgenstein, Bertrand Russell y George
Edward Moore. El Tractatus logico-philosoficus (1921) de Wittgenstein influyó
decisivamente en el rechazo de las doctrinas metafísicas por su carencia de sentido y la
aceptación del empirismo como una materia de exigencia lógica. El positivismo intentó
reducir la realidad social a los principios de la realidad natural; así como otros intentaron
reducir las ciencias fácticas a la matemática, que la asumieron como paradigma de la
ciencia por su exactitud, formalización, axiomatización y sus posibilidades de establecer
leyes objetivas. Los positivistas actualmente prefieren denominarse empiristas lógicos para
distinguirse de los primeros pensadores que dieron importancia a la comprobación
científica.
La CAUSA, como concepción descriptiva y explicativa de la realidad y de la vida, nace
con el hombre y se asocia a sus primeros productos morales, filosóficos y religiosos.
Posteriormente se erige como principio de la ciencia. Para muchos descubrir la causa es
la finalidad superior del conocimiento científico. Desde sus orígenes la ciencia se planteó
como un instrumento para dominar la realidad, la naturaleza y al hombre mismo, para lograr
el bienestar y progreso de la humanidad, donde el conocimiento de las causas y leyes
permitirían su dominio.
Aristóteles enumeró cuatro tipos de causas: la causa material, aquella de que está
hecha cualquier cosa; la causa formal, la forma, tipo o modelo según el cual algo está
hecho; la causa eficiente, el poder inmediato y activo para producir el trabajo; y la causa
final, el objeto o el motivo por el cual el trabajo se hace. Estos principios forman la base del
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concepto científico moderno, el cual postula que estímulos específicos producen resultados
modélicos y generalizados bajo condiciones sometidas a control. El sentido del concepto
de causa implica que todo fenómeno de la naturaleza y de la sociedad es provocado
necesariamente por algún otro fenómeno que lo precede y origina. Se evidencia la
pretensión de trascendencia del concepto de causalidad en la ciencia, pues, encontradas
las causas, evitamos fenómenos no deseables y producimos fenómenos útiles al hombre.
De esta forma se concluyó que “nada ocurre sin causa”, los fenómenos naturales y sociales
se hallarían determinados, es decir, causalmente provocados.
Descartes y sus discípulos pensaron que una causa puede contener las cualidades
del efecto o el poder para producir el efecto. Los físicos de los siglos XVII y XVIII tuvieron
una idea mecanicista de la causalidad, reducida a una acción o cambio seguida por otro
movimiento o cambio, con paridad matemática entre medidas del movimiento. En cambio,
David Hume afirmó que la causalidad no es una relación real, sino una ficción de la mente
o de los sentidos. Kant situó la causa como una categoría fundamental del entendimiento,
sostuvo que el único mundo objetivo cognoscible es el producto de una actividad sintética
del entendimiento o de la razón; la causalidad es un principio de coherencia que se obtiene
en el mundo de los fenómenos y está presente en un orden universal.
Henri Bergson afirmaba que la realidad última, la vida, no está ligada por secuencias
causales exactas. La vida sería un proceso de crecimiento en que lo imprevisible, lo no
causado, acontece con gran frecuencia. En el tiempo real no ocurren repeticiones exactas,
por tanto, donde no hay repetición no hay causa, pues la causa significa que lo que
antecede se reitera subordinado por la consecuencia.
En la realidad, se producen infinidad de hechos de toda naturaleza, para explicarlos el
ser humano ha postulado diversas teorías, ha intentado asociarlos y darles sentido. Cada
teoría proporcionó la explicación para algunos hechos, otros necesitaron nuevas teorías.
Actualmente, por razones emocionales, ideológicas o políticas se afirma que todo tiene
causa, esta teoría pretende reducir la realidad, para ella el experimento es el método con
qué probar una relación causal.
La experiencia ha demostrado la inconsistencia del concepto de causa, que se fue
relativizando sucesivamente por nuevas versiones, de la unicasualidad a la
multicausalidad, luego la multicasusalidad en diferentes niveles (causa final, causa
suficiente, causa desencadenante, etc.). Posteriormente se recurrió a la teoría de las
probabilidades, que nos llevó a un cálculo aproximado de que algo ocurra y cuya expresión
en salud es el enfoque de riesgo, que adquieren formalización en la correlación estadística.
Aún algunos asumen que la causalidad se establece en un análisis estadístico de
datos, así la correlación de dos variables sería la forma más exacta de probar la relación
causa – efecto y de medir su potencia. Otros criterios técnicos valorarían las pruebas que
miden “la fuerza de asociación estadística” y la “consistencia de los resultados en varias
investigaciones”.
También se han usado los criterios de A. Bradford Hill para sostener la relación de
causalidad entre diferentes hechos como: la relación temporal entre el hecho propuesto
como causa y el propuesto como efecto, la consistencia de los resultados en diferentes
investigaciones, la intensidad de la relación entre dos hechos, la relación dosis respuesta,
la plausibilidad teórica o científica, y la reversibilidad. Anotamos que el autor de estos
criterios, sólo los propuso como orientadores de una hipótesis de causalidad.
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postulan la capacidad del hombre para percibirla a través de sus sentidos,
entenderla por medio de la inteligencia y explotarla en nuestro beneficio. Este
enfoque positivista es dominante actualmente en la ciencia.
b) Método a priori-deductivo: sostiene que el conocimiento científico se adquiere por
la captura mental de principios generales, a partir de los cuales se deducen sus
instancias particulares, que pueden o no ser demostradas objetivamente. Estos
principios generales pueden provenir de Dios o poseer una existencia ideal, en
ambos casos son invariables y eternos. Es el enfoque idealista y racionalista.
c) Método hipotético-deductivo: postula la participación inicial de elementos teóricos o
hipótesis en la investigación científica, que anteceden y determinan las
observaciones. La ciencia se inicia con conceptos derivados de la experiencia del
mundo que está “ahí afuera”, o con postulados en forma de hipótesis hechas por el
investigador. Además de generar conjeturas sobre la realidad, el científico las pone
a prueba, las confronta con la naturaleza por medio de observaciones y/o
experimentos. Se evita la inducción porque no desempeña ningún papel.
d) No hay Método: afirma que no existen reglas unitarias para la producción científica,
que el método es solamente un conjunto de conceptos generales que ganan
consenso por rutas no racionales. Otros afirman que habría varios métodos
científicos construidos para cada problema específico que el investigador debe
justificar para obtener algún nivel consensual.
Bibliografía
- BUNGE, Mario. La Investigación Científica, su Historia y Filosofía, Editorial Ariel, Barcelona,
1969.
- POPPER, Karl. La Lógica de la Investigación Científica. REI, México 1996.
- VELA, A. La Investigación Científica, guía académica. 3ra. edición, Arequipa 2012.